domingo, 26 de septiembre de 2021

ANÉCDOTAS CON PETER DEANTONI...

Siempre es un placer dialogar con Peter Deantoni, protagonista y testigo de mil historias en la ruta del rock. Peter es un apasionado, que no se cansa de narrar las anécdotas de su increíble vida aunque tenga que afrontar una entrevista tras otra. Tal vez sea porque trabajó con Los Abuelos de la Nada, Nito Mestre, Johnny Rivers, Frank Sinatra, Joe Cocker, Serrat, The Police, B.B. King y Pappo, entre muchísimos etcéteras. Productor y manager legendario, en la figura de Deantoni se une la soltura y la garra de esos tipos de barrio, hijo de tanos, que sigue adelante, levantándose una y otra vez, a pesar de los obstáculos de la vida.

Hace un par de años escribió un libro legendario para dar cuenta de sus andanzas junto al Carpo (Pappo Made in USA, en la ruta del delirio) y ahora está preparando un anecdotario que ya estamos ansiosos por leer.

ENTREVISTA> ¿Cómo es este nuevo libro que estás haciendo?

Estoy con un escritor bastante conocido llamado Agustín Soria, estamos escribiendo un segundo libro que se va a llamar De la A a la Z con Peter Deantoni. Entonces arranco con Almendra, que fue una de las primeras bandas a las que vi y con las que trabajé en vivo y termino con ZZ Top, a quienes también conozco y de los que soy amigote. Bueno, por ejemplo, en la V está Virus, con quienes tengo muchas anécdotas. Y es que tengo anécdotas con casi todas las letras del abecedario. Hasta con la Y, con Atahualpa Yupanqui

¿Con Atahualpa, también?

Sí, hice una gira con él en Francia, fuimos por cuatro días. Fue una experiencia muy enriquecedora. Atahualpa fue a tocar, hicimos un concierto y nos volvimos. Lo interesante es que quién recomendó. Yo trabajaba como chofer y manager de ruta de Mercedes Sosa, cuando estaba acá en Buenos Aires, porque ella no tomaba aviones de cabotaje. Viajábamos con su Peugeot importado de alta gama a todos lados, de hecho fuimos hasta Ushuaia en su auto. Así que, Mercedes fue la que le dijo a Atahualpa: “Llévese a mi amigo Don Peter…” Y me fui con él porque el viejo no tenía manager. Así que hice todo el trabajo de ruta que había que hacer con un artista. Fue la única vez que lo vi y laburé con él, después no lo vi más…

¿Cómo te contactás con Soria?

Agustín hizo un libro muy interesante sobre Keith Richards, que se llama Keef and Winos. Él me había llamado porque quería preguntarme algo sobre Cerati, así que lo cité en una cafetería, y le llevé mi primer libro de regalo y él me trajo el suyo. Agustín quería preguntarme sobre Gustavo porque sabía que yo había hecho la primera gira solista de él, cuando presentó el disco Bocanada, entonces le conté como fue todo eso. Luego leí el libro del pibe y me volví loco porque estaba redactando y documentando todo, minuto a minuto. Entonces me di cuenta que Agustín sabía hacer lo que yo no sé porque no tengo una memoria de ese estilo… Nos juntamos y le metimos para adelante… Cuando empezó a mandarme material de todas las bandas y anécdotas de las que íbamos hablando me di cuenta de que el pibe era un genio. Estoy muy entretenido con este proyecto nuevo. El libro ya está casi terminado, solamente tendríamos que agregar algunos datos más que nos pidió Leandro Donoso, el editor de Gourmet Musical, y saldría a mediados de 2022. Por otro lado, con mi amigo Andrés [Calamaro] tenemos pendiente hacer un proyecto juntos, un video libro, que se va a llamar Dos Abuelos. Va a ser una especie de charla entre él y yo en la que vamos a contar nuestro paso por Abuelos de la Nada, que es un grupo que, con el paso del tiempo, se ha transformado en una banda de culto para muchos jóvenes que quieren conocer un poco más de su historia. Una banda que sonaba de puta madre… Yo escucho el rock argentino y me encanta como suena. También sé cómo se hizo cuando en otros países, en Europa o en Estados Unidos, nos llevaban años luz con la tecnología. Escuchá a grupos como Color Humano, que hoy siguen sonando geniales. O mismo Kubero Díaz con La Cofradía de la Flor Solar. Realmente, hay unos grupos increíbles. Más allá de los íconos: Manal, Almendra y Vox Dei. Esos ni hablar. Vox Dei era una aplanadora de rock, y [Ricardo] Soulé, para mí gusto, es uno de los mejores cantantes argentinos junto con Lebón

Tu presencia estuvo de entrada en la movida, por ejemplo aparecés en la película Rock hasta que se ponga el sol. ¿Cómo filmaron eso?

En B.A.Rock, yo estaba laburando con Color Humano, y aparece la mamá de mis hijos, Haydee Graneros, que es la mina de pelo muy largo, junto a Jorge Luis Iosovich, que fue uno de los primeros en llegar a habitar en El Bolsón. Para los testimonios, nos llamó el director de la película Aníbal Uset. Lo que pasa es que no contaron con nuestra astucia. (risas) Nosotros dijimos lo que quisimos, no nos dieron guion ni nada. Esas declaraciones se filmaron después del show. Inclusive, a mi amigo Salvador Bruno, que aparece en la apertura de la película, lo volvieron a citar para filmarlo como que fue el primero en entrar al B.A.Rock, y de ninguna manera lo fue. (risas) Esas filmaciones se hicieron otros días. Inclusive, en el segmento de Vox Dei hay una escena en la que Ricardo está con barba y otra en la que no. La película tiene errores de continuidad.

Hablando de Vox Dei, vos también trabajaste con ellos, debió ser bastante difícil de llevar adelante las relaciones personales entre ellos, ¿no?

Y sí, porque estaban muy peleados. De hecho, produje su disco Gata de Noche, que es un álbum que suena fantástico, y después de eso nos íbamos de PolyGram porque se vencía el contrato para ir a un nuevo sello que se llamaba ATC Discos. Ellos ya habían editado a Sandro y el nuevo lanzamiento íbamos a ser nosotros. Sabemos que Vox Dei fue siempre el nexo entre lo popular y lo rockero. En ese momento, Ricardo había preparado una obra basada en el Cid Campeador y estábamos reunidos en las viejas oficinas de Daniel [Grinbank], en la calle Rodríguez Peña y Santa Fe. Mi amiga Olga Gatti, que era la manager de Mercedes Sosa y hacía las veces de secretaria y coordinadora de la oficina, le preguntó a Ricardo cómo iban a registrar la obra para llevarla a SADAIC. Y Ricardo le respondió: “Letra y música: Ricardo Soulé”. Y Willy [Quiroga], que estaba atrás, dijo: “¿Pero, qué decís?” A lo que Ricardo contentó: “La obra es mía. Vos tocaste las líneas de bajo pero eso no te hace nada más que el bajista. La obra terminada la traje yo”. A lo que Willy le respondió con una puteada… Así comenzó una discusión y, en un momento, Willy levantó una silla y se la revoleó por la cabeza a Ricardo, que justo se agachó. La silla rompió los vidrios y cayó sobre la calle Santa Fe…. Esa fue la última vez que hicimos algo juntos. Después de ver eso no quise seguir… Yo tengo una amistad muy grande con ambos pero ellos dos están peleados a muerte.

Antes hablabas de tu experiencia en como manager de los Abuelos de la Nada, ¿es cierto que te agarraste a trompadas en un micro con Miguel Abuelo?

Sí. Miguel era perro en el horóscopo chino y como tal ladraba todo el día. Tenía tanto de genio como de demonio. Y una vez, tipo siete de la mañana, cruzando el puente de Avellaneda, de provincia a Capital, me empezó a romper las pelotas con que le dé plata. Yo liquidaba los lunes porque eran ocho monos para liquidar y había que hacer todas las cuentas. Así que le dije: “Miguel, me firmaste un recibo hace una hora, te di mil pesos, no rompás las pelotas…”. Y me empezó a decir que yo era un esclavo de Grinbank y no sé qué mierda. Así que, me levanté y le metí un par de piñas. Me tuvo que venir a parar Cachorro López. Le dejé los ojos negros porque las dos piñas se las pegué en la cara. Y Miguel al lado mío era chiquito… Para colmo, al otro día tenían que aparecer en un programa de televisión y se tuvo que poner unos anteojos negros gigantes. Y estando ahí en el canal, se me acercó, y yo pensé, “otra vez… no, que quiere ahora”. Cachorro vino enseguida para separar por si había quilombo. Pero se sacó los anteojos y me dijo: “Me gusta tu estilo, estás contratado…”. (risas)

¿Y en lo personal cómo venís en la actualidad?

Bárbaro. No me arrepiento de nada de lo que atravesé, ni de beber en exceso. Soy un recuperado, ex alcohólico. Me metí en una comunidad terapéutica y, la verdad que era lo mejor que podía hacer porque estaba sumergido en una botella. No soy de esos que te van a decir “no te tomes un vino”, el tema es que yo tomaba vodka de la mañana a la noche. Y no hay manera de salir ileso de ahí. Ahora me siento mucho mejor. Pesaba 132 kilos cuando empecé a ir a la comunidad, todos de alcohol, y salí con 87.

También estás haciendo radio, ¿cómo es tu programa?

El programa se llama Caballos Salvajes. Siempre tenemos algún invitado por programa. Va en vivo los viernes, de 18 a 20, y se repite los domingos de 17 a 19. Está en www.csvradio.com.ar. Se puede ver o escuchar.

¿Te gusta algo del rock actual?

De lo que vi, hay muy poco que me guste. Soy muy clásico para los gustos entonces si voy a ver a alguien tiene que ser algo que me mueva. Voy mucho a ver a tocar a Richard Coleman, que aparte de ser un amigo me encanta lo que hace. También, a Nito Mestre. Me gusta mucho David Lebón, que es amigo y hasta vivió en mi casa cuando yo vivía en San Isidro. Soy muy clásico, no escucho muchas bandas nuevas.

¿Y cuándo te volviste tan fan de los Stones?

Desde chiquito porque los descubrí casi al mismo tiempo que salieron. Mi viejos laburaban en una casa en las Barrancas de San isidro y la hija de la dueña de la casa trabajaba en British Airwave. Ella me traía discos, y me trajo de los Beatles y de los Stones al mismo tiempo. A mí me pareció más fácil tocar la batería como Charlie Watts. Quería ser baterista por él. A través de los Stones empecé a descubrir música porque ellos siempre hablaban de sus influencias. Así, descubrí a todos los bluseros negros. Luego tuve la suerte de laburar con ellos: BB King, Albert King, Albert Collins, Freddie King… Puedo decir que tuve ese privilegio en mi vida. No lo digo desde la pedantería sino desde la buena suerte que tuve gustándome, como me gusta, la música. No concibo la vida sin ella.

Emiliano Acevedo