martes, 26 de diciembre de 2023

De la A a la Z con Peter Deantoni...

El legendario Peter Deantoni siempre vuelve. Y ahora de la mano de su segundo libro: De la A a la Z con Peter Deantoni, un recorrido exhaustivo por gran parte del anecdotario de este mítico manager y figura del rock vernáculo e internacional. Protagonista y testigo, Peter es un apasionado que no se cansa de narrar las anécdotas de su increíble vida. Tal vez sea porque trabajó con Los Abuelos de la Nada, Nito Mestre, Johnny Rivers, Frank Sinatra, Joe Cocker, Serrat, The Police, B.B. King y Pappo, entre muchísimos etcéteras.

ENTREVISTA> ¿Cómo fue que planeaste este nuevo libro?

Fue un proceso largo. El libro anterior (Pappo Made in USA, 2016) vendió dos ediciones, que son 16 mil libros. Y yo recibí más de 4000 mails pidiéndome más ejemplares. La gente quería que contase más historias, y de hecho hay siempre más anécdotas que contar. Este nuevo libro se llama De la A a la Z y va desde grupos como Almendra hasta ZZ Top. Tengo la X con los X-Pensive Winos, la banda de Keith Richards; la Y con Yupanqui, la M con la Mona Giménez, en la R está Johnny Rivers, en la H Nina Hagen; el abanico es muy amplio porque he transitado muchos géneros musicales.

¿Fue difícil el proceso de buscar anécdotas para cada letra del abecedario?

Tuve la suerte de contar con la colaboración de Agustín Soria. Nos conectamos a través de una amiga mía que se llama Debora Sampedro. Ella me estaba ayudando, escribiendo lo que yo le narraba. Pero se enfermó el padre y lo tuvo que ir a cuidar, así que me recomendó a Agustín. Con él nos juntamos en un cafecito de mi barrio y le llevé mi primer libro de regalo y Agustín me trajo el suyo: Keef & Winos. Él me dijo que quería conocerme para que le contase sobre mi relación con Gustavo Cerati y de cómo había armado sus giras solistas por Estados Unidos. Yo le comenté que estaba buscando a alguien que me ayudase con el libro y Agustín me dijo que lo iba a tener en cuenta. Y a los dos días me escribe y me dice que definitivamente teníamos que hacer el libro juntos. Y así fue. Nos empezamos a juntar todos los miércoles en el café. Él iba grabando lo que yo le contaba. Ese fue el plan inicial, pero en la tercera reunión se declaró la pandemia. Entonces empezamos a hacerlo por video conferencia, y eso nos dio la posibilidad –como ninguno podía salir- de laburar todos los días. Así que le dábamos tres o cuatros horas seguidas y lo terminamos mucho más rápido.

¿Y cómo siguió el proceso de editarlo?

Obviamente, primero se lo ofrecí a Planeta, pero me dijeron que no iban a sacar libros de rock, luego de editar el de Vitico, porque (el director editorial de Planeta) Nacho Iraola se iba a tomar dos años sabáticos. Luego se lo ofrecí a la gente de Vademécum, pero dijeron que no. Así que se lo ofrecí a Gourmet Musical pero (el editor) Leandro Donoso quería que le agregase al texto la información adicional de lo que estaba pasando en cada año, tipo línea de tiempo, a lo que yo me negué. Porque los chicos que leen rock ya saben esa información o no les interesa. Así fue que por medio de Facebook recibo una publicidad de esta compañía que se llama Autores Argentinos, que es una editorial e imprenta. Me reuní con ellos y me pareció un emprendimiento genial con una cantidad fantástica de libros editados. Así que como les encantó mi primer libro, me ofrecieron la posibilidad de editar este nuevo libro de anécdotas, pagándolo en cuatro cuotas, lo cual me venía bárbaro. Así empecé a trabajar con Florencia Nicoletti, que es la diseñadora gráfica que hizo la tapa. Yo le pasé todas mis credenciales del pasado, de distintos artistas con los que he trabajado, desde Miguel Mateos a Ricky Martin, desde BB King hasta Ozzy Osbourne, Rod Stewart, el Tributo a Miles Davis… Están todos. El prólogo me lo hizo Carlos Rodríguez Ares, que me encantó lo que escribió porque puso que si alguien puede hablar y escribir sobre rock soy yo, porque yo lo viví y lo puedo contar… Así salió una primera tirada de 100 libros, que se están vendiendo muy bien por suerte. Trae 200 páginas y es un libro de lectura fácil y entretenida. La gente que lo leyó hasta ahora está contentísima.


Me decías que habían quedado anécdotas afuera…

Sí, alguna con los X-Pensive Winos, a los que originalmente no los habíamos pensado para la X. O, por ejemplo, la P. Yo en Estados Unidos trabajé con los Parliament, ni hablar de la letra B, que aparte de Babasónicos hay un montón de bluseros con los que trabajé que también tienen la letra B, aparte de BB King. Da para un libro más, seguramente…

Ya que incluyas a Atahualpa Yupanqui en la Y da cuenta que tu recorrido por la música es grandísimo…

Tal cual. Yo a Atahualpa, a instancias de Mercedes Sosa, lo acompañé a tocar en París. Hicimos toda la girita ese día por París, era un solo show, y no vi la Torre Eiffel. Debo ser el único que no la vio, me van a poner en el Record Guinness… Y esa historia es la que está contada ahí, con otra anécdota que lo cuenta a don Ata de cuerpo entero. Nos habían invitado a un asado en la casa del embajador argentino y de ahí nos teníamos que ir para el aeropuerto. Estando en la casa, cuando terminamos de comer, se acerca un tipo con una guitarra y se la da a Atahualpa, y Atahualpa la mira, la da vuelta, la afina… Entonces el tipo le dice: “¿No se toca algo, don Ata?” Y el viejo, muy sabio como era, le contesta: “¿Y usted que hace para vivir?”. A lo que el tipo le contesta, “soy zapatero”… “Muy bien”, le dijo Atahualpa, “hágame un par de zapatos ahora y yo le hago un tema…” Obviamente, lo cagó. Le devolvió la guitarra y no tocó nada. Y cuando íbamos en el auto me dijo: “¿Vos podés creer que nos querían canjear un asado por un show? Están locos los tipos, que paguen la entrada…” (risas)

¿Todas las anécdotas son amenas, o hay alguna con ribetes complicados?

No, son todas amenas. He tenido situaciones desagradables, con los Vilma Palma, por ejemplo, o con Miguel Mateos y con El Otro Yo, pero ninguna de ellas aparecen acá. Por suerte, las anécdotas amenas son muchas más y son las que están en el libro. No es necesario hablar del enemigo…

¿Cómo es tu vida actualmente?

En este momento tengo el programa de radio, que me lleva bastante tiempo hacerlo porque yo me auto produzco cada emisión. La radio es espectacular y está muy cerca de mi casa, en Colegiales. Por otro lado, hace poco fui a ver a Calavera No Chilla, una banda de pibes nuevos y me volaron la cabeza, como hace mucho tiempo no me pasaba. Y me dieron ganas de volver al ruedo, tengo ganas de ser manager de estos chicos. Les propuse una reunión, para ver cómo nos organizamos. Así que es una historia que continuará…

Emiliano Acevedo

martes, 19 de diciembre de 2023

PERIPLO: Explotando sonidos...

Fotografías: Mica Dománico

Nicolás Deluchi (voz y guitarra) es un joven músico y compositor de la zona oeste del Gran Buenos Aires, que lleva adelante un original proyecto llamado Periplo. En él se originan experiencias vitales que se vuelven canciones, con sonidos bien rockeros que explotan en los parlantes. Su último disco se llama Invisible Cabeza y está disponible en todas las plataformas.

ENTREVISTA> ¿Cómo arranca la historia de Periplo?

Es un proyecto solista. En la década pasada tenía dos bandas en simultáneo: Sistemática y Pestaña. Después eso se terminó y paulatinamente fui pasando a esta etapa llamada Periplo. Al principio hice todo solo, así fue el primer álbum de Periplo, que es más amateur. En este segundo disco hay un sonido de banda. Este álbum lo grabamos, después de haber ensayado durante seis meses, con mi viejo en bajo y un amigo baterista que se llama Patricio Sly.

¿Cuánto hace que estás en la música?

Empecé en 2003, cuando tenía 17 años. Ese fue un comienzo muy básico, con una guitarra, muy folk. Recién en 2011 saqué mi primer material. Todo ese camino que hice en la década de los 2000 fue llenarme de información, un proceso que no se detuvo más.

¿Cómo es tu formación musical?

No fui al Conservatorio, soy autodidacta, pero mis viejos son profesores de música. Tomé alguna clase de guitarra o de canto, pero siempre aprendí por mi cuenta.

¿Cómo fue la génesis de este nuevo disco, Invisible Cabeza?

La pandemia, el encierro, fue sacando en mí muchas vivencias que luego fui plasmando en las canciones. Más tarde lo grabamos y yo busqué acercarme al sonido inmediato de los Strokes, que es una banda que a mí me impactó desde siempre. Me parece que la fuerza que tuvieron bandas como los Strokes o los Libertines me impactaron de una forma inusual cuando yo era más pibe, toda esa onda garagera o de punk rock revival. En eso también tuvo mucho que ver Ignacio Castillo, que fue el ingeniero que nos grabó. Si bien Invisible Cabeza tiene un par de baladas en plan rock nacional, lo que impera en este álbum es una onda más punk o con una impronta más rockera que lo que fue el primer disco de Periplo que era más tranquilo, si se puede decir.

¿Qué te inspira a la hora de componer tus temas?

Soy muy lector. Me gusta mucho la cultura popular pero también me interesa la academia, por eso durante un tiempo estudié Letras. Uno de mis escritores favoritos es Borges, en especial su obra en prosa. También me gusta mucho Michel Houellebecq, que tiene un costado más siniestro. Luego pasé a Bukowski. También leo y tengo muchas revistas de rock. Y otra pata muy importante de la que sacó la inspiración de las letras es de los comics. Todo eso entra en el gancho y en la dinámica de las canciones, a veces de forma más consciente y otras veces más inconsciente.

Aparte de Libertines y Strokes, de los que hablaste antes, ¿qué otras influencias se te cuelan a la hora de componer?

Principalmente, El Mató, a quienes fui a ver mucho. Pirámides; Kurt Cobain es otra influencia muy grande en el tema “Ultravioleta”. También Fito Páez, al que veo como un “precursor” del grunge, aunque no tenga nada que ver, pero que en sus primeros discos tenía una forma de cantar lennoniana muy presente a la hora de grabar sus canciones a los gritos. Eso es algo que yo busqué incorporar en Periplo, esa parte bien visceral, primal, si se quiere. De cualquier forma, me preocupé de que no sea todo una catarsis, sino que cada estado emotivo tenga su lugar. Busqué que no sea tan frio, porque a veces es necesario explotar en términos artísticos. The Cure también me influencia, por supuesto. Francisco Bochatón, Rosario Bléfari, Gori de Fantasmagoría… Hay muchas bandas y solistas que me gustan como Television, The Stranglers, Sex Pistols o Ian Dury, que me encanta. Ahora empecé a escuchar bandas góticas o de post punk como Sisters of Mercy, que me están copando mucho y que me pueden influenciar a futuro.

Hablando de influencias, en este nuevo disco también pusiste un cover de Almendra: “Los Elefantes”…

Sí, con la participación de Guille Arrom en guitarra, que es un capo. Siempre lo escuché y lo admiré y por eso le hablé por teléfono para que participara. Guille me preguntó qué onda le quería poner al cover. Hay que tener en cuenta que el tema original tenía unos sonidos rarísimos. Ese segundo disco de Almendra es bastante raro, son zapadas; pero a mí me encanta eso. Fijate que ahí el Flaco Spinetta se pone más hard rock, un camino que seguiría en Spinettalandia, y luego en “El parque”, el tema que compuso para La Pesada y, especialmente, en algunos temas de Pescado Rabioso. Todo eso le dije a Guille, que me contestó: “Ok, querés hard rock, pero hard rock pueden ser mil cosas diferentes…” Coincidimos en esa apreciación pero le aclaré que quería plasmar algo bien pegado a aquel sonido primigenio, a esa onda hendrixiana del tema original. Así que Guille grabó varias versiones, y elegimos una que tenía un efecto más expresivo. Guille la rompió y a él le copó mucho como la canté yo, así que cerró por todos lados. En este disco hay mucho laburo de guitarra. En una onda minimalista que me gustó mucho como quedó.

La pandemia te inspiró bastante, ¿no? Hay un par de temas como “Muralla China” o “Pandemia” que parece que tienen que ver con eso…

Sí, me parecía que estaba bueno. De cualquier forma, el disco tiene un sesgo medio de ruptura, porque tiene que ver con una separación de pareja que tuve. En ese aspecto, lo emparento mucho con discos de rupturas amorosas como Room on Fire, de los Strokes; y Blood on the Tracks, de Bob Dylan. Como dicen los discos en sus títulos: si a los Strokes se les prendió fuego la habitación, y Dylan se desangró, a mí directamente se me cayó la cabeza. Con respecto a la pandemia, eso me parece que equilibra un poco el tema de ruptura de pareja, que está medio trillado. Pero, de cualquier forma, yo quería que este álbum tuviera esta onda porque el anterior había sido muy meloso. Está bien hacerlo así porque cada disco son ciclos vitales. Casi todos los temas los hice durante la pandemia, salvo “Enredadera”, que es el que abre el disco, y es una canción más luminosa, que tiene que ver con una nueva relación amorosa que está naciendo. Por supuesto, siempre me gusta que haya algo testimonial en la música. Por ejemplo, en “Sabe Dios” hablo un poco de lo que pasó con Maradona, con su muerte, y como nos afectó a todos los que lo admiramos.

Emiliano Acevedo