viernes, 27 de junio de 2025

PROHIBIDO OLVIDAR: Conexión N° 8 y su tributo a la obra de Carlos Bisso

 


Carlos Bisso fue una leyenda de nuestra música popular. Cantante espectacular y multifacético, luego de ganar mucha fama y vender infinidad de discos a fines de los años 60 y principios de los 70 junto a su grupo Conexión N° 5, con su excelente repertorio interpretando versiones de los éxitos soul y rock en inglés, en 1973 se aventuró a un nuevo terreno con la grabación de su magnifica obra en castellano Americano soy, que, inexplicablemente, permaneció inédita casi 50 años. No le perdonaron su viraje artístico más politizado y comprometido con la realidad latinoamericana de los 70.

Sin embargo, en los últimos años, Lucía y Mariana Bisso, las dos hijas de Carlos, junto al músico, compositor, productor, investigador y melómano Zelmar Garín, han logrado develar ese material a la vez de poder relanzar los discos primigenios y los temas inéditos de este artista singular. A su vez, los tres junto a otros seis músicos han formado Conexión N° 8, un grupo increíble que tributa a toda la obra de Carlos Bisso en sus shows temáticos. Conexión N° 8 está formada por Lucía Bisso (voz), Mariana Bisso (voz), Marcelo Ezcurra (voz y coros), Zelmar Garín (guitarra y dirección musical), Alejandro Caraballo (percusión), Nahuel Creche (batería), Marko Martini (piano y teclados), Manuel Altamirano (flauta traversa) y Matías Díaz (bajo). El próximo show del grupo será en Bebop Club, el 9 de julio. Para hablar de este proyecto musical pero, principalmente, de la sinuosa y singular vida de Carlos Bisso nos encontramos en esta nota con Lucía, Mariana y Zelmar…

ENTREVISTA> ¿Cómo nace la idea de hacer Conexión N° 8?

Lucía Bisso: Luego de tres años de investigaciones y descubrimientos alrededor de la vida y la historia de Carlos, llevados adelante por Zelmar, llegamos a la instancia de poder materializar, después de gestiones con Sony Music, la salida a la luz de Americano soy, este disco de papá que encontramos casi 50 años después de ser grabado y que permanecía oculto en los archivos de la discográfica. Mientras lográbamos la materialización del disco, entendimos que teníamos que darle vida a ese material. Entonces, comandados por Zelmar, quien convocó a distintos músicos amigos y colegas cercanos, conformamos el primer intento de la Conexión N° 8 y después se sumó un noveno integrante. Por distintas cuestiones sobre lo que lo representa el número 8 (la infinitud, lo que vuelve, la música misma que tiene un componente infinito) decidimos dejar el nombre original, que, por supuesto, tiene que ver con la correlacion de aquella primera histórica Conexión N° 5 de Carlos.

Y así salieron a tocar el disco, aparte de hacer un repertorio de más temas de Carlos, ¿no?

Mariana Bisso: Sí, con Conexión N° 8 la idea era hacer Americano soy para al fin sacarlo a la luz y mostrárselo a la gente, que era la idea primigenia de Carlos, porque todas las letras de las canciones tienen un mensaje importante para decir, muy acorde a lo que nos toca vivir en esta época. Es un disco atemporal, porque a pesar de tener cincuenta años, los arreglos musicales, las canciones que se eligieron, los autores… Tiene dos canciones de Eduardo Mateo, una de Atahualpa Yupanqui, una de Tono Báez, otra de Carlos Fregtman… Muchos autores, pero temas tan bien elegidos, ya que todas las canciones están unidas por una idea principal que es la de que Latinoamérica es una, que somos todos uno y que tenemos que tirar para el mismo lado, sin fronteras ni divisiones. El respeto y el amor van por ese camino. Claramente, en el 73 eran unas letras disonantes con lo que se estaba generando en nuestra realidad. Así juntamos a la banda, empezamos a cranear el proyecto, a sacar los temas, intentando serle fiel a como están hechos originalmente, no a hacer versiones de las canciones. En esos ensayos decidimos meter también las primeras canciones en inglés que hacía Carlos con Conexión N° 5, algunos que habían sido los hits icónicos de la agrupación y otros temas que eran del viejo, porque Carlos también componía en inglés. Así quedó un show que tiene dos partes: la presentación de Americano soy y después un revival del repertorio de aquella época de fines de los 60, principios de los 70.

¿Cómo surge el vínculo de ustedes con Zelmar?

Lucía: Yo lo admiraba como músico antes de conocerlo en persona porque tenía muchos colegas, amigos del ambiente de la murga del Circuito Popular Barracas, que lo conocían, y yo participaba de ese colectivo artístico. Además, Ale, mi pareja, era muy amigo de Zelmar. Así que cuando Zelmar se enteró que Ale salía con Lucía Bisso, se volvió loco, porque siempre había sido fan de mi papá. Así nos conocimos y fue espectacular porque Zelmar sabía un montón de la historia de mi viejo. Él nos reconcilió con toda la etapa de fama que tuvo Carlos, que nosotros la teníamos negada familiarmente, porque nacimos tiempo después de que eso había pasado. Es como que nos descubrió un nuevo padre, una nueva historia de vida. Fue muy fuerte.

Claro, ustedes no habían vivido la parte más glamorosa de Carlos…

Mariana: Tal cual. Aparte no se hablaba de eso en casa. Teníamos la consciencia de que teníamos un papá que había grabado tres o cuatro discos, pero no mucho más que eso. Lo teníamos negado, como si tuviéramos vergüenza. No queríamos que nos preguntaran por él, pero nos sigue pasando que cada vez que decimos nuestro apellido enseguida nos dicen: “Pará, vos sos algo del cantante de los guantes negros…” Ahí caes en cuenta de que el tipo dejó una marca hasta el día de hoy. Y eso que pasaron cincuenta años de eso y van a hacer veinte de su muerte. La gente se sigue acordando. Zelmar nos trajo una información acerca de papá que no teníamos. Reconfigurar y entender que era lo que le pasaba a papá, porque no había podido volver a estar en el lugar de la escena musical como él quería, porque nunca nos había hablado de estas cosas… Sé que esto suena esotérico pero Carlos hasta el día de hoy da señales acerca de que avala todo este proceso de descubrimiento de su obra que llevamos a cabo. Que toda su música ahora esté en las plataformas digitales, porque antes no había nada…

¿Qué pistas había de Americano soy? ¿Cómo se llega a esta edición luego de tantas décadas inédito?

Zelmar: Cuando conocí a Lucy le dije que me presentara a Silvia, su mamá, porque yo quería armar un podcast dedicado a la figura de Carlos. La que me dio un primer indicio de “Americano soy” fue Silvia, que me recitó parte de la letra de la canción. Yo había visto el simple, porque laburo en el instituto Carlos Vega y estaba ahí en una fonoteca. Porque lo único que había salido de ese material en vida de Carlos era ese simple que trae, del lado A “Americano soy”, y del B “Dame compañera”. Ese simple está ahí porque parte del Archivo General de la Nación fue a parar a esa fonoteca. Entonces, digitalicé esos temas y se los pasé a Silvia y a las chicas y ahí empecé a hablar con el historiador Mario Antonelli, que está escribiendo un libro sobre el beat y grupos de la década del 60 y mediados del 70, bandas chicas que sacaron algún single, todo ese beat que es una etapa muy ninguneada y poco revisitada por nuestro rock. Antonelli había entrevistado a Carlos y a toda la Conexión, entonces me empieza a pasar alguna data que tenía al respecto. De esa forma conseguí todos los nombres de los temas que habían sido supuestamente grabados para el elepé, con sus códigos correspondientes. Así, hablo con Alfredo Rosso, que también había laburado en Sony, quien tenía alguna data pero nada confirmado.  Entonces doy con dos agentes de Sony, uno de ellos llamado Luis Herman, que laburaba en la parte de archivo. Entonces le cuento de Carlos Bisso, que había grabado un simple… Él lo conocía porque había sido fan de chico. En eso, me pregunta: “Pará, ¿Bisso no era peronista? ¿No grabó un simple peronista?” A lo que le digo que sí y él me responde: “Entonces, seguro que eso no está más acá porque en el 76, cuando yo entré a trabajar, vinieron los milicos y se llevaron varios masters, que nunca más los devolvieron. Lo más probable es que los hayan quemado…”

Claro…

Zelmar: Herman se refería a los discos políticos, por eso me dijo: “Si Bisso andaba con el peronismo, lo más probable es que ese material grabado no esté más.” Le dije que se fijara, porque había sido grabado en 1973, cuando ya había vuelto Perón y estaba todo bien para que saliera un disco así. Incluso, había salido en la propia RCA [luego BMG, compañía ahora perteneciente al grupo Sony Music] el disco Muerte en la catedral, de Litto Nebbia, que también tenía una tendencia política… Le insistí que tenía que estar durante seis meses, hasta que un día en pandemia me llama y me dice que ya tenía el archivo del disco en la casa. Así que le pasé los nombres de cada uno de los temas y él me da la certeza que lo había digitalizado. Ahí apareció y empezamos a meter presión a la compañía para que lo sacaran.

Mariana: Nosotras lo único que conocíamos de ese disco era la canción “Americano soy” porque papá cada tanto la tocaba. El resto de las canciones no las habíamos escuchado nunca…

Lucía: Aparte, es increíble el hecho de que haya grabado a Mateo en el 73; también “Los ejes de mi carreta” con esa versión alucinante e innovadora…

Zelmar: Así fue que al final Sony empieza a subir los discos de Carlos a las diferentes plataformas. Antes no había nada, ni un grandes éxitos. Se silenció su obra.

¿Qué teorías hay acerca de porque no salió Americano soy en su momento?

Lucía: Varias. Principalmente el viraje artístico abrupto que tuvo Carlos en ese disco con respecto a su material anterior -con todo lo que eso representaba y lo que había vendido y el éxito que tuvo entre el 67 y el 70- hizo que lo cajonearan. Está claro que el mensaje que traía este nuevo repertorio en castellano. Yo también intuyo que ya había algo de rispidez de Carlos con RCA, porque lo querían encasillar en un determinado lado (seguir cantando los éxitos en inglés) y él ya quería hacer una cosa totalmente diferente.

¿El contrato con RCA se cerró por haber hecho ese disco?

Mariana: Lo que sabemos es que fue al mismo tiempo, como que le dijeron: “El disco no va a salir y vos ya no tenés más contrato con nosotros…”

Zelmar: En realidad, sale un single más con dos baladas en castellano del chart americano, a principios del 74, y después le rescinden el contrato. El simple “Americano soy” tampoco tuvo difusión. Por ahí a Carlos en la discográfica lo querían solo para hacer ese tipo de música, versiones de éxitos, y nada más. En el 70 habían probado hacerlo un cantante más melódico, aunque tenía letras de protesta, con un simple con el que gana dos festivales importantes, y después lo vuelven a poner a hacer covers en inglés con Conexión N° 5. Para mí hay dos factores que hacen que le rescindan el contrato: Su grave accidente automovilístico en 1972, que lo saca temporalmente de circulación, y el otro su viraje artístico de 180°, cuando él dice “ahora voy a hacer lo que yo quiero, una música comprometida con el signo de su tiempo…” En el 72 había empezado a militar fuerte en la JP. Las dos veces que volvió Perón, Carlos fue con su mujer en la caravana de personas a recibirlo y el dedo en la llaga terminó siendo el simple peronista que Carlos saca en el 73 en Groove, un sello subsidiario de RCA: “Juventud argentina peronista”, junto a la orquesta de Jorge López Ruiz. Eso es del mismo año en que tendría que haber salido el disco Americano soy, pero es raro, porque también en el 73 ya estaba el peronismo, todavía no se había podrido todo porque Perón aún vivía. Lo que me dijo [el productor Bernardo] Bergeret es que en ese año cambió el productor musical en RCA. Según Bergeret, el productor que bancaba a Bisso era Mario Pizzurno, y el nuevo no lo quería. Ahí puede ser que le bajaron el pulgar. Bergeret cree que fue una cuestión de números, cuando Carlos dejó de vender, o no vendió tanto como antes, lo sacaron…

Lucía: No hay que olvidarse que otro de los motivos por el que Carlos decidió dejar de cantar en inglés fue por el abucheo y los piedrazos que sufrió en el Barock de 1971. Lo mandaron al muere…

Zelmar: Eso creo que fue porque en esa época a Carlos lo querían etiquetar como cantante melódico en RCA y para los pibes eso era como ser un “vendido”. Luego de ese evento, Carlos escribió una carta a la revista Pelo en el Correo de Lectores. Él no había dicho ni “ah” y ya le empezaron a tirar piedras. Igual, hay que recordar que el público de esos recitales era muy cavernícola, porque le tiraban piedras a un montón de artistas.

¿Cuáles fueron sus vínculos con la música, más allá de la influencia paterna de Carlos?

Mariana: Si bien en nuestra casa siempre hubo mucha música, estábamos un poco peleadas con la asociación de la música con las cosas de la bohemia de la noche, porque lo vivimos con nuestro viejo, pero nuestro tío materno fue Claudio Martínez (ex bajista de Espíritu, baterista de la banda de Nito Mestre y tecladista de GIT), y él fue quien nos hizo meter mucho en la música. A mí siempre me gustó la música, pero nunca terminé de elegirla como lo principal para mi vida hasta hace poco. Porque estaba enojada con el ambiente de la música, yo sentía que, de alguna manera, era eso lo que había destruido a mi padre y también a mi familia. Siempre canté pero nunca me dediqué en profundidad. Incluso, había empezado a estudiar arquitectura, una carrera que casi terminé. Grabé un montón de jingles para publicidades. Luego me metí como vocalista a tocar en una banda de covers de rocanrol y ahí dejé arquitectura. Muy pocas veces canté con Lucía y cuando arrancó este proyecto de Conexión nos volvimos a encontrar en la música de nuestro viejo.

Lucía: Yo, a diferencia de Mariana, tuve mucha incursión en la música desde muy chica. Escribía letras, tuve una banda que se llamaba Había una vez en la que hicimos una ópera rock llamada La suite de los colores, en donde hacíamos una especie de rock sinfónico muy bueno. Éramos muy chicos…

Mariana: Carlos hacía un personaje en esa opera…

Lucía: Sí, papá era el rey del mundo azul, en donde el mundo azul representaba la tristeza, la melancolía y la oscuridad… Dialogábamos en blues. Después canté con Érica García, Pimpinela, Alika… Después nos llamó Roberto Lar, el gran pianista de jazz muy vinculado a la publicidad, con él grabamos unos cuantos temas, pero cuando mi viejo murió cerré la persiana, decidí dejar la música. Recién ahora me doy cuenta el impacto que tiene papá en nosotras y me volví a enganchar a partir de estar participando en este proyecto que me volvió loca, me fanaticé con la obra de mi viejo y me encanta poder presentarla, reconciliarme con ella y con todo lo que eso generó en mí. Papá no la pasó bien, porque aunque era un tipo carismático y amoroso con muy buen humor, cargaba con esa tristeza de haber quedado al margen del estrellato. A él le pesaba esa angustia, esa censura, esa desilusión que tenía encima; esa falta de oportunidades, aunque Carlos se las creaba igual para seguir adelante y cantaba con la misma pasión y compromiso aunque hubieran cinco o cien personas en el público.

Mariana: Es que en el momento en que nosotras llegamos al mundo, Carlos Bisso ya no era el tipo exitoso de fines de los 60, era un tipo abatido…

Lucía: Intentó varias veces relanzar su carrera. Viajó a Nueva York, intentó en dos oportunidades probar suerte en el extranjero, en donde tuvo anécdotas con Diana Ross, Ritchie Havens y BB King

Zelmar junto a Lucía y Mariana

Zelmar: Supuestamente, zapó con BB King. Mucho antes que Pappo. Pero, lamentablemente, no hay un registro de eso. Hay que resaltar que Carlos era un apasionado de la música, y que siguió componiendo todo el tiempo, hasta el día de su muerte. Todo el tiempo estaba haciendo canciones.

¿Cuál es la repercusión que tuvieron a partir de Conexión Nro 8 y de darle vida de nuevo al repertorio de Carlos?

Mariana: El público es variado. Hay gente nueva que se copa con nuestra convocatoria y además se suman los de antes, los pocos que quedan que iban a ver los shows de mi viejo.

Zelmar: Hay mucha gente interesada en la música de acá que también va a los shows.

Lucía: El público es variado pero se va muy sorprendido, cuasi extasiado. Como que van pensando que van a ver un showcito con canciones latinoamericanas de los setenta y les volamos las pelucas…  Yo siento que realmente es un show que merece trascendencia, así como el disco Americano soy, que nosotros lo tocamos con todas las ganas. Muchos colegas músicos han venido y se han vuelto locos, emocionadísimos con el show. También acompañamos el espectáculo con una puesta audiovisual que cuenta la historia de Carlos y su obra.

Zelmar: Incluso hay gente que no sabe nada y cuando escucha la historia del disco y de Carlos, se terminan emocionando… También a la entrada hay una muestra de cosas de él. Posters, las tapas de los discos, fotos familiares… Es un espectáculo muy especial, ¡no se lo pierdan!

Emiliano Acevedo




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