viernes, 17 de octubre de 2025

MARCELO FILIPPO: "Componer una canción es un milagro..."

 

El compositor, productor y multiinstrumentista Marcelo Filippo, también conocido como El Boxitracio en YouTube por su gran archivo musical audiovisual, ha desarrollado una trayectoria versátil que lo llevó a trabajar con grandes artistas de la escena. El pasado 19 de septiembre de 2025 lanzó Sordos en la discoteca, su nuevo trabajo enraizado en el rock nacional, con arreglos y armonías que evocan la tradición de nuestra música, pero con un aire renovador. Las letras proponen una mezcla entre poética y mirada humanista, sosteniendo un audio cuidadosamente trabajado para resaltar cada detalle. Para hablar de su carrera y de este disco nuevo nos juntamos con Marcelo, quien amablemente respondió a nuestras preguntas en esta charla. Sordos en la discoteca será presentado en concierto el próximo viernes 24 de octubre en Rondeman, en el barrio de Abasto.

ENTREVISTA> Contame un poco cómo te iniciaste en la música, porque sos un tipo medio renacentista, ¿no? Lutier, difusor cultural, coleccionista de archivos audiovisuales, músico. La verdad que sos muy completo...

Sí, lo que me di cuenta un día es que todo tenía que ver con la música, pero siempre me costó salir. A veces uno duda acerca de lo que tiene para mostrar, si está bueno o no. Lo mío siempre va por lo que tiene que ver con la música, con los instrumentos. En mi familia todos pintan, en realidad, pero yo me enganché con la música. Desde hace unos años encaré esto por el lado creativo. Me pasó lo mismo que a muchos músicos con esa obsesión acerca de que radio tiene el mango de la Stratocaster, ¿entendés? O si la Telecaster del 52 viene con un pick de determinado color. A mí me gusta el tema de las maderas, pero también me interesa la parte creativa. He inventado algunas guitarras de viaje. O sea, existe algo parecido, pero yo me hice mi modelo. Mi vida es eso.

¿Hacés solo música y lutería o te dedicás a otras cosas también? 

Tengo varios kioscos en el mundo de la música con la lutería, hago instrumentos o arreglo. Después también hago una gran variedad de producciones musicales para otros artistas, algunos son profesionales, otros no. O sea, toda mi vida me he dedicado a la canción y toco todos los instrumentos, también tengo estudio en casa. Entonces empecé a hacer eso con gente que tenía canciones y yo las sé cómo arreglar y grabar. Porque hay gente que no es profesional y por ahí tiene canciones y quiere grabarlas. Entonces, nos juntábamos, yo armó un poco los arreglos, todo. Lo vamos armando entre los dos o según con el proyecto que sea. Ahora estoy trabajando con un músico de Río Grande. Entonces, lo hacemos a distancia. También trabajé en algunos proyectos más grandes. Hace poco produje una canción para Cucuza Castiello y la otra vez también trabajé con un artista que es argentino y vive en Suiza, que vino acá a grabar y grabamos en los Estudios Panda.

¿Cómo empieza la música en tu vida? Porque yo sé que eras muy fan de grabar a otros músicos con la videocasetera y demás, pero cómo surge esa pasión que te lleva a ser multiinstrumentista.

La música me gustó siempre. En mi casa se escuchaba mucha música. Mi hermana que es un poco más grande que yo me llevaba a recitales cuando yo era muy chico. Así tuve la suerte de ver a Serú Girán cuando estaba en el colegio primario. Eso era bastante raro porque nadie conocía el rock nacional en las escuelas a principios de los 80. Así, yendo a conciertos, empecé a escuchar un poco de música internacional, rock de afuera o un poco el mainstream. Mi hermana también tocaba instrumentos, pero a mí me daba fiaca, hasta que un día agarré la guitarra y después no pude parar, empecé a tocar guitarra, piano, todo. Quería tocar todo y ahí empecé a intentar componer. Son esas cosas que vas intentando, armando cosas con tus amigos. Al principio ninguno tocaba, pero yo les conseguía instrumentos, armábamos grupos en la adolescencia.

Después te fuiste metiendo en el ambiente de los músicos…

Durante mucho tiempo estuve haciendo música solo, hasta que en un momento empecé a darme cuenta que era importantísimo juntarse con otros músicos, tener esa experiencia enriquecedora. Todo lo que vos podés dar y también lo que los otros te dan a vos. En general todos somos distintos, porque tu manera de tocar la guitarra es distinta a la del otro y la manera de cantar de otro también te va sumando. También tuve la suerte de poder tocar con Cucuza Castiello y él arma eventos a los que van muchos músicos de diferentes estilos. Ahí empecé a cruzarme con otros músicos y al conocer músicos vas conociendo a otros y así. En las grabaciones, en un momento, me di cuenta que ese cruce era fundamental. Porque te ibas cruzando con otros, ya sea en una grabación o en el vivo, después en la pandemia también. En esa época, justo estaba con muchas ganas de salir a tocar. Vino la pandemia y empecé a hacer cosas desde mi casa. Y el disco anterior, Las mañanas, lo hice en mi casa en la pandemia, en su mayor parte, y también llamando músicos que tocaban desde sus casas. Es lo que me pasó con Sebastián Schachtel, por ejemplo, el tecladista de Las Pelotas, a quien me había cruzado en algunas fiestas y justo le mostré unas canciones. "Che, ¿lo quieres tocar?" "Sí, bueno." Y me mandó teclados, pero me mandó como 40 tracks de teclados. Estuvo buenísimo. Entonces lo fui armando así.

¿Cuáles son las músicas que te influencian a la hora de componer lo tuyo?

Cuando empecé a escuchar música escuchaba cosas muy ricas en la armonía. Si bien la música siempre tuvo un lado comercial, me parece que lo que movía la cosa en los 70 era que los grupos se peleaban por ver quién hacía el mejor disco no por quien vendía más. Me gusta esa idea. Como que hubo un momento en el cual, quizás, más que las copias vendidas o el dinero que se ganaba lo que importaba era ver quién revolucionaba más la música. Quien hacía el disco más completo, como que había otra cosa. Por supuesto que eso pasó porque la vida va pasando y a todos nos van influyendo también la época en la que vivimos. Pero yo creo que aprendí que a la canción hay que enriquecerla, ya sea en letra y música. No es que siempre tenés que ponerle el mismo ritmo. Ahora hay estilos musicales, algunos me gustan más, otros menos, pero tienen un patrón rítmico igual, no sé, como el caso del reguetón. Es el mismo ritmo, en cambio los discos con los que yo aprendí eran otra cosa. Por ejemplo, Invisible, en donde todos los temas eran muy diferentes, o Serú Girán. Por supuesto que, vuelvo a repetirte, la vida pasa y otras influencias aparecen y también la vida es otra y es más rápida, pero me parece que eso me marcó y eso es lo que lo que de alguna manera siempre está. Después, a mí me gusta mucho el soul y funk de los 70, de los 60. Siempre escucho mucho de los discos de la Motown, que me encantan. Luego me di cuenta que Charly también escuchaba mucho esa música. También me parece importante el tener un groove, que los músicos tengan groove, eso es un plus, algo directo y a mí me gustan mucho las armonías. Desde hace algunos años también pienso eso. Porque más allá de que no hagas música negra, el groove es especial.

Ir grooveando con la canción, como quien dice…

Claro, eso es lo mejor que te puede pasar. Cuando vos te montas encima de la canción. No estás como peleando. Ese es el concepto. Me encanta ir surfeando la ola. No importa el estilo que sea, si es rock and roll, si es soul, cumbia, o lo que sea. Me parece que ese fluir siempre lo busco en las canciones cuando compongo. Yo tengo una especie de ideas en mi cabeza que las uso cuando compongo. Siempre me imagino cual es el ideal de una canción cuando voy a escucharla, me preocupo si parece que es así y no puede ser de otra manera. Por supuesto que eso es muy muy rebatible, ¿no? Pero es algo que me sirve a mí cuando compongo, como que esa cosa no esté forzada, sino que la canción parezca que te va llevando a un lugar, aunque vaya cambiando, pero que vos sientas esa fluidez. Que la canción sea esa historia que te van contando, que crece, que baja, y te lleva al destino, ese es el fluir que me más me interesa de la canción.

¿Cuándo te largaste a tocar tu material?

Yo creo que quería ser músico para escribir canciones y que esas canciones le produzcan a alguien lo mismo que a mí me producían las canciones que yo escuchaba y que me llegaban al corazón. No sé, estar solo en mi pieza escuchando las canciones y emocionarme. Yo creo que había algo de eso, entonces veo que siempre quise componer, siempre aprendiendo, claro está. Ya a los 15 intenté componer algo y no me salía. Después, a los 20, ya tuve mi primer grupo donde yo tocaba mis canciones y fue importante en mi vida. Cuando terminás un grupo vas a otro y hay algo que me gusta a mí que es poder jugar en distintos puestos, como si fuera un equipo de fútbol. Cuando sos solista, como me pasa ahora, ya sos el capitán del proyecto. Por supuesto, también juego a veces en otros proyectos en los cuales soy guitarrista, segunda guitarra, etc. Por ejemplo, cuando toco con el Cuino Scornik, un reconocido compositor, y ahí soy director musical, pero es el proyecto de él. Así vas colaborando pero más como un ocho que va y viene. Entonces, me parece que también eso es importante, porque te saca un poco del ego, ¿no? Salir del centro de la escena es bueno porque estar en el costado mirando qué pasa en el medio te lleva a aprender y así vas creciendo.

¿Por qué Sordos en la discoteca? ¿Qué invoca ese título?

Lo que más me gustó del título fue que cada uno puede imaginar algo diferente al respecto. Lo que me pasó es que hay una canción del disco que dice esa frase y las dos primeras veces que se la mostré a otras personas me señalaron esa frase. Ahí sentí que era una frase potente y además me gustaba porque me parece que yo la escribí por algo. Era como estar en una discoteca pero no poder escuchar nada, o sea, ver gente bailando y no entender qué pasa, o sea, esa era la idea. Otros músicos y yo lo vemos como una especie de crítica, ¿no? Que en la discoteca te quedás sordo porque toda la música suena al palo y es una música punchi punchi.

¿Cómo craneaste este nuevo disco?

Este disco lo hice como si fuera una banda, porque lo armé con Piedra, Papel y Tijera, en donde somos tres músicos, así lo fuimos armando en equipo, junto a Luis Volkoff y Pablo Viotti. Yo llevé las canciones y las arreglamos entre los tres, las producimos y también se modificaron mucho. Hay canciones en las que yo llevé una idea y se fueron modificando tanto que les volví a componer otra parte, es un proceso de ida y vuelta. Entonces, es un disco, no sé si llamarlo de banda, ni tampoco solista, en el sentido de que participan mucho ellos, sobre todo en el arreglo de la producción, cómo lo fuimos montando. Eso es muy importante. Lo elaboramos mucho nosotros tres y también está Lautaro Cottet en batería. Hay muchos músicos más, pero básicamente esa fue la formación. En unos temas está invitado Fernando Cabrera, que es un gran cantautor uruguayo, un referente para los cantautores. Eso estuvo genial porque le dio un peso increíble a la canción. La canción ya estaba de antes pero después de su participación casi que me cuesta cantarla porque su voz es desgarradora a veces. También nos dimos el gusto de tocar dos temas con un trío de cuerdas y hay un arreglo de cuatro vientos en otro tema y eso se hizo gracias al aporte de la gente que me sigue en las redes, ya que inventé algo que se llama la boxi-moneda, que es como una especie de criptomoneda, pero un poco haciendo un juego, ¿no? Como si fuera un juego en donde, en realidad, uno invertía en felicidad. O sea, que invertías en algo que te iba a dar un retorno emocional, no es que ibas a ganar plata porque es muy difícil que sea un disco que se venda y poder ganar mucha plata ya que es una producción independiente, pero así lo financiamos.

Escuchándolo, noté un poco de influencia beatle, ¿no? Es un pop elegante también con psicodelia. Los teclados me hicieron acordar, por momentos, a lo que hicieron los Shakers en su último disco. Onda Fattoruso y demás. ¿Cómo lo ves vos?

Sí, obviamente, yo escuché a los Beatles y me volví muy fanático en los 90. Ahora la verdad que los escucho muy poco, pero por una cuestión de que ya los escuché tanto. Por supuesto, que te marcan a la hora de componer. Son referentes, sobre todo porque los Beatles pusieron un sello. Algunas cosas hay en lo que hago yo, ese estilo Beatles en esto, en el final de algún tema. Como cosas de la guitarra que recuerdan a Harrison, o el mellotrón de “Strawberry Fields Forever”, como que usamos mucho eso. Junto con los otros dos músicos que te contaba que me ayudaron a armar el disco, a los tres nos gusta mucho la música. Pablo, el tecladista, es un melómano, sabe de todo y seguramente te va a hablar de los discos de los Shakers. Porque él es un tipo que absorbe todo, que sabe mucho, siendo muy joven. Y obviamente que me gusta mucho la música de fines de los 60, los 70, que para mí tiene un nivel muy alto de musicalidad. Por supuesto, también somos muy fanáticos de Beach Boys. Y toda la época psicodélica también me encanta.

¿Cómo desarrollás las letras de cada canción?

En general, para mí componer una canción es un milagro. Que tenga un valor en sí mismo, no sé cómo llamarlo, pero para que genere algo tiene que haber un motor profundo. Hay algo que te nace adentro y es muy fuerte. Creo que todas las canciones tienen alguna cosa, alguna historia, algo atrás. Por ejemplo, hay una de este disco que se llama “Una explosión” y la hice en diciembre de 2023, cuando asumió la extrema derecha en nuestro país. Era una situación muy fuerte y me surgió una canción de protesta, una canción rebelde porque yo sentía que todo esto tenía que ver con algo muy inhumano. Porque yo creía, sentía, que esta gente no quería a nadie. No quieren a la gente. Entonces la hice para mí, porque quizás alguien que la escucha no va a entender eso. Pero ese fue el motor, un poco una idea medio hippie, medio Mayo Francés, que se me vino a la cabeza. Fue como decir que quiero una explosión de imaginación, como que había algo que tenía que nacer desde un lugar del amor, desde un lugar de resistencia. Como de bronca, pero al revés, como que un amor potenciando, pero no solamente como una cuestión del amor y los  pajaritos, ¿no? No me interesaba el amor tonto, sino un amor potente que nos iba a mantener en pie en estos tiempos duros y es lo que nos iba a dar el sustento para poder cambiar la situación. Después hay una que se llama “Cantar canciones” en la que se me ocurrió hacer una especie de oda al cantar por cantar, al cantar para sentirse bien, cantar con otro, cantar en reuniones, ¿no? Por eso se me ocurrió que podía estar bueno que se junten en ella diferentes músicos. Así, se armó algo lindo porque ahí están desde Manu Quieto, de La Mancha de Rolando, a Edu Schmidt, de Árbol, hasta vecinos míos, ¿entendés? Todos cantando como una especie de cruzada socialista, ¿por qué no? Como si fuera un acto político. O sea, todos mancomunados para para cantar.

“Como antes” me parece el tema más hitero del disco, ¿vos cómo lo ves?

En ese tema me quise dar un gustito personal. Porque hablaba de cuando mi hijo comenzó a crecer, mientras estábamos en pandemia, y me pidió de cambiar de habitación. Fue como decir, bueno, cambiemos, saquemos todas estas cosas de niño. Así lo ayudé, empecé a arrancar las cositas, unos stickers que no salían de Monsters Inc. Y empecé a sentir que se estaba yendo el niño. Ese niño que tanto había disfrutado y me agarró una especie de angustia tremenda. Escribí la canción en base a eso, como diciendo, "No te vayas”, como si uno pudiera retener el tiempo, que se quede un poco más ese niño que se estaba yendo porque la vida es así, va a pasar a ser un adolescente.

En un video decías que estas eran las canciones que no sabías que tenías que escuchar, ¿no?

Claro, sí. Como si fuera un plan de marketing… [risas]

¿Qué le dirías a los que no te conocen? ¿Por qué tendrían que escuchar este disco o por qué tendrían que escucharte a vos? ¿Qué van a encontrar en tu música?

La idea es que hay mucha gente a la que le gusta el rock argentino y yo creo que este disco tiene mucho de eso, pero a su vez también no apuesta solo a lo retro, sino que de alguna manera es como poner palabras y cosas a algo que estamos viviendo ahora, pero con esa tradición, si se quiere con esas ideas, pero llevadas al hoy. Cada uno puede tener una idea de futurismo distinto, yo tengo la mía, me parece bárbara esa tradición que tiene que ver con eso que me gustaba en los 80, 90, pero a su vez que tenga que tenga vínculos con lo que pasa en la actualidad. Con las cosas que nos afligen o nos dan alegría el corazón.

¿Qué te gusta del rock actual?

Me gustan algunos discos, algunas canciones. Bandalos Chinos me encanta. Creo que es el que más me gusta de todos los grupos nuevos. También me gusta mucho Martín Buscaglia, que es uruguayo. Después, ¿qué más?, no sé. Yo voy y vengo por el pasado, presente y futuro. Porque a veces escucho cosas muy viejas que nunca escuché. Hay mucha música buena, el problema es que no se difunde.

Hay una pregunta vicio que me gusta hacerle a casi todos los compositores: ¿Qué canción de otro te hubiese gustado componer a vos?

La primera que se me viene a cabeza es “Strawberry Fields Forever”. También alguna de Charly, como “Inconsciente colectivo”, esa me parece que es muy redonda.

Emiliano Acevedo



lunes, 29 de septiembre de 2025

DE BUENOS AIRES, la nueva obra maestra de Pez




¡Pez lo hizo de nuevo! Con cada lanzamiento logran lo que parecía imposible, un nuevo giro estilístico, una mutación, ¡su mejor disco otra vez! Y eso es lo que es De Buenos Aires, el vigésimo segundo álbum de estudio de la banda liderada por Ariel Minimal desde hace casi 32 años. Ya la sorpresa es mayúscula con el Lado 1 del vinilo que incluye un solo tema de 19 minutos y 30 segundos llamado “De Buenos Aires”, una suite a la vieja usanza de los clásicos grupos del rock progresivo de los setenta. Y este temazo que habla de la ciudad y su gente funciona como un buen compendio de la historia musical de la banda. Un grupo que ahora está formado por el propio Minimal (voz, guitarras, coros), Fósforo García (bajo y coros), Franco Salvador (batería, percusión y coros), Hernán Espejo (guitarra) y la sustanciosa reincorporación de Pepo Limeres (piano eléctrico y teclados), quien no tocaba con Pez desde hace doce años y vuelve a inyectar su impresionante despliegue sónico a la banda. 

“De Buenos Aires” se divide en varias secciones: “La calle que nunca duerme”, “El perfume de una posibilidad”, “Una canción distinta”, “En la estación del tren”, "Hola señor, ¿cómo está?", “Majestad”, “Una frecuencia que no se puede escuchar” yEpílogo”, que atraviesan varios cambios estilísticos, además de contar con dos músicos excelsos invitados: Manu Barrios (de La Fernández Fierro, en bandoneón) y Pablo Puntoriero (ex integrante de Pez, en saxo tenor y flauta traversa). Imagínense, en esta época de TikTok, en la que todo dura diez segundos, escuchar un tema de casi veinte minutos es todo un viaje. Un barrio de canciones que se va moviendo, va cambiando todo el tiempo, en donde nunca dejan de pasar cosas. Según dijo Ariel: “El tema se laburó dos o tres meses en la sala de ensayo y se grabó en dos días. Primero se laburaron las partes separadas de la canción y después como se iban a unir.” Y es que las posibilidades tímbricas de Pez como quinteto son interminables, puede pasar de la psicodelia al tango, con una música mucho más colorida, muy porteña y muy pop también. Casi tanto como la hermosa tapa del álbum con ese obelisco tan característico, diseñado por Ale Leonelli. Como decíamos, “De Buenos Aires” es una canción enorme que funciona como la síntesis de todo lo hecho por la banda en más de 30 años: Rock progresivo, tango, canción y rabiosa poesía ciudadana. La banda de sonido ideal para una Buenos Aires que está fuera del tiempo. ¿Y por qué tan tanguero? Por supuesto, rescata una parte de Pez que ya existía en Quemado, su segundo álbum, editado en 1996, y es algo que está en el ADN de la banda desde siempre aunque esta haya sido la primera vez que incorporan un bandoneón a su música. Una canción genial que habla de la gente que habita la ciudad, de lo que hacen y sienten. Cíclica, una rapsodia porteña que funciona como si fuera un “Moby Dick de canciones”, según dijo el propio Minimal. Él también dijo que últimamente estuvo escuchando mucho Genesis, una banda que no escuchaba de pibe, pero que ahora lo copó muchísimo. Pero si Genesis (y otras bandas setentosas) fueron el marco para desarrollar un tema tan largo no lo influyeron tanto en lo musical, ya que la música es enteramente de Pez.

Curiosamente, el lado 1 del disco se grabó en 2025 pero el lado 2 se grabó primero, a lo largo de 2024, e incluye seis canciones cortas de alto nivel, todas mezcladas y masterizadas por Mauro Taranto, quien produjo De Buenos Aires junto a Minimal.  Empezando por la nueva versión en estudio de “Para las almas sensibles”, ese viejo clásico que le daba título al genial álbum doble en vivo de 2005. Una remake explosiva que encaja perfecto con la onda de este nuevo álbum. Lo siguen otros dos temazos: “Del Festival de la vergüenza ajena” y “No somos hormigas bajo la lupa de un nene malo”, que empieza funkero y rápidamente se decanta por un montón de caminos musicales distintos. “Adiós mundo cruel” es más pop, pero muy bien desarrollado. Un tema casi “beatlesco” que incluye una letra desesperada con música alegre. Aquí se hace presente otro viejo conocido como músico invitado: Juan Ravioli en teclados. “Todo es un delirio” es un espejo de la acuciante realidad socio política argentina actual. Y el disco se cierra con la hermosa y sutil “Pude haber dicho que no”, una toma de posición muy clara ante la vida, y que se linkea con otros temas de Pez. Sin dudas, y vale la pena reiterarlo, un álbum maravilloso. ¿El mejor del año? ¿Y por qué no?

De Buenos Aires será presentado en vivo el próximo viernes 7 de noviembre en Niceto. Imperdible.

Emiliano Acevedo



lunes, 22 de septiembre de 2025

ME GUSTA EL ROCANROL, entrevista a Arito Rodríguez

Después de treinta años de trajinar en la ruta del rock y ganándose una merecida reputación como guitarrista de excepción, Arito Rodríguez por fin pudo editar su primer material propio. Pero la espera valió la pena porque Me gusta el Rock n´ Roll, el álbum de su trío Arito Rock, es excelente. Un repertorio que destila hard rock y guitarrazos así como rock sureño y blues por doquier. Un disco variado y con muy buenas letras. Por eso nos interesó charlar con Arito acerca de cómo se originó este material, sobre su carrera e influencias…

ENTREVISTA> Sacaste tu primer álbum solista, lo presentaste. ¿Cómo estuvo eso? ¿Ya están grabando más material?

Presentamos el primer disco con Arito Rock y como veníamos bien de tiempo pudimos grabar otros 10 temas, así que si podemos, si llegamos con los tiempos, vamos a tratar de presentarlos antes de fin de año. Depende de cómo vengan las cosas.

Contame un poco cómo craneaste el disco, de dónde salieron los temas. ¿Hace mucho los venías componiendo o salieron de un tirón? Son muy variados estilísticamente y cuentan muchas historias…

En principio, la idea general era hacer algo de hard rock inspirado en las bandas de los 80, o fines de los 70. Esa es la música que escuchaba antes de aprender a tocar guitarra. Esa la guía, ¿no? El horizonte musical al que aspiré llegar. Después en base a eso fue mutando un poco, pero la impronta del inicio del proyecto fue hace cinco años. Hacer una banda de hard rock en modo trío. Por más que estén grabadas más guitarras, en vivo siempre tocamos de a tres.

Un power trio…

En la presentación tuvimos una guitarra invitada, pero siempre la banda se caracteriza por ser un trío.

Me hacen acordar un poco a Whitesnake. Un poco bluseros, como el Whitesnake de los comienzos. También hacen el tema “Whisky in the Jar”, ese clásico que muchos conocimos por la interpretación de Thin Lizzy…

Claro, Whitesnake es mi banda favorita, me gusta toda su discografía. Los conocí con el disco 1987 y después empecé a investigar para atrás,  todo lo que tenía que ver con las diferentes etapas musicales que tiene el grupo, y después, mucho más tarde, conocí a Thin Lizzy y me di cuenta que fue una fuente de inspiración bastante visitada por Coverdale, porque tiene muchos temas muy parecidos en los ambientes, en los arreglos. Por ahí, Thin Lizzy no es tan conocido acá en Argentina, ¿no? No son tan conocidos acá, ni tampoco su líder, el bajista y compositor Phil Lynott, pero fue muy importante dentro del rock. Y más que nada en como creaba música. Su estilo, usaba mucho las guitarras gemelas, como hizo después Iron Maiden. Así que bueno, se convirtió también como Whitesnake en otra de mis bandas favoritas, Thin Lizzy.

Hay un poco de rock sureño en las influencias de Arito Rock, ¿no?

Totalmente. Hay porque estudié guitarra blues desde el principio. Ya tocaba un poco de blues, pero mis conocimientos llegaban solo a Eric Clapton, ¿no? A BB King, a los grandes. Pero no conocía lo que venía antes. Me faltaba la pata del blues tradicional. Sí. Eso fue lo que me dijo mi profe, el maestro Botafogo, cuando yo le llevaba los solos que sacaba de Eric Clapton. Me dijo: "Andá más atrás. Escucha el primer blues, el country blues…” Y ahí se me abrió un nuevo mundo que es lo sureño, ¿no? Lo del Delta, los blues de Mississippi, más emparentados con los inicios del blues, canto y guitarra. Eso en el blues es como el folclore argentino de acá. Y por eso ese estilo también está dentro del disco, porque está en mi manera de tocar. Paso por ahí muy seguido.

Se nota. También hay temas como “Molotov” que tienen un tempo bien afilado, muy rápido, que van más por el lado de Motörhead, ¿no?

Tal cual, sí. Exactamente. Esa también es otra banda que descubrí tardíamente. Son grupos que funcionan como influencias que decantan de la investigación y de transitar el camino de la música como oyente. Uno va descubriendo bandas, escuchás un tema, dos temas, y sabés que son muy buenas. Tanto Motörhead como Thin Lizzy, con un estilo muy particular y personal. Bueno, me llegó así como Thin Lizzy, hace no muchos años, el fanatismo por escuchar más y ver cómo creció la banda, ¿no? Una cosa es escuchar los grandes hits y otra es hacer un análisis de desde el primer disco al último para ver cómo fue evolucionando la banda. Esa es la forma de entender como es un grupo, las letras, el mensaje y la energía que transmiten. A su vez tiene que ver con ir probándome en otros terrenos, a ver qué pasa. El terreno de blues lo transité bastante, en el rock and roll también y el terreno tipo hendrixiano también. El rock setentoso también me gustó mucho en su momento y después empecé a probar, buscar y componer en esos estilos. En el punk también, onda Ramones… Así me fui formando como músico y con toda la información que uno va recopilando, adquiriendo e incorporando salen ideas totalmente diversas que a veces escapan un poco a lo que se llama el rock clásico, ¿no? Empiezan a fusionarse. Entonces por eso es que aparece Motörhead, ¿no? Aparece también Thin Lizzy. Vos habrás encontrado más rock sureño. Muy bien analizado.

Es que a mí me gustan mucho Lynyrd Skynyrd, Allman Brothers o ZZ Top. Toda esa onda bien guitarrera es excelente…

Tal cual. Un poco me preparé estudiando e investigando acerca de todas esas bandas porque mi plan era ser un guitarrista versátil que pudiera encajar en cualquier tipo de banda. Si bien por ahí no tuve una banda de un estilo demasiado definido. Por ejemplo, cuando estuve en Viticus aprendí muchísimo, porque aunque tenían un repertorio de rock blues también curtían un abanico bastante amplio. No entré en una banda riffera, ¿viste? No era como Riff, en donde todo era muy parejo.  Entonces yo me preparaba para todo, estudiaba para ver cómo era el rol del guitarrista en cada banda. Y eso me sigue atrapando hasta hoy.

¿Cómo es tu método de composición? Porque en tus canciones las letras cuentan historias muy particulares, casi peliculitas que uno se imagina mientras te escucha…

Algunas son inspiradas por el sonido. De acuerdo a como suena el tema voy viendo que me que me inspira la música. Otras veces ya tengo la letra e inclusive con alguna cuestión rítmica. En el caso de “Me gusta el rock and roll”, la idea era hacer como un pequeño himno rockero o llamada de atención a todos los rocanroleros que andan sueltos. Entonces era como que estaba tratando de combinar la música con la letra a la vez como si fuera una especie de eslogan publicitario que tiene mucho que ver la construcción de una canción, con lo que es una música publicitaria de un jingle. Es casi una mini canción simplificada que hace que no te olvides de eso, pero es un producto. O sea, que puede ser que  no lo compres o no te sirva, no es lo tuyo, pero la música te queda. Es un poco como lo que hacer la música de una película.

Y después tenés canciones que te describen lugares como “Red House Blues”, en donde vos te metés a describir cómo es el lugar para los que no lo conocemos.

Sí, es una descripción musical de lo que eran esas noches ahí. Faltarían varios temas más para seguir con más historias del lugar, pero creo que con ese se puede ilustrar bastante bien.

¿Y con las baladas? ¿Te inspiran así una ruptura amorosa o surgen de ver una película o leer un libro en donde te copás por una historia, algo que te pasó y la componés?

Bueno, sí tiene que ver. En realidad, tanto como para lo que es una balada romántica que hable de una pareja o para un rock and roll, siempre quizás la emoción que tengas en el momento o algo que te que te resonó sirve como disparador para hacer algo. Y muchas veces donde uno deja ahí una realidad muy clara un poco entremezclada con la fantasía. También podrías hacer canciones literales que cuenten exactamente lo que te pasa sin ningún tipo de encubrimiento, pero a mi parecer el trabajo artístico es contar algo que lo ve todo el mundo pero con una mirada diferente y con un embellecimiento, con un juego que haga que sea algo diferente.

Venís de una familia de músicos y ya hace 30 años que estás tocando, era como que no podías esquivar la profesión, tenías que ser dedicarte a esto, ¿no?

Sí. En verdad, me dediqué profesionalmente a la música después de probar varios trabajos fallidos y darme cuenta de que lo que más me iba a hacer bien, principalmente en lo personal y en mi futuro económico, iba a ser tocar y a hacer música, porque no me cuesta. Si bien estudié para que no me cueste, tocar no es algo que me requiera mucho esfuerzo, ya sea tocar o dar una clase. Además, si uno tiene la oportunidad de hacer algo que le gusta no sería un trabajo forzado, y con los otros trabajos que tuve me parecía eso. En algún momento tuve que trabajar de otras cosas por razones de fuerza mayor, pero no es donde ponés el alma. Es mejor que cada uno trabaje en una cosa donde le pueda poner el alma, así va ser mejor el resultado.

Una influencia muy grande en tu vida musical debe venir de las figuras de tu padre Elvis Pepe y tu tío el histórico baterista Juan Rodríguez…

Sí, mi tío tuvo una gran influencia en mi crecimiento musical. Me ha ayudado un montón desde el primer día. Me acuerdo que él tocaba con una banda de jazz y me invitó a tocar. Eran temas de jazz, que todavía no estaban a la altura de mi entendimiento musical. Yo manejaba todo el lenguaje blusero y no sabía bien que hacer, hablamos de temas de jazz clásico, bossa nova, swing, instrumentales, pero empecé haciendo un poco de bases rítmicas con mi tío que ya venía súper experimentado. Era como que te dijera que está jugando la selección y te dicen, "¿Querés jugar un rato, entrar a la cancha un ratito?" Y ahí sin saber mucho estás dando tus primeros pasos acompañando a gente muy grosa…

¿Cuáles son tus guitarras y equipos preferidos?

Siempre tuve equipos que tuve que vender por alguna u otra razón y guitarras lo mismo, pero sé cuáles me gustan y los que más me gustan son los Marshall, el clásico 8080 combo, el Marshall 800, 900, como Hendrix, todo eso. Lo clásico, rockero y hendrixiano. Después he probado varios Fender, pero el que más me gustó es uno que le llaman Blackface, frente negro, que en vez de la chapa plateada la tiene negra y es un equipo pequeño. Es un equipo que usó Johnny Winter en algunas grabaciones. Lo pude probar porque aún lo tiene mi amigo Sebastián Bereciartúa, mi compañero de Viticus. Ese es uno de los que más me gustaron. Le dije: "Me encanta este equipo." Y después, investigando, saltó que Johnny Winter lo usaba y dije, "Bueno, Johnny Winter es uno de mis guitarristas favoritos." Así que después probé un Mesa Boogie, que también son de mis preferidos. Hay muchos, creo que no me puedo quedar con ninguno de especial porque siempre vas cambiando según los diferentes temas, o los diferentes discos. Me gusta cambiar. Sí he encontrado muchos sonidos a lo largo del estudio de guitarristas que me gustan. Por ejemplo, el sonido de Clapton con John Mayall. Entonces cuando uno agarra cualquier equipo va en esa búsqueda de un sonido que tenés guardado en tu memoria auditiva.

¿Y las violas?

Con respecto a eso, yo uso guitarras que no son de marca. Mi guitarra principal no tiene marca. No es Fender, no es Gibson, no es Ibanez. No es nada. No se sabe de dónde vino, pero es la que uso porque me resulta bien. Después tengo otra que tiene escrito Fender, pero mal escrito, o sea, también es una guitarra que no se sabe bien quién la fabricó. Y también tengo una Fender Squire de los 90, una japonesa, que es la que se podría decir que juega más a nivel nombre, ¿no? Pero no baso lo mío en las marcas de guitarra y de hecho un poco le fui escapando a eso porque hacen que uno suene muy parecido a otros, ¿viste? A mí me gusta más el hecho de poder encontrar nuevos sonidos.

¿Qué te gusta del rock actual? ¿Te gusta algo? ¿No te gusta nada? ¿Qué escuchás? ¿Qué te llama la atención? Porque debés conocer bandas de pibes jóvenes, o no tan jóvenes, que están también haciendo lo suyo.

No hay mucho, en realidad, del género que estuvimos hablando no hay mucho. Hay más rock stone, rolinga, de eso hay un montón. También hay mucho pop, porque se está difundiendo mucho pop, y de rock quedamos muchos que ya nos conocemos de años que estábamos tocando. Y con respecto al blues ese es un ambiente re pequeño. Se mantiene, pero es casi como el rock. No es muy común. No es algo muy frecuente, pero sí hay. En mi caso, me pasa con mis alumnos de guitarra que varios tienen bandas, algunos medio pop rock, otros en plan rolinga. Hay una banda que se llama La Pipa de Freud, que es una banda que tiene canciones propias y se podría encasillar en la psicodelia de los 70. Como Crías en más pop rock, Caballeros Negros es más rolinga… Pero en el estilo AC/DC, ZZ Top, Lynyrd Skynyrd, todo eso, no hay, hace bastante que no escucho en esa línea.

¿Vos decís que los pibes se copan más con el pop o con el rock más cuadrado en la actualidad, más que con el rock más guitarrero?

Sí, y hay muchas bandas buenas. Hay un ambiente que sigue siendo muy de Pappo, ¿no? muy riffero, muy en la línea Pappo´s Blues, pibes que siguen tocando covers o componiendo temas en esa línea. Ese es un estilo muy nuestro, muy argento, y también hay bandas que lo hacen. En mi caso, en este disco de Arito Rock la música suena muy americana, muy norteamericana. No estoy argentinizado en lo musical. Quizás estaba un poco argentinizado cuando estaba en La Percanta, que fue mi primera banda de blues y rock and roll, pero en la actualidad no tengo mucho de eso. Soy de acá y siento que podría hacerlo, pero todavía no se me dio el hecho de sonar más argentino.

¿Y tu forma de cantar de dónde la sacaste?

Y mucho Johnny Winter, mucho blues, mucho Freddie KingNo estoy diciendo que puedo cantar como Freddie King ni como Winter, ¿no? Pero era la idea, Elmore James, imitarlos, mucho country blues, Robert Johnson, mucho rock and roll de los 50, Elvis Presley… Un poco de todo. También en lo compositivo, como te estaba contando, me voy descubriendo cosas, con la voz también. Voy probando. Aún tengo mucho para trabajar mi voz y para encontrar. Me parece que siempre estuve más con la cabeza baja mirando las cuerdas que con la cabeza en alto cantando. O sea, más que nada como un prototipo de bluesman de tocar y cantar, ¿no? Como un cantante que no puede desligarse de la guitarra. De a poco fui empezando a priorizar más como separadas las dos partes. Más que nada cuando uno intenta adentrarse en un género donde la voz es muy importante y requiere de más trabajo.

Tu papá cantaba, ¿no?

Sí, mi papá fue cantante en los años 60, 1965, más o menos. Junto a mi tío, los dos tocaban y armaban bandas. También fue una influencia y me enseñó muchas cosas.

¿Él era más onda rockabilly, puede ser?

Se lo asociaba a eso, pero en realidad él tenía temas propios, cantautor con ritmo beat, el ritmo de la época y también grababa covers de los Stones, del Spencer Davis Group. Todo lo que le decían que grabe. Después linkeó al género rockabilly porque armó una banda que se llamaba Elvis Pepe y los Corazones Destrozados en donde hacía temas de Elvis, versionados. Ahí es que la gente empezó a conocerlo como un show de rockabilly. Pero también es una persona de mucho conocimiento. Tocó saxo, flauta traversa, percusión, piano. Somos rockeros porque el rockero cuando se sube a un escenario necesita acción. No se puede quedar quieto como uno que toca bossa nova o no sé qué, que están como si estuvieran frente a una computadora mirando los mails, ¿viste? El rockero quiere moverse y tenés como algo de tu interior que dice, "Esto es un show, hay que dar un show, hay que moverse, hay que despertar a la gente que está del otro lado." Entonces por eso sigo haciendo rock and roll y no me no me armé una banda de jazz o de otro estilo. Todavía me sigue motivando esa manera de conectarme con la gente, en donde la música sea un impacto fuerte y en escena también, que haya una descarga de energía importante.

¿En el vivo hacés solo temas propios o mechás algún cover?

Por lo general siempre me gusta tocar temas propios, aunque a veces hacemos covers en una tanda de cuatro temas dedicados a alguna banda en especial. Pero siempre me gustó salir a tocar temas propios, salvo en zapadas. Ya con mi banda La Percanta salíamos a tocar temas nuestros. Aprendí con mis propios temas y también con temas de mis compañeros. Nunca me copó la onda banda tributo o hacer covers para salir a tocar. No, nosotros salíamos a tocar con nuestra banda, con nuestras canciones, nuestras letras. Nunca me motivo hacer otra cosa. ¿Sabes por qué me pasa? Creo que por una cuestión de que Zeppelin es lo que sintió Zeppelin, por eso sonaron así. Entonces, cuando vos lo tocás sos un filtro y a mí me parece que para conectar con la música tenés que hacer algo propio. Eso mismo te conecta más con el público, con la gente. Cuando te dicen: “Uh, estás haciendo un tema de Zeppelin…” Te dicen, “que temazo de Zeppelin” no “que temazo que estás haciendo”. Lo mejor es hacer temas propios porque uno desde el escenario le puede poner toda la impronta y el sentimiento directo a la canción.

Es interesante también que este primer disco lo hayas editado en CD, en físico, más allá de subirlo en las plataformas digitales…

Sí, lo hicimos. En realidad no íbamos a hacer nada porque la gente por ahí no escucha CDs, usan las plataformas nomás. Algunos tienen reproductores todavía, otros se compraron un equipo nuevo, pero es bueno tener algo físico, porque si no la música queda en el aire y no se ve el disco. No se ve porque está en una plataforma, dentro de una computadora o dentro de un celular. Entonces, por lo menos para la psiquis, para que la psiquis quede tranquila, acá está el CD, lo podés tocar. Esto es el disco. Una cuestión así. Porque me parece un poco loco decir grabamos un disco y que no exista el disco, que sea invisible. Intangible.

Para los que no conocen tu música, ¿por qué decís que tendrían que escuchar a Arito Rock? ¿Qué se van a encontrar?

No se van a encontrar el lucimiento de alguien como guitarrista. Si bien me conocen como violero y me elogian por mi forma de tocar, el disco no se trata de exhibicionismo guitarrero, sino que se trata de canciones. Acá me parece que la guitarra acompaña la canción, va en función de eso, más allá que todos los temas tengan solos de guitarra, eso no lo pude evitar. Podría haber utilizado el mecanismo de que la canción sea más pegadiza y con menos solos, pero decidí tocar lo que fuera necesario y hasta donde se pueda, sin pasarse, buscar el límite justo. También tiene que ver un poco con mi madurez como músico. Cuando vas tocando de más o cuando vas tocando de menos tiene que ver con el punto en donde estás vos en cuanto a madurez musical. Al principio, era lo que hablamos, estás en plena ebullición, en plena creación, en querer transmitir, de volar con tu instrumento y no querés parar de tocar, de solear, o de cantar, el instrumento que toque. Y después con el tiempo empezás a aprender que tenés que poner lo que lo que te pide la canción, lo que sea necesario. No, no tenés que utilizar una canción para un lucimiento personal acrobático. Por ahí va el disco que hicimos. Son canciones compuestas por un guitarrista y arregladas en conjunto con un bajista y un baterista que tienen mucha idea, mucha noción en lo que respecta a la creación de sus partes. Por suerte tuve la ayuda de Marcelo “Muddy” Barroso [bajo] y de Carlos “Chango” García [batería], que son dos monstruos en eso y muy experimentados, con mucho oficio. Así que si bien yo pensé las canciones de una manera, se fueron terminando de cerrar con el estilo de ellos dos. Eso es Arito Rock. Es mi nombre pero también es una banda con Muddy y con Chango.

Hay una pregunta que le hago a casi todos los músicos que entrevisto y me gustaría hacerte a vos: ¿Qué canción de otro autor te hubiese gustado escribir?

Creo que muchas de Bob Dylan. Muchas, por ejemplo, “Highway 61 Revisited” y también “From the Watchtower”. Creo que por algo las hacían Hendrix o Winter. No voy a descubrir nada, pero compone muy bien Dylan. Me gusta mucho. Más allá de los estudios de guitarra que hice también sigo investigando a músicos como Bob Dylan que son expertos en la elaboración de canciones. Los Beatles y los Rolling Stones, también. Ahora no estudio tanto de técnica de guitarra pero sí estudio más en lo que se refiere a lo que es la composición y los arreglos. De manera autodidacta, ¿no?

También me sorprendió tu pasión por el dibujo y que te encargues de toda la parte gráfica del grupo.

Sí, en realidad, de chico perfilaba para dibujante. Ese era mi pasatiempo antes de la guitarra. Mis juegos pasaban por dibujar e impulsado un poco por mi mamá y mis tías que también dibujaban y estaban vinculadas a lo artístico, pero en el dibujo o en la moda. Entonces, empecé a dibujar y traté de estudiar eso pero no me fue bien. No encontré al profesor adecuado que me que me pudiera guiar en ese momento, así que me fui dispersando. Tuve un gran maestro por muy pocas clases, ¿no? Se llama Jorge Iglesias, un gran pintor nuestro, él me tiró unos tips de dibujo que me sirvieron hasta hoy.

Dejaste paulatinamente el dibujo para adentrarte en la guitarra…

Empecé a tocar guitarra y se fueron mezclando ambas pasiones. Pero empecé a aprender guitarra de manera muy gradual. Casi que ni me costó aprender y estar tocando en el inicio. Así que fue algo que me atrapó más. Pero si tuviera más tiempo volvería a estudiar dibujo. Viste que los tiempos de la vida cuando uno es más grande se acortan. Uno tiene más más responsabilidades, entonces no te queda mucho para dedicar a otras cosas. Pero lo sigo haciendo con la banda, o sea, trato de crear un ambiente que complete la idea musical de la banda con los dibujos.

Y ahora tus proyectos con la banda son seguir tocando…

Por ahora no tenemos ninguna fecha programada, pero en cualquier momento va a salir algo. Vamos a empezar a girar mostrando los temas del disco, si bien ya los venimos haciendo hace bastante. Hicimos un pequeño impasse, para dejar pasar un poco lo que es el boom de sacar un disco y así parar la pelota y organizarnos a ver cómo seguimos. También tenemos una tienda online para que consigan el disco. Lo pueden encontrar en Tienda Arito Rock (https://tiendadearitorock.empretienda.com.ar/). Y sino en nuestros shows también. Lo mismo que las remeras. También nos pueden encontrar en Instagram y Facebook.

¿Y las nuevas canciones van a ir en la misma ruta que las anteriores, los mismos estilos, o vas a incorporar algo nuevo?

Si bien tenemos más canciones grabadas siguiendo la línea estilística, suenan un poco diferente. Es como que se está abriendo el camino a nuevos estilos. Siempre soy inquieto en la elección de ritmos, de tonalidades… Cuando vas a tocar en vivo, por lo general, podés tocar dos rocanroles, tres, pero si tocás diez rocanroles todos seguidos, que son medio parecidos, medio que no sabes si terminó el primer tema. Porque no cambiaste ni de tono ni de ritmo ni de ambiente. Eso no es lo mío Entonces, siempre voy a buscar nuevas estructuras, nuevas tonalidades y una nueva forma de tratar de seguir haciendo rock and roll, pero sin que sea repetitivo.

Emiliano Acevedo



lunes, 1 de septiembre de 2025

FIEL A SUS FIELES, entrevista a Saúl Blanch



Sin dudas, Saúl Blanch es una leyenda del rock pesado argentino. Una voz única e inconfundible. Desde sus comienzos profesionales en los años 70 en la mítica banda Plus, pasando por los primeros tiempos de Rata Blanca a mediados de los 80, hasta su carrera solista; en todos sus discos se lució. En esta charla hablamos un poco de eso, de cómo era hacer hard rock en los peligrosos años 70, hasta llegar a las fantasías heavy metal de los 80, y después también. Una carrera que no se detiene y lo tiene aún subido a los escenarios deleitando a propios y ajenos…

ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios en la música?

En bandas de barrio haciendo covers. Esa fue mi primera experiencia a mediados de los 60, yo tenía 14, 15 años. Hacíamos covers de los Beatles, que para nosotros era nuestra banda preferida, pero también temas de otras bandas exitosas de la época.

¿Cómo se te dio por cantar? Vos también habías incursionado en el bajo, ¿no?

Nosotros empezamos de la nada, en esa época no había tutoriales, no existía nada, así empezamos a tratar de descubrir cómo era el tema de las voces y ahí empezamos a cantar y hacer temas, hasta que logramos más o menos afianzar la historia. Sí, yo tocaba el bajo y cantaba algunos temas y acompañaba en otros temas.

Seguramente, tu ídolo era McCartney…

Sí, en esa época sí.

¿Cómo son los inicios de Plus?

Con [el guitarrista] Julio [Sáez] habíamos sido compañeros de colegio en primer año y fuimos a la casa de un amigo. Ese amigo tenía una guitarra y Julio tocó unos acordes y yo dije: “Bueno, acá está…” A ver si podíamos hacer algo. Entonces cuando volvíamos le propuse formar un grupo y él aceptó. Después tuvimos que buscar una segunda guitarra y un baterista, que eran del colegio también en Castelar.

Cuando Plus se larga como un baluarte del rock pesado de la época eran una de las pocas que tocaban ese estilo junto con El Reloj…

Claro, El Reloj más para el lado de Purple y nosotros más en un estilo Zeppelin. Por supuesto, éramos las únicas que hacíamos rock pesado en esa época en Argentina.

¿Cómo se hacía para sobrevivir haciendo rock en la época del Proceso Militar?

Fue difícil porque cuando nosotros empezamos a ensayar de cero, hasta tener los temas más o menos afianzados, un año después se produce el golpe militar. Eso fue una cacería indiscriminada y tuvimos muchos problemas. Tal es así que en 1980 nos fuimos de acá para oxigenarnos un poco, sin Julio porque él tenía unos problemas personales.

¿Qué te acordás del primer disco No pisar el infinito de 1976?

El titulo surge del infinito que se usaba en las sesiones fotográficas. Había que ponerle un título al disco y estuvimos todos de acuerdo con que fuera ese. Unos inventaron que le queríamos dar una trascendencia cósmica al título, pero nada que ver. Era simplemente el infinito que son los telones en las fotografías.

Un primer disco más hard rock y el segundo [Plus, luego llamado Melancólica muchacha, 1978] más tirando al rock progresivo, ¿no?

Era una época muy vertiginosa. Escuchábamos muchas bandas, muchas cosas diferentes. Nosotros solamente queríamos hacer música. No fue un cambio estilístico que hayamos planificado.

¿En los 80 cómo te adaptaste a los cambios surgidos en la música pesada, con los nuevos grupos heavies y demás?

No, no, no me influenciaron ni Judas Priest ni Iron Maiden, yo ya tenía mi camino hecho y no podía salir a hacer algo que realmente no fuera lo mío… Por supuesto eran bandas nuevas a las que escuchaba mucha gente. Yo no estoy diciendo que sean malas, ¿eh? Pero yo tenía mi camino que era por el lado de Led Zeppelin y Deep Purple y mi propio estilo en la forma de cantar.

Pero llegaste a Rata Blanca en donde ya era Heavy Metal posta, no Hard Rock…

Sí, es un sonido impactante, ¿no? Es heavy en cuanto al sonido y el armado de los temas, por supuesto…

En Rata vos te vas en primera instancia, después volvés para grabar el primer disco del grupo en 1988…

Claro. Justo se cumplía un año de mi ida cuando me llamaron para grabar porque tuvieron un problema con el cantante que tenían. Así que fui y escuché los temas y eran los mismos que yo había hecho un año antes. Así que en unos días fui y en una noche puse las voces de ese disco.

¿Cómo desarrollaste ese estilo inimitable de cantar que usaste en ese disco?

Yo hago lo que me sale. Nunca preparé nada en especial.

¿Qué balance hacés del disco de Rata Blanca, tantos años después, ahora que es un clásico?

Yo no sé si es un clásico. Yo creo que lo tienen bastante tapado a ese disco. Ese disco abrió un camino para el grupo, porque sin nada se metió en la gente, sin nada de publicidad por parte de la compañía. Se escuchaba en las radios, en todas las disquerías. Dio la posibilidad al grupo para que siguieran, luego de que yo me fui… Hicieron otro estilo, obviamente.

¿Por qué decís que es un disco “tapado”?

Porque no veo que haya un furor masivo en cuanto a ese disco.  Porque vos andá a decirle a un pibe por el primer disco de Rata Blanca… Seguramente, no sabe ni quien es Palito Ortega, ¿viste? Yo creo que muchos pibes ahora escuchan otras músicas. Algunos sí escuchan rock, no estoy poniendo en la misma bolsa a todo el mundo. Es mi opinión, lo que a mí me parece…

¿Por qué te fuiste de Rata?

Yo ya tenía dos hijos en ese momento y una familia constituida, mientras que el resto del grupo no todavía, por eso se me hacía un poco pesado bancarme una serie de cosas que ahora no vienen a cuento…

¿Era complicado combinar los caracteres con otros miembros del grupo?

No, a mí siempre me importó lo que hice yo y mis propias decisiones. Nada más. Siempre sin faltarle el respeto a nadie.

Después, en tu carrera solista pasó mucho tiempo entre disco y disco. ¿Por qué? ¿Sos muy perfeccionista?

No lo sé, no fue una situación que haya buscado. Grabé el primero [Fiel a sus fieles, 1990] y pasaron unos cuantos años para grabar el segundo [Refugiado, 2006] y ahora no me seduce la situación actual para sacar otro… Tengo quince o veinte temas en carpeta que podría hacerlos tranquilamente, pero eso es lo que siento, lo que me sucede… No me dan ganas, veo tantas cosas complicadas, tanta rareza.

¿Entonces no hay posibilidades de que saques un álbum nuevo?

No, no. El disco ya se murió. No sé cuáles son las nuevas alternativas para equiparar la época del vinilo, del CD…

¿Y la posibilidad de subirlo a las plataformas?

Es todo plástico eso. Yo no añoro el disco pero con todo esto, en lugar de una revolución hicieron una involución. Todo está en el aire. Vos fijate que, por ejemplo, los pagos de AADI o de SADAIC ya no son más en forma presencial. Antes tenías que ir personalmente a cobrar y desde hace unos cuantos años te mandan el dinero a una cuenta. Ósea que tampoco podés ver si lo que te están diciendo es real.

Emiliano Acevedo