miércoles, 25 de febrero de 2015

14 AÑOS SIN PAPPO...



Ilustración: Ariel Tenorio (http://ccelrock.blogspot.com.ar)

Cuando alguien se trasforma en mito, para conocerlo, lo que queda es reconstruir el rompecabezas recurriendo a los indicios que pueden darnos quienes han conocido al hombre de sangre y barro en su día a día y alejado del aura de la devoción:

“Pappo es indiscutible, porque él llevó la idiosincrasia argentina a la guitarra eléctrica de la manera más cabal y pura…” (Claudio Gabis)

Era como un pibe, un nene malo; pero un tipazo. Sé que hay otras personas que quizás pueden hablar mal de él, debido a alguna de sus conductas o reacciones, pero yo nunca tuve ningún problema, jamás me faltó el respeto. Siempre tuvimos la mejor onda, hasta el final. (…) Por supuesto, ni hace falta que lo diga, como guitarrista es irreemplazable. Era muy groso. El loco llevaba encima la esencia misma del rock, y siempre salía a patear culos cuando tocaba. Lo extraño mucho.” (Alambre González)

Bueno, esa fue una época bárbara, pero con Pappo uno no podía contar para nada. Sin embargo, nos seguimos viendo, y a cada rato me llamaba para tocar. Acá venía seguido. Yo viví siempre en esa casa, desde que nací. Por ejemplo, mi viejo dormía acá, en donde ahora está esta sala de ensayo. Él siempre tenía una damajuana de vino a los pies de la cama, y venía Pappo y se la llevaba. Hasta que un día mi viejo me preguntó: “¿Quién es ese hijo de re mil puta que se lleva mi damajuana...?” En esa época, Pappo venía, se quedaba a bañar y se iba, porque tenía quilombos por todos lados. Cuando estábamos en la casa de él, ensayando con (Alejandro) Medina, capaz que venía la madre de Pappo y le decía: “Norberto, son las seis. Está la leche…” Imaginate como lo cargábamos nosotros, porque siendo semejante pedazo de animal la madre lo trataba como a un nene… Pappo era un hijo de puta que se hacía el malo, pero se hacía más el malo de lo que era en realidad. Él sabía bien con quien hacerse el malo, viste. Pero era terrible. Capaz que yo estaba con una chica y me decía: “Qué lindas tetas que tiene tu novia…” No le importaba un carajo nada.” (Juan Rodríguez)

“Siempre estaba sorprendiéndote con algún delirio, y también con alguna cosa fea. Era un pibe bravo. A veces era más tratable, a veces menos. Qué sé yo. Hay cosas que son difíciles de explicar, en esa incoherencia que siempre fue el grupo, porque Pappo era mucho de apretar el panic button (el botón del pánico), apenas parecía que a Riff le iba a ir bárbaro. A veces creo que hasta tenía celos de sí mismo, como si no pudiera hacer esa música que él quería porque no era blues, y por eso uno siempre tenía que andar recordándole que ésta también era su banda… De cualquier forma, era un tipo muy divertido. Siempre tuvimos una relación cálida.” (Michel Peyronel)

Pappo, siempre Pappo. El Carpo. Norberto Aníbal Napolitano. La guitarra mayor del rock argentino. A lo largo de estos años he tenido la suerte de poder entrevistar a varios de los músicos que lo acompañaron y lo conocieron bien. Estas son algunas nomás, de tantas anécdotas que me han contado del Carposaurio, y, sin embargo, parecen definirlo de manera certera. ¿Pero quién fue en realidad Pappo? Magistral, absurdo, cómico o grosero, genial, violento, tierno; sin dudas, fue una de las personalidades más sorprendentes del rock vernáculo. Vivió mil vidas en los cortos 54 años de su experiencia vital terrestre, pero tan solo ese lapso, en apariencia pequeño, le alcanzó para escribir a fuego su leyenda rockera en la consciencia de miles de argentinos. Fue el Hendrix argento, como tan bien lo definió Billy Bond, y aunque con su figura alcance para escribir miles de biografías devenidas en libro, a mí me alcanza con apenas contarte acerca de mi Pappo particular, ese que quizás sea muy distinto al tuyo (o parecido, quien sabe) pero que no deja de ser nada más que una de las tantas caras de este artista inmenso…

Porque, de nuevo, ¿Quién fue Pappo?  Con este texto no lo vamos a desentrañar ni por asomo, pero… ¿Qué carajo importa?

 
A Pappo lo conocí a través de un tema raro en su discografía llamado “Nunca lo Sabrán”, una melancólica canción bastante lírica, anterior a que formara Pappo´s Blues, que estaba en el compilado de un programa de radio de la época que se llamaba Alternativa. Allí –otra sorpresa-, después me enteré, que el Carpo era acompañado por los Almendra, quienes recién arrancaban. Eran todos pibes de veintipocos y se animaban a fundar y re fundar el rock argentino, de la nada, con piedra, arena, y calidad musical innata. Esa misma calidad que Pappo ya había demostrado en su paso por Los Gatos, la mítica banda liderada por Litto Nebbia. Tan solo dos discos le alcanzaron al guitarrista oriundo de La Paternal para torcer 180 grados el rumbo de una banda, que paso de tocar beat a meterse de lleno en el rock contemporáneo de Traffic, los Stones y Led Zeppelin. Y ahí estuvo Pappo explotando Wincofones con esa viola rabiosa del “Rock de la Mujer Perdida”. ¿Te acordás? Eso fue antes de Riff, y mucho antes de todo. 1969, 1970, y con el almanaque corriendo… Con temazos como “Lágrimas de María”,  “Mujer de Carbón”, o la mejor canción dedicada a un plomo jamás en el rock mundial, la bellísima “Los Días de Actemio”.

 
¿Alguna vez se dieron cuenta lo bien que canta Pappo? ¿No? Escuchen sino esa oda desesperada que se llama “Desconfío”. ¿Quién sino él podía cantar así esas canciones? Ahí aparece ese Pappo sensible que tocaba el piano con dulzura  desgarrada, antes de terminar de derretirnos con sus solos. “El Viejo”, “El Hombre Suburbano”, “El Tren de las 16”, “Sucio y Desprolijo…” Apenas, algunos de los muchos personajes solitarios de las canciones de Pappo´s Blues. Todas las caras de la misma moneda, los múltiples rostros de un tipo que era durísimo por fuera y tierno por dentro.

El mismo personaje que luego se reinventó en los ´80 con Riff, cantando himnos  heavy-metaleros de un futuro que se vislumbraba apocalíptico, luego de los años de plomo de tantas dictaduras nacionales. Pero también cantaba en contra de esa dictadura “Hipona” del rock argento, a la que siempre odió... Y es que Pappo no era un hombre gris, lo suyo era blanco o negro, sin intermedio. Un tipo capaz de insultar en la jeta al (auto titulado) “mayor DJ del país”, o de levantarse en medio de un programa de TV, dejando plantado al conductor de turno, si no le gustaba alguna pregunta o apreciación tilinga…

 
Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que el día que se murió no lloré, pero tampoco pude dormir en toda esa noche de febrero. Daba vueltas, y más vueltas en la cama. No podía dejar de pensar, ni sacarme esa angustia de encima, luego de que leí ese título de Crónica TV que me partió al diome… Era imposible aceptar que se había ido Pappo, el Carpo, Norberto Napolitano. Sin embargo, también esa noche había nacido la leyenda, esa misma que hoy –una década más tarde- me lleva a escribir este humilde texto, que es apenas un bosquejo dedicado a su figura inmortal.

Creo que si me pidieran que elija un solo tema de su obra, me quedo con “Quizás Mañana”, ese impresionante blues incluido en su último disco, que tiene uno de los solos más hermosamente perfectos que escuché jamás, acá y en ningún otro lado. Porque Pappo era extraterritorial… Por eso, otra vez: ¿Quién era Pappo? Y qué sé yo…

Tan solo me pude quedar con algunos indicios. Tan solo con eso, quizás…

Cerca de mi antigua casa, en Lanús, en 2005, alguien pintó con stencil en una pared: “Gracias por tu blues…” Me parece que no hace falta agregar ni una sola palabra más… 

Emiliano Acevedo 


MÚSICA DE CALIDAD ASOCIADA, entrevista a Francisco Salgado



Estamos en un bar de Caballito. Afuera el verano se derrite en las veredas. Adentro, Francisco Salgado (36) apura un vaso de cerveza antes de recordar la época en que fue locutor: “Sí, me recibí en el COSAL. Ejercí desde el 2001 hasta el 2007, aproximadamente. Trabajé en distintos rubros de radio. Incluso, en un momento, tuve un programa de radio de blues que se llamaba Blues en Blanco y Negro, en FM Urquiza. Haciendo ese programa entrevisté a un montón de músicos, como Ricardo Tapia, Claudia Puyó o Botafogo. También, pasábamos música, y venían a tocar algunas bandas. Aún hoy doy clases de radio en dos escuelas y espero poder armar una radio online para poder difundir músicas varias.”

Y es que éste es un hombre polifacético. Sin embargo, en la actualidad su prolífera actividad musical como compositor e instrumentista de armónica y trombón le ganó a su labor radial. Como si esto fuera poco, arrancó como profesor de armónica a los 19 años, y ahora ejerce como docente de música en colegios secundarios, enseñando a sus alumnos que la música es un oficio y no un arte para privilegiados.

Como es de esperar, luego de casi 20 años de trayectoria como instrumentista, Francisco ha venido tocando en infinidad de proyectos, y/o acompañando a otros músicos. Pero nos cuenta que: “Hasta que un día me cansé de tocar otras propuestas, y me di cuenta de que tenía que tocar lo mío”

Seguramente, su temprana curiosidad y eclecticismo estilístico debe ser lo que lo impulsa a tocar en tantos lados a la vez. De hecho en la actualidad podemos ver a este músico hiperactivo en varios proyectos simultáneos entre las que podemos subrayar su participación en la singular Orquesta Errante de Valentín Reiners, junto a músicos de distintas partes del país o en el grupo de la saxofonista Ingrid Feniger.

Sin embargo, sus proyectos principales son El Underground Mafia, un trio de jazz ahora devenido en cuarteto; y, especialmente, Salgado y Asociados, una formación itinerante, para nada atada a los convencionalismos de géneros y estilos. Justamente, en el último año, con el primer álbum de este grupo, grabado en vivo en diciembre de 2013, Francisco generó elogios del público y la crítica debido a esa sonoridad que realmente parece de otro planeta, y a un repertorio avasallante y cautivador no apto para oídos solo acostumbrados al sonido FM. Sin dudas, en la propuesta de Salgado y Asociados, este músico pudo dar rienda suelta a toda su imaginería e idealismo musical, acompañado por colegas de la talla de Pablo Moser (saxo barítono y soprano), Wenchi Lazo (guitarra), Guillermo Roldán (bajo), y Sebastián Groshaus (batería). Además de la participación como invitados de Bárbara Togander (voz) y Enrique Norris (corneta).  

ENTREVISTA > ¿De dónde surge la idea de fundar un grupo que lleve tu nombre?
Bueno, sí, se llama Salgado y Asociados, y es el primer grupo al que le puse mi nombre, pero esto tiene que ver con el manejo del proyecto. Yo traté de pensar un contexto en el que los músicos puedan estar o no, ir pasando, ser más o ser menos… En sí, asociarme con otros músicos para cada situación musical. Por suerte, vengo manteniendo la misma formación inicial, a la que fui ampliando un poco.

¿Es jazz? ¿Es blues? ¿Es fusión? ¿Cómo explicarías la música que hace Salgado y Asociados?
Bueno, yo empecé a tocar la armónica a los 14 años y siempre me gustó el blues y el rock. Es decir, son géneros que vengo tocando desde siempre. Por supuesto, en un momento me interesó empezar a practicar más seriamente la improvisación, y así fue como me volqué al jazz, y a tocar el trombón también; y de todo eso, sale la música de este disco. Explicar la música con palabras va a ser un poco más complicado, pero, resumiendo, es todo esto: una música que tiene elementos de lo que a mí más me divierte. Y es eléctrico…

¿Qué se escuchaba en tu casa cuando eras chico?
Recuerdo que mis viejos tenían los discos de los Plateros, y yo empecé a darles bola cuando tenía 8 o 9 años. También tenían discos de Violeta Parra, Quilapayún, y Les Luthiers. Quizás, el haber conocido tan de chico, artistas con tanta calidad como éstos, me haya terminado influenciado ideológicamente, qué sé yo… Pero, sí, fíjate si no lo que es la música de Violeta. ¡Impresionante!  Al lado de ella, todos somos unos perejiles importantes….

¿Y cómo se te dio por tocar armónica?
Porque de pibe escuché Blues Local, de Pappo, apenas salió, y me encantó. Además, me volvió loco como sonaba la armónica de Luis Robinson en ese disco. Luego, me contacté con el que tipo que tocaba la armónica en la Mississippi, y empecé a estudiar con él.  Después empecé a escuchar los discos de Hugo Díaz, y ya no pude nunca más dejar de tocar el instrumento… Si bien, cuando me puse a estudiar trombón dejé de tocarlo un poco, ahora –con la música de Salgado y Asociados- es como que volví a tocar armónica.

La armónica se asocia con tu temprana afición de pibe por el blues, ¿aprender trombón fue para vos acercarte a una música más académica?
Creo que empecé a estudiar trombón buscando aprender mucho más acerca de cómo funciona la música, y acerca de los distintos ensambles musicales que se pueden hacer entre los instrumentos de viento, por ejemplo. Por suerte, lo fui logrando. De hecho, aun hoy sigo estudiando trombón en el conservatorio.

¿Cuánto decís que hay de jazz y cuánto de blues en la música de tu grupo?
Es un híbrido. La música está toda interconectada, los nombres se los ponen los tipos que tienen que poner los discos en las bateas. Para mí, es todo blues. Después, hay rítmicas, formas, fraseos; que sí tienen que ver con la fusión; si se quiere… Pero, todo viene del blues. Por ejemplo, escuchá cualquier disco de blues tradicional de Bukka White o Leadbelly, y te vas a dar cuenta que la idea de la improvisación es parte fundamental, y no tocaban necesariamente ese blues de 12 compases que después se institucionalizó como la forma en que había que tocar blues. Por lo cual, si yo escucho a cualquiera de ellos dos, o Ornette Coleman, hay diferencias en la utilización de los instrumentos. En fin, sería muy difícil ponerme a diferenciar, en forma exacta, cuantos kilos de cada género, sea jazz, sea blues, dejo caer en mi música…

A mí me sonó un poco parecido a los primeros discos de Zappa…
Sí, bueno, ¿sabés quien me dijo lo mismo? Ricardo Tapia, el cantante de la Mississippi. Yo de Zappa tengo escuchados varios discos, y siempre me gustó; pero no te podría decir que mi música viene de ahí, porque no es un tipo al que tenga como referente musical. Igual, buenísimo que alguien pueda encontrar a mi música parecida a lo que hacía él, porque era un tipo que hacía cosas buenísimas, además de ser muy idealista y tener un gran sentido del humor… De cualquier forma, esa manera de tocar, ese nervio medio desafinado de esta música, es algo propio del rock, pero también del blues tradicional y del jazz…

¿Y con que disco se conectaría más con eso que vos hacés?
Mirá, hay un disco de Muddy Waters llamado Electric Mud (1968) que escuché millones de veces mientras hacía la música de Salgado y Asociados, porque tiene una mezcla que está buenísima. Me gusta todo: como están pensadas las guitarras, los instrumentos que tocan determinados riffs, las bases, la sección rítmica… Y Muddy cantando en forma maravillosa arriba de toda esa música del carajo. En fin, es un disco genial. La intensidad de esos tipos tocando, es la que después los grupos de rock imitaron en un montón de sentidos, viste. Yo creo que  Salgado y Asociados se enmarca en esa misma búsqueda por hacer una música que tuviera ese mismo nivel de intensidad y energía que estos ejemplos que te nombro. A mí me pasa que me divierte tocar un ragtime, y también me divierte tocar un swing o tocar un second line, o tocar blues… O sea, toque lo que toque, básicamente, siempre hago la música que me divierte.

Bueno, justamente, ahora venís de tocar en el Festival Internacional Buenos Aires Jazz…
Claro, y sí, pero también pasa algo que es medio jodido con eso. Porque yo estoy haciendo una música que viene de distintos géneros, y es muy fácil que te metan en determinados contextos, y de ahí luego no te puedas mover más, porque te encasillan en un género determinado. A mí me viene bárbaro tocar en el Festival de Jazz, porque está buenísimo, y me sirvió para que me vea un montón de gente, pero yo quiero tocar en un Festival de rock, también. La música de mi grupo no está hecha para quedarse en un determinado reducto y nada más. Fijate que lo que más le llama la atención a los periodistas y a los músicos que la escucharon es la mezcla que tiene. Por ejemplo, si le mostrás este disco a un tipo que toca jazz, te dice que esto es “rock fusión”; si se lo mostrás a un tipo que hace rock, te va decir que es un disco de jazz, porque “está todo improvisado”; y si se lo mostrás a un blusero, te va a decir que es un disco “de free”… y así, van pasando, viste. Pero eso está bueno porque quiere decir que hice algo distinto.  Ok, entonces, si puede ser todo eso a la vez, toquemos en todos lados…

¿Y por dónde estuvieron tocando con Salgado y Asociados hasta ahora?
Dentro del circuito del jazz, ya tocamos en Thelonious –en donde grabamos el disco-, en Onix, en la Jam de martes, en Virasoro… Pero mi idea también es contactarme con otros gruposcon los que me gustaría tocar para que lo nuestro pueda apreciarse también en otros contextos. Yo apunto a eso. Sin embargo, sé que también cada género tiene sus códigos, y no es fácil insertarse en otros ámbitos, además de que el mercado musical aprieta por todos lados…

¿Otra herramienta para poder llegar a tocar en esos otros ámbitos no podría ser la difusión de tu música por Internet?
Mirá, si bien Internet te genera una serie de posibilidades concretas, con respecto a la difusión de lo que hacés, igual no dejás de estar en un medio que también está saturado. Por otra parte, después de lo de Cromañón, a todo el mundo se le complicó tocar en vivo, debido a determinadas cuestiones vinculadas con las habilitaciones de los boliches y/o centros culturales. También, se redujo bastante la posibilidad de acceder a tocar en lugares con mayor visibilidad, como sería, por ejemplo, un teatro de rock tipo Vorterix. Es obvio que si uno pudiese acceder a tocar en esos lugares, el nivel de exposición de esos contextos haría que se acercara más gente a ver lo que hacés, un público que, de otra forma, no te conocería. Pero no es tan fácil acceder a esos lugares, porque la prioridad está centrada en gente que tiene determinado nivel adquisitivo, o determinados contactos… Si fulano o mengano se copa con la música que vos hacés, vos tenés visibilidad, y si no… El que vos accedas depende de un tercero, y eso es muy jodido.


Hablando de rock, ahora hay un montón de grupos tocando, dentro de eso, ¿como ves el futuro de la música rock?
Esto es algo que vengo investigando desde hace poco tiempo. Yo estuve al margen de la movida un tiempo, por estar muy metido en tocar jazz y demás. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que hay un abanico de artistas muy creativos, muy copados, que hacen muchas cosas con muchísima iniciativa, como es el caso del Circuito Cínico con sus Festicínicos. Hay mucha movida entre los artistas independientes, y eso me parece bárbaro. Por ejemplo, hay un grupo llamado Gualicho Turbio, que hacen una música super original y que está buenísima. Me interesan mucho propuestas como las de estos pibes, porque me siento bastante identificado con su búsqueda musical.

Una cultura musical independiente que estalla en los Intersticios…
(risas) Sí, más vale. Pero eso fue así siempre. Por ejemplo, en el jazz y en el blues pasa lo mismo: es como si el mercado funcionara por un lado, en líneas generales, y la propuesta artística y creativa, por otro. Sin embargo, aún tengo esperanzas de que cada artista pueda, desde su propio intersticio, lentamente, ir convirtiéndolo en un lugar, no en un accidente geográfico… Poder, como artista independiente, crearse un lugar en donde se generen y pasen cosas y que la música esté buena, y vos puedas tocar en tal o cual contexto, y los músicos que te acompañen sean bien tratados, y cobren una guita que está buena por su trabajo; un lugar en donde la gente que te va a ver tocar sea bien tratada… En fin. Pero todo eso no es fácil de conseguir. De cualquier forma, no dejo de creer que eso se puede lograr, porque si no lo otro sería resignarse a que te dejen por siempre en ese margen, y el margen son dos líneas en una nota publicada, y chau, cagaste… Eso sería otro lugar como las góndolas de discos, y uno no hace música para que le digan que es un marginal, y que “si no estás en tal góndola, no existís…”

Conseguir eso sería poder conjugar el ideal de “no venderse” al mercado sin resignar, al mismo tiempo, poder tener la máxima llegada posible al público…
Claro. Obviamente, el tema de la autogestión tampoco es fácil. Lo que estoy aprendiendo de a poco es para que yo hago determinadas cosas. Entonces, en donde aparece algo que no tiene “un para que” que a mí me sirva, no lo hago y listo. Lo más importante es la música, eso siempre va a ser así. Siempre y cuando yo pueda tocar lo que quiero tocar, todo lo demás no importa…

¿Por qué elegiste que el primer disco de Salgado y Asociados sea en vivo?
Porque es una música para que se registre en vivo. Mi idea es que la música del grupo tiene que ser “en vivo”. En el vivo está la energía y la forma del grupo, su esencia. Tocar esto mismo en un estudio no creo que hubiese estado bueno. Porque, como en la música del grupo no hay demasiados arreglos, lo que prima es una comunicación permanente entre los músicos, en donde yo voy dirigiendo determinadas situaciones que van pasando. Pero las dirijo de acuerdo a como las siento en el mismo momento en que las voy escuchando.

Entonces, la idea va a ser seguir grabando en vivo…
Claro, esa es la idea. Voy a ver si puedo volver a grabar en mayo o junio próximo. Espero llegar a hacerlo. Yo ya tengo pensada la música del segundo disco, la tengo toda anotada en los azulejos de mi cocina, ahora me tengo que sentar a escribirla. Después quedará conseguir que me den una fecha para tocar, y coordinar la grabación con el ingeniero de sonido, y todo el resto de la movida, que es algo que lleva su tiempo…

En sí, ¿cómo es el proceso de composición de tu material?
Yo tengo un concepto –por ejemplo, “quiero que esto sea un second line”- , luego lo escribo, y con eso, le voy proponiendo disparadores al grupo para tocar. Hay partes escritas y partes improvisadas. Obviamente, lo que se improvisa está en relación con lo que está escrito. Por ejemplo, eso que te decía acerca de la composición del segundo álbum. Yo anoto la idea de lo que quiero hacer, y determinados referentes musicales que me hacen acordar lo que quiero hacer entre determinadas partes del tema. En sí, todo parte de un concepto que quiero hacer. Te doy un ejemplo puntual: ahora estoy haciendo un tema que se llama “Boogie del diablo”, que quiero que esté entre la música del armoniquista William Clarke y la de Anthony Braxton. Cosas que escuché de los dos que me permiten hacer lo mío. Después me pongo a digerir eso y ver qué me va saliendo a mí. En resumen, esa idea inicial luego es seguida por el laburo de las horas en las que me siento a tocar.

¿Y cuándo te das cuenta de que temas son para trombón y cuáles para armónica?
Muchos temas los escribo en el piano, pero cuando los voy escribiendo ya tengo definido para que instrumento va a ser. Sobre todo porque son dos instrumentos muy diferentes, y, por supuesto, a uno no le puedo pedir lo que hace el otro.

¿Qué discos estás escuchando actualmente?
Enrique (Norris) me pasó un par de discos de la orquesta del saxofonista David Murray que me encantaron; también estoy escuchando mucho Treat Her Right, una de las bandas que tenía Mark Sandman, el cantante de Morphine. También me gusta mucho escuchar un disco genial de Sonny Boy Williamson, que me mandó una pareja de músicos amigos que están viviendo en Holanda, ¡no se puede creer lo bueno que es ese disco! Por supuesto, hay grupos clásicos que siempre voy a escuchar como Creedence, o Zeppelin, porque, en líneas generales, siempre vuelvo a escuchar rock. También soy de escuchar determinados discos de Bob Marley o Peter Tosh.

¿Qué tema de todos estos artistas que nombrás te hubiese gustado componer a vos?
Cualquier tema de Morphine, con esos riffs de barítono y bajo que tienen. A mí me llama mucho la atención esos tipos que descubren en la simpleza algo que es diferente. Mark Sandman era un tipo que tenía eso. El loco tocaba con slide un bajo de dos cuerdas, y se le ocurrió hacer un grupo con batería, y chau. Inclusive, el otro grupo que él tenía, Treat Her Right, también era un grupo con una formación bastante rara. Eso que te decía, que hace que la música de personajes como él sea diferente, es lo que más me interesa a mí, porque creo que a partir de esa forma de hacer música luego sale un estilo. Un estilo en donde los temas son compuestos de determinada manera, en función del timbre que estos artistas tienen en sus grupos. Qué se yo, hay infinidad de música genial. Otro artista que inventó su estilo es (Charles) Mingus, haciendo temas que son de otro planeta, totalmente increíbles…

¿Qué estrategias utilizás para difundir y que escuchen tu música instrumental en esta época actual en la que parece primar la escucha distraída, aleatoria del mp3 y otros formatos digitales?
Bueno, yo la digitalizo, la dejo ahí en YouTube y vos escuchá lo que quieras… Creo que cada vez más las casas empiezan a estar invadidas por pantallas. Tenés, mínimo, tres o cuatro pantallas en cada vivienda, ya sean celulares, computadoras, tablets, o televisores; y entonces, claro, el tiempo de ocio de la gente empieza a pasar por otro lado. Quizás muchos terminen viendo, en la pantalla de un celular del carajo, una selección de videos, uno más boludo que el otro, y se conformen solo con eso… Sin embargo, mismo esa dispersión va a cambiar, y se va a convertir en otra cosa. Creo que hay que acomodarse a esta situación y aguantar. Me parece que desde hace un tiempo largo, el disco pasó a ser un acto de romanticismo, por eso yo haría los discos por internet, salvo porque aún hay un montón de gente a la que le sigue gustando tener un disco en la mano. De cualquier forma, yo soy un convencido de que los formatos cambian, porque vos también podés tener un disco digital con un hermoso arte de tapa. Sin embargo, fíjate que, al mismo tiempo, todo el mundo lo quiere piratear, nadie quiere comprarlo. Entonces, lo ideal sería poder hacer las dos cosas; mantener la idea de seguir editando en formato físico para que la prensa, la crítica se entere de los lanzamientos, además de que le llegue a los tipos que aún quieren tener su copia en las manos; y, al mismo tiempo, hacer un disco digital para todos aquellos que quieran escucharlo en su i-phone. En resumen, hay que combatir en todos los frentes.

¿Cuáles son tus proyectos a futuro con Salgado y Asociados?
Ok, proyectos. Quiero laburar un poco más determinadas sonoridades con los caños. Justamente, un par de materias que tuve que hacer en el conservatorio este año tienen que ver con eso. Me gustaría trabajar mucho eso en el grupo, porque tengo muy buenos saxofonistas, y se puede dar una mezcla que esté buena. Lo que no quiero es que la música del grupo pierda el impulso y la energía, ni tampoco quiero escribir nada que haga que el resto de los músicos se sientan incómodos. Este primer álbum que pasó fue, simplemente, el primer paso de un camino. Hay cosas que quiero reelaborar. Me gustaría que algunas estructuras sean más versátiles, pero manteniendo la identidad de la propuesta de cada tema. Quizás, luego hagamos temas más largos. No sé, ya se verá.

Emiliano Acevedo



martes, 17 de febrero de 2015

IRON MAIDEN: LOS PRIMEROS AÑOS...



Seguramente, cualquier libro de Historia del Rock podría decir algo así: “Alguna vez, hubo una banda inglesa que cambió la forma de hacer rock pesado, y que se volvería leyenda a partir de los años ’80. Su nombre era Iron Maiden…”

Claro y conciso. Sin embargo, antes de las megas giras, los shows impresionantes, los partidos de fútbol contra otras bandas; antes del jet, y de “The Trooper”, con su desfile con la bandera Union Jack de fondo; antes de todo eso hubo un grupo under que se formó durante la transición estilística entre el rock progresivo y el punk, a mediados de los ´70. Un grupo que nació durante un periodo de más dudas que certezas, en donde el rock británico –luego de un histórico primer lustro en los ´70- se enfrentaba a un cambio de paradigma estilístico en el que surgirían las nuevas corrientes que dominarían la próxima década. Y en la tierra arrasada del heavy metal, en donde varios se probaban la corona de grupos caídos en desgracia como Deep Purple o Black Sabbath, o en retirada como Zeppelin, surgiría Iron Maiden como una de las principales bandas encaramadas a renovar el estilo, pero manteniéndose como hijos directos de la fragmentación de estilos de esa misma década de los ´70 que los vio nacer.

UN LARGO Y TORTUOSO CAMINO INICIAL
La historia de Iron Maiden arranca en 1975, cuando el bajista Steve Harris se une al guitarrista rítmico Tony Parsons y al baterista Doug Sampson con la intensión de formar un grupo de rock pesado. Luego de varias idas y vueltas se produce el ingreso del guitarrista Dave Murray al grupo, que en ese momento estaba conformado solo por Steve Harris y Doug Sampson. A pesar de las adversidades el trío de músicos siguió firme en su propósito. Sin embargo, la estrella del grupo, en esta primera etapa, va a terminar siendo el vocalista Paul Di´Anno, un tipo que cantaba como los dioses, y que había entrado a la banda en 1977. 

Curiosamente, Di´Anno no era el típico vocalista de heavy metal que gritaba hasta llegar a las notas más agudas posibles. Por el contrario, poseía un estilo más bien gutural, además de una gran capacidad vocal e increíble energía. Justamente, esta forma de cantar y su actitud rebelde, despreocupada y contestataria con la que este frontman manejaba al público, sumado a sus dotes como compositor, ayudó enormemente a atraer más y más admiración por la banda en esas primeras épocas.




 Aunque los primeros cuatro años de Iron Maiden fueron un duro batallar, terminarían siendo el mejor training posible para que los muchachos pudieran plasmar por fin toda su musicalidad en su debut discográfico. Antes de eso, en 1979, grabarían su primer demo en estudio. El resultado fue The Soundhouse Tapes, un EP publicado en noviembre de 1979 con una edición de 5 000 unidades. Poco después, Sampson abandonó la agrupación debido a problemas de salud, y en su lugar ingresó Clive Burr junto a otro guitarrista, Dennis Stratton.  

Pero no será hasta 1980 que les llegue su gran oportunidad, cuando EMI los contrata para que editen su primer larga duración, Así, finalmente en febrero de 1980 y en sólo trece días, Iron Maiden terminó la grabación de su homónimo álbum debut. El resultado final, aunque gustó a los aficionados y a los críticos, defraudó a los integrantes del grupo, y en especial a Steve Harris, que criticó el poco interés del productor Will Malone por pulir el pobre sonido de la cinta. Sin embargo, en la actualidad son pocos los que reparan en la calidad del sonido de este clásico imperecedero del rock pesado. Sin dudas, uno de los mejores debuts de la historia del rock.

En sí, el primer álbum de Iron Maiden se destacaba por su original combinación de la fuerza del punk y el rock pesado mixturados con las pretensiones instrumentales del rock progresivo. Por eso no sorprende que este disco debut  haya sido catalogado como una de las piedras básales del llamado “New Wave of British Heavy Metal”. En este primer álbum, al igual que en los posteriores, Steve Harris fue el principal compositor. El bajista escribió casi todos los temas a excepción de “Charlotte the Harlot”, cuyo autor fue Murray. Por otra parte, las canciones “Remember Tomorrow” y “Running Free” fueron compuestas en tándem por Harris y  Di´Anno; mientras que “Santuary” era la única cuyos autores fueron los tres músicos.

Iron Maiden arrancaba con la energía brutal y urgente de “Prowler”, un tema alucinante con vocación de clásico; una pesadilla ficcional que incluía un ambicioso desarrollo musical y rítmico. El épico “Phantom of the Opera”, uno de los preferidos de Steve Harris, era un impresionante tema de siete minutos de duración, y se convertiría en una de las composiciones más complejas y mejor logradas de la historia de la banda; una canción sin desperdicio que combinaba múltiples secciones melódicas en medio de una ambiciosa fusión de estilos que poco tenían que ver con el rock pesado tradicional. Por el contrario, en “Running Free” y “Sanctuary” –dos temas casi punk- la cosa se volvía más simple y urgente. Según Di´Anno la letra de “Running Free” era autobiográfica, ya que recordaba su adolescencia: “Trata sobre tener dieciséis años, y como dice, salir corriendo salvaje y libre. Proviene de mis días como skinhead”

¿Y qué se podía decir de “Iron Maiden”, un tema que aún hoy se mantiene como uno de los clásicos infaltables en los shows del grupo? Un verdadero himno que mostraba por donde iban a venir los tiros, de aquí en más, en la obra de este grupo británico.

“Transylvania” fue el primer instrumental –y único de este álbum debut- grabado por Maiden, y uno de los más complejos de su historia, debido a sus imaginativos cambios rítmicos. Una obra que no tiene nada que envidiar a los mejores trabajos de Rush, u otras bandas progresivas de los ´70.  Por su parte, “Strange World” se destacaba por su virtuosismo sutil y sus partes instrumentales tranquilas y casi psicodélicas.

Como decíamos,  “Charlotte the Harlot”, el único tema compuesto aquí en soledad por Dave Murray, sería el primero de una serie de cuatro temas dedicados a una prostituta ficticia llamada Charlotte. Por su parte, “Remember Tomorrow” destilaba sutileza en estado natural. Una hermosa canción que empezaba casi en forma de balada para ir ganando velocidad en forma paulatina hasta desembocar en un cierre apoteósico protagonizado por un solo de guitarra demente. 

En resumen, un  álbum fantástico. Sin embargo, a pesar del triunfo que supuso este aplastante debut discográfico, los vaivenes en el grupo continuaron bastante tiempo más. Incluso durante las giras de presentación del álbum, cuando se produce el despido de Dennis Stratton, en octubre de 1980, luego de un show en Noruega. El guitarrista, cuya salida de Maiden se debía a diferencias musicales, sería  reemplazado por Adrian Smith, un amigo de Murray.

EL SEGUNDO CAPITULO ASESINO…
Con su nueva formación, Iron Maiden graba su segundo álbum Killers, producido por Martin Birch, que ahonda el mismo estilo musical del primer disco. Birch, que anteriormente había trabajado con grupos exitosos como Deep Purple, Fleetwood Mac y Black Sabbath; iniciaba así su exitosa colaboración con Maiden, que se extendería por más de una década. Este cambio de productor produjo un cambio significativo en el sonido del grupo con respecto al primer disco. Porque, aunque quizás no haya reproducido el impacto del anterior, Killers (editado el 2 de febrero de 1981) era mucho más acabado en cuanto a sonido. Aquí, tanto la aplastante música del grupo como la cautivante voz de Di´Anno, llena de pasión y emoción, quedarían muy bien plasmadas en temas como “Murders in the Rue Morgue”, “Another Life” y “Purgatory”.

Además, el repertorio de esta segunda producción de Iron Maiden incluía dos temas instrumentales (“The Ides of March” y “Genghis Khan”); además de estar nuevamente escrito y compuesto en su mayoría por Steve Harris. En sí, la mayor parte del material de Killers -con excepción de “Murders in the Rue Morgue” y “Killers”-, ya había sido compuesto antes del lanzamiento del disco debut, pero debido a que no podían caber todos los temas en aquel álbum, fueron posteriormente regrabados al incorporarse Adrian Smith al grupo.

“The Ides of March” era el corto instrumental que abría el disco, casi un bolero cuyo compás con ritmo marcadísimo enganchaba a la perfección con “Wratchild”; un tema muy potente cuya música desconaba los parlantes, mientras los alaridos de Di´Anno se elevaban a la estratósfera. Seguía “Murders in the Rue Morgue”, un relato en primera persona del famoso cuento de Edgar Allan Poe, en donde Di´Anno hacía una de sus más memorables interpretaciones.

“Another Life” era una aplanadora sónica, que empezaba con los tambores dementes de Clive Burr, cuya fuerza casi punk servía de base a un tema muy extremo de gran velocidad. Esta canción enganchaba en forma perfecta con el segundo instrumental del álbum, “Genghis Khan”, cuyos interesantísimos cambios rítmicos anunciaban la segunda parte del disco. Aquí nos encontrábamos con “Innocent Exile”, otra canción potente y demente; y “Killers”, cuya naturaleza asesina le hacía honor a su título. Sin dudas, el tema más recordado del álbum y otro de los mayores clásicos de la historia del grupo.  Por su parte, la hermosa y progresiva "Prodigal Son” se destacaba por una melodía basada en sutiles arreglos instrumentales que combinaban potentes solos de guitarra eléctrica con una base muy fina de guitarras acústicas, lo que terminaba emparentando a esta canción con el material más campestre del Genesis de los ´70, o incluso con los mejores momentos del primer Supertramp.  

Por el contrario, muy poco de delicado tenía “Purgatory”, otra canción potente y de ritmo arrebatado. Lo mismo que “Twilight Zone” y “Drifters”, los dos rockazos que concluían Killers, que incluían varios de los mejores aullidos de Di´Anno. Las frutillas del postre de otro álbum memorable, y el punto final de esta primera etapa del grupo.


El resto de la historia es conocido. Di´Anno sólo podría darle magia y vida a Maiden en estos primeros dos discos, ya que -debido a su comportamiento volátil e intratable, y su incontrolable adicción a las drogas y el alcohol- sería expulsado del grupo, a fines de 1981, luego de haber sido detenido por la policía en varias ocasiones por sus abusos. Estos problemas con la ley de Di´Anno, por los que había fallado a la banda en varios momentos claves, motivaron a Steve Harris a tomar la decisión de reemplazarlo por Bruce Dickinson. Comenzaba así la etapa más exitosa de Iron Maiden, una banda que se transformaría luego, dentro del heavy metal, en el icono más claro y referencial del estilo para muchos de los grupos que surgirían a partir de los ´80. Sin embargo, nada de eso hubiera sido posible sino hubiesen existido estos dos primeros álbumes llenos del candor de esos primeros años under de Maiden. Había nacido así la leyenda de la Doncella de Acero...

Emiliano Acevedo