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martes, 19 de diciembre de 2023

PERIPLO: Explotando sonidos...

Fotografías: Mica Dománico

Nicolás Deluchi (voz y guitarra) es un joven músico y compositor de la zona oeste del Gran Buenos Aires, que lleva adelante un original proyecto llamado Periplo. En él se originan experiencias vitales que se vuelven canciones, con sonidos bien rockeros que explotan en los parlantes. Su último disco se llama Invisible Cabeza y está disponible en todas las plataformas.

ENTREVISTA> ¿Cómo arranca la historia de Periplo?

Es un proyecto solista. En la década pasada tenía dos bandas en simultáneo: Sistemática y Pestaña. Después eso se terminó y paulatinamente fui pasando a esta etapa llamada Periplo. Al principio hice todo solo, así fue el primer álbum de Periplo, que es más amateur. En este segundo disco hay un sonido de banda. Este álbum lo grabamos, después de haber ensayado durante seis meses, con mi viejo en bajo y un amigo baterista que se llama Patricio Sly.

¿Cuánto hace que estás en la música?

Empecé en 2003, cuando tenía 17 años. Ese fue un comienzo muy básico, con una guitarra, muy folk. Recién en 2011 saqué mi primer material. Todo ese camino que hice en la década de los 2000 fue llenarme de información, un proceso que no se detuvo más.

¿Cómo es tu formación musical?

No fui al Conservatorio, soy autodidacta, pero mis viejos son profesores de música. Tomé alguna clase de guitarra o de canto, pero siempre aprendí por mi cuenta.

¿Cómo fue la génesis de este nuevo disco, Invisible Cabeza?

La pandemia, el encierro, fue sacando en mí muchas vivencias que luego fui plasmando en las canciones. Más tarde lo grabamos y yo busqué acercarme al sonido inmediato de los Strokes, que es una banda que a mí me impactó desde siempre. Me parece que la fuerza que tuvieron bandas como los Strokes o los Libertines me impactaron de una forma inusual cuando yo era más pibe, toda esa onda garagera o de punk rock revival. En eso también tuvo mucho que ver Ignacio Castillo, que fue el ingeniero que nos grabó. Si bien Invisible Cabeza tiene un par de baladas en plan rock nacional, lo que impera en este álbum es una onda más punk o con una impronta más rockera que lo que fue el primer disco de Periplo que era más tranquilo, si se puede decir.

¿Qué te inspira a la hora de componer tus temas?

Soy muy lector. Me gusta mucho la cultura popular pero también me interesa la academia, por eso durante un tiempo estudié Letras. Uno de mis escritores favoritos es Borges, en especial su obra en prosa. También me gusta mucho Michel Houellebecq, que tiene un costado más siniestro. Luego pasé a Bukowski. También leo y tengo muchas revistas de rock. Y otra pata muy importante de la que sacó la inspiración de las letras es de los comics. Todo eso entra en el gancho y en la dinámica de las canciones, a veces de forma más consciente y otras veces más inconsciente.

Aparte de Libertines y Strokes, de los que hablaste antes, ¿qué otras influencias se te cuelan a la hora de componer?

Principalmente, El Mató, a quienes fui a ver mucho. Pirámides; Kurt Cobain es otra influencia muy grande en el tema “Ultravioleta”. También Fito Páez, al que veo como un “precursor” del grunge, aunque no tenga nada que ver, pero que en sus primeros discos tenía una forma de cantar lennoniana muy presente a la hora de grabar sus canciones a los gritos. Eso es algo que yo busqué incorporar en Periplo, esa parte bien visceral, primal, si se quiere. De cualquier forma, me preocupé de que no sea todo una catarsis, sino que cada estado emotivo tenga su lugar. Busqué que no sea tan frio, porque a veces es necesario explotar en términos artísticos. The Cure también me influencia, por supuesto. Francisco Bochatón, Rosario Bléfari, Gori de Fantasmagoría… Hay muchas bandas y solistas que me gustan como Television, The Stranglers, Sex Pistols o Ian Dury, que me encanta. Ahora empecé a escuchar bandas góticas o de post punk como Sisters of Mercy, que me están copando mucho y que me pueden influenciar a futuro.

Hablando de influencias, en este nuevo disco también pusiste un cover de Almendra: “Los Elefantes”…

Sí, con la participación de Guille Arrom en guitarra, que es un capo. Siempre lo escuché y lo admiré y por eso le hablé por teléfono para que participara. Guille me preguntó qué onda le quería poner al cover. Hay que tener en cuenta que el tema original tenía unos sonidos rarísimos. Ese segundo disco de Almendra es bastante raro, son zapadas; pero a mí me encanta eso. Fijate que ahí el Flaco Spinetta se pone más hard rock, un camino que seguiría en Spinettalandia, y luego en “El parque”, el tema que compuso para La Pesada y, especialmente, en algunos temas de Pescado Rabioso. Todo eso le dije a Guille, que me contestó: “Ok, querés hard rock, pero hard rock pueden ser mil cosas diferentes…” Coincidimos en esa apreciación pero le aclaré que quería plasmar algo bien pegado a aquel sonido primigenio, a esa onda hendrixiana del tema original. Así que Guille grabó varias versiones, y elegimos una que tenía un efecto más expresivo. Guille la rompió y a él le copó mucho como la canté yo, así que cerró por todos lados. En este disco hay mucho laburo de guitarra. En una onda minimalista que me gustó mucho como quedó.

La pandemia te inspiró bastante, ¿no? Hay un par de temas como “Muralla China” o “Pandemia” que parece que tienen que ver con eso…

Sí, me parecía que estaba bueno. De cualquier forma, el disco tiene un sesgo medio de ruptura, porque tiene que ver con una separación de pareja que tuve. En ese aspecto, lo emparento mucho con discos de rupturas amorosas como Room on Fire, de los Strokes; y Blood on the Tracks, de Bob Dylan. Como dicen los discos en sus títulos: si a los Strokes se les prendió fuego la habitación, y Dylan se desangró, a mí directamente se me cayó la cabeza. Con respecto a la pandemia, eso me parece que equilibra un poco el tema de ruptura de pareja, que está medio trillado. Pero, de cualquier forma, yo quería que este álbum tuviera esta onda porque el anterior había sido muy meloso. Está bien hacerlo así porque cada disco son ciclos vitales. Casi todos los temas los hice durante la pandemia, salvo “Enredadera”, que es el que abre el disco, y es una canción más luminosa, que tiene que ver con una nueva relación amorosa que está naciendo. Por supuesto, siempre me gusta que haya algo testimonial en la música. Por ejemplo, en “Sabe Dios” hablo un poco de lo que pasó con Maradona, con su muerte, y como nos afectó a todos los que lo admiramos.

Emiliano Acevedo



miércoles, 14 de septiembre de 2022

GUSTAVO MONTESANO, Traumas de un pasado tenebroso: Su retorno al Rock Progresivo...

 

Decir Gustavo Montesano es nombrar a uno de los principales representantes del rock progresivo argentino. Desde los 70, primero en la legendaria banda Crucis luego en el dúo Merlín –junto al recordado Alejandro De Michele- y, posteriormente con su carrera solista. Ahora radicado hace décadas en España después de su paso por los exitosos Olé Olé y su amplia trayectoria como productor, vuelve al rock sinfónico para presentar su nuevo EP intitulado Traumas de un pasado tenebroso, que reúne tres canciones.

El EP incluye un tema instrumental, “Vuelo a la obsesión”, que tenía más de 40 años esperando ver la luz porque había sido parte del repertorio del último tiempo de Crucis. Las otras dos canciones del lanzamiento son “Un día se irá”, escrita durante la pandemia del Covid 19 y “Traumas de un pasado tenebroso”, inspirada en los tiempos de la última dictadura militar en Argentina. Todos los temas son letra y música de Gustavo Montesano. Grabados y mezclados en Madrid ya están disponibles en Spotify y YouTube.

ENTREVISTA> ¿Cómo decidiste volver al rock progresivo?

Por muchas razones. En realidad, durante toda mi vida el rock progresivo fue el estilo que más ha gustado hacer. El rock sinfónico – progresivo es mi raíz. Hace muchísimos años que vengo barajando y fantaseando con la idea de volver a ese origen. Y a partir de lo que fue la pandemia, en los dos últimos años, en la que muchísimas personas nos empezamos a replantear las cosas, me di cuenta que mi oficio es la música. Esta pandemia me hizo dar cuenta que nunca se sabe lo que va a pasar mañana así que es mejor que hagamos lo que realmente sentimos y tenemos ganas de hacer y nada más. Ya sabes que el rock sinfónico es una fusión entre la música clásica y el rock y además no me da limitaciones, puedo hacer realmente lo que quiera, no tengo formatos específicos sino libertad para crear e imaginarme la música como yo la quiero, en la armonía, los compases y duración. Entonces estoy muy contento de haber reconectado con mi propio ser. 

¿Cómo lo grabaste?

Volviendo a lo de antes, lo hice durante el encierro, en forma casera porque lo grabé en el estudio que en el sótano de mi casa. Empecé a grabar el piano, la batería, los teclados, el bajo, las guitarras… No tenía la idea de publicar nada sino de hacerlo exclusivamente para mí. Pero cuando vi que me estaba entusiasmando y estaba quedando como yo quería, decidí llevarlo a los estudios de grabación en Madrid, y otros, a los ingenieros de sonido que conozco de hace muchos años para que aportaran la ingeniería técnica del disco.

Hagamos un recorrido sobre las canciones. “Vuelo a la obsesión” es un tema de pura cepa progresiva que había sido de Crucis, ¿por qué no lo grabaron en su momento?

No lo grabamos porque no tuvimos tiempo. Con Crucis grabamos dos elepés nada más pero seguíamos ensayando nuevos temas y nuevas músicas, y “Vuelo a la obsesión” era una de ellas. Incluso, si mal no recuerdo, la llegamos a interpretar en algunos conciertos hacia el final de la vida del grupo. Entonces era una música que se había quedado “como una piedrita en el zapato”. Era una cosa que tenía pendiente de hacer y me dí el gusto de hacer ahora. 

El tema es tuyo, ¿no?

Sí. Lo escribí cuando tenía 20, 21 años.

¿En qué te inspirás para componer música actualmente? ¿Escuchás algo del rock progresivo nuevo?

No me inspiré en nada en especial. Es una música que se da en mí en forma muy natural porque empecé de muy niño con la música clásica, con los conciertos de Mozart, de Beethoven, etc., y después escuché a los Beatles, los Stones, Santana, y a Hendrix, y a tantos artistas más… Entonces no necesito tener una fuente o algo externo para inspirarme. Me siento en el piano y es lo único que me sale. Me cuesta menos hacer este tipo de fusiones que lo que estuve haciendo muchos años que es música pop. En el prog estoy totalmente libre de trabas y de condicionamientos y además internet y las nuevas plataformas nos dan a los artistas la posibilidad de hacer la música tal cual queremos hacerla. De cualquier forma estoy al tanto de lo que se ha hecho en los últimos años en el rock progresivo y sinfónico. Me gustan muchos artistas como por ejemplo, Porcupine Tree, Dream Theater o Steven Wilson. Se han hecho cosas muy interesantes y muy bonitas y yo siento que pertenezco a esa “raza” de músicos o de artistas.

“Un día se irá”, ese tema lo compusiste en pandemia, ¿no?

Efectivamente. La letra habla de que “un día se irá” el virus. En el momento en que lo escribí eso no parecía posible. Parecía una utopía porque el estado de desesperación era tan grande que no se sabía dónde nos iba a llevar ni cuánto tiempo iba a durar. Realmente, teniendo una visión optimista, pensaba: algún día se tendrá que ir. “Quién lo ha creado, quién lo ha inventado, quién lo trajo, por qué, con qué fin, con qué razón…” Todas estas son preguntas que se plantean en esa canción.

“Traumas de un pasado tenebroso” es un tema de tono opresivo que, además de darle nombre al EP, evoca nuestro pasado en la última dictadura militar…

En mi caso, no es una opinión sino un hecho, el llamado Proceso de Reorganización Nacional me afectó mucho. Me provocó traumas, paranoias, inseguridades de todo tipo que me costaron muchísimos años quitarme de encima, literalmente. Y en mi vuelta al rock sinfónico para mí era fundamental volver al Gustavo de los 20 años y a lo que estaba haciendo a esa edad. Entonces, ¿qué es lo que hacía a los 20 años? Crucis. Y estábamos conviviendo con aquella realidad dura, muy dura. Pude escribirlo ahora, 45 años después pero nunca es tarde. Y de esa forma poder enterrar definitivamente aquellos fantasmas. Para mí expresarlo en forma de música es muy importante.

En una nota de Pagina / 12 dijiste que esa época te provocó pesadillas. ¿Qué tipo de pesadillas y cuanto te duró eso?

Las pesadillas eran recurrentes y me duraron muchos años. Traumas y la paranoia. Veía un policía y salía corriendo, me daba palpitaciones. Fue una época que sufrí bastante pero afortunadamente hemos sobrevivido a eso y a tantas cosas más.

¿Cómo te llevás con la trascendencia que sigue teniendo Crucis a pesar del paso de los años?

Es muy raro [risas]. Me parece increíble. Si querés que te sea sincero, que un grupo de rock progresivo sinfónico se transformara en popular en aquel momento de “éxito” de Crucis, ya era una sorpresa. Nosotros fuimos los primeros sorprendidos de que aquello tomara la magnitud que tomó porque, simplemente, esperábamos ser un grupo más de rock sinfónico pero nunca jamás habíamos soñado con la posibilidad de que nos pasara lo que vino después: los discos, los grandes conciertos en grandes estadios, las giras… Todo eso era algo que no estaba en nuestros planes. Por ejemplo, la primera vez que actuamos en el Luna Park estábamos muy asustados porque, hasta entonces, el único grupo de rock que había actuado allí había sido Sui Generis y ellos eran un grupo muy diferente de lo que era Crucis. Considerábamos que nuestra música no era muy fácil de digerir. Lo que pasa es que el público argentino es muy bueno, es un público maravilloso que sabe discernir cuando un artista es bueno y cuando no lo es. Esa sabiduría, sapiencia y sensibilidad del público nos sorprendió mucho. El fervor, la comunicación que se producía entre Crucis y su público era algo fenomenal. Por eso el reconocimiento hacia el grupo que existe 45 años después, que la gente todavía se acuerde de nosotros con tanto cariño, es un fenómeno que me sorprende cada día. También, me halaga y me enorgullece muchísimo. 

Ahora son un grupo reconocido internacionalmente, los discos se publican en muchos países: Japón, Rusia… Llegan a todos lados.

Claro, exactamente. De alguna manera eso se va haciendo una bola cada vez más grande que hizo que nos publicaran en muchos países del mundo. El primer país fuera de Argentina en donde se publicó fue en Brasil. Incluso hicimos una gira por ese país… Sí, fue una bola de popularidad cada vez más grande, cada vez más sorprendente pero también cada vez más difícil de contener y de gestionar para nosotros que éramos chicos de 20 años, y además en un contexto como el que se vivía en Argentina en aquellos años.

Todo muy vertiginoso y aparte luego surgieron las diferencias musicales y el grupo se disolvió…

En mi caso, siempre valoro las diferencias musicales. Creo que es algo positivo en tanto y cuanto esas diferencias se puedan fusionar. Siempre es linda la fusión de las músicas. Y es verdad que Pino [Marrone] y Aníbal [Kerpel] estaban más influenciados que por el jazz rock, mientras que yo seguía con la música clásica, y Gonzalo [Farrugia] estaba con el candombe… Pero creo que si se fusiona todo eso queda muy bonito. El problema que tuvimos nosotros es que nunca tuvimos el tiempo suficiente para hacerlo. Todo fue muy vertiginoso y no tuvimos tiempo ni para sentarnos a tomar un café para charlar que era lo sobre lo que queríamos hacer con el grupo. Es triste pero cada vez que llegábamos a ensayar cada uno estaba pensando en irse. Nuestra única meta era buscar otra realidad. Nos tocó vivir una época muy dura y eso nos influenció mucho, lamentablemente. 

Emiliano Acevedo


jueves, 4 de agosto de 2022

GUALICHO TURBIO, Un Ruido Otra Vez: El blues está de regreso...

 

Un Ruido Otra Vez, tercer trabajo de Gualicho Turbio retoma el espíritu de su primer álbum homónimo de 2015 y llega a los lugares más recónditos del blues con otra memorable producción. Un disco editado en 2022 con 10 temas que indagan los pantanos de la música afro garagera de aquí, allá y de todas partes.  

Un álbum cocinado en medio de un caos creativo que abarcó casi tres años que incluyeron separaciones, mudanzas y variadas vicisitudes. Pero el recorrido valió la pena porque Un Ruido Otra Vez, sin dudas, es uno de los discos más interesantes de este año.

Este trabajo es una clara muestra de que el show debe continuar. Y así será el próximo 6 de agosto cuando Gualicho se suba al escenario del Emergente en la calle Acuña de Figueroa 1030 a las 23 horas. Allí la banda con más de 10 años de trayectoria se presentará, como nos tiene acostumbrados, para exorcizar los espíritus del ritmo primitivo y hacer que los acólitos dancen. 

Además, Un Ruido Otra Vez está disponible en todas las plataformas digitales y fue producido por Carlos Acconcia y Zelmar Garín.

A propósito de este discazo charlamos con Zelmar Garín (Diablo) (Monobanda: guitarra, voz y percusión), Hernán Balbuena (Chamán Urbano)  (Armónica) y el frontman Juanjo Harervack (Poseso) (Voz y maracas).

ENTREVISTA> ¿Cómo arranca la historia de este nuevo disco?

Hernán: Arranca durante la época de la pandemia. Todos estábamos divididos, cada uno por su lado y Zelmar comenzó a hacer las maquetas de los temas. Después nos las pasamos por mail, ensayando cada uno por su lado.

Zelmar: En realidad, desde antes de la pandemia la banda ya estaba metida en una etapa caótica. Probando y sacando cosas. El grupo no avanzaba y cada vez sonaba peor. En esa época estábamos tocando con Pali (batería) y Bárbara [Aguirre]. En un momento Pali se fue, volvimos a la monobanda, y me separé de Bárbara. Empezó la pandemia y me encontré con todos los temas que teníamos a medio desarrollar, algunos ya los habíamos tocado con el Negro [Hernán], algunos ya tenían letra de Juanjo pero todavía no estaban listos. Y en el medio de mi separación de pareja, cuando me tuve que buscar una casa, empecé a grabar las bases solo con mi placa [de sonido] de dos canales y dos micrófonos, hablando mucho con Charlie [Acconcia], nuestro técnico de grabación y amigo. Entonces comenzó a desarrollarse un sonido más vinculado a la murga o a New Orleans. Y ahí empezamos a ajustar las clavijas porque los temas te empiezan a pedir cosas. En fin, cosas de la composición. Después nos empezamos a juntar, íbamos a la casa de Charlie en Florida, grabábamos voces. Así comenzó.

¿Cómo ven este álbum en relación a los otros discos?

Hernán: Sonoramente es distinto. Desde la musicalidad de las partes que grabó Zelmar y todo lo que aportó Charlie. Los tres discos son bien distintos.

Juanjo: Creo que al principio no sabíamos a dónde íbamos o de qué manera hacerlo pero nos ajustamos a la música. Fue un caos resuelto de una manera muy linda.

Zelmar: Es más dinámico. Creo que es un disco muy bailable porque hay mucha percusión, hay un gran trabajo en el armado de los ritmos y los tonos. Lo que está bueno de nuestra música, a diferencia de otras más serias como las que imperaban en los 70 en donde no se bailaba o la del punk, es que lo nuestro se relaciona con los orígenes del rock y está ligado al blues y a la murga incluso. Por suerte, es común que en nuestros conciertos la gente baile y ese es el fin de nuestra música. 

¿Por dónde pasan las influencias musicales de este álbum?

Zelmar: Siempre estoy buscando cosas del blues y del rhythm and blues, por un lado. También los orígenes del rock de acá. Yo toco en murgas desde los 12 años. La murga acá sigue siendo una música marginal, de la cual soy militante. Por eso hay temas que tienen eso. También empecé a utilizar la afinación abierta. La primera canción se llamó “El adivino” y está en un single anterior. Tiene esa cosa medio africana. Después vino “El movimiento” y en esa época empecé a hacer los temas para este nuevo disco, que tienen esa afinación abierta: “Doble V”, “El blues bien abajo”, “Verdugo”…

Recorramos el disco. ¿De qué se trata “Oro verde”, el primer tema?

Zelmar: La habíamos pensado para que Hernán tuviera un número solista en el show. La idea es que fuera una canción simple en la que él pudiera improvisar, por eso es así. También me imaginaba a Hernán en esa historia, rodando…

Hernán: Porque piedra que rueda no junta musgo. Está hablando del fasoooo… [risas]

Zelmar: Me imaginé a Hernán ahí en Formosa entre el “oro verde”…

Hernán: Tiene que ver con mi gusto personal y como me percibe él. Porque yo siempre ando solo, entonces en la letra puso: “siempre anda solo y rico despertó”. Y es verdad, porque pasó así.

También tiene un vínculo con la naturaleza…

Hernán: Exactamente, fue una buena cosecha.

Zelmar: También está vinculado con algo familiar: “Yo andaba solo y mi semilla planté…”

Sigue “Aquella tarde”

Zelmar: Es un tema curioso y, para mí, de lo mejor del disco. El riff está en 3/4 como si fuera un vals pero la batería va en 2/4. Eso es algo que está en el blues más fino. Por ejemplo, lo hacía Howlin´ Wolf. Luego, el Capitán Beefheart lo llevó al extremo en un tema que se llama “Click Clack”. Cuando está el riff en 3 es machacante pero cuando la batería va en 2 se empiezan a mezclar los acentos y se origina un contrapunto rítmico muy interesante. Y la melodía es un blues pero va a otro tiempo, va más en el aire, que es lo que hacen ellos dos [se refiere a Juanjo y Hernán]. Esto aporta esa cosa espacial y psicodélica. La letra la hizo Juanjo en vivo y en directo.

¿”Un Ruido otra vez”?

Zelmar: Es un tema que se podría decir que anticipó el futuro. Es garagero pero también habla de la depresión. Lo hicimos y al año siguiente vino la pandemia, así que un poco anticipó esa problemática. Las influencias van por el lado de los Cramps y una cosa medio Kinks. Ahí aparece el kazoo y la batería machacante. Tiene la secuencia del blues pero con los riffs. Lo importante es la letra vinculada al tema de la comida y el desastre del medio ambiente.

Llega “Verdugo”…

Zelmar: Tiene una letra hecha de Juanjo en “Macrilandia”, digamos. Y la música es 100% de murga porteña. Tiene una influencia en la guitarra vinculado a los sonidos del noreste brasileño pero el ritmo es de murga porteña casi tradicional. Tiene una afinación abierta, una especie de Sol Mayor. En la grabación puse un teclado, medio grabado en joda pero que funcionaba perfecto para no olvidarme la melodía. Toda la sonoridad del tema es invención de Charlie.

Juanjo: La letra del tema es como un mix de todas las protestas que se le hicieron al gobierno de Macri. Hay una parte de la letra que dice: “Palo para reprimir amigos encapuchados…” Habla también de los infiltrados que había en las marchas. Es una canción de resistencia.

¿Cómo fue la grabación del “Blues desde bien abajo”?

Hernán: Fue un momento en el que me di cuenta de que –después de todo el caos personal que pasamos- el grupo volvía a estar vivo porque lo grabamos los tres juntos. Fue como una llamita. Porque la pandemia nos había desconectado.

Juanjo: Es un blues de Atalaya [se refiere al barrio de La Matanza del que son Juanjo y Zelmar].

Zelmar: Ese tema está grabado en vivo en el living de Charlie y la afinación no tiene tercera, que es la que le da sentido al acorde, haciéndolo ser mayor o menor. Eso hace que la guitarra se transforme en otro instrumento.

"La sombra”

Zelmar: Es un rocanrol clásico pero con toda la impronta de New Orleans, que es toda la esencia del rocanrol. Si vos escuchás como arranca el cencerro y cómo el bombo va a los pedos, el riff que está todo en contratiempo, y después la melodía muy sincopada… La letra la hizo Juanjo entre charlas. La debe haber hecho como cinco veces… [risas]

¿”Doble V”? Un blues clásico, ¿no?

Hernán: Sí, también, es un homenaje me parece.

Juanjo: Es un homenaje a Tachín, un personaje del barrio que era muy parecido a [Edmundo] Rivero. Era un murguero de Laferrere que había sido campeón de metegol en los Torneos Evita. Esas son las cosas que contaba con orgullo. Tachín conocía todos los bares de la zona y administraba uno en donde se juntaban todos los parroquianos que lo conocían. Tomaba Doble V y fumaba cigarrillos Particulares. Me acuerdo que en el bar había pegado un poster de los Beatles de la época de Let it Be; un día Tachín se da vuelta, lo mira y me dice: “Eran buenos estos putos…” [risas]

Zelmar: “Doble V” también tiene murga, un laburo entre baterístico y murguero. Tiene toda esa cosa de blues slide con la murga por atrás.

Llega luego “Rata de ciudad”. Es imposible no sentirse reflejado en la letra de ese tema…

Zelmar: Ese tema es un rag, un género anterior al blues. Quería hacer un blues en ese estilo, con el tipo de guitarra de los años 20 pero con la letra re lunfa, no te digo tanguera, pero casi… Es un poco una historia personal. Yo siempre viví en un barrio de La Matanza y de pronto me vi en un departamento en Capital con gente que no conocía, sin amigos y con esa cuestión de que si vivís acá, tenés la comodidad y todo lo demás pero te tenés que ir a la mierda porque te re quema la cabeza… Este tema es lo que se llama picking blues, estuve un par de meses para hacer el arreglo. Es como un separador en el disco, un descanso, porque es el único número acústico en todo el álbum, es casi todo eléctrico.

¿”Las iguanas de mi boca”?

Zelmar: Juanjo venía reacio a esa canción. Siempre nos pasa que en alguna canción Juanjo no puede entrar, le cuesta interpretarla. Le pasó en el disco anterior en “Sin mí”, que era un soulazo y al final lo terminó cantando Bárbara. Este nuevo tema tiene un sabor africano que está muy bueno, toda la cosa propia de la pentatónica africana que no tiene tercera pero también mezclado con ese sonido propio de la música uruguaya que hace una mixtura muy rara. Estaban todas las partes pero nunca terminaban de congeniarse. Pero me planté solo en casa a armar las bases… Tuvo como cinco letras distintas el tema, Juanjo perdía todas las letras… [risas] Ahora es la canción que más le gusta.

¿”Paraguay”?

Hernán: Yo pensé que en el momento en que lo grabamos íbamos a grabarlo a la cocina de Charlie.

Zelmar: Paraguay la hicimos con Juanjo. Él estaba pasando un momento muy difícil, y era complicado ponernos a trabajar. Y en la cocina de Charlie hicimos “Paraguay”, medio en joda, medio en serio. Para mí la imagen tiene esa misma esencia que la foto de Keith Richards y Mick Jagger en Francia, grabando Exile On Main Street, en donde se los ve en una mesa, planeando el futuro y zafando de alguna porque venían de escapar del sistema impositivo británico… Bueno, nosotros también veníamos escapando de un sistema que nos quería encerrar… Todos estábamos pasando por un momento difícil. Así que Charlie agarró ese momento y dijo “hay que grabarlo acá, con este sonido casero…”, y así quedó. A mí pareció un tema muy bueno para cerrar el álbum.

El disco, a diferencia de los dos primeros, no salió aún en vinilo…

Hernán: El disco no está físico pero el 6 de agosto se va a vender una tirada limitada de casetes.

Zelmar: Va a haber un combo especial de 30 casetes con entrada.

 

PREVENTA: https://rebelpass.com.ar/detalle/06-08-GUALICHO-TURBIO-EN-EL-EMERGENTE-/

Emiliano Acevedo




domingo, 17 de julio de 2022

LUNÁTICOS: Un sueño que explota desde Mar del Plata...




Lunáticos es una banda de rock marplatense formada por Jorge “Lobo” Peláez (voz y guitarra), Santiago Frogón (guitarra), Carli Prados (bajo) y Tomás Charles Pérez (batería). Durante los últimos seis años, su vertiginoso crecimiento los ha llevado a compartir escenarios con artistas consagrados como La 25, Circo Paranoico, Guasones, Gran Martell y el Mono de Kapanga entre otros, además de editar dos álbumes: Casi Humanos (2018) y La llave del Sueño (2021), este último producido por Fernando Blanco. En esta nota, Lobo, el frontman del grupo, nos cuenta un poco de la historia de la banda y los detalles de su nuevo disco.

ENTREVISTA> ¿Cuándo se armó la banda?

En 2016, después de mi salida de La Cuadra, otra banda bastante popular acá en Mar del Plata. En 2017 empezamos a grabar en estudio lo que iba a ser el primer disco, Casi humano, que salió en 2018. Nos fue bastante bien.

¿Cuáles son las influencias de los integrantes del grupo?

Son muy diferentes en cada uno de nosotros. A Tuti, el violero, le gusta mucho la música de Cerati y de Skay. Tommy, el batero es muy de los Beatles, de los Clash, tiene una onda ska. A mí me gustan mucho los Piojos, La Renga, Los Redondos, los Doors y los Rolling Stones. Y a Carli, el bajista, le gusta más la onda Manal y Sumo. Todo ese engrudo sumado terminó decantando en Lunáticos…

¿Cómo es armar una banda en Mar del Plata?

Acá es muy difícil tener una banda que haga temas propios. Partiendo de esa base, acá, la música no nos da de comer, cada uno vive de otra cosa. Es muy difícil decir: “la pego con mi banda” y poder vivir todos de la música. Claramente, para nosotros no es un hobby ya que en mi caso la música es mi vida. Yo creo que sería muy infeliz yendo a trabajar si no tuviera a mi banda. Es una pasión.

¿Cómo es la movida del rock en Mar del Plata en la actualidad?

Está todo siempre igual de tranquilo. Algunas bandas impulsamos una movida propia porque para que te den bola masivamente tenés que tener una banda muy conocida y, en Mar del Plata, no existe la masividad. Las bandas muy conocidas acá llevan más gente cuando tocan afuera. Acá, el tema de la cultura es muy complicado porque es una ciudad que, generalmente, recibe mejor lo de afuera. Por ejemplo, si viene una banda del mismo calibre que nosotros paran más la oreja y le dan más bola. Por eso, si bien hay muchísimas bandas buenas en la ciudad, no se les presta atención. Eso no pasa en otros lados… Pienso en La Plata, por ejemplo, que es una ciudad más permeable a escuchar cosas nuevas y propias. En Mar del Plata, los tributos mueven mucha gente pero las bandas que hacen temas propios, no. Por eso la onda es rajar a tocar a otros lados.

¿Cómo fue la génesis de La Llave del Sueño, su disco nuevo?

Después de sacar el primer disco veníamos tocando tres o cuatro temas nuevos pero en el medio nos agarró la pandemia y quedamos encerrados cada uno en su casa. Ahí compuse bastante y cuando volvimos a los ensayos le mostré los temas al resto. Decidimos grabar el disco y ahí apareció Fernando [Blanco], ex bajista de Los Super Ratones y actual Nube 9, con quien habíamos hablado una vez porque estábamos buscando un productor. Al loco le gustó la banda y se copó con la posibilidad de producirnos. Entonces empezó a venir a los ensayos a dar su opinión. El proceso fue tomando forma hasta llegar a grabar el disco a principios de diciembre de 2020.

¿Cómo es Fernando como productor?

Es muy respetuoso, nos hizo progresar un montón. Hizo mucho hincapié en el sonido de la batería porque cuando construís una casa tenés que tener los cimientos bien plantados. Terminamos siendo muy amigos.

¿Cómo pensás las letras de las canciones?

Las letras son como cuentos ya que al margen de ser reales o no las llevo a un plano más onírico. Me gusta mucho averiguar sobre el tema de los sueños, por eso el disco, también, tiene un título relacionado con ese mundo. Hay letras que hablan de cosas que han pasado pero uno trata de buscarle la vuelta para no ser tan obvio. Igualmente, para eso ya están el Indio o el Flaco Spinetta, nuestra propuesta es más directa aunque sin caer en la cosa burda u obvia.

¿De dónde les sale esa mixtura de géneros, de hacer rock, reggae, folk, blues?

De nuestros gustos musicales. A mí me gusta desde los Rolling Stones hasta Rainbow y desde Bob Marley a los Ramones. Al momento de componer, eso termina siendo una influencia inconsciente. Por ejemplo, si estoy componiendo un rock, me aburre si termina siendo un rock cuadrado de comienzo a fin. Por eso a veces discuto por cambios estilísticos con mis compañeros pero esa es la onda. Un tema igual de principio a fin se me hace muy pesado.  

Hablemos un poco de las canciones… ¿Cómo compusieron “La noche de ayer”?

Esta canción habla de una relación tóxica, de una noche problemática con una pareja, de levantarte y no acordarte de nada de lo que pasó ayer.

¿”Ciudad Gótica”?

Es una comparación con la fantasía. Estaba muy metido leyendo una historieta de Batman y me salió esa comparación entre la realidad de lo que estaba viviendo con esa Ciudad Gótica.

¿”Jueves maldito”?

Es como mi autobiografía prohibida…

¿”Ni a la vereda”?

Esa habla claramente de la pandemia que tuvimos que atravesar. Ya lo dice la letra: “No te asomes ni a la vereda…” Termina trayendo una frase de Atahualpa Yupanqui: “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…”

”Besos amargos” y “Sofía” hablan del amor…

Sí, “Besos” una linda canción de amor y “Sofía” está hecha para mi compañera y la madre de mi hija.

¿Y “Nena caprichosa”?

Viene de la época de mi banda anterior. Fue una de las primeras canciones que hice, en 2001 cuando tenía 19 años. Por eso tiene toda esa onda country o tipo Sui Géneris, a quienes escuchaba mucho cuando era más pibe.

¿”Esperemos que no”?

Habla del inminente nacimiento de mi hija a la que justo le toca ser mujer en este mundo tan complicado y machista, con tanta violencia de género. Entonces relata todas las cosas que le pueden pasar por ser mujer. Por eso digo: “Esperemos que no”. Hoy, afortunadamente, todo eso está cambiando con la lucha que han hecho las chicas. Por eso pienso que cuando mi hija sea más grande va a vivir un mundo más justo gracias a lo que las mujeres se han movilizado en este último tiempo.

Llega “La llave del sueño”, ¿a vos te inspiran los sueños?

Me inspiran mucho los sueños. Un día una chamana me dijo que los sueños me guiaban. Pero “La llave del sueño” es una declaración de amor, básicamente.

¿Y “Tres sábados, parte 1”?

Es una canción picante, esta es la primera parte. La parte 2, un tema casi punk, quedó para el próximo disco…

“Superheroes” es un relato muy visual...

Sí, me han dicho que podría ser una canción de una película de Tarantino. Quizás sea de lo más raro que hicimos en el disco. Suena un poco a El Mató, quizás haya sido el costado más “indy” del álbum.

Nos queda “La de aquel también”…

También está dedicada a mi bebé. Fue una de las primeras canciones que hice cuando supe que iba a ser padre. Creo que las almas vuelan y después caen en cualquier lado. Un alma que puede reemplazar mi alma, la tuya o la de aquel…

“El asesino arrepentido” parece un cuento de terror del siglo XIX…

Totalmente, habla sobre Edgar Allan Poe. Se me fue ocurriendo cuando estaba leyendo un libro que compilaba varios cuentos de él, además de contar su vida. Por eso dice que él bebe para encontrar la locura pero no se sabe si en realidad bebe porque ya está loco. Eso me quedó grabado y así lo escribí.

¿El disco dónde se puede escuchar?

El disco salió en cd y se puede escuchar en todas las plataformas digitales disponibles. En nuestro canal de YouTube tienen todos nuestros videos, incluyendo algunos inéditos, y en Spotify nuestros dos discos y los singles.

Emiliano Acevedo




lunes, 20 de junio de 2022

BENNETTISTAS, PUEDO SER O NO SER...



Karen Bennett (54), guitarrista virtuosa con formación en arreglo, composición y dirección musical ha venido recorriendo escenarios en el circuito under local desde mediados de la década del 80 con una presencia arrolladora si las hay. En 2018 compuso la banda de sonido del documental El Puto Inolvidable, Vida de Carlos Jáuregui dirigido por Lucas Santa Ana.

Karen, también, trabaja como traductora en dos organizaciones internacionales sobre temáticas de derechos humanos de personas trans.

En esta oportunidad, charlamos sobre la salida del primer EP, homónimo, de Bennettistas [Disponible en todas las plataformas digitales], la banda que lidera actualmente. Un trabajo que fusiona universos musicales del género rock, pop, y rock sinfónico con letras y temas que nos dejan claro, sin panfletear, que nunca es tarde para desobedecer. 

Aquí recorremos, junto a ella, este interesante punto de partida de una nueva etapa en su carrera…

ENTREVISTA> ¿Cómo fue el génesis de este EP?

Después de muchos años de tocar con mi banda de rock sinfónico, LUPO, decidí desarmarla en principio por la falta de lugares para tocar y, también porque ya había iniciado mi visibilización como persona trans y eso empezó a generar problemas al interior del grupo. Entonces empecé a tocar como solista haciendo acústicos o en el Viejo Buzón haciendo covers. Pero me harté de tocar sobre pistas. En el año 2017, en ocasión de mi cumpleaños número 50 organizamos un show en el Centro Cultural Matienzo y para ese evento armé una banda para que me acompañe en algunos temas. Recuerdo que solo ensayamos dos veces pero a raíz de esa experiencia me di cuenta que quería volver a tocar con banda. Quería formar un grupo pero desde otro lado: tocando mis temas, siendo la que esté al frente de la dirección musical, de los arreglos y la cara de la banda. Es decir, en toda la instancia previa a salir a tocar un disco no tener una mesa de debate grande. Ser, básicamente, la que decida las cuestiones en esa etapa y al momento de tocar, sí, ser una banda. Correrme y ser la última en cobrar, por ejemplo. Ahí sí somos, literalmente, una banda pero durante el proceso creativo tomo todas las decisiones porque compongo todos los temas. Así empecé completamente de cero. Porque si bien disfruto tocar covers y toda la pirotecnia de los solos de guitarra, también, pensaba que estaba desperdiciando mi capacidad compositiva. Después vino un problema, porque al ser una persona trans o de género no binario, como quieras decirle, de mi edad, la realidad es que dentro de la comunidad LGBTIQ+ no conseguís músicos de rock sinfónico y fuera de ese ambiente, es muy difícil que los músicos se banquen que una persona trans lidere el proyecto. Entonces siempre estaba como caminando en una suerte de pasillo en el que no podía resolver ni para un lado ni para el otro. Así que con el tiempo, encontré a Cris Delge, que bueno, tiene mi edad, y aparecieron, también, otros dos músicos que si bien son mucho más jóvenes tienen otra cabecita en ese sentido. Desde este lugar, armé Bennettistas.

Y llegamos a este EP…

Sí. La realidad es que tengo más temas pero decidí grabar estos cuatro porque era como cerrar una etapa porque estos son los temas que me quedaron colgados de grabar con LUPO en mi etapa de transición a mi identidad de género. “Cuerpos-Candado” sí, lo llegué a grabar con LUPO pero quedó una versión mucho más larga que no me terminaba de cerrar porque me parecía que no estaba logrado el discurso que tiene la canción. En el caso del resto de los temas, los compuse después de haberme ido de LUPO. Entonces lo que quería era grabar estos temas para cerrar una etapa, para cambiar de página y empezar otra. Me tomó mucho tiempo rearmar mi carrera, rearmarme como artista.

Entonces ¿cómo definirías este trabajo?

Como una bisagra para lo que se viene desde mi pasado hacia mi futuro.

¿Qué aportó cada uno de los músicos en este trabajo?

Mirá la sección rítmica de los temas la grabaron otros músicos (Nao García - bajo, Juan José Gregorich- batería), en 2019, que no es la banda actual, salvo Matías Dapena (teclados). A partir de tener la base rítmica, arrancó el derrotero [Risas] Porque al poco tiempo arrancó la pandemia y me costó mucho que funcione el anterior tecladista. Vos sabés que lo más difícil para este género es conseguir un buen tecladista. Y bueno, no resultó. Ahí aparece, Matías Dapena, recomendado por Ezequiel Morfi, el dueño del estudio Titanio. Mati es sesionista, toca con el Bahiano, con Pigs (The Pink Floyd Experience) que es un tributo a la banda. Y pegamos mucha onda. Además de ser un enorme tecladista, es el productor de audio y técnico en sonido. O sea tiene un conocimiento integral de cómo producir un disco que a mí, que venía haciéndolo sola, me facilitó el laburo de una manera maravillosa. Así es que el disco lo terminamos produciendo con Ezequiel Morfi y Mati.

¿Cómo fue la grabación de los temas?

La grabación en sí fue un largo proceso de casi dos años. En el medio la pandemia, la banda inicial que se desarmó y me quedo sola con Mati. La búsqueda de los actuales músicos, todo esto fue en la mitad de la producción del disco. La base de los cuatro temas se grabó en dos días en vivo. Y después fuimos produciendo tema a tema. El primero fue “Sucede” en que grabamos las bases de teclado y ahí fui grabando la violas limpias, las más saturadas. Con el segundo tema, “Cuerpos-Candado”, hicimos lo mismo. Este es un tema más progresivo, tiene mucha carga de teclados y guitarras más aguerridas. Y siempre en ese orden: la base primero, guitarras, teclados, la voz líder, y los solos y los arreglos de guitarra. Y en “Branquias por Pulmones”, sí hay una cuestión diferente. Hay dos partes de piano y guitarra española que hubo que grabar de forma separada porque necesita otro microfoneo, otro ambiente. Una vez que está todo grabamos los coros y los solos de algunos instrumentos.

¿Qué invitados hay?

En el estribillo de “Sucede”, Lalo Javier Pérez y Soledad Núñez Cordo. Como fue todo durante la pandemia solo pudieron estar en coros pero yo quería que estén en el disco así que cuando hubo una chance los invité. Así que en ese tema hay un coro tipo colchón de cuatro voces: la mía, la de Mati y la de ellos dos.

En “Cuerpos-Candado” hay un invitado increíble que hizo un solo de bajo: Kenji Sinyasiki que tiene nada más que 15 años. Y Viviana Scaliza me ayudó en una parte a darle un tono más agudo de voz en los coros de dos o tres partes del tema en las que yo no llegaba. Y Vivi, también está en “Branquias por Pulmones” compartiendo la voz líder y los coros conmigo y la genia de Mai Prieto en violín.

¿Y “Pay per View”?

Ahí todas las voces las hice yo porque justo fue en el momento de confinamiento casi total.  

¿Hablamos un poco de los universos de cada tema?

“Cuerpos-Candado”: Este tema lo compuse en el año 1995 y, como te dije, lo llegué a grabar con LUPO y si bien hay partes que me gustan porque cumplen los requisitos del rock sinfónico, en esa versión se diluía el relato. Es un tema muy importante para mí por eso lo re grabé porque quería que tenga un poco más de coherencia en la estructura y, ahora, quedó como quería que suene.

“Sucede”: Lo compuse para la época que estaba disolviendo la banda en 2007. A mí me cuesta escribir letras porque primero hago la música y después, tenés que hacer que las palabras suene musicales y al mismo tiempo tengan sentido. Es una paja porque digo “ahora hice este tema, ¿qué mierda escribo acá arriba?” [Risas]. Pero este tema me costó un poco menos porque es más pop, si se quiere porque tiene una métrica más derechita. De hecho, el tema nació a partir de esa palabra porque me parecía muy musical y construí el resto de las estrofas a raíz de esa palabra.

“Branquias por Pulmones”: Esta la compuse un tiempo después y es una canción que tiene mucho que ver con cosas que me gustan desde chica como son los relatos mitológicos y el mundo oceánico. Pero tampoco me daba hablar de los elfos acá en Argentina. Media pila. Queda muy bien en Inglaterra pero acá medio como que no tiene nada que ver [Risas]. Entonces con los años, busque darle sentido desde mi identidad de género a esos dos cuerpos, el marinero y la sirena, que se fusionan y se convierten en uno solo. Y ahí me cerró porque les di a mis sirenas, mis centauros, mis tritones un contexto un poquitito más potente sacándolos de un mero cuentito. Este tema es del 2010 aproximadamente.

“Pay Per View”: Este es un tema que compuse en el 2017 y tiene que ver con un enojo mío frente al hecho de que a las personas trans o de género fluido siempre nos ubican en el lugar de objeto de estudio. Te llaman para que des testimonio pero no te dan laburo. Por ejemplo, los actores que llaman a una chica trans para hacer el papel de una chica trans y ellos ganan varios premios y la chica trans se caga de hambre. Entonces el “pagá para ver” tiene que ver con eso, con que nos dejen usar para sus fines, su vanidad, su ego, sus tesis sociológicas, sus estudios psicológicos. Ese tema parte de ahí y decidí darle un vuelo más simple que no tenga tanto quilombo instrumental para no perder la potencia de la letra. Es más como un “Chipi Chipi Bombón” de Charly.

¿Siempre te salen letras auto-referenciales o hay veces que te vas más por lo metafórico?

Buena pregunta. Creo que es una combinación de ambas cosas. En “Sucede”, por ejemplo, no hablo en primera persona si no que describo, cínica o socarronamente, varias escenas. Ahora, soy de las que cree que es muy difícil salirse de lo auto-referencial. No tenés que hablar en primera persona, necesariamente, pero tenés que escribir de lo que sentís como ser humano sino sos como una especie de periodista que cuenta algo que pasó y a mí se me hace muy difícil contar algo con lo que no tengo un vínculo emocional de algún modo. Te voy a dar un ejemplo, en “Pay Per View” si bien hay una cosa auto-referencial en la primera parte donde digo: No preciso ser hombre/Yo ya fui mujer… que eso describe un poco que no quiero se ninguna de las dos cosas. Una no la quiero y la otra ya la hice y no me gustó, el resto de la canción habla de lo que veo dentro de la comunidad LGBTI. No tanto conmigo porque soy una persona con privilegios, no estoy en la calle. Es decir, no habla completamente de mí. En realidad doy una mirada propia tratando de no panfletear, no me gusta denunciar. Es una visión mía sobre la comunidad. Si querés ver, pagá. Después si otra trava quiere hacerlo es una cuestión de cada una. Y en “Branquias…” hablo en primera persona cuando canta el marinero y, también, cuando lo hace la sirena… pero, ahora que pienso sí estoy hablando de mí porque soy un poco los dos. Aunque la intención no era esa, te soy sincera. La intención era contar un relato como si fuera una directora de cine pero, es verdad, que termino hablando en primera persona. Así que me tiendo la trampa yo misma… Y no está mal porque por algo uno escribe lo que escribe. No quiero ser tan estratégica. Esa un poco una condena artística.

Cuando escuché “Cuerpos–Candado” pensé en el cuerpo como prisión. Me recuerda la idea de [Andrés] Caicedo…

Absolutamente, diste en el clavo de esta canción y además diste con un tema que trae mucha controversia porque entendiste el sentido que quise darle porque no estoy hablando de género. Viste que ahora todo está atravesado por la cuestión de género. Porque dentro de la comunidad queer cuando decís “Cuerpos-Candado” te salta la policía queer a decir “los cuerpos no son candados, los candados los tenemos en la mente, bla, bla, bla” y yo no estoy hablando de eso. Estoy hablando de almas infinitas encerradas dentro de cuerpos mortales, De esto habla el tema por eso escribo “Libre es aquel que sabe morir”. Saber morir, no morirse. O “Todo es mil veces más claro aquí en la oscuridad”. Es decir, “Bueno, estoy acá en todo este infierno y en esta oscuridad empiezo a ver no lo que tengo delante sino lo que tengo dentro”. Habla de saber que somos mucho más que nuestros cuerpos sin embargo, nuestros cuerpos nos condenan a una vida finita.

¿Cuáles son las influencias musicales presentes en este trabajo?

Un poco de Sting solista porque me gusta mucho cómo compone. Por ejemplo, “Sucede” tiene un poco ese ritmo o feeling de bajo en corchea muteada tocada con el pulgar que él usa mucho en “If I Ever Lose My Faith in You”. También, ceratee [refiriéndose a Cerati] mucho, con la voz, en ese tema. Después en los solos de guitarra me gusta irme más al carajo. Fijate que en los solos, por lo general, me voy del tema, jazzeo o sinfonizo un poco más para que el solo sea una obra dentro de la obra y no una decoración. Y bueno, Yes que es una de mis influencias máximas. Es más, el cierre de voces del final de este tema tiene una melodía muy parecida al comienzo de “Rhythm Of Love”. Las intervenciones vocales son muy de Yes en ese tema.

En “Cuerpos-Candado” encuentro a Gino Vanelli, el Flaco [Spinetta] y Rush. Y una influencia marcada que tiene ese estribillo, es un tema de Pink Floyd, “One Slip”. Ahí me propuse la  búsqueda de ese sonido.  Como dice Clapton, toda la música es un robo de un artista al otro. Hay algo que te influencia mucho y querés acércate a eso y como no podés hacerlo, terminás sonando como vos. [Risas].

“Pay Per View” es Charly de los 90 pero con las uñas y los labios pintados. Nuestro amado Carlitos pero queer [Risas]. En los coros, hay un estilo Queen con capas de voces que las tuve que hacer yo por la pandemia. Aunque en vivo, eso vamos resolverlo de otra manera.

En fin, todo esto que te mencioné más Beatles, Van Halen, Jethro Tull, Genesis, Coldplay. Todos los distintos sonidos, líricas o métricas que tengo todo el tiempo en mi cabeza.

Me decías que cambiaste de músicos, ¿Cómo son las individualidades musicales de los actuales integrantes de tu banda con los que este material empezará a sonar en vivo?

Bueno, la verdad es que estoy muy contenta con la banda porque es mucho más orgánica. A Cris Delge, baterista y cantante de Rockestra, le conozco hace mucho tiempo porque nos cruzábamos, cada une con su banda (yo con LUPO), en el circuito sinfónico-progresivo de finales de la década del 90 y principios de este milenio. Y cuando nos volvimos a cruzar le dije: “¿Nos sacamos las ganas de tocar juntes?”. Y primero me había dicho que no sabía si iba a tener tiempo porque estaba con su banda Los Nuevos Vagabundos pero enseguida cambió de opinión y aceptó. Lo cual fue una felicidad para mí porque estamos cortades por la misma tijera [Risas]. Es tan difícil conseguir músicos para este estilo y además, Cris canta bárbaro. Es un baterista que toca pensando en la canción y no solo en el instrumento, lo cual ayuda para que las canciones suenen mucho mejor… Que Cris esté en la banda es un golazo al ángulo. Y, Mati me sacó las papas del fuego, como te comenté, cuando yo estaba sola con todo y sin saber para qué lado correr. Además de ser un muy buen tecladista es especialista es software. Un genio total. Es, literalmente, un pulpo en la banda. El clásico jugador bilardeano todo terreno. El último en sumarse es uno de los mejores amigos de Matías, el bajista Nicolás Sciaccaluga. Nico toca en una banda de rock callejero y en la banda tributo a Floyd. Es un personaje inabordable, un divino total con una onda bien visceral para tocar. Tanto Matías como él nos aportan, a Cris y a mí, mucha frescura musical porque vienen de una generación distinta. Porque si no nuestra música tiende a quedar avejentada [Risas]. A su vez, todos cantan y eso, entre otros,  es un plus que quiero imprimirle a Bennettistas. Además, por supuesto, de lo estético y lo discursivo. Así en cuanto a la importancia de los coros, logré contagiar a Matías y a Nico porque Cris ya lo tenía incorporado. Y no puedo dejar de mencionar al productor, Ezequiel Morfi [dueño del estudio Titanio], que hizo un trabajo de mezcla y masterización increíble. 

No soy una persona de montar castillos en el aire porque nosotres venimos de otra generación, de la banda “familia”, tocar en otra banda era una traición. Todavía me cuenta un poco que un músico de mi banda toque en otra pero hoy, las cosas son distintas. No sé, te pasás los archivos Mp3 de algo que tenés que sacar y te ahorraste cinco horas de ensayo. Entonces, todo funciona de otra manera. Ellos tienen mucho compromiso y se apropiaron de la banda. No sé cuánto tiempo durará pero espero que dure muchos años. No puedo ser tan boluda de creer que las cosas duran para siempre. Ya estamos grandes, pero hoy, estoy muy contenta con la banda y, la verdad, es que hay miras de permanecer así porque, además, tomé la decisión de no saturar a nadie. En este estilo de  música si lo único que hacés es ensayar y pretendés tocar en el Coliseo, te saturás. Hay que relajar un poco.

Ahora, ¿cómo sigue la cosa?

Bueno, en principio, estamos trabajando en temas nuevos. Estoy con ganas de rockearla un poco más y pelar saturación. Tenemos que maquetear un próximo tema que se va a llamar “Insólito Alien” bien estilo Deep Purple, Led Zeppelin. Así que la idea es soltar y producir en el estudio y conseguir buenas fechas para tocar. La verdad que de aquí en más quiero tocar y quiero tocar con mi banda. Yo me voy a morir tocando. Ese es el plan.

Emiliano Acevedo