domingo, 10 de agosto de 2025

CAMINO AL ANDAR, entrevista a Gringui Herrera

Compositor y guitarrero, la vida de Gringui Herrera es un culto al trabajo y el sacrificio. Son casi 50 años de carrera en la ruta del rock. Tocó con varios de los mejores artistas de la música popular argentina y él mismo es un músico prolifero, versátil y constante, lleno de historias y anécdotas. Algunas de ellas están en esta nota…



ENTREVISTA> ¿Empezaste haciendo folklore cuando eras chico?

Claro. Cuando empecé a tocar iba a tercer grado de la primaria y apareció un profesor de guitarra en la escuela en donde yo cumplía doble escolaridad, y empezamos a practicar ahí música. Al principio éramos quince alumnos, la segunda clase éramos menos y después terminamos tocando tres, a los que el profesor nos enseñó folklore, zambas, chacareras, etc.; para tocar en los actos escolares. Desde esa época conozco los ritmos de la música folclórica argentina. Después fui recorriendo los caminos de otras músicas como Creedence, los Beatles, y otros grupos que fui descubriendo por la influencia de mi hermano mayor. Empecé a frecuentar gente que le gustaba el rock y así fui haciendo mi estructura musical.

En los 70 tuviste un grupo llamado Carolina, ¿tocaban rock tipo Rolling Stones?

Sí, era una banda de rocanrol nacional con letras en español con gente que les gustaba mucho los Rolling Stones, y hacíamos ensayos en el barrio de Floresta. Así nos presentamos en algunos teatros de la época: en el Teatro Del Carmen, en el Teatro Estrellas, etc. Éramos una banda under, no fuimos muy conocidos. Pero era una muy buena banda, yo era un poco más chico que los otros integrantes. Eran todos pibes de 22, 23 años y yo tenía 15 nomás.

Mirando revistas de la época como la Roll de 1977, nombran bastante a Carolina, como una de las nuevas promesas del rock…

Claro, incluso nos hicieron notas en Expreso Imaginario, en la Pelo, y demás. Era una linda banda pero nos disolvimos, porque era la época de la Dictadura y era muy difícil salir a tocar. Después hice un viaje con el bajista a España en donde seguimos con el proyecto. Grabamos algo allá, en donde también era muy difícil progresar. Fue una banda muy linda.

Y luego volviste a Argentina en 1980 y te enganchás con Andrés Calamaro a tocar y componer, ¿no?

Sí, totalmente. En realidad, a Andrés lo conocí en la secundaria en 1978. Luego, en el 79 viajé a España y él viajó a Estados Unidos. En el 80 nos reencontramos en Buenos Aires y empezamos a conectarnos para hacer música y así armar nuestros primeros temas juntos. Los cuales, algunos estuvieron en los primeros discos de Los Abuelos de la Nada, como “Así es el calor”, “En línea” o “Tristeza de la ciudad”. Eran temas que nosotros grabábamos juntos en un estudio. Andrés tocaba teclado y batería y yo bajo y guitarras. Hacíamos sobregrabaciones los dos juntos. Así empezamos a darnos a conocer en el ambiente musical. A los músicos les empezó a gustar lo que hacíamos y eso derivó en que a Andrés lo llamaran de Los Abuelos y yo también empecé a trabajar con algún que otro artista. Nuestro sueño era tocar y poder vivir de la música y así lo empezamos a hacer. Valió la pena el esfuerzo.

¿”Fabio Zerpa…”, el tema del primer disco solista de Andrés [Hotel Calamaro, 1984], es de esa primera época?

Sí, “Fabio Zerpa tiene razón” es de esa primera camada de temas que hicimos en el 80. Después, Andrés los lleva a su primer disco solista en donde los grabó con Charly, en donde él hizo un arreglo nuevo. Es una canción que tengo ganas de hacer de nuevo con la formación actual de Los Abuelos, en dónde estoy tocando junto a Gato Azul, el hijo de Miguel Abuelo. Me gustaría volver a grabarlo con nuestra impronta actual. Es un lindo tema.

¿Cómo era el proceso de composición con Andrés?

Los hacíamos entre los dos. Por ahí, yo tenía más ideas musicales y de melodías y después nos encontrábamos en su casa y entre los dos armábamos las letras de las canciones. Andrés también aportaba arreglos musicales y así iban saliendo las canciones. Siempre fue muy ameno el proceso de composición. Hacíamos un buen equipo y componíamos los temas con bastante facilidad. Luego los grabamos y algunos temas fueron bastante conocidos. Algunos me siguen dando de comer… [risas]

Tu hit de la época fue “Tristeza de la ciudad”…

Ese fue un tema que hice solo y forma parte de esa época de composiciones.

¿Cómo lo hiciste?

Inspirado por la música de Bob Marley, al que venía escuchando mucho desde mi época en España. Escuchaba bastante reggae y The Police y así salió. Me inspiró la vivencia de un día gris, de lluvia y de frío, tomándome un bondi en Chacarita con la gente. Así me salió la letra y llegué a casa y lo saqué en cinco minutos porque ya lo tenía en la cabeza. Se conjugó la letra con la parte musical. Está bastante explicito cual era el feeling que se vivía en el país en ese momento.

Eso fue en el año 80, ¿no?

Sí, por ahí.

“Así es el calor” también es un temazo…

Ese fue el primero que hice con Andrés. Todavía lo toco con Los Abuelos en vivo. Es un tema que gusta mucho, que la gente lo conoce y siempre es un placer tocarlo. Es un rocanrol bueno, potente y que la gente disfruta mucho. La letra del tema la hicimos entre los dos.

”En línea” también es de esa época, ¿no?

Sí, totalmente. Eran todas ideas que yo llevaba de mi casa a la casa de Andrés en Palermo y ahí las resolvíamos. Ese es otro tema que tengo ganas de volver a hacerlo. “Levantando temperatura” también, me gustaría hacerle una versión nueva más parecida a como era el tema originalmente, que era un rocanrol.

“La vi comprándose un sostén” y “Amor iraní” también son de esos años…

Sí, son temas que están en el recuerdo. Eran parte de las primeras grabaciones de la Elmer´s Band, que formábamos Andrés y yo a principios de los 80. El nombre vino porque yo le había contado a él que acá en mi barrio había un loco que se llamaba Elmer, un tipo que estaba de la nuca, entonces quedó la Elmer´s Band.

¿Y cómo llegaste a tu disco solista en 1984?

Eso surgió porque pasaba mucho tiempo junto a Cachorro López y Andrés, componiendo canciones, y pintó la posibilidad de hacer mi disco solista en el sello Interdisc de Pelo Aprile. Al principio lo iba a hacer con Cachorro, pero él viajó y lo terminé haciendo solo. Si bien no logré todo lo que habría querido, fue una linda grabación que me dejó lindos recuerdos. Me gustaría retomarla. Pero no creo que pueda porque las cintas que se usaron para grabarlo eran cintas usadas. En esa época no había tantas posibilidades de grabar de la mejor manera.

Ahí, al toque, te sumás a Los Abuelos en lugar de Gustavo Bazterrica…

Claro. Una vez había salido a andar en bicicleta y cuando volví mi mamá me dijo que había llamado Cachorro diciendo si no podía ir a hacer un show ese mismo día. Ese fue el primer show que hice con Los Abuelos en el conurbano. Empecé a tocar con ellos y después vino lo del Teatro Opera que quedó plasmado en el disco en vivo.

Sí, una presentación a todo trapo con ustedes maquillados y demás…

Sí, tal cual. Muy Culture Club… [risas] Fue muy divertido.

¿Cómo era trabajar con Miguel Abuelo?

Miguel era un tipo muy creativo, jodón y alegre; pero también tenía un carácter fuerte que era difícil de sobrellevar. De cualquier forma, nadie es perfecto y, dentro de todo, era una persona bastante accesible. Me acuerdo también de las visitas que hacía a su casa en esa época y estaba con él y con Gato Azul, su hijo, que en ese momento tendría 10 años. Así que a Gato lo quiero como si fuera un hijo. Eso está latente.

Después te sumaste a la banda de Calamaro solista, ¿no?

Sí, grabamos algunas cositas. No nos iba tan bien con el tema de los shows porque venía dura la mano. Todo cuesta mucho, la vida del músico no es un lecho de rosas, pero cuando hacés tu vocación, lo que te gusta, es maravilloso. Hay lindos recuerdos de muchas giras, mucho sacrificio, muchas horas de grabación, hicimos lo mejor que pudimos…

Yo soy fanático de esa época de Calamaro. ¿Podríamos hablar un poco de esos temas que hicieron juntos, como “Miro por la ventana” o “Por mirarte”?

Bueno, “Miro por la ventana” forma parte de la primera camada de temas que hicimos juntos, a principio de los 80, en la casa de Andrés en la calle Las Heras, en un piano que tenía que era más grande que su habitación... En cambio, “Por mirarte” surgió mucho después durante proyecto de una película que iba a hacer un amigo de Andrés, que creo que se llama Octavio. Hicimos una grabación piloto del tema en un estudio chiquito. Yo tenía la música y la completamos juntos, ahí sí Andrés hizo casi toda la letra. En esa época, algunas cosas salían así, sobre la marcha, otros eran temas que ya teníamos.

¿Y “Lamiendo un hueso”?

Es más un tema de Calamaro, en dónde yo lo acompañé. Él tenía la letra y yo lo ayudé a terminar la canción.

Después, en el 89, llega el disco Nadie sale vivo de aquí que es una gloria…

Estaba bueno ese álbum. Ahí ya participa Ariel Rot. Con él congeniamos muy bien, tuvimos muy buen feeling, nos complementábamos muy bien. Una época muy linda, con horas y horas de grabación y mucha dedicación por amor a la música.

En ese disco de Andrés tenés varios temas: “Señoritas”, “Con la soga al cuello”, “No me vuelvas la espalda por eso” y “Ni hablar”.

Eran todas cosas, grabaciones que iban saliendo. Andrés era un pibe que tenía el bocho bastante abierto. Yo aportaba ideas musicales que lo ayudaban a terminar letras que él escribía y no tenían música. Algunos son zapadas, como “Señoritas”, a las que le dimos forma ahí en el momento. “No me vuelvas la espalda por eso” también, aunque venía de ese proyecto anterior de la película, junto a “Por mirarte”.

Después que Andrés se va a España, ¿con quién tocaste?

Con Nito Mestre, Man Ray, también algunos shows con León Gieco, en los que reemplacé al Gordo [Eduardo] Rogatti.

Luego llega lo de Fito Páez…

Sí, me llamó e hice la última parte de la gira de El amor después del amor, luego todo el proyecto Circo Beat, también participando de la grabación del disco en un par de temas; siempre siguiendo rigurosamente las indicaciones del maestro Fito Páez.

¿Es complicado para laburar? ¿Es muy rígido?

No, no, pero es un tipo que es muy exigente y capaz. Es de la escuela de García, en donde ya está estipulado lo que va a tocar cada uno, ya está todo previamente pautado. Es impresionante, yo aprendí un montón laburando con Fito. Pero hay que bancársela, y hay gente que no se la bancaba. Hay gente que él convocó y se fueron dando un portazo porque tenés que adaptarte a esa manera de laburar que no es tan fácil.

¿Fito fue el tipo más exigente de todos los que laburaste?

Sí, creo que fue el más exigente. Con otros, por ejemplo con Alejandro Lerner siento que tengo más libertades, si bien hay cosas que están estipuladas, yo tengo bastante libertad para tocar. Con Fito, en cambio, tenía que hacer ciertas cosas y no salirme de ahí.

Después volviste a tocar con Calamaro, en la época de Honestidad brutal

Totalmente. El último día de la gira con Fito me encontré con Andrés en Rosario en una estación de servicio. Él había venido de invitado de Fito a sus últimos shows y me propuso volver a tocar juntos. Ahí empezamos a hacer el proyecto de gira de Alta suciedad. Hicimos esa gira, que fue un poco caótica, y después empezamos con la composición “violenta y precoz” de Honestidad brutal. Empezaron a salir muchas canciones, muchas lindas y otras no tanto, con amor por la música…

Vos tenés temas en Honestidad brutal y El Salmón

Sí, “Output - Input” es de El Salmón. Ese fue un riff que se me ocurrió a mí viniendo de mi casa en Ramos Mejía en mi Ford Fairlane. Cuando llegué a la casa de Andrés en la Recoleta, lo terminamos al toque. Gran tema.

En esa época estaba mucho el Cuino Scornik aportando sus letras…

Claro, él es un amigazo y también participó de la parte de la letra de ese tema que abre el disco.

Una época caótica pero muy productiva…

Exactamente. Pero caótica mal.

Después de eso, ¿qué hiciste?

Yo quedé medio colgado, porque nadie me dijo que no íbamos a laburar más. Me enojé un poco, no más de lo normal, y después que tuve mi segundo hijo empecé a componer una serie de canciones y lo fui a ver a Cachorro a mostrárselas porque él ya estaba trabajando de productor. Él me dijo que no sabía muy bien qué hacer con eso, porque ya estaba todo armado… Pero él justo estaba grabando un disco de Lerner y me invitó a grabar un tema, que se llama “Animales de costumbres”. Ahí hablé con Alejandro, al que conocía hacía más de veinte años y nos reencontramos y ahí empecé a trabajar con él. Así recuperé mi laburo de músico. Ahora ya hace 22 años que estoy tocando con Alejandro.

¿Cuáles son tus influencias como guitarrista?

Yo no le doy mucha bola a los efectos. Me gusta mucho escuchar a Johnny Winter, Pappo, Rory Gallagher, John Mayall, los Beatles, Deep Purple, El Dúo Salteño… Todas influencias muy variadas en lo estilístico.

¿Cuáles son tus violas preferidas?

La Stratocaster, la primera que tuve y después me gusta mucho la Gibson SG que es la que uso ahora. La Les Paul también me gusta, pero la SG es un poco más liviana y versátil, en mi opinión. También me gusta mucho la [Gibson] 335, pero son guitarras que son muy delicadas para andar de gira porque son de madera hueca y son fáciles de romper.

Tenemos una pregunta vicio que te quiero hacer a vos: ¿Qué tema de otro autor te hubiera gustado componer a vos?

“Umbral” de Spinetta. Me encanta, es uno de los temas que más me gusta. Hay muchos temas del rock argentino muy buenos como “Solo se trata de vivir” de Litto Nebbia, “Rasguña las piedras” de Charly García… Pero elijo “Umbral”, porque es muy profundo y musicalmente tiene todo lo que necesita un tema para ser bueno. Aparte su interpretación es genial.

¿Tocaste con Luis?

Sí, hemos hecho alguna zapadita. Hemos compartido alguna cena y era un tipo muy amable, muy divino y alguna vez le he tocado “Umbral” y él me miraba y se sonreía. Porque yo uso tonos comunes y él no hacía ni un tono común. Igual, la esencia del tema estaba… Era un tipazo y tiene mi admiración eterna.

¿Tenés anécdotas con los otros referentes del rock argentino?

Para mí el número uno es Litto Nebbia. Se lo dije a él y lo sigo pensando. Después vienen todos los demás: Charly, Spinetta… Pero el número uno es Litto. Yo soy fiel a mis convicciones.

Emiliano Acevedo

 


domingo, 20 de julio de 2025

ROCK EN ACCIÓN, entrevista a Christian Van Lacke

Músico itinerante y proactivo, Christian Van Lacke siempre está moviéndose, componiendo, tocando. Desde muy chico hace canciones y la mayoría de ellas se han grabado en una veintena de discos que abarcan varios géneros y estilos que van desde la bosanova hasta el folk y el rock pesado y psicodélico. En esta charla dialogamos acerca de su presente artístico, su lugar en el mundo en la Comarca Andina y su visión acerca de la escena musical.

ENTREVISTA> Sos un artista muy inquieto. ¿Cuáles son tus proyectos actuales?

Fue un año muy productivo. Todos los años los siento productivos, pero éste, en especial, es uno de mis años fuertes. En noviembre saqué Retro futuro y la Cósmica del sur, y ahora salió en físico [cd y casete] Rompenubes 2, banda que comparto con Rolando Castello Junior [de Aeroblus] y Max Álvarez [Ambassador], editado por Ediciones Insolubles Records. En septiembre voy a sacar Mogul, un nuevo disco solista y en noviembre sale el recopilatorio Cronología, un vinilo de Tlön [editado por Imperio Record], una banda que armé en Perú. Así que estamos hablando de cuatro discos, de noviembre a noviembre. También estoy escribiendo un libro, ya casi terminado, que trata del rock en la comarca andina. Va a incluir historias de los citadinos rockers de los setenta que se fueron a vivir al campo o la montaña. Estamos hablando de El Bolsón, aunque está mal dicho lo de El Bolsón, porque en realidad es la comarca andina, que incluye los cuatro puntos cardinales que son Lago Puelo, Epuyén, El Hoyo y El Bolsón. De hecho, cuando se dice “Miguel Cantilo en El Bolsón”, en realidad él estaba en Golondrinas, que está en Puelo, en donde yo vivo. Música, mística y ecología es el subtítulo del libro, porque también llega a la actualidad y trata de generar consciencia con el tema ecológico, con el mal llamado “progreso” que distorsiona las esencias. Las esencias tienen que ver con eso que te hace huir de las ciudades, como me pasó a mí, porque las ciudades están muy locas mientras allá estás en un lugar tranquilo, en contacto con la naturaleza, un lugar hermoso que tiene lagos, ríos y hongos mágicos. Lamentablemente, son lugares que se llenan de gente que va por la moda o para hacer negocios inmobiliarios, cosas que hacen perder esa esencia que te nombraba antes.

¿Hay rock en la comarca en la actualidad?

Sí, es un lugar muy rockero, con varios bolichitos para tocar. En los setenta pasaron muchos músicos grosos por el lugar, algunos se quedaron, y sus hijos y nietos siguen el camino del arte. Lo que pasa es que los bolichitos son para los turistas, y lo que quieren es que toques covers, y no tiene nada que ver con la esencia de allá, porque es un lugar para crear. Eso es un sistema y yo me mantengo al margen del sistema haciendo mis propios proyectos.

¿Cuánto tardaste en escribir el libro?

Más o menos, un año. Afortunadamente tengo a una coequiper, Carol Calcagno, que escribe todo lo que yo le mando por audio. No solo escribe sino que también aporta su visión. Es un libro que va a tener muchos testimonios, data de prensa de la época, fotografías y dibujos inéditos…

Justo venís de una estadía en Perú…

Sí, salí de Puelo, estuve quince días e hice tres conciertos en Buenos Aires, estuve un mes en Perú e hice cuatro conciertos. Y ahora que sale el disco recopilatorio de Tlön, yo volvería en marzo para apuntalar ese proyecto que tuvo actividad fuerte entre 2008 y 2012, en donde sacamos tres discos. Todas mis bandas están activas, pero yo necesito moverme, tocar aquí y allá, porque no me puedo quedar tocando lo mismo toda la vida.

¿Cuáles son los diferentes estilos que tocás en tus diferentes bandas? ¿Psicodelia, folk…?

Sí, están divididas en un formato más canción y otro de rock más pesado. Todas tienen su impronta. Mi impronta viene claramente del rock argentino en sentido general, pero con un montón de estilos diferentes. A lo largo de mi vida he escuchado mucho jazz, bosanova, etc. En una charla, el violinista Javier Casalla habla sobre el sonido propio. No todo el mundo lo tiene, aunque lo deberían tener, porque cada persona es diferente a las demás, no hay replicas entre las personas. Y así debería ser con la música, pero no es así. Todos hacen lo mismo porque quieren pertenecer, quieren lo rápido, lo efímero, un aplauso fácil… El sonido propio solo se les da a los músicos honestos.

Ya perdiste la cuenta de cuantos discos tenés hechos, ¿no?

No. Tengo 26 discos editados y salen tres más ahora… Igual, yo no estoy haciendo una carrera de caballos… Simplemente, compongo y quiero escucharlo. Primero lo quiero escuchar yo, después lo comparto. Tengo la suerte de que hay sellos que me editan y gente que me apoya, me valora y me quiere. Siempre compongo y, en general, un tema o dos ya me dan el puntapié para todo el disco. Ahí sé si el disco va a venir acústico, eléctrico, electrónico… Por ejemplo, el próximo disco solista Mogul va a tener baterías electrónicas, estoy jugando con otras paletas de sonido. Igual, lo escuchás y sigue siendo mi música.

¿Y cómo es seguir editando discos físicos en esta época que todo parece ir por el lado de las descargas, el streaming?

Hay un público que quiere discos físicos, así que no hay problema con eso. Y también está lo digital, yo todos mis discos los tengo subidos a las diferentes plataformas. Ahora, me preguntás si alguna vez abrí Spotify y te digo nunca… Para mí, Spotify es un enemigo, porque le dan muy poco rédito a los músicos, también porque no me gusta que los algoritmos manejen lo que vas a escuchar. Nosotros somos de la generación que escucha lo que se les canta y escuchan los discos completos. No me pongas una maquinola que me diga que tengo que escuchar. Eso de que “si te gusta esto, te va a gustar esto otro…” ¿Vos quién sos? ¿Quién te conoce para decir que me va a gustar? O sea, que a mí me recomiende música gente que sabe, no una máquina. Tengo gente conocida que me pasa música y me vuela el cerebro. Siempre estoy descubriendo y escuchando más música y me encanta.

¿Y de lo nuevo que suena, qué te gusta?

Ahora que estuve en Perú, escuché a La Lá, una solista que me encanta; su disco Zamba Puta lo recomiendo, es hermoso. En Argentina me gustó siempre Los Espíritus, pero si sacan un cuarto disco igual a los anteriores ya está… Basta de guitarra con Wha-Wha porque ya está.

¿Y la movida del rock en Perú cómo es?

Es un mercado mucho más chico que el argentino, pero siempre está ahí. Igual que acá, hay algunos guerreros que están toda la vida con la música, haciendo proyectos. Es más difícil allá que acá porque acá hay más público. Lamentablemente, acá hay demasiada oferta para tan poca demanda. Hay demasiadas bandas, pocos lugares para tocar. Y hay mucho público en nuestro medio, aunque la gente es bastante vaga para ir a ver shows…

Eso pasa seguido…

Claro. Por ejemplo, todos le dicen a Kubero Díaz: “maestro”, “genio”… 30 mil personas le ponen “genio” en los posteos, toca Kubero y van solo treinta personas a verlo. La gente está estúpida con el tecladito y las redes, no pueden salir de eso… Vayan a ver a los artistas. Muchos están en la pavada total.

¿Y cómo es el rock peruano?

Bueno, está El Polen, que es una banda amiga y para mí es la más auténtica del rock peruano, porque fusiona elementos de la música peruana andina con el rock y una mística muy particular. Tienen letras muy buenas, poesía, son la mejor banda históricamente del Perú. También allá hay mucha influencia del rock argentino. Argentina es siempre una punta de lanza del rock a nivel latinoamericano.

Sos un artista independiente desde siempre, ¿nunca te tentaron las discográficas grandes?

No, ni yo los busqué, ni ellos me buscaron. Lo que te puedo decir y es interesante es que yo tengo cuatro amigos que son jurados en los Premios Gardel. Ahí los sellos grandes como Sony postulan, lo que responde a la postulación es una máquina. Cualquiera que mande y que cumpla los requisitos, la máquina los postula. De ahí hacen una selección. De 10 mil quedan 10, yo quedé cuatro veces entre los 10 finalistas. Por ejemplo, mi disco Transportador estuvo entre los 10 seleccionados en 2022 en los Premios Gardel. De los 10 pasan a los 3 que son los que van. Yo cuando vi quienes eran los 10 que estaban conmigo en rock alternativo, me sorprendí: Babasónicos, ok, Sony Music; Pedro Aznar, ¿rock alternativo?... Son todas movidas promovidas por Sony. ¿Quién ganó? ¡Pedro Aznar! Yo lo amo a Pedro, pero no podés ponerlo en la categoría “Rock alternativo”. Por eso, nunca voy a ser mainstream. Si no estás con Sony no lo sos, y Sony es una mafia. Sony es el enemigo, no es el único, pero lo es. Fijate que Litto [Nebbia] también está en quilombo con Sony, porque pasan estas cosas. Eso es mafia, porque tienen comprados esos premios. No hay nada que hacerle. Entonces, si no estás ahí no existís para el mainstream. Yo no quiero ser mainstream, imaginate que hubiese ganado, ¿sabés las cosas que hubiese dicho en el micrófono? Un discurso de media hora… [risas] Un discurso durísimo contra Sony y a favor del arte.

¿Y qué opinás de las bandas que están en el mainstream?

Depende, en los 70 casi todo el rock era mainstream y estaba bien, porque las discográficas ponían la guita ahí. En los 80 y los 90 también, y después se acabó. No sé quiénes son las bandas de rock argentinas que están en el mainstream ¿Eruca Sativa? Debe ser la única, después son todos veteranos, que estuvieron en el mainstream desde los 70 y tuvieron hits porque en esa época las discográficas ponían la tarasca para que sus temas sonaran en la radio todo el día. Eruca Sativa es mainstream pero me parece que está bien lo que hacen. Dentro de lo que tiene Sony, Eruca está bien, pero podrían fichar más bandas de rock porque hay un montón buenísimas. Eruca Sativa, claramente, no es la mejor del momento, es una más, pero muy buena. Sony levanta a cualquier muerto, pero es una mafia. La cosa es mantenerse sin Sony atrás, ahí se ven los pingos. Mantenerse toda su carrera al margen del mainstream, ahí están los artistas.

¿Y por qué no fichan más bandas de rock en el mainstream?

Porque somos incomodos los rockeros. Porque es más fácil manejar a una Lali Espósito que se ríe y baila y no dice nada… Es más fácil vender pochoclo.

Ojo, que Lali es la imagen de la contracultura ahora…

¿Sí? Para mí es la contracultura de la estupidez lo suyo. Tiene una letra que dice: “A bailar antes que el mundo explote, sin pensar, yeah, yeah, yeah…” Por favor, ¿qué es eso? Le estás haciendo daño a la gente. Aparte, no canta nada Lali Espósito. No tiene buena voz, no afina. Pero pasa en todos lados. Taylor Swift tampoco afina. ¿Cómo pueden cantar? No tiene que ver con que tengan una voz bonita o especial, pero afinar es esencial, eso es música…

¿Y qué opinás de otros géneros como la música urbana o el rap que le copan la parada al rock?

Yo soy del rock clásico, sí, pero soy abierto… No me gusta nada… [risas] Soy tan abierto que no me gusta nada… Pero sí me gustó mucho el Tiny Desk de Ca7riel & Paco Amoroso. Ya me había gustado el concepto de video de “McFly”, el tema está bueno. Después me gustó Ca7riel con Juana Molina, también me gustó cuando tocó el himno en Olga. Lo que hicieron en Papota también me gustó. Entonces, se puede decir que me gusta lo que hacen. Sin embargo, no lo escucho todos los días, pero no porque sea malo o bueno, sino porque uno es de otro palo y escucha otras músicas. Igualmente, trato de escuchar todo lo que hay. Y sacando a Ca7riel y Paco, después lo demás no me gusta nada, no me mueven un pelo, no me pasa nada con lo que hacen.

Cuando Dillom sale diciendo que es rock…

Nooo… Ese es un pobre muchacho, un infeliz. La verdad, es que son gente dañina. Es dañino para la cultura ese pibe.  

¿Y vos vivís de la música?

Sí, de la música. Pero yo hago de todo, además de mi actividad como músico y compositor, afino pianos, soy productor, masterizo, tengo un programa de radio. En algunos momentos pude vivir solo de tocar en vivo y hacer discos, pero fueron pocos momentos. En general, hago bastantes actividades diferentes vinculadas a la música. Lo que sí, no puedo dar clases.

No tenés paciencia…

No. Lo he hecho pero no puedo. Solo le doy clases conceptuales a gente que ya toca bien.

¿Vos sos autodidacta?

No. Igual, la intuición es lo más importante, es más del 90 % de todo. Pero sí, estudié música cinco años, Producción musical, acá en Berklee. También estudié tres años Ingeniería de sonido. Pero, justamente, como estudié eso te puedo decir que lo que estudiás es el 3% del bagaje total musical. Porque hay toda una parte en cada artista que la tenés o no, eso no te lo puede enseñar nadie.

¿Y qué te inspira a la hora de componer?

Todo lo que sea arte me inspira. Me inspiran las cosas estéticas y bellas. Me inspira todo, yo vivo inspirado porque vivo componiendo.

Emiliano Acevedo



viernes, 27 de junio de 2025

PROHIBIDO OLVIDAR: Conexión N° 8 y su tributo a la obra de Carlos Bisso

 


Carlos Bisso fue una leyenda de nuestra música popular. Cantante espectacular y multifacético, luego de ganar mucha fama y vender infinidad de discos a fines de los años 60 y principios de los 70 junto a su grupo Conexión N° 5, con su excelente repertorio interpretando versiones de los éxitos soul y rock en inglés, en 1973 se aventuró a un nuevo terreno con la grabación de su magnifica obra en castellano Americano soy, que, inexplicablemente, permaneció inédita casi 50 años. No le perdonaron su viraje artístico más politizado y comprometido con la realidad latinoamericana de los 70.

Sin embargo, en los últimos años, Lucía y Mariana Bisso, las dos hijas de Carlos, junto al músico, compositor, productor, investigador y melómano Zelmar Garín, han logrado develar ese material a la vez de poder relanzar los discos primigenios y los temas inéditos de este artista singular. A su vez, los tres junto a otros seis músicos han formado Conexión N° 8, un grupo increíble que tributa a toda la obra de Carlos Bisso en sus shows temáticos. Conexión N° 8 está formada por Lucía Bisso (voz), Mariana Bisso (voz), Marcelo Ezcurra (voz y coros), Zelmar Garín (guitarra y dirección musical), Alejandro Caraballo (percusión), Nahuel Creche (batería), Marko Martini (piano y teclados), Manuel Altamirano (flauta traversa) y Matías Díaz (bajo). El próximo show del grupo será en Bebop Club, el 9 de julio. Para hablar de este proyecto musical pero, principalmente, de la sinuosa y singular vida de Carlos Bisso nos encontramos en esta nota con Lucía, Mariana y Zelmar…

ENTREVISTA> ¿Cómo nace la idea de hacer Conexión N° 8?

Lucía Bisso: Luego de tres años de investigaciones y descubrimientos alrededor de la vida y la historia de Carlos, llevados adelante por Zelmar, llegamos a la instancia de poder materializar, después de gestiones con Sony Music, la salida a la luz de Americano soy, este disco de papá que encontramos casi 50 años después de ser grabado y que permanecía oculto en los archivos de la discográfica. Mientras lográbamos la materialización del disco, entendimos que teníamos que darle vida a ese material. Entonces, comandados por Zelmar, quien convocó a distintos músicos amigos y colegas cercanos, conformamos el primer intento de la Conexión N° 8 y después se sumó un noveno integrante. Por distintas cuestiones sobre lo que lo representa el número 8 (la infinitud, lo que vuelve, la música misma que tiene un componente infinito) decidimos dejar el nombre original, que, por supuesto, tiene que ver con la correlacion de aquella primera histórica Conexión N° 5 de Carlos.

Y así salieron a tocar el disco, aparte de hacer un repertorio de más temas de Carlos, ¿no?

Mariana Bisso: Sí, con Conexión N° 8 la idea era hacer Americano soy para al fin sacarlo a la luz y mostrárselo a la gente, que era la idea primigenia de Carlos, porque todas las letras de las canciones tienen un mensaje importante para decir, muy acorde a lo que nos toca vivir en esta época. Es un disco atemporal, porque a pesar de tener cincuenta años, los arreglos musicales, las canciones que se eligieron, los autores… Tiene dos canciones de Eduardo Mateo, una de Atahualpa Yupanqui, una de Tono Báez, otra de Carlos Fregtman… Muchos autores, pero temas tan bien elegidos, ya que todas las canciones están unidas por una idea principal que es la de que Latinoamérica es una, que somos todos uno y que tenemos que tirar para el mismo lado, sin fronteras ni divisiones. El respeto y el amor van por ese camino. Claramente, en el 73 eran unas letras disonantes con lo que se estaba generando en nuestra realidad. Así juntamos a la banda, empezamos a cranear el proyecto, a sacar los temas, intentando serle fiel a como están hechos originalmente, no a hacer versiones de las canciones. En esos ensayos decidimos meter también las primeras canciones en inglés que hacía Carlos con Conexión N° 5, algunos que habían sido los hits icónicos de la agrupación y otros temas que eran del viejo, porque Carlos también componía en inglés. Así quedó un show que tiene dos partes: la presentación de Americano soy y después un revival del repertorio de aquella época de fines de los 60, principios de los 70.

¿Cómo surge el vínculo de ustedes con Zelmar?

Lucía: Yo lo admiraba como músico antes de conocerlo en persona porque tenía muchos colegas, amigos del ambiente de la murga del Circuito Popular Barracas, que lo conocían, y yo participaba de ese colectivo artístico. Además, Ale, mi pareja, era muy amigo de Zelmar. Así que cuando Zelmar se enteró que Ale salía con Lucía Bisso, se volvió loco, porque siempre había sido fan de mi papá. Así nos conocimos y fue espectacular porque Zelmar sabía un montón de la historia de mi viejo. Él nos reconcilió con toda la etapa de fama que tuvo Carlos, que nosotros la teníamos negada familiarmente, porque nacimos tiempo después de que eso había pasado. Es como que nos descubrió un nuevo padre, una nueva historia de vida. Fue muy fuerte.

Claro, ustedes no habían vivido la parte más glamorosa de Carlos…

Mariana: Tal cual. Aparte no se hablaba de eso en casa. Teníamos la consciencia de que teníamos un papá que había grabado tres o cuatro discos, pero no mucho más que eso. Lo teníamos negado, como si tuviéramos vergüenza. No queríamos que nos preguntaran por él, pero nos sigue pasando que cada vez que decimos nuestro apellido enseguida nos dicen: “Pará, vos sos algo del cantante de los guantes negros…” Ahí caes en cuenta de que el tipo dejó una marca hasta el día de hoy. Y eso que pasaron cincuenta años de eso y van a hacer veinte de su muerte. La gente se sigue acordando. Zelmar nos trajo una información acerca de papá que no teníamos. Reconfigurar y entender que era lo que le pasaba a papá, porque no había podido volver a estar en el lugar de la escena musical como él quería, porque nunca nos había hablado de estas cosas… Sé que esto suena esotérico pero Carlos hasta el día de hoy da señales acerca de que avala todo este proceso de descubrimiento de su obra que llevamos a cabo. Que toda su música ahora esté en las plataformas digitales, porque antes no había nada…

¿Qué pistas había de Americano soy? ¿Cómo se llega a esta edición luego de tantas décadas inédito?

Zelmar: Cuando conocí a Lucy le dije que me presentara a Silvia, su mamá, porque yo quería armar un podcast dedicado a la figura de Carlos. La que me dio un primer indicio de “Americano soy” fue Silvia, que me recitó parte de la letra de la canción. Yo había visto el simple, porque laburo en el instituto Carlos Vega y estaba ahí en una fonoteca. Porque lo único que había salido de ese material en vida de Carlos era ese simple que trae, del lado A “Americano soy”, y del B “Dame compañera”. Ese simple está ahí porque parte del Archivo General de la Nación fue a parar a esa fonoteca. Entonces, digitalicé esos temas y se los pasé a Silvia y a las chicas y ahí empecé a hablar con el historiador Mario Antonelli, que está escribiendo un libro sobre el beat y grupos de la década del 60 y mediados del 70, bandas chicas que sacaron algún single, todo ese beat que es una etapa muy ninguneada y poco revisitada por nuestro rock. Antonelli había entrevistado a Carlos y a toda la Conexión, entonces me empieza a pasar alguna data que tenía al respecto. De esa forma conseguí todos los nombres de los temas que habían sido supuestamente grabados para el elepé, con sus códigos correspondientes. Así, hablo con Alfredo Rosso, que también había laburado en Sony, quien tenía alguna data pero nada confirmado.  Entonces doy con dos agentes de Sony, uno de ellos llamado Luis Herman, que laburaba en la parte de archivo. Entonces le cuento de Carlos Bisso, que había grabado un simple… Él lo conocía porque había sido fan de chico. En eso, me pregunta: “Pará, ¿Bisso no era peronista? ¿No grabó un simple peronista?” A lo que le digo que sí y él me responde: “Entonces, seguro que eso no está más acá porque en el 76, cuando yo entré a trabajar, vinieron los milicos y se llevaron varios masters, que nunca más los devolvieron. Lo más probable es que los hayan quemado…”

Claro…

Zelmar: Herman se refería a los discos políticos, por eso me dijo: “Si Bisso andaba con el peronismo, lo más probable es que ese material grabado no esté más.” Le dije que se fijara, porque había sido grabado en 1973, cuando ya había vuelto Perón y estaba todo bien para que saliera un disco así. Incluso, había salido en la propia RCA [luego BMG, compañía ahora perteneciente al grupo Sony Music] el disco Muerte en la catedral, de Litto Nebbia, que también tenía una tendencia política… Le insistí que tenía que estar durante seis meses, hasta que un día en pandemia me llama y me dice que ya tenía el archivo del disco en la casa. Así que le pasé los nombres de cada uno de los temas y él me da la certeza que lo había digitalizado. Ahí apareció y empezamos a meter presión a la compañía para que lo sacaran.

Mariana: Nosotras lo único que conocíamos de ese disco era la canción “Americano soy” porque papá cada tanto la tocaba. El resto de las canciones no las habíamos escuchado nunca…

Lucía: Aparte, es increíble el hecho de que haya grabado a Mateo en el 73; también “Los ejes de mi carreta” con esa versión alucinante e innovadora…

Zelmar: Así fue que al final Sony empieza a subir los discos de Carlos a las diferentes plataformas. Antes no había nada, ni un grandes éxitos. Se silenció su obra.

¿Qué teorías hay acerca de porque no salió Americano soy en su momento?

Lucía: Varias. Principalmente el viraje artístico abrupto que tuvo Carlos en ese disco con respecto a su material anterior -con todo lo que eso representaba y lo que había vendido y el éxito que tuvo entre el 67 y el 70- hizo que lo cajonearan. Está claro que el mensaje que traía este nuevo repertorio en castellano. Yo también intuyo que ya había algo de rispidez de Carlos con RCA, porque lo querían encasillar en un determinado lado (seguir cantando los éxitos en inglés) y él ya quería hacer una cosa totalmente diferente.

¿El contrato con RCA se cerró por haber hecho ese disco?

Mariana: Lo que sabemos es que fue al mismo tiempo, como que le dijeron: “El disco no va a salir y vos ya no tenés más contrato con nosotros…”

Zelmar: En realidad, sale un single más con dos baladas en castellano del chart americano, a principios del 74, y después le rescinden el contrato. El simple “Americano soy” tampoco tuvo difusión. Por ahí a Carlos en la discográfica lo querían solo para hacer ese tipo de música, versiones de éxitos, y nada más. En el 70 habían probado hacerlo un cantante más melódico, aunque tenía letras de protesta, con un simple con el que gana dos festivales importantes, y después lo vuelven a poner a hacer covers en inglés con Conexión N° 5. Para mí hay dos factores que hacen que le rescindan el contrato: Su grave accidente automovilístico en 1972, que lo saca temporalmente de circulación, y el otro su viraje artístico de 180°, cuando él dice “ahora voy a hacer lo que yo quiero, una música comprometida con el signo de su tiempo…” En el 72 había empezado a militar fuerte en la JP. Las dos veces que volvió Perón, Carlos fue con su mujer en la caravana de personas a recibirlo y el dedo en la llaga terminó siendo el simple peronista que Carlos saca en el 73 en Groove, un sello subsidiario de RCA: “Juventud argentina peronista”, junto a la orquesta de Jorge López Ruiz. Eso es del mismo año en que tendría que haber salido el disco Americano soy, pero es raro, porque también en el 73 ya estaba el peronismo, todavía no se había podrido todo porque Perón aún vivía. Lo que me dijo [el productor Bernardo] Bergeret es que en ese año cambió el productor musical en RCA. Según Bergeret, el productor que bancaba a Bisso era Mario Pizzurno, y el nuevo no lo quería. Ahí puede ser que le bajaron el pulgar. Bergeret cree que fue una cuestión de números, cuando Carlos dejó de vender, o no vendió tanto como antes, lo sacaron…

Lucía: No hay que olvidarse que otro de los motivos por el que Carlos decidió dejar de cantar en inglés fue por el abucheo y los piedrazos que sufrió en el Barock de 1971. Lo mandaron al muere…

Zelmar: Eso creo que fue porque en esa época a Carlos lo querían etiquetar como cantante melódico en RCA y para los pibes eso era como ser un “vendido”. Luego de ese evento, Carlos escribió una carta a la revista Pelo en el Correo de Lectores. Él no había dicho ni “ah” y ya le empezaron a tirar piedras. Igual, hay que recordar que el público de esos recitales era muy cavernícola, porque le tiraban piedras a un montón de artistas.

¿Cuáles fueron sus vínculos con la música, más allá de la influencia paterna de Carlos?

Mariana: Si bien en nuestra casa siempre hubo mucha música, estábamos un poco peleadas con la asociación de la música con las cosas de la bohemia de la noche, porque lo vivimos con nuestro viejo, pero nuestro tío materno fue Claudio Martínez (ex bajista de Espíritu, baterista de la banda de Nito Mestre y tecladista de GIT), y él fue quien nos hizo meter mucho en la música. A mí siempre me gustó la música, pero nunca terminé de elegirla como lo principal para mi vida hasta hace poco. Porque estaba enojada con el ambiente de la música, yo sentía que, de alguna manera, era eso lo que había destruido a mi padre y también a mi familia. Siempre canté pero nunca me dediqué en profundidad. Incluso, había empezado a estudiar arquitectura, una carrera que casi terminé. Grabé un montón de jingles para publicidades. Luego me metí como vocalista a tocar en una banda de covers de rocanrol y ahí dejé arquitectura. Muy pocas veces canté con Lucía y cuando arrancó este proyecto de Conexión nos volvimos a encontrar en la música de nuestro viejo.

Lucía: Yo, a diferencia de Mariana, tuve mucha incursión en la música desde muy chica. Escribía letras, tuve una banda que se llamaba Había una vez en la que hicimos una ópera rock llamada La suite de los colores, en donde hacíamos una especie de rock sinfónico muy bueno. Éramos muy chicos…

Mariana: Carlos hacía un personaje en esa opera…

Lucía: Sí, papá era el rey del mundo azul, en donde el mundo azul representaba la tristeza, la melancolía y la oscuridad… Dialogábamos en blues. Después canté con Érica García, Pimpinela, Alika… Después nos llamó Roberto Lar, el gran pianista de jazz muy vinculado a la publicidad, con él grabamos unos cuantos temas, pero cuando mi viejo murió cerré la persiana, decidí dejar la música. Recién ahora me doy cuenta el impacto que tiene papá en nosotras y me volví a enganchar a partir de estar participando en este proyecto que me volvió loca, me fanaticé con la obra de mi viejo y me encanta poder presentarla, reconciliarme con ella y con todo lo que eso generó en mí. Papá no la pasó bien, porque aunque era un tipo carismático y amoroso con muy buen humor, cargaba con esa tristeza de haber quedado al margen del estrellato. A él le pesaba esa angustia, esa censura, esa desilusión que tenía encima; esa falta de oportunidades, aunque Carlos se las creaba igual para seguir adelante y cantaba con la misma pasión y compromiso aunque hubieran cinco o cien personas en el público.

Mariana: Es que en el momento en que nosotras llegamos al mundo, Carlos Bisso ya no era el tipo exitoso de fines de los 60, era un tipo abatido…

Lucía: Intentó varias veces relanzar su carrera. Viajó a Nueva York, intentó en dos oportunidades probar suerte en el extranjero, en donde tuvo anécdotas con Diana Ross, Ritchie Havens y BB King

Zelmar junto a Lucía y Mariana

Zelmar: Supuestamente, zapó con BB King. Mucho antes que Pappo. Pero, lamentablemente, no hay un registro de eso. Hay que resaltar que Carlos era un apasionado de la música, y que siguió componiendo todo el tiempo, hasta el día de su muerte. Todo el tiempo estaba haciendo canciones.

¿Cuál es la repercusión que tuvieron a partir de Conexión Nro 8 y de darle vida de nuevo al repertorio de Carlos?

Mariana: El público es variado. Hay gente nueva que se copa con nuestra convocatoria y además se suman los de antes, los pocos que quedan que iban a ver los shows de mi viejo.

Zelmar: Hay mucha gente interesada en la música de acá que también va a los shows.

Lucía: El público es variado pero se va muy sorprendido, cuasi extasiado. Como que van pensando que van a ver un showcito con canciones latinoamericanas de los setenta y les volamos las pelucas…  Yo siento que realmente es un show que merece trascendencia, así como el disco Americano soy, que nosotros lo tocamos con todas las ganas. Muchos colegas músicos han venido y se han vuelto locos, emocionadísimos con el show. También acompañamos el espectáculo con una puesta audiovisual que cuenta la historia de Carlos y su obra.

Zelmar: Incluso hay gente que no sabe nada y cuando escucha la historia del disco y de Carlos, se terminan emocionando… También a la entrada hay una muestra de cosas de él. Posters, las tapas de los discos, fotos familiares… Es un espectáculo muy especial, ¡no se lo pierdan!

Emiliano Acevedo