miércoles, 25 de septiembre de 2024

JOACO BURGOS: En busca de la canción perfecta...


Joaco Burgos es mucho más que una promesa. Este joven cantautor de apenas 20 años ya ha grabado dos discos impresionantes (Mi Lugar, 2022 y Frenesí, 2024; disponibles en todas las plataformas) y se encamina a ser sucesor de clásicos referentes del rock argentino como Charly García y Fito Páez. Y es que Joaco canta y toca con maestría su piano, deslumbrando a propios y extraños con su música. Melodías exquisitas que denotan su excelente formación y letras que cuentan historias. Compositor de canciones, eso, canciones muy lindas que vale la pena escuchar. En esta nota recorremos su carrera y su último álbum…

ENTREVISTA> Vos venís de una familia de músicos, empezaste a tocar a los cinco años. La música era algo inevitable en tu vida…

Sí, tal cual. Desde que nací estuve rodeado de música y músicos. Eso me estimuló a seguir este camino…

¿Qué discos te marcaron de chico?

El disco que más me marcó fue Clics Modernos, luego de escucharlo no hubo retorno. Otro que me inspiró mucho es Del 63, de Fito.

¿Cómo es tu formación como músico?

Desde los cinco años estudié piano con una profesora particular. Ahí empecé a leer música. Fue todo música clásica o canciones que me daba la profe. Hasta los quince años seguí estudiando música clásica, pero en el medio conocí el rock, la música popular, el tango y me largué a tocar esos géneros también. Gracias a la técnica que uno adquiere cuando estudia música clásica (la postura, la digitación, etc.), entré más fácil al rock y demás. Luego mi escuela del rock se desarrolló durante la cuarentena, sacando discos de oído a la noche. Fueron procesos que complementaron lo que yo ya traía. Y desde hace un año y medio me puse a estudiar jazz en el conservatorio.

Se nota en tu música todo el background del rock argentino clásico…

Sí, tal cual. También muchos artistas internacionales que me gustan como Freddie Mercury, McCartney, Steely Dan y demás.

¿Cómo llegas a grabar?

Apenas empezó la cuarentena hice mi primera canción, que ya venía cultivando desde hacía un tiempo. Cuando logré eso me destapé. El primer tema me costó un montón pero el segundo salió en una tarde. A lo largo de esos meses hice como quince temas. Y cuando ya soltaron un poco la cuarentena, cuando la gente podía salir un poco más, me contacté con varios productores, les mandé demos, y al que más les gustó fue a Juan Absatz. Así que elegimos nueve temas con mi viejo y se los llevé a Juan. Con él, en su estudio, comenzamos a trabajar en la grabación de mi primer disco. Juan me lo produjo porque yo no sabía nada, nunca había grabado. Fue un proceso desde cero. Mi segundo álbum ya fue distinto…

Claro, el segundo ya lo produjiste vos con Fernando Samalea, ¿no?

Exacto. Lo que pasó fue que yo grabé el primer disco solo con Juan, tocándolo los dos, pero cuando tuve que salir a presentarlo yo no tenía banda. Ahí empecé a conocer gente y conseguí cuatro músicos que me acompañaron en la presentación del álbum. Hicimos una presentación en el Matienzo, que estuvo bárbara, pero quedó ahí. Después, en febrero del año siguiente, cuando yo ya estaba bastante alejado del proyecto, ahí justo conocí a Samalea y eso me arengó a meterme de nuevo en lo mío. Él escuchó el disco, le encantó y entonces le dije si quería tocar conmigo, porque se cumplía un año de la salida del álbum. Sama se copó y empezamos a armar todo. Ahí con la banda ya formada tocamos y al toque yo le dije que quería grabar un segundo disco. Sama, con sus contactos y conocimientos, me dio la llave para llegar a lugares que para mí eran inimaginables… Así me mandé a hacerlo yo solo, quise probar a ver cómo me salía. Fui avanzando con la ayuda de mucha gente cercana, como Martín Lema, que es el guitarrista de la banda, que me dio una gran mano con un montón de cosas; también Samalea me dio un montón de ayuda con algunos arreglos. Y así se hizo. Lo grabamos en [Estudios] Ion, nada menos…

¿Cómo componés? ¿Qué te inspira?

Generalmente, lo primero que baja es la música, tanto melodía como armonía. Luego hago la letra. En el primer disco, como lo hice en cuarentena, le dediqué un montón de tiempo a las letras. En cambio, en el segundo hice los demos en casa y hasta cuatro o cinco días antes de ir a grabar las voces aún no tenía todas las letras terminadas. Fue un proceso más espontaneo en donde confíe más en mí mismo y en mi capacidad de sacar las letras en menos tiempo. No tengo un método rígido para componer. Puedo hacerlo sobre una batería electrónica, etc.

Aparte, Frenesí es un disco que tiene muchas texturas…

Tiene muchas texturas y está también pensado desde un lugar arreglístico, ¿no? Todo en una canción es parte de la composición, obviamente hacés la canción y luego con la producción la llevás para el lado de que sea una cumbia o para que sea una ópera sinfónica. Pero cada cosa que uno hace sobre una canción es algo sagrado porque queda ahí y luego pasa a ser escuchado. En el disco se le dio importancia a cada detalle, y también hay pifies que los escuché, me gustaron y quedaron en la grabación… No fue tan minucioso, si algo me gustó y caminó, lo dejé.

SU DISCO FRENESÍ, CANCIÓN A CANCIÓN

El primer tema es “Desolación”, ¿cómo lo compusiste?

Lo hice con la guitarra durante la cuarentena, a los 16 años. Fue uno de mis primeros temas y nació siendo una bosa nova, nada que ver. Pero al momento de encarar el disco tuve ganas de llevar la canción hacia un lugar un poco más popero, más “up”, para que se pudiese bailar. El primer disco me gustó mucho pero sentía que tenía que cambiar un poco el estilo. Además, al tener a Samalea en la batería se volvía más fácil eso. Él estuvo en un disco como Parte de la religión, que podría ser tranquilamente un disco de Prince. Sama la tiene muy clara en ese aspecto rítmico y me dio una gran mano. Le pusimos una batería minimalista, pero contundente, hipnótica.

El segundo tema es “Viaje”…

Lo hice a principios de 2021. No recuerdo precisamente como fue el proceso compositivo de esa canción, pero siempre me acuerdo de algo que dijo McCartney acerca de que “las mejores canciones de uno son las que te acordás”. En base a esto, cuando empecé a seleccionar los temas para este disco nuevo, pensé en cuales eran los primeros quince temas que me acordaba. Porque componer, compongo un montón, pero jugué a pensar en cuales eran los primeros que me acordaba, y me acordé de este tema, que ya tenía tres años. Era una canción que me gustaba mucho.

Y “Prince”, ¿cómo lo hiciste?

Yo tenía una [caja de ritmos Roland] 808 con un ritmo todo cuadrado, y sobre eso puse unas strings y salió de una. Es un tema bien ochentoso porque tiene una métrica que juega mucho con el fraseo, con una melodía y los acordes que también acompañan a ese estilo. Fue muy fácil encontrarle la composición. Muchas veces compongo los temas medio en inglés, que es un método que usaba bastante Charly.

¿Las historias de las letras de tus temas, son cosas que te pasan a vos o cosas que les pasan a amigos tuyos?

Muchas veces son cosas que me pasan a mí y otras veces son cosas que me imagino. Cosas que me inspiran en el mismo momento de la escritura de la letra. Imágenes que me llevan a frases y frases que me llevan a ambientes, y de ahí sale una historia con la que completo los distintos párrafos de la letra.

Sí, son letras muy “musicales” y en el caso de “Frenesí”, se te queda en la mente…

Esa es una canción que hice hace rato, en 2020. Podría haber estado en el primer disco, incluso la tocamos en la presentación. Es una canción a la que le tomé mucho cariño. “Frenesí” es un tema muy importante para mí, por algo le da nombre al disco. Aparte a todos los que se los mostré, tanto amigos como familia, a todos les gustó, me decían que era hitero, que tenía mucho power.

Le sigue “Tiempo para amar”…

Fue difícil hacerlo porque ese tema son dos canciones en una. Tenía dos canciones en La a las que no les encontraba la vuelta, dos temas, una en tonalidad mayor y otra en menor, que quedaban cortitas como las había hecho así que probé a unirlas. De esta forma, se volvió un tema largo que para mí es uno de los más completos del disco y de los que más me gustan, porque quedó como me lo imaginaba. Quería hacer un tema que fuera medio como una rapsodia, que tenga un poco de todo. Incluso termina con una parte medio tecno, como que se va todo al carajo. Está bueno eso. Es un tema que cambia todo el tiempo.

Y “Ay! el dolor”, ¿cómo la hiciste?

Esa es por lejos una de mis canciones favoritas del disco, quizás mi favorita. Es una balada que compuse a principios de 2022. Me parece que es la canción que más anhelaba escuchar cómo iba a quedar, porque me la imaginé y quedó exactamente así. Es un tema en el que tiramos todo lo que teníamos en la olla.

“Luna” es una obrita muy sutil, lirica…

Sí, es otro tema que también podría haber estado en el primer disco. Lo hice en 2020. Fue una de las primeras canciones que hice y salió de una. Me acuerdo como compuse la primera parte hasta el estribillo. La segunda parte la hice tipo tres de la mañana, tocándola bien bajito porque yo no tenía auriculares… Estaban todos durmiendo y me acuerdo que me mandaron un mensaje “Che, bajá el volumen…” y yo pidiendo que me dieran 10 minutos más para poder cerrar el tema… Y era que estaba terminando esa parte muy minuciosamente, acorde por acorde, nota por nota. Fue un laburo de academia pero a la vez no perdió la espontaneidad en la que quise contar una historia de una ex pareja que se reencuentra después de un tiempo y salen a caminar, se cuentan cosas que pasaron en el medio… Una situación que puede derivar en algo muy lindo. Hay parejas que vuelven después de haber terminado la relación y la canción cuenta eso. Lo loco es que cuando escribí todo eso aún no me había pasado vivir esa experiencia, fue todo producto de mi imaginación. No había tenido hasta ese entonces ninguna relación amorosa. La gente me preguntaba a quien le había escrito el tema y yo les decía que no se lo había escrito a nadie… (risas) Nadie me cree. Puede parecer la letra de una experiencia que fue vivida pero no, me la imaginé…

Quedó muy bien…

Sí, tiene unos arreglos que fueron muy elaborados, con las strings y el Yamaha CP, en la línea de “Cinema Verite” o “Desarma y sangra”. Hay un montón de temas en esa tónica, como “You Take My Breath Away” de Queen, por ejemplo. Fueron todas canciones que me marcaron, tanto a la hora de componer como en lo que respecta a la producción, la grabación…

Sigue “Disfraz”. ¿Esa cómo la hiciste?

La primera parte de la canción la escribí con la guitarra en Córdoba, en el patio de la casa de mi abuela. Como el estribillo tenía un quilombo armónico tuve que hacerlo en el piano. Me imaginaba que se simplificaba en lo rítmico. Hice una complejidad de acordes sobre un ritmo básico. La batería no para en ningún momento, es cuadradísima, y sobre eso puse acordes planchados más complejos. Quedó buenísimo. Creo que es el tema más hitero del disco. Es para poner al palo. En ese tema grabó Paul Dourge el bajo. Un lujo. Paul grabó en “Desolación”, “Tiempo para amar”, “Prince” y “Disfraz”. La rompió. Eso suma mucho. Imaginate, la batería de Samalea más el bajo de Paul Dourge es una base que camina sola. Pongas lo que pongas encima, el tema va a sonar bien con semejante base. Hubo una cuestión de hacer los estribillos con armonía. No hay unísono ahí, está todo armonizado a cuatro voces. Me gusta mucho el paneo en el estéreo. Si lo escuchás con auriculares vas a tener una tercera voz a la derecha y una quinta a la izquierda, lo que hace que todo se vuelva más espacial. Ahí aportó mucho Zhoca, una cantautora extraordinaria que está por sacar su primer disco.

Después viene “Naturaleza”…

Ese fue un tema que también nació en la viola. Es bastante fogonero. Ahí la letra salió de una. Sabía que quería hablar de la naturaleza y de que no se puede cambiar. “Tenés que aprender a vivir junto a ella por siempre…” El mensaje es que las cosas son así y es en vano intentar entender el porqué. Tuve la suerte de que participe Chico César que es un grande de la música de Brasil.

¿Dónde lo conociste?

Lo fui a ver cuando tenía nueve años y quedé flasheado. Él se re copó conmigo porque yo era un pibito que lo iba a ver tocar. Cuando crecí le mandé por Instagram la foto que nos habíamos sacado en aquel concierto y el chabón no lo podía creer. Se acordó de todo y desde ahí quedamos en contacto. Cuando empecé a componer le mandé mis temas y se re copó. Así que lo llamé cuando empecé a grabar el disco. Le mandé “Naturaleza” porque pensaba que iba bien con su voz y él se enganchó. Me mandó sus partes de voz y me dijo que hiciera lo que quisiera con eso. Así fue. No lo podía creer, fue un sueño. Por eso esa grabación es muy especial porque tengo a unos de mis ídolos de la vida cantando conmigo…

“El lugar” es muy tanguero, ¿cómo hiciste ese tema?

Es medio tanguero, medio bolero también, tiene un aire medio “Giros”, ¿no? Es otro tema que hice hace mucho, durante la pandemia. También de noche, a las 3 o 4 de la mañana. Lo hice y quedó ahí, nunca más le di pelota. Me lo encontré de nuevo de casualidad en la compu, ya no me acordaba de él, y me sorprendió. Era justo la época en que yo estaba escuchando mucho Prince, mucho Michael Jackson, mucho pop ochentoso, ritmos hipnóticos. Así que decidí ponerle también una bata bien cuadrada de esas que no frenan nunca. Le encontré un punto medio, no es un tema mega pop pero tampoco es un tango. Quedó un hibrido. Aparte ahí están invitados Cisne Elocuente, que es una banda que admiro un montón. Son unos capos, de la escena actual son los que más me gustan, lejos. Julio [César Lucero], el líder de la banda, le aportó una suavidad increíble al tema, aparte unas notas agudas a las que yo no llego ni en pedo.

El disco se cierra con “Desarmarte”…

Esa es otra canción súper especial. Se me ocurrió caminando en la calle y lo grabé en el WhatsApp en la esquina de Aguilar y Amenábar, en Belgrano. Estaba pasando por ahí, frené un segundo y canté el estribillo. Lo grabé, llegué a casa y fue muy satisfactorio poder encontrarle una identidad musical en el piano a eso que se me había ocurrido en la calle. Así quedó un tema que admiro y quiero profundamente porque cierra el disco y para mí el tema que cierra un disco tiene que ser incluso más importante que muchos otros. Tanto el principio como el final son muy importantes en una obra. La letra de esta canción es bastante romántica, bastante inspirada en el amor. Quedó muy bien y me gusta mucho. Es una coda emotiva y épica para el disco.

Emiliano Acevedo



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