Enterarse de que John Lennon fue asesinado por un fan, que lo
mataron por ser quien era y por lo que era, fue como ver a la persona que uno
ama en el instante en que la atropella un auto. La razón lucha con la
contradicción entre los hechos concretos y la incredulidad, se resiste al paso
normal del tiempo, detiene el tiempo, trata de hacerlo retroceder. La
conciencia le da vueltas y vueltas a los hechos, probando las palabras que
transmiten el acontecimiento para ver si las palabras realmente significan lo
que están diciendo.
Leemos
que el atentado contra John Lennon es tan solo un ejemplo más de un anónimo don
nadie en busca de notoriedad poniéndole fin a un famoso, pero esto no solo
parece no haber sido el motivo de Mark Chapman, sino que no parece haber otros
ejemplos. No creo que haya algún otro antecedente del asesinato de una figura
pública por parte de una persona que estaba estrictamente atada a la víctima a
través de los roles que ambos interpretaban como integrantes de la cultura
popular. Como esto no había pasado nunca, tenemos que hacernos dos preguntas:
por qué John Lennon, y por qué ahora.
The
Beatles y sus fans representaban una imagen de utopía, de vida feliz, y la
imagen consistía en que uno podía unirse a un grupo no para perder la identidad
individual, sino para encontrarse con ella: para encontrar la propia voz. Era
una imagen utópica que englobaba cualquier deseo de amor, familia, amistad o
camaradería; mientras The Beatles fueron The Beatles, esta imagen fue el
fundamente del amor y la política. Le dio forma d nuestro sentido de la
posibilidad y del fracaso, del valor de las cosas.
El
corazón de esta utopía de felicidad, fresca y resplandeciente, era el
romanticismo: la mejor historia de esperanzas pop y de sueños que jamás haya
existido. Pero la utopía se basaba –gracias a John Lennon- en la inteligencia,
la ansiedad, la contingencia, la duda y la lucha. John Lennon formaba parte del
principio de placer de The Beatles, y esa es la razón por la que hubo tantos
que se obsesionaron con él. Si The Beatles fueron una aventura colectiva, John
Lennon era su punta de lanza y su centro. John Lennon fue el que nunca recibió
ningún premio de parte del pop, el que mantuvo las preguntas abiertas y vivas
mientras duraron The Beatles - ¿cuál es el sentido del grupo?, ¿qué es capaz de
hacer?, ¿cuándo debe ser abandonado?-, y fue Lennon el que, una vez que The
Beatles se acabaron, sostuvo la lucha por encima de la imagen de utopía. Lennon
rompió esa imagen en “God”, pero una nueva imagen de utopía, de lo que
significa vivir bien, de descubrir en qué consiste una vida feliz, se formó en
la manera, más bella imposible, en la que canta los últimos versos de esa
canción: la forma en que cantaba, “I was…”, la forma en que cantaba, “…but
now”.
No
importa en que se haya convertido después, John Lennon nunca más volvió a ser
una estrella pop. Mucho más que Paul, George o que alguien con los pies en la
tierra como Ringo, John Lennon se volvió bien real. Mucho más que ellos o que
ningún otro en la cultura posbeatle, Lennon transmitía la verdad de que se
necesitaba alguna imagen utópica(sea la
utopía de la enorme y borrascosa pasión que perseguía con su esposa o la de una
canción en la que decía exactamente lo que quería decir y era comprendido).
Esta imagen de utopía no era solipsista. Inalcanzable y por ende más preciosa
aun, siempre asumía la existencia de otras personas, de cuya presencia
dependía, se tratara de Yoko Ono, o de vos, o de mí, o de Mark Chapman, y a
causa de la forma en la que John había cantado “Anytime At All”, “There´s A
Place”, “Money”, “In My Life” o “Don´t Let Me Down”, y a causa de la forma en
la que siguió cantando “God”, “Well Well Well”, “Oh, Yoko”, “Stand By Me” o
“Just Because”, nunca perdió su fuerza. Esta es la razón por la que mataron a
John Lennon, y no a uno de los famosos que acaban de contratar un servicio de
guardaespaldas.
¿Por
qué ahora? Bueno, eso es un poco más complicado. Sí, Mark Chapman parece
haberse quebrado. Sí, después de cinco años John Lennon volvía a ponerse en
contacto con una audiencia, que trataba de enterarse de lo que tenía para
decirle y de lo que el público tenía para decirle a él. Ninguno de estos hechos
aborda la verdad indiscutible de que nada parecido al asesinato de Lennon había
ocurrido antes. Lo que permitiría plantearlo, creo, es el radical cambio en la
naturaleza del discurso público en los Estados Unidos del año pasado.
El
mensaje escondido detrás de la elección de Ronald Reagan el 4 de noviembre fue
que hay alguna gente que pertenece a este país, y otra que no; que hay gente
valiosa y gente que no vale nada; que algunas opiniones son sagradas y otras
son el mal mismo; y que, con la bendición de Dios, los mensajeros divinos
separarán a los unos de los otros. Es como si los puritanos hubieran atravesado
trescientos años de historia estadounidense para reclamar la sociedad que
alguna vez fundaron aceptando la peor vulgarización de sus creencias, si eso
significa que, una vez más, Dios y sus servidores serán capaces de contemplar
los Estados Unidos desde las alturas y separar a los elegidos de los réprobos,
a los redimidos de los condenados.
Tal
mensaje probablemente no inspiró a Mark Chapman de manera lógica. Pero ese
mensaje, que les dice a las personas que son inocentes y que los culpables son
otros, puede servir de justificación para que un acto demente privado tenga una
dimensión pública. Puede ser el fundamento del amor y la política. Si miembros
del Ku Klux Klan y nazis tuvieron el derecho a matar comunistas en Greensboro,
y un jurado dijo que fueron ellos, entonces en un cierto nivel moral vos y yo,
y Mark Chapman tenemos el derecho de matar a quien perturbe nuestras vidas.
Creo que esta es la razón por la que este acontecimiento sin precedentes ocurrió
justo ahora, y no antes.
Como
escribió el crítico Jim Miller, el rock funciona como una experiencia común y
una obsesión privada. Son cosas que no pueden separarse; de hecho, una se
alimenta de la otra. Tengo mis propias razones para lamentar la muerte de John
Lennon –una canción, o un momento de Help!,
que quizás nunca haya significado nada para vos-, pero tus razones son
básicamente las mismas, y por eso fueron las reacciones de otras personas al
asesinato de John Lennon lo que me produjo una angustia insoportable. Abrir la
puerta y encontrarme con un amigo con los ojos colorados; ver a un hombre yendo
a trabajar con una cinta negra en el brazo; entrar en el negocio de una amiga y
notar la foto de John Lennon pegada detrás del mostrador (el asesinato produjo
este tipo de cosas, que hicieron que los últimos dieciséis años se derrumbaran
sobre mi cabeza como si hubiera llegado la hora de pagar por cada momento de
placer, de afecto y amistad que contenían).
Cuatro
días después de que mataran a John Lennon, cuando me desperté esperando
encontrarme con la música de The Beatles en la radio y la historia en primera
plana, el proceso por el cual la mente lucha con el hecho que se resiste a
aceptar seguía funcionando. Hojeé el diario, para ver si me había perdido algo;
recorrí las estaciones del dial. Nada. ¿Quiere decir, pensé, que terminó? ¿Qué
ya no está muerto?
Julián
Emmanuel Montes es bajista,
compositor, productor, guitarrista, Bass Doctor, Host en Jam de Rap y también cantante de la camada que
lleva la nueva canción de protesta, el Trap o
nuevo Rapargentino. Por
supuesto, Montes también está en la ATR Vanda, junto a Ca7riel, Paco Amoroso y participó
como músico sesionista de muchos y diversos proyectos con Marilina Bertoldi, Livin’ Soul Project, Gonzalo Aloras, Lo Pibitos, etc.
Su historia es muy
singular. El Montes, luego de
un ingreso fallido al Carlos
Pellegrini, ingresó a la Escuela Técnica ORT.
Comienza a estudiar bajo de modo particular y se inclina a egresar del
secundario con orientación a la producción musical. Sigue sus estudios en
la EMC (Escuela de Música Contemporánea) y en el
Conservatorio Manuel de Falla, aprendiendo con algunos de los mejores bajistas
argentinos (Jerónimo Carmona, Alejandro Herrera, Marcelo Torres, Matías Méndez, etc.), no solo su instrumento sino
también improvisación (con Ernesto Jodos) ensamble (con Paula Shocron) audio-perceptiva (con Juan Pablo Arredondo) y canto (con Sofía Cabral).
ENTREVISTA> ¿Qué
escuchaban tus viejos cuando eras chico?
Con mis viejos la escucha era muy ambigua, mi viejo
ponía de todo, de pronto se escuchaba tango o música clásica. Me acuerdo de cosas
que escuchaba más de nene, tipo 5, 6 años, que eran temas que me grababan en casete
mis primos (que estudiaban música) con canciones de Kiss, The Offspring, etc. Tengo una escucha muy noventosa.
¿Qué
bandas de esa época te influenciaron?
De afuera: Limp Bizkit, Red Hot Chili Peppers, Nirvana, Korn, Pantera, Rage Against The Machine, Primus, Living Colour. De
acá: Divididos, Catupecu Machu, Charly García, Fito Páez, Soda Stereo, La Máquina de Hacer Pájaros. Después
aparecieron más cosas, escuché mucho más de afuera que de acá, soy muy noventero…
¿Cuál
fue tu primera banda?
Picado
Grosso… la banda de mi vida.
Arrancamos en 2005 como proyecto, cuando teníamos 14 años y le dimos hasta
principios del 2020 con un par de baches en el medio, tuvimos nuestros parates.
Al principio éramos un trío instrumental y después empezamos a hacer canciones.
¿Qué
bajistas tomaste en tu carrera como influencia?
JM: Mirá,
hay muchos, en Argentina: Guillermo Vadalá, Javier Malosetti, Gabriel Ruiz Díaz, Francisco Fattoruso, Mati Méndez… toda gente que la súper admiro. De Brasil,
soy fanático de Junior Braguinha, Michael Pipoquinha, Munir Hossn, Thiago do Espírito Santo, Fernando Irosa, todos esos… También lo admiro mucho al
chileno Cristian Gálvez,
otro gran exponente. De afuera, yo crecí escuchando a Flea, Les Claypool, Marcus Miller, Víctor Wooten, medio como estrellas del bajo. Después
hay bajistas más actuales, que me gustan mucho, como Mono Neon, Andrew Gouché. Anton Davidyants me parece increíble, Pino Palladino definitivamente
también, toda esa gente es influencia.
¿Del
Funk de afuera? ¿Acá, Kuryaki?
Sí, eso vino después, cuando estudié música, que
llegaron Stevie Wonder, Incógnito, Chaka Khan, Jamiroquai (de
chico a full) y los Kuryakisí, curtí. Toqué
mucho ese repertorio ya que en 2011 era compañero en el Conservatorio Manuel de
Falla (carrera Jazz) de Tomás Fares, un amigo que me invitó a formar parte del
grupo CrossSoul que
tocaba, como repertorio, covers de funk en el Hotel Faena. Al año la banda
se separa y se arma Livin’ Soul Project que era un grupo alternativo
donde cantaban Mariela Emme Vitale y Luciano Bassi.
Tocábamos covers de funk y soulpero
versionados, con arreglos de caños, estaba bueno, hay muchos videos en YouTube.
¿Cuál
es tu visión de la música contemporánea? ¿Creés que, como fue concebida, ya
mutó y ahora es un terreno a punto de reinventarse? ¿Está por llegar algo
icónico como fueron los Beatles?
Yo creo que la música vive reinventándose, no creo que exista más
esa magnitud de bandas como la de los Beatles,
porque antes había una cosa muy zarpada en cuanto a los ídolos. Eran muy pocos
los que llegaban a grabar a los estudios, ya que eran caros… y cuando llegabas
era porque había una movida atrás muy gigante. Con la tecnología eso
nos empató a todos y por lo tanto, todos pueden sacar música desde sus casas.
Con una placa y un micrófono ya está, podés grabar un disco. Antes era toda una
parafernalia y había menos herramientas a disposición, entonces los que
llegaban, llegaban tipo zarpadamente, lo cual no quiere decir que los Beatles no hayan sido legendarios o unos visionarios.
Escuché
a Nicolás Madoery (Ditto Argentina, 432 HZ) decir que la
industria musical ahora es horizontalista y ya no más piramidal ¿qué pensás de
esto?
Jaja, justo estoy en Ditto. Mirá… todo depende qué tipo de música pretendas y como
querés laburar con ella. Claramente hay géneros musicales que laburan más que
otros, no sé… géneros que son más comerciales y la gente consume mucho más,
artistas que se meten en ese palo para trabajar. Para mí, lo que si cambió es
que uno puede sacar y difundir su música de la manera que se le antoje, después
respecto al tema de las ganancias musicales digitales, la verdad es que no
estoy tan al tanto porque yo nunca vi un peso de mis temas o de lo que saqué online. Pero reitero, creo que el acceso a la
tecnología y herramientas para grabar en casa permite, definitivamente, que
puedas sacar tu música de manera independiente. Después de ahí, a que te vaya
bien o no, cómo funciona el mercado, ahí ya desconozco la verdad.
¿Qué
cosas te gustan y que cosas no de la música contemporánea?
Qué pregunta difícil, jaja… Los géneros se están deformando y
me parece muy positivo. Ya no hay algo tan del rótulo, no hay tanto de “esto es
esto y lo otro es lo otro”. Todo está mezclado con todo y eso me gusta
porque, justamente, la fusión genera caminos creativos súper interesantes.
Ponele, el laburo que hizo Rosalía con el disco de ella, es trap-flamenco con géneros urbanos, me parece súper
piola. Después, en cuanto conceptos, tiene más que ver con lo que te digo,
hay mayor libertad para le artista. Hay mucha apertura, hay una escucha mucho
más abierta, las personas no escuchan algo predeterminado, escuchan de todo y
de pronto, un artista puede sacar un reggaetón y
luego un death metal y
está todo bien. Antes, me parece, que había una línea que seguir muchísimo más
estricta. Si vos tenías un proyecto musical y empezabas haciendo cierto género,
tenías que respetarlo hasta el final, porque los fanáticos también eran
durísimos. Ahora la gente tiene una escucha muchísimo más abierta y eso a mí me
encanta. ¿Qué no me gusta? Yo creo que ahora se está volviendo un poco a
la cuestión de los instrumentos pero, en algún momento, hubo como mucho
más uso de computadora que de músicos tocando y siendo músico, obviamente, es
algo que tal vez no me copa tanto. Tampoco es que digo que me parece mal, son
cuestiones de criterio. A mí me gusta mucho lo que está sucediendo entre los
híbridos, respecto a la fusión de géneros entre tecnología y música, por
músicos, tocada arriba de esa tecnología. Por ejemplo, en hacer un híbrido con
una batería midi, un bajo
grabado y unas chapas (teclados) suceden cosas muy
interesantes. Los humanos tocando siempre se va a sentir, se va a escuchar y se
va a vibrar, aunque está buenísimo cuando suceden esos híbridos también.
Vos
formás parte de este movimiento y aprendiste mucho, como por ejemplo, a
desestructurarte.
Con Picado Grosso, la manera de componer y grabar estaba
muy ligada a cómo funcionaban las cosas antes, que tenían que ver con: grabamos
el disco, lo giramos por dos años, lo defendemos, armamos 27 mil shows, no
paramos de tocar y de girar, que eso claramente es importantísimo sea en los 90
o en el 2020. Después lo que sucedió es que muchos de los manejes que
tuvimos con el grupo (la de la banda y los ensayos cuatro veces por semana) la
recontra-mega curtí y nosotros con los pibes no parábamos de trabajar en
pos de Picado Grosso, pero
¿qué pasa? los tiempos cambiaron y hay cosas que se volvieron mucho más
sencillas en cuanto a la difusión, en cuanto a sacar música y en cuanto a un
montón de cosas, entonces hay libertad. En ese sentido me parece que es como lo
dice Nico [Madoery] en que hay libertad para difundir la música como quieras.
Podes sacar de a single, podes sacar ep’s, podes sacar un disco, no hay una
norma en cuanto a eso.
Veo
también que estás con Jam de Rap, que
es como una especie de mixtura entre una clásica jam instrumental o zapada pero que, no sólo incorpora la
voz, sino la letra como instrumento y me estoy refiriendo con esto al freestyle, que no es solo musical,
hay un mensaje urbano y poético a la vez.
Si, la Jam
de Rap es una movida que dos amigos míos [Omar Menéndez, y Tomy Velázquez] vienen armando hace seis años y en la
cual participo desde el año pasado. A mí me pareció re interesante, ya
que es un Open Mic (micrófono abierto)
donde básicamente suben freestylers a
tirar freestyle con banda en vivo, que somos
nosotros. La voz pasa a ser un instrumento improvisador, como decís, y
nosotros acompañamos eso. Algunos de los amigos músicos que cayeron
fueron Dak1llah, Lego Skillz, La Kabronx y Ca7riel que
también subieron a tocar y se arma una fusión entre raperos y músicos.
Respecto a lo que decías antes, es tal cual, hay
mensaje, y también depende del estilo de le rapero que se suba. O sea, hay
gente que tiene un mensaje más canchero tipo, estoy en la pary (fiesta), me gusta drogarme, blablablá y hay gente que baja un mensaje más
social. En lo que es el underground
hay mucha cuestión con el mensaje de las calles y de la unión y la cultura.
Como hay mensajes que son contundentes, también los hay más banales, que no
tienen nada de malo. Por ejemplo, yo soy fanático de Limp Bizkit y las letras son una cagada. Me pasa lo mismo con
el Duki o
con otros traperos, de los que no soy fan de sus letras, pero me gusta su
música, me gusta lo que componen, entonces ahí es donde aparece lo subjetivo y
como que no necesariamente hay que estar pendiente de la letra porque hay
sonoridades que pueden ser interesantes. Como grupo de rap, o sea, yo siempre jodo con
que el trap tiene cosas muy
parecidas a Limp Bizkit o Korn y es verdad, fueron las bandas que
más curtí y escuché de chico, ni que lo dudes, definitivamente fueron
importantísimas.
Es
cierto, bueno, Skrillex también toma toda esa escuela del Nü Metal, el sonido alternativo,
el dubstep tan característico de esa generación.
¡Me gusta! No soy fanático, pero me copa.
Metiéndonos en el terreno del Trap, me
gustaría saber qué MC o grupo te influenció a escuchar Rap y Hip
Hop.
El MC que más me
influenció a mí fue Tupac [Yakur] y Notorious B.I.G.,
desde chico. Ahora escucho mucho de lo nuevo que está pasando. Hay como
una veta de traperos muy famosos que me
encantan igual aunque las letras sean horribles, como Lil Pump, Trippie Redd;
después hay unos más oscuros como Pouya, Taylor Reed, el YSY A, son nuevos,
hay toda una nueva escuela de cosas y muchos artistas de acá. Siempre fui amante del Hip Hop y del Rap, y cuando apareció el Trap, al principio no lo entendía
y me pareció una cagada, después lo entendí, me pareció increíble y ahora me
encanta todo. A mí Cato[Ca7riel Guerreiro], que es un alto músico, y
que supo siempre muy bien lo que estaba buscando, me enseñó bastante del Trap, a escucharlo con otra oreja.
Con él nos conocemos hace casi siete años, de las jams, del ambiente musical. Nos
formamos ahí todos juntos con Axelito [Axel Introini], con Yuye [Mariano Dominguez] con Dogui [Guido Rodríguez], todos nos conocemos hace un
vagón de años.
Durante
los días en que se desarrollaba la entrevista, salió el disco nuevo de Trueno donde, en
el tema “Sangría”, junto
a Wos, dicen: “Les guste o no les guste somos el nuevo rock and roll.” ¿Cuál es tu opinión?
Yo creo que lo dijo como una cuestión de fenómeno
social, que está en auge y eso es real, es el fenómeno que está viviendo hoy
el Rap argentino. Mirá… siempre fue tan mainstream el rock, por tanto tiempo, tantos años…
te cuento algo que dije en otras entrevistas en cuanto al laburo que hicimos
con PicadoGrosso -de mezclar Rap con canciones tipo rock en trío y toda esa
cuestión- sinceramente, siempre sentí que no había un espacio fuerte para ese
género en nuestra escena y te estoy hablando de hace seis años. De aquella
época a ahora, el género explotó zarpado y es un terreno en el que yo me siento
cómodo, porque es la mía, siempre estuve en esta. Te repito, creo que Trueno lo
dijo desde un movimiento que está representando mucho más a la juventud en
estos tiempos. Es así y por otra parte hay cosas que reivindica. Si escuchás el
disco de él, tiene una muy buena producción y hay mucho trabajo con guitarras.
A mí no me gustan ni los puteríos, ni los conventillos al pedo y me parece que
la gente malinterpreta la frase. No es que viene a reemplazar al rocksino que,
básicamente, hay un nuevo movimiento juvenil y generacional que aceptar y en el
que yo me siento muy representado.
¿Hablando
de eso, cuál creés que es tu lugar dentro de este género que está en pleno
desarrollo?
Yo acompaño al movimiento desde el lugar que me
toca, que es como músico, como rapero y también como entrevistador. Me encanta
el género y la movida.
Respecto
a la ley de cupo femenino en los escenarios y teniendo en cuenta tu
experiencia, ya que tocaste con una referente como Marilina Bertoldi. ¿Cuál es
tu opinión?
Lo que siento, que está pasando en relación a la
lucha que se está dando desde el feminismo, es que lo veo desde el lugar de acompañar,
pero claramente siento que no es mi lucha. O sea, a mí me toca más acompañar
desde el respeto tratando de rever y deconstruirme en las cosas donde,
realmente, el patriarcado me haya afectado. Veo que se está armando una
cuestión del lugar y del espacio que todavía falta mucho, porque sigue habiendo
bardo con el tema del espacio, no sigue siendo súper abierto, pero hay mucho
que trabajar y me parece tremendo.
¿Tienen
pensado grabar algo con la ATR Vanda? Me refiero a material propio y si es así,
¿qué géneros abarcarían?
Con la ATR VANDA sí, está en
planes grabar en algún momento. Bueno, la cuarentena frenó un poco todo, pero
nosotros tenemos mucho la dinámica de laburar juntos en la sala, ahí salen
muchas ideas, se compone bastante piola, fácil, así que por ahora estamos en
un impasse pero cuando se pueda volver a ensayar, la
idea es activar. Sí, yo creo que va a ser más instrumental, en todo caso
habrá Feats (colaboraciones) con amigos, ya veremos.
¿Qué
bajos utilizás y con qué estás equipado?
En cuanto a lo que es equipamiento, lo
que es ampli de bajo ya no uso, porque grabo mucho con mi placa, uso así la
pedalera, un afinador Polytune micro,
un pedal octavador Boss o c 2, que es un pedalazo. Una distorsión Agro Aguilar que esta buenísima, el Envelope filter de MXR que está mortal, un Compresor de MXR que es una gloria y tengo un Preamp Tone Hammer de Aguilar, o
sea, uso todos estos pedales para pasar del audio a la computadora. Así que, en
líneas generales, los pedales son todos buenísimos, rinden un montón. Los bajos
son: el Fender Jazz Bass ’72, que ese te diría que es mi
bajo de cabecera, es el que uso para grabar absolutamente todo y demás. Tengo
un FenderSquier Precision con
cuerdas flat, que es un golazo, un Skyline Series 55-01, un modelo medio especial que es
el mismo que usa Mono Neon,
que me encanta, es un bajazo y tengo un Musicman Stingray ’93.
Estoy atrás de un bajo Spector de 6
[cuerdas], yo soy medio fan de los
bajos de seis, de hecho, un luthier me
está haciendo uno. En líneas generales esto es lo que uso para tocar en vivo y
para grabar.
A
modo de cierre, me queda esta pregunta: ¿En qué pensás que el contexto te
benefició y en qué te perjudicó?
Es una pregunta difícil, la verdad… porque no sé
qué futuro nos depara todo esto. Creo que es el problema que estamos teniendo todos,
la fucking incertidumbre de no saber qué va a
suceder… En lo que me benefició, definitivamente, fue en adelantar un montón el
proceso que ya había empezado a hacer el año pasado, que es hacer música
propia. Me conectó muy de lleno con el instrumento y con la música desde un
lugar menos rutinario y más de estudio y de desarrollo personal. De poder
estudiar cosas que hace mucho no estudiaba, de sentirme en conexión nuevamente
con ese niño interior que empezó a hacer música de un lugar no tan laboral. No
es que yo la vea así, pero cuando uno está con mucha actividad, de pronto se
vuelve rutinario el asunto y no tenés el tiempo que hay ahora para seguir estudiando,
profundizando, entendiendo e incorporando. ¿En qué me perjudicó? Si hay algo
que extraño horrores es tocar con gente, que pasó de ser una situación súper
cotidiana y habitual a tener de pronto que estar grabando a distancia y en un
proceso medio a lo parte por parte. Durante la cuarentena tuve una situación de
ensayo con todos los protocolos pertinentes y toda la cuestión y una situación
de grabación que estuvo bueno, pero no es que era un show, no es lo mismo,
estás limitadísimo. Esto es algo fundamental y que realmente extraño muchísimo,
porque de eso se trata hacer música. Por suerte, ahora tenemos estos medios
para seguir gestionando contenidos y creo que la gente pone su foco en eso.
Tratar de generar a pesar de los vientos y la marea.
Emilio Del Guercio
es un artista integral, en él conviven tanto la pasión por la música como por
el arte, el dibujo y el diseño. Bajista y autor de algunas de las más bellas
canciones de nuestro rock fue, también, el impulsor y conductor del inolvidable
programa de televisión Como Hice, en
donde recorrió la historia de buena parte de lo mejor del cancionero popular
argentino. Estuvo muchos años sin grabar nuevo material aunque continúo tocando
esporádicamente, y ahora está preparando un nuevo álbum. De todo eso hablamos en esta entrevista que amablemente nos
brindó.
ENTREVISTA> ¿Cómo fuiste elaborando el estilo de tus canciones que es una especie
de canto urbano que viene desde “Que el viento borró tus manos”?
La
verdad que no sé cómo describírtelo. Surgió naturalmente buscando desarrollar
el lenguaje cada vez mejor. Por ejemplo, en las canciones que encontrás en Pintada [1983], que es mi único disco
solista, aparecen rasgos con elementos urbanos, latinos, algunos relacionados
con el flamenco, que son músicas que adoro… En el lugar que más cómodo me siento
es en el desarrollo de la canción. Y en esa trayectoria, y en ir ajustando cada
vez más el lenguaje, siempre le di, también, mucha pelota a las letras. En
general, soy un melodista. Con Luis [Alberto Spinetta] componíamos del mismo
modo: primero surgía la melodía y luego le poníamos la letra. Pero yo
desarrollé un método personal aunque, seguramente, hay otras personas que, también,
lo hacen: cuando aparece la idea musical la desarrollo pero siempre acompañada
de una frase, de una letra, no toda la letra pero sí una parte. Entonces, lo
que hago es dejar esa frase como si fuera una especie de clave, de “password”,
que me lleva siempre al mismo momento o al mismo ambiente de inspiración que
posee la canción. Por algo sale esa frase con esa melodía… yo le doy mucha
pelota a eso porque uno no sabe bien de dónde proviene ese tipo de inspiración.
Tal vez de zonas del inconsciente, ¿no? Otra cosa que hago mucho –una vez que
tengo la melodía cerrada- es terminar la letra, y ésta termina influyendo
también en el aspecto melódico porque las palabras no se comportan de la misma
manera en una determinada secuencia melódica que en otra diferente. A veces una
misma palabra, por ejemplo “agua”, “tierra” o “luna”, en un ambiente melódico
se ilumina y otro se oscurece. Es toda una alquimia. Por eso estoy muy atento a
la construcción de la sintaxis y la rítmica pero también al funcionamiento del
sonido y el sentido de la palabra en un ambiente melódico y armónico.
Siempre
fuiste muy exquisito a la hora de hacer las armonías vocales. Con Luis hacían
muy buenas armonías…
Sí,
me gusta mucho eso. En mi banda actual, aprovecho mucho que la mayoría de ellos
cantan bien porque el canto armónico siempre embellece la música.
Hay
mucha gente que me ha mencionado el parecido entre las voces de ambos…
Es
lógico. Es como cuando te dicen que vos hablás parecido a tu hermano. Lo que
pasa es que nosotros dos nos criamos desarrollando ese lenguaje que la gente
conoció luego en Almendra. Entonces,
como cantábamos a dúo, no profesionalmente, pero sí en reuniones, en el colegio
y demás, fuimos desarrollando un modo de cantar en donde una voz se acoplaba a
la otra. Inconscientemente fuimos copiándonos uno al otro en el modo de cantar.
Después, con el tiempo, traté de despegarme de eso, tanto en Aquelarre como posteriormente… Esa
impronta la llevo porque es el modo de cantar que desarrollamos pero fui
cambiando algunas cosas.
Claro,
por ejemplo “Fermín” la cantabas vos… ¿Cómo se dio eso?
Porque
yo participé en la composición de “Fermín”. En esa época hacíamos una especie
de distribución de la autoría de las canciones. Si bien la mayoría de los temas
los firmó Luis, hay composiciones como
“El mundo entre las manos”, uno de los primeros singles que sacamos, que
hicimos juntos cuando egresamos del Secundario y al momento de grabarlo le
hicimos algunos ajustes en la letra, y aparece firmado por Rodolfo [García] y Luis. Era así, distribuíamos un poco
las composiciones.
En
lo personal, El
Valle Interior, el tercer disco de Almendra
que justo está por cumplir cuarenta años de su edición, es un material del que
soy fanático…
A
mí, también, me encanta ese disco. Hay mucha gente que no le dio mucha pelota quizás
porque, en su momento, no lo difundimos adecuadamente, y además porque el disco
del “payasito” ha quedado como una especie de icono, ¿no? Pero a mí me encanta El Valle Interior, los temas que tiene y
además como fue grabado…
Ese
lo hicieron en Estados Unidos…
Sí,
lo grabamos en Los Ángeles.
¿Cómo
surgen tus dos excelentes temas de ese disco “Las cosas para hacer” y “Cielo
fuerte (Amor guaraní)”?
“Las
cosas para hacer” es una especie de reflexión urbana: un día mirando por la
ventana de mi casa, se me ocurrió “miras
los edificios que dan al puerto…” Pensá que estábamos en 1980, todavía
vivíamos en dictadura, y en la canción reflejaba la necesidad que siempre tiene
la gente de estar en una situación de libertad. En el caso de “Cielo fuerte”,
lo planteé como una especie de pequeño poema o fábula indígena del pasado porque
además, como de chico estuve mucho en ese ambiente, estoy muy unido a toda esa
cosa del río y las islas y cuando compuse esta canción pensaba justamente en
esos ámbitos tan especiales que tiene la Mesopotamia. “Trabajo de pintor”, del disco
Pintada, también, tiene relación con
eso porque aunque no sea una cuestión indígena hace referencia al litoral.
¿Qué
influencias tuviste como intérprete del bajo?
Muy
diversas. Cuando comencé a interesarme por el instrumento, mi influencia fue Paul McCartney. Si bien no es un súper
instrumentista, como podría ser Jaco
Pastorius o incluso Jack Bruce,
a mí siempre me gustó el concepto de desarrollo melódico y rítmico que hacía y
hace Paul, entretejiendo melodías que están sustraídas por debajo de la melodía
principal que se canta. Eso siempre fue mi inspiración. Siempre traté de
elaborar la música en ese sentido. En la mayoría de los temas de Aquelarre o de Almendra vas a ver que hay figuras en el bajo con pequeños
desarrollos de líneas melódicas. Después, por supuesto, me han gustado
muchísimos otros bajistas pero fui muy autodidacta, no es que yo tenía el
objetivo de tocar como tal o cómo cual.
¿Cómo
fueron puliendo ese sonido progresivo y casi sinfónicode
Aquelarre?
Yo
aporté el grueso de las composiciones, por supuesto, que Héctor [Starc] y Hugo [González Neira] hicieron lo suyo pero, básicamente, lo empezamos a
desarrollar a partir de una serie de composiciones mías. Entonces, la cosa más
poética y lírica de Almendra se
fusionó con la idea más blusera y rockera de Hugo y de Héctor. De eso
surgió Aquelarre, mezclándose con
nuevas tendencias, más la sonoridad del clave, el teclado de Hugo que le daba un toque clásico, que
remite a un sonido bien sinfónico. Esa idea inicial fue creciendo y las
estructuras de los temas se fueron complejizando con más arreglos
instrumentales.
¿Qué
escuchaban en esa época? Porque algunos pasajes de guitarra de Aquelarre remiten
a Yes.
Por
supuesto nos interesaba muchísimo Yes,
King Crimson, Genesis y muchos grupos más. Hay como ciertas influencias
sonoras pero nosotros nunca pretendimos copiar sino desarrollar el propio
estilo en base a gustos musicales que encontrábamos interesantes.
Claro,
y aparte era una época muy convulsionada...
Sí.
Algunos le han dado una connotación muy política a la obra de Aquelarre, y si bien hablábamos de temas
sociales nunca pretendimos ser una banda panfletaria, simplemente reflejar las
ideas que teníamos en la cabeza y lo que nos pasaba. Nunca pretendí indicarle a
la gente cómo debería actuar o pensar. Eso a mí no me gusta. Quizás algunos han
interpretado la obra del grupo de esa manera pero no fue esa nuestra intención.
En
una entrevista escuché que llegaron a tocar desde lugares muy chetos hasta en
la villa. Tocaron en un evento organizado por el Padre Mujica, ¿no?
Sí,
pero eso creo que fue en la época de Almendra.
Nosotros tocábamos en lugares muy humildes del Conurbano y también para gente
de dinero. Eso era increíble porque actualmente no pasa más. Tal es así que yo
recuerdo que Pappo era muy escuchado
en las villas, y ahora en las villas lo que se escucha es un desastre… Eso te
da la pauta, también, de cómo fue degradándose culturalmente el país. Van a
pasar algunos años para que volvamos, si es que se puede, a tomar un rumbo
interesante en lo que respecta a lo cultural. Hablo en general, no solo de los
que producimos bienes culturales sino de la cultura de la gente.
¿A
qué le atribuís esa degradación que mencionás?
En
principio, creo que es el resultado del agujero negro que dejó el gobierno
militar, que hizo mucho más daño del que la gente se cree. No dejó solamente
desaparecidos sino, también, temor en la gente, abortó muchos desarrollos y
procesos creativos… Inocularon tanto miedo en la cabeza de la gente que por eso
en los años ochenta se relativizó todo y se volvió más pasatista la cosa. Yo
creo que fue así como para salir de ese lugar de espanto en donde nos había
dejado la dictadura. Una opción válida ya que si hacías cosas más complicadas
ibas a ser criticado o censurado. No te olvidés que hubo mucha gente que fue
perseguida por las cosas que había expresado anteriormente.
Más
allá de los obvios avances tecnológicos, ¿Cuáles son las diferencias más
importantes que ves, con respecto a los años setentas, en lo que es grabar un
disco hoy?
Aquella
era una época más artesanal. La diferencia es que la mayoría de los grupos de
ahora graban por separado con un clic, con una referencia de metrónomo digital.
Nosotros grabábamos siempre como grupo en la sala, después a eso se le agregaba
un efecto o una voz u otro instrumento, una guitarra u otro teclado. Pero,
básicamente, todas las tomas eran del grupo tocando en vivo. Así es como grabé,
también, mi disco nuevo. Salvo un par de temas, la mayoría están grabados en
vivo porque me gusta esa dinámica. No porque considere que si se graba cada uno
por separado está mal o es un engaño a la gente, no tengo esos prejuicios pero
la dinámica de un grupo tocando todos a la vez es casi irremplazable y casi la
misma de cuando tocás en vivo.
Contanos
del disco nuevo…
Bueno,
lo venía elaborando pero no lo pude continuar por la cuarentena. Supongo que en
poco tiempo podré empezar a echarle mano de nuevo.
¿Tendrá
canciones de todos estos años?
Claro.
Canciones más recientes y otras que tienen algunos años pero que en su momento
no grabé y se fueron acumulando durante todo este tiempo en donde no edité ningún
material. A mi manera de comprenderlo, va a quedar muy lindo. Es un disco
ecléctico, como las cosas que he hecho desde hace un tiempo, ¿no? En donde
encontrás desde baladas, pasando por canciones más rockeras, alguna otra con un
aire folclórico sin llegar a ser ortodoxamente una cosa folclórica… Grabé un
montón, como veinte temas, pero no voy a editar todas a la vez porque sería una
exageración… [risas], serán diez o doce.
Nos falta grabar un par de voces, los coros y mezclar.
¿Y
va a ser físico o lo vas a subir a las plataformas nomás?
Lo
voy a hacer de todas las maneras posibles que existen ahora para publicarlo.
Primero, lo subiré a las plataformas pero seguramente haré un vinilo o un cd,
más probablemente un vinilo.
¿Qué
música escuchás?
No
escucho música todos los días, escucho a veces. Escucho desde jazz hasta música
sinfónica, música clásica… El otro día estaba escuchando el Concierto para piano y orquesta de Stravinski. También soy de escuchar
jazz latino o salsa, folclore. O sea, es muy diverso todo lo que escucho. Por
supuesto, también escucho rock aunque no mucho, últimamente. Depende del
momento del día pero no es que siempre estoy con el oído pegado a un parlante.
Porque además yo creo que la música también se hace del silencio, no solo del
sonido. En el mundo de la creación musical, el silencio es muy importante.
Entonces,
¿no estás tan al tanto de lo nuevo que se está haciendo en el rock?
Estoy
al tanto pero que provenga de ahí no significa que esté todo el tiempo buscando
que es lo nuevo. Sí conozco los grupos de acá. Sobre todo, me llaman mucho la
atención las mujeres que están haciendo cosas muy interesantes. Algunas son más
conocidas, como las hermanas Bertoldi,
otras no tanto… No soy muy bueno recordando nombres pero una de las cosas que
más destaco es la cantidad de mujeres talentosas que hay. Después hay otros
grupos que he escuchado como Los Espíritus
y otros, que están muy bien. Bueno, Los
Tipitos no son un grupo nuevo pero me gusta mucho como laburan.
Para
terminar, te hago una pregunta que le hacemos a todos nuestros entrevistados:
¿Qué canción de otro artista te hubiera gustado componer a vos?
Bueno,
hay varias pero las primeras que se me ocurren ahora son algunas canciones de Jorge Drexler, no recuerdo los nombres
pero son recontra conocidas, son extraordinarias. También, algunas de Jaime Roos; otras de Fito [Páez]; por supuesto, también varias de Luis… O algunas del ámbito del folklore. Hay mucha gente que ha
hecho cosas muy valiosas.
Siempre
es un placer dialogar con Jorge
Minissale. En este caso lo hicimos en el marco de la cuarentena
por la pandemia del Covid-19, lo que nos llevó a preguntarle en qué andaba su
devenir profesional. Como siempre muy activo, Minissale nos habló de sus
proyectos variados…
ENTREVISTA> ¿Cómo estás pasando la cuarentena?
Como
no soy de salir mucho, con normalidad. Por otro lado, mis trabajos no se ven
resentidos por esto. Así que estoy bien. Lamentablemente, hay un montón de
gente que la está pasando mal. Obviamente, estaría bueno que terminara pero esta
situación me dio un montón de tiempo para hacer cosas que no podía hacer…
Te
vi, ensayando, tocando con diferentes grupos…
Sí.
De alguna manera fue relanzar un montón de cosas que teníamos en stand by. Por
ejemplo, recrear un poco el repertorio del proyecto Radio Shakespeare -del que nos debemos un disco- con bajo presupuesto
está buenísimo. Ya hicimos un tema, tenemos otro tema más y los vamos
presentando en estos videos subidos a las redes para dejar un testimonio de lo
que vamos haciendo ya que es un material que no se pudo grabar en su momento.
Por otro lado, con Trigémino
estrenamos un tema inédito que también grabamos con este formato casero… Con Mamporro, también, estamos haciendo
cosas. Y hace unos días, con Los
Impulsores, estrené una canción en un formato más chico, más acústico… Hace
unos meses salió el video de “Ana no duerme”. Así estamos, haciendo cosas todo
el tiempo.
Lo
que pensaba es qué malo que ya no haya ediciones de discos físicos porque tus
dos discos solistas son ideales como para tenerlos editados en cd… Yo no me
acostumbro a escucharlos en el celular.
Sí,
pero si no hay por detrás una compañía o una productora que haga una inversión
es muy difícil hacerlo. Me encantaría hacer una caja con todos los discos, me
encantaría editarlos en vinilo… pero, para un músico independiente, es una
inversión alta de dinero que es difícil de recuperar. Es mucho esfuerzo y la
gente tiene tanto para escuchar que a veces no lo valora… Nunca pienso en la
guita porque todo lo que hago con mis bandas no lo hago por plata. Mi dinero me
lo gano con mis clases, como docente, así que vivo de una manera austera porque
esa es la vida que me gusta vivir. Todo lo que es producción es caro. Así que
las cosas se dieron de esta manera, presentando los discos en forma digital
para que el que quiera se los pueda bajar [https://minissale.bandcamp.com/].
También eso es bueno porque le llega a todo el mundo. Por suerte nunca tuve
rollos, siempre me pude adaptar a lo nuevo, siempre pude grabar discos. Ahora
ya estamos tramando con Leandro Romero, guitarrista de los Impulsores e
ingeniero de grabación, un disco en vivo que se va a llamar Vivísimo, que
vamos a ver si lo podemos tener para antes de fin de año. Va a ser mi primer
disco en vivo, algo bastante interesante como propuesta.
¿Qué
va a tener el disco en vivo?
Un
compendio de lo mejor de todos los shows que grabamos en 2019. Ahora está en la
etapa de la mezcla, después llegará el mastering y estará como álbum. Sacamos
“Ana no duerme” como single porque es el tema bis de todos nuestros shows. Nunca
había sacado un single, y éste sale con video que es un poco la tendencia que
se viene. No sé si la gente ahora escucha álbumes completos. Hay gente que sí,
por supuesto, pero también hay mucha gente que escucha una canción nomás y la
pone en una playlist. Es adaptarse a las nuevas situaciones.
¿Lo
de Trigémino como se fue craneando?
Eso
explotó a partir de que se edita el disco [2018]. En realidad ninguno de
nosotros tenía intenciones de juntarse a hacer un disco, ni de editarlo, ni
nada. Empezamos grabando casi como un hobby, por una propuesta del Pollo Raffo que pensó que estaría bueno
tener grabado ese repertorio que no se pudo grabar en su momento cuando éramos
chicos. Así empezamos. Teníamos un estudio a disposición, un productor, e
íbamos y grabábamos cuando queríamos. Y después eso fue quedando registrado. No
se le dio mucha más trascendencia, cada uno siguió con lo suyo… El hecho es que
Felipe Surkan, el dueño de Viajero Inmóvil -un sello que se dedica al rock
progresivo- nos fue apurando para que termináramos ese disco [Trampas para engañar] porque él lo
quería editar… el loco se puso el proyecto al hombro y mandó a fabricar todos
esos discos, con una estética divina, una presentación hermosa… Una vez que fue
editado nos empezaron a suceder un montón de situaciones que nos sorprendieron.
Gente que, ahora, es grande y que le gustaba el grupo cuando eran chicos, otros
más chicos que por comentarios fueron llegando al disco, y eso nos obligó un
poco a ensayar bastante tiempo para presentar el álbum. Una presentación que
fue un exitazo y nos sorprendió, así que seguimos adelante… como nosotros
tenemos obligaciones con otros proyectos, la idea era presentarnos una o dos
veces al año. Yo tengo ganas de hacer música nueva con Trigémino, ya se lo propuse
al Pollo. Vamos a ver qué sale. La verdad es que es un regalo tocar con viejos
amigos. Está todo para hacerse. Lo importante es siempre estar proyectando
cosas.
¿Qué
grupos nuevos te gustan?
Me
gustan mucho Usted Señálemelo, Barco; que son grupos cancioneros. Es
muy loco porque hacen cosas que nosotros hacíamos en los ochenta, obviamente
con otra producción, con otra sonoridad. Son grupos que le hablan a su
generación y está buenísimo lo que hacen. Escuché un par de cosas de Paco Amoroso, un estilo que no es el
mío pero que está muy bien hecho.
¿Qué
escuchás además de rock y pop?
Escucho
jazz, estoy bastante al día de lo que pasa. No soy de escuchar guitarristas
virtuosos, me gusta mucho más escuchar canciones. Prefiero escuchar un disco de
The National, que me parece mucho
más emocionante, o de Baxter Dury,
que me parece muy gracioso y muy piola, que ver a un súper guitarrista tocando
fusión. Ojo, también me gusta la música virtuosa. Escucho artistas, no entretenedores
de la gente. No me interesa la función del entretenedor. Me parece que el
artista tiene la responsabilidad de marcar un camino.
¿Cómo
elaboraste tus discos solistas porque son bastante diferentes entre sí?
Creo
que en lo que se diferencian es en la producción de uno con respecto al otro.
El segundo es más complejo, con una producción un poco más desarrollada. El
primer disco es más light pero le tengo mucho cariño porque tiene algunas
canciones que pienso que están bien y aparte me permitió afianzarme como
solista y darme cuenta que podía hacer cualquier cosa que se me pasara por la
cabeza y hacerla bien. Y lo que vendrá será lo que sentimos en este momento. Siempre
trato de hacer canciones que sean lo más honestas posible sin depender de los
gustos de los demás. Hacer un disco es como arrojar una botella al mar con un
mensaje dentro y esperar a que alguien lo reciba. Eso puede pasar o no. Como músico
independiente, me siento muy cómodo haciendo esto sin pensar demasiado en un
producto sino en hacer algo que sea lo más honesto posible.