jueves, 25 de noviembre de 2021

CARCA: "Mi locura me tiene a salvo del poder del miedo..."


Si pudiéramos observar un laberinto desde arriba contaríamos con todas las comodidades para encontrar la entrada, la salida y el alivio inmediato de poder tomar desde esta perspectiva un plan estratégico. Ahora bien, dentro del laberinto cambia todo. En este caso, la única certeza sería la intención de búsqueda durante el recorrido.

Antes de ingresar a la vida nada nos plantea siquiera si estamos de acuerdo con ese decreto ajeno y todos tenemos eso en común, algo tácito que no consulta sino que plantea, además, un desafío: salir del laberinto a como dé lugar. Un poco antes, o un poco después, se sale a la fuerza hacia la recaída inevitable, como diría Julio Cortázar. Ese algo, sin informarnos absolutamente nada, nos inicia en el viaje en el que ya estamos… para seguir pensando en laberínticos recorridos vitales convocamos a Carca:

La búsqueda, como filosofía existencial, ¿es una herramienta que se forja?

Creo que la búsqueda es una condición nata. Un don que puede desarrollarse o no según las inquietudes del ser pero comparto la visión de creer que viene un poco por añadidura, y se desarrolla con las inquietudes, con la cultura, con los estímulos socioculturales entre relaciones humanas y, de hecho, no creo en un artista sin búsqueda como tampoco creo en un ser humano sin búsqueda, sin un anhelo completo, una meta, un proyecto, un deseo ulterior. Creo que todo eso es parte de esta chispa mágica que nos ha otorgado quien sabe quién o qué como afán y necesidad de torcer algún tipo de información o bien llegar a poder ser el vehículo para la transmisión de algún tipo de información que creemos necesaria.

Bifurcados, ciertos senderos se encuentran, que son siempre –citándote- los de quien sabe qué. En esta búsqueda, ¿no te pasa que percibís, como supo decir García Lorca “un pulso herido que ronda las cosas del otro lado”?

Creo que hay una simbiosis preliminar entre la obtención o concreción de la meta, en este caso “las cosas”, diría Lorca… Entiendo que hay una familiaridad con algo anterior. Incluso en el deseo que se presenta cuando dicha empresa se constituye en un hecho. Es ahí en donde creo que el buscador y su anhelo se reencuentran. No creo que sea la primera ocasión de ese encuentro. El creador y su bestia, su creación, se re-encuentran. Para mí la búsqueda corresponde a alguna especie de chip metido en nuestro ADN como información y como necesidad.

¿Y el miedo, Carca? A veces hacemos, o no, cosas por miedo. ¿No hay miedos que nos muestran por dónde o cuál es el camino para trascender lo que nos paraliza? ¿No es parte fundamental en la solución?

Creo que en mi caso particular, no tuvo ningún factor influyente en el diseño de mi destino, por llamarlo de alguna manera. La ausencia del miedo me ha constituido y me ha mostrado la parte heroica, la parte de la hidalguía de la vida. No me encontré con el miedo, ni de niño ni de preadolescente ni de adolescente. Quizás ahora a los 50 años lo que siento es reticencia hacia algunas situaciones o actitudes que habitan el mundo. El único miedo tangible que podría encontrar es el miedo a la maldad y violencia humana. Concretamente, ese tipo de reacciones arbitrarias y tiránicas de presidentes, dictadores, asesinos. Creo que he sabido transmutar el miedo en audacia, soy una persona netamente audaz en lo que concierne al diseño de mi destino. Incluso, como artista musical, no he hecho ni he dejado de hacer nada por miedo. Entiendo que mi desparpajo, desfachatez, inconsciencia es la que me fue empujando y motivando, junto con otros factores, a ser quien soy, quise o quiero ser. Lo mío es, básicamente, rebeldía. Entonces creo que mi locura me tiene a salvo del poder del miedo.

En El Nombre de la Rosa, el bibliotecario Jorge de Burgos (inspirado en Borges) dice: “La risa mata el miedo y sin miedo no hay fe”. ¿Qué lugar ocupa el humor en tu vida?

Recuerdo perfectamente la escena. Pero creo que el personaje se refería, estrictamente, a una fe cristiana que está relacionada con la puta esperanza. La esperanza, ese acto miserable de, justamente, esperar que otro, que no es uno mismo, venga a salvarte. El ser que se ampara en la esperanza se torna miserable. Esa es la gente, seguramente, muy devota de las religiones, sobretodo occidentales y, puntualmente, el cristianismo y sus derivados. Odio la esperanza. Ni siquiera tengo paciencia para esperar una respuesta, aunque positiva y constructiva, si de eso depende algún tipo de acontecimiento. Ese tiempo de espera me resulta tiempo muerto porque las cosas deberían ser más dinámicas. Entiendo que esa falta de dinamismo en las relaciones, en la coherencia, en la unión, y en la construcción de cosas buenas, es un factor determinante para el estado de cosas actual. En nuestro presente hay esperanza por todos lados pero no acción. Por un lado, la esperanza tiene que ver con falsas promesas, y por el otro, con una condición de miseria espiritual, y ahí ya me empieza a no gustar relacionarme con quienes la practican o la necesitan. La fe está relacionada con la confianza, con la seguridad, con el amor propio pese a la incertidumbre, la seguridad pese a la no certeza. Porque uno no es absolutamente visionario. Y con respecto al humor, entiendo que es como el Rivotril sano, como ese Soma de los pueblos que nos ampara, nos cobija, nos oficia de armadura, pero una armadura que solo nos protege de lo peor. El humor une y permite reírse de las cosas que realmente hay que reírse, no del otro.

¿Qué recuerdos tenés de tu infancia y que música se escuchaba en tu casa?

Lo más maravilloso que te puedo decir es que ese niño anhelaba las cosas que me han sucedido, y me suceden, en la vida. Eso es un regalo que creo que a muy pocos se les da. Quizás no fui demasiado ambicioso… (risas) Siempre le doy propina a la vida por lo que me dio, y siempre me quedo corto. Tuve la suerte de escuchar mucha música gracias a mi padre y madre. Ella me acercó a los primeros discos de Serrat que hoy conservo en mi corazón con mucho cariño. Pero, bueno, mi viejo era el desaforado de la música. Los viernes iba a la disquería y se traía 7 o 15 discos, lo que había salido esa semana. Entonces, en mi casa, se escuchaba de todo. Primero mi viejo fue usuario de vinilo, que era lo que había en esa época. Cuando salió el magazine, se pasó directamente a ese formato. El magazine desapareció muy rápido y quedó fascinado por el casete. Por eso gran parte de su discografía, lamentablemente, son casetes, no vinilos. Por suerte he escuchado de todo y he aprendido de ahí como se toca el bajo, la guitarra y la batería en varios géneros. Siempre me fascinó desmenuzar el cuadro de la música.

Y hablando de ese anhelo de niño, ¿qué pasó cuando te diste cuenta que la música era todo lo que querías?

Pasó lo que todos saben. Mis viejos no me reprimieron mi vocación musical ni mucho menos pero recuerdo que una vez cuando tenía 12 años tuve la oportunidad de tocar en una fiesta del Día de la Primavera en un colegio al mediodía. Como venía muy mal en el colegio, me habían impuesto una penitencia tácita. Yo estaba con mi abuela, porque mis padres laburaban, y la engañé saliendo por la ventana de la habitación. Así que esa picardía siempre me remite, con amor y ternura, a esa canción que toqué, a ese niño que se escapaba para tocar.

Desde tu experiencia en los escenarios, ¿qué carajo le pasó a la escena local?

Me atrevería a sostener que lo que nos ha pasado es la dictadura militar y todas sus infinitas consecuencias. Si nos ponemos a pensar en un mundo en donde cohabitaban Javier Martínez, Luis Alberto Spinetta, Miguel Abuelo, literatos como Copi, Bioy Casares, Cortázar; Oscar Alemán, el Instituto Di Tella, los artistas plásticos de esa época… ¿Cómo se comprende que ese mundo no haya sobrevivido? Bueno, hubo una dictadura militar en el medio, y el advenimiento de la democracia fue un poco cartón pintado para lo que tiene que ver con la cultura real. Hubo varias generaciones diezmadas por los militares, por el hambre, por la pobreza física, mental, intelectual, espiritual. Se han liberado todo tipo de drogas, absolutamente, nocivas generando una violenta dependencia. Obvio, que drogas hubo siempre pero en la actualidad son como una bomba que actúa sobre psiquis mal alimentadas, discriminadas, desclasificadas, ninguneadas. Hay varias generaciones que no han visto a sus padres trabajar. Pobres o ricos, las drogas siempre están en ambos estratos.

¿Qué pensás del paradigma al que llaman nueva industria musical?

Los paradigmas cambian constantemente. A veces solo para avivarnos y pegarnos un cachetazo que nos saque de la somnolencia del confort. Es necesario. No soy de esos que se quejan por el trap o demás. Esas circunstancias son inyecciones de energía renovada. Creo que debería ser tomado así, sobre todo porque viene de los jóvenes. No está bueno que los viejos denosten a los jóvenes… Yo no me permitiría estar jamás de ese lado.

¿Qué es la bohemia para vos?

De muy chico, a los cinco o seis años, le pregunté a mi madre qué era la bohemia porque era una palabra que me fascinaba. Y ella respondió que la bohemia era una corriente cultural de gente que, mayormente, se juntaba de noche. Gente que se junta a filosofar, a hablar de arte… Eso para mí fue un remolino de sensaciones todas juntas en la misma cabecita. Fue algo muy fuerte, tenía una fascinación absoluta y pensé “eso voy a hacer”.

¿Qué nos depara ahora tu carrera musical?

Mi futuro es una incertidumbre total, más o menos como la de casi todos los argentinos o los seres humanos. Pero, en cuanto a mi obra y mis canciones, estoy en un momento que tiene que ver con agrupar las composiciones y grabaciones, de estos últimos dos o tres años, en zonas estéticas distintas. Por lo que me sugieren, pautan, dicen, tengo dos medios discos… (risas). Así que tendría que terminarlos. En uno de ellos, hay un montón de colaboraciones. Por ejemplo, Javier Martínez, Julieta Venegas, Dante [Spinetta], Ema [Horvilleur], una armoniquista que se llama Jimena Monzón que me hace bailar el alma cuando toca. También, va a estar Graciela Borges, Alambre González, uno de mis guitarristas admirados y queridos; mi maestro de lap steel que se llama Pablo Hadida… En fin, siento que tengo canciones para dos discos bien diferentes. Veremos con el tiempo como se van decantando.


Mauro Feola



lunes, 18 de octubre de 2021

ALEGRÍA LUMINOSA: 2O AÑOS DE TURFSHOW

 

Foto: Martín Bonetto

Luego de una vuelta musical que dio origen al segundo disco de la banda, Siempre Libre, un álbum experimental con composiciones elaboradas y repleto de diferentes estilos musicales, Turf retomó el espíritu de su primer trabajo, Una Pila de Vida, y así llegó a la bateas, radios, tv y a los lugares más recónditos de nuestro país con un memorable trabajo: Turfshow. Un disco editado en 2001 con 12 temas, muchos de los cuales ya son un emblema del cancionero popular argentino. “Loco un poco”, por ejemplo, fue uno de los temas más escuchados de ese verano. 

En paralelo, nuestro país atravesaba una crisis política, económica, social e institucional potenciada por una revuelta popular generalizada. En ese clima crítico llegó este trabajo que aportó una brisa fresca de alegría, tan necesaria como esperada. Algo que demuestra la, realmente, masiva recepción en el público.   

Hoy, 20 años después, no caben dudas de que muchos de los temas de este disco ya son parte imborrable de nuestro inconsciente colectivo. Y siguen sonando, aún intactos, en eventos, en la radio, en diferentes soportes hoy en día, lo que hace de este trabajo una obra tan vigente como recordada.   

Grabado en estudios Circo Beat y Liquid (Buenos Aires) con producción de Coti Sorokin, este trabajo es una clara muestra de que el show debe continuar porque eso “te va a alegrar el corazón”. Así será, incluso, el próximo 4 de noviembre cuando Turf se suba al escenario del Teatro Broadway en la calle Corrientes a celebrar los 20 años de este disco del que charlamos con el frontman Joaquín Levinton (voz, guitarras), Fernando Caloia (batería, coros), Carlos Toddy Tapia (bajo, contrabajo), Leandro Lopatín (guitarra, coros) y Nicolás Ríspico Ottavianelli (piano, teclados, coros). La historia coral de Turfshow contada por sus protagonistas. 

ENTREVISTA> ¿Cuál fue la génesis de Turfshow?

Joaquín: Bueno, fue el tercer disco de Turf. Viene Una pila de vida que tiene un éxito inmediato. Recordemos que el éxito en aquella época era vender discos. No había redes, etc. Nosotros del primer disco vendimos como 50.000 copias y hoy, ya no existen los discos. Sin embargo, trasladado a hoy, podrían ser 10 millones de visualizaciones. Hoy el suceso es la reproducción. Nos volvimos más introspectivos, alejándonos de toda esa fama y ese supuesto éxito que habíamos tenido e hicimos Siempre Libre. Después nos rajan. Nos quedamos en la calle sin equipos, sin nada. Entonces se me ocurrió armar la idea de que éramos un éxito monstruoso y que el grupo volvía y tocaba en River con fuegos artificiales. Por eso en la tapa del disco salimos en las remeras de nuestras fans. Turf siempre ha coqueteado con el sarcasmo, la ironía y los juegos de palabras. El disco empieza con fuegos artificiales como cuando River salió campeón.

Fernando: Como decía Joaquín, veníamos de una búsqueda artística importante y jugada. Siempre Libre para nosotros había sido un éxito artístico pero fue un fracaso comercial rotundo. Nos habíamos quedado sin compañía discográfica. Ese es un disco que terminamos tocando en vivo recién 20 años después gracias a la tecnología. Porque en aquella época no lo podíamos tocar en vivo. Estábamos muy contentos con los resultados artísticos pero después se nos complicó un poquito. En el primer disco, Una Pila de Vida, teníamos una fórmula estética con la que nos fue tremendamente bien. Eso lo desarmamos para hacer Siempre Libre, una obra compleja, en la que abrimos el abanico ciento por ciento. Entonces, para volver, empezamos toda una reformulación estética y nos encontramos frente al desafío de reposicionar al grupo en un lugar que habíamos abandonado. Es decir, que el material tenga una llegada más digerible al público masivo, que sea bien popular. 

Entonces, empezaron las sesiones en la casa de Joaquín. Una época de escasez de recursos económicos. Con decirte que inventamos un trago: “Ponele agua”, que consistía en poner los chops de cerveza en el freezer, varias cubeteras de hielo y así rebajábamos la cerveza (risas). Y, bueno, así empezó el proceso. Arrancamos a demear y empezaron a salir las canciones. Carlos trajo unas canciones y músicas increíbles con arreglos de vientos y cuerdas.

Recuerdo un día que volviendo de mi trabajo en el Centro. Porque nos había ido mal y como ya era padre tuve que empezar a trabajar en otra cosa, y Joaquín me dijo que había un tema que quería que escuche. Entonces fui directo para su casa. Justo ese día había cobrado y me robaron el sueldo en el subte. Cuando llegué, Joaquín estaba re entusiasmado y yo le conté lo que me acababa de pasar. Nos lamentamos los dos por el hecho un rato. Pero bueno, Joaquín me mostró el tema terminado, que era “Vade Retro”, y me re emocionó la letra. Y me olvidé un poquito del bajón. Así, empezaron a aparecer las canciones y se empezó a armar un disco con una frescura y un espíritu bien popular.

Nicolás: En esa época yo vivía en la terraza de la casa de Joaquín. Pasábamos juntos mucho tiempo, tocando y grabando en la Mansión del terror, o simplemente “El terror” para nosotros. Muchas de las canciones nacieron allí. Por ejemplo, “Yo no me quiero casar, y ud?”, “Vago”, “La chispa de mi mente”, “Delfines” o “El centro musical”. Esta última la compusimos con Toddy Tapia en mi habitación - estudio en la terraza apodada “La Covacha”.

Carlos: Como dijeron los chicos, salíamos de Siempre Libre que fue un disco casi neo sinfónico y estábamos con una sensación rara porque el trabajo había salido por el sello de Musimundo, creado en ese momento, que sacó solo un par de discos. Fue como que el álbum pasó sin pena ni gloria. Siempre Libre es más reconocido ahora que en aquel momento. Entonces, el ánimo que teníamos era “hay que salir con todo”. Pegamos un volantazo. Por eso se nos ocurrió el nombre Turfshow, un nombre conciso y directo que hacía pensar en lo que eran las presentaciones en vivo de la banda, bien eléctricas y efusivas. A partir de ahí empezamos a componer canciones. Yo hice “Loco un poco”, “Es la emoción”, “Ranchera”, “Mambo”… Todas canciones muy alegres. Ese fue el inicio de Turfshow. Decidimos producirlo, al igual que Siempre Libre, con Coti Sorokin, con el que la banda funcionaba muy bien y ya habíamos entablado una amistad. De hecho, seguimos produciendo temas con él hasta el día de hoy.

Fernando: Recuerdo que cuando llamamos a Coti, él estaba haciendo su primer disco solista y nos dijo que no iba a poder acompañarnos. Entonces, lo invitamos al bar Único para charlar y le rogamos que nos produzca y, no tuvo opción. Así que puso en stand by su disco y produjo el nuestro. Finalmente, fue el disco más exitoso de Turf.

Nicolás: Tuvimos que convencer a Coti para que lo produjera porque lo habíamos vuelto loco en Siempre libre y no quería saber nada de meterse en otro disco de Turf. Me acuerdo que lo citamos en ese bar y le llevamos una torta. No era su cumpleaños pero nos queremos mucho y el gesto ayudó.

¿Se vieron venir el éxito al tener temas con semejante potencial?

Fernando: Sí, sí. Sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo. Por eso le insistimos tanto a Coti y por eso, creo que aceptó. Le dijimos “con esto vamos a romper todo”. Él escuchó los temas y dijo: “Listo. Lo hago”.                  

Fueron pocas jornadas de grabación. Lo teníamos todo muy resuelto. Coti nos ayudó mucho, más que nada en la parte de las voces. La parte musical estaba muy cerrada porque veníamos de meses y meses de laburar en la casa de Joaquín.

Nicolás: Estábamos muy bien alineados artísticamente, a pesar de la dura realidad que se vivía con las carencias de la época. Fueron tiempos difíciles que supimos convertir en una obra musical cargada de optimismo y buena energía. Queríamos levantar los ánimos, y salir disparados como un cohete a la estratósfera. En los primeros shows en vivo, nos dimos cuenta que algo especial empezaba a pasar con esas nuevas canciones. Luego, esa fuerza y alegría se contagió a nivel popular en todo el país.

Con este disco se van a PopArt…

Fernando: Tal cual. Fuimos a PopArt, y esta compañía, también, se encargó de que el disco suene en radio y televisión.

Carlos: Nosotros conocíamos a Roberto Costa de la época en que habíamos estado en Universal y a él le gustaba mucho nuestra banda. Así que cuando creó PopArt, lo primero que hizo fue llevarnos. La relación con el sello sigue hasta el día de hoy. Eso también ayudó a que Turfshow tuviera la repercusión que tuvo porque sumado a los Turf reinventándonos, había una compañía nueva con ansias de salir a romper todo.

Fernando: Además, conocimos una manager que nos hizo tocar, por muy poco dinero, pero pueblo por pueblo. Fueron épocas de girar y recorrer de verdad el país. No tocábamos solo en ciudades sino en lugares inhóspitos con boliches con piso de tierra. Nos pagaban en Patacones, Lecops, Quebrachos, Lecor, todo tipo de bonos. En 2001, el país se había venido abajo y nosotros le pusimos el pecho a todo. Eso tiene un valor social muy grande para nosotros porque desde nuestro lugar fuimos a llevar una buena cuando todo era un desastre. Viajábamos en micros de pasajeros porque no daban los presupuestos pero siempre muy enchufados en hacer que ese disco sea lo que, finalmente, terminó siendo: un disco exitoso. Pusimos mucho de nosotros, mucho trabajo y amor.

Sí, una época muy difícil, el fin de la convertibilidad y todo cayéndose a pedazos en el país…

Joaquín: Claro, quedamos todos los grupos sin compañía, no solo Turf. Y PopArt se transformó en ese momento en una compañía independiente que agarró todo el rock nacional. Entonces, “Loco un poco” es el primer hit que hizo un crossover total por todas las radios y a la vez, fue la primera vez que un grupo que parece ser rockero o popero la pegó tanto. No se entendía muy bien. Pero bueno, como nosotros siempre generamos bastante confusión, no se entendía nada. Por otro lado, es un hit con una música que no existía en el país: una cosa de fanfarrias, cinematográfica mezclada con una canción pop. Si uno lo quisiera traducir, sería como una música británica hecha en Argentina…

Tal cual, se me ocurre Supergrass, esas bandas británicas bien poperas…

Joaquín: Claro, nosotros siempre tuvimos eso en el ADN, el tema es que nunca habíamos llegado tan lejos como con “Loco un poco” que fue algo gigante. Y seguimos por ahí porque estaba “Cuatro Personalidades”, después llegarían “No se llama amor” o “Pasos al costado”, que se transformó en algo mundial. Pero, bueno el primer suceso fue “Loco un poco”. Y en Turfshow, en general, hay de todo un poco. Es un disco chifladísimo: “Vade Retro”, que habla de la amistad; “Delfines”, que habla de la Argentina de un modo poético; “El centro musical”, que habla de la música en sí misma; “Mambo”, una fantasía musical; “Ranchera”, que es una pieza maravillosa. Y, también, está uno de los temas, tal vez, más populares del rock nacional que es “Yo no me quiero casar…”

Es muy interesante que este disco y Siempre Libre no se parezcan en nada…

Joaquín: Sí. Por suerte los discos de Turf nunca se parecen entre sí porque ese es nuestro estilo. Hoy por hoy casi tenemos terminado el disco nuevo y, tal vez, sea el mejor de todos. Y volviendo a la comparación entre Siempre Libre y Turfshow, la diferencia es monstruosa. Veníamos de ese viaje de introspección de Siempre Libre, que, incluso, tenía que ver con que empezamos siendo muy chicos entonces después de leer literatura existencialista, Hermann Hesse, [el libro El] Lobo Estepario, cosas que se leen a esa edad, nos surgieron los típicos cuestionamientos que se pueden tener con 20 o 21 años…

Creo que lo más importante que tiene la etapa de Turfshow es volver a ocupar el lugar que Turf tenía como banda. No éramos un grupo de colgados que hacían música que da para tomarte un ácido. Turf es una banda que nació para ser popular, ese es su espíritu, es lo que nos sale naturalmente. Para nosotros es mucho más fácil hacer un hit que un tema chiflado. Por otro lado, son canciones de mucho diseño, tienen mucha búsqueda por detrás. Se toman muchas definiciones sobre arreglos, estilos musicales. Por ejemplo, “si acá pusimos violines, en el próximo disco no van violines” y cosas así. Son todas fichas que entran y salen según el juego que estés armando y si las vas a repetir tiene que tener un sentido. No hay dos canciones de Turf iguales ni parecidas. No repetimos nuestras fórmulas.

Creo que lo más importante que logra Turfshow es reinsertarnos en lo que, en ese momento, era el lugar de la popularidad que nos tocó a nosotros: la radio, los recitales masivos. Obviamente, no tocamos en River ni nos hicimos millonarios (risas).

LAS CANCIONES:

. LA EMOCIÓN (letra LEVINTON/LOPATIN música TAPIA)

¿Cuál es la historia de esta canción?

Joaquín: Este tema es una especie de rock sinfónico que anuncia la llegada increíble de un grupo que va a explotar un estadio. Una banda que está lista para semejante evento.

Fernando: Ese fue uno de los primeros temas que trajo Carlos con ese arreglo de vientos y si bien era una obra conceptualmente pop, nosotros queríamos una entrada bien pirotécnica. Así que inmediatamente nos dimos cuenta que sería el tema que iba a abrir el disco. Y, con Coti, convocamos a los mejores vientos del país para que sea una aplanadora. Queríamos romper todo.

Carlos: Cuando le mostré la canción a la banda, todos dijimos: “este tema tiene que abrir el disco”. También, abríamos los shows con esa canción. Era como una declaración de principios de la intención que tuvo este trabajo: que cuando lo empezaras a escuchar, con los fuegos de artificio y las trompetas, te sacara de la realidad y te pusiera en mundo que nosotros proponíamos con Turfshow, un mundo más optimista y alegre que la realidad.

Leandro: Me acuerdo que cuando llegó la música de este tema, enseguida pensé ese título. A partir del primer acorde del estribillo se me vino “es la emoción…” y Joaquín completó la letra. Y además, si trazás una línea con el trabajo del que veníamos, es muy disruptivo. Fue como plantar bandera, y que suenen las fanfarrias.

. CHICAS MALAS (letra LEVINTON música LOPATIN)

¿Qué recuerdan de “Chicas malas”?

Carlos: Un tema bien rockero y cañonero. Rendía muy bien en vivo.

Fernando: Es, también, uno de los primeros temas que se hicieron para el disco. Tiene música de Lea. Teníamos ganas de que el disco tenga rock.

. EL CENTRO MUSICAL (letra LEVINTON música TAPIA/OTTAVIANELLI)

¿Cómo hicieron Centro Musical? Porque es una canción con muchos cambios rítmicos y climáticos.

Carlos: Esa es una canción que hice con Ríspico. Nos juntamos un día los dos solos y empezamos a tocar, él con un teclado y yo con el bajo y el tema nos salió de una de principio a fin. Es un tema muy divertido porque Rispi le metió unos aires medios cariocas. Por momentos era como una canción inglesa de los Happy Mondays y después cortaba y pasaba a algo más brasilero. Fue muy lindo, salió en una tarde, se la tocamos al resto de los chicos y a todos les gustó y Joaquín le puso la letra.

Nicolás: Como dijo Toddy, nos juntamos en la Covacha y nos propusimos hacer un tema bailable, bien arriba. Arranca con un riff medio de música disco, como la intro de Carlitos Balá. Después se pone medio The Doors, que nos gustan mucho a ambos. El cuerpo tiene algo de parodia de funk, como riéndonos un poco del funk blanco, con el clavinet y demás. El estribillo vuelve al  estilo disco y reaparecen los Doors en la caída a mitad de tempo. Es una mezcla bastante peculiar de elementos. En vivo es explosivo.

Fernando: También, es un tema muy ágil, con mucha dinámica, con guiños a Virus, al rock nacional. Tiene el “Oaria raio/Obá, obá, obá” [del tema “Mais que nada”] de Jorge Ben que tiene que ver con el momento de efervescencia que estábamos viviendo.

¿En esa época eran de escuchar a otras bandas? ¿Qué música los influenciaba?

Carlos: Todos tenemos diferentes gustos musicales. Pero hay bandas que nos gustan a todos por igual. Sobre todo las clásicas: Beatles, Stones, The Kinks, The Who; bandas de los 90 que nos gustan mucho son Primal Scream, Flaming Lips, Happy Mondays o The Stone Roses. En esa época, también, escuchábamos a The Beta Band. Y la música que está por fuera del rock, la música country, sureña, o ritmos como el mambo que son latinos. Todo eso pasa después por la “turferización” y es como que termina siendo del estilo de la banda.

Nicolás: Cada integrante de la banda tiene orígenes e influencias musicales muy diversas, a la vez que van cambiando los gustos. En esos tiempos, yo estaba escuchando mucho los discos solistas de Brian Eno. También, Velvet Underground, Air, Daft Punk y Chemical Brothers, los discos  de Bowie en Berlín. Otra gran influencia de la época fue el disco El Salmón de Andrés Calamaro, y Los Auténticos Decadentes

. LOCO UN POCO (letra LEVINTON música TAPIA)

¿Cómo hicieron “Loco un poco”?

Nicolás: Toddy trajo la música completa, de principio a fin. Cuando Joaquín le puso la voz, encontré en los huecos el espacio para hacer un arreglo que puede ser casi tanguero pero que, con un sonido que despega de esa manera, lo saca de la armonía melancólica y lo lleva al espacio exterior. Luego, en el estribillo, hice el arreglo de cuerdas que viaja debajo de la melodía de la voz.

Carlos: Recuerdo que había ido a visitar a mis viejos y ahí tenía una guitarra criolla. Así que la agarré y empecé a tocar los acordes. Yo quería hacer una canción como la de la presentación de [el programa de TV] El Mundo del Espectáculo, en el que pasaban películas en Canal 13. Quería hacer algo grandilocuente, con trompetas y demás. Así que me puse a tocar los acordes y salió de una. Después volví a mi casa y con una compu muy precaria y un teclado le grabé lo que serían los arreglos de trompetas. El tema estaba terminado de principio a fin y lo llevé a la sala en la que ensayalábamos, en Córdoba y Gascón, se los mostré a los chicos, y les gustó. La primera vez que lo tocamos en la sala ya salió perfecto, igual que como lo escuchás hoy. A la semana, Joaquín ya tenía la letra terminada. Son esos momentos de inspiración, que hacen que la banda esté conectada en una misma idea. Por suerte, nos fue bien. Fue el primer gran hit que tuvimos en nuestra carrera.

Foto: David Sisso

¿Cuándo lo estaban haciendo se imaginaron que iba a terminar siendo un hit?

Carlos: De movida no lo hice pensando en eso. Yo solo quería que fuera una canción de los años sesenta, muy retro. Pero cuando la tocamos en la sala los cinco, ya con la letra terminada, ahí sí nos miramos y nos dimos cuenta que algo bueno iba a pasar con esa canción.

Fernando: Recuerdo que la batería la grabamos con Carlos y a Coti y a mí no nos gustó cómo quedó. Entonces, le propuse a Coti grabar solo la batería, sin bajo, sin nada. Y me dijo: “No, es una locura”. Pero le dije: “Poneme el metrónomo y grabo la batería y cuando llega Carlos graba el bajo”. Y así fue. Un método inusual. No te suelen permitir grabar la batería sin escuchar los otros instrumentos. Pasa que ese tema tiene un beat muy rápido y es difícil que el resto de los instrumentos puedan mantenerlo hasta el final del tema. Por eso le propuse eso a Coti, y dimos en la tecla.

Cuando grabamos, sabíamos que teníamos una bomba con ese tema. Y en un momento, Coti paró todo y dijo: “tengo la intro”. Y, bueno, la intro son voces hechas por él. Éramos conscientes de que con ese tema explotaba todo y que la alegría y esa efervescencia la íbamos a contagiar sí o sí.

¿Los sorprendió el éxito impresionante que tuvo?

Joaquín: No. Si nosotros arrancamos el disco con fuegos artificiales… Fue un deseo. Lo planeamos, lo buscamos, nos esforzamos y lo logramos. Nos hubiese sorprendido que no funcione.

Lo digo, también, porque era un tema con mucha alegría en una época que fue una bajón…

Joaquín: Bueno, sí. Fue en 2001… Ahora que lo mencionás, recuerdo que fue un poco en contraposición. Incluso, veníamos de un disco tan chiflado como Siempre Libre con búsquedas musicales muy elaboradas y se planteó “¿y ahora, vamos a cantar: Cuando escuchés esta canción/Te va a alegrar el corazón? Pero esto es muy sencillo”. Pero ¿qué tuvo de genial?: la genialidad de lo simple. Un metalenguaje que te dice cuando estés escuchando esta canción te va a estar provocando alegría.

Se me ocurre que sería como la performatividad del lenguaje, esa obligada conexión entre lenguaje y acción…

Joaquín: Sí, como un sistema del lenguaje que me parece muy interesante. Pero bueno, cada uno lo entiende como quiere. Y después, también, tiene una música bastante compleja. ¡Andá a sacar “Loco un Poco” con la guitarra! Los arreglos los tiene que tocar una orquesta. Nosotros teníamos la experiencia, por escuchar otros artistas, de la capacidad de generación de alegría que la música tiene. Pero ojo, una alegría luminosa. No, relacionada con el reviente. Parece poco pero no lo es. Con una canción se puede generar alegría y sobre todo con una banda como Turf, por el alcance que tiene. En paralelo, sonaban los Decadentes con “Tanta alegría seguida te va a hacer mal…”, que fueron como una inspiración, no tanto a nivel musical pero sí, por ese espíritu. Nosotros, también, teníamos ese deseo de levantar el bollo de un país hecho verga.

. MAMBO (letra LEVINTON música TAPIA)

¿Cómo hicieron “Mambo”?

Fernando: Otro tema de Carlos para el que trajo un loop de una orquesta de los 50 y nos volvimos locos. Vino, perfectamente, en línea con el disco. Con esa impronta fresca entró por la puerta grande.

Creo que es un disco muy variado estilísticamente hablando, porque a Carlos, que aportó mucho como compositor, le gusta la música de género. Por ejemplo, para “Ranchera”, él le pasó los acordes a Joaquín con su acústica y Joaquín le hizo esa letra perfecta. Salió así, sin demasiadas vueltas.

Carlos: Como dijo Fernando, había loopeado unos ritmos, no me acuerdo de que banda, que tenían la cadencia del mambo. A mí me gustan mucho Esquivel, Pérez Prado o Perry Como, todos esos artistas norteamericanos que cantaban mambo, y esas orquestas de la década del 50. Entonces lo sampleé. En ese momento, tenía un contrabajo, que desgraciadamente ya no tengo; así que sobre ese loop empecé a hacer una línea de contrabajo. Luego, le puse los acordes del estribillo, arreglos, la estuve trabajando un tiempo y después la llevé a la sala. Estábamos muy inspirados en ese momento y Joaquín le escribió la letra. Así quedó como un tema muy poco común, casi una rareza. De hecho, le pusimos “Mambo” porque nos pareció muy bien ponerle de nombre el estilo porque nunca habíamos hecho algo parecido.

Aparte el título tiene un doble sentido: el estilo y un estado mental…

Carlos: Claro. “Ando con un mambo…” Está bueno eso, porque ahora es una palabra vintage, ya nadie usa expresiones como esa. También, tiene que ver un poco con las películas de los 80, como las de Olmedo y Porcel, donde se usaba ese lenguaje porteño que era muy gracioso y que a nosotros siempre nos gustó.

. RANCHERA (letra LEVINTON música TAPIA)

¿Y la idea de “Ranchera” cómo fue?, porque el título de la canción también describe el estilo…

Carlos: Exacto. Esas son canciones que yo tenía grabadas de principio a fin. Lo que no tenía era la letra. Así que se la mostré a los chicos y la empezamos a tocar. La grabé con el contrabajo y durante mucho tiempo, también, la tocaba en vivo con el contrabajo. A mí me gusta mucho Neil Young y, con todo el respeto, quería hacer una canción en el estilo de su disco Harvest Moon, un tema country lento, mid tempo, y me salió esa canción. Primero, grabé todos los acordes después, el contrabajo y luego, los arreglos de guitarra. Después, eso fue doblado por un violín en el disco. Joaquín le puso la letra. Esa historia es graciosa porque yo le preguntaba: "¿Hiciste la letra de la ranchera?”, y él me respondía que no. Y así durante un mes, hasta que la trajo terminada. Y, finalmente, la letra habla de eso, de una especie de receta de cómo escribir una canción. Un tema que seguimos tocando hasta el día de hoy.

. CUATRO PERSONALIDADES (letra LEVINTON música LOPATIN/LEVINTON)

“Cuatro personalidades”, otro hit muy importante…

Joaquín: Por supuesto. Ese es un clásico. El título tiene que ver con Quadrophenia [el álbum de los Who, 1973]. Hay mucha data oculta en este disco.

Leandro: Recuerdo que toqué el riff del comienzo en la casa de Araoz de Joaquín. Después lo seguimos juntos y Axel Krygier le puso el arreglo de vientos del estribillo. En esa época íbamos mucho a ver a Axel. Ese tema es genial.

Fernando: ¡Es un temazo! Mucha picardía de toda la banda para los arreglos. Coti nos felicitó por la base rítmica. Tiene a Joaquín hablando, en primera persona, desde un personaje muy diferente a lo que la gente creía de él. Un Joaquín más real, más cercano a lo que conocíamos nosotros y no, a la imagen que tenía la gente de él: un chico pedante. Las personalidades como “pasaportes falsos”. La mismísima vida, la estrategia de supervivencia.

Este tema tenía un video muy lindo…

Carlos: Sí. Lo filmamos en el Circo de Carlitos Balá, creo que era por Lanús, que nos lo habilitaron un día de semana que estaba cerrado al público. Y estuvimos toda la tarde y parte de la noche filmando. Nosotros con un vestuario bien circense… Fue una producción muy linda, dirigida por Néstor Frenkel, que es un genio. Y tiene una historia de amor y desamor de todos los integrantes del circo. 

. YO NO ME QUIERO CASAR, Y UD? (letra y música LEVINTON)

¿Cómo salió Yo no me quiero casar…Y Ud.?

Joaquín: Fue un momento genial. Me acuerdo que fue fácil de hacer pero me faltaba una sola parte y estando en mi casa de Villa Crespo, yendo hacia la cocina, de pronto dije “Libertad, frenesí, do re mi fa sol la si. Eso es el amor para mí”. Todo de corrido. Fin. Listo, terminada. No lo podía creer. La frase entera entró justa en la melodía que ya tenía.

Fernando: Originalmente, el tema era tipo Velvet Underground, nada que ver. Cuando apareció el coro “chururururu”, dijimos “No, este tema tiene que ir para otro lado”. Un lado más stoner, más popular, más comercial. Y bueno, Joaquín, un maestro, le hizo una letra bien acorde para que lo cante el pueblo.

Carlos: Está muy buena. La gente se identifica mucho con la letra cuando la tocamos… Yo no me voy a casar pero después se terminan casando todos… (risas)

¿Y el magnífico video de esta canción con los imitadores de Jagger, cómo surgió?

Fernando: El video del tema, gran idea de Joaquín y Tomi Diéguez [director de cine], hizo de esa canción una cosa muy espectacular. Nos prestaron un estudio y una isla de edición en Canal 9 y así, gastamos cero pesos para hacer ese video. Pusimos un aviso en el diario y aparecieron un montón de personajes. Fue un video hecho solo con una gran idea. Tal es así que el propio Luis Alberto Spinetta dijo alguna vez que era el video que más le gustaba. Así, que imagínate que le sacamos una sonrisa a el Flaco.

Carlos: Cuando hicimos la convocatoria aparecieron unos locos de la guerra y otros sí sabían, eran imitadores de verdad, o eran rolingas… Algunos no habían visto a Mick Jagger en su vida… Te tiraban unos pasos que te morías de risa. Fue muy gracioso. El video quedó muy bueno y fue muy novedoso. Después salió un video de Maroon 5 casi con la misma idea, creo que el tema se llama “Move Like Jagger”. Nos chorearon…

Joaquín: Como dijo Fernando, pusimos un aviso en el diario buscando imitadores de Mick Jagger. Fuimos a un estudio que nos prestaron y los hicimos bailar. Facilongo. Pero tiene millones de visualizaciones en YouTube.

Sí, más de 10 millones. Algunos de los imitadores están re bien tipificados…

Joaquín: Sí. La mayoría no los conocíamos. Hay muchas anécdotas. El que ganó se sumó a la gira, se montó en la contienda de estrellato. Muy gracioso todo. Muchos años después lo convocamos para un nuevo video y nos pidió $4000 por hora y remises para los traslados (risas).

. VADE RETRO (letra y música LEVINTON)

Este es un tema con un pulso glam rock, ¿no?

Fernando: Sí. Hay citas a David Bowie, T-Rex, incluso. Y tiene una letra espectacular. Creo, de las mejores que hizo Joaquín para ese disco. Es como la letra seria del disco. Estábamos en una época luminosa, donde también nosotros empezábamos a consolidarnos como amigos después del fracaso de Siempre Libre, que fue duro. Estábamos en una buena etapa. Y esa letra dice cosas buenísimas. Es uno de los preferidos de los fans de Turf.

Carlos: Tiene un pulso glam con una letra sugestiva. Una vez estábamos tocando ese tema en Tucumán, en un festival de un colegio. Un lugar grandísimo, y de repente, en la mitad de del show, nos paran el sonido y sube un sacerdote agitando un bastón como que nos quería pegar.

¿Cómo fue eso?

Fernando: En la semana de la juventud, en un colegio católico muy importante de Tucumán, les preguntaron a los alumnos qué artista querían que convocaran para tocar y ganó Turf. Entonces, nos contrataron y vía fax, el cura, que era el director del colegio, mandó a pedirle a nuestra compañía discográfica que en el repertorio no se incluyan “Vago” ni “Chicas malas”. Bueno, dijimos “está bien, no los tocamos”. A la mitad de “Vade Retro”, sube el cura al escenario agitando su bastón y un séquito de 10 monaguillos. Cortan el sonido. La cuestión es que él entendió que la letra decía “Padre Nuestro, Satanás”. Así, muy tucumano todo, nos encerraron en el camarín, nos cortaron la luz y tuvimos que huir del lugar. Una locura por un mal entendido. Una de las tantas que nos han tocado vivir en el interior. Porque nosotros éramos “pibes modernos” (risas).

Carlos: Una escena muy surrealista. El tipo entendió que nosotros le estábamos cantando una oda al diablo, y se subió al escenario a cortar todo.

Fernando: Son cosas que en el momento las padecés pero te terminás riendo y que a través de esas cosas mucha gente abre los ojos. Muchas veces las cosas terminaron al revés, nos terminaron dando la derecha a nosotros.

Foto: Martín Bonetto

. VAGO (letra LEVINTON/LOPATIN música LEVINTON/LOPATIN/OTTAVIANELLI)

“Vago” es una oda a ser músico, ¿no?

Carlos: Sí. Es, también, una pose porque tener una banda es un trabajo serio al que le tenés que poner el cuerpo… Pero sí, digamos que la letra es lo que la gente piensa del músico.

Fernando: Nosotros no nos podíamos ver a nosotros mismo como vagos. Éramos muy autocríticos con eso. Y este tema dice todo lo contrario: “sí, soy un vago”. Fue como decir algo que uno se niega a reconocer. Soy vago, chau (risas).

¿Y cómo la compusieron?

Nicolás: Estábamos con Joaquín y Lea en el Terror, una tarde zapando. Yo arranque el tema con el riff de piano que aparece en la reintro, como un arreglo onda Depeche Mode. Fuimos siguiendo esa armonía y armando la canción. Lea metió el riff del principio y fuimos tirando acordes. Joaquín fue cantando la melodía y se fue esbozando la letra sobre la marcha. Es uno de los pocos temas del disco con cierta pesadez, con tonos menores y algo oscuro.

. DELFINES (letra LEVINTON música LEVINTON/OTTAVIANELLI)

¿Cuál es el significado de esta canción?

Carlos: Tiene una doble lectura. Por un lado, se vincula con la psicodelia (pensar en los delfines) pero, también, tiene un costado relacionado con lo social que apunta a cómo se mueve la gente en una sociedad.

Fernando: Tiene una letra media futurista, mística, visionaria. ¿Cómo podría decir? Tiene reminiscencias de [Benjamín Solari] Parravicini, Nostradamus. Habla de cosas que podrían pasar y que han pasado a lo largo de toda la historia. Es más que nada un espíritu. Uno siempre pretende que lleguen los delfines y que todo cambie de una vez. Se podría decir que es el tema más, si no el único, político del disco. Porque tiene una especie de bajada de línea respecto del manejo del mundo.

Joaquín: Siendo que nunca hablo de la realidad porque no la quiero meter dentro de algo tan luminoso como una canción, en ese momento disfrazado de algo misterioso y, los delfines como metáfora de la esperanza, ese tema involucra algo del estado general de las cosas. Seguramente, no fue intencional sino más bien una secuela que me dejó el contexto.

Nicolás: La hicimos con Joaquín, también en el Terror. Lo hicimos en el piano, en la línea musical de “Demoliendo Hoteles” de Charly, o “Suffragette City” de Bowie, con un mensaje esperanzador en una época muy terrible. Habla de la salvación y la libertad, de renacer desde lo más profundo de nuestras emociones que han sido perturbadas.

. LA CHISPA DE MI MENTE (letra y música LEVINTON)

El disco se cierra con La Chispa de mi Mente.

Joaquín: Sí, que es un chiste a “La chispa de mi gente” [el programa televisivo de Quique Dapiaggi, popular en los 80]. Es un típico tema de Turf. Tiene la influencia de “Baby, I Love You”, el  tema de Ramones que produjo Phil Spector.

Fernando: Es el cierre fantasioso que el disco merecía porque pasa por muchos lugares. Entonces, le queríamos dar un final bien arriba y haciendo el chiste sobre un programa folclórico de la década de los 80, medio de sociedad rural, con esos gauchos medio fachos. Imaginate, que para nosotros ese mundo era totalmente ajeno a nuestro espíritu.

REFLEXIONES Y COMENTARIOS

¿Cómo se hizo el disco?

Fernando: Lo grabamos en pocas horas en Circo Beat con Coti. La verdad fue muy simple, no le dimos muchas vueltas. O sea, pasamos de hacer Siempre Libre en 850 horas de estudio a hacer este en la mitad de tiempo, como todo el mundo.

Nicolás: Fueron largas jornadas grabando en el estudio Circo Beat cuando Fito [Páez] todavía dejaba sus vinos en su bodega abierta, y nos encargamos de cuidarlos bien. La pasamos excelente, hubieron noches de zapada y camaradería, fueron varios  amigos al estudio. Creo que en el disco estuvo muy bien plasmado el espíritu de fiesta que estaba en el aire de las grabaciones.

Carlos: Antes se grababa muy diferente a como es ahora. Íbamos todos los días al estudio con la producción de Coti, más todos los músicos invitados. Una linda experiencia. Recuerdo con mucho cariño la grabación de Turfshow porque estábamos con todas las pilas renovadas porque pensábamos que iba a ser un disco que cambiaría nuestra carrera. Como dije, un volantazo.

¿Y la tapa? ¿Cómo se hizo?

Nicolás: No recuerdo mucho, solo haber hecho fotos de estudio para imprimir en las remeras que usa la chica de la tapa. Lo demás fue montaje digital.

Carlos: No me acuerdo a quien se le ocurrió la idea pero sí me acuerdo de la sesión de fotos. Primero, hicimos los retrato de nuestras caras y después la foto de la chica, el resto fue edición. Viéndola ahora, veinte años después, está muy buena, es muy luminosa, tiene mucho que ver con lo que queríamos decir y mostrar.

Fernando: A mí no me gustaba mucho. Recuerdo haberlo manifestado pero como se pensaba en algo muy pop, tipo warholezca, la tapa fue por ahí.

Joaquín: La verdad que hay de todo en este disco. Y mirá, también, las chicas de la tapa del disco, que representan lo que serían nuestras groupies, son todas rubias e iguales. Es una gran broma, ¿entendés?

¿Cómo fue la presentación del álbum?

Fernando: Iba a ser el 19 de diciembre en Niceto. Cae el gobierno de De la Rúa, se suspende y pasó al 21. Fue espectacular, vino Cucho de los Decadentes y Charly que copó el escenario y nos quedamos tocando unos cuantos temas con él (risas). Fue un fiestón. Lo dimos todo. Era un momento duro del país, con los muertos que dejó el 20 de diciembre. El último toque de queda lo habíamos tenido con los militares, imaginate. Fue duro. Y si bien, nosotros estábamos muy arriba, sentíamos lo que sucedía, no estábamos abstraídos de la situación social. Por eso nuestro mensaje era “Vamos, arriba”. Creo que le dimos mucha alegría a la gente que la necesitaba. Por eso, nos fue tan bien y tuvimos la posibilidad de recorrer el país pueblo a pueblo. Hemos estado en lugares donde el tren había dejado de pasar hacía 5 años atrás y estaban transformados casi en pueblos fantasma.

Carlos: El país estaba a punto de romperse una vez más. Había mucho descontento en la calle y, en contrapunto, nosotros salíamos con un disco de canciones muy positivas. De hecho, la noche que presentamos Turfshow De La Rúa ya se había ido y nosotros no sabíamos si presentar o no el disco. Por eso, lo increíble del disco es haber salido en ese momento tan crítico porque en vez de mostrar eso, era todo lo contrario. No era un disco negativo, para abajo, ni enojado ni con furia, sino un disco con canciones alegres. Finalmente, la gente nos agradecía eso porque les levantaba el ánimo. La frase “cuando escuchés esta canción/ te va a alegrar el corazón” que parece tan común en la música popular, terminó siendo, en ese momento de explosión social, algo valioso porque tiraba buena onda.

¿Cómo ven hoy a Turfshow con respecto al resto de la discografía del grupo?

Carlos: Es un disco que me encanta. En el grupo todos los discos son diferentes y no hay ninguno que no me guste. Creo que Turfshow es uno de los trabajos a los que más cariño le tengo. El primero, Una pila de vida, es la novedad de sacar un disco y que te pasen en la radio. Pero a Turfshow le tengo un afecto especial, será por la época en que salió. Dentro de esa situación económica y social, Turfshow fue como una inyección de alegría.

Leandro: Es el disco más extremo a nivel pop y canción. Tiene un par de hits que ya quedaron en el cancionero argentino popular. Se alinearon muchas cosas y salió ese discazo con unos videos, también, muy buenos que acompañan. Es como el signo de una época. Además, salió en el 2001, el país estaba en llamas y era un disco pop optimista. Así que pegó muy bien.

Fernando: Una Pila de Vida tenía mucho de Joaquín. En Siempre Libre se abrió un poco el juego. Y en este, ahora analizándolo, me doy cuenta de lo inspirado que estaba Joaquín con sus letras espectaculares.

Nicolás: Turfshow es el álbum de la banda que le dio al grupo proyección popular, pasamos de ser un grupo de culto a sonar en las radios y programas de TV de toda la Argentina. Nos dio la oportunidad de viajar y tocar esas canciones en lugares jamás soñados, vivir las aventuras de la ruta, llevar alegría y fantasía a las ciudades y al interior más profundo. Sentó las bases de nuestro futuro, y contiene las canciones que todos quieren seguir cantando. Una obra fundamental para nuestra discografía.

Emiliano Acevedo