Divulgador y maestro prestigioso del periodismo
de rock, Alfredo Rosso no necesita
presentación. Podemos decir que en su rica carrera ha hecho de todo. Trabajó como
redactor y fue uno de los fundadores de la histórica revista El Expreso Imaginario y como
encargado del departamento internacional de la discográfica Music Hall. Participó
en variadas publicaciones como Cerdos & Peces, el Musiquero, Esculpiendo
Milagros, Rolling Stone, La Mano, Mavirock y Billboard. Declarado recientemente
Personalidad de la Cultura por la Legislatura Porteña, también desde hace
muchos años lleva adelante insignes programas de radio como La Casa del Rock
Naciente, Figuración, La Trama Celeste y Truco Gallo. Actualmente trabaja en la
producción de dos libros.
ENTREVISTA> ¿Por qué te dedicaste al periodismo musical
y no a ser músico en vez de periodista?
En realidad, me di cuenta desde temprano
que había ya demasiados músicos y me gustó mucho más la idea de ser periodista,
es decir, un intermediario entre los músicos y los oyentes. Y esto fue porque
desde muy temprano conocí algunas revistas de música internacional, como la Melody Maker y el New Musical Express, dos revistas inglesas que llegaban a una
librería del Centro que se llamaba Librería Rodríguez. Como yo ya tenía una
colección pequeña de discos en aquel entonces –bastante bien armada, con álbumes
de los Beatles, Rolling Stones, The Who, Yes, Emerson, Lake & Palmer, etc.-
vi que en esas revistas había muy buenas notas, muy explicitas y profundas,
sobre la importancia que tenía la música más allá de lo meramente estético, es
decir, la importancia que tenía como canalizadora de pensamientos y emociones.
Entonces me gustó la idea de hacer algo por estilo en nuestro ámbito. No solo
con los músicos de Argentina, sino acercándole a la gente testimonios de
músicos de todas partes. Y eso lo empecé a hacer primero en una pequeña revista
subterránea en la que colaboré con una o dos notas nomás.
¿Qué fue lo primero que escribiste?
Me acuerdo que la primera nota que escribí
fue sobre el guitarrista John McLaughlin.
Y era más bien una traducción más que una nota propia. Pero después, a partir
de 1975, empecé a escribir algunas crónicas de recitales para la revista
Mordisco. Eso duró poco porque llegué a Mordisco justo cuando las cosas ya no estaban
muy bien económicamente. Entonces mis colaboraciones duraron dos números nomás.
Me acuerdo que había hecho comentarios sobre el recital de un grupo de rock que
se llamaba Avalancha y también del
trío progresivo Alas. Y una nota
sobre Peter Hammill, el capo de Van der Graaf Generator, eso fue lo que
llegué a hacer antes que Mordisco cerrara sus puertas. Pero el director de la
revista Jorge Pistocchi me dijo que
no me fuera, que me quedara cerca porque se estaba preparando algo más abarcativo
y ambicioso que resultó ser El Expreso Imaginario.
El Expreso fue prácticamente una escuela para vos…
Tal cual. Fue una escuela en muchos
aspectos, sobre todo en lo concerniente a una ambición de mundo que se parecía
mucho a algo a lo que yo ambicionaba sin saberlo. Yo empecé en Expreso en el
número 1 con 21 años de edad. Entonces tenía mucho que aprender en términos
vivenciales con gente que había llegado a hacerse las mismas preguntas que yo
respecto de la vida: Jorge Pistocchi,
Pipo Lernoud, el querido Negro Horacio Fontova y otra gente
que formó parte del staff desde el comienzo de la revista. Yo era como una
esponja que absorbía la influencia de esa gente, su visión del mundo. Porque
hay que tener en cuenta que el rock en Argentina fue muy importante en
despertar la conciencia planetaria, es decir la conciencia de que no somos solamente
personas que tienen que ir a trabajar de nueve a cinco, a órdenes de un jefe y
hacer de eso durante 40 o 50 años, que hay otras posibilidades. Para mí el
Expreso fue una escuela en ese sentido, me planteó que había otro tipo de vida
posible, que pasaba por el arte, por la literatura, por la música. Así la cosa
fue evolucionando. Todo ese año que preparamos el Expreso aprendí muchísimo y
cuando empezó la revista en agosto de 1976 el aprendizaje se profundizó.
Además empezaste a hacer radio…
Sí, con Fernando Basabru, que había sido compañero mío en el (Colegio)
Carlos Pellegrini, que también yo integré al Expreso. También integré al
Expreso a Claudio Kleiman, a quien
conocí en la Colimba. Entonces, ya para esa época mi vocación estaba decidida.
Más allá de que venía haciendo un profesorado de inglés –que me gustaba mucho y
que luego me sirvió muchísimo en mi profesión periodística-, en un momento
determinado lo dejé porque ya no me interesaba tanto ser profesor de inglés
sino dedicarme por completo al periodismo musical, tanto en lo que tenía que
ver con la escritura como en la radio, que me fascinó desde un primer momento.
¿Qué periodistas te influenciaron?
Primero, algunos periodistas ingleses como Nick Kent, a quien yo leía en el New
Musical Express, pero aparte fue un tipo que hizo una nota definitiva sobre Nick Drake. Hoy en día todo el mundo
habla sobre Nick Drake, como si lo hubiera conocido, pero hacer una nota sobre
él a poco de su muerte en 1974 era solo para un tipo que supiera, porque Nick
Drake nunca fue un músico masivo. Y lo mismo hacer una nota completa sobre Syd Barrett. Esas fueron dos cosas que
me fliparon de Nick Kent, me encantaron. Otro a quien admiré fue Charles ShaarMurray, que por ahí no tenía un estilo tan dionisíaco como el de
Nick Kent pero era muy informativo y tenía un gran sentido del humor. Esos dos
periodistas, que aún viven, y otro fallecido que se llamaba Ian McDonald, que hizo un gran libro
sobre los Beatles, me encantaban. Ese trío del NME era excepcional.
¿Y Lester Bangs?
En esa época él hacía una columna
formidable para el NME desde Nueva York, y me volví loco con Bangs porque tenía un estilo
completamente desfachatado y desenfadado de escritura. Eso me gustó mucho y lo
conversamos después con Pettinato,
en la época en que Roberto fue
director del Expreso, al final de la revista. Pettinato era un admirador de
Lester Bangs y llegó a conocerlo en un ascensor en el año 81 cuando fue a
comprar unos números atrasados en la Rolling Stone. Nunca se olvidó de Bangs
con su típico sobretodo largo hasta los pies. Esa fue la gente que me influenció
en lo que hace a periodismo escrito. Y en la Argentina podría agregar a Miguel Grinberg, obviamente, y Juan Carlos Kreimer que escribió Agarrate!!!, el primer libro sobre rock
argentino en el año 71.
¿Qué libros sobre cultura rock te
impactaron y por qué?
Hay un montón. Yo recomiendo mucho Bicicletas Blancas, de Joe Boyd. También, Yo no estoy aquí, el libro de Pipo
Lernoud, es fundamental. El libro de Fernández
Bitar sobre el rock nacional es un libro que valoro porque se tomó el
trabajo de hacer una investigación muy seria sobre ediciones y todo lo que
aconteció en tantos años de rock argentino. Bitar es un tipo que tiene una
disciplina formidable, lo mismo Sergio
Marchi con el libro sobre Spinetta,
son investigaciones que llevan años. En el extranjero se publicó un libro muy
bueno sobre la historia del sello 4AD: Facing
the Other Way, The Story of 4AD, de Martin
Aston; ese es un libro que aprecio muchísimo porque es uno de los sellos
que más me han marcado.
¿Para vos cuál es el rol que tiene que
tener un periodista de rock?
A mí no me gusta ser crítico, aunque cuando
trabajé en el Expreso haya hecho críticas de discos, y tuve mi momento en el
que me creí más importante de lo que era. Pero tenía 21 años… Hoy en día
descreo del crítico que cree saber más que el músico. Yo siempre digo que el
músico es más importante que el periodista, porque el músico crea desde la
nada, agarra una masa de aire y la transforma en música. En cambio, el crítico
opera sobre eso que hizo el músico. Entonces está claro que hay una diferencia
de jerarquías. Por eso lo mejor que podemos hacer como periodistas es comunicar.
Vos podés decir, sobre un disco, sobre una obra, que te pasó con eso; pero
siempre dando una opinión personal, no utilizando el “nosotros”, porque el
problema con los críticos es cuando se creen representantes de una masa que
piensa lo mismo que ellos. Me parece que la crítica más interesante es aquella
que te explica o te describe la obra y te dice lo que le pasó al que la escuchó.
No está bueno eso de pegarle a la obra o ser destructivo inútilmente. Invertir
agresividad en una crítica me parece una cosa complicada. Prefiero no comulgar
con eso, por eso no soy muy afecto a las “estrellitas”, puntuaciones o
calificaciones de los discos. Porque muchas veces un disco al que le han puesto
dos estrellas resultó ser para mí una obra de arte. No hay que tomárselo
demasiado en serio. Porque inclusive un disco al que se puede considerar
fallido puede tener cosas positivas. Hay que tener en cuenta que significa esa
obra en tu vida.
¿Qué no te gusta del rock?
Lo mismo que hablamos de los periodistas,
no me gusta que el músico se la crea. Esa cosa de querer tener privilegios por
ser un artista no me parece bien. No me parece bien en la música, en el cine,
en la literatura, en la vida… Por eso tampoco me parece bien que un ejecutivo
diga: “¿Usted no sabe quién soy yo?” O sea, darse ínfulas por la profesión que
uno tiene no está bien.
¿Cómo definirías hoy a la cultura rock y
que queda de eso?
Creo que la cultura rock es el intento de
siempre de tratar de ser libre por sobre todas las cosas. Porque si habláramos
solamente de rock podríamos decir que simplemente es un ritmo contagioso que te
hace bailar, pero si hablamos de lo que representó como cultura tenemos que
decir que el rock es sinónimo de libertad. Ese grito primal que dio el rock en
los 50 y que después fue retomado en los años 60 por los músicos ingleses y
después devuelto a Estados Unidos y después se contagió a todo el mundo,
incluyendo a nuestro país; básicamente es un grito de libertad. Siempre digo
que para mí en “Rebelde”, la letra de Los
Beatniks del año 66, está el germen de todo esto. En esa estrofa que dice: “Rebelde me llama la gente, rebelde es mi
corazón, soy libre y quieren hacerme esclavo de un una tradición…” Ahí
tenés el big bang, el principio del rock nacional, porque ahí está todo. Y yo
creo que, a pesar de los pronósticos agoreros de mucha gente, el rock en la
Argentina está profundamente vivo en el Siglo XXI, pero está donde debe estar:
en los lugares que no pertenecen al mainstream, es decir en donde estuvo en sus
comienzos. Está en pequeños clubes, en pequeños locales y lo que es interesante
es que hay una nueva generación mucho más pareja en cuanto a género, quiero
decir con esto que hay importantísimos intérpretes tanto masculinos y
femeninos. Además, los artistas no tienen ese temor reverencial que existía
antes, en donde para grabar un disco había que pasar por un proceso muy
complicado, porque tenían que ser aceptados en una discográfica. Ahora no. Hoy
en día los músicos tienen la posibilidad de grabar en su propia pieza un disco.
Y si no quieren hacer un disco no lo hacen y difunden sus temas por Internet. Y
hay un mensaje propio del Siglo XXI. Yo encuentro letras profundas y muy
interesantes.
¿Qué nuevos artistas te gustan?
Estoy fascinado con varios intérpretes. Me
gustan mucho Marina Fages, Cam Beszkin,
me gustan bandas como Mi Amigo
Invencible, me gustaba mucho lo que hacía Vidal en La Perla Irregular,
los mendocinos de Usted Señálemelo,
los cordobeses Francisca y los Exploradores,
los platenses Estrellero. También me
gustan mucho los músicos que teniendo una cierta trayectoria se reinventan todo
el tiempo, como es el caso de Sergio
Rotman o Nahuel Briones… En fin,
yo creo que la escena nacional explota. A mí me causa gracia que mucha gente me
pregunte: “¿Y por qué no son más famosos?” Bueno, porque por ahí no les
interesa ser más famosos, o porque la rueda de la industria musical pasa por
otro lado. Pero yo tengo 68 años y recuerdo que hace más de 50 no era diferente
con Manal, Almendra y Los Gatos. La gente cree que esos
grupos eran súper populares y no era así. En realidad, Almendra y Manal eran
grupos de culto, por ahí Los Gatos eran un poco más populares porque la habían
pegado con “La Balsa”, pero cuando Litto se larga como solista vuelve a tener solo
un puñado de seguidores, porque la gente quería seguir escuchando “La Balsa”…
Siempre el rock que tuvo un mensaje disruptivo, cuestionador, no fue popular.
Tampoco diría que fue “marginal”, porque no me gusta la palabra, pero sí estuvo
al costado de lo híper popular. Hoy en día hay otras músicas que pueden ser muy
decentes. A mí no me gusta criticar ni poner una música por encima de la otra
porque pienso que cada cual tiene sus gustos. Pero por ahí hoy el mainstream
pasa por otro lado, por el pop, por la música latina de los crooners, los cantantes de temas
románticos, por el trap… Pero eso no era tan diferente en el pasado. Lo que
pasa es que hubo una generación que tiene mi edad, y un poco más joven también,
y para ellos el rock representó una cosa muy sólida, muy fuerte, y en muchos
casos era el centro de sus vidas. Estoy hablando de ese rock de Pescado Rabioso, La Máquina de Hacer Pájaros,
etc. Ese rock era el centro de sus vidas junto con el ir a ver películas de los
directores famosos de culto, como Bergman,
Fellini o Pasolini; y también la
literatura del realismo mágico latinoamericano. Era todo un combo. Por eso a
esa gente le sorprende el hecho de que hoy en día el rock esté disociado de
otras ramas del arte. Pero en realidad no es tan así, porque yo estoy viendo
recitales que tienen coreografías, iluminación y demás.
¿Y eso por qué se da?
Lo que pasa es que hoy en día tenemos
muchos más estímulos y hay mucha más estática en el medio. Yo llamo estática a
esa información que es un bombardeo de cosas que no sabés muy bien para que sirve.
La gente está totalmente mentalizada con lo que les cuenta la televisión,
Facebook, Twitter, Instagram… Y muchas veces, en este contexto, este rock
alternativo que está sucediendo hoy en día no tiene una preponderancia para la
generación actual como la tuvo para mi generación hace 50 años. Les gusta, van
a ver gustosos los recitales, pero hay muchísimos otros estímulos. Entonces,
por ahí, el peso relativo del rock, su peso específico en el campo
sociocultural tiene un porcentaje un poco menor. Pero no quiere decir que no
exista. Tampoco quiere decir que ese porcentaje menor no sea transformador. Por
eso nunca diría que hay una decadencia o que el rock desapareció, o tantas
otras pavadas que escucho por ahí. Cuando se dicen esas cosas se sabe más de la
gente que pronuncia esos juicios que de aquellos a quienes los dirigen. Los que
dicen que el rock murió, dan cuenta de la poca capacidad de búsqueda, del poco
interés, de la poca curiosidad de ellos, que les resulta más fácil decir “no
pasa nada” que decir “yo ya bajé los brazos, ya no busco nada nuevo, me quedo
con lo que escuchaba hace 45 años…” Y lo que escuchábamos hace 45 años es
fantástico, pero eso no invalida todo lo bueno que se está haciendo ahora.
¿Cómo te llevas con el hecho de ser
considerado un pedagogo del rock por todo lo que sabés y contás sobre el
género?
Mirá, me gusta. Disfruto que la gente lo
reciba con buena onda. Me gusta despertar curiosidad, abrir nuevos senderos en
la gente, pero no desde ningún tipo de púlpito, no desde ninguna altura, sino
desde el llano, como pasó con esa gente que me hizo conocer cosas a mí hace 40
o 50 años y esa otra que me sigue haciendo conocer cosas a mí ahora. Porque creo
que siempre se aprende sobre nuevas bandas, nuevos artistas, nuevas escenas… Me
encanta todo lo que se refiere a la música étnica, es decir, la música folclórica
de todo el mundo. Y eso no para nunca. ¡Por suerte! Por otra parte, disfruto
mucho de lo que hago. Hoy en día escribo menos que antes porque estoy
monopolizado por todos los programas de radio que estoy haciendo.
¿Cómo te informás sobre las nuevas bandas
entre una oferta tan basta como la que hay hoy en día?
Es que uno no deja nunca de aprender. La
otra vez me hicieron una nota los chicos del sitio Indie Hoy, entonces cuando
terminó la entrevista les dije que me tiraran un par más de bandas de las que
hablamos, que quería investigar sobre ellas. Y, de repente, descubro Mandarina
Records, y veo que hay como veinte bandas de la hostia. Por supuesto, no te van
a gustar todas al mismo nivel, porque nunca pasa eso. Hay grupos que te van a
gustar más, otros que te van a gustar menos, pero terminás apreciando las ganas
que tienen todos de hacer cosas. Cuando descubro un grupo de algún sello
independiente por lo general me intereso en el resto de los que graban en ese
sello. Cuando descubro un productor como Shaman
Herrera, que veo que produce mucho a los grupos platenses, entro a
curiosear y una cosa lleva a la otra. Por ejemplo, veo que en el disco de
Nahuel Briones participaron tales músicos invitados, entonces me pongo a
averiguar uno por uno a ver quiénes son.
¿Cuáles son tus proyectos? ¿Algún libro?
Estamos preparando un libro del Expreso con
Pipo y con Claudio, que van a ser nuestras notas, porque no podemos publicar
notas ajenas ya que no tenemos los derechos de la revista. Básicamente, son
notas que salieron en la revista pero van a tener el valor agregado de que
vamos a hacerles prólogos. Algunos prólogos son tan largos como las notas,
porque vamos a contar las circunstancias en que se hicieron muchas de esas
notas. Creo que eso va a ser lo interesante del libro, contarte la cocina. Por
ejemplo, la primera vez que Claudio vio a Los
Redondos, la primera vez que yo vi a Sumo,
cosas así. Por otro lado estoy preparando un libro sobre los festivales que
quizás se llame Las peores fotos de los
mejores festivales. Porque esa es mi otra faceta, que muy pocos conocen, la
de fotógrafo. Pero en realidad es una excusa para hablar de Glastonbury y otros
festivales. Va a ser un libro con fotos en el que también voy a escribir. A
pesar de que yo digo que son las peores fotos, tengo un amigo que trabaja muy
bien con el Photoshop y ha logrado hacer maravillas con mis fotos. Hay lindas imágenes,
aparecen Lou Reed, Iggy Pop, muchos
grandes músicos. Pero lo lindo es que hay un testimonio sobre 25 años de
festivales, nada menos.
El rosarino Pupe Barberis, elegido por la revista Baterística
como el mejor baterista en categoría Rhythm
& Blues. Pupe ha tocado con infinita cantidad de músicos notables, históricos,
más allá de los géneros y las zonas geográficas. Los locales, Ciro Fogliatta, Botafogo, Luis Robinson,
Johnny Tedesco, Pappo, Claudio Gabis, Deborah Dixon. Los que vinieron de
allende las fronteras, de Estados Unidos, por ejemplo: Kirk Fletcher, JJ Thames, Lurrie Bell, Carlos Johnson, Jimmy Burns,
Eddie Shaw. Sin dudas, esto conlleva a afianzar un oficio donde las
oportunidades deben aprovecharse al máximo.
En esta nota nos cuenta acerca de su relación con el
instrumento y con las bandas que ha integrado en toda su trayectoria.
ENTREVISTA> ¿Cómo surgió tu acercamiento a la batería? ¿Desde siempre
o en algún momento de tu adolescencia?
Fue años
después de un frustrado intento de tocar el bajo. En cuarto año de la
escuela secundaria, a partir de ver los ensayos de una banda del colegio,
empecé tímidamente a acercarme al instrumento. El baterista de esa banda (luego
futbolista profesional), me fue indicando más o menos como era la cosa.
¿Luego tuviste maestros formales o te hiciste
autodidacta, escuchando?
Tuve como
primer profe a Joni Luna. Después a Omar Pogonza y luego mi gran maestro
que es Maxi Ades. También fui a la
Escuela Municipal de Música y tomé clases con Tato Mamet. En la pandemia estudié unos meses con el gran Gustavo Meli. Actualmente tomo esporádicamente
clases con Max Jurado.
¿Qué relación tenés con los diferentes géneros musicales?
¿Un buen baterista tiene que tocar de todo?
Un
baterista profesional debe comulgar con todos los géneros que pueda. Por
trabajo, convivo perfectamente con lo que haya que hacer, pero a la hora de
elegir, siempre blues, soul, funk, rock and roll.
¿Cuáles son las bandas o los bateros que te influyeron a
lo largo de tu recorrido?
Jeff Porcaro, Steve
Jordan, Ian Paice, Charlie Watts, Steve Gadd, Pomo, Rodolfo García y Maxi Ades.
Vos ejercés la docencia, ¿Cómo notás a las nuevas
generaciones? ¿Continúan un camino o aprenden y aplican luego lo suyo?
Mi relación con las nuevas generaciones es alucinante.
Aprendo todo el tiempo de ellos. Hay un ida y vuelta permanente.
Vos tocaste con mucha gente del medio, local y nacional,
donde es más fácil juntarse para ensayar. Pero también internacional, como Kirk
Fletcher (Fabulous Thunderbirds, Joe Bonamassa), por ejemplo. ¿Cómo te preparás
para un concierto con escaso tiempo para el ensayo?
Los trabajos de ese tipo tienen una preparación individual
que implica, primero conocer a fondo el lenguaje de la música que tenés que
tocar y aprender perfectamente el repertorio. Me encantan esos desafíos.
Siempre estás tocando, con Caburo Blues, con el Bonzo
Morelli, incluso con una banda que hace temas de Sandro, muchos años. ¿Te es
fácil sostener esa variedad temática?
Medio que me fui acostumbrando a eso y, la verdad, me fascina
hacerlo. No puedo decir que sea fácil o difícil. Atento con esta frase mía:
"Tengo el mejor trabajo del mundo".
Le prestaste tu batería a un prócer como Rodolfo García, cuando
vino a tocar a la sala Lavardén de nuestra ciudad, ¿cómo fue esa experiencia?
En realidad se la alquilé, pero fue muy emocionante ver a Rodo en mi bata. También estuvo Carl Palmer sobre mi bombo en el teatro
El Círculo, por citar algunos.
Sentado detrás, en el escenario, tenés la posibilidad de
observar todo, ¿qué es lo más curioso que haya pasado en un concierto y que vos
te diste cuenta antes que el resto de la banda?
Una pelea de una pareja. La chica vio cómo su novio –supongo-
miraba a otra chica y empezó la discusión que llegó a las manos. ¡Tremendo!
¿Te queda algo pendiente? ¿Tocar con alguien? ¿Explorar
otro tipo de música?
Me queda pendiente intentar algo con un género que escucho
mucho, pero me da miedo o respeto, no lo sé bien: El jazz. Algún día quisiera encarar
algo de trío, onda piano, contrabajo y batería. No estoy a la altura.
Liberados
finalmente del vínculo que los ligaba a la discográfica Disc Jockey, Vox Dei
firmó contrato con CBS y entre el 8 de mayo y el 6 de junio de 1973 grabaron en
los estudios de la compañía Es una nube
no hay duda, un disco fundamental en la historia del grupo. Para recordar
los 50 años de este álbum genial convocamos a Willy Quiroga, quien nos relató algunas de las historias
que estuvieron detrás de Es una nube…,
además de contarnos acerca de su presente musical.
ENTREVISTA> En 1973 ustedes venían de hacer La Nave Infernal, ¿cómo estaba el grupo en esa época?
La Nave Infernal
me trae malos recuerdos. Nosotros nos queríamos ir de Disc Jockey, porque nos
habían robado La Biblia, no nos
habían pagado nada, y tuvimos que grabar ese nuevo disco en vivo como
resarcimiento para poder irnos a CBS. Luego, el dinero que nos dio la CBS como
prima por la firma del contrato, que habrán sido unos 5000 dólares, también se
lo tuvimos que dar a Disc Jockey para que nos dejara libre. Entonces fuimos a
CBS, donde nos trataron muy bien, en especial Hugo Piombi, que era nuestro productor.
¿Los
temas de Es
una nube… fueron compuestos en esa época o
los traían de antes?
No,
generalmente los componíamos pensando en el disco.
Era
la primera vez que grababan en una multinacional y se nota ese cambio en el
sonido con respecto a los discos anteriores…
Lo
que pasa es que discos como La Biblia
fueron grabados en cuatro canales nomás. Aparte fue una época en que tanto los músicos
como los técnicos estaban aprendiendo a la par a grabar discos de rock. Ellos venían
grabando tango y folklore hasta que aparecimos nosotros, Tanguito, Manal, Pappo, etc., toda una movida muy diferente; y
tenían cuatro canales, no tenían más que eso.
¿Cómo
era la relación entre ustedes en ese momento?
Al
principio nos llevábamos bien, aunque yo tenía 10 años más que ellos. De cualquier
forma, con Rubén Basoalto nunca tuve
problemas, ni tampoco con Godoy,
mientras estuvo en el grupo. Ricardo
Soulé era el más denso.
En
Es Una Nube… Ricardo hace los blues y vos los rocks, ¿cómo
se daba eso?
Si
vos escuchás la obra de Vox Dei, yo
generalmente soy el autor de todos los rocks. Tengo “Total que…”, “Compulsión”,
“Es una nube…”, “Azúcar amargo; son todos rocks. Yo era el más rockero y él el más
lírico, si se quiere. Ricardo es de Piscis y yo de Tauro, capaz que tiene que
ver con eso. Los de Piscis son más volados, como es el caso de Spinetta. Los de Tauro somos más
rocanrol, más tierra.
Empecemos
a recorrer el disco. ¿Cómo compusiste el tema “Es una nube, no hay duda”? ¿Cuál
es la historia por detrás de esa canción?
Yo
tenía un amigo que era psicólogo y estaba casado con una modelo muy conocida y
nos juntábamos en una casa en Vicente López a escuchar música y a hablar y un día
este tipo estaba mirando por la ventana y dijo: “Es una nube, no hay duda. Se
mueve como una nube.” Esa frase me pareció muy loca y me quedó resonando en la
cabeza. Y se me ocurrió que a partir de ahí podría seguir una letra, dibujando
cosas, para que nadie se diera cuenta de lo que quería decir.
“Loco
hacela callar” es uno de tus mayores clásicos. ¿Cómo lo compusiste?
Se
me ocurrió a partir de conocer a una persona que hablaba, hablaba y tenía la
respuesta para todo. El tipo sabía, daba consejos, etc. Un tipo repelente que
se mofaba de todo. Así que escribí un tema de acuerdo a eso. Yo tuve un
problema con esa persona -sin llegar a las piñas, claro- porque pensábamos distinto.
Aparte yo había leído en (el poema) Desiderata:
“Camina plácido entre el ruido”. Es decir, que entre toda la parafernalia de
cosas uno tenía que seguir adelante, tranquilo, sin dejar que te involucren en
determinadas cosas en las que vos no querés estar.
“Sam
El Montañés” se hizo muy conocido por el patrocinio publicitario en los
pantalones Topeka, los cuales traían la letra en una etiqueta que venía con una
foto de ustedes…
Topeka
era una marca de pantalones y ropa que tenía Alpargatas. En esa época recibimos
el patrocinio de varias marcas, Topeka era una de ellas. Nosotros en ese
momento éramos la banda número uno del país como lo fueron después grupos como Soda Stereo. Y lógicamente aparecían marcas
que te querían patrocinar. Teníamos el cachet más alto, por ejemplo. Estábamos trabajando
muchísimo, no dábamos abasto. Me acuerdo de una fecha que hicimos en el Carnaval
de Vélez, en donde estaba también Julio
Iglesias, y había quince mil personas. Era una locura. Ojalá volvieran esas
épocas.
¿Cómo
compusiste “El mañana es otra historia”, de qué se trata?
Se
trata de nosotros, los argentinos. El mensaje de la canción sigue intacto: ¿Vos
sabés lo que va a pasar mañana? ¿Qué nos va a pasar con todas las controversias
que vivimos día a día? Yo soy argentino y vivo acá y ya en aquella época se
venía venir la mano pesada del Proceso, la represión y todo lo demás. La letra
dice: “Cansado ya de gritar desde la oscuridad. Hoy abro mis ojos y miro
hacia la luz… Mis hermanos que no saben adónde van y no saben de dónde
vienen… Porque el mañana es otra historia que está muy lejos de ser realidad en esta torre de babel.” Sigo pensando lo mismo.
Este
tema cierra el disco con una charla ahí en el estudio, ¿eso cómo se les ocurrió
grabarlo?
Quedaron
los micrófonos abiertos, estábamos hablando, y al productor le pareció una conversación
que estaba buena para agregar al disco. No sabíamos que estaban grabando, fue
una sorpresa pero quedó bien para cerrar el disco. Es totalmente espontáneo.
¿La
foto de tapa en dónde se sacó? Están con unos ponchos en la imagen interior del
álbum…
Estábamos
en Villa Gesell. La tapa es un montaje. Estábamos atrás de unas dunas, pero es
un montaje que hace que pareciera que estuviéramos arriba de una nube. Y después,
la foto de adentro estábamos en el pinar de Villa Gesell, buscamos un lugar muy
lindo para hacerla. La CBS nos había pagado una semana en Villa Gesell para que
hiciéramos toda la parte del arte del álbum.
EL PRESENTE DE WILLY
¿Cuál es tu presente musical?
Ahora
estoy trabajando en Willy Quiroga – Vox Dei,
que lo maneja mi hijo Simón Quiroga.
Además estoy ensayando el Willy Quiroga
Project, que es un proyecto personal mío en carácter solista, donde tocó
solamente mis temas. Y estamos componiendo temas nuevos, hechos especialmente
para esta banda, en donde estoy con Jonathan
Burgos en guitarra, Raúl Gutta
en la batería y la percusión, Maxi
Vaccaro en teclados y yo en el bajo y voz. Todavía no hemos grabado el
disco, directamente estamos saliendo a tocar. O sea, yo no puedo parar de tocar…
Soy un tipo feliz.
¿El
tema “Archipiélago de almas” ya lo grabaste?
No,
todavía no lo grabamos. Cuando lo grabemos ahí voy a tocar el teclado. También quiero
tocar el teclado cuando grabemos “Torcazas y pinos”, y el tecladista va a pasar
al bajo. Quiero mostrar un nuevo rostro. Uso el teclado para armonizar lo que a
mí se me ocurre cantar, hace rato que lo toco, me gusta.
Y ahora
también estás haciendo temas de Destroyer, tu proyecto de 1982, ¿no?
Totalmente,
porque son temas que por la Guerra de Malvinas no tuvieron difusión. Ya que me
decían que no podía salir a tocar con un grupo que tuviera un nombre en inglés.
Una locura total. Son todos temas que hablan de cosas nuestras. Por ejemplo,
ahora estamos haciendo “Rugido de 100 mil dragones” que habla expresamente de
la fuerza interior de cada persona. Y esa es la fuerza que me está llevando
adelante, a los 83 años, a poder seguir haciendo proyectos nuevos. Yo voy para
adelante. Soy una persona agradecida a Dios. La última parte que me queda la voy
a utilizar para componer, para tocar, para disfrutar de la vida. Quiero disfrutar
de mi vida.
¿Y
para cuando un libro tuyo? Viste que ahora varios pioneros del rock argentino
están sacando autobiografías…
Sí,
ya tengo alguien que quiere hacer mi libro. Tenemos que ponernos en contacto,
lo que pasa es que estoy muy ocupado con tantos ensayos, viajes y conciertos. Pero
sí, va a salir el libro…
Daniel
Irigoyen
es un auténtico pionero del rock argentino. Frontman del mítico grupo Los Mentales, vivió toda la movida
porteña del under y la contracultura de fines de los 60 y principios de los 70,
en donde frecuentó ámbitos hoy mitológicos como La Cueva o el Instituto Di
Tella. Desde hace décadas se encuentra viviendo en Hamburgo, Alemania, en donde
realiza una exploración musical y creativa muy interesante, centrada en la fusión
de ritmos y la World Music. De esta forma ha realizado una discografía extensa que llega hasta hoy. En esta entrevista nos cuenta de que se trata Omnipresente, su último álbum, editado
en 2022.
ENTREVISTA> ¿Cómo fue la génesis de este disco? ¿Cómo
lo craneaste? ¿Cómo lo grabaste?
Como ya es
costumbre en mi forma de trabajar, a medida que van apareciendo las buenas
ideas en mi casa con las guitarras o el teclado que uso para componer, si
después de cierto tiempo el material me convence, vuelvo a él y de a poco
empiezo con los arreglos para ir anotándolo todo en una carpeta Master prolijamente organizado como buen
capricorniano y así empezar con la grabación de las canciones en mi estudio que
tengo en un barrio vecino no muy lejos del lugar donde vivo.
Te amplío. La vida mística es el centro de cuanto
hago, pienso y escribo, todavía con un alma en rebelión que percibe a los que
mienten por tonterías. André Gide
decía que poeta es quien cree en su genio y artista, quien lo pone en duda. Una
metáfora para mí muy interesante aunque paradójica a la hora de saber quiénes
somos y para que vivimos.
Sin encerrarme en un molde previo que me harán caer en
la insinceridad de donde ningún humano retorna; aunque mis Visiones limpias de
prejuicios en lo que canto parezcan inútiles para los "negocios de la
vida", en este bienaventurado CD de experiencias mágicas, cada canción de
lo que me fue dado llevan consigo su propia ley que invocan una filosofía
mística muy profunda y excitante, que aunque resulte o no aceptable para los
“condicionados”, “dominados y protegidos” por una creencia central religiosa o
política responsable de una cultura empantanada en la vulgaridad, sigue siendo
“Papa para el loro” para todos los que saben de mi corazón … Sólo he tratado,
como todo creador, de hallar mi verdad, la mía, que no será mejor ni peor que la
de otros, sino sólo diferente...
En
la primera canción del disco, “Vértigo Sublime en Medio del Milagro”, hacés
mención al año 1967, el Di Tella, y toda la movida de aquellos años. ¿Cómo
siguen influenciándote en la actualidad todos esos recuerdos y vivencias de los
60?
En 1967, cuando llevaba más de un año viviendo en la calle y no
precisamente como lo haría hoy un “sin techo” rodeado de cartones, ya era tan
filósofo como lo seré siempre, acostumbrado a las amistades sólidas con vagabundos
y al desprecio a los de “seguridad personal”, que solían aparecer ponzoñosos
por la zona norte del centro donde me encontraba con aquella gente intensa
relacionada a las actividades artísticas contraculturales del Instituto Di Tella,
cuya influencia fue el canon que me abrió las puertas a la creatividad en mi
forma de ser y entender la vida. Lo que me dio el coraje y la audacia para
bancarme lo que viniera, pero con la convicción que para abrirme camino en el
mundo debía confiar en mis propios poderes, en la fuerza y destreza de mis
propias manos y talentos musicales. Hoy, aunque me encante volver de vez en
cuando a ciertos discos, películas, o libros que me dieron el satori
durante aquella época tan especial, no soy de los que afirman que todo pasado
fue mejor, pero entiendo que sin ese pasado virtuoso de florecimiento tanto
musical, como en relación a las drogas no adictivas, primeros amores y a tantas
otras cosas que pasaron como una bengala luminosa por mi vida, hoy no sería la
persona que soy. El sentido de la memoria es mantener el pasado en el pasado,
no mezclar los tiempos. Aquel desprendimiento de la realidad a mis casi 18 años
de niño atigrado, había sido lo que me puso en sintonía con un puñado de
personajes inolvidables, donde a pesar de las pálidas por vivir a la
intemperie, había conversación y cierta sensibilidad empática con los que sin
ser hermanos o cómplices de nada, por momentos fueron casi como parte de mi
familia, algo que hoy no es tan común encontrar en las nuevas culturas. Porque
realmente ahora conversación no hay. Aunque la música siga sonando y los dramas
y fetiches cinematográficos sigan reproduciéndose en el mundo del
entretenimiento, a pesar de todo el quilombo virtual del “status quo” que
obnubila a los consumidores de entretenimiento, haciéndoles creer que tienen el
poder absoluto por el hecho de tener un iPhone 14 entre los dedos, creo que la
cuestión del arte a nivel global creativamente ya no es lo que alguna vez fue
en los 60 y 70, figura al final de la lista de las cosas de la vida que a la
gente le preocupan. No es mi caso, ya que sigo lo bastante pasado de moda como
para seguir siendo un individuo resistente e indiferente a lo que se estila en
las nuevas generaciones manipuladas por un séquito de mercenarios muy bien
pagados, encargados de embaucar a las masas con berretadas. Pero por supuesto
que entre los recién llegados también sigue habiendo gente impregnada de buenos
sentimientos y arte elevado.
“De
la Nube al Cielo” es un instrumental, ¿Qué significa la fusión y la World Music en tu vida?
Mucho. En mis épocas cuando ya era medianamente conocido en los medios
musicales de Buenos Aires por mis dotes de frontman con Los Mentales,
mi fascinación por ese tipo de música, donde suelen haber solistas virtuosos de
muchas notas ensamblados a arreglos rítmicos sorprendentes ya había comenzado.
En mi colección de vinilos de la época, además de los primeros discos de Steve Winwood con Traffic y el primer Songs for a
tailor de Jack Bruce, (dos de mis ídolos a los que tuve el gusto de conocer) tenía el
maravilloso Entrance de Edgar Winter. Cuando Los
Mentales terminaban de desarmarse y me preparaba para un viaje a Europa
motivado por Luis Gambolini, (baterista que había tocado con Pappo
y LaPesada), entre el 72 y el 73, escuché por primera vez en el
Agujerito de la Galería del Este, el matador Spectrum de Billy Cobham que me hizo despertar el bichito de hacerme algún día una banda como
baterista, casi al mismo tiempo alguien me había hecho escuchar el novedoso Fingers que acababan de grabar los hermanos Fattoruso en Nueva York con
el percusionista brasilero Airto. Todos estos primeros discos que aún suelo
escuchar, fueron importantes en mi formación y gusto estético que influyeron
creo en mi forma de fusionar mi música. Estando todavía en el 73 durante mi
estadía en Paris, enseguida tuve la oportunidad de ver a menos de diez metros
del escenario a ingleses imprescindibles como los Deep Purple, Led
Zeppelin (dos veces), West, Bruce & Line, Traffic, Spooky Tooth,
Family y Arthur Brown entre otros, pero lo que verdaderamente
transfiguró mi concepto y gusto creativo en mi forma de escuchar, hacer, amar y
entender la música, fueron los impresionantes conciertos que presencié de los Emerson, Lake & Palmer en el Palais des Sport y el extraordinario concierto
del primer Genesis con Peter Gabriel en el Olympia de Paris que me pegaron un directo a la pansa. No solo por
la variante sinfónica, melódica y escénica, también el contenido rítmico
sincopático de los arreglos que iban más allá de lo escuchado hasta el momento
en otras bandas, me volaron la peluca. Ya casi a mediados de los 70; después de
la desgarradura de mi salida definitiva de Argentina, durante mis viajes
nómadas por Europa llegaron los conciertos de Jethro Tull, Queen, Chicago,
el proyecto de John McLaughlin con Billy Cobham y Jack Bruce,
Jean-Luc Ponty Group, Jack Bruce Band, el siempre impresionante Chick
Corea & Return to Forever, Herbie Hancock & Head Hunters y mi
primer encuentro con Alex Acuña y Manolo Badrena con Pastorius
en el 78 cuando andaban en tour con Weather Report presentando Heavy Weather, ¡tremendísimos!
Después llegaron los cubanos del primer Irakere que me hicieron meter
más a fondo en la percusión afrocubana que ya venía dominando por mi gran
pasión con los cueros y gracias a mis encuentros con maestros de gran corazón
como Giovanni Hidalgo y Milton Cardona. Desde
entonces y a medida que iba descubriendo otras variantes instrumentales cada
vez más abiertas a la síncopa y a los ritmos irregulares y ya como percusionista
y baterista en activo, se me fue abriendo un mundo fascinante, sin que por ello
dejara de sentirme totalmente identificado con todas las variantes rítmicas y
melódicas relacionadas a las raíces de la música de dónde vengo - rhythm &
Blues-soul tanguero, jazz cubana-brasilera-latino-rioplatense y todo lo que
tenga interesantes armonías, buen pulso y corazón. A veces pienso que si no
hubiera tenido que irme de Argentina, la historia de Daniel Irigoyen hubiera
sido otra; posiblemente mi fervor musical como cantante y comunicador hoy no
sería lo que es. Quién sabe. En todo caso agradezco al Señor que me haya dado
la oportunidad de conocer y aprender de tantos músicos geniales que me han
ayudado a crecer y creer en mi arte cantando en el idioma de mis ancestros para
el mundo.
En
“América Era una Sola” hablás de un sueño que tuviste sobre una América unida,
¿los sueños te inspiran composiciones?
Este tema en 6/8 lo compuse en el 97 y fue parte de mi primer CD Cuidando la Memoria que salió ese mismo
año. Grabado durante un fin de semana en un estudio alquilado (por hora) y que
por razones de tiempo, dinero y logística salió publicado sin la batería acústica.
Algo que me dio cierto complejo. Aunque esa primera versión me gusta bastante
como quedó, porque estuvo cantado con bastante swing y garra y con un buen
sonido de congas y el sonido midi de los vientos que había orquestado a la
ligera con el Korg M1 después de todo no quedó tan molesto como me lo hicieron
entender algunos escuchas puristas criticones, igual se me había metido
en la cabeza que tenía que volverlo a grabar, y así lo hice esta vez con nuevos
arreglos como era de esperar agregándole una nueva introducción con los
tambores Batá y la batería a tope con todo lo demás que toqué y grabé en mi
estudio sin estar pendiente del reloj, acompañado por mi querido amigo cubano Leandro Saint-Hill Montejo, que se encargó del espectacular solo de saxo tenor y apoyando todas las
líneas de vientos de los arreglos.
Sobre
las dos Américas, sigue siendo difícil erradicar los venenos de amargas
rivalidades, envidias y conflictos acumulados. La analogía del sueño fue
un buen argumento para dar a entender mi posición sobre las desigualdades no
solo económicas entre las dos Américas. En esta nueva versión introduje algunos
cambios simbólicos en la parte B del texto, donde anteriormente aparecían el Che y el Beatle mayor como ejemplos
catárticos de justicia social, dos símbolos opuestos que lucharon cada uno a su
manera por una utopía todavía en pañales que opté por sacarlos de contexto para
evitar controversias. En esta nueva versión apelo a que nadie se cura, ni se
salva del propio infierno excepto mediante sus propios esfuerzos. La utopía existe, nada falla en el mundo, lo que falla es
nuestra forma de verlo.
¿Qué
inspiró la letra de “Omnipresente”? ¿Por qué el disco se llama así?
OMNIPRESENTE (Que está presente en
todas partes al mismo tiempo):
Mis ansias de conectar con lo sagrado sigue sosteniéndome. Ya no me preocupan
tanto las razones del porqué tengo que vivir y morir todos los días como un ser
humano en rebelión o como un pájaro caído del cielo. En todo caso vivir la
lucidez en el ahora sin tiempo, es una bendición del espíritu santo, providencia,
Dios en el alma o como se quiera llamar. Para un poeta-músico que ama lo que
hace, el horizonte de ignorancia es infinito, es lo que lo mantiene vivo. Es
como una luz interior que de acuerdo al corazón y al tesón que ponga aumentará
o disminuirá. En este oficio no hay relación entre éxito y continuidad, sino
más bien un azar absoluto. El hecho creativo energético de las ideas de lo que
se recibe de las alturas, es lo que verdaderamente cuenta en el arte de la
composición. Para mí hacer música no es hacer carrera, ganar premios, honores y
dinero. Ella es la medicina de Dios que me mantiene en estado vital agradecido
de vivir en cuerpo y alma como un miembro más de la humanidad entera y no solo
emparentado con los seres que viven en el país donde nací. En esencia lo que
simboliza la humanidad, no es solo un número grande de personas aquí o allí, es
lo humano en acción a través de cada individuo lo que hacen a la humanidad.
Gente diferente, lugares diferentes, músicas diferentes, climas diferentes,
costumbres diferentes, hombres, mujeres y niños diferentes pero iguales en
sentimentalidades, amores y tristezas. Porque las personas y sus mundos de
ruidos o de silencios son iguales en cualquier región de nuestro planeta. Uno
nace en alguna parte y muere en alguna parte, pero la vida y la muerte son
iguales en todos los climas y en todos los continentes divinamente
OMNIPRESENTE.
Algunas almas evolucionan rápido; otras progresan a paso de tortuga.
Nadie tiene la posta, tal vez ese sea el precio que hay que pagar por ser
enteramente lúcido con la realidad. Mi propuesta tal vez sólo se pueda
transmitir mediante el ejemplo. Es algo que se debe vivir, no debatir, y eso es
precisamente lo que no acaba de convencer en absoluto a algunos que prefieren
escuchar otro tipo de propuestas libertarias en el rock, en el jazz o en el pop
como divertimento pasajero. Pero lo que ofrezco es de posta. Podrá gustar o no.
Más allá de las trifulcas estúpidas, celos, intriga, distanciamiento cada vez
mayor entre las personas con ideales diferentes, todos tenemos que vivir y
saborear el guiso en el que estamos cocinándonos a fuego lento en la gran olla
de la supervivencia en ciudades ya casi a lo Blade Runner, buscando respuestas que pueden ser muchas y
diferentes según el dogma con el que te hayas dejado formatear el cerebro o
evolución amorosa que se tenga. Todo va unido, incluyendo el ángulo de visión
del que hablaba Balzac. Como buen instintivista trato de vivir como un
poeta, trabajando duro para que los caprichos infantiles del narciso de mi otro
Yo vayan quedando olvidados por el camino, por lo menos hasta que termine un
próximo CD, porque uno nunca sabe cuánto tiempo más va a estar aquí rompiéndole
los cocos al mundo.
Todo lo que predico en mis textos de contexto místico son variaciones de un
mismo tema. No me acuerdo quién decía que para llegar a ser un artista, primero
hay que serlo. La vida es Ser y el Arte es hacer como poeta de la vida aunque
por el camino a veces no lo advirtamos. Componer, poetizar, cocinar y
trascender más allá de lo establecido por los jueces del show-business,
sigue siendo una buena posibilidad para ayudar al mundo a despertar de la
boludez y la falta de fe. En definitiva exhalar más de lo que inhalamos, es
decir, honrar, obedecer y adorar al Creador de todas las cosas, es lo que para
mí identifica a un verdadero artista. De esto se trata mi mensaje en
OMNIPRESENTE como poeta de la vida todos los días de mi vida en la música de lo
que me es dado y que uso como terapia regenerativa para elevarme a Dios. Como digo
al final en ese arreglo de fusión apocalíptico que se va alejando: “Quién comprenda lo que canto... Hará mío su corazón”... ¡me encanta!
“Inmunidad”
es casi una puesta en acto de tus pensamientos del devenir de lo humano, ¿cómo
se te ocurrió?
En
este texto he optado por explayarme sobre lo que para mí es importante en las
relaciones del vivir. Parte del texto de la canción dice: “El tirón de la
vida en Amor y amistad... Sigue siendo un misterio de la Divinidad...” “Creo en
lo que dudo y dudo en lo que creo...” “Esto me inmuniza para ir más allá…” Pero
a pesar de las dudas sobre el misterio de la vida, la fe que se tenga en la
propia sigue siendo fundamental para no tirar la toalla antes de tiempo.
Ningún
artista ha tenido el genio suficiente para ahondar a fondo en lo que se refiere
a la vida privada de las personas, como lo hicieron algunos capricornianos
famosos de diversos tipos, como por ejemplo Dante, Miguel Ángel, Dostoievski, Schopenhauer, Tolstoi, Alan Watts, Susan Sontag, Martin
Luther King, Henry MilleroEdgar Allan Poe. Gente profunda y admiradísima, pero
posiblemente unos pesados e insoportables tremendos. Los he estudiado a casi
todos con atención por el infantil y ridículo motivo de considerarme a veces
uno de ellos cuando ando con la autoestima por las nubes, dándome cuenta
después que aunque yo también sea un capricornio con un alto concepto de mí
mismo y con una sed insaciable de saber entregado al estudio de asuntos
complicados y abstractos, además del ascendente y decanato al nacer, lo que
creo me diferencia de alguno de ellos, es mi energía elevada de tipo abierto y
comunicativo con casi todo el mundo, aunque después me tenga que clavar los
puñales por haberle entregado el corazón a un imbécil que no pude detectar a
tiempo.
Según algunos libros “serios” de astrología, los capricornios solemos ser
buenos filósofos, inquisidores y hechiceros redentores: Vivimos en varios
niveles a la vez. Por mi lado también me considero un buen amante, por lo que
algunos fogosos(as) del signo de fuego, agua y aire suelen acumularse ante mi
puerta trayéndome flores y regalitos de admiración esperando en vano. Los capri somos trabajadores infatigables,
perseverantes y obstinados… Algunos podemos condensar varios pensamientos a la
vez. Los astrólogos estiman que capricornio es un animal solitario que no
conoce a una madre. Sólo a “las madres”. Piensa en círculos. Se suma en las
profundidades. No olvidan nada, nunca. Su memoria es fantasmagórica. Recuerdan no
sólo sus tribulaciones personales humanas, sino también las pre humanas. A
pesar de ser un signo cardinal de tierra, suelen escapar a las alturas
equipados con alas indestructibles. A eso se debe su mediumnidad, su capacidad
y deseo de practicar la aceptación. Entran en el mundo como visitantes
destinados a otro planeta, a otra esfera. Mueren innumerables veces, mientras
que los demás lo hacen una sola vez. A eso se debe su INMUNIDAD a la vida o a la muerte. Su lugar auténtico es el
corazón del misterio, ahí todo está claro para ellos. Ahí viven aparte y están
en casa.
En los 70, la astrología me había atrapado en el sentido de los cuatro temperamentos
diferenciadores –colérico / flemático / sanguíneo y melancólico- Pero después la
fui dejando a un costado por ese sentido casi religioso adivinatorio y de
sugestión que los astrólogos especializados suelen darle, afirmando que los
nativos de capricornio o el que fuera, de acuerdo a los planetas, el Sol, la
Luna, ascendente y demás en el momento de nacer, somos de una forma o de otra,
concluyendo que un capricornio o un leo o un tauro o el que pinte, lo será
siempre para otro astrólogo con un sello identificatorio en la frente de por
vida y te lo vas a tener que bancar porque está escrito en las estrellas.
¿Cómo?
Pero,
¿y los millones de otros planetas, otras constelaciones, otros universos, todas
las estrellas que titilan sobre nuestras cabezas enloquecidas, la música de las
galaxias, los cometas, los meteoros que nunca llegan a la tierra, los
asteroides que inspiraron al extraordinario Ziggy Stardust? ¿Quién se atreve a
decir donde comienzan o donde acaban las influencias? ¿Quién se atreve a decir
que cualquiera de los cuatro elementos que nos vive en la sangre tendrá más
rendimiento en un Sagitario que en un Leo? ¿Quién se atreve a decir lo que es
importante o no en el espíritu de un ser humano? ¿Quién es dueño de las
galaxias? ¿Quién lo regula? ¿Quién es el que tiene la llave? ¿Qué espíritu lo
anima? ¿Cuál es el astrólogo, el gurú o filósofo que nos lo va a revelar?
Creo
que no hay que saber nada sobre tipos astrológicos, la complejidad de sus
reacciones sobre esto o lo otro. La gente consulta la carta astral para zafar
de los problemas cotidianos, principalmente para congeniar unos con otros en el
baremo de las relaciones de conciencia y diversidad de caracteres. Queremos que
todo funcione como un auto nuevo. Siempre en pos de los buenos deseos, pero si
no se tienen claro los deseos de vida, la mente, Dios o como lo llames, ¿qué te
puede revelar el estudio de una carta astrológica? Pasarse la vida tratando de
evitar a los pesados puede resultar una pérdida de tiempo si no se abandona el
miedo, la soberbia y el prejuicio, sólo así tal vez podríamos, reunirnos con el
asesino tan fácilmente como con el santo como decía el poeta. En la parte final
de la canción canto: “Creo en lo que dudo y dudo en lo que creo... Esto me inmuniza
para ir más allá…” los poetas, los artistas y los amantes perseguimos esta
gloria de un misterio revelado, de una sabiduría oculta que ahora se hace
repentinamente cierta, más allá de toda duda con “espíritu completo”,
curándonos en cuerpo y alma por la fe en el bien amado sin necesidad de gurú o
astrólogo.
¿”Eterno
Romance” es un poco tu visión sobre las relaciones amorosas?
La
letra de “Eterno Romance” es una alegoría o plegaria sobre las extravagancias
de nuestras relaciones y experiencias con la gente y el mundo en relación a los
niveles de conciencia a los que cada cual haya llegado. Un romance, que pase lo
que pase, nadie quiere abandonar antes de tiempo. Y porque la muerte, ese
misterio insondable que nos devolverá a la luz definitiva sigue siendo un tabú
para los que amamos la vida, la idea es aprovechar esos momentos supremos del
propio despertar mientras se está viviendo agradecidamente, aceptando las
consecuencias de ser uno mismo con coraje y claridad de espíritu. Obvio que
cada cual debe encontrar su propia solución para los problemas que lo agobien y
debe encontrarla por sus propios medios. En tiempos confusos nadie puede decir
a otro como componer una canción, ni cómo luchar contra los propios demonios y
fuerzas negativas y paralizantes que amenacen con aniquilarte.
Es
un hecho que la gente en su mayoría no están interesados en el poder divino que
hay en ellas, sino sólo en encontrar un intermediario que arregle los quilombos
causados por su estupidez o maldad de su alma. La mayoría prefieren creer en un
dios remoto o gurú bestseller, que puede ser un santo, ídolo, filósofo o
político revolucionario tipo Lennon,
Trump o el que pinte, haciendo que los insensatos se “apresuran a correr
allí donde los ángeles temen pisar”, como dijo Alexander Pope. En mi última conversa con Miguel Grinberg,
quién me tenía un gran respeto y aprecio, durante la amable invitación que nos
hiciera en su apartamento del barrio de Monserrat con su esposa, después de
charlar sobre algunas insensateces relajantes que caracterizan a los buenos
encuentros, lo incentivé a la sana conclusión tal vez no tan rockera, de que el
mal no es sino la negación de lo positivo; de que la luz deberá triunfar sobre
las tinieblas a pesar de las boludeces del ego que nos trastorna la mirada, en definitiva
que sólo cuando el corazón y la cabeza llegan a ser una y la misma cosa, se
llega a la confianza absoluta en la voluntad de seguir haciendo cosas
interesantes relacionadas a la magia. Y creo que me entendió, a pesar de su
frustración y algo de tristeza por no haber podido acompañarlo a un espectáculo
que se iba a realizar esa misma tarde en un teatro del centro, dedicado a la
música de Miguel Abuelo interpretada
por una sinfónica creo, porque teníamos una cita con otra gente que no podíamos
postergar.
Respecto
a esta canción, con una melodía nada fácil de entonar, por cuestiones de
comodidad a último momento decidí bajarla medio tono, groso error, porque aunque
los arreglos quedaron compactos, brillantes y bien ensamblados, si la hubiera
dejado en la tonalidad original, creo que mi canto hubiera estado con mucha
mejor entonación, afiatamiento y swing... pero la foto quedó así y ya no se
podrá cambiar, sólo ha quedado el mensaje en la botella.
¿De
qué se trata La Puerta Final? ¿Es una reflexión sobre la experiencia vital?
“La Puerta Final” es un canto de amor al “bien amado” que habla de la
importancia de localizar el corazón interno espiritual y de ser consciente de
él. Método de auto indagación (más allá del ego) que se enseña en la India para
zafar del negativismo oscuro, posicionamiento básico que sigue activo, y se
refleja en los interminables conflictos sociales y políticos de nuestros días.
“La puerta final” también puede ser un canto que va “contra el placer bastardo”
que se deriva del egoísmo en sus distintas expresiones, como la vanidad, la auto
justificación, el deseo de tener razón, éxito o de sentirse superior a los
demás.
“La Puerta Final” simboliza el descubrimiento del propio Ser en nuestro cuerpo
astral, acompañado por esa música de las esferas que me acompaña como fondo en
la tapa del disco. Con este poema espiritualista no intento defender mi
posición ante el materialista escéptico, sólo estoy aplicando el principio de Heisenberg para
beneficio y mejoramiento de mí mismo y el mundo.
“La Puerta Final” es el último paso o paradigma a la iluminación que
puede abrirse en cualquier momento como último gran posicionamiento que ha de
trascenderse después de atravesar muchas puertas, lo que según los que la han
alcanzado (Ramana Maharshi, Nisargadatta Maharaj, Maestro Eckart, Lao-Tse, Rumi, Sankaracharya
Sankara, Bodhidharma, Mahatma Gandhi, Patanyali, Alan Watts, Plotino), puede presentarse de manera repentina conintrospección consagrada en la observación
del operar interno del ego con el fin de comprender la conciencia como
totalidad de Dios. Surge sin anunciarse y, por lo tanto, nunca es demasiado
pronto para estar preparado, como en algunos de aquellos LSD de los 60, se
producen avisos preliminares en forma de destellos de comprensión avanzada, o satori,
momentos repentinos e inesperados de absoluta quietud y paz en los que el
tiempo se detiene y la perfección y belleza de la Creación brillan. Antes de todo
eso solo había olvido y confusión. La verdad espiritual de lo que predico en mis
canciones está más allá del significado de la razón intelectual; no significa
nada. Solo se la puede conocer. Es una conciencia subjetiva situada intrínsecamente
más allá del intelecto. Es alegría sin emoción, amor infinito, protección,
cercanía, está más allá de todo proceso mental, pregunta, duda, tiene la
cualidad de la Divinidad. La evolución mental-humana-espiritual no es
consecuencia de saber muchas cosas acerca de la “verdad” como un profesor religioso
dogmático que da cátedra a los faltos de fe con X libro sagrado en la mano,
sino de estar dispuesto a convertirse en la verdad. El que puedas aprenderte un
par de sheites con la Stratocaster o la Les Paul (lo sigo tratando) no
te va a transformar en un Clapton o Page de la noche a la mañana.
Cada persona experimenta, percibe e interpreta el mundo y sus sucesos de
acuerdo con su propio nivel predominante de conciencia.
Según el maestro David Hawkins, lo que energiza este proceso en el Ser es la intención, la dedicación,
la devoción y la totalidad del esfuerzo está sustentado por la inspiración
espiritual. La rendición se enfoca en el proceso mismo como rendición a Dios.
Se trata de un proceso de descubrimiento que se convierte progresivamente en
AUTORREVELACIÓN. El contexto incluye a la totalidad de la persona y su proceso:
la mente, el cuerpo, el estilo de la práctica, la persona, el entorno, la
habitación, los instrumentos de música, los libros, los discos, el edificio, la
ciudad, el país, el Estado, el continente, el mundo, el cielo, los planetas, la
galaxia, el universo y la mente de Dios.
“Despierta
Alas” es una especie de suite que cierra el álbum, ¿cómo la compusiste?
Lo
compuse en el piano con mucho regocijo y espontaneidad, fue un golpe de magia porque
mis conocimientos pianísticos tanto en armonías como en técnica de dedos apenas
cubren ciertas necesidades irigoyeanas,
pero al estar basado en uno de esos ritmos calentones motivantes, todo fluyó
como en un sueño. El tema deja entrever mi gran pasión tocando la batería, las
congas, los timbales, la Stratocaster y todos los otros instrumentos de apoyo
que se fueron sumando, con algunos momentos supremos o deliciosos a cargo de
mis queridos y admirados Leandro Saint-Hill Montejo de Cuba en solos de
saxos soprano y tenor y el argentino Guillermo Marigliano desde Los
Angeles con un solo de guitarra. Es obvio que mi dialéctica filosófica-musical
no es para convencer sino para encantar.
¿Cómo
son tus momentos de composición de canciones? ¿Qué cosas te inspiran?
En mis composiciones, la música siempre ha estado en primer plano, las
letras vienen después. Dependiendo del estado de ánimo, hay cosas que compongo
en el teclado, un Korg Kronos de 88 teclas pesadas maravilloso que tengo en mi
estudio situado en un cuarto piso de bunker a unos quince minutos de donde
vivo, no dispongo de piano acústico. También suelo componer con la guitarra
aquí en mi casa. Las letras suelen aparecer de algún poema en prosa o ideas que
suelo anotar durante mis caminatas meditativas en busca de silencios por algún
parque de los tantos que abundan en Hamburgo.
Mi temática compositiva tal vez no tiene el sabor y el sentido de lo que
la gente está acostumbrada a escuchar sobre las realidades del mundo. Pero es
mi camino y forma de entrega sin hacer concesiones con nada ni nadie, parece
inevitable que tener un punto de vista excepcional sobre el sentido de la vida,
me condene a molestar a los incrédulos. Pero no me quejo porque la pasión
continúa.
Ya
no me importa no ser un gran estudiante de los instrumentos, ni de tener un
dominio del lenguaje poético para que cuelguen mi foto en la pared. Recién
ahora estoy aprendiendo a renunciar a la perfección para ser feliz. Lejos de
tener el poder de eliminar el mal y la pena, me aferro a las palabras y al
sonido de mi flamante Gibson J-45 (que aún tendré que pagar en cuotas) o de un piano
o de un tambor para curarme en vida. El arte es un proceso curativo, como
señaló Nietzsche, pero
principalmente para quienes lo practican. Se compone una melodía o se escribe
un pensamiento para conocerse a sí mismo y a la vez liberarse de los
fastidiosos memes del Yo mientras se va madurando en alguna dirección. Sabiendo
de mis limitaciones como músico intuitivo, no me dedicaría a hacer lo que hago
si no tuviera el deseo de hacerlo. Quiero decir que si me comprometo a publicar
algo será con alegría creativa y con desafío y no para ver si “camina” en el
ambiente de las vanidades.
En mis canciones la vida es el principal tema de inspiración. Sigo siendo
un enamorado del mundo, aunque a veces tenga que mearme desde una considerable
altura, sobre todas las cabezas hipócritas no regeneradas que pretenden
corregirme. En mis textos trato de transparentar mis afinidades sentimentales
sobre la realidad del ser humano que vive en ciudades como un fantasma
condicionado por la máquina en busca de un paraíso perdido que lleva dentro
suyo sin notarlo. Canto sobre lo que creo que no se ha dicho lo suficiente. Por
supuesto que soy consciente que, por mucha claridad que exponga en mis
pensamientos, el mensaje corre el peligro de no ser entendido, inspirando
dudas, burla o ansiedad. Se va aprendiendo por el camino, haciendo camino al
andar como decía el poeta español. En definitiva, seas lo que seas para alguien
por tus grandezas o miserias, la única cura auténtica es la cura por la fe.
Quien usa el espíritu creativamente de lo que hay en él es un artista de posta.
Hacer de la vida misma un arte: ese es el objetivo decía Miller, porque
cuando estamos completamente vivos y unidos con nosotros mismos y con Dios,
todo está unido, no necesitamos Instagram, Facebook ni drogas psicodependientes
del ego que nos dé la palmadita.
¿Qué
artistas escuchás y te influencian?
En lo posible disfruto de buena música que escucho con frecuencia. Soy
adicto al vinilo. Toda mi vida he estado adquiriendo obras en vinilo y en CD de
diferentes músicos, bandas, compositores, instrumentistas, cantantes,
filarmónicas, etc. La lista es muy larga, de acuerdo a los estados de ánimo
suelo variar los caracteres y géneros a capricho.
Extrañamente, a pesar de la gran variedad de música que suelo escuchar, lo hago
por puro placer y disfrute sensorial, nunca para tocar encima con la guitarra o
el teclado para estudiar o emular a tal o cual. Este ha sido tal vez un punto
flojo en mi vida como músico autodidacta desde mis inicios en Buenos Aires, ya
que cuando me encuentro a full trabajando en algunas de mis composiciones, me
es imposible escuchar a nadie que no sean los arreglos con los que me encuentro
obsesionado en mi estudio. Igual puedo darte algunos nombres a los que suelo
escuchar por el simple placer de enriquecerme el corazón y las neuronas, no
tanto para ser como ellos ni como cantante ni como instrumentista de nada por
favor. Adoro la música
de Mc Coy Tyner, Hubert Laws, Victor Feldmann, Les McCann, Jack Bruce, Donald
Fagen, Vince Mendoza, Jerry LaCroix,Jimi Hendrix Experience, Buddy
Miles, Eddie Palmieri, Lalo Schifrin, Herbie Hancock, Clare Fischer, George
Duke, Edgar Winter, Billy Cobham, Chick Corea, Dave Weckl, John Patitucci,
Jorge Dalto, Bobby Lyle, Michael Brecker, Barry Miles, Wayne Shorter, Jaco
Pastorius, Yellow Jackets, Eliane Elias, Don Grolnick, Don Alias, Steve Khan,
Paco de Lucía, Djavan, Tower of Power, Otis Redding, Gino Vannelli, Pino
Daniele, James Brown, Tchaikovsky, Irakere, Beatles, Traffic, Dave Mason,
Cream, Led Zeppelin, Procol Harum, Ivan Lins, Toots Thielemans, Hugo Fattoruso,
João Gilberto, Astor Piazzolla...
¿Cómo
es tu presente en Alemania?
Desde que llegué con una mano atrás y otra adelante, fui aceptado
plenamente sin que me palparan de armas. Mi vida estuvo caracterizada por todo
eso que a través de los avances y retrocesos del andar, hace que te vayas
superando de a poco como individuo en una sociedad de la que si querés
adaptarte a las reglas del “juego” sin ponerte en duro onda “macho alfa”, las
cosas te pueden ir diciendo sin mentirte, que el amor que pongas en lo que
hagas hablando en un alemán de calle, todo camino puede andar como cantaba el Flaco.
En lo que llevo de estadía ya vi correr bastante agua bajo el puente.
Aunque no pueda hablar de una felicidad gregaria a la argentina, no tengo
amigos alemanes que me toquen seguido el timbre. Lo que no quiere decir que no
tenga amigos. En las décadas que llevo aquí sin echar raíces, es decir sin
haberme nacionalizado alemán por cuestiones de logística o negocio, mi actitud
nunca ha sido la de un paranoico ambicioso por aquello de ser “el mejor” en lo
que hagas, que es lo que caracteriza a los trepadores que al alcanzar cierto
éxito en la sociedad, son adorados como si fueran dioses para después,
eventualmente ser olvidados. También aquí se estimula a una sociedad en que se
venera el éxito con independencia de la forma en que este se ha obtenido, y en
la que la competencia parece más natural que la cooperación. También aquí hay
pobres, no en el sentido de la miseria que pude vivenciar en África
(Mozambique) perseguido por niños famélicos semidesnudos cada vez que salía del
hotel.
Una existencia individual no es nada, a no ser que se la considere parte
de un todo mayor. Los alemanes saben de su historia, además por lo que se sigue
pasando en la TV, de documentales impresionantes sobre los estragos de la
última guerra demoniaca que se vivió aquí, que muestra la destrucción total de
casi todas las grandes ciudades alemanas, fundamentalmente en la que vivo, los
políticos alemanes saben por experiencia que la depresión económica puede
producir intranquilidad, una intranquilidad que puede dar nuevo empuje al
avance del fascismo aunque sea un país democrático, por lo tanto, la mentalidad
facha aquí no funka aunque existan los de Afd. Porque un fascista es alguien
que repudia las enseñanzas de los profetas y que cree que la mejor sociedad es
una sociedad nacionalista que vive en un estado de hostilidad crónica hacia
otras sociedades. Se trata de alguien que desprecia al individuo desapegado
(como recientemente me lo ha demostrado una antigua conocida porteña ya no tan
“amiga”, de los tiempos contraculturales del pasado bastante fanática y
patriota de sangre caliente que ha dejado de quererme) y que admira a la
persona que obedeciendo al amo que en ese momento se ha adueñado del poder
político, cultiva sistemáticamente todas las pasiones (el orgullo, la cólera,
la envidia, el odio) que los filósofos y poetas espirituales y algunos pocos
santos de la especie han condenado unánimemente como las más dañinas y menos
dignas del ser humano.
Con mi esposa llevamos ya más de treinta y ocho años juntos. Pura
bendición en mi vida por tener un Ángel protector que es mi amada compañera y
madre extraordinaria de nuestra única hija. Desde que nos conocimos trabaja
como terapeuta en una institución especializada en niños hemipléjicos y
autistas de familias de pocos recursos. Tratamos de vivir sin enfermarnos la
mente por cuestiones materiales ajenas a lo más importante del porqué vivimos.
Ocupado con la música y las buenas ideas, a través de los años he tratado de
mantener mi ego bien organizado y suficientemente flexible como para que en
caso de pobreza o derrumbe creativo espiritual, no tenga que entrar a un banco
con una media de nylon en la cabeza y una pistola de plástico haciéndome el Al
Pacino. Gracias a Dios mentalmente sigo tan ágil como siempre, aunque a
veces se torne dificultoso en el idioma alemán que no domino como un profesor,
puedo decir mis cosas o las cosas ya casi como un hombre maduro. Con más de
setenta años, todavía puedo hacer que la batería o las congas, suenen como los
dioses y gracias al fitness que practicamos dos veces por semana, nos
mantenemos relativamente en talla y alimentándonos con cocina vegana al igual
que nuestra amada hija y su compañero, también músico él. Parece que si se
mantiene el cerebro en buenas condiciones (sin alcohol u otras drogas
destructoras), el cuerpo puede curarse por sí mismo. Recientemente teniendo que
ir a mi oncólogo para el chequeo de sangre y demás al que me debo cada tanto,
no me detectó nada que pudiera ensombrecer mis ganas de continuar con las
buenas ideas, lo que me ha hecho sentir tan joven como hace treinta años, o
quizá más. “Esto no tiene fin, se parece al rock and roll…” como digo en mi
canción “Cuidando la memoria”. Creo que además de todo el amor que uno recibe y
da, lo principal es ser capaz de vivir con vos mismo lo más despierto posible,
de gustarte lo bastante como para poder ser vos en todo sentido, no necesitar a
otras personas siempre a tu alrededor para que te den la papa. Tratando como te
gustaría que te trataran sigue siendo una buena opción.
Aún
elegís los formatos físicos para editar tus álbumes, tanto en cd como en
vinilo, ¿por qué los revalorizás cuando muchos artistas ya se resignaron a la
fugacidad del streaming?
Sí, es tremendo como se ha transformado todo en los medios. La industria
musical está cada vez más compleja, además ya nadie alienta, ni alaba ni
recompensa a nadie. Todo el mundo anda con el propio kioskito a cuestas. La
paradoja es que al ser tan grande la oferta como la demanda; Internet sigue
cooperando a la destrucción del espíritu de consagración del arte. El CD tiende
a desaparecer. Sin embargo aún no ha sido retirado de los negocios y los
músicos que editan nuevo material, lo siguen haciendo en CD y ahora cada vez
más en vinilo, incluyendo Download Code para bajar la música de internet como
lo acabo también de hacer con el doble LP GATEFOLD - TRANSFIGURACIÓN que acabo de publicar.
Mis cds aunque nadie los nombre jamás, siguen estando en internet para el
que quiera bajarlos o comprarlos en formato físico. El público en general se la
pasa buscando la sensación más que conocimiento de preparación para
experimentar la vida. Posiblemente en algún momento deje de pagar en Internet
por la difusión extra por cada uno de mis álbumes que ignoro si de los que
bajan mi música obtendré algún tipo de beneficios algún día. Todo tiende a una
gran fantasía y al reduccionismo voluntario como víctima de los que sin hacer
nada, se ganan algún par de dólares con tu trabajo de meses y años de entrega
valiosa, una aberración causa de la locura que desprecia el corazón de los
artistas. Pero es lo que hay para que alguien te escuche con atención o te
ignore.
A pesar de que las cosas relacionadas al negocio jueguen en contra para
los músicos independientes; seguiré publicando mi música dentro de lo posible,
porque en gran medida para mí es un juego que me llena de ilusión, me da un
respiro y al mismo tiempo me hace digno. Dicho de otro modo, me mantiene feliz,
entusiasta y vivo. Algo fundamental para cualquier músico que no ha dejado de
creer en lo que hace y se la sigue jugando.
¿Cuáles
son tus proyectos a futuro?
Por el momento
enfrascado en mi libro Juegos de la divinidad (Apuntes y
ensayos sobre música, mística y otras drogas) atando cabos y corrigiendo lo
incorregible. Cuando logro abandonar por un rato mi mesa de trabajo, siempre
tengo algunas de mis guitarras cerca para agilizar dedos. Me gusta caminar para
serenar el espíritu y resolver cuestiones literarias o musicales que quedaron
sin resolver. Otras veces cuando salgo a hacer cosas por la ciudad, en el
transcurso tengo mil ideas nuevas, todas brillantes, extraordinarias. Después
cuando regreso, son tantas, que no sé por cual empezar. No podría vivir sin
crear. Tengo aún demasiados impulsos, demasiados deseos, demasiada necesidad de
comunicación con el mundo. Después de
haber superado un cáncer que ha transformado definitivamente mi forma de
entender, continúo siendo un agradecido apasionado y devoto de lo que hago.
Todavía gracias a Dios suelo tener ataques de euforia, (le doy bastante al café
y a la Rosamonte) teniendo la impresión de ser inmune a la enfermedad, la
pobreza, los bajones narcisistas, incluso la muerte. Es cuando finjo ser Aldous
Huxley o un Samurai orgulloso por haber nacido en el barrio de Almagro.
Hacen ya muchos años que dejé de ser carnívoro y quejumbroso, aunque sí tal vez
algo gruñón para compensar mi ingenuidad con los que mienten.
Para
subsanar el hecho de que en las efemérides de internet, sólo se le da prioridad
a la música que estuve haciendo cuando andaba por los diecinueve, ignorándose
una obra de cuarenta años junto a otros músicos de alto calibre, acabamos de
publicar de forma independiente y en edición limitada y de lujo para
coleccionistas, un doble LP masterizado para vinilo en 180 gramos que quedó
espectacular, TRANSFIGURACIÓN lo forman catorce canciones elegidas de cuatro
diferentes álbumes que produje entre 1982 y el 2023 que nos ha costado una
fortuna, pero con la satisfacción espiritual de que esta música representa mi
particular forma de entender el mundo y la vida. Dicho de otra forma, este
doble vinilo representa mi legado artístico y filosófico, que obviamente espero
que alguien lo disfrute antes o después de mi partida definitiva a la otra
galaxia. Música de expresión contemporánea cantada en
castellano, con elementos afrolatinos del continente americano. Porque
como dice la leyenda, el vinilo es para siempre.
Bueno,
esto se va terminando, te agradezco tu atención por continuar incluyendo mi
ofrecimiento al mundo en esta gran obra empática de laberintos que se bifurcan
que es INTERSTICIO. Hay músicas
todavía por hacer y remontar. Todo lo que proceda del corazón tarde o temprano
algo va a significar para alguien. Como había profetizado el grosso Vaslav Nijinsky, “Dios quiere que
seamos felices”.