viernes, 30 de junio de 2017

VAN DER GRAAF GENERATOR, H to He, Who Am the Only One: Pioneros jugando con nuestros sentidos...



Editado en diciembre de 1970, H to He, Who Am the Only One es una experiencia sonora única, que te revuelve la mente y todos los sentidos. De movida nomás, hay que decir que su singular título se debe al proceso en el que “el hidrógeno se funde con el helio para producir la principal reacción exotérmica, generadora de energía del universo” (según versa en el sobre interno del disco). Es otra frase científica que da cuenta del paso del cantante Peter Hammill por las aulas de la Universidad de Manchester, cuna desde donde surgirá la propia VDGG.


En sí, en este tercer disco de Van Der Graff Generator queda solidificado de forma completa el “sonido VDGG”, y todo lo bueno que había insinuado el grupo en su soberbia producción anterior (The Least We Can Do is Wave to Each Other, 1970). De esta manera, en H to Hetenemos varios de los elementos que forman parte del imaginario musical permanente de este genial grupo del rock progresivo, incluyendo al furioso y envolvente sonido del órgano Hammond, que hizo de la banda de Peter Hammill una de las más originales y dark –si por eso nos referimos a lo gótico de su propuesta artística- de toda la historia del rock internacional. No es casualidad que varios grupos posteriores (de estilo cuasi gótico) como Joy Division o Suxie and the Banshees hayan tomado a Van Der Graaf Generator como uno de sus grupos de cabecera.

En lo que respecta a este H to He Who Am the Only One, en esta época el grupo estaba conformado por Peter Hammill (en voces, guitarra, piano y teclados), Nic Potter (bajo) –luego reemplazado, en mitad de la grabación, por Hugh Banton (órganos Hammond y Farfisa, bajo con pedaleras, guitarra, piano, teclados y voces), Guy Evans (percusiones y batería) y David Jackson (flauta, teclado y saxos alto, barítono y tenor). Un Dream team que se complementaba con la participación de Robert Fripp en la guitarra, un invitado de lujo, que usualmente gustaba de acompañar los emprendimientos musicales de su amigo Hammill (como también lo haría luego en el primer brillante opus solista de éste: Fools Mate, de 1971). Pero basta ya de palabrería y aprestémonos a recorrer esta soberbia producción que hoy nos compete.

H to He arrancaba con el cuasi súper clásico de VDGG “Killer”, un soberbio tema de ocho minutos que contenía un carácter musical “siniestro”, tanto en lo que respecta a su contenido instrumental como lírico, para conformar una pieza poderosa en la que la banda se mantenía todo el tiempo sonando a pleno, en una performance que incluía una increíble mixtura formada por el sonido violento de los saxos de Jackson y la soberbia voz de Hammill (no por nada, reconocido casi en forma unánime como el “Jimi Hendrix de la voz…”). La composición de este tema fue bastante curiosa, porque surgió de un intento deliberado (¡y descocado!) de unir fragmentos separados de varias canciones, tratando de crear un tema que pudiera ser exitoso como single, o que al menos fuera posible que lo difundieran en la radio. Así fue compuesto, a partir de una estructura básica de canción escrita por Hammill en 1968, a la que se sumó un fragmento de "A Cloud as Big as a Man's Hand", otra vieja canción escrita por (el ex miembro de la banda) Judge Smith; y un riff rockero compuesto por el organista Hugh Banton que había sido influenciado por “Brontosaurus”, un tema de los Move. En sí, la letra de “Killer” da cuenta de la historia de un tiburón que se encuentra en el medio del océano, y que se da cuenta que se ha quedado totalmente solo, luego de devorar todo lo que tenía al alcance.

 
Lo seguía “House With no Door”, un bellísimo tema con una encantadora melodía muy sutil, producida por la conjunción de piano e instrumentos de vientos (en especial flautas). La letra habla de un personaje que tiene mucha dificultad en hacer amigos y no es capaz de formar lazos durareros con las otras personas. Esta canción es una de las varias en las que Hammill utiliza el término “casa” como metáfora, algo que volvería a realizer en su siguiente album solista. Por su parte, es muy interesante también el trabajo de Guy Evans en percusión, y en especial por como éste utiliza el tympani en canciones como "The Emperor in His War-Room" (compleja canción tipo suite dividida en dos partes) o "Lost", dos piezas que conforman un complejo tapiz sonoro confeccionado a partir de texturas impresionantes y furiosas, plagadas de cambios e intricados arreglos musicales, que no decaen en ningún momento. Además, el efectivo uso de los saxos de David Jackson da a la música incluida en esta producción un inolvidable carácter vivaz y sobrecogedor. Otro de los temas destacados de este disco es “Pioneers Over C”, una pieza compleja que se destaca tanto por sus cambios rítmicos como su lírica intricada que habla de una sociedad futura en donde unos astronautas abandonan nuestro planeta para nunca más volver, como cuestionando la caída de los valores de toda la humanidad.


Por todo esto no podemos más que agregar que este es otro álbum que (junto a Pawn Hearts, de 1971) retrata a Van Der Graaf Generator en su mejor momento y es, sin duda, un soberbio ejemplo de como el rock progresivo podía volverse oscuro y sobrecogedor. Una verdadera obra de arte de la música popular. Muy recomendable.

Nacho Melgarejo

 

ERUCA SIGUE SIENDO: Presentación de Eruca Sativa en el Luna Park, 22 de junio de 2017.



La respuesta que recibe por parte del público es uno de los factores que prueba si un grupo ha crecido musicalmente, o al menos si ha mantenido su nivel. Así, la atenta y calurosa recepción que reinó entre los asistentes al Luna Park durante la segunda actuación de Eruca Sativa en el escenario porteño fue la respuesta merecida a una propuesta musical tan bien lograda. Barro y Fauna, el quinto disco del power trío presentado en esta velada, es quizás su mejor y más ecléctico álbum hasta la fecha y en este show por momentos alcanzó una sorprendente densidad, groove e intensidad.

En medio de una escenografía simple pero llamativa (una pared por detrás de los músicos del grupo, y dos escaleras a los costados para que éstos pudieran subir a tocar con los numerosos invitados que los acompañaron a lo largo del show) que terminaba en una pasarela hacia una isla en el medio del campo; Lula Bertoldi (guitarra y voz), Brenda Martin (bajo y coros) y Gabriel Pedernera (batería y coros) dedicaron su energía a la interpretación musical de los temas del álbum, además de buena parte de lo mejor de sus cuatro trabajos anteriores. A medida que avanza el recital todo el Luna iba a entregándose a la intensa música de Eruca.


Desde la apertura del show, con “Intropía”, se desplegó una puesta en escena espectacular, coordinando luz y sonido en forma magistral, mientras cada nota musical se encadenaba con la anterior, en un ir y venir de historias y situaciones que completaron una aleación efervescente. Lula Bertoldi, hizo gala de la magnífica frontwoman y guitarrista que es. La potencia y ductilidad de una de las voces femeninas más originales del rock argentino actual y su filosa guitarra fueron, prácticamente, el punto culminante de todas las situaciones musicales creadas por la banda esa noche. Sus fraseos correctos y su talento para administrar la voz, sobre la base monolítica de Pedernera (¡qué baterista, por Dios!) y el virtuosismo de Brenda en el bajo son las columnas que sostienen la inocultable química de esta banda. Un verdadero trabajo en equipo.


Por supuesto, la música de Eruca Sativa es muy ecléctica, como también lo son sus letras, por lo que el show transitó diferentes climas. Desde “Confundiste”, un tema potente que líricamente nos recuerda a la etapa más rockera del Cerati de Ahí Vamos; pasando por el hermoso “Justo al Partir”, propulsado por Brenda y Gabriel, hasta estallar en un estribillo y coda memorable que pone la piel de pollo. También hay lugar para el funk imprescindible y demente de “Japón”, o la genial “Tarará”, que se da el gusto de meter el dedo en la llaga de un presente que se avizora tecnológico, pre digerido y alienante. ¿Y qué se puede decir del mega hit “Nada Salvaje”, uno de los mejores temas que se escucharon en los últimos tiempos? Una canción con destino manifiesto de clásico.  


Y como si no fuera suficiente, los Eruca sorprenden cuando se dan el gusto de invitar a tocar con ellos a un montón de consagradísimos amigos e ídolos. Por ejemplo, a más de un viejito presente se le habrá caído un lagrimón al ver de vuelta en el Luna Park con su teclado Hammond, al genial Aníbal Kerpel, mano derecha de Santaolalla y encargado de la mezcla de este quinto disco de los Eruca.  Como cuando lo llamaban El Mariscal, y volaba pelucas a diestra y siniestra a mediados de los setenta, cuando formaba parte del mítico combo progresivo Crucis, Kerpel la descoció con sus solos memorables y salvajes en “Inercia”. De pronto estábamos otra vez allí, el reloj había dado marcha atrás. Algo similar se sintió cuando David Lebón se subió a tocar dos temas inolvidables de Serú Girán: “Noche de Perros” y “Seminare”, conformando con los chicos un cuarteto ad hoc, que Lebón autodenominó Seruca, para el deleite de la concurrida audiencia heterogénea que llenó esta segunda actuación del grupo cordobés en el Luna Park.


Pero no se acabaron ahí las sorpresas ya que en “Haku Malvin: El Visitante” se hizo presente un coro de una docena de voces que incluyeron a varios de los mejores exponentes del nuevo rock emergente argentino (desde Utopians hasta Huevo, pasando por Cirse y Mariana Bianchini) para reproducir las capas de voces que Tavo Cortés de Sig Ragga –también presente en el coro- grabó en la versión del tema incluido en el álbum.


Quizás, uno de los momentos más emocionantes del concierto se dio con la llegada al escenario de Abel Pintos, quien sumó su hermosa voz a la zamba “Somos Polvo” y “Amor ausente”, la vidala de Claudio Pacheco y Eduardo Bechara, que los Eruca versionaron y convirtieron en uno de sus hits más coreados. El “duelo” de voces que Lula y Abel regalaron en el último minuto entero de la canción sin dudas quedará en la memoria de todos los presentes como un recuerdo musical sublime.

Marilina Bertoldi participó en "Lo que no ves"; Adrián Sosa y otra vez Aníbal Kerpel en "Sin la red"; Juan Pablo Rufino Picoroso (el hijo de Machi Rufino y esposo de Brenda) aportó su sutil bajo fretless en varias partes del show; y Nicolás Sorín, el líder de Octafonic y pareja de Lula Bertoldi, después de tocar el infaltable y glorioso cover de "Eleanor Rigby" de los Beatles volvió al escenario en varias oportunidades.


Por supuesto, no podía faltar el recorrido por varios de los temas más celebrados de los álbumes previos de Eruca, ya clásicos en sus shows como “La Carne”, “Magoo”, “Cuánto Costará”, “El Balcón”, “Para Nadie”, “El Genio de la Nada”, “Fuera o Más Allá” o el final emotivo con una versión acústica de “Para que Sigamos Siendo”, en la pastilla ubicada en medio de la gente. Sin dudas, la frutilla de la torta para el concierto perfecto e inolvidable de una banda que desde hace casi una década no para de crecer. 

EmAc


martes, 27 de junio de 2017

LOCURA ES NO SER, entrevista a Gabriel Pedernera




Eruca Sativa es una de las bandas nuevas más interesantes que surgieron en los últimos años. Original de Córdoba, recupera la potencia, la libertad de expresión que caracteriza desde siempre a los power tríos. Formado por la carismática Lula Bertoldi (voz y guitarra), Brenda Martin (bajo) y Gabriel Pedernera (batería); Eruca extiende sus influencias musicales -que incluyen nombres como Soda Stereo, Primus, Invisible, Divididos, Rage Against the Machine, Led Zeppelin y Red Hot Chili Peppers- hasta el extremo creando un sonido personalísimo –a veces sutil, muchas veces potente- que “es más que la suma de sus partes”, como sus integrantes definen al trío.

Y aquí los tenemos, elogiados por propios y ajenos, aplastando cabezas a diestra y siniestra; porque si hay algo que esta agrupación seguro no genera es indiferencia. Con cuatro sólidas producciones ya editadas (La Carne, 2008; Es, 2010; Blanco, 2102; Huellas Digitales, 2014; Barro y Fauna, 2016), de a poco Eruca Sativa ha ido ganándose una reputación que se incrementa, al mismo tiempo que aumenta el número de sus entusiastas seguidores.

De todo eso hablamos con su baterista, Gabriel Pedernera, al que encontramos en un café de Caballito, una fría tarde del invierno de 2011. Es muy gratificante ver cómo, después de todos estos años, el grupo ha crecido tanto en convocatoria hasta llenar dos Luna Park, pero sin dejar de lado para nada los ideales que vieron nacer este proyecto hace una década. En lo que respecta a Pedernera, además de ser un excelente baterista y productor, es un tipo que tiene muy claro lo que quiere, “de donde viene y hacia dónde va”. Por eso, en esta nota nos encontramos con su perfil; las opiniones e iluminaciones de un músico joven comprometido con la causa, enamorado de las canciones y de la tradición del mejor argentino.

ENTREVISTA: ¿Cuál fue la génesis del grupo? ¿Cómo conociste a Lula y Brenda?
Las conocí en distintos momentos. Con Brenda, la bajista, nos conocemos en el 2004, cuando empezamos a tocar junto a otro amigo violero. Después Brenda conoció a Lula al año siguiente, tocando en un grupo junto a otras minas; y en el 2006 yo conozco a Lula. Así que los tres sabíamos quiénes éramos pero aún no habíamos tocado juntos en un grupo hasta ese entonces. En el 2006 nos empezamos encontrar porque yo también empecé a tocar con Brenda en un proyecto relacionado con su graduación de La Colmena, que es una escuela de música de Córdoba. Para recibirse, Brenda tenía que hacer un concierto final, entonces me llamó para tocar, y ahí también estaba Lula. Entonces nos empezamos a relacionar un poco más. Yo después me hice muy amigo de una baterista que tenía un grupo con Lula, y me empecé a relacionar mucho con ella. Por ese entonces ya estaba en contacto con las dos. Al año siguiente, en el 2007, nos convoca a los tres, Florencia, una cantante amiga, para tocar, pero por separado. Primero me llamó a mí, yo le recomendé a Brenda, y después ambos le recomendamos a Lula. Empezamos a tocar y de repente nos empezamos a juntar nosotros tres, sin la chica. Como que se generó un química tremenda. Lula ya tenía unas canciones de antes, Brenda también. Así que empezamos a laburar sobre las canciones y empezamos a tocar solos. Hasta que fue tan fuerte para nosotros lo que estaba pasando que la llamamos a la chica y le dijimos “vamos a seguir sin vos, vamos a hacer otro proyecto aparte”.

Hasta ahí, sólo habían acompañado las canciones de esa cantante…
Claro, la chica era una tremenda compositora de pop, y este era su proyecto solista, pero en el proceso de haber empezado a trabajar con ella, en sus canciones, nos fuimos convirtiendo en una banda. Era evidente que había más química entre nosotros tres, que con ella. Florencia quería conservar todo ese espíritu pop, digamos, de temas juveniles, mientras que nosotros íbamos más en otro plano. Así fue que nos empezamos a desencontrar cada vez más hasta que en un momento nosotros estábamos tocando una cosa y ella otra. Igual sigue siendo amiga, está todo bien.

¿Por qué elegiste la batería como tu instrumento?
Yo tengo, gracias a Dios, padres melómanos compulsivos. Inclusive mi padre tocaba en un grupo aunque después decidió dedicarse a otra cosa. Cuando yo nací él me llenó de información, me hizo escuchar mucha música. Mi viejo es fanático de Zeppelín, el rock sinfónico, Yes. Ya siendo chico golpeaba cualquier cosa. Cuando empecé a estudiar llegó a mi vida música nueva que me fue abriendo el panorama y de repente me encontré tocando en un grupo de jazz. Es decir, yo empecé tocando, a los 10 años, en un grupo de jazz y en uno de folclore. Nunca me sentí del todo cómodo con ese género (el jazz) pero estaba bueno. Con el folclore sí, a mí me gusta, lo respeto mucho y me parece una música maravillosa. Mientras tanto, también seguía escuchando a Zeppelín, los Guns n´ Roses, Aerosmith, y cosas así. En resumen, seguí tocando en grupos de folclore hasta que empecé a tocar más en grupos de rock, funk; comenzándome a inclinar más por esos estilos. En la actualidad me pasa que aunque tengo mi grupo, Eruca, tampoco dejan de llamarme para hacer otros laburos, como folclore, fusión. Eso está buenísimo porque no hay nada peor que un músico que lo único que conoce es el rock y se va a morir con la campera de cuero puesta…

Pasa mucho eso...
Sí, pasa mucho. Por ahí me parece que la clave para ser uno mismo es escuchar todas las posibilidades que hay y en base a eso tomar una decisión. Creo que en general, en la vida, es así. Por ejemplo, para ser católico se tiene que saber primero cuáles son las otras posibilidades. Tenés que saber elegir. Así que mis influencias vienen por el lado del rock puro viejo, y mucho del folclore. En el caso de Brenda, por ejemplo, tiene más influencia por el lado del tango, y tocaba mucho jazz también.

¿Ellas dos son de Córdoba?
Brenda sí; Lula es de Santa Fe, de Súnchales. Lula siempre tuvo una influencia muy roquera, y en estos últimos tiempos empezó también a escuchar jazz, fusión. Realmente las dos están en un nivel muy superior como artistas. Son impresionantes. Yo, aparte de ser su compañero de trabajo, las admiro muchísimo porque aprendo todo el tiempo con ellas.

MI VERSO GALOPA Y NO DESCANSARA…

Por lo que contás la carrera de ustedes creció rápidamente porque ya en el 2008 graban su primer disco...
Nosotros nos formamos, exactamente, en noviembre de 2007 y en mayo de 2008 grabamos nuestro primer disco. Fue todo bastante rápido porque cuando decidimos encarar este grupo dejamos todo lo que estábamos haciendo hasta el momento y nos dedicamos de lleno en esto. Como todos habíamos tenido bandas ya sabíamos cuáles son los problemas que tiene un grupo, cuáles son sus conflictos; entonces nos dijimos “vamos a dejar todo eso de lado y vamos a laburar 100 % para el proyecto”. Entonces empezamos a componer, a ensayar, a buscar fechas. De repente, en 2007 gané un concurso de batería y el premio era venir a tocar al Teatro Ateneo, y ahí conocí a uno de los productores de ese evento, que hoy por hoy es amigo mío. Él tenía un estudio y cuando escuchó el primer demo que grabamos en diciembre de 2007 me dijo: “Quiero que vengan a grabar el disco acá”. Así que estuvimos preparando el disco desde enero hasta abril más o menos, grabamos en mayo, el disco salió en septiembre y de ahí en adelante empezamos a tocar sin pausa durante el resto del 2008, en el 2009 y en 2010 empezamos a grabar el segundo disco, que fue otra historia porque nos metimos a componer los tres adentro de la sala. Y como veníamos con casi 150 shows presentados teníamos un ritmo de convivencia, y conocimiento mayor que al principio. ¡Al principio yo no sabía ni el segundo nombre de Brenda! Desde el principio nos tiramos a la pileta a ver qué pasaba. Para el segundo disco contratamos una sala un mes y en 15 días ya está listo el disco, lo grabamos, incorporamos a Lucas Gómez, que es nuestro ingeniero de audio, también de Córdoba pero que vive acá; tiene 23 años y es un genio. La combinación que tiene Lucas de experiencia y juventud es tremenda. Lamentablemente decir “experiencia y juventud” me hace acordar a un tema de Arjona, así que bueno, evitemos esa parte… (risas) En serio, Lucas es un tipo muy sensible y sabe captar exactamente lo que uno quiere. Yo generalmente cuando tengo que producir un disco trabajo con él porque es un tipo tan abierto y musicalmente sensible, que vos le decís “mire, quiero que esta medialuna tenga tal forma” y el tipo sabe perfectamente cómo hacerlo... Así que empezamos a trabajar con él y el segundo disco salió en agosto del 2010 y venimos tocándolo con bastantes shows hasta el día de hoy.

¿Y cómo organizan su carrera?
Tenemos un manager, Pablito, que trabaja a la par nuestra. Se vino de Córdoba con nosotros, porque todos nos fuimos mudando a Buenos Aires el año pasado. El equipo de Eruca somos nosotros tres y Pablo, el quinto sería Lucas, y Dieguito que es nuestro asistente, Laurita, la chica que nos vende el merchandising y Fer, el técnico de bata. En realidad es un grupo de mucha gente, pero los que viajamos somos 5 o 6.

En el segundo disco participó David Lebon... ¿cómo fue la experiencia?
A David lo conocí en el estudio en el que yo estaba produciendo un disco, en MCL. Él estaba por ahí dando vueltas, y el dueño del estudio le dio una copia de nuestro primer disco, él se enloqueció y nos dijo “cuenten conmigo para lo que sea”. Cuando estábamos componiendo el material de Es había un canción que se llamaba “Para ser” que nos sonaba a la voz del él. Un tema muy tranquilo, distinto, con una historia muy de adentro, y se nos ocurrió que lo podía grabar él. Pero dijimos, “es imposible”. Sin embargo, un día lo encaré en el estudio y le dije “David, ¿querés grabar un tema con nosotros?” y sin dudarlo se dio vuelta y dijo “¡Sí!” Y grabó, de una, e hizo un solo de viola. Y nosotros, imagináte, estábamos los tres llorando en el estudio, atrás del vidrio mientras él cantaba. Una experiencia inolvidable.

Antes nos hablabas de la importancia del folclore en tus inicios, un poco de eso se aprecia en los temas más acústicos de la banda, sumado a los sonidos más folk de Zeppelin...
Sí, sobretodo en “Mi canción”, que es una especie de chacarera. Cuando la empezamos a desarrollar pensamos en distintas texturas. Al principio habíamos pensado hacerla fuerte como Divididos, una canción folclórica que suene a rock. Pero al final, resolvimos hacerla con guitarras solas. Ahí se puede ver esa impronta folclórica que tenemos que, sin querer, salió. Y a mí me gustaría seguir incursionando en eso, seguir haciendo canciones que tengan esa inclinación porque es una música que me gusta muchísimo.

SIGNOS VITALES

¿Y cuáles son los músicos que te influenciaron?
Me parece que principalmente todos los discos de los Beatles y Zeppelin. Me gusta mucho Genesis, en sus diferentes etapas, la terrible sensibilidad de Piazzolla. Y algo a lo que vuelvo siempre es a Spinetta, en todas sus épocas

Es como un referente obligado
Spinetta es una pieza clave de mi vida personal. Para mí es un genio a la altura de Piazzolla. Brilla, haga lo que haga. Sabe cómo transmitir a través de la música, que es algo muy difícil de lograr. Son pocos los que lo logran, y los que lo hacen es por un momento nada más. Eso es muy difícil de mantener. Estamos hablando de un tipo que en el 68 tenía la misma vigencia que tiene hoy. Bueno, Charly dijo una vez “cuando yo grabé mi primer disco, Luis ya había grabado cinco”. Tuve la oportunidad de conocerlo en el estudio y me cambió la vida. Es lo más parecido a la palabra “grandeza” que conocí en mi vida, una persona increíble. Su último disco, Un Mañana (2008), me parece genial. Yo no puedo creer que haya hecho semejante disco 40 años después del primero. Ni el último de Paul Mc Cartney me sorprendió tanto como el de Luis. Y ver la influencia que tiene sobre otros músicos y como él también se permite la influencia de otros músicos más jóvenes. Por ejemplo, Cerati es como “un hijo de Spinetta” pero, a su vez, Luis en sus nuevos discos incorporó muchas cosas de Cerati. Hay como un feedback. También me gusta mucho Divididos. Carajo me parece la última gran banda de verdad que tenemos, porque no es sólo un cantante con dos tipos atrás. Coldplay también me gusta mucho. Es bastante variado lo que yo escucho, y sobre todo mucho pop, porque al ser, también, productor necesito estar actualizado con lo que está pasando.

¿Y cómo fue el momento en que conociste a Spinetta?
Pasó porque él tenía una sala en el estudio en el que nosotros grabamos y ensaya ahí siempre. Yo lo he visto ahí cinco o seis veces. Él, probablemente, ni supo quién soy, pero era un tipo tan ameno que te saludaba como si te conociera de toda la vida, te hacía sentir súper bien… Pensar que a veces ves a tipos que son gusanos, pero que se creen que son lo más, y te saludan así (mirándote de arriba), re asquerosos, casi de compromiso…

Ya dijiste que te gusta Divididos, ¿qué otros nombres te atraen de lo que se está haciendo en el rock de acá?
Ahora hay un grupo de reggae en Santa Fe, que se llama Sig Ragga, y es como si Spinetta hiciera reggae, para que te des una idea, una cosa increíble lo que hacen. Me gusta mucho Massacre, Gran Martell, Las Pelotas –el último disco que hicieron me parece buenísimo-, y de los clásicos, me gusta mucho Serú Giran, Spinetta Jade, Invisible… Toda la vieja escuela.

MARCA TUS MARCAS

¿Y cómo te fuiste metiendo en la labor de productor?
Sin querer. Lo que sucede es que siempre me gustó el estudio, y cuando grababa un disco de repente el resto de la banda me estaba mirando a mí como esperando la palabra final, y yo desde la bata iba ocupando ese lugar de decisión. Yo siempre fui baterista. Es decir, nunca tuve dudas con el lugar que quería tener dentro de una banda, pero lo único que me gusta tanto como tocar la batería es el estudio. Es el único rol además de ser batero en el que me siento cómodo. Por ejemplo, yo canto canciones de Eruca pero ser cantante no es simplemente cantar bien, hay que tener una actitud. Phil Collins canta, pero además él es cantante. O Peter Gabriel que también era baterista y dejó eso para ser cantante. A mí me pasa que me siento cómodo en el rol de productor. Tal vez en un futuro si tuviera que dejar de tocar creo que me dedicaría a eso.

¿Cómo elegís a los artistas que producís?
Tiene que haber una conexión a todo nivel. Primero me tiene que fascinar la música que hace y después tiene que haber un buen feeling y una buen comunicación para que el artista entienda que yo voy a buscar lo mejor para él. Porque, de repente vengo y modifico la letra de su canción, pero no estoy pensando en su canción, yo estoy pensando en él que la va a escuchar. El productor tiene que pensar la obra globalmente. El músico se concentra sólo en lo que está tocando.

¿Y podés combinar tu rol de músico con el de productor?
Me resulta muy difícil. Lo puedo hacer porque de hecho la producción de este disco de Eruca es toda nuestra. Pero igual consulto con productores amigos, como José Gentile –un capo que vive en EEUU y produce un montón de cosas-, y ellos me dicen cosas que por estar abocado a tocar, y que suene bien, yo no había notado. La verdad, es muy difícil prestar atención a todo cuando estás tocando. Yo cuando toco, toco. Sí, me pasa que cuando tengo todo listo para un músico al que le estoy produciendo, las baterías me gusta grabarlas yo, porque soy muy hincha pelotas con los bateristas, salvo que llame a tocar a un colega muy groso, como Jota Morelli, que sabés que la va a clavar. Pero a veces pasa que no da el presupuesto.

El rol de productor a veces es bastante duro...
Es que a uno le dan la posibilidad de cambiar todo pero uno tiene que saber hasta qué punto se puede meter mano y en donde no. Muchas veces pasa que hay bandas que tienen canciones maravillosas -y un frontman que se luce- lo tienen todo pero hay una “patita” de la mesa que no está. Y entonces, por más que sea tu amigo de la infancia, que lo conozcas hace mucho, hay que detenerse a pensar qué es lo que se quiere como banda. Es una decisión que tenés que tomar para cambiar. Pero también pasa que hay muchos grupos que tienen músicos que no tocan bien pero que funciona así. A mí me ha pasado ver grupo en los que el sonido es un asco pero funcionan.

PARA TENER HAY QUE SOLTAR…

¿Cómo piensan las canciones, qué cosas los inspiran para hacer las letras y demás?
Como pasamos mucho tiempo juntos, de viaje, charlamos mucho, y se generan historias y en base a esas charlas surgen las letras. También tocamos durante muchas horas en la sala de ensayo, y enganchamos las historias con la música y ahí vamos. Por ejemplo, el tema “Tu Trampa”, del último disco, que habla de un hombre que parece que decide quedarse solo en el final de su vida aunque no se sabe si en realidad, no tiene otra opción, fue escrito inspirado por un viejo que vivía solo en el fondo del estudio y miraba todo el día por la medianera qué hacíamos nosotros. Y cómo nosotros prácticamente vivíamos en el estudio, yo me apoyaba en la ventana y los miraba directo a los ojos horas, sin que él baje la vista. Entonces, nos empezamos a preguntar por qué estaría tan solo. ¿Por qué no le quedó nadie? ¿Por qué lo abandonaron? Así surgió este tema que en una parte dice “la trampa es tu traidora” Es como el protagonista de alguna manera decidió quedarse solo. Nosotros en realidad, somos contadores de historias, lo que pasa es que como nos gusta tanto tocar le ponemos melodías. Sino escribiríamos libros.

Pareciera que las letras de Eruca tienen que ver con una búsqueda personal, ¿coincidís?
¿El venir de un lado y dirigirse a otro? Sí, mirá, hasta el nombre de la banda tiene que ver con eso. (En un principio) Le habíamos puesto Oruga, porque nos gustaba la idea de dejar de ser una cosa y convertirse en otra completamente distinta. Después le pusimos Eruca Sativa porque encontramos en un diccionario esa palabra que nos gustaba más. Eruca es oruga en latín. Nosotros miramos mucho hacia adentro, eso es lo primero que hacemos antes que echarle la culpa a todo, porque, por ahí, es común en el ser humano preguntarse “porque me va mal en la vida”, “porque hago todo mal”, pensar que todo pasa “por culpa del gobierno”, etc.… Siempre la culpa la tiene el otro. Yo creo que lo primero que hay que analizar es de donde se viene y porque uno hace lo que hace, y adonde se quiere ir… La Carne –nuestro primer disco- es mucho más introspectivo; el segundo disco es un poquito más para afuera, es como que (en las letras) se reconoce de donde se viene pero también que existe un camino por delante. Inclusive, el primer tema de Es se llama “La Carne”, viene de ahí y se va para otro lado. Por eso en “La Carne” se dice: “Voy volando de ahí, salpicando libertad”; es como que el tipo se da cuenta de que tiene que salir a la vida, pero trae todo ese dolor, ese miedo de antes. Es una búsqueda constante. Ahora estamos elaborando el tema de las letras, seguramente nuestro tercer disco va a ser bastante diferente en lo que respecta a las letras, también, porque estamos escribiendo mucho más directo…

¿Por qué se les ocurrió en el primer disco hacer un cover de “Eleanor Rigby”?
Ese tema lo hicimos con Lula, cenando en mi casa en Córdoba; esa noche empezamos a fantasear con la idea de hacer un disco de covers, entonces empezamos con una de Zeppelín y esa de los Beatles. Tenía una forma distinta antes, algún día voy a subir la versión original que hicimos, que está buenísima. La grabamos en forma casera, ahí mismo en una compu bastante chota que tenía yo, con una pedalera que había ahí. Yo programé la batería y el bajo lo grabé con una guitarra afinada más grave, imaginate… Así que empezamos la empezamos a cranear entre los dos y quedó así, luego la modificamos entre los tres ya en la sala, y le queríamos meter en el disco porque me parece una de las canciones más hermosas de los últimos 100 años. Una genialidad, como “Rapsodia Bohemia”, viste; una de esas canciones que son brillantes. También nos gustó la idea de agarrar canciones que no tuvieran nada que ver, en cuanto la instrumentación, y hacerlas en versión power trío. Entre las que habíamos pensado había un par de Queen y demás, pero el proyecto quedó en la nada, así que quedó esa versión de “Eleanor Rigby” nomás, pero grabar ese tema fue muy importante para nosotros, porque a los tres nos pasa lo mismo con los Beatles, es una banda que nos marcó la vida. Por lo general, los grupos que te marcan la vida son aquellos que tienen otra visión del mundo, viste. Quizá en el próximo disco hagamos otro cover, nos gusta mucho hacer eso.

Justo después de ese cover hay un tema oculto…
Sí, hay un tema escondido que no iba a quedar en el disco, pero que lo grabamos igual así, porque nos gustaba mucho esa canción. Se llama “Hoy Quiero Ver”, pero no está ni siquiera citado, ni siquiera incluimos su letra… Por eso, hay muchos en nuestro público que todavía ni se dieron cuenta de que está ahí ese tema. Por ahí lo tocamos en vivo y todos se quedan sorprendidos porque no lo conocen…

PARA QUE SIGAMOS SIENDO

¿Cómo hacen para difundir sus álbumes?
Nosotros seguimos defendiendo el disco, a pesar de que sabemos que está a la vista de que ya no tiene mucho tiempo más de existencia. De todas formas, a mí la caída del CD (como formato) no me desespera tanto como a otras personas. Tampoco hace 70 años de que existe este formato. No me desespera de que se caiga un formato y aparezca uno nuevo, porque así fue siempre. De hecho, hace 100 años nadie escuchaba discos. Mirá lo que pasó con las fotografías, empresas como Kodak, en vez de deprimirse por la aparición de la foto digital, salieron con cosas nuevas, reactivaron el negocio y ahora se están llenando de plata de nuevo. En cambio, me parece que las compañías discográficas, todavía, no son muy estratégicas, por lo menos acá en Argentina. En el extranjero está iTunes, que vende más que cualquier desquería, o sea, ya le encontraron un poco la forma para que la gente siga consumiendo. Es fea la palabra “consumir”, pero en definitiva lo que la gente hace es comprar y consumir música. Mirá lo que son las costumbres que a veces me pasa que estoy con amigos yanquis y veo que están con la PC y ven en iTunes algo que les gusta y lo compran, compran tres o cuatro temas; y uno se queda pensando: “¿Y por qué no se los bajan?, ¿Por qué no los buscan en Taringa?” Y no, porque los guasos están acostumbrados a pagar lo que bajan.

Sin embargo, algunos artistas se niegan a que fraccionen sus discos. Les interesa que al público le llegue la obra completa y no canciones aisladas; aunque se dice que –en la actualidad- muy poca gente se sienta a escuchar un disco entero.
Claro, el tema de la obra completa lo puedo entender porque el disco nace como formato en base a la idea de las obras completas viejas. De hecho, las primeras tandas de CDS venían de 74 minutos porque había una obra de Beethoven que tenía esa duración, entonces hasta la invención de este formato se arrastró una concepción de la duración de las obras que venía del pasado. Pero, en sí, repito, la caída del CD como formato no va a cambiar nada. Qué caiga el disco me afecta obviamente porque yo crecí comprando discos y escuchándolos enteros, pero sé que no va a pasar nada…
La gente sigue pensando que ir a ver un show es una experiencia única e inolvidable y eso no va a cambiar, exista el formato que sea para la difusión de la música. A mí me parece que se va a resolver bien la situación. A nosotros, nos va muy bien con la venta de los discos. Después de los shows, vendemos mucho; es como que la gente se queda, ahí en caliente, re entusiasmada con lo que hacemos y compra nuestros álbumes. Y de repente nos pasa ver a tipos que van a ver un show nuestro y se terminan comprando un disco y una remera. Eso quiere decir que evidentemente funcionó. De hecho ya agotamos dos tandas del primer disco. Hicimos 1000 (copias), después hicimos otras 1000 y ahora vamos por la tercera; y del segundo disco hicimos 1000, y en tres meses se agotaron –vendiéndolos en vivo-, ahora vamos a hacer 2000 que ya van a estar distribuidos en todo el país, arreglamos con DBN, que es una distribuidora muy buena, para que lo distribuya en las disquerías del país. Vamos a ver como resulta eso. Yo calculo que tiene que ir muy bien porque nuestra banda funciona mucho en base al “boca en boca”. Un tipo que va a ver un show se lo comenta a sus amigos y luego caen todos juntos a ver el próximo show. Pero, bueno, estamos en constante movimiento, porque nos pasan cosas que antes no nos pasaban y, por ahí, dentro de dos meses nos van a estar pasando cosas totalmente distintas. Ahora tenemos un viaje a México, antes de fin de año, y estamos chochos de ir a tocar allá. Yo no conozco México, viste. Es mi primer viaje, y voy a ir con mi banda, es un sueño hecho realidad…

LO QUE NO VES NO ES

¿Cómo es la movida del rock en Córdoba?
En Córdoba hay muchos grupos y músicos muy talentosos porque es lo que se podría llamar “una ciudad estudiantil”. Llegan hasta ahí muchas personas que vienen de otros lados y por eso se sienten todas esas influencias venidas desde otras provincias. Por supuesto que las movidas más fuertes en Córdoba son dos: el cuarteto y el folklore. Córdoba es una plaza inmensa para el folklore, con los festivales de Cosquín, Jesús María y demás. Por su parte, el cuarteto moviliza muchísima gente, todos los fines de semana, es una industria gigante, quizás más grande que la del rock de todo el país… Estamos hablando de tipos que venden 100.000 discos como si fuera nada. Por eso está la Mona Giménez que saca más de dos discos por año, y no los saca porque sí, sino porque ya sabe que los va a vender. En lo que respecta al rock, hay muchos músicos de gran cultura musical que vienen de otros lados -de tocar jazz, la fusión o el folklore- y se juntan para formar grupos que están bárbaros. Lo que me parece es que hay mucha queja, también. Estamos hablando de una ciudad más chica que está siempre viendo que pasa en Buenos Aires. Se quedan tanto en la queja, que después es común ver músicos talentosísimos que no progresan porque se ponen trabas ellos mismos. O sea, en vez de estar tanto tiempo renegando de las cosas que no pueden hacer, porque no hacen las que sí pueden hacer…

Acá, un poco, se da el caso inverso, ya que tenemos el ejemplo de Las Pelotas, que se fueron a vivir a Córdoba…
Claro, bueno, Mariano de Attaque también vive allá… Es como que los grupos de acá quieren irse allá y viceversa… Nosotros nos vinimos para acá porque, primero, siempre nos gustó mucho la ciudad (Buenos Aires), siempre quisimos venir. Creo que nos hace mejor vivir acá. Siempre nos preguntan, cuando hacemos notas en radio y demás: “¿Es necesario venirse a vivir a Buenos Aires?” (para hacer lo que nosotros hacemos). Qué se yo, si es necesario o no. No sé, depende de cada historia. Capaz que, sí haces jazz es necesario irse a vivir a Nueva York, o capaz que no… Lo importante es –sea donde sea que estés- tratar de sacar lo mejor de eso. Porque también está el caso de músicos que se vienen a vivir acá, a pesar de que no han hecho nunca nada, y se piensan que apenas lleguen se alquilan un departamento y en seguida va a venir Santaolalla a tocarles el timbre y decirles: “Che, ¿sos músico, vos? ¿No querés venir a tocar?” Y no, eso no pasa; la tenés que remar sí o sí… Nosotros vinimos una vez que agotamos todos los recursos que teníamos en Córdoba. Ahí hemos hacho más de 140 shows, solamente en la ciudad. Hoy por hoy vamos a Córdoba y van de 800 a 1000 personas. Entonces cuando escucho a músicos de ahí que dicen: “Lo que pasa es que acá no hay lugares para tocar…”, y pienso: “¿Entonces, yo, en donde toqué?” Yo estuve ahí y sé que en Córdoba, habilitados, hay 50 y pico de lugares para tocar, y viven 2 millones de personas. O sea, posibilidades no faltan, lo que falta es quizás superar esa barrera para pensar: “Pará, vamos a hacer lo que se pueda acá y luego, sí nos parece, nos vamos”. O ni siquiera irse, también te podés quedar y tratar de venir a Buenos Aires más seguido e intentar de juntar gente acá, uno es (básicamente), como dice (León) Gieco, “un bolso que hace shows”. Hay que tratar de ir y hacer shows en todos los lugares, y si a la gente le gusta, volvés a tocar ahí; y sí no le gusta, no. Nosotros, desde que entendimos eso, no paramos de viajar haciendo shows…

Recorrieron todo el país…
Tal cual. De hecho, hemos fundido dos veces el mismo auto, viajando. Empezamos a tocar en Rosario, después fuimos a Paraná, después a San Juan, luego a Mendoza… Yendo a todos esos lugares saliendo desde Córdoba. Más tarde, empezamos a venir a Buenos Aires, y acá comenzamos a tocar en el Conurbano. Así, veníamos y hacíamos shows en Capital, San Miguel, La Plata, Ramos Mejía, Lanús, Moreno… Seguimos así hasta que nos dimos cuenta de que habíamos agotado el circuito de lugares para tocar en Córdoba, y decidimos establecer la base del grupo en Buenos Aires. Acá tenemos, solamente en el Conurbano, veintipico de localidades, podemos hacer un circuito para tocar. También pasa que, periodísticamente, está más desarrollada la cosa, hay más medios, tenemos más al alcance varios canales de televisión y radios. Aparte, ya teníamos muchas ganas de venirnos a vivir a Buenos Aires, desde hace años. Yo, la primera vez que vine acá fue en el 97, con mi viejo –que me trajo de vacaciones-, en ese momento tenía 11 años, y me acuerdo que le dije “yo me voy a venir a vivir acá”. Me había enloquecido con la ciudad… Por eso te digo que hay un montón de factores internos que se tienen que analizar. Hay tipos que se quejan, dicen: “La gente no me va a ver tocar…”, bueno, fíjate primero que les estás ofreciendo vos. Algunos se quejan, echándole la culpa al gobierno, al intendente, que sé yo… Capaz qué sí, y el intendente es un hijo de puta, pero eso no tiene nada que ver de que no los vayan a ver tocar…

Sería como pensar: “¿Cómo puede ser que vayan a ver a otro y a vos no?”
Claro, si no, como puede ser que vaya (Jorge) Drexler y junte 3000 personas en su show. O sea, gente hay, viste. Y lugares para tocar, también… Sin embargo, hay muchos que se quejan, diciendo: “Lo que pasa es que hay que pagar para tocar…”. Ese es otro verso para no laburar… No es que te quieran cobrar para tocar, pero es claro qué si un tipo hace una inversión de 300.000 dólares y pone un bar, un lugar para tocar, y te da sonido y luces para que vos toques, naturalmente va a querer recuperar la guita… Entonces, no se justifica por ningún lado que alguien te diga “vení, dame $5000, y tocá tus canciones, que yo no te doy nada, no te doy ni un mango…” Eso no, pero si vienen y te dicen: “Yo te alquilo este lugar a $1000…”, eso es el equivalente de 100 entradas a $10, si las cobras a $20 son 50 entradas. Entonces, está claro que si vos lo ves como un negocio, lo podés sacar adelante. Nosotros, consideramos, que nunca hemos pagado para tocar. Hemos hecho nuestro negocio. Si, para cubrir el alquiler de un lugar, se necesitan vender 50 entradas, hay que tratar de vender 100, para poder ganar plata. Si vos necesitas vender 3000 entradas, y consideras que no vas a vender esa cantidad, no lo hagas. Como dice un amigo mío: “Si vos metés 300 personas en Obras, vas a estar pagando para tocar…” Obvio que es así, porque vas a estar a pagando 50 lucas para llevarte 20…Tenés que saber hasta dónde te da el cuero, no es cosa de cagar más alto del culo…

ARRIESGARSE VALE

¿Qué bateristas te gustan?
El que más me marcó fue John Bonham, probablemente debido a escucharlo a él yo me dedico a esto, a tocar la batería. Bonham tiene una visión diferente de la batería, se ve que la pensó diferente a lo que venía pasando; y en el día de hoy escuchás lo que hacía y sigue sonando moderno. Me gusta mucho Ringo Starr, es un grande de la música directamente, él hace a las canciones –desde su lugar-, y eso es algo muy difícil siendo baterista. Hace el aguante, cuando tiene que aguantar, y cuando tiene que colorear un tema también lo hace, es un tipo que se mete mucho dentro de las canciones. Esas son cosas que no te las imaginarias nunca y cuando las escuchas decís “que lindo”, pero cuando las querés tocar te das cuenta de que el tipo hace cosas rarísimas. Lo mismo me pasa con Stewart Copeland de The Police, un loco que toca cosas que te hacen preguntar “¿por qué tocó eso?”, pero que son cosas que abren la canción de otra forma. Eso es algo que generalmente pasa en los tríos, tocando en trío los bateristas tienen un protagonismo muy grande. Vinnie Colaiuta, para mí, es el más grande; un tipo que ahora debe estar pisando los 60 años y que a lo largo de su carrera ha tocado con todos: Frank Zappa, Sting… Incluso hay un disco de Megadeth -del 2004, 2005- que grabó todo él, y cuando vos lo escuchas decís “este guaso la tiene clarísima”. Y estoy hablando de Megadeth, pero el tipo también toca con Luis Miguel, Diego Torres, Alejandro Sanz –tocó en su unplugged también-, tocó en los últimos discos de Jeff BeckColaiuta es tipo muy maleable y muy fino en su forma de trabajar. Hay otro que se llama Steve Jordan, que también es un sesionista muy groso. también me gustan mucho Bill Bruford y Nick Mason, que son tipos que tocando distinto han hecho cosas geniales. En nuestro país también hay bateristas muy buenos: me gusta mucho lo que hace Andy Vilanova, Tomás Sáinz es un genio total –y eso que tiene sólo 21, 22 años-, él toca en Electrohope (el grupo de Javier Malosetti); me gustan también Jorge Araujo, PomoPomo y Oscar Moro me parecen que fueron los más grandes que hubo acá.

Como músico, ¿cuáles son tus objetivos a futuro?
A mí siempre me gusta jugar con el set. Hasta ahora, en estos dos discos, ya he cambiado 3 o 4 veces de set, me gusta jugar, sorprenderme con las cosas. Usar baterías con distintas medidas, distintos tipos de materiales. Usé mucho tiempo batería de acrílico, también usé de madera en la primera época; empecé con una muy grande, tipo Bonham, ahora estoy con una más chiquita. Trato de ir usando más accesorios y otros tipos de timbres, incorporar cosas diferentes. Me ayuda mucho laburar con una empresa como Solid Drums que me respalda y escucha mis requerimientos. Mi jugada viene por ese lado y también por el lado del audio, en el estudio probar y descubrir otros tipos de sonoridades. Hay un grupo que me parte la cabeza, en ese sentido, que se llama MuteMath, ellos hacen un trabajo en estudio que me parece inigualable, utilizan sonidos rarísimos y hacen unas canciones tremendas. Me parece que en el futuro el camino viene por ahí, por lo menos para mí: trabajar en el estudio con sonidos y texturas nuevos, pero que las canciones sigan siendo lindas.

¿Cómo es tu trabajo en las clínicas que das a bateristas?
Trabajo mucho en conjunto con las marcas de batería con las que yo laburo, y organizamos encuentros de bateristas, para tratar de charlar y que cada uno se pueda sacar las inquietudes que tenga. Siempre me pasa de que me hacen muchas preguntas, como que los chicos sienten que pueden llegar a mí, ¿entendés? Eso ocurre también porque soy joven, no soy un baterista como Charly Alberti, que seguramente no tiene tiempo y no va a contestar un mail de un baterista preguntándole cosas sobre técnica. En mi caso, como ven que respondo, se animan y me preguntan, porque sienten que están más en contacto conmigo. Y eso está buenísimo, porque a mí me hace muy bien el poder ayudarlos. Yo, cuando era chico, me cansé de escribir mails a bateristas y que no me respondiera nadie. 

(Entrevista realizada en septiembre de 2011)

Emiliano Acevedo y Leandro Ruano