Carlos Bisso
fue una leyenda de nuestra música popular. Cantante espectacular y multifacético,
luego de ganar mucha fama y vender infinidad de discos a fines de los años 60 y
principios de los 70 junto a su grupo Conexión
N° 5,
con su excelente repertorio interpretando versiones de los éxitos soul y rock en
inglés, en 1973 se aventuró a un nuevo terreno con la grabación de su magnifica obra en
castellano Americano soy, que,
inexplicablemente, permaneció inédita casi 50 años. No le perdonaron su viraje artístico
más politizado y comprometido con la realidad latinoamericana de los 70.
Sin
embargo, en los últimos años, Lucía y
Mariana Bisso,
las dos hijas de Carlos, junto al músico, compositor, productor, investigador y
melómano Zelmar Garín, han
logrado develar ese material a la vez de poder relanzar los discos primigenios
y los temas inéditos de este artista singular. A su vez, los tres junto a otros
seis músicos han formado Conexión
N° 8,
un grupo increíble que tributa a toda la obra de Carlos Bisso en sus shows
temáticos. Conexión N° 8 está
formada por Lucía Bisso (voz), Mariana Bisso (voz), Marcelo Ezcurra (voz y coros), Zelmar Garín (guitarra y dirección musical),
Alejandro Caraballo (percusión), Nahuel Creche (batería), Marko Martini (piano y teclados), Manuel Altamirano (flauta traversa) y Matías Díaz (bajo). El próximo show del
grupo será en Bebop Club, el 9 de julio. Para hablar de este proyecto musical
pero, principalmente, de la sinuosa y singular vida de Carlos Bisso nos
encontramos en esta nota con Lucía, Mariana y Zelmar…
ENTREVISTA> ¿Cómo
nace la idea de hacer Conexión N° 8?
Lucía Bisso: Luego de tres años de investigaciones y descubrimientos alrededor de la vida y la historia de Carlos, llevados adelante por Zelmar, llegamos a la instancia de poder materializar, después de gestiones con Sony Music, la salida a la luz de Americano soy, este disco de papá que encontramos casi 50 años después de ser grabado y que permanecía oculto en los archivos de la discográfica. Mientras lográbamos la materialización del disco, entendimos que teníamos que darle vida a ese material. Entonces, comandados por Zelmar, quien convocó a distintos músicos amigos y colegas cercanos, conformamos el primer intento de la Conexión N° 8 y después se sumó un noveno integrante. Por distintas cuestiones sobre lo que lo representa el número 8 (la infinitud, lo que vuelve, la música misma que tiene un componente infinito) decidimos dejar el nombre original, que, por supuesto, tiene que ver con la correlacion de aquella primera histórica Conexión N° 5 de Carlos.
Y
así salieron a tocar el disco, aparte de hacer un repertorio de más temas de
Carlos, ¿no?
Mariana Bisso:
Sí, con Conexión N° 8 la idea era hacer Americano
soy para al fin sacarlo a la luz y mostrárselo a la gente, que era la idea
primigenia de Carlos, porque todas las letras de las canciones tienen un
mensaje importante para decir, muy acorde a lo que nos toca vivir en esta
época. Es un disco atemporal, porque a pesar de tener cincuenta años, los
arreglos musicales, las canciones que se eligieron, los autores… Tiene dos
canciones de Eduardo Mateo, una de Atahualpa Yupanqui, una de Tono Báez, otra de Carlos Fregtman… Muchos autores, pero temas tan bien elegidos, ya
que todas las canciones están unidas por una idea principal que es la de que Latinoamérica
es una, que somos todos uno y que tenemos que tirar para el mismo lado, sin
fronteras ni divisiones. El respeto y el amor van por ese camino. Claramente,
en el 73 eran unas letras disonantes con lo que se estaba generando en nuestra
realidad. Así juntamos a la banda, empezamos a cranear el proyecto, a sacar los
temas, intentando serle fiel a como están hechos originalmente, no a hacer
versiones de las canciones. En esos ensayos decidimos meter también las primeras
canciones en inglés que hacía Carlos con Conexión N° 5, algunos que habían sido
los hits icónicos de la agrupación y otros temas que eran del viejo, porque
Carlos también componía en inglés. Así quedó un show que tiene dos partes: la
presentación de Americano soy y
después un revival del repertorio de aquella época de fines de los 60,
principios de los 70.
¿Cómo
surge el vínculo de ustedes con Zelmar?
Lucía:
Yo lo admiraba como músico antes de conocerlo en persona porque tenía muchos
colegas, amigos del ambiente de la murga del Circuito Popular Barracas, que lo
conocían, y yo participaba de ese colectivo artístico. Además, Ale, mi pareja,
era muy amigo de Zelmar. Así que cuando Zelmar se enteró que Ale salía con
Lucía Bisso, se volvió loco, porque siempre había sido fan de mi papá. Así nos
conocimos y fue espectacular porque Zelmar sabía un montón de la historia de mi
viejo. Él nos reconcilió con toda la etapa de fama que tuvo Carlos, que
nosotros la teníamos negada familiarmente, porque nacimos tiempo después de que
eso había pasado. Es como que nos descubrió un nuevo padre, una nueva historia
de vida. Fue muy fuerte.
Claro,
ustedes no habían vivido la parte más glamorosa de Carlos…
Mariana:
Tal cual. Aparte no se hablaba de eso en casa. Teníamos la consciencia de que
teníamos un papá que había grabado tres o cuatro discos, pero no mucho más que
eso. Lo teníamos negado, como si tuviéramos vergüenza. No queríamos que nos
preguntaran por él, pero nos sigue pasando que cada vez que decimos nuestro
apellido enseguida nos dicen: “Pará, vos sos algo del cantante de los guantes
negros…” Ahí caes en cuenta de que el tipo dejó una marca hasta el día de hoy.
Y eso que pasaron cincuenta años de eso y van a hacer veinte de su muerte. La
gente se sigue acordando. Zelmar nos trajo una información acerca de papá que
no teníamos. Reconfigurar y entender que era lo que le pasaba a papá, porque no
había podido volver a estar en el lugar de la escena musical como él quería,
porque nunca nos había hablado de estas cosas… Sé que esto suena esotérico pero
Carlos hasta el día de hoy da señales acerca de que avala todo este proceso de descubrimiento
de su obra que llevamos a cabo. Que toda su música ahora esté en las
plataformas digitales, porque antes no había nada…
¿Qué
pistas había de Americano
soy? ¿Cómo se llega a esta edición luego
de tantas décadas inédito?
Zelmar:
Cuando conocí a Lucy le dije que me presentara a Silvia, su mamá, porque yo quería armar un podcast dedicado a la
figura de Carlos. La que me dio un primer indicio de “Americano soy” fue
Silvia, que me recitó parte de la letra de la canción. Yo había visto el
simple, porque laburo en el instituto Carlos Vega y estaba ahí en una fonoteca.
Porque lo único que había salido de ese material en vida de Carlos era ese
simple que trae, del lado A “Americano soy”, y del B “Dame compañera”. Ese
simple está ahí porque parte del Archivo General de la Nación fue a parar a esa
fonoteca. Entonces, digitalicé esos temas y se los pasé a Silvia y a las chicas
y ahí empecé a hablar con el historiador Mario
Antonelli, que está escribiendo un libro sobre el beat y grupos de la década
del 60 y mediados del 70, bandas chicas que sacaron algún single, todo ese beat
que es una etapa muy ninguneada y poco revisitada por nuestro rock. Antonelli
había entrevistado a Carlos y a toda la Conexión, entonces me empieza a pasar
alguna data que tenía al respecto. De esa forma conseguí todos los nombres de
los temas que habían sido supuestamente grabados para el elepé, con sus códigos
correspondientes. Así, hablo con Alfredo
Rosso, que también había laburado en Sony, quien tenía alguna data pero
nada confirmado. Entonces doy con dos
agentes de Sony, uno de ellos llamado Luis
Herman, que laburaba en la parte de archivo. Entonces le cuento de Carlos
Bisso, que había grabado un simple… Él lo conocía porque había sido fan de
chico. En eso, me pregunta: “Pará, ¿Bisso no era peronista? ¿No grabó un simple
peronista?” A lo que le digo que sí y él me responde: “Entonces, seguro que eso
no está más acá porque en el 76, cuando yo entré a trabajar, vinieron los
milicos y se llevaron varios masters, que nunca más los devolvieron. Lo más
probable es que los hayan quemado…”
Claro…
Zelmar:
Herman se refería a los discos políticos, por eso me dijo: “Si Bisso andaba con
el peronismo, lo más probable es que ese material grabado no esté más.” Le dije
que se fijara, porque había sido grabado en 1973, cuando ya había vuelto Perón y estaba todo bien para que
saliera un disco así. Incluso, había salido en la propia RCA [luego BMG, compañía
ahora perteneciente al grupo Sony Music] el disco Muerte en la catedral, de Litto
Nebbia, que también tenía una tendencia política… Le insistí que tenía que
estar durante seis meses, hasta que un día en pandemia me llama y me dice que
ya tenía el archivo del disco en la casa. Así que le pasé los nombres de cada
uno de los temas y él me da la certeza que lo había digitalizado. Ahí apareció
y empezamos a meter presión a la compañía para que lo sacaran.
Mariana:
Nosotras lo único que conocíamos de ese disco era la canción “Americano soy”
porque papá cada tanto la tocaba. El resto de las canciones no las habíamos
escuchado nunca…
Lucía:
Aparte, es increíble el hecho de que haya grabado a Mateo en el 73; también
“Los ejes de mi carreta” con esa versión alucinante e innovadora…
Zelmar:
Así fue que al final Sony empieza a subir los discos de Carlos a las diferentes
plataformas. Antes no había nada, ni un grandes
éxitos. Se silenció su obra.
¿Qué
teorías hay acerca de porque no salió Americano
soy en su momento?
Lucía:
Varias. Principalmente el viraje artístico abrupto que tuvo Carlos en ese disco
con respecto a su material anterior -con todo lo que eso representaba y lo que
había vendido y el éxito que tuvo entre el 67 y el 70- hizo que lo cajonearan.
Está claro que el mensaje que traía este nuevo repertorio en castellano. Yo
también intuyo que ya había algo de rispidez de Carlos con RCA, porque lo
querían encasillar en un determinado lado (seguir cantando los éxitos en
inglés) y él ya quería hacer una cosa totalmente diferente.
¿El
contrato con RCA se cerró por haber hecho ese disco?
Mariana:
Lo que sabemos es que fue al mismo tiempo, como que le dijeron: “El disco no va
a salir y vos ya no tenés más contrato con nosotros…”
Zelmar:
En realidad, sale un single más con dos baladas en castellano del chart
americano, a principios del 74, y después le rescinden el contrato. El simple
“Americano soy” tampoco tuvo difusión. Por ahí a Carlos en la discográfica lo
querían solo para hacer ese tipo de música, versiones de éxitos, y nada más. En
el 70 habían probado hacerlo un cantante más melódico, aunque tenía letras de
protesta, con un simple con el que gana dos festivales importantes, y después
lo vuelven a poner a hacer covers en inglés con Conexión N° 5. Para mí hay dos
factores que hacen que le rescindan el contrato: Su grave accidente
automovilístico en 1972, que lo saca temporalmente de circulación, y el otro su
viraje artístico de 180°, cuando él dice “ahora voy a hacer lo que yo quiero,
una música comprometida con el signo de su tiempo…” En el 72 había empezado a
militar fuerte en la JP. Las dos veces que volvió Perón, Carlos fue con su mujer en la caravana de personas a
recibirlo y el dedo en la llaga terminó siendo el simple peronista que Carlos
saca en el 73 en Groove, un sello subsidiario de RCA: “Juventud argentina
peronista”, junto a la orquesta de Jorge
López Ruiz. Eso es del mismo año en que tendría que haber salido el disco Americano soy, pero es raro, porque
también en el 73 ya estaba el peronismo, todavía no se había podrido todo
porque Perón aún vivía. Lo que me dijo [el productor Bernardo] Bergeret es
que en ese año cambió el productor musical en RCA. Según Bergeret, el productor
que bancaba a Bisso era Mario Pizzurno,
y el nuevo no lo quería. Ahí puede ser que le bajaron el pulgar. Bergeret cree
que fue una cuestión de números, cuando Carlos dejó de vender, o no vendió
tanto como antes, lo sacaron…
Lucía:
No hay que olvidarse que otro de los motivos por el que Carlos decidió dejar de
cantar en inglés fue por el abucheo y los piedrazos que sufrió en el Barock de
1971. Lo mandaron al muere…
Zelmar:
Eso creo que fue porque en esa época a Carlos lo querían etiquetar como
cantante melódico en RCA y para los pibes eso era como ser un “vendido”. Luego
de ese evento, Carlos escribió una carta a la revista Pelo en el Correo de
Lectores. Él no había dicho ni “ah” y ya le empezaron a tirar piedras. Igual,
hay que recordar que el público de esos recitales era muy cavernícola, porque
le tiraban piedras a un montón de artistas.
¿Cuáles
fueron sus vínculos con la música, más allá de la influencia paterna de Carlos?
Mariana: Si
bien en nuestra casa siempre hubo mucha música, estábamos un poco peleadas con
la asociación de la música con las cosas de la bohemia de la noche, porque lo
vivimos con nuestro viejo, pero nuestro tío materno fue Claudio Martínez (ex bajista de Espíritu, baterista de la banda de Nito Mestre y tecladista de GIT),
y él fue quien nos hizo meter mucho en la música. A mí siempre me gustó la música,
pero nunca terminé de elegirla como lo principal para mi vida hasta hace poco.
Porque estaba enojada con el ambiente de la música, yo sentía que, de alguna
manera, era eso lo que había destruido a mi padre y también a mi familia. Siempre
canté pero nunca me dediqué en profundidad. Incluso, había empezado a estudiar
arquitectura, una carrera que casi terminé. Grabé un montón de jingles para
publicidades. Luego me metí como vocalista a tocar en una banda de covers de
rocanrol y ahí dejé arquitectura. Muy pocas veces canté con Lucía y cuando
arrancó este proyecto de Conexión nos volvimos a encontrar en la música de
nuestro viejo.
Lucía:
Yo, a diferencia de Mariana, tuve mucha incursión en la música desde muy chica.
Escribía letras, tuve una banda que se llamaba Había una vez en la que hicimos una ópera rock llamada La suite de los colores, en donde hacíamos
una especie de rock sinfónico muy bueno. Éramos muy chicos…
Mariana:
Carlos hacía un personaje en esa opera…
Lucía:
Sí, papá era el rey del mundo azul, en donde el mundo azul representaba la
tristeza, la melancolía y la oscuridad… Dialogábamos en blues. Después canté
con Érica García, Pimpinela, Alika… Después
nos llamó Roberto Lar, el gran
pianista de jazz muy vinculado a la publicidad, con él grabamos unos cuantos
temas, pero cuando mi viejo murió cerré la persiana, decidí dejar la música. Recién
ahora me doy cuenta el impacto que tiene papá en nosotras y me volví a
enganchar a partir de estar participando en este proyecto que me volvió loca,
me fanaticé con la obra de mi viejo y me encanta poder presentarla,
reconciliarme con ella y con todo lo que eso generó en mí. Papá no la pasó
bien, porque aunque era un tipo carismático y amoroso con muy buen humor,
cargaba con esa tristeza de haber quedado al margen del estrellato. A él le
pesaba esa angustia, esa censura, esa desilusión que tenía encima; esa falta de
oportunidades, aunque Carlos se las creaba igual para seguir adelante y cantaba
con la misma pasión y compromiso aunque hubieran cinco o cien personas en el
público.
Mariana:
Es que en el momento en que nosotras llegamos al mundo, Carlos Bisso ya no era
el tipo exitoso de fines de los 60, era un tipo abatido…
Lucía:
Intentó varias veces relanzar su carrera. Viajó a Nueva York, intentó en dos
oportunidades probar suerte en el extranjero, en donde tuvo anécdotas con Diana Ross, Ritchie Havens y BB King…
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Zelmar junto a Lucía y Mariana |
Zelmar:
Supuestamente, zapó con BB King. Mucho antes que Pappo. Pero, lamentablemente, no hay un registro de eso. Hay que
resaltar que Carlos era un apasionado de la música, y que siguió componiendo
todo el tiempo, hasta el día de su muerte. Todo el tiempo estaba haciendo
canciones.
¿Cuál
es la repercusión que tuvieron a partir de Conexión Nro 8 y de darle vida de
nuevo al repertorio de Carlos?
Mariana: El
público es variado. Hay gente nueva que se copa con nuestra convocatoria y
además se suman los de antes, los pocos que quedan que iban a ver los shows de
mi viejo.
Zelmar:
Hay mucha gente interesada en la música de acá que también va a los shows.
Lucía:
El público es variado pero se va muy sorprendido, cuasi extasiado. Como que van
pensando que van a ver un showcito con canciones latinoamericanas de los
setenta y les volamos las pelucas… Yo siento
que realmente es un show que merece trascendencia, así como el disco Americano soy, que nosotros lo tocamos
con todas las ganas. Muchos colegas músicos han venido y se han vuelto locos, emocionadísimos
con el show. También acompañamos el espectáculo con una puesta audiovisual que
cuenta la historia de Carlos y su obra.
Zelmar:
Incluso hay gente que no sabe nada y cuando escucha la historia del disco y de
Carlos, se terminan emocionando… También a la entrada hay una muestra de cosas
de él. Posters, las tapas de los discos, fotos familiares… Es un espectáculo
muy especial, ¡no se lo pierdan!
Emiliano
Acevedo