Sábado a la noche. En un café de Caballito,
los mozos van y vienen atendiendo los incesantes pedidos de los clientes.
Familias enteras alrededor de la mesa, y también los seres taciturnos,
solitarios, que miran por la ventana. Yo no estoy solo, me acompaña uno de los
mejores bajistas del rock argentino de los ´80. Un tipo que se dio el lujo de
tocar con los más grosos y un día, casi de repente, dejó de hacerlo. Durante
muchos años, fue un enigma el destino de sus pasos. Hasta que un día lo
encontré. Y le pregunté. Y de cada recuerdo salía una historia. Esa historia
personal qué él (¿quizás siguiendo inconscientemente el influjo del Don Juan de Castaneda?) intentó borrar.
Pero eso fue imposible. Nadie, ningún fanático del primer rock argentino se
pudo olvidar jamás de su nombre: Frank Ojstersek. Sí, ese niño
prodigio de las cuatro cuerdas, que arrancó tocando en la banda de Porchetto, a
mediados de los ’70, cuando apenas finalizaba la adolescencia. Ese que luego
pasaría por Porsuigiego, Reino de Munt,
y Sr. Zutano, hasta llegar a la
cumbre de la más exquisita fusión, de la mano del gran Luis Alberto y sus
secuaces, en Spinetta Jade, entre 1980 y el
83. Esos eran tiempos de canciones excelsas, de sonido hermético pero
cautivador, y complejas letras, a veces basadas en los libros de Castaneda, a
veces en las teorías de Foucault, pero siempre dando cuenta de la impresionante
visión musical presente en la mayor parte de la obra del Flaco más genial del
rock nacional. Fue hace mucho, pero parece que fue ayer… Luego de eso, pareció
que Ojstersek se perdió, salió del
candelero y la mayoría no lo volvimos a ver más. Pero no fue tan así, en
realidad, él nunca se fue. Tan solo, lo suyo discurrió por otros caminos. Quizás
las que se lo llevaron hayan sido sus ansias por no dejar de aprender y esa
vocación docente que le sale por los poros. Para desentrañar ese misterio está
aquí hoy. Sigue siendo el mismo tipo alto y delgado, y con una calma tipo zen
que sorprende. Nada delata sus jóvenes 59 años, ya que en sus ojos tímidos y
vivaces aun se puede descubrir a ese pibe silencioso que la rompía atrás de un
Fender Jazz Bass. Ok, basta de cháchara. Con ustedes, Francisco Ojstersek. Esta es su historia.
ENTREVISTA
> ¿Cómo son tus inicios en la música?
Eso fue casi circunstancial, porque yo
estudiaba un poco de guitarra, desde los 12 años, y luego –a los 16- tuve la
posibilidad de entrar a tocar el bajo en un grupo formado con chicos que eran
más grandes que yo. Lo curioso era que yo ni sabía tocar bajo aún. Después de
eso, aunque el grupo se disolvió, yo me copé mucho con el instrumento, porque
me gustaba mucho reunirme con otros músicos para ensayar, zapar y organizar
shows para tocar. Luego de estar tocando, informalmente en varios proyectos que
no se terminaron de desarrollar, me encuentro con Gustavo Bazterrica y empezamos a vernos más seguido y tocar juntos
ocasionalmente. Así, en el ’74, a través de un conocido mío, nos surge la
posibilidad de tocar junto a Raúl
Porchetto, quien justo estaba tocando en una banda junto a Alejandro Lerner (teclados) y Horacio Josebachvilli (batería). Como Raúl
necesitaba un guitarrista y un bajista, nos convoca a Gustavo y a mí para nos
unamos a este proyecto. Finalmente, formamos este grupo que se llamó Reino de Munt.
Reino de Munt |
¿Reino
de Munt era un proyecto paralelo de Porchetto?
Bueno, su idea era dejar de tocar como
solista para armar un grupo de rock progresivo, que no llevara su nombre.
Finalmente, con Reino de Munt tocamos varias veces, y teníamos bastante apoyo
del público y la prensa, pero no pudimos llegar a grabar porque a Raúl le
seguía saliendo mucho laburo como solista, lo que hizo que no se pudiera
desarrollar la banda. Al final pasó que se mezclaron los proyectos, y nos
pasaba que a veces lo terminábamos acompañando como grupo soporte en sus shows
como solista, y en el mismo show capaz que también tocábamos algunos temas del
material de Reino de Munt. También en esa época surge el proyecto de Porsuigieco, en donde Raúl graba ese disco famoso con Sui Generis, León Gieco, María Rosa Yorio
y un seleccionado de músicos amigos invitados…
¿Cómo
viviste esta experiencia de participar en la grabación de ese disco?
Casi que no me di cuenta, porque todo pasó
bastante rápido. Por supuesto que fue muy groso para mí estar ahí, en un
estudio de grabación, laburando con Charly
García, León y con tantos otros músicos grosos. Por ejemplo estaba Pino Marrone, que ya era un violero
genial y con el cual yo tenía un trato muy bueno, o Rinaldo Rafanelli, otro músico híper talentoso y con la mejor onda…
¿Y qué
recordás de la grabación de “Las Puertas de Acuario”, el tema de Porchetto en
el que participaste vos?
Ese era un tema que no teníamos del todo
desarrollado y que casi no habíamos tocado en Reino de Munt, por eso Porchetto lo lleva a este disco de
Porsuigieco. Como nosotros ya lo veníamos tocando, a pesar de que lo pudo haber
grabado con otros músicos, Raúl prefirió que lo acompañáramos nosotros en la
grabación de la canción. Fue un gesto muy generoso de Raúl hacia nosotros. Creo
que salió muy bien, porque el grupo ya estaba bastante aceitado para ese
momento. Justamente, lo escuché de nuevo hace poco en internet, porque no tengo
ese disco…
¿Cómo
siguió la historia de Reino de Munt luego del proyecto de Porsuigieco?
Bueno, el grupo tuvo bastantes cambios,
porque Gustavo se fue a tocar con Charly en La Máquina de Hacer Pájaros, y ahí entra Lito Epumer a reemplazarlo en la viola. Luego Lito se fue y entró Luis Borda; y tuvimos varios cambios de
bateristas y tecladistas también… Bueno, como te decía, al final no pudimos
desarrollar ese proyecto y quedó ahí.
Ojstersek, Juan Del Barrio, Pomo, Lito Epumer |
¿Cómo
sigue tu carrera luego de la separación de Reino de Munt?
Bueno, como Lito (Epumer) ya era amigo mío desde antes, seguimos encontrándonos
para tocar, y así surge la idea de armar un grupo junto a Pomo, quien justo
venía de la separación de Invisible.
Bueno, así fue que fuimos preparando un par de cosas, y como a Pomo le gustaba mucho lo que iba
saliendo, fuimos armando este nuevo grupo, más en la onda jazz rock, que se
llamó Sr. Zutano. Al final, lo
craneamos, ensayamos un montón y todo, pero habremos tocado solamente tres o
cuatro veces. Por ejemplo, tocamos en el Teatro Estrellas, que tenía seis salas
muy lindas en su edificio de la calle Riobamba –en donde ahora está Crónica
TV-, cuyo dueño era Héctor Ricardo García; luego también tocamos en el Teatro
Lasalle… Por suerte, tuvimos la suerte de llenar siempre que tocamos, porque
Pomo ya tenía un prestigio ganado como músico. Pero, en fin, era un poco
difícil hacer música en ese momento, en el final de la década del 70, porque la
escena del rock vivía una etapa muy mala, con pocos lugares para tocar, muchos
músicos ya exiliados, y una contracción casi total del mercado discográfico.
Por suerte, nos dieron una mano muy grande en un par de revistas, que
promocionaban nuestra propuesta. En ese momento, esa era casi la única manera
de promocionar adonde ibas a tocar y lo que estabas haciendo, porque casi que
ni teníamos guita para imprimir y salir a pegar afiches…
¿Y cómo
te arreglabas para vivir de la música en esa época?
Por ejemplo, en forma paralela a lo Sr. Zutano, estuve tocando junto a Pastoral. Bueno, también seguía en
contacto con Porchetto, con quien
luego grabé Chico Cósmico. Lo que
pasaba era que no conseguía una continuidad de trabajo. De cualquier forma,
siempre iban surgiendo nuevos proyectos. En ese sentido, en ningún momento
estuve parado, siempre estaba metido en algún nuevo proyecto musical, por
suerte.
En
Sr. Zutano te animaste a cantar, ¿no?
Sí… (risas) Pero, en realidad fue como si
todos hubiesen dado un paso hacia atrás, al momento de elegir quien iba a
cantar, y quedé yo adelante. Al menos, en ese momento lo sentí así. Porque
nadie quería cantar…
¿Las
letras eran de Pomo?
Sí, y estaban muy buenas. Pero más que nada
eran una mera excusa para no abrumar a la gente con una música que fuera
solamente instrumental, como para hacer un poco más accesible lo que hacíamos.
Lamentablemente,
no quedó ningún registro de eso…
No, teníamos algunas cosas registradas en
casete; pero se nos hizo muy difícil grabar un disco, por la difícil situación
del rock de esos años, que te comenté antes. Muy poca gente podía acceder a
grabar un disco de rock.
Spinetta Jade en 1981. |
¿Cómo
se da tu entrada a Spinetta Jade?
Luis (Alberto Spinetta) me convoca a fines
del ´80, porque ya me conocía de haberme visto tocando junto a Pomo y Gustavo (Bazterrica). Al principio, en un punto, la estructura de Jade era bastante informal. Por
ejemplo, en un comienzo estaba Lito
Vitale en teclados y Pedro Aznar
de invitado. Luego Lito se va y Luis llama a Juan (Del Barrio) y a Diego
(Rapoport) para que tocaran teclados. Incluso, empezaron tocando el bajo Beto (Satragni) y Pedro (Aznar), y aunque luego solo Beto termina participando de la
grabación del primer disco del grupo (Alma
de Diamante), él tampoco era un bajista fijo. El único integrante que estuvo
fijo de entrada junto a Luis, fue Pomo en
la batería. Bueno, yo ingreso al grupo luego de que ellos graban Alma de Diamante, creo que fue el propio
Pomo quien le sugirió mi nombre como posible bajista.
En
Jade eran de ensayar mucho para hacer ese material tan complejo, ¿no?
Sí, al principio ensayábamos cuatro veces
por semana, y eran ensayos formales de cuatro horas, no de dos horas. A veces
se extendían más tiempo. Sin dudas, eran ensayos muy intensos.
¿Qué
recordás de Los niños que escriben en el
cielo (1981)?
Hace poco que volví a escuchar esos temas,
porque tampoco tengo ese disco… (risas) Bueno, es un material que tiene mucha
frescura, yo lo siento así. Fue una época muy linda, en la que experimentamos
un montón de cosas mientras íbamos desarrollando los temas. Pensá que tardamos
nueve meses en redondear ese repertorio. Creo que Los niños que escriben en el cielo es un álbum un poco más abierto,
más accesible en lo musical que Alma de
Diamante, que era un disco más hermético, muy marcado por las letras basadas
en los libros de Castaneda. Quizás
el material de este álbum no era tan enmarañado, tan difícil como el del primer
disco del grupo, pero igual eran todos temazos increíbles.
Estando
en Spinetta Jade, participaste de las dos únicas películas del rock argentino
de esos primeros años ´80: Prima Rock
(documental del Festival del Día de la Primavera de 1981, llevado a cabo en Ezeiza);
y Buenos Aires Rock (el film del
Festival BaRock 1982). ¿Qué recordás de esas experiencias?
De Prima
Rock me sorprendió el nivel de violencia que tenía la gente hacía los grupos
nuevos. Fue un bajón ver semejante falta de respeto de la gente hacía los
artistas, como si los estuvieran desacreditando totalmente. Como nosotros
cerrábamos el Festival, recién tocábamos bien tarde a la noche, y como habíamos
llegado temprano, pude ver todo y se me hizo medio interminable. Otra cosa que
me acuerdo es el frio insoportable que hacía cuando salimos a tocar... porque,
si bien ya era primavera, a la noche bajaba muchísimo la temperatura. Antes de
eso, hubo tal nivel de agresión del público ante algunos artistas, que no se
sabía si nosotros llegábamos a tocar nuestro set o si se suspendía todo. En
realidad, gran parte de la gente estaba ahí para verlo tocar a Luis, por eso él
tuvo que salir antes al escenario para decirle al público que no tirase más
cosas al escenario… Me acuerdo que cuando, finalmente, subimos a tocar no se
podía pisar en ningún lado porque el piso estaba lleno de todo tipo de cosas
que habían tirado… En fin, fue una experiencia que no disfruté para nada. En
general, yo no disfrutaba tocar en ese tipo de lugares, prefería mil veces la
experiencia de tocar en teatros. Bueno, con respecto al film del BaRock, aparecemos
en un video clip muy lindo de “Maribel se durmió”, ideado por Renata
Schussheim. Estuvo muy
bueno hacerlo, porque era una experiencia inusual para nosotros. Por supuesto,
estuvo craneado por Renata y Luis casi a la par, ellos dos fueron los que
decidieron que tipos de imágenes iban a acompañar a la música, y creo que quedó
muy bien.
El que dimos en el Teatro Premier, en la
época de la Guerra de las Malvinas. Esos recitales fueron impresionantes.
Aunque era una época muy difícil, de crisis económica y social, en donde la
gente no iba a ver casi ningún espectáculo, nosotros tuvimos tres conciertos
con el teatro lleno, con gente afuera, con gente en los pasillos… Se vendieron
todas las entradas. En ese momento estábamos atravesando un gran momento en el
grupo, teníamos un estado de ánimo muy bueno y terminaron saliendo unos
conciertos muy lindos. Me acuerdo que una vez hasta subió Pappo a tocar con nosotros, como invitado en la parte final de
“Digital Ayatollah”, en donde el Carpo improvisó unos solos buenísimos de
viola.
¿Y
por qué, a pesar de ese buen momento, se termina esa formación de Spinetta
Jade?
Bueno, aunque la idea era consolidar el
grupo a futuro, y Luis estaba muy conforme con todo, pasó que Diego se fue, y
eso cambió mucho la estructura interna…
¿Y él
porque se fue de Jade?
Diego se va porque pensaba que ya había
cumplido su ciclo en el grupo. Bueno, él era una persona muy especial, increíble
a nivel humano, al que no lo seducía demasiado formar parte de una banda de
renombre, o estar tan expuesto. Fijate que, incluso, Luis lo tuvo que ir a
buscar especialmente para convencerlo de que formara parte de Spinetta Jade,
porque Diego vivía en el sur del país, y era muy feliz viviendo allá, en donde
él había encontrado su lugar en el mundo.
Tapa de Expreso Imaginario, enero 1982. |
Antes,
ya se había ido Juan Del Barrio, quien fue reemplazado por Leo Sujatovich. Con
la ida de Rapoport Jade pasa a ser cuarteto. Se ve que se les hacía difícil
sostener una formación estable, ¿no?
Quizás fue así porque Jade era un grupo que
te exigía un montón. Luis era un tipo de una exigencia tremenda; él no paraba,
capaz que vos estabas tirado en el piso y él aún tenía cuerda para seguir
laburando…. En Jade esa exigencia terminaba convirtiéndose en hábito, en un
trabajo de todos los días. En mi caso, yo lo disfrutaba mucho, pero puedo
entender que semejante nivel de exigencia podría llegar a ser insoportable para
otros. Lo que pasaba era que Luis tenía una capacidad de creación monstruosa,
un talento fuera de lo común, quizás inentendible para el resto de los
mortales… Él era capaz de componer un tema luego de estar laburando horas,
cuando cualquier tipo podría estar quemado y él no. Por ejemplo, hubo temas que
surgieron en los mismos ensayos, después de estar cuatro o cinco horas tocando
todo el material que teníamos una vez. O sea que vos llegabas al ensayo y ya
sabias que de movida tenías que tocar todo el material, canción por canción. Y
si nos estábamos preparando para un show, había que ensayar el material entero
no una, sino dos veces. Y todo tenía que salir con la misma onda, con el mismo
nivel. No era joda, era un laburo muy intenso…
Y en
tu caso, ¿cuándo empezaste a pensar en irte del grupo?
Es que cuando Diego se va, yo hablé mucho
con él, y de repente empecé a sentir algo parecido a lo que sentía él con
respecto al grupo. Como que algo había cambiado y que yo no entendía ni podía
procesar bien. Porque había cambiado la forma de trabajar los temas, con
respecto a Los niños que escriben en el
cielo, y con tantas presentaciones yo sentía que no teníamos suficiente
tiempo para pulir el nuevo material. Además, sentía que, en mi caso personal, a
pesar de que estaba tocando cosas muy complicadas, debía tener más espacio para
ponerme a estudiar y continuar desarrollándome como instrumentista…
Entonces,
le comunicás a Luis que te querías ir del grupo. Debió ser muy difícil
decidirte y decírselo…
Sí, porque aparte el grupo estaba en un
momento bárbaro. Justo ya habíamos ido a conocer el estudio en donde íbamos a
grabar el siguiente disco, y estaban saliendo muchas fechas para tocar. Tanto
es así que, desde mi anuncio de que me iba hasta el momento efectivo en que me
fui, tuve que seguir tocando con el grupo para cumplir shows que ya estaban
pautados, porque si me iba al toque los hubiese re cagado… Pero, sí, para mí
fue durísimo dejar el grupo. Lo hice convencido, pero no fui consciente de lo
que venía después. Tal vez, recién ahora me doy cuenta que podría haberlo
procesado de otra manera. Sin embargo, en esa época yo no vi otra posibilidad
que la de irme. Algo que finalmente se dio cuando el grupo consiguió a César Franov como reemplazante mío. Por
supuesto, yo siempre mantuve mi afecto y agradecimiento hacia Luis, y nunca
dejé de verlo.
Luego
de escuchar lo que fue el disco siguiente, Bajo
Belgrano -uno de los mejores de Spinetta de esa época, cuyo repertorio
incluía temas como “Maribel” y otros, que vos habías llegado a tocar- ¿no te
arrepentiste un poco de no haber llegado a participar de esa grabación?
No, porque ya estaba dedicado intensamente
a estudiar música. Así que hice lo que había dicho que iba a hacer. Por eso en
ningún momento me arrepentí de mi decisión, aunque, por supuesto, el cambio fue
muy grande.
Estudié guitarra, un instrumento que hasta
ahí no me había puesto a estudiar nunca en forma seria. Estudiar guitarra me
sirvió mucho para entender mucho más sobre armonía musical, y así llegué a comprender
en profundidad la música que hacíamos en Jade. Ahora recién, después de haberme
puesto a estudiar guitarra, puedo tocar las violas que hacía Luis en el grupo.
En ese momento no lo podía hacer, aunque parezca mentira, porque estaba abocado
en forma exclusiva a tocar el bajo. Aún hoy me sorprende el nivel técnico que
hay que tener para tocar la música que hacíamos en esa época en Jade.
Y eso
que Luis no tuvo una educación musical formal o “académica”, si se quiere…
Tal cual, pero tenía un talento y una
personalidad para tocar que lo situaban a años luz de distancia de tipos que
teníamos una formación musical similar. Luis tenía una capacidad única para absorber
y procesar elementos musicales que iba encontrando, y generar una música
increíble, que solo a él se le podía ocurrir. Demás está decir que era un tipo
muy intuitivo, creativo y genial. Su extensa obra es una constancia de eso,
¿no? Tocáramos lo que tocáramos, él le ponía una musicalidad impresionante a
todo lo que hacía. El loco tenía una capacidad impresionante para improvisar o
para sugerirte arreglos. Por eso conocerlo me hizo aprender un montón y darme
cuenta de que me tenía que replantear varias cosas, para no quedarme atrás; por
ejemplo, que debía estudiar música más en profundidad…
Luego
de tu partida de Spinetta Jade, ¿a qué te dedicás?
Paulatinamente, me fui dedicando a la
docencia, a dar clases de instrumento y demás. Luego, he tocado,
ocasionalmente, como sesionista en algunos trabajos musicales a los que me han
llamado, y he tenido un montón de propuestas más para ingresar a varios
proyectos, pero yo no estaba con ánimo de tocar y volverme a meter en esa
dinámica y dedicación casi exclusiva que te exige el formar parte de una banda.
¿Y por
qué crees que se te fueron las ganas de volver a estar en un grupo?
Creo que, en parte, porque yo quería volver
a ese nivel de introspección que me gusta y que tiene que ver conmigo. Quizás
sea porque al estar en un grupo tan expuesto yo sentí que me faltaba eso. Por
otro lado, me di cuenta de que nada en lo que tocara iba a ser tan intenso como
lo que había vivido con Luis. No es que solo había tocado en su grupo y chau,
él fue mi amigo, y con todo el grupo vivimos una etapa muy linda que yo creía
que era difícil de recrear con otra gente. Entonces, para tocar en cualquier
grupo porque sí, prefería no hacerlo, porque para eso me hubiese quedado en
Jade.
Junto a Machi, Malosetti, Franov, Dourge y Torres (2012) |
Hace
muchos años que dejaste de tocar en Spinetta Jade, pero el público del Flaco
nunca te olvidó. Incluso se te nombra mucho aún hoy en comentarios que ponen en
sitios de internet, o en las redes sociales y demás. ¿Qué sentís al respecto?
A veces me sorprendo también de eso. Bueno,
tanto cuando ocurrió la triste noticia de la muerte de Luis o durante la muestra
dedicada a su vida que se hizo en la Biblioteca Nacional (Los Libros de la Buena Memoria, 2012), en donde participé de la charla dedicada a los bajistas de Spinetta, me empezaron a llegar
cientos de nuevas solicitudes a mi perfil de Facebook. También me sorprende
cuando algún fan me para en la calle, porque pasó mucho tiempo. Pero, claro, es
que esa gente aún mantiene en el corazón todo su cariño hacía determinadas
músicas y momentos que marcaron su vida, y si vos participaste, de alguna forma
en eso, siempre te lo harán sentir. A mí lo que más me sorprende es que haya
tipos que aún se acuerden de mi cara… (risas) Justo, el otro día me pasó que un
tipo se me acercó en una calle oscura, al costado de una vía, en Belgrano, ¡y
me reconoció! (más risas) Yo medio que me pegué un cagazo porque había
salido de la nada. Fue directo a mí y me
dijo: “¿Pero vos no sos Frank, el que
tocaba con Spinetta…?” Y luego se quedó charlando un rato conmigo. Por
supuesto, esas cosas son muy lindas.
¿Cómo
viviste el show de las Bandas Eternas, que fue una celebración de la carrera
musical de Luis? Vos no participaste del concierto pero él te nombró esa noche
sobre el escenario…
Yo le agradezco
muchísimo que me haya nombrado, junto a los otros músicos que no participamos
del concierto. Es más, después que pasó el show, una vez nos encontramos y Spinetta me explicó porque no había
estado yo en el concierto. Sin dudas, él era un tipo muy considerado hacía las
otras personas, y por eso me lo quiso explicar, aunque yo ni le había
preguntado nada al respecto. Él me dijo que Jade era imposible de armar. Es entendible. Pensá que habían pasado
tantos músicos por el grupo que ¿con que formación hubiese tocado? Se tocaron
un par de temas de la etapa de Jade, pero estaba claro que era imposible hacer
una síntesis que diera cuenta de todas las distintas formaciones que tuvo el
grupo. Si hubiese sido por Luis, él hubiese organizado un show en el que
hubiesen estado todos los músicos que lo acompañaron. Y todos los músicos
hubiésemos querido participar, pero no se podía hacer. Es más, mismo en el
comienzo, este proyecto era una cosa aún más restringida. Al principio, la
idea, creo que fue la de armar solamente los grupos básicos. Si se hubiese
implementado esto, el concierto hubiese durado dos horas y media. Pero luego se
fue ampliando, paulatinamente. Imagínate que el show terminó durando, aproximadamente,
cinco horas y veinte… Y, viéndolo desde afuera, no tengo dudas de que fue un
concierto impresionante, uno de los mejores de toda su historia, y eso que yo
lo fui a ver tocar siempre, en todas sus épocas desde Pescado Rabioso.
¿Qué es lo que más extrañás de Luis?
En lo personal,
conocerlo fue lo máximo, porque era uno de mis ídolos musicales. Fue un antes y
un después en mi vida. Seguramente, fue el músico más grande del rock
argentino, pero, por otra parte, yo también tuve la fortuna de ver el otro lado
del músico, de conocer a la persona. En ese punto jamás olvidaré nuestras
charlas, de como él te clarificaba todo con un concepto, con un par de
palabras. Era un tipo sensible, muy gracioso y genial. Un gran amigo…
¿En tu tiempo libre sos de ponerte a escuchar
música?
No soy de
escuchar mucha música. Quizás sí escuche algo de fusión. En realidad, ahora me
gusta más mirar grupos y solistas en internet, que estar poniendo un disco. Por
supuesto, siempre estoy muy atento a todo lo que hace Javier Malosetti, porque me gusta mucho lo suyo; también Lito Vitale, el Mono (Fontana), Lito Epumer…
En fin, siempre los estoy escuchando a ellos, más que nada, en lo que respecta
al panorama musical de acá. Y de afuera, los de siempre: Keith Jarrett –a quien vi tocar en vivo hace poco, cuando vino
acá-, Chick Corea, Stanley Clarke,
Yellowjackets, George Benson… No es que los escucho constantemente, pero
siempre están por ahí. Por ejemplo, la otra vez me dieron ganas de escuchar y
ver cosas de Steve Vai, y me pasé
todo un fin de semana escuchando solo eso.
En lo
que tiene que ver con tu parte docente, ¿das clases particulares o en algún
instituto?
Doy clases de bajo y guitarra. Durante
varios años di clases particulares, y ahora doy clases en una escuela de
formación musical, que tengo junto a otras personas y se llama Crescendo.
Llevar adelante este emprendimiento es algo que me pone muy contento, porque me
da libertad para seguir enseñando música de la forma que más me gusta.
(Para más información:http://www.frankojstersek.com.ar)
Emiliano Acevedo
Que bueno que exista este reportaje! Tal vez, Frank sea el bajista más invisibilizado de los que acompañaron al Flaco y también toda su trayectoria en gral. Frank responde con simpleza y francamente las preguntas, y eso ayuda mucho a entender un poco más cómo sucedieron los hechos. Muchas gracias por esta nota!
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