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| Foto: Diego Prol |
El
rock progresivo argentino es como Troilo,
nunca se fue, siempre está llegando. Cada vez más chicos jóvenes se copan con
este estilo que cautivó al público rockero en los años 70. Incluso surgen
bandas nuevas muy interesantes, que continúan la senda iniciada en aquella
época por Alas, Espíritu, Ave Rock,
Invisible, MIA, Redd, La Máquina de Hacer Pájaros, Crucis y tantos más.
Una banda de culto progresivo surgida en la Zona Oeste en 1976 fue Trigémino. Estaban formados originalmente por Juan “Pollo” Raffo (teclados), Jorge Minissale (guitarra), Claudia Puyó (voz), Marco Pusineri (batería) y Eduardo Rovediello (bajo). En 1977 ingresa como cantante Carlos Garófalo, quien al año siguiente se encarga también del bajo, así quedan convertidos en cuarteto. Pero a pesar de su suceso y de aparecer en varias publicaciones de la época no pudieron editar material discográfico y se separan.
El cuarteto se volvería a juntar en los años 2000 para tocar. Así en 2018 completarían y editarían, ahora sí, su primer álbum Trampas para engañar, una verdadera obra maestra del prog. Allí revisitan y graban el material que compusieron en los años 70, incluyendo la suite de 30 minutos que da nombre al trabajo. Lo presentan a sala llena en el Teatro Monteviejo, material que se puede ver en el canal de YouTube de la banda. Y ahora llega el nuevo trabajo de Trigémino intitulado Corre hacia tu vida. Un álbum grabado, mezclado y masterizado por César Silva en El Hornero.
Actualmente, Trigémino está liderado por Juan "Pollo" Raffo (teclados y voces) y Jorge Minissale (guitarras y voces). Completan la formación el histórico Fernando Samalea en batería, Héctor "Cote" Conrado en voces y Lalo Calello en bajo.
Para
saber más de este esperado nuevo lanzamiento hablamos con Pollo Raffo y
Jorge Minissale y
nos salió esta nota que hoy compartimos con ustedes. Puro Rock Progresivo
Argentino…
ENTREVISTA> En Trigémino hay muchos puntos de contacto con ese rock progresivo de los 70, ¿no?
Raffo: Es que el momento de salir de casa a escuchar música en vivo y empezar a ver qué pasaba en el mundo se nos dio a los 14 años. En ese momento, las bandas de rock que había para escuchar eran Aquelarre, Invisible. A Pescado no llegué a escucharlo en vivo, por ahí Jorge sí pudo. También estaba el último Sui Generis, La Máquina, eso era lo que había para escuchar dentro de lo contracultural del rock argentino en aquel momento.
Yo veo puntos de contacto de la música de Trigémino con grupos como Espíritu…
Raffo: Sí, porque seguramente escuchábamos a la misma gente. Minissale y yo escuchábamos mucho Yes. Yo también escuchaba muchísimo Emerson, Lake & Palmer. Después, otro grupo que nos llamó muchísimo la atención en aquel momento fue Premiata Forneria Marconi y también nos impresionaron increíblemente los discos de Opa. En esos momentos, además de tocar estábamos juntos prácticamente todo el tiempo, o sea, Trigémino era nuestro grupo de pertenencia juvenil. Y no solamente los músicos, sino que se generaba todo un grupo de gente, amigos y amigas alrededor. Independientemente de que tocáramos o ensayáramos, nos juntábamos seguido. Estar juntos, guitarrear en casa, porque eran momentos en los cuales estar afuera era hostil. Entonces, la sociabilidad se daba puertas adentro y los recitales de rock eran un poco el punto de encuentro. Hay muchísimos libros que cuentan esa situación concreta de que era peligroso ir un concierto de rock porque había grandes chances de que hubiera una razzia policial a la salida, pero también tenías la posibilidad de tener un espacio comunal con gente que vos sabías que estaba en la misma onda, hasta por el aspecto físico te diría. En la calle vos reconocías a la gente que te podía ayudar.
Hablemos un poco de la banda, ¿qué es para ustedes Trigémino? Porque ustedes hacen muchos proyectos musicales diferentes y justamente esta formación remite al rock progresivo que estaba en auge en los 70…
Raffo: Es probable que el elemento progresivo esté también presente en las otras cosas que hacemos. A mí me gusta una definición de Felipe Surkan, del sello Viajero Inmóvil, en la que usa el término progresivo como adjetivo que se puede aplicar a otros géneros musicales. Por ejemplo, hay rock progresivo, hay tango progresivo, folklore progresivo, jazz… En ese sentido tengo la impresión de que las cosas que hemos hecho o que seguimos haciendo en paralelo a Trigémino tienen que ver con lo que sería la individualidad de cada uno, no negocian ese aspecto, me parece. Y a la vez Trigémino es una especie de espacio intermedio, o terreno común, donde se juegan muchísimas cosas que tienen que ver con lo histórico personal. Por supuesto, se genera una situación musical que no responde a la individualidad de ninguna de las personas que forma el grupo. Y lo incluyo en este caso a Carlos Garófalo, que fue quien co compuso el material con nosotros. Y a la vez esas particularidades están presentes.
Una nueva forma de expresión artística…
Raffo: Vuelvo a citar a Felipe Surkan, que cuando estábamos haciendo los demos de esto, yo le mandé la música y lo primero que nos dijo al respecto era que lo que estábamos escribiendo ahora iba a estar permeado de las experiencias individuales de cada uno de nosotros. Por separado, claro, a diferencia del primer disco que era una revisita literal y respetuosa de los que hacíamos en los 70. Y me puse a pensar en eso, ante la respuesta de Felipe. Como que rápidamente empecé a escuchar en fast forward todos los temas. Y dije, "No, sabés que no." O sea, ahí me cayó la ficha que no hay prácticamente ningún elemento muy obvio de las cosas que podemos estar haciendo individualmente por fuera de Trigémino. Y a la vez están, lo cual me parece súper interesante porque se termina generando una identidad un poco más compleja, porque no suena como ningún grupo, no suena como nadie.
Tal cual. Porque aparte es progresivo, pero suena actual. No es nostálgico.
Raffo: Genial que suene así…
¿Cómo fue cranear este disco nuevo? ¿Cómo lo fueron desarrollando?
Minissale: Fue una idea que floreció en la pandemia. Me acuerdo que mi idea era hacer algo nuevo en donde el chiste era que nadie tenía que venir a traer una canción terminada. Se lo comenté a Juan, y a él le pareció que estaba buenísimo. Básicamente, porque el chiste de actuar en grupo es como estar en un equipo de fútbol, nadie está preguntando quién hace el gol, si estás adelante del arco tenés que patear. Así, si yo hago una parte de una canción, digo: "Tomá, seguila." Porque yo sé que la va a seguir y me va a gustar. Esa es una inercia básica de gente que además de todo su cariño sabe con quién está. Me parece que el disco parte de esa premisa y esto está buenísimo, no hay una canción que sea de una sola persona. Pero las canciones son fragmentos y lo loco es que no parece que fueran sumándose partes, sino que es una entidad. Está muy bien, porque eso requiere una empatía armónica, una empatía sonora. Otra cosa que me parece alucinante del disco es la parte de los textos. Me parece que está muy bien cómo se abordó el tema de la lírica. En principio porque ya somos muchachos un poco mayores. Cuando éramos chicos abordábamos toda la fantasía de historias con juglares y cosas que son un chiste ahora para esta edad que tenemos.
Se adaptaron a sus tiempos vitales.
Minissale: Sí, porque estar cantando a este edad que le cortaron la cabeza a uno es medio raro. Entonces acá abordamos algo que es muy potente. Eso me parece que está bueno y así se fue gestando. Igual es una patriada lo que hicimos. Una patriada de Raffo porque él se puso al hombro muchas cosas, porque no fue simple hacer este disco, lo tuvimos que sacar adelante. Por suerte apareció Samalea, que es un fan de Trigémino de siempre. Y él quería estar porque para él esto era una deuda pendiente, algo que le faltaba hacer. Fernando tocó con éste, tocó con aquel y también quería tocar con Trigémino. Creo que nosotros fuimos dejando un pequeño surco con lo que vinimos haciendo, y eso está bien. La verdad, lo que hizo Fernando fue muy bueno y creo que el disco es muy coherente y, como decís vos, suena a lo que somos ahora. No es un disco de nostalgia. Pero tampoco estuvimos buscando referencias musicales…
Nada a que asirse…
Minissale: No. Porque no queríamos sonar como Close to the Edge. Eso sería imposible, absurdo. Porque las condiciones técnicas son imposibles de igualar. Entonces voy a tener que sonar con lo que es el hoy. Por otra parte, me parece que este trabajo está muy logrado con respecto a lo que se intentó hacer. Así que creo que les va a caer muy bien a los que les gusta el rock progresivo. Y a diferencia del disco anterior, en este hay mucha canción y tiene todo lo que tiene que tener alrededor.
Raffo: En realidad estamos tocando una música que aprendimos en el momento que estaba sonando. No estamos revisitando algo que ocurrió 20 años antes que nosotros empecemos a tocar. No estamos haciendo una investigación sobre el rock progresivo para sonar así. En ese sentido, creo que tenemos autoridad, porque cuando eso estaba ocurriendo, en el momento que esos discos estaban saliendo, nosotros ya éramos músicos, teníamos este proyecto y estábamos recibiendo toda esa música. Y creo que eso, inconscientemente, te da una cierta libertad, como para decir: "Miren, no hace falta que me vengan a explicar cómo es esto…" Porque lo sabemos desde el momento que apareció. Y me parece que eso te da un resto para lo que está sonando. Me gustó lo de la comparación con el disco anterior del grupo, porque esto es bastante más maduro. Antes recreamos un material hecho por gente que tenía 17, 18 años, y ahora somos gente que compone a los 60. Y por supuesto, en el medio nos pasaron un montón de cosas. También es cierto que en los 70 las composiciones colectivas funcionaban igual. Traíamos fragmentos y veíamos como los ensamblábamos.
¿Qué fue distinto esta vez?
Raffo: Ahora se dio más a nivel del ADN, es como si en vez de conectar pedazos, vincularlos y pegarlos o hacer transiciones y demás, ahora se generó otra cosa, como si hubiéramos tomado la identidad genética de los fragmentos de música que íbamos trayendo y lo que salió es una especie de bicho nuevo, que tiene todas esas cosas, pero están tan mezcladas que no que tiene una tercera identidad, una cuarta identidad o una quinta.
Aparte el hecho de componerlos en colaboración…
Raffo: Sí, es más, yo no compongo en colaboración desde esa época adolescente. Siempre escribí solo, he hecho música para letras escritas por otra gente y demás. Por eso para mí lo de Trigémino es una experiencia increíble. Y está bien lo que dice Jorge de los de los textos, creo que ahí se nota la mirada de gente mayor escribiendo. Otra cosa que me parece interesante en los textos es que salvo alguno, la gran mayoría de ellos no están contados en primera persona, que es una cosa que a mí particularmente siempre me hace un poco de ruido, con esos compositores que en todas sus canciones cuentan lo que le pasa. Entonces están buenos estos textos que hablan de cosas como si uno pusiera la cámara en otro lado. Y ese es un punto de madurez en la manera de contar el texto de una canción.
¿Y cómo hicieron las letras?
Raffo: Igual que la música. En todos los casos es posible que haya un elemento inicial, alguien tiene una idea de un fragmento de música o un fragmento de letra. Eso ha ido yendo y viniendo. A veces un fragmento de canción completa, entonces por ahí a esa estrofa alguien le aporta una sección instrumental que contrasta, agarra la letra y la edita. Creo que hay un tema que apareció que solo tenía letra y al que luego le pusimos música. Me parece que es “El cuarto gol”, que tenía solo letra y después apareció la música.
Minissale: Para mí eso es la convivencia de un grupo. Por eso alucinaba cuando escribíamos y a lo mejor lo hacíamos así por Zoom o por alguna otra plataforma. Procesos compositivos entre los tres y a veces había debates y era buenísimo, era muy divertido. Y uno va aprendiendo un montón de cosas en el medio. Por ahí no se te ocurre a vos, se le ocurre a otro, pero ese otro está jugando en tu equipo. Con la música también es un poco así. Hubo muchas idas y vueltas porque los demos iban y venían. Lo que pasa es que ahora estamos muy cancheros con las grabaciones en casa. De hecho algunas cosas quedaron en el disco, porque Juan lo tiene todo muy aceitado, él es muy hábil con su plataforma. Yo no tengo tanta habilidad pero tampoco estoy tan mal. Así pudimos ir armando esas cosas. Y lo interesante es que hay una vibra en los ensayos, que es como el vivo, una adrenalina, que es divina, hermosa. Por supuesto este disco tiene mucha producción, porque, a la vez, sabíamos lo que queríamos. ¿Qué queríamos? Bueno, el órgano tiene que estar adelante, porque el órgano es el instrumento que en este género tiene un lugar protagónico. La batería también tiene que estar en su lugar. Ahí, Samalea vino con un audio en su batería que quizás no es el audio que tienen todos los otros discos que él toca. Entonces se fue armando una cosa, pero lo teníamos en la cabeza porque ya veníamos haciendo los demos. Así que fue muy divertido. A mí me pasó algo parecido a lo que dice Juan, porque yo tampoco estaba acostumbrado. Esto de armar los demos y las canciones uno mismo. Y está bueno cuando laburás con otro. Pero es como yo te dije al principio. Vos podés trabajar con otro cuando confías en él.
Raffo: Esa es la palabra clave. Confiar.
Minissale: Difícilmente haya sido rechazado algo que se hizo. Si yo le mandaba algo a él, difícilmente yo rechazaba lo que él me devolvía.
Raffo: La confianza es central. A veces no entendés lo que el otro te está queriendo decir en lo que te manda, pero hacés un esfuerzo para ver qué es eso.
¿Pero se juntaron en un estudio para hacerlo o fueron uniendo pedazos?
Raffo: Más o menos. Otra cosa que es interesante es que siempre lo pensamos como una obra posible de ser tocada en vivo. Eso creo que fue una característica de la producción. Obviamente, hay ciertas sobre grabaciones y demás, pero no está pensado como un producto de estudio donde vos tenés 18 capas de sintetizadores, 15 guitarras, coros duplicados, multiplicados por 17. Sabíamos que tenía que sonar creíble y sencillo de poder ser traducido al vivo. Porque, volviendo a eso que hablábamos, estas bandas que nosotros escuchábamos en los 70, grababan así.
Minissale: ¡Grababan en vivo!
Raffo: Grababan en el estudio, pero vos escuchás las versiones en vivo y no difieren mucho de las de estudio. Eso era natural. Independientemente que después sí, por cuestión de dificultades de logística y demás, fuimos grabando con capas y reemplazando con las cosas que estaban en los demos, pero en todo momento está presente la sensación de que es algo orgánico que puede ser tocado en vivo.
¿Qué les aportó Samalea?
Raffo: Lo suyo es mortal. Le dimos los demos, se los llevó, los empezó a estudiar y en un momento nos llamaba para decirnos: "Che, me gustaría juntarme con ustedes." Nosotros teníamos una especie de confianza ciega en Samalea. Sabíamos que lo iba a hacer bien. Llegado el momento fui a la casa a escucharlo. Me senté, puso los demos, tocó arriba y no erró ni un palo, o sea, pasó todos los temas de memoria. Impresionante. Así que le dije que grabara lo que quisiera, que pusiera el tambor que le gustase, poné tus cositas, nosotros nos sentamos y escuchamos.
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| Foto: Diego Prol |



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