Nicolás Deluchi (voz
y guitarra) es un joven músico y compositor de la zona oeste del Gran Buenos
Aires, que lleva adelante un original proyecto llamado Periplo.
En él se originan experiencias vitales que se vuelven canciones, con sonidos
bien rockeros que explotan en los parlantes. Su último disco se llama Invisible Cabeza y está disponible en
todas las plataformas.
ENTREVISTA> ¿Cómo arranca la historia de Periplo?
Es
un proyecto solista. En la década pasada tenía dos bandas en simultáneo: Sistemática y Pestaña. Después eso se terminó y paulatinamente fui pasando a esta
etapa llamada Periplo. Al principio
hice todo solo, así fue el primer álbum de Periplo, que es más amateur. En este
segundo disco hay un sonido de banda. Este álbum lo grabamos,
después de haber ensayado durante seis meses, con mi viejo en bajo y un amigo
baterista que se llama Patricio Sly.
¿Cuánto
hace que estás en la música?
Empecé
en 2003, cuando tenía 17 años. Ese fue un comienzo muy básico, con una
guitarra, muy folk. Recién en 2011 saqué mi primer material. Todo ese camino
que hice en la década de los 2000 fue llenarme de información, un proceso que
no se detuvo más.
¿Cómo
es tu formación musical?
No
fui al Conservatorio, soy autodidacta, pero mis viejos son profesores de
música. Tomé alguna clase de guitarra o de canto, pero siempre aprendí por mi
cuenta.
¿Cómo
fue la génesis de este nuevo disco, Invisible
Cabeza?
La
pandemia, el encierro, fue sacando en mí muchas vivencias que luego fui plasmando en
las canciones. Más tarde lo grabamos y yo busqué acercarme al sonido inmediato de
los Strokes, que es una banda que a
mí me impactó desde siempre. Me parece que la fuerza que tuvieron bandas como
los Strokes o los Libertines me
impactaron de una forma inusual cuando yo era más pibe, toda esa onda garagera
o de punk rock revival. En eso también tuvo mucho que ver Ignacio Castillo, que fue el ingeniero que nos grabó. Si bien Invisible Cabeza tiene un par de baladas
en plan rock nacional, lo que impera en este álbum es una onda más punk o con
una impronta más rockera que lo que fue el primer disco de Periplo que era más
tranquilo, si se puede decir.
¿Qué
te inspira a la hora de componer tus temas?
Soy
muy lector. Me gusta mucho la cultura popular pero también me interesa la
academia, por eso durante un tiempo estudié Letras. Uno de mis escritores favoritos es Borges, en especial su obra en prosa. También
me gusta mucho Michel Houellebecq,
que tiene un costado más siniestro. Luego pasé a Bukowski. También leo y tengo muchas revistas de rock. Y otra pata
muy importante de la que sacó la inspiración de las letras es de los comics.
Todo eso entra en el gancho y en la dinámica de las canciones, a veces de forma
más consciente y otras veces más inconsciente.
Aparte
de Libertines y Strokes, de los que hablaste antes, ¿qué otras influencias se
te cuelan a la hora de componer?
Principalmente,
El Mató, a quienes fui a ver mucho. Pirámides; Kurt Cobain es otra
influencia muy grande en el tema “Ultravioleta”. También Fito Páez, al que veo como un “precursor” del grunge, aunque no
tenga nada que ver, pero que en sus primeros discos tenía una forma de cantar lennoniana muy presente a la hora de
grabar sus canciones a los gritos. Eso es algo que yo busqué incorporar en
Periplo, esa parte bien visceral, primal, si se quiere. De cualquier forma, me
preocupé de que no sea todo una catarsis, sino que cada estado emotivo tenga su
lugar. Busqué que no sea tan frio, porque a veces es necesario explotar en
términos artísticos. The Cure
también me influencia, por supuesto. Francisco
Bochatón, Rosario Bléfari, Gori de Fantasmagoría…
Hay muchas bandas y solistas que me gustan como Television, The Stranglers, Sex Pistols o Ian Dury, que me encanta. Ahora empecé a escuchar bandas góticas o
de post punk como Sisters of Mercy,
que me están copando mucho y que me pueden influenciar a futuro.
Hablando
de influencias, en este nuevo disco también pusiste un cover de Almendra: “Los
Elefantes”…
Sí,
con la participación de Guille Arrom
en guitarra, que es un capo. Siempre lo escuché y lo admiré y por eso le hablé
por teléfono para que participara. Guille me preguntó qué onda le quería poner
al cover. Hay que tener en cuenta que el tema original tenía unos sonidos
rarísimos. Ese segundo disco de Almendra
es bastante raro, son zapadas; pero a mí me encanta eso. Fijate que ahí el
Flaco Spinetta se pone más hard
rock, un camino que seguiría en Spinettalandia,
y luego en “El parque”, el tema que compuso para La Pesada y, especialmente, en algunos temas de Pescado Rabioso. Todo eso le dije a
Guille, que me contestó: “Ok, querés hard
rock, pero hard rock pueden ser mil cosas diferentes…” Coincidimos en esa
apreciación pero le aclaré que quería plasmar algo bien pegado a aquel sonido
primigenio, a esa onda hendrixiana del tema original. Así que Guille grabó
varias versiones, y elegimos una que tenía un efecto más expresivo. Guille la
rompió y a él le copó mucho como la canté yo, así que cerró por todos lados. En
este disco hay mucho laburo de guitarra. En una onda minimalista que me gustó
mucho como quedó.
La
pandemia te inspiró bastante, ¿no? Hay un par de temas como “Muralla China” o “Pandemia”
que parece que tienen que ver con eso…
Sí,
me parecía que estaba bueno. De cualquier forma, el disco tiene un sesgo medio
de ruptura, porque tiene que ver con una separación de pareja que tuve. En ese
aspecto, lo emparento mucho con discos de rupturas amorosas como Room on Fire, de los Strokes; y Blood on the Tracks, de Bob Dylan. Como dicen los discos en sus
títulos: si a los Strokes se les prendió fuego la habitación, y Dylan se
desangró, a mí directamente se me cayó la cabeza. Con respecto a la pandemia,
eso me parece que equilibra un poco el tema de ruptura de pareja, que está medio
trillado. Pero, de cualquier forma, yo quería que este álbum tuviera esta onda
porque el anterior había sido muy meloso. Está bien hacerlo así porque cada
disco son ciclos vitales. Casi todos los temas los hice durante la pandemia,
salvo “Enredadera”, que es el que abre el disco, y es una canción más luminosa,
que tiene que ver con una nueva relación amorosa que está naciendo. Por
supuesto, siempre me gusta que haya algo testimonial en la música. Por ejemplo,
en “Sabe Dios” hablo un poco de lo que pasó con Maradona, con su muerte, y como
nos afectó a todos los que lo admiramos.
Decir
Gustavo Montesano
es nombrar a uno de los principales representantes del rock progresivo
argentino. Desde los 70, primero en la legendaria banda Crucis luego en el dúo Merlín
–junto al recordado Alejandro De Michele-
y, posteriormente con su carrera solista. Ahora radicado hace décadas en España
después de su paso por los exitosos Olé
Olé y su amplia trayectoria como productor, vuelve al rock sinfónico para
presentar su nuevo EP intitulado Traumas
de un pasado tenebroso, que reúne tres canciones.
El
EP incluye un tema instrumental, “Vuelo a la obsesión”, que tenía más de 40
años esperando ver la luz porque había sido parte del repertorio del último
tiempo de Crucis. Las otras dos canciones del lanzamiento son “Un día se irá”,
escrita durante la pandemia del Covid 19 y “Traumas de un pasado tenebroso”,
inspirada en los tiempos de la última dictadura militar en Argentina. Todos los
temas son letra y música de Gustavo Montesano. Grabados y mezclados en Madrid
ya están disponibles en Spotify y YouTube.
ENTREVISTA> ¿Cómo decidiste volver al rock progresivo?
Por
muchas razones. En realidad, durante toda mi vida el rock progresivo fue el
estilo que más ha gustado hacer. El rock sinfónico – progresivo es mi raíz. Hace
muchísimos años que vengo barajando y fantaseando con la idea de volver a ese
origen. Y a partir de lo que fue la pandemia, en los dos últimos años, en la
que muchísimas personas nos empezamos a replantear las cosas, me di cuenta que
mi oficio es la música. Esta pandemia me hizo dar cuenta que nunca se sabe lo
que va a pasar mañana así que es mejor que hagamos lo que realmente sentimos y
tenemos ganas de hacer y nada más. Ya sabes que el rock sinfónico es una fusión
entre la música clásica y el rock y además no me da limitaciones, puedo hacer
realmente lo que quiera, no tengo formatos específicos sino libertad para crear
e imaginarme la música como yo la quiero, en la armonía, los compases y
duración. Entonces estoy muy contento de haber reconectado con mi propio ser.
¿Cómo
lo grabaste?
Volviendo
a lo de antes, lo hice durante el encierro, en forma casera porque lo grabé en
el estudio que en el sótano de mi casa. Empecé a grabar el piano, la batería,
los teclados, el bajo, las guitarras… No tenía la idea de publicar nada sino de
hacerlo exclusivamente para mí. Pero cuando vi que me estaba entusiasmando y
estaba quedando como yo quería, decidí llevarlo a los estudios de grabación en
Madrid, y otros, a los ingenieros de sonido que conozco de hace muchos años
para que aportaran la ingeniería técnica del disco.
Hagamos
un recorrido sobre las canciones. “Vuelo a la obsesión” es un tema de pura cepa
progresiva que había sido de Crucis, ¿por qué no lo grabaron en su momento?
No
lo grabamos porque no tuvimos tiempo. Con Crucis grabamos dos elepés nada más
pero seguíamos ensayando nuevos temas y nuevas músicas, y “Vuelo a la obsesión”
era una de ellas. Incluso, si mal no recuerdo, la llegamos a interpretar en
algunos conciertos hacia el final de la vida del grupo. Entonces era una música
que se había quedado “como una piedrita en el zapato”. Era una cosa que tenía
pendiente de hacer y me dí el gusto de hacer ahora.
El
tema es tuyo, ¿no?
Sí.
Lo escribí cuando tenía 20, 21 años.
¿En
qué te inspirás para componer música actualmente? ¿Escuchás algo del rock progresivo
nuevo?
No
me inspiré en nada en especial. Es una música que se da en mí en forma muy
natural porque empecé de muy niño con la música clásica, con los conciertos de Mozart, de Beethoven, etc., y después escuché a los Beatles, los Stones, Santana, y a Hendrix, y a tantos artistas más… Entonces no necesito tener una
fuente o algo externo para inspirarme. Me siento en el piano y es lo único que
me sale. Me cuesta menos hacer este tipo de fusiones que lo que estuve haciendo
muchos años que es música pop. En el prog estoy totalmente libre de trabas y de
condicionamientos y además internet y las nuevas plataformas nos dan a los
artistas la posibilidad de hacer la música tal cual queremos hacerla. De
cualquier forma estoy al tanto de lo que se ha hecho en los últimos años en el
rock progresivo y sinfónico. Me gustan muchos artistas como por ejemplo, Porcupine Tree, Dream Theater o Steven
Wilson. Se han hecho cosas muy interesantes y muy bonitas y yo siento que
pertenezco a esa “raza” de músicos o de artistas.
“Un
día se irá”, ese tema lo compusiste en pandemia, ¿no?
Efectivamente.
La letra habla de que “un día se irá” el virus. En el momento en que lo escribí
eso no parecía posible. Parecía una utopía porque el estado de desesperación
era tan grande que no se sabía dónde nos iba a llevar ni cuánto tiempo iba a
durar. Realmente, teniendo una visión optimista, pensaba: algún día se tendrá
que ir. “Quién lo ha creado, quién lo ha inventado, quién lo trajo, por qué,
con qué fin, con qué razón…” Todas estas son preguntas que se plantean en esa
canción.
“Traumas
de un pasado tenebroso” es un tema de tono opresivo que, además de darle nombre
al EP, evoca nuestro pasado en la última dictadura militar…
En
mi caso, no es una opinión sino un hecho, el llamado Proceso de Reorganización
Nacional me afectó mucho. Me provocó traumas, paranoias, inseguridades de todo
tipo que me costaron muchísimos años quitarme de encima, literalmente. Y en mi
vuelta al rock sinfónico para mí era fundamental volver al Gustavo de los 20 años
y a lo que estaba haciendo a esa edad. Entonces, ¿qué es lo que hacía a los 20
años? Crucis. Y estábamos conviviendo con aquella realidad dura, muy dura. Pude
escribirlo ahora, 45 años después pero nunca es tarde. Y de esa forma poder
enterrar definitivamente aquellos fantasmas. Para mí expresarlo en forma de
música es muy importante.
En
una nota de Pagina
/ 12 dijiste que esa época te provocó
pesadillas. ¿Qué tipo de pesadillas y cuanto te duró eso?
Las
pesadillas eran recurrentes y me duraron muchos años. Traumas y la paranoia. Veía
un policía y salía corriendo, me daba palpitaciones. Fue una época que sufrí
bastante pero afortunadamente hemos sobrevivido a eso y a tantas cosas más.
¿Cómo
te llevás con la trascendencia que sigue teniendo Crucis a pesar del paso de
los años?
Es
muy raro [risas]. Me parece increíble. Si querés que te sea sincero, que un
grupo de rock progresivo sinfónico se transformara en popular en aquel momento
de “éxito” de Crucis, ya era una sorpresa. Nosotros fuimos los primeros
sorprendidos de que aquello tomara la magnitud que tomó porque, simplemente,
esperábamos ser un grupo más de rock sinfónico pero nunca jamás habíamos soñado
con la posibilidad de que nos pasara lo que vino después: los discos, los
grandes conciertos en grandes estadios, las giras… Todo eso era algo que no
estaba en nuestros planes. Por ejemplo, la primera vez que actuamos en el Luna
Park estábamos muy asustados porque, hasta entonces, el único grupo de rock que
había actuado allí había sido Sui
Generis y ellos eran un grupo muy diferente de lo que era Crucis. Considerábamos
que nuestra música no era muy fácil de digerir. Lo que pasa es que el público
argentino es muy bueno, es un público maravilloso que sabe discernir cuando un
artista es bueno y cuando no lo es. Esa sabiduría, sapiencia y sensibilidad del
público nos sorprendió mucho. El fervor, la comunicación que se producía entre
Crucis y su público era algo fenomenal. Por eso el reconocimiento hacia el
grupo que existe 45 años después, que la gente todavía se acuerde de nosotros
con tanto cariño, es un fenómeno que me sorprende cada día. También, me halaga
y me enorgullece muchísimo.
Ahora
son un grupo reconocido internacionalmente, los discos se publican en muchos
países: Japón, Rusia… Llegan a todos lados.
Claro,
exactamente. De alguna manera eso se va haciendo una bola cada vez más grande
que hizo que nos publicaran en muchos países del mundo. El primer país fuera de
Argentina en donde se publicó fue en Brasil. Incluso hicimos una gira por ese
país… Sí, fue una bola de popularidad cada vez más grande, cada vez más
sorprendente pero también cada vez más difícil de contener y de gestionar para
nosotros que éramos chicos de 20 años, y además en un contexto como el que se
vivía en Argentina en aquellos años.
Todo
muy vertiginoso y aparte luego surgieron las diferencias musicales y el grupo se
disolvió…
En
mi caso, siempre valoro las diferencias musicales. Creo que es algo positivo en
tanto y cuanto esas diferencias se puedan fusionar. Siempre es linda la fusión
de las músicas. Y es verdad que Pino
[Marrone] y Aníbal [Kerpel] estaban
más influenciados que por el jazz rock, mientras que yo seguía con la música
clásica, y Gonzalo [Farrugia] estaba con el candombe… Pero
creo que si se fusiona todo eso queda muy bonito. El problema que tuvimos
nosotros es que nunca tuvimos el tiempo suficiente para hacerlo. Todo fue muy
vertiginoso y no tuvimos tiempo ni para sentarnos a tomar un café para charlar
que era lo sobre lo que queríamos hacer con el grupo. Es triste pero cada vez
que llegábamos a ensayar cada uno estaba pensando en irse. Nuestra única meta
era buscar otra realidad. Nos tocó vivir una época muy dura y eso nos
influenció mucho, lamentablemente.
Un Ruido
Otra Vez, tercer trabajo de Gualicho
Turbio retoma el espíritu de su primer álbum homónimo de 2015 y
llega a los lugares más recónditos del blues con otra memorable producción. Un
disco editado en 2022 con 10 temas que indagan los pantanos de la música afro
garagera de aquí, allá y de todas partes.
Un álbum cocinado
en medio de un caos creativo que abarcó casi tres años que incluyeron separaciones,
mudanzas y variadas vicisitudes. Pero el recorrido valió la pena porque UnRuido Otra Vez, sin dudas, es uno de los
discos más interesantes de este año.
Este trabajo es una
clara muestra de que el show debe continuar. Y así será el próximo 6 de agosto cuando
Gualicho se suba al escenario del Emergente en la calle Acuña de Figueroa 1030
a las 23 horas. Allí la banda con más de 10 años de trayectoria se presentará,
como nos tiene acostumbrados, para exorcizar los espíritus del ritmo primitivo
y hacer que los acólitos dancen.
Además, UnRuido Otra Vez está disponible en todas
las plataformas digitales y fue producido por Carlos Acconcia y Zelmar
Garín.
A propósito de este
discazo charlamos con Zelmar
Garín (Diablo)
(Monobanda: guitarra, voz y percusión), Hernán
Balbuena (Chamán Urbano)
(Armónica) y el frontman Juanjo Harervack (Poseso) (Voz y maracas).
ENTREVISTA> ¿Cómo arranca la historia de este nuevo disco?
Hernán:
Arranca durante la época de la pandemia. Todos estábamos divididos, cada uno
por su lado y Zelmar comenzó a hacer las maquetas de los temas. Después nos las
pasamos por mail, ensayando cada uno por su lado.
Zelmar: En
realidad, desde antes de la pandemia la banda ya estaba metida en una etapa caótica.
Probando y sacando cosas. El grupo no avanzaba y cada vez sonaba peor. En esa
época estábamos tocando con Pali
(batería) y Bárbara [Aguirre]. En un momento Pali se fue,
volvimos a la monobanda, y me separé de Bárbara. Empezó la pandemia y me
encontré con todos los temas que teníamos a medio desarrollar, algunos ya los
habíamos tocado con el Negro [Hernán], algunos ya tenían letra de Juanjo pero
todavía no estaban listos. Y en el medio de mi separación de pareja, cuando me
tuve que buscar una casa, empecé a grabar las bases solo con mi placa [de
sonido] de dos canales y dos micrófonos, hablando mucho con Charlie [Acconcia],
nuestro técnico de grabación y amigo. Entonces comenzó a desarrollarse un
sonido más vinculado a la murga o a New Orleans. Y ahí empezamos a ajustar las
clavijas porque los temas te empiezan a pedir cosas. En fin, cosas de la
composición. Después nos empezamos a juntar, íbamos a la casa de Charlie en
Florida, grabábamos voces. Así comenzó.
¿Cómo
ven este álbum en relación a los otros discos?
Hernán:
Sonoramente es distinto. Desde la musicalidad de las partes que grabó Zelmar y
todo lo que aportó Charlie. Los tres discos son bien distintos.
Juanjo:
Creo que al principio no sabíamos a dónde íbamos o de qué manera hacerlo pero
nos ajustamos a la música. Fue un caos resuelto de una manera muy linda.
Zelmar: Es
más dinámico. Creo que es un disco muy bailable porque hay mucha percusión, hay
un gran trabajo en el armado de los ritmos y los tonos. Lo que está bueno de
nuestra música, a diferencia de otras más serias como las que imperaban en los
70 en donde no se bailaba o la del punk, es que lo nuestro se relaciona con los
orígenes del rock y está ligado al blues y a la murga incluso. Por suerte, es
común que en nuestros conciertos la gente baile y ese es el fin de nuestra
música.
¿Por
dónde pasan las influencias musicales de este álbum?
Zelmar: Siempre
estoy buscando cosas del blues y del rhythm
and blues, por un lado. También los orígenes del rock de acá. Yo toco en
murgas desde los 12 años. La murga acá sigue siendo una música marginal, de la
cual soy militante. Por eso hay temas que tienen eso. También empecé a utilizar
la afinación abierta. La primera canción se llamó “El adivino” y está en un
single anterior. Tiene esa cosa medio africana. Después vino “El movimiento” y
en esa época empecé a hacer los temas para este nuevo disco, que tienen esa
afinación abierta: “Doble V”, “El blues bien abajo”, “Verdugo”…
Recorramos
el disco. ¿De qué se trata “Oro verde”, el primer tema?
Zelmar: La
habíamos pensado para que Hernán tuviera un número solista en el show. La idea
es que fuera una canción simple en la que él pudiera improvisar, por eso es
así. También me imaginaba a Hernán en esa historia, rodando…
Hernán:
Porque piedra que rueda no junta musgo. Está hablando del fasoooo… [risas]
Zelmar:
Me imaginé a Hernán ahí en Formosa entre el “oro verde”…
Hernán:
Tiene que ver con mi gusto personal y como me percibe él. Porque yo siempre
ando solo, entonces en la letra puso: “siempre anda solo y rico despertó”. Y es
verdad, porque pasó así.
También
tiene un vínculo con la naturaleza…
Hernán:
Exactamente, fue una buena cosecha.
Zelmar:
También está vinculado con algo familiar: “Yo andaba solo y mi semilla planté…”
Sigue
“Aquella tarde”
Zelmar: Es
un tema curioso y, para mí, de lo mejor del disco. El riff está en 3/4 como si
fuera un vals pero la batería va en 2/4. Eso es algo que está en el blues más
fino. Por ejemplo, lo hacía Howlin´ Wolf.
Luego, el Capitán Beefheart lo llevó
al extremo en un tema que se llama “Click Clack”. Cuando está el riff en 3 es
machacante pero cuando la batería va en 2 se empiezan a mezclar los acentos y
se origina un contrapunto rítmico muy interesante. Y la melodía es un blues
pero va a otro tiempo, va más en el aire, que es lo que hacen ellos dos [se
refiere a Juanjo y Hernán]. Esto aporta esa cosa espacial y psicodélica. La
letra la hizo Juanjo en vivo y en directo.
¿”Un Ruido
otra vez”?
Zelmar:
Es un tema que se podría decir que anticipó el futuro. Es garagero pero también
habla de la depresión. Lo hicimos y al año siguiente vino la pandemia, así que
un poco anticipó esa problemática. Las influencias van por el lado de los Cramps y una cosa medio Kinks. Ahí aparece el kazoo y la
batería machacante. Tiene la secuencia del blues pero con los riffs. Lo
importante es la letra vinculada al tema de la comida y el desastre del medio
ambiente.
Llega
“Verdugo”…
Zelmar:
Tiene una letra hecha de Juanjo en “Macrilandia”, digamos. Y la música es 100%
de murga porteña. Tiene una influencia en la guitarra vinculado a los sonidos
del noreste brasileño pero el ritmo es de murga porteña casi tradicional. Tiene
una afinación abierta, una especie de Sol Mayor. En la grabación puse un
teclado, medio grabado en joda pero que funcionaba perfecto para no olvidarme
la melodía. Toda la sonoridad del tema es invención de Charlie.
Juanjo:
La letra del tema es como un mix de todas las protestas que se le hicieron al
gobierno de Macri. Hay una parte de la letra que dice: “Palo para reprimir
amigos encapuchados…” Habla también de los infiltrados que había en las
marchas. Es una canción de resistencia.
¿Cómo
fue la grabación del “Blues desde bien abajo”?
Hernán: Fue
un momento en el que me di cuenta de que –después de todo el caos personal que pasamos-
el grupo volvía a estar vivo porque lo grabamos los tres juntos. Fue como una
llamita. Porque la pandemia nos había desconectado.
Juanjo:
Es un blues de Atalaya [se refiere al barrio de La Matanza del que son Juanjo y
Zelmar].
Zelmar:
Ese tema está grabado en vivo en el living de Charlie y la afinación no tiene tercera, que
es la que le da sentido al acorde, haciéndolo ser mayor o menor. Eso hace que
la guitarra se transforme en otro instrumento.
"La
sombra”
Zelmar:
Es un rocanrol clásico pero con toda la impronta de New Orleans, que es toda la
esencia del rocanrol. Si vos escuchás como arranca el cencerro y cómo el bombo va
a los pedos, el riff que está todo en contratiempo, y después la melodía muy
sincopada… La letra la hizo Juanjo entre charlas. La debe haber hecho como
cinco veces… [risas]
¿”Doble
V”? Un blues clásico, ¿no?
Hernán:
Sí, también, es un homenaje me parece.
Juanjo:
Es un homenaje a Tachín, un
personaje del barrio que era muy parecido a [Edmundo] Rivero. Era un murguero
de Laferrere que había sido campeón de metegol en los Torneos Evita. Esas son
las cosas que contaba con orgullo. Tachín conocía todos los bares de la zona y
administraba uno en donde se juntaban todos los parroquianos que lo conocían.
Tomaba Doble V y fumaba cigarrillos Particulares. Me acuerdo que en el bar
había pegado un poster de los Beatles
de la época de Let it Be; un día
Tachín se da vuelta, lo mira y me dice: “Eran buenos estos putos…” [risas]
Zelmar:
“Doble V” también tiene murga, un laburo entre baterístico y murguero. Tiene
toda esa cosa de blues slide con la murga por atrás.
Llega
luego “Rata de ciudad”. Es imposible no sentirse reflejado en la letra de ese
tema…
Zelmar: Ese
tema es un rag, un género anterior al blues. Quería hacer un blues en ese
estilo, con el tipo de guitarra de los años 20 pero con la letra re lunfa, no
te digo tanguera, pero casi… Es un poco una historia personal. Yo siempre viví
en un barrio de La Matanza y de pronto me vi en un departamento en Capital con
gente que no conocía, sin amigos y con esa cuestión de que si vivís acá, tenés
la comodidad y todo lo demás pero te tenés que ir a la mierda porque te re
quema la cabeza… Este tema es lo que se llama picking blues, estuve un par de
meses para hacer el arreglo. Es como un separador en el disco, un descanso,
porque es el único número acústico en todo el álbum, es casi todo eléctrico.
¿”Las
iguanas de mi boca”?
Zelmar:
Juanjo venía reacio a esa canción. Siempre nos pasa que en alguna canción
Juanjo no puede entrar, le cuesta interpretarla. Le pasó en el disco anterior
en “Sin mí”, que era un soulazo y al final lo terminó cantando Bárbara. Este nuevo
tema tiene un sabor africano que está muy bueno, toda la cosa propia de la
pentatónica africana que no tiene tercera pero también mezclado con ese sonido
propio de la música uruguaya que hace una mixtura muy rara. Estaban todas las
partes pero nunca terminaban de congeniarse. Pero me planté solo en casa a
armar las bases… Tuvo como cinco letras distintas el tema, Juanjo perdía todas
las letras… [risas] Ahora es la
canción que más le gusta.
¿”Paraguay”?
Hernán:
Yo pensé que en el momento en que lo grabamos íbamos a grabarlo a la cocina de
Charlie.
Zelmar:
Paraguay la hicimos con Juanjo. Él estaba pasando un momento muy difícil, y era
complicado ponernos a trabajar. Y en la cocina de Charlie hicimos “Paraguay”,
medio en joda, medio en serio. Para mí la imagen tiene esa misma esencia que la
foto de Keith Richards y Mick Jagger en Francia, grabando Exile On Main Street, en donde se los ve
en una mesa, planeando el futuro y zafando de alguna porque venían de escapar
del sistema impositivo británico… Bueno, nosotros también veníamos escapando de
un sistema que nos quería encerrar… Todos estábamos pasando por un momento
difícil. Así que Charlie agarró ese momento y dijo “hay que grabarlo acá, con
este sonido casero…”, y así quedó. A mí pareció un tema muy bueno para cerrar
el álbum.
El
disco, a diferencia de los dos primeros, no salió aún en vinilo…
Hernán:
El disco no está físico pero el 6 de agosto se va a vender una tirada limitada
de casetes.
Zelmar:
Va a haber un combo especial de 30 casetes con entrada.
Lunáticos
es una banda de rock marplatense formada por Jorge “Lobo” Peláez (voz y
guitarra), Santiago Frogón (guitarra), Carli Prados (bajo) y Tomás Charles
Pérez (batería). Durante los últimos seis años, su vertiginoso crecimiento los
ha llevado a compartir escenarios con artistas consagrados como La 25, Circo
Paranoico, Guasones, Gran Martell y el Mono de Kapanga entre otros, además de
editar dos álbumes: Casi Humanos (2018) y La llave del Sueño (2021), este
último producido por Fernando Blanco. En esta nota, Lobo, el frontman del grupo,
nos cuenta un poco de la historia de la banda y los detalles de su nuevo disco.
ENTREVISTA>
¿Cuándo se armó la banda?
En
2016, después de mi salida de La Cuadra, otra banda bastante popular acá en Mar
del Plata. En 2017 empezamos a grabar en estudio lo que iba a ser el primer
disco, Casi humano, que salió en 2018. Nos fue bastante bien.
¿Cuáles
son las influencias de los integrantes del grupo?
Son
muy diferentes en cada uno de nosotros. A Tuti, el violero, le gusta mucho la
música de Cerati y de Skay. Tommy, el batero es muy de los Beatles, de los
Clash, tiene una onda ska. A mí me gustan mucho los Piojos, La Renga, Los
Redondos, los Doors y los Rolling Stones. Y a Carli, el bajista, le gusta más la
onda Manal y Sumo. Todo ese engrudo sumado terminó decantando en Lunáticos…
¿Cómo
es armar una banda en Mar del Plata?
Acá
es muy difícil tener una banda que haga temas propios. Partiendo de esa base, acá,
la música no nos da de comer, cada uno vive de otra cosa. Es muy difícil decir:
“la pego con mi banda” y poder vivir todos de la música. Claramente, para
nosotros no es un hobby ya que en mi caso la música es mi vida. Yo creo que
sería muy infeliz yendo a trabajar si no tuviera a mi banda. Es una pasión.
¿Cómo
es la movida del rock en Mar del Plata en la actualidad?
Está
todo siempre igual de tranquilo. Algunas bandas impulsamos una movida propia
porque para que te den bola masivamente tenés que tener una banda muy conocida y,
en Mar del Plata, no existe la masividad. Las bandas muy conocidas acá llevan
más gente cuando tocan afuera. Acá, el tema de la cultura es muy complicado porque
es una ciudad que, generalmente, recibe mejor lo de afuera. Por ejemplo, si
viene una banda del mismo calibre que nosotros paran más la oreja y le dan más
bola. Por eso, si bien hay muchísimas bandas buenas en la ciudad, no se les
presta atención. Eso no pasa en otros lados… Pienso en La Plata, por ejemplo,
que es una ciudad más permeable a escuchar cosas nuevas y propias. En Mar del
Plata, los tributos mueven mucha gente pero las bandas que hacen temas propios,
no. Por eso la onda es rajar a tocar a otros lados.
¿Cómo
fue la génesis de La Llave del Sueño, su disco nuevo?
Después
de sacar el primer disco veníamos tocando tres o cuatro temas nuevos pero en el
medio nos agarró la pandemia y quedamos encerrados cada uno en su casa. Ahí compuse
bastante y cuando volvimos a los ensayos le mostré los temas al resto. Decidimos
grabar el disco y ahí apareció Fernando [Blanco], ex bajista de Los Super Ratones
y actual Nube 9, con quien habíamos hablado una vez porque estábamos buscando
un productor. Al loco le gustó la banda y se copó con la posibilidad de
producirnos. Entonces empezó a venir a los ensayos a dar su opinión. El proceso
fue tomando forma hasta llegar a grabar el disco a principios de diciembre de
2020.
¿Cómo
es Fernando como productor?
Es
muy respetuoso, nos hizo progresar un montón. Hizo mucho hincapié en el sonido
de la batería porque cuando construís una casa tenés que tener los cimientos
bien plantados.Terminamos siendo muy amigos.
¿Cómo
pensás las letras de las canciones?
Las
letras son como cuentos ya que al margen de ser reales o no las llevo a un
plano más onírico. Me gusta mucho averiguar sobre el tema de los sueños, por
eso el disco, también, tiene un título relacionado con ese mundo. Hay letras
que hablan de cosas que han pasado pero uno trata de buscarle la vuelta para no
ser tan obvio. Igualmente, para eso ya están el Indio o el Flaco Spinetta, nuestra
propuesta es más directa aunque sin caer en la cosa burda u obvia.
¿De
dónde les sale esa mixtura de géneros, de hacer rock, reggae, folk, blues?
De
nuestros gustos musicales. A mí me gusta desde los Rolling Stones hasta Rainbow
y desde Bob Marley a los Ramones. Al momento de componer, eso termina siendo
una influencia inconsciente. Por ejemplo, si estoy componiendo un rock, me
aburre si termina siendo un rock cuadrado de comienzo a fin. Por eso a veces
discuto por cambios estilísticos con mis compañeros pero esa es la onda. Un tema
igual de principio a fin se me hace muy pesado.
Hablemos
un poco de las canciones… ¿Cómo compusieron “La noche de ayer”?
Esta
canción habla de una relación tóxica, de una noche problemática con una pareja,
de levantarte y no acordarte de nada de lo que pasó ayer.
¿”Ciudad
Gótica”?
Es
una comparación con la fantasía. Estaba muy metido leyendo una historieta de
Batman y me salió esa comparación entre la realidad de lo que estaba viviendo
con esa Ciudad Gótica.
¿”Jueves
maldito”?
Es
como mi autobiografía prohibida…
¿”Ni
a la vereda”?
Esa
habla claramente de la pandemia que tuvimos que atravesar. Ya lo dice la letra:
“No te asomes ni a la vereda…” Termina trayendo una frase de Atahualpa
Yupanqui: “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas…”
”Besos
amargos” y “Sofía” hablan del amor…
Sí,
“Besos” una linda canción de amor y “Sofía” está hecha para mi compañera y la
madre de mi hija.
¿Y
“Nena caprichosa”?
Viene
de la época de mi banda anterior. Fue una de las primeras canciones que hice,
en 2001 cuando tenía 19 años. Por eso tiene toda esa onda country o tipo Sui
Géneris, a quienes escuchaba mucho cuando era más pibe.
¿”Esperemos
que no”?
Habla
del inminente nacimiento de mi hija a la que justo le toca ser mujer en este
mundo tan complicado y machista, con tanta violencia de género. Entonces relata
todas las cosas que le pueden pasar por ser mujer. Por eso digo: “Esperemos que
no”. Hoy, afortunadamente, todo eso está cambiando con la lucha que han hecho
las chicas. Por eso pienso que cuando mi hija sea más grande va a vivir un
mundo más justo gracias a lo que las mujeres se han movilizado en este último
tiempo.
Llega
“La llave del sueño”, ¿a vos te inspiran los sueños?
Me
inspiran mucho los sueños. Un día una chamana me dijo que los sueños me
guiaban. Pero “La llave del sueño” es una declaración de amor, básicamente.
¿Y
“Tres sábados, parte 1”?
Es
una canción picante, esta es la primera parte. La parte 2, un tema casi punk,
quedó para el próximo disco…
“Superheroes”
es un relato muy visual...
Sí,
me han dicho que podría ser una canción de una película de Tarantino. Quizás
sea de lo más raro que hicimos en el disco. Suena un poco a El Mató, quizás
haya sido el costado más “indy” del álbum.
Nos
queda “La de aquel también”…
También
está dedicada a mi bebé. Fue una de las primeras canciones que hice cuando supe
que iba a ser padre. Creo que las almas vuelan y después caen en cualquier
lado. Un alma que puede reemplazar mi alma, la tuya o la de aquel…
“El
asesino arrepentido” parece un cuento de terror del siglo XIX…
Totalmente,
habla sobre Edgar Allan Poe. Se me fue ocurriendo cuando estaba leyendo un
libro que compilaba varios cuentos de él, además de contar su vida. Por eso
dice que él bebe para encontrar la locura pero no se sabe si en realidad bebe
porque ya está loco. Eso me quedó grabado y así lo escribí.
¿El
disco dónde se puede escuchar?
El
disco salió en cd y se puede escuchar en todas las plataformas digitales
disponibles. En nuestro canal de YouTube tienen todos nuestros videos, incluyendo
algunos inéditos, y en Spotify nuestros dos discos y los singles.
Karen Bennett (54), guitarrista virtuosa con formación en arreglo,
composición y dirección musical ha venido recorriendo escenarios en el circuito
under local desde mediados de la década del 80 con una presencia arrolladora si
las hay. En 2018 compuso la banda de sonido del documental El Puto Inolvidable, Vida de Carlos Jáuregui dirigido por Lucas Santa Ana.
Karen,
también, trabaja como traductora en dos organizaciones internacionales sobre
temáticas de derechos humanos de personas trans.
En
esta oportunidad, charlamos sobre la salida del primer EP, homónimo, de
Bennettistas [Disponible en todas las plataformas digitales], la banda que
lidera actualmente. Un trabajo que fusiona universos musicales del género rock,
pop, y rock sinfónico con letras y temas que nos dejan claro, sin panfletear,
que nunca es tarde para desobedecer.
Aquí
recorremos, junto a ella, este interesante punto de partida de una nueva etapa
en su carrera…
ENTREVISTA> ¿Cómo
fue el génesis de este EP?
Después
de muchos años de tocar con mi banda de rock sinfónico, LUPO, decidí desarmarla
en principio por la falta de lugares para tocar y, también porque ya había
iniciado mi visibilización como persona trans y eso empezó a generar problemas
al interior del grupo. Entonces empecé a tocar como solista haciendo acústicos o
en el Viejo Buzón haciendo covers.
Pero me harté de tocar sobre pistas. En el año 2017, en ocasión de mi
cumpleaños número 50 organizamos un show en el Centro Cultural Matienzo y para
ese evento armé una banda para que me acompañe en algunos temas. Recuerdo que solo
ensayamos dos veces pero a raíz de esa experiencia me di cuenta que quería
volver a tocar con banda. Quería formar un grupo pero desde otro lado: tocando
mis temas, siendo la que esté al frente de la dirección musical, de los
arreglos y la cara de la banda. Es decir, en toda la instancia previa a salir a
tocar un disco no tener una mesa de debate grande. Ser, básicamente, la que
decida las cuestiones en esa etapa y al momento de tocar, sí, ser una banda.
Correrme y ser la última en cobrar, por ejemplo. Ahí sí somos, literalmente,
una banda pero durante el proceso creativo tomo todas las decisiones porque
compongo todos los temas. Así empecé completamente de cero. Porque si bien
disfruto tocar covers y toda la pirotecnia de los solos de guitarra, también, pensaba
que estaba desperdiciando mi capacidad compositiva. Después vino un problema,
porque al ser una persona trans o de género no binario, como quieras decirle,
de mi edad, la realidad es que dentro de la comunidad LGBTIQ+ no conseguís
músicos de rock sinfónico y fuera de ese ambiente, es muy difícil que los
músicos se banquen que una persona trans lidere el proyecto. Entonces siempre
estaba como caminando en una suerte de pasillo en el que no podía resolver ni
para un lado ni para el otro. Así que con el tiempo, encontré a Cris Delge, que bueno, tiene mi edad, y
aparecieron, también, otros dos músicos que si bien son mucho más jóvenes
tienen otra cabecita en ese sentido. Desde este lugar, armé Bennettistas.
Y
llegamos a este EP…
Sí.
La realidad es que tengo más temas pero decidí grabar estos cuatro porque era como
cerrar una etapa porque estos son los temas que me quedaron colgados de grabar
con LUPO en mi etapa de transición a mi identidad de género. “Cuerpos-Candado”
sí, lo llegué a grabar con LUPO pero quedó una versión mucho más larga que no me
terminaba de cerrar porque me parecía que no estaba logrado el discurso que
tiene la canción. En el caso del resto de los temas, los compuse después de
haberme ido de LUPO. Entonces lo que quería era grabar estos temas para cerrar
una etapa, para cambiar de página y empezar otra. Me tomó mucho tiempo rearmar
mi carrera, rearmarme como artista.
Entonces
¿cómo definirías este trabajo?
Como
una bisagra para lo que se viene desde mi pasado hacia mi futuro.
¿Qué aportó cada uno de los músicos en
este trabajo?
Mirá
la sección rítmica de los temas la grabaron otros músicos (Nao García - bajo, Juan José
Gregorich- batería), en 2019, que no es la banda actual, salvo Matías Dapena (teclados). A partir de
tener la base rítmica, arrancó el derrotero [Risas] Porque al poco tiempo arrancó la pandemia y me costó mucho
que funcione el anterior tecladista. Vos sabés que lo más difícil para este
género es conseguir un buen tecladista. Y bueno, no resultó. Ahí aparece,
Matías Dapena, recomendado por Ezequiel
Morfi, el dueño del estudio Titanio. Mati es sesionista, toca con el Bahiano, con Pigs (The Pink Floyd Experience) que es un tributo a la banda. Y
pegamos mucha onda. Además de ser un enorme tecladista, es el productor de audio y técnico en sonido. O sea tiene un conocimiento integral de cómo producir un
disco que a mí, que venía haciéndolo sola, me facilitó el laburo de una manera
maravillosa. Así es que el disco lo terminamos produciendo con Ezequiel Morfi y
Mati.
¿Cómo
fue la grabación de los temas?
La
grabación en sí fue un largo proceso de casi dos años. En el medio la pandemia,
la banda inicial que se desarmó y me quedo sola con Mati. La búsqueda de los
actuales músicos, todo esto fue en la mitad de la producción del disco. La
base de los cuatro temas se grabó en dos días en vivo. Y después fuimos
produciendo tema a tema. El primero fue “Sucede” en que grabamos las bases de
teclado y ahí fui grabando la violas limpias, las más saturadas. Con el segundo
tema, “Cuerpos-Candado”, hicimos lo mismo. Este es un tema más progresivo,
tiene mucha carga de teclados y guitarras más aguerridas. Y siempre en ese
orden: la base primero, guitarras, teclados, la voz líder, y los solos y los
arreglos de guitarra. Y en “Branquias por Pulmones”, sí hay una cuestión
diferente. Hay dos partes de piano y guitarra española que hubo que grabar de
forma separada porque necesita otro microfoneo, otro ambiente. Una vez que está
todo grabamos los coros y los solos de algunos instrumentos.
¿Qué
invitados hay?
En
el estribillo de “Sucede”, Lalo Javier Pérez
y Soledad Núñez Cordo. Como fue todo
durante la pandemia solo pudieron estar en coros pero yo quería que estén en el
disco así que cuando hubo una chance los invité. Así que en ese tema hay un coro
tipo colchón de cuatro voces: la mía, la de Mati y la de ellos dos.
En
“Cuerpos-Candado” hay un invitado increíble que hizo un solo de bajo: Kenji Sinyasiki que tiene nada más que
15 años. Y Viviana Scaliza me ayudó
en una parte a darle un tono más agudo de voz en los coros de dos o tres partes
del tema en las que yo no llegaba. Y Vivi, también está en “Branquias por
Pulmones” compartiendo la voz líder y los coros conmigo y la genia de Mai Prieto en violín.
¿Y
“Pay per View”?
Ahí
todas las voces las hice yo porque justo fue en el momento de confinamiento
casi total.
¿Hablamos
un poco de los universos de cada tema?
“Cuerpos-Candado”:
Este tema lo compuse en el año 1995 y, como te dije, lo llegué a grabar con
LUPO y si bien hay partes que me gustan porque cumplen los requisitos del rock
sinfónico, en esa versión se diluía el relato. Es un tema muy importante para
mí por eso lo re grabé porque quería que tenga un poco más de coherencia en la
estructura y, ahora, quedó como quería que suene.
“Sucede”:
Lo compuse para la época que estaba disolviendo la banda en 2007. A mí me cuesta
escribir letras porque primero hago la música y después, tenés que hacer que
las palabras suene musicales y al mismo tiempo tengan sentido. Es una paja
porque digo “ahora hice este tema, ¿qué mierda escribo acá arriba?” [Risas]. Pero este tema me costó un poco
menos porque es más pop, si se quiere porque tiene una métrica más derechita.
De hecho, el tema nació a partir de esa palabra porque me parecía muy musical y
construí el resto de las estrofas a raíz de esa palabra.
“Branquias
por Pulmones”: Esta la compuse un tiempo después y es una canción que tiene mucho
que ver con cosas que me gustan desde chica como son los relatos mitológicos y
el mundo oceánico. Pero tampoco me daba hablar de los elfos acá en Argentina.
Media pila. Queda muy bien en Inglaterra pero acá medio como que no tiene nada
que ver [Risas]. Entonces con los
años, busque darle sentido desde mi identidad de género a esos dos cuerpos, el
marinero y la sirena, que se fusionan y se convierten en uno solo. Y ahí me
cerró porque les di a mis sirenas, mis centauros, mis tritones un contexto un
poquitito más potente sacándolos de un mero cuentito. Este tema es del 2010
aproximadamente.
“Pay
Per View”: Este es un tema que compuse en el 2017 y tiene que ver con un enojo
mío frente al hecho de que a las personas trans o de género fluido siempre nos
ubican en el lugar de objeto de estudio. Te llaman para que des testimonio pero
no te dan laburo. Por ejemplo, los actores que llaman a una chica trans para
hacer el papel de una chica trans y ellos ganan varios premios y la chica trans
se caga de hambre. Entonces el “pagá para ver” tiene que ver con eso, con que
nos dejen usar para sus fines, su vanidad, su ego, sus tesis sociológicas, sus
estudios psicológicos. Ese tema parte de ahí y decidí darle un vuelo más simple
que no tenga tanto quilombo instrumental para no perder la potencia de la
letra. Es más como un “Chipi Chipi Bombón” de Charly.
¿Siempre
te salen letras auto-referenciales o hay veces que te vas más por lo
metafórico?
Buena
pregunta. Creo que es una combinación de ambas cosas. En “Sucede”, por ejemplo,
no hablo en primera persona si no que describo, cínica o socarronamente, varias
escenas. Ahora, soy de las que cree que es muy difícil salirse de lo
auto-referencial. No tenés que hablar en primera persona, necesariamente, pero
tenés que escribir de lo que sentís como ser humano sino sos como una especie
de periodista que cuenta algo que pasó y a mí se me hace muy difícil contar
algo con lo que no tengo un vínculo emocional de algún modo. Te voy a dar un
ejemplo, en “Pay Per View” si bien hay una cosa auto-referencial en la primera
parte donde digo: No preciso ser
hombre/Yo ya fui mujer… que eso describe un poco que no quiero se ninguna
de las dos cosas. Una no la quiero y la otra ya la hice y no me gustó, el resto
de la canción habla de lo que veo dentro de la comunidad LGBTI. No tanto
conmigo porque soy una persona con privilegios, no estoy en la calle. Es decir,
no habla completamente de mí. En realidad doy una mirada propia tratando de no
panfletear, no me gusta denunciar. Es una visión mía sobre la comunidad. Si
querés ver, pagá. Después si otra trava quiere hacerlo es una cuestión de cada
una. Y en “Branquias…” hablo en primera persona cuando canta el marinero y,
también, cuando lo hace la sirena… pero, ahora que pienso sí estoy hablando de
mí porque soy un poco los dos. Aunque la intención no era esa, te soy sincera.
La intención era contar un relato como si fuera una directora de cine pero, es
verdad, que termino hablando en primera persona. Así que me tiendo la trampa yo
misma… Y no está mal porque por algo uno escribe lo que escribe. No quiero ser
tan estratégica. Esa un poco una condena artística.
Cuando
escuché “Cuerpos–Candado” pensé en el cuerpo como prisión. Me recuerda la idea
de [Andrés] Caicedo…
Absolutamente,
diste en el clavo de esta canción y además diste con un tema que trae mucha
controversia porque entendiste el sentido que quise darle porque no estoy
hablando de género. Viste que ahora todo está atravesado por la cuestión de
género. Porque dentro de la comunidad
queer cuando decís “Cuerpos-Candado” te salta la policía queer a decir “los cuerpos no son candados, los candados los tenemos en la mente,
bla, bla, bla” y yo no estoy hablando de eso. Estoy hablando de almas
infinitas encerradas dentro de cuerpos mortales, De esto habla el tema por eso
escribo “Libre es aquel que sabe morir”.
Saber morir, no morirse. O “Todo es mil
veces más claro aquí en la oscuridad”. Es decir, “Bueno, estoy acá en todo
este infierno y en esta oscuridad empiezo a ver no lo que tengo delante sino lo
que tengo dentro”. Habla de saber que somos mucho más que nuestros cuerpos sin
embargo, nuestros cuerpos nos condenan a una vida finita.
¿Cuáles
son las influencias musicales presentes en este trabajo?
Un
poco de Sting solista porque me
gusta mucho cómo compone. Por ejemplo, “Sucede” tiene un poco ese ritmo o feeling de bajo en corchea muteada tocada
con el pulgar que él usa mucho en “If I Ever Lose My Faith in You”. También, ceratee [refiriéndose a Cerati] mucho, con
la voz, en ese tema. Después en los solos de guitarra me gusta irme más al
carajo. Fijate que en los solos, por lo general, me voy del tema, jazzeo o
sinfonizo un poco más para que el solo sea una obra dentro de la obra y no una
decoración. Y bueno, Yes que es una
de mis influencias máximas. Es más, el cierre de voces del final de este tema
tiene una melodía muy parecida al comienzo de “Rhythm Of Love”. Las
intervenciones vocales son muy de Yes en ese tema.
En
“Cuerpos-Candado” encuentro a Gino
Vanelli, el Flaco [Spinetta] y Rush. Y una influencia marcada que
tiene ese estribillo, es un tema de Pink
Floyd, “One Slip”. Ahí me propuse labúsqueda de ese sonido. Como dice
Clapton, toda la música es un robo
de un artista al otro. Hay algo que te influencia mucho y querés acércate a eso
y como no podés hacerlo, terminás sonando como vos. [Risas].
“Pay
Per View” es Charly de los 90 pero con
las uñas y los labios pintados. Nuestro amado Carlitos pero queer [Risas]. En los coros, hay un estilo Queen con capas de voces que las tuve que hacer yo por la pandemia.
Aunque en vivo, eso vamos resolverlo de otra manera.
En
fin, todo esto que te mencioné más Beatles,
Van Halen, Jethro Tull, Genesis, Coldplay. Todos los distintos sonidos,
líricas o métricas que tengo todo el tiempo en mi cabeza.
Me
decías que cambiaste de músicos, ¿Cómo son las individualidades musicales de
los actuales integrantes de tu banda con los que este material empezará a sonar
en vivo?
Bueno,
la verdad es que estoy muy contenta con la banda porque es mucho más orgánica.
A Cris Delge, baterista y cantante
de Rockestra, le conozco hace mucho
tiempo porque nos cruzábamos, cada une con su banda (yo con LUPO), en el
circuito sinfónico-progresivo de finales de la década del 90 y principios de
este milenio. Y cuando nos volvimos a cruzar le dije: “¿Nos sacamos las ganas de tocar juntes?”. Y primero me había dicho
que no sabía si iba a tener tiempo porque estaba con su banda Los Nuevos Vagabundos pero enseguida
cambió de opinión y aceptó. Lo cual fue una felicidad para mí porque estamos
cortades por la misma tijera [Risas]. Es tan difícil conseguir músicos para
este estilo y además, Cris canta bárbaro. Es un baterista que toca pensando en
la canción y no solo en el instrumento, lo cual ayuda para que las canciones
suenen mucho mejor… Que Cris esté en la banda es un golazo al ángulo. Y, Mati me sacó las papas del fuego, como te comenté, cuando yo estaba sola con todo y sin saber
para qué lado correr. Además de ser un muy buen tecladista es especialista es
software. Un genio total. Es, literalmente, un pulpo en la banda. El clásico
jugador bilardeano todo terreno. El último en sumarse es uno de los mejores
amigos de Matías, el bajista Nicolás
Sciaccaluga. Nico toca en una banda de rock callejero y en la banda tributo
a Floyd. Es un personaje inabordable, un divino total con una onda bien
visceral para tocar. Tanto Matías como él nos aportan, a Cris y a mí, mucha
frescura musical porque vienen de una generación distinta. Porque si no nuestra
música tiende a quedar avejentada [Risas].
A su vez, todos cantan y eso, entre otros,es un plus que quiero imprimirle a Bennettistas. Además, por supuesto,
de lo estético y lo discursivo. Así en cuanto a la importancia de los coros,
logré contagiar a Matías y a Nico porque Cris ya lo tenía incorporado. Y no
puedo dejar de mencionar al productor, Ezequiel Morfi [dueño del estudio
Titanio], que hizo un trabajo de mezcla y masterización increíble.
No
soy una persona de montar castillos en el aire porque nosotres venimos de otra
generación, de la banda “familia”, tocar en otra banda era una traición.
Todavía me cuenta un poco que un músico de mi banda toque en otra pero hoy, las
cosas son distintas. No sé, te pasás los archivos Mp3 de algo que tenés que
sacar y te ahorraste cinco horas de ensayo. Entonces, todo funciona de otra manera.
Ellos tienen mucho compromiso y se apropiaron de la banda. No sé cuánto tiempo
durará pero espero que dure muchos años. No puedo ser tan boluda de creer que
las cosas duran para siempre. Ya estamos grandes, pero hoy, estoy muy contenta
con la banda y, la verdad, es que hay miras de permanecer así porque, además,
tomé la decisión de no saturar a nadie. En este estilo demúsica si lo único que hacés es ensayar y
pretendés tocar en el Coliseo, te saturás. Hay que relajar un poco.
Ahora,
¿cómo sigue la cosa?
Bueno,
en principio, estamos trabajando en temas nuevos. Estoy con ganas de rockearla
un poco más y pelar saturación. Tenemos que maquetear un próximo tema que se va
a llamar “Insólito Alien” bien estilo Deep
Purple, Led Zeppelin. Así que la idea es soltar y producir en el estudio y
conseguir buenas fechas para tocar. La verdad que de aquí en más quiero tocar y
quiero tocar con mi banda. Yo me voy a morir tocando. Ese es el plan.