Sin dudas, el cambio estilístico paulatino de Genesis,
acentuado durante la época liderada por Phil Collins, generaría una de
las mayores polémicas entre los fans de un grupo, como pocas veces se vio en el
rock. Por un lado, el público progresivo
del grupo de la primera hora lo interpretó como una traición, y no le
perdonaría jamás al trío formado por Collins, Mike Rutherford y Tony
Banks haber traicionado sus
querencias “sinfónicas”, de cuando la banda era un quinteto que incluía también
a Peter Gabriel y Steve Hackett. Sin embargo, sería
insensato negar que algo de bueno tuviera la segunda etapa del grupo, más allá
de haber sido tachada como comercial.
El álbum que marca el punto de quiebre en la
historia del grupo y que, sin embargo, es uno de los más logrados del trío es Abacab, que fue editado en
septiembre de 1981, el mismo año que Face
Value, el primer opus solista de Collins. Sin dudas, dos
producciones que tendrían bastante que ver con la veta creativa llevada a cabo
por Genesis desde principios de
los 80 hasta el final de su carrera discográfica en 1997.
A pesar de cualquier reproche artístico, indudablemente,
Abacab
es una gran producción, tan solo hace falta escuchar sus temas para
corroborarlo. Comenzando con “Abacab”, una gran canción que mixturaba en forma
acertada algunos de los rasgos progresivos del grupo con el pop. Por
el contrario, uno de los momentos más polémicos de este disco están vinculados
a la utilización de los vientos de Earth, Wind & Fire en “No
Reply at All”, un tema simple pero con gancho. A esta canción la seguía “Me and
Sarah Jane”, un tema muchísimo más vinculado a la primera etapa del grupo que a
la estética pop, por la historia fantasmal en la que está basado y también
por la gran performance de Banks en
los teclados, quien da vida a una textura inimaginable de climas
musicales que funciona como resumen musical de todas la etapas de Genesis.
Por su parte, “Keep it Dark” mostraba un economía
de recursos musicales, que casi rozaba el minimalismo. Esta canción
también tuvo un curioso video clip en donde los integrantes de Genesis caminaban
por un suburbio holandés -mientras Tony tocaba un teclado Casio de
juguete-, y en donde hasta se animaban de hacer la famosa pantomima de los
monos a la "no veo, no escucho, no hablo..."; casi una
metáfora acerca del nuevo rumbo musical del grupo… Por el contrario, “Dodo /
Lurker” es otro tema progresivo dividido en dos partes. Sin dudas, una
obra maestra y uno de los mejores temas de Genesis de los 80.
En “Who Dunnit?” Genesis peca de gracioso,
auto indulgente y pretencioso; pero, lamentablemente, más allá del homenaje
obvio a Agatha Christie, la canción termina siendo muy poco vanguardista,
más allá de sus intenciones, volviéndose densa. “Man in the Corner” estaba
bien, aunque haya sido injustamente olvidada por los fans intransigentes del rock
sinfónico; al igual que “Like it or Not”, un tema que aunque no se lleva
las palmas, no desentonaría en cualquiera de los discos solistas de Rutherford;
y en donde, además, su título funciona casi como una declaración de principios
de las intenciones creativas del grupo: “Esto es Genesis ahora, te guste o no
“o, mejor, como diría Charly García: “Lo que ves es lo que hay...”.
Y así llegamos a “Another Record”, una canción repetitiva que no aporta
demasiado, más allá de su buen entramado rítmico y casi mecánico en el que el
trío se relaja, jugándola casi de taquito.
En resumen, final del álbum y comienzo de una
pregunta eterna: ¿Genesis se prostituyó o, simplemente, se hicieron millonarios
apostando a una propuesta artística sincera? Si hacemos caso a las definiciones
de Tony Banks –vertidas en la
brillante antología Genesis: El libro de
las revelaciones, 2007- deberíamos inclinarnos por la segunda definición, y
asumir que el grupo eligió hacer esa música más simple porque lo sintió así: “Cuando empezamos a componer el material
para Abacab, parecía que corríamos el
riesgo de repetirnos (…) Parecía un buen momento para nosotros cambiar de dirección,
hacer que nuestro proceso de composición y grabación fuera más racionalizado y
sencillo. Así que nos deshicimos de los grandes estribillos y las panderetas y
los solos de teclados y buscamos que todo fuera más afilado, algo que también intentamos
reflejar en el diseño abstracto de la tapa del disco. Subrayamos este cambio de
dirección en Abacab incorporando un
nuevo productor. Teníamos una buena relación con Dave Hentschel, pero para conseguir un cambio significativo en lo
que hacíamos también necesitábamos realmente un cambio de productor. Así
ingresó Hugh Padgham a trabajar con
nosotros (…) Aunque Abacab no es uno
de mis discos favoritos, creo que le dio lugar a algunos resultados buenos. Por
encima de todo nos dio una sana patada en el culo. Aunque parecía que éramos
más populares y que comercialmente teníamos más éxito, eso fue un efecto
secundario del hecho de estar componiendo de manera más espontanea. A menudo
tocaba algo que normalmente hubiera desarrollado hasta hacer un tema largo,
pero Mike o Phil me detenían y decían, “no, es genial, déjalo así”. Me ayudó a centrarme más en las buenas
ideas.”
El rock progresivo había entrado en su ocaso
y ellos no querían convertirse en una mera caricatura de su propio grupo. En
resumen, actualizaron su sonido y se adaptaron a un nuevo paradigma musical.
Una decisión acertada. Que otros muerdan el polvo….
Emiliano Acevedo