domingo, 14 de diciembre de 2025

CLÁSICOS Y MODERNOS, entrevista a Trigémino

Foto: Diego Prol

 

El rock progresivo argentino es como Troilo, nunca se fue, siempre está llegando. Cada vez más chicos jóvenes se copan con este estilo que cautivó al público rockero en los años 70. Incluso surgen bandas nuevas muy interesantes, que continúan la senda iniciada en aquella época por Alas, Espíritu, Ave Rock, Invisible, MIA, Redd, La Máquina de Hacer Pájaros, Crucis y tantos más.

Una banda de culto progresivo surgida en la Zona Oeste en 1976 fue Trigémino. Estaban formados originalmente por Juan “Pollo” Raffo (teclados), Jorge Minissale (guitarra), Claudia Puyó (voz), Marco Pusineri (batería) y Eduardo Rovediello (bajo). En 1977 ingresa como cantante Carlos Garófalo, quien al año siguiente se encarga también del bajo, así quedan convertidos en cuarteto. Pero a pesar de su suceso y de aparecer en varias publicaciones de la época no pudieron editar material discográfico y se separan.

El cuarteto se volvería a juntar en los años 2000 para tocar. Así en 2018 completarían y editarían, ahora sí, su primer álbum Trampas para engañar, una verdadera obra maestra del prog. Allí revisitan y graban el material que compusieron en los años 70, incluyendo la suite de 30 minutos que da nombre al trabajo. Lo presentan a sala llena en el Teatro Monteviejo, material que se puede ver en el canal de YouTube de la banda. Y ahora llega el nuevo trabajo de Trigémino intitulado Corre hacia tu vida. Un álbum grabado, mezclado y masterizado por César Silva en El Hornero.

Actualmente, Trigémino está liderado por Juan "Pollo" Raffo (teclados y voces) y Jorge Minissale (guitarras y voces). Completan la formación el histórico Fernando Samalea en batería, Héctor "Cote" Conrado en voces y Lalo Calello en bajo.

Para saber más de este esperado nuevo lanzamiento hablamos con Pollo Raffo y Jorge Minissale y nos salió esta nota que hoy compartimos con ustedes. Puro Rock Progresivo Argentino…

ENTREVISTA> En Trigémino hay muchos puntos de contacto con ese rock progresivo de los 70, ¿no?

Raffo: Es que el momento de salir de casa a escuchar música en vivo y empezar a ver qué pasaba en el mundo se nos dio a los 14 años. En ese momento, las bandas de rock que había para escuchar eran Aquelarre, Invisible. A Pescado no llegué a escucharlo en vivo, por ahí Jorge sí pudo. También estaba el último Sui Generis, La Máquina, eso era lo que había para escuchar dentro de lo contracultural del rock argentino en aquel momento.

Yo veo puntos de contacto de la música de Trigémino con grupos como Espíritu…

Raffo: Sí, porque seguramente escuchábamos a la misma gente. Minissale y yo escuchábamos mucho Yes. Yo también escuchaba muchísimo Emerson, Lake & Palmer. Después, otro grupo que nos llamó muchísimo la atención en aquel momento fue Premiata Forneria Marconi y también nos impresionaron increíblemente los discos de Opa. En esos momentos, además de tocar estábamos juntos prácticamente todo el tiempo, o sea, Trigémino era nuestro grupo de pertenencia juvenil. Y no solamente los músicos, sino que se generaba todo un grupo de gente, amigos y amigas alrededor. Independientemente de que tocáramos o ensayáramos, nos juntábamos seguido. Estar juntos, guitarrear en casa, porque eran momentos en los cuales estar afuera era hostil. Entonces, la sociabilidad se daba puertas adentro y los recitales de rock eran un poco el punto de encuentro. Hay muchísimos libros que cuentan esa situación concreta de que era peligroso ir un concierto de rock porque había grandes chances de que hubiera una razzia policial a la salida, pero también tenías la posibilidad de tener un espacio comunal con gente que vos sabías que estaba en la misma onda, hasta por el aspecto físico te diría. En la calle vos reconocías a la gente que te podía ayudar.

Hablemos un poco de la banda, ¿qué es para ustedes Trigémino? Porque ustedes hacen muchos proyectos musicales diferentes y justamente esta formación remite al rock progresivo que estaba en auge en los 70…

Raffo: Es probable que el elemento progresivo esté también presente en las otras cosas que hacemos. A mí me gusta una definición de Felipe Surkan, del sello Viajero Inmóvil, en la que usa el término progresivo como adjetivo que se puede aplicar a otros géneros musicales. Por ejemplo, hay rock progresivo, hay tango progresivo, folklore progresivo, jazz… En ese sentido tengo la impresión de que las cosas que hemos hecho o que seguimos haciendo en paralelo a Trigémino tienen que ver con lo que sería la individualidad de cada uno, no negocian ese aspecto, me parece. Y a la vez Trigémino es una especie de espacio intermedio, o terreno común, donde se juegan muchísimas cosas que tienen que ver con lo histórico personal. Por supuesto, se genera una situación musical que no responde a la individualidad de ninguna de las personas que forma el grupo. Y lo incluyo en este caso a Carlos Garófalo, que fue quien co compuso el material con nosotros. Y a la vez esas particularidades están presentes.

Una nueva forma de expresión artística…

Raffo: Vuelvo a citar a Felipe Surkan, que cuando estábamos haciendo los demos de esto, yo le mandé la música y lo primero que nos dijo al respecto era que lo que estábamos escribiendo ahora iba a estar permeado de las experiencias individuales de cada uno de nosotros. Por separado, claro, a diferencia del primer disco que era una revisita literal y respetuosa de los que hacíamos en los 70. Y me puse a pensar en eso, ante la respuesta de Felipe. Como que rápidamente empecé a escuchar en fast forward todos los temas.  Y dije, "No, sabés que no." O sea, ahí me cayó la ficha que no hay prácticamente ningún elemento muy obvio de las cosas que podemos estar haciendo individualmente por fuera de Trigémino. Y a la vez están, lo cual me parece súper interesante porque se termina generando una identidad un poco más compleja, porque no suena como ningún grupo, no suena como nadie.

Tal cual. Porque aparte es progresivo, pero suena actual. No es nostálgico.

Raffo: Genial que suene así…

¿Cómo fue cranear este disco nuevo? ¿Cómo lo fueron desarrollando?

Minissale: Fue una idea que floreció en la pandemia. Me acuerdo que mi idea era hacer algo nuevo en donde el chiste era que nadie tenía que venir a traer una canción terminada. Se lo comenté a Juan, y a él le pareció que estaba buenísimo. Básicamente, porque el chiste de actuar en grupo es como estar en un equipo de fútbol, nadie está preguntando quién hace el gol, si estás adelante del arco tenés que patear. Así, si yo hago una parte de una canción, digo: "Tomá, seguila." Porque yo sé que la va a seguir y me va a gustar. Esa es una inercia básica de gente que además de todo su cariño sabe con quién está. Me parece que el disco parte de esa premisa y esto está buenísimo, no hay una canción que sea de una sola persona. Pero las canciones son fragmentos y lo loco es que no parece que fueran sumándose partes, sino que es una entidad. Está muy bien, porque eso requiere una empatía armónica, una empatía sonora. Otra cosa que me parece alucinante del disco es la parte de los textos. Me parece que está muy bien cómo se abordó el tema de la lírica. En principio porque ya somos muchachos un poco mayores. Cuando éramos chicos abordábamos toda la fantasía de historias con juglares y cosas que son un chiste ahora para esta edad que tenemos.

Se adaptaron a sus tiempos vitales.

Minissale: Sí, porque estar cantando a este edad que le cortaron la cabeza a uno es medio raro. Entonces acá abordamos algo que es muy potente. Eso me parece que está bueno y así se fue gestando. Igual es una patriada lo que hicimos. Una patriada de Raffo porque él se puso al hombro muchas cosas, porque no fue simple hacer este disco, lo tuvimos que sacar adelante. Por suerte apareció Samalea, que es un fan de Trigémino de siempre. Y él quería estar porque para él esto era una deuda pendiente, algo que le faltaba hacer. Fernando tocó con éste, tocó con aquel y también quería tocar con Trigémino. Creo que nosotros fuimos dejando un pequeño surco con lo que vinimos haciendo, y eso está bien. La verdad, lo que hizo Fernando fue muy bueno y creo que el disco es muy coherente y, como decís vos, suena a lo que somos ahora. No es un disco de nostalgia. Pero tampoco estuvimos buscando referencias musicales…

Nada a que asirse…

Minissale: No. Porque no queríamos sonar como Close to the Edge. Eso sería imposible, absurdo. Porque las condiciones técnicas son imposibles de igualar. Entonces voy a tener que sonar con lo que es el hoy. Por otra parte, me parece que este trabajo está muy logrado con respecto a lo que se intentó hacer. Así que creo que les va a caer muy bien a los que les gusta el rock progresivo. Y a diferencia del disco anterior, en este hay mucha canción y tiene todo lo que tiene que tener alrededor.

Raffo: En realidad estamos tocando una música que aprendimos en el momento que estaba sonando. No estamos revisitando algo que ocurrió 20 años antes que nosotros empecemos a tocar. No estamos haciendo una investigación sobre el rock progresivo para sonar así. En ese sentido, creo que tenemos autoridad, porque cuando eso estaba ocurriendo, en el momento que esos discos estaban saliendo, nosotros ya éramos músicos, teníamos este proyecto y estábamos recibiendo toda esa música. Y creo que eso, inconscientemente, te da una cierta libertad, como para decir: "Miren, no hace falta que me vengan a explicar cómo es esto…" Porque lo sabemos desde el momento que apareció. Y me parece que eso te da un resto para lo que está sonando. Me gustó lo de la comparación con el disco anterior del grupo, porque esto es bastante más maduro. Antes recreamos un material hecho por gente que tenía 17, 18 años, y ahora somos gente que compone a los 60. Y por supuesto, en el medio nos pasaron un montón de cosas. También es cierto que en los 70 las composiciones colectivas funcionaban igual. Traíamos fragmentos y veíamos como los ensamblábamos.

¿Qué fue distinto esta vez?

Raffo: Ahora se dio más a nivel del ADN, es como si en vez de conectar pedazos, vincularlos y pegarlos o hacer transiciones y demás, ahora se generó otra cosa, como si hubiéramos tomado la identidad genética de los fragmentos de música que íbamos trayendo y lo que salió es una especie de bicho nuevo, que tiene todas esas cosas, pero están tan mezcladas que no que tiene una tercera identidad, una cuarta identidad o una quinta.

Aparte el hecho de componerlos en colaboración…

Raffo: Sí, es más, yo no compongo en colaboración desde esa época adolescente. Siempre escribí solo, he hecho música para letras escritas por otra gente y demás. Por eso para mí lo de Trigémino es una experiencia increíble. Y está bien lo que dice Jorge de los de los textos, creo que ahí se nota la mirada de gente mayor escribiendo. Otra cosa que me parece interesante en los textos es que salvo alguno, la gran mayoría de ellos no están contados en primera persona, que es una cosa que a mí particularmente siempre me hace un poco de ruido, con esos compositores que en todas sus canciones cuentan lo que le pasa. Entonces están buenos estos textos que hablan de cosas como si uno pusiera la cámara en otro lado. Y ese es un punto de madurez en la manera de contar el texto de una canción.

¿Y cómo hicieron las letras?

Raffo: Igual que la música. En todos los casos es posible que haya un elemento inicial, alguien tiene una idea de un fragmento de música o un fragmento de letra. Eso ha ido yendo y viniendo. A veces un fragmento de canción completa, entonces por ahí a esa estrofa alguien le aporta una sección instrumental que contrasta, agarra la letra y la edita. Creo que hay un tema que apareció que solo tenía letra y al que luego le pusimos música. Me parece que es “El cuarto gol”, que tenía solo letra y después apareció la música.

Minissale: Para mí eso es la convivencia de un grupo. Por eso alucinaba cuando escribíamos y a lo mejor lo hacíamos así por Zoom o por alguna otra plataforma. Procesos compositivos entre los tres y a veces había debates y era buenísimo, era muy divertido. Y uno va aprendiendo un montón de cosas en el medio. Por ahí no se te ocurre a vos, se le ocurre a otro, pero ese otro está jugando en tu equipo. Con la música también es un poco así. Hubo muchas idas y vueltas porque los demos iban y venían. Lo que pasa es que ahora estamos muy cancheros con las grabaciones en casa. De hecho algunas cosas quedaron en el disco, porque Juan lo tiene todo muy aceitado, él es muy hábil con su plataforma. Yo no tengo tanta habilidad pero tampoco estoy tan mal. Así pudimos ir armando esas cosas. Y lo interesante es que hay una vibra en los ensayos, que es como el vivo, una adrenalina, que es divina, hermosa. Por supuesto este disco tiene mucha producción, porque, a la vez, sabíamos lo que queríamos. ¿Qué queríamos? Bueno, el órgano tiene que estar adelante, porque el órgano es el instrumento que en este género tiene un lugar protagónico. La batería también tiene que estar en su lugar. Ahí, Samalea vino con un audio en su batería que quizás no es el audio que tienen todos los otros discos que él toca. Entonces se fue armando una cosa, pero lo teníamos en la cabeza porque ya veníamos haciendo los demos. Así que fue muy divertido. A mí me pasó algo parecido a lo que dice Juan, porque yo tampoco estaba acostumbrado. Esto de armar los demos y las canciones uno mismo. Y está bueno cuando laburás con otro. Pero es como yo te dije al principio. Vos podés trabajar con otro cuando confías en él.

Raffo: Esa es la palabra clave. Confiar.

Minissale: Difícilmente haya sido rechazado algo que se hizo. Si yo le mandaba algo a él, difícilmente yo rechazaba lo que él me devolvía.

Raffo: La confianza es central. A veces no entendés lo que el otro te está queriendo decir en lo que te manda, pero hacés un esfuerzo para ver qué es eso.

¿Pero se juntaron en un estudio para hacerlo o fueron uniendo pedazos?

Raffo: Más o menos. Otra cosa que es interesante es que siempre lo pensamos como una obra posible de ser tocada en vivo. Eso creo que fue una característica de la producción. Obviamente, hay ciertas sobre grabaciones y demás, pero no está pensado como un producto de estudio donde vos tenés 18 capas de sintetizadores, 15 guitarras, coros duplicados, multiplicados por 17. Sabíamos que tenía que sonar creíble y sencillo de poder ser traducido al vivo. Porque, volviendo a eso que hablábamos, estas bandas que nosotros escuchábamos en los 70, grababan así.

Minissale: ¡Grababan en vivo!

Raffo: Grababan en el estudio, pero vos escuchás las versiones en vivo y no difieren mucho de las de estudio. Eso era natural. Independientemente que después sí, por cuestión de dificultades de logística y demás, fuimos grabando con capas y reemplazando con las cosas que estaban en los demos, pero en todo momento está presente la sensación de que es algo orgánico que puede ser tocado en vivo.

¿Qué les aportó Samalea?

Raffo: Lo suyo es mortal. Le dimos los demos, se los llevó, los empezó a estudiar y en un momento nos llamaba para decirnos: "Che, me gustaría juntarme con ustedes." Nosotros teníamos una especie de confianza ciega en Samalea. Sabíamos que lo iba a hacer bien. Llegado el momento fui a la casa a escucharlo. Me senté, puso los demos, tocó arriba y no erró ni un palo, o sea, pasó todos los temas de memoria. Impresionante. Así que le dije que grabara lo que quisiera, que pusiera el tambor que le gustase, poné tus cositas, nosotros nos sentamos y escuchamos.

Foto: Diego Prol

domingo, 30 de noviembre de 2025

AIRE PARA SOPLAR, entrevista a Miguel Ángel Tallarita

 

No es una novedad para nadie que Miguel Ángel Tallarita es uno de los mejores y más versátiles trompetistas de la escena. En su carrera como músico profesional, que arrancó a fines de los años 80, ha tocado con infinidad de artistas de primerísimo orden. Figuras como Los Pericos, GIT, Los Enanitos Verdes, La Mississippi, La Portuaria, Mercedes Sosa, Estelares, Palito Ortega y Kevin Johansen han sido algunos nomás de los nombres que acompañó Tallarita con su trompeta, tanto en la grabación en estudio como en vivo. Son infinitos los proyectos en los que se encuentra metido Miguel, al ser uno de los instrumentistas más requeridos de Argentina, además de integrar Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la legendaria banda de apoyo de Indio Solari. Amablemente, en uno de sus pocos momentos libres, nos concedió esta nota en la que hablamos de estas historias en la música…

ENTREVISTA> ¿Cuáles son tus proyectos actuales?

Por supuesto, sigo con Los Fundamentalistas Del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari. Estamos al mango, ensayando mucho para los próximos shows. Ensayamos todos los días a full, muchas horas, para estos dos grandes conciertos que van a ser el 6 y el 7 de diciembre en el Estadio Único de La Plata, con dos listas espectaculares con muchos temas. Estamos metiéndole con todo, así que no tengo mucho más margen para hacer otras cosas. También estuve tocando con la banda de Willy Crook, con Los Funky Torinos. Y bueno, sigo con mi proyecto, La Con Todo Band, con la que vengo de hacer el último show del año en el Rojas, un restaurante muy lindo de la zona del Abasto. Es un restaurante de comida peruana japonesa muy buena que está en Avenida Corrientes, un lugar hermoso con un gran escenario, suena bárbaro, así que estuvimos muy felices de terminar el año con La Con Todo en este lugar.

Volviendo a tus orígenes, teniendo en cuenta que tenías un padre y un tío trompetistas, se puede decir que no podías dejar de ser músico, ¿no? Como que la música te eligió a vos. ¿Lo pensás así?

No, no creo que tenga que ver. La música es una pasión que nace, que a uno le puede despertar cierta curiosidad, pero luego ves lo que cuesta. En mi caso, fueron 12 años de conservatorio, de muchas horas por día estudiando y entrenando. Así que tenés que tener un amor y una pasión muy grande. Puede haber despertado porque lo vi a en mis tíos, en mi papá, puede eso tener que ver. Sin embargo, yo nunca viví con mi papá, así que nunca lo vi tocar al lado mío ni estudiar y eso. Seguramente despertó una lucecita, pero después todo el sacrificio que hice fue también gracias a mi vieja que me pudo pagar las clases particulares y mantenerme, gracias a eso pude ir al conservatorio, estudiar y hacer una carrera.

¿De dónde vinieron tus influencias a la hora de tocar?

Nunca tuve ídolos, tengo referentes. Mis referentes son mi maestro Roberto Fats Fernández, por ejemplo, mi maestro Óscar Serrano, también viene de tocar con Américo Bellotto, con todos los grandes trompetistas con los que compartí y aprendí muchísimo y después el mayor maestro también son los discos. Escuchar los discos, escuchar a los grosos, Louis Armstrong, Chet Baker, Dizzy Gillespie, Freddie Hubbard, Clifford Brown, Lee Morgan. De todos, de cada uno se aprende y no solo de trompetistas, uno aprende de cualquier instrumentista. Me encanta Marta Argerich, el Gato Barbieri; orquestas como la de Count Basie y Duke Ellington, escuchar las grandes bandas. Es infinito el abanico que hay para aprender, para escuchar y disfrutar.

¿Sos de escuchar mucha música actualmente? ¿Qué escuchás?

Todo el día. Siempre escucho música nueva y tengo clavada la radio 89.1, que es la FM Blackie, donde hay 24 horas de jazz. La tengo en el auto y en casa todo el tiempo. Y después vinilos. Cuando puedo compro un vinilo, trato de ir a Zivals, aunque sea una vez por mes o cada dos meses a comprarme un vinilo de los históricos y algún disco de algo nuevo que haya salido, algún artista. Ahora estoy escuchando el disco de Valentino, el guitarrista de la banda de Willy Crook, Los Funky Torinos, que me regaló su vinilo en el que también tuve el honor de participar. Es música nueva que siempre refresca y ayuda a aprender y a desarrollarnos como músicos y como personas.

¿Cómo te adaptas a tantos géneros distintos que haces en la música? Porque vos hiciste de todo, tocaste con todos y debe ser muy diferente pasar de una banda que hace funk a otra que hace rock, o tocar tango, salsa o tocar con Mercedes Sosa.

Son las ganas de aprender y la pasión que tengo por la música. No soy apasionado de ningún estilo sino de la música, de todos los géneros. Me gusta, trato de escuchar, aprender y poder tocar un poquito de todo.

Y cuando vas a tocar con un artista que no conociste o con el que nunca trabajaste y tenés que dar lo tuyo, ¿cómo lo preparás?

Escucho su música. Ahora es mucho más fácil, antes había que ir a comprar el disco, ahora están las plataformas digitales. Spotify, YouTube y por supuesto que si me gusta mucho trato de tener el disco físico y colaborar con los artistas.

¿Cómo hiciste para recuperarte después de lo que te pasó con el COVID en 2021? ¿Cómo saliste adelante?

Y con las ganas de vivir. Ganas de vivir, el amor por la vida. Por mi mujer, por mi mamá, mi familia, los amigos y mi profesión que es la música, que es un lugar donde me siento muy bien y pongo toda la energía.

Hablemos un poco de gente con la que tocaste. Por ejemplo, no se habla mucho de tu participación en Fuerza Natural, el último disco de Gustavo Cerati. ¿Qué nos podés contar de esa experiencia? ¿Cómo era trabajar con él?

Sí, fue fantástico, fue una experiencia divina. Estábamos ahí con Alejandro Terán, que es el que dirigió la grabación, hizo los arreglos, así que fue espectacular. Ya habíamos tocado en los Once episodios sinfónicos, ya habíamos trabajado mucho con Gustavo. Era un gran artista, una persona muy generosa y muy sabia, que tanto hizo por la música.

¿Y qué tenía de distinto a otros músicos?

Un gran artista. Yo te puedo decir lo que es estar con él en un estudio, porque no lo conocí en profundidad, así que no te puedo hablar mucho más que decirte que era un gran artista y una persona muy respetuosa, a la que siempre uno escuchaba y de la que aprendía y, por supuesto, agradezco que me haya convocado para poder participar de un tremendo disco como Fuerza Natural, uno de los discos que también tengo acá en vinilo y que escucho mucho.

¿Cómo fue lo del Indio? ¿Cómo llegaste a tocar con él y cómo te llamó? ¿Cómo es como trabajar con él?

Me convocaron para una prueba, me aprendí los temas y gracias a Dios funcionó. Estuvieron conformes, su director musical, él, así que fuimos para adelante. El Indio es uno de los músicos más grosos del mundo, a nivel compositivo y como artista. Así que es un orgullo tremendo y una tremenda responsabilidad tocar su música y estar ensayándola todos los días. Por eso estoy muy contento, agradecido a Dios, a él, a la vida porque es divino estar con su tremenda banda y compartir esta experiencia con compañeros que admiro tanto porque son músicos re grosos y estar todos los días con ellos. Igualmente, cuando uno trabaja de lo que le gusta y ama lo que hace, deja de ser un trabajo, ¿no? Me siento bendecido y agradezco a Dios cada día que me regala.

¿Y cómo lo cómo es tratar al Indio en la intimidad?

Por supuesto es una persona divina y cada vez que nos juntamos, vamos a grabar o nos reunimos yo soy de hablar muy poco. Me gusta escuchar, aprender porque él es una persona con un humor hermoso. Siempre son encuentros que quedan en mi corazón y que me van a quedar para siempre y por supuesto soy feliz por compartir la música, que es lo que más nos une a todos los seres humanos. Así fuimos con mi mujer también a ver una muestra de arte que se está haciendo acá en el centro, que se llama Brutto, y tiene unos cuadros increíbles. Son cuadros de arte digital con su música, ahí podés escuchar su voz. La verdad que fue una experiencia muy linda, que le recomiendo a todos, creo que están hasta febrero. Está en el Centro, así que busquen donde está Brutto y vayan a ver esta muestra, los que tengan la posibilidad de estar acá en Buenos Aires.

¿Lo ves seguido al Indio?

Sí, estuvimos grabando hace un par de meses.

¿En el repertorio que hacen con Los Fundamentalistas repasan todos los discos solistas del Indio, algunos temas de los Redondos y van mechando canciones?

Hay de todo, sorpresas y como siempre un espectáculo tremendo, así que no se lo pierdan, van a hacer dos listas diferentes los dos días, así que vayan a los dos shows del 6 y al 7. Creo que el 6 está todo agotado, así que queda muy poquitas entradas para el 7.

Contame un poco como es tu labor solista, como craneas tus discos…

Se trabaja mucho acá en mi casa con el piano y cuando ya está todo diseñado, me junto con el productor y vamos tratándole de ir limándolo y dándole forma al disco. Ahora estoy en eso, componiendo y trabajando para el disco que vamos a hacer el año que viene. Esa es la parte más linda, la parte creativa, la parte de producción y después vendrá todo lo que tiene que ver con los artistas que vamos a invitar, las versiones de algunos temas que queremos hacer. Es un trabajo muy lindo que siempre me gusta hacerlo con un productor. En el caso del primer disco fue Pablo Sbaraglia y en el segundo disco fue Alejandro Terán y Nelson Pombal.

Tu segundo álbum me parece que fue más personal, ¿no? Tiene un vuelo más propio, ¿puede ser?

Sí, fueron temas que compusimos con el maestro Alejandro Terán. Igual, me gusta mucho el primero que tiene más versiones. El próximo va a ser mitad y mitad.

Vinilo también…

Y espero que sí, un vinilo pero esta vez de color. Quiero hacer un vinilo como los de Blue Note, color rojo. Rojo y con un lindo arte como este último, Cazador nocturno, que fue una foto de Nora Lezano, una gran artista.

Y lo de tu trompeta roja, ¿de dónde surge esa historia?

De Miles Davis, que es el único trompetista creo que del mundo que tocaba con una trompeta roja. Y yo soy el único que la tiene acá en nuestro país.

¿Cómo la conseguiste?

En Nueva York, la fabrica Martin. Me la trajeron. La mandé a pedir a Nueva York y vino grabada con mi nombre, personalizada.

¿Cómo es la vida del músico? ¿Cómo es vivir de la música? Porque me imagino un chico que recién empieza y ve solo obstáculos en la época actual, donde es tan difícil darse a conocer, por más que haya un montón de medios y demás. Poder mostrar lo tuyo cuando hay tantos músicos a la vez. ¿Cuál es tu experiencia personal? ¿Qué podrías aconsejar a los pibes que quieren meterse en esto?

Y, que estudien mucho, hacer el esfuerzo de tocar lo mejor posible, prepararse con buenos maestros, estudiar armonía, componer, hacer arreglos y después estar bien preparados para cuando uno quiere armar algo, cuando vas a componer, armar una banda o ser un músico como yo, que soy músico sesionista y siempre traté de estar preparado, a la altura de los artistas que me convocaron para trabajar.

Vos grabaste más de 500 discos, ¿hay alguno en particular por el que tengas especial cariño, que te haya quedado en la memoria por algo en especial?

Cada uno tiene su historia y todos tienen su rinconcito en mi corazón. Así que el agradecimiento eterno a todos los artistas que me dieron la oportunidad de trabajar con ellos y de los cuales aprendo y aprendí en toda mi carrera y seguiremos así hasta que Dios disponga.

Cuando vos empezaste en los 80, ¿era muy diferente la escena musical a como es ahora?

Sí, había mucha movida, todas las bandas necesitaban de músicos sesionistas para grabar, no existían los programas que existen hoy en donde en los vientos puede tocar cualquiera desafinado, y con todos los programas lo corrigen y queda bárbaro. Así que había mucho trabajo, muchos lugares donde tocar. Era otra Buenos Aires, los boliches estaban llenos, la gente iba. Era mucho más fácil pagar la entrada para ver un show, pero bueno, es lo que nos toca ahora y hay que seguir adelante.

Contame un poco que te parece la música actual, si te convoca algo, te gusta algo…

Escucho muy poco de lo que no tenga que ver con la música que me gusta a mí, que es el jazz, el latin jazz y después las cosas experimentales. Escuché muchas de las cosas que hacen Ca7riel con Paco Amoroso, que está buenísimo, es una música que también convoca mucho, a los chicos les gusta. Trato de escuchar de todo, pero lo que más me gustan son las cosas que escucho de los grandes maestros, de los clásicos. Por supuesto que toda la música nueva es bienvenida y hay que estar alerta porque siempre se aprende de todo.

Emiliano Acevedo


sábado, 29 de noviembre de 2025

CICATRICES, trinchera de resistencia rockera. Entrevista con Nicolás Zalacaín

 


Nicolás Zalacaín es un joven músico y compositor de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires afincado en CABA, que lleva adelante un original proyecto llamado Cicatrices. En él se originan experiencias vitales que se vuelven canciones de prosapia punk, con sonidos bien rockeros que explotan en los parlantes y letras que retratan lo que pasa en el contexto sociocultural argentino. Cicatrices se conforma con el propio Zala (bajo y voz), Maxi Prez (batería) y Gastón Linyera Pérez (guitarra). En esta oportunidad hablamos sobre el lanzamiento de Gaseados, su último álbum que ya está disponible en todas las plataformas. 

ENTREVISTA> Hablemos un poco de este nuevo lanzamiento de Cicatrices. ¿Cómo lo cranearon? 

Algunas de las canciones las venimos tocando en vivo desde mitad del año pasado para acá. En noviembre de 2024 hicimos una maqueta en la casa de Manolito, un amigo de la banda Dicotomía, que tiene unos micrófonos en Morón, ahí grabamos nueve temas. De esos nueve temas elegimos los siete que más o menos nos cerraban con el concepto del disco. Así, entramos a grabarlos en julio en Haedo, pero hace un montón que los veníamos tocando en vivo. Dejamos afuera dos temas que son un poco más pesados, más grunge. Fuimos derecho a los que eran un poco más fuertes para darle una impronta más potente al disco. En el medio de eso pasó algo muy copado que fue que empezamos a compartir fechas con otra gente, por ejemplo, con Albano Carbone en bandoneón y con Pablo Ramos, que es saxofonista de Los Pérez García. 

Así incorporaron otros instrumentos al trío. 

Sí, y unos instrumentos más atípicos para para una banda de nuestro estilo, aunque hay un montón de otros ejemplos similares. Yo tenía la idea en la cabeza y la verdad que salió todo muy bien. Mi cuñado Andy Da Grava grabó unos sintetizadores, entonces se armó algo bien groso. Ese fue un aporte instrumental exterior que le dio otro vuelo al disco. 

¿Y las influencias por dónde vinieron esta vez a la hora de componer? ¿Son todos temas tuyos? 

Sí, pero hay dos o tres composiciones escritas con los chicos, con Maxi y Linye. “Escalada de tensión” la armamos con Linye, también Maxi hizo arreglos. Ese tema también tiene bandoneón en el medio y unas chanchas medio tribales que yo metí al mismo tiempo que estábamos tocando con Maxi. Ahí la cosa fue un poco más repartida que las otras. O sea, hubo arreglos que se les ocurrieron a los chicos y eso me parece genial ya que inaugura una nueva etapa. En lo que se refiere a la composición, más allá que yo llevo el esqueleto, los pibes le ponen los músculos, el corazón, la cabeza y así se va armando. Después, la influencia absoluta del disco es Milei. Es que yo musicalmente te puedo hablar de ochenta cosas, pero el disco se llama Gaseados porque literalmente nos comimos gases lacrimógenos en distintas movilizaciones a las que fuimos. 

Se ve en el arte de tapa… 

Claro. La idea del osito roto también surgió como una cuestión vinculada a la represión. ¿Qué más van a reprimir? Le pegan a los jubilados, le pegan a los del Garrahan, le pegan a los laburantes… ¿A quién más? En un momento van a pegarle a los a los chicos y después a los ositos, porque también le habían pegado a una piba de 10 años. También está la idea de la inocencia y la ternura perdida y como nos están atacando desde varios frentes. Así surgió la idea de hacer un logo que identifique a la banda. Lo hizo Nahuel León, que es el chico que hizo la tapa, un ilustrador gráfico de la san puta. Manejamos el concepto con él. Así surgió la tapa de “No hacés pie”, que fue el single adelanto, la tapa del disco y el logo. Y ya tenemos cerrada la impronta de la banda por ese lado. Esa es la estética de la propuesta. 

Recorramos el disco. El primer tema, “Evadiendo”, habla un poco de las clases altas, ¿no? 

Puntualmente es una analogía entre los ricos que evaden impuestos y nosotros, los laburantes, que en vez de poner el foco los quilombos que tenemos nos terminamos evadiendo con falopa, alcohol, drogas y excesos. Es una autocrítica. Ese es el juego que tiene el asunto. Eso va por el lado de la de la letra. Musicalmente, el tema lo pensé en una mezcla entre Motörhead e influencias del free jazz de Ornette Coleman, por eso tiene saxofón. Eso lo grabamos con Pablo, que es un fuera de serie, es increíble cómo toca. Fui a grabar al estudio de él, armamos el concepto y yo le decía: "Poné ansiedad y llevalo para el lado de cómo te sentís vos con esto”. Por eso tiene una bajada de los saxos muy emparentados con un Mingus muy sacado… 

Cercano a la fusión… 

Claro. Algo jazzero en un contexto de rock and roll más vinculado a Motörhead, con la intro, el bajo con distorsión… Esa es más o menos la idea de “Evadiendo”. 

Le sigue “Leyes con sangre”, ¿a qué hace referencia? 

Ese es un tango pesado, con una melodía que tiene los bandoneones de Albano Carbone, otro crack al que conocimos compartiendo fecha en Palomar con Rosa Luxemburgo, mi otro grupo.  Albano vino a la sala, escuchó los temas y se metió de lleno en el concepto del disco. Este es un tema con un estribillo más en la onda Sex Pistols. Un estilo claro de punk rock clásico del 77, 78. Pero la parte cantada también incluye una tos porque tiene que ver con estar gaseados por las represiones en las movilizaciones. Y la letra es muy explícita. Empieza como una especie de discurso pro milico, cuando dice: "Soy la reacción y ya pudimos controlar la subversión.” Lo demás es hacer referencia explícitamente a lo que está pasando ahora con Estados Unidos, con la entrega de los recursos naturales y que no quede nada para nosotros. Es la explotación que viene desde la minera, el petróleo y demás, que obviamente hay que exportarlo, pero el tema es cuánto le queda al país. Tiene un concepto económico, una lectura para ese lado. Y cuando digo en la letra “Elon Musk” era porque Elon Musk, antes de pelearse con Trump, tenía metida la idea de entrar en Jujuy con la minera, de traer una empresa y toda esa poronga. Entonces, ese tema fue hecho más o menos en ese contexto. Ahora en vivo no voy decir más “Elon Musk” sino “Donald Trump”, directamente, o “Scott Bessent”.

Se actualiza la letra… 

Claro. Este este país se actualiza todo el tiempo, pero a la vez no, es un loop constante. 

¿Cómo es lo de tu militancia? ¿Vos respondés a algún partido en particular, o te surge movilizarte en forma personal? 

Estuve metido en movidas de partidos, en el MT de Grabois en 2021, estuve en una olla popular de Nuevo Encuentro en Morón, pero siempre por afuera, no me afilié directamente. Tuve una militancia artística toda mi vida, porque siento que es algo que acompaña procesos políticos y que la pata artística es muy importante. Esa terminó siendo mi trinchera por elección y un poco también porque la vida política o la vida militante requieren una entrega total, prácticamente. Yo hice lo que pude en su momento. Di talleres de percusión en González Catán, estuve en una olla popular en Morón y demás. He ido a dos millones de movilizaciones, he ido con ATE cuando estaba trabajando en el Instituto del Cáncer. Pero no, no me terminé de afiliar directo porque se me dio la cuestión por el lado de tocar y siento que es necesario que haya también propuestas musicales más relacionadas con una lectura sobre lo social. Porque no abundan, creo yo, no sé si coincidís. 

No, en el rock actual es más frívolo todo ¿no? Es raro ver posicionamientos muy radicalizados que digamos. 

Sí, yo tampoco lo veo. Conozco un par, pero vienen más relacionados más al hardcore, o alguna que otra banda de punk, pero en el rock puntualmente, más allá que nosotros mezclamos un poco, creo que no hay. Como que nuestra trinchera terminó siendo artística. Pero eso no quita que no estemos metidos en movilizaciones, porque también nos juntamos con gente, etcétera… Capaz inorgánicamente por ese lado, pero orgánicamente del lado artístico.

El tercer tema es “No hacés pie”, ese habla de los jubilados, ¿no? 

Sí, también es bastante explícita: “Una piba piensa en su techo de chapa y otro pibe piensa en el colegio sin gas de los privilegios mano dura…” Porque, ¿cuál es el privilegio que tiene alguien con esos problemas estructurales para que le peguen en la calle? Y eso después lo llevé a la continuación que era la represión a los jubilados todos los miércoles, que ya es costumbre, lamentablemente. Yo estuve en la recordada represión de ese miércoles cuando se movilizaron las hinchadas de los clubes. Y fue terrible. Metido en medio de los gases pimienta, gases lacrimógenos, ayudando a gente mayor a la que le habían pegado, yendo a farmacias a pedir que nos den cosas porque había gente herida, en el medio de eso uno también tosiendo. La canción tiene que ver con eso, con el contexto. 

Tal cual. Una situación complicada y, además, esas movilizaciones en las que parece que a la mayor parte de la sociedad le pasan por el costado, ¿no? Casi nadie se solidariza con los más oprimidos. 

No, al contrario, lo justifican, lo cual a mí me parece más peligroso. Dicen que a los manifestantes los mandan, que es gente que por algo está ahí, con algún interés. Cuando, en realidad, es gente que cobra la mínima. Y que no está pudiendo ni comprarse los medicamentos porque les fueron recortando la cobertura del PAMI, los remedios oncológicos, esos son casos que conozco de primera mano. Yo no pongo C5N y me pongo para escribir letras. A mí no me baja línea Gustavo Sylvestre. Porque, cuidado, como existe la cuestión sectaria de derecha, tampoco hay que ser boludo, no hay que comprar todo el paquete que viene de la oposición. Por más que uno defienda o apoye, yo trato de escribir sobre lo que observo, lo que me pasa, lo que me entero y lo que charlo con gente que conozco que están en esas situaciones. Después, musicalmente, en ese tema pasó algo muy lindo con Juan Diego Arano, el muchacho que mezcló el disco y es de La Casona de Haedo, el estudio de grabación. Cuando hicimos el tema incluimos un riff muy influenciado por MC5, Rose Tattoo, los Pistols, pero que tiene algo medio Guns. Como que está en ese mundo. Por eso lo elegimos para que sea el single, porque era el tema más rockero, más ganchero por así decirlo. A Juan le encantan los hits y me dijo: "Qué bueno que me trajiste un tema así porque lo quiero mezclar teniendo a The Spaghetti [Incident?] como referencia.” Claro, porque ese disco de los Guns es una bomba como suena. Ese fue un detalle de color que estuvo lindo… 

Un sonido clásico… 

Sí, conectamos por ese lado. La referencia es “Down on the Farm”, de UK Subs, pero la versión de los Guns, que tiene algo más de sonido típico de los 90 justamente. 

¿Y “Pascua”? 

El riff de “Pascua” está tomado prestado de una canción de Public Image Limited que se llama “Socialist”. Yo lo modifiqué un poco. Y la letra es una analogía entre la rosca de pascua y la rosca de la cabeza. Es un doble sentido. Después tomó otro cariz más relacionado a la rosca política. Como me cerró también por ese lado. 

”Escalada de tensión” habla un poco del ajuste que vivimos diariamente desde hace bastante tiempo, ¿no? 

Sí, mantiene un poco la temática. Aquí la cadencia está traída de Piazzolla, el famoso 3/3/2 de Astor al que alteramos un poco. En este tema el bandoneón se despega un poco de esa impronta y le aporta tensión. En el medio se queda sola la batería y el bandoneón se va sumando de a poquito, generando algo medio climático. Luego el bandoneón pasa a tener un sonido medio noise para terminar con una explosión, porque tiene que ver con el contexto de lo que sucede en las represiones, con las marchas y con los palos. El concepto de “Escalada de tensión” es reflexionar acerca de hasta dónde nos van a empujar con este quilombo. Porque en algún momento se va a pudrir. Por eso decimos: “Escalada de tensión. Sin lamento no hay acción, tiroteando sin esperar el ajuste soportar…” También la letra hace referencia a cuestiones más relacionadas con las redes sociales, en la parte que dice: "Con las redes y TikTok nos educaron en el amor." Yo siento eso está pasando bastante con las generaciones nuevas y no tan nuevas. Como que la vida pasa por un reel o por un TikTok. 

Después llega “Boca del lobo”, un tema más electrónico con sintetizadores, inmerso en otra búsqueda sonora. 

Sí, “Boca del lobo” es la parte B de “Al parador”, un tema anterior que hablaba explícitamente de la gente en situación de calle. Yo vivo en Capital y veo esta realidad cotidianamente. También lo veo en Zona Oeste, porque tengo también mucha raíz allá. Y “Boca del lobo” es algo que capté de charlas que tuve con gente de mi barrio, particularmente con una muchacha, a la que no voy a nombrar, que me decía que cuando iban a los paradores recibían todo tipo de violencia. Después de eso vi en la tele a Waldo Wolff y justamente “Wolf” quiere decir lobo en inglés. Me acuerdo de verlo a Wolff decir que la gente no se podía quejar de los paradores porque eran un lujo… Yo lo escuchaba y pensaba, este es un hijo de puta. Para él era un “lujo” que alguien esté en los paradores, cuando les chorean cosas, los faquean, no pueden dormir… O sea, me pareció de un fascismo, de un cinismo terrible. De Wolff me salió lo de lobo, es como que ir al parador es meterse en la boca del lobo. Por eso, como es la continuación de “Al parador”, este nuevo tema tiene una característica similar desde el riff. Algo que oscila entre la electrónica kraut-rockera, post punk o lo que vos quieras, todo eso está en ese universo musical. Acá mi cuñado grabó los sintetizadores y esto le dio a la canción una onda más Devo, ¿los conocés?, Bowie era muy fan de ellos. Los arpegios del sintetizador se van tornando bastantes oscuros. Eso termina por cerrar el concepto del tema, con un estribillo que dice: "No dormís por miedo y a ellos les chupa un huevo." Claro, porque la gente no duerme porque les van a chorear, los van a faquear, les van a robar las cosas, las pertenencias. “Boca de lobo” tiene esa impronta. 

El disco termina con “Droga capital”. ¿De este tema que podés decir? 

Creo que cierra el círculo que se abre con “Evadiendo”, pero ahora directamente dice basta, loco. A mí, en 20 años que llevo en movida underground, marginal, siempre me trataron de conservador por decir, chicos, todo bien con la falopa y qué sé yo, pero no se dan cuenta que le estás comprando al transa, que el transa responde al narco, que el narco responde a la policía, el policía responde al fiscal y que hay un entramado del poder económico para que vos te drogués, boludo… No hay nada romántico en esto, no es una onda “Londres 77” ni “New York 81”, ¿entendés? Eso no existe. Se veía cool en esos lados porque te lo vendían así. Por eso hablo de “Droga capital” porque se hacen los decadentes como si fueran Sid Vicious, y la decadencia está en la guardia del hospital, hermano. Y lo de “capital” es por el capital financiero. Por eso, reitero, hay un espíritu de autocrítica y denuncia para que todos abramos un poco los ojos… El mensaje que queremos transmitir es que no hay casarse con esta idea de romantizar la decadencia. Por supuesto, hay gente que lamentablemente no puede salir porque las adicciones son una enfermedad, yo no estoy negando eso, lo que estoy problematizando es esta cosa de comprar los paquetes culturales y no ponerles la impronta de donde estás parado. Yo nací en Morón, en el hospital de Morón, no nací en Long Island, ¿entendés? Por eso creo que lo importante no es no consumir de la cultura gringa, sino apropiársela como hizo, por ejemplo, muy bien Spinetta, Charly o Fito. Hasta incluso Celeste Carballo. Es decir, apropiársela, porque de ahí es donde se enriquece, porque sale algo más fresco. Cuando uno puede hacer una síntesis de eso con cómo se siente y en qué momento está parado en el contexto histórico que nos toca vivir. 

¿Cómo es llevar adelante una banda under en la actualidad? 

Está muy difícil por la saturación que hay en todo sentido. O sea, uno tira una gota en un océano, y es muy difícil entrar en la dinámica de generar contenidos para las redes sociales. A mí por lo menos me cuesta. No tenemos dinero para pagar un community manager, entonces se hace lo que se puede con lo que se tiene. Nos costó un huevo grabar, porque grabar en buena calidad sale muy caro. Pero seguimos apostando al audio de alta calidad, porque tenemos que nivelar para arriba, no para abajo. Y se está haciendo muy difícil conseguir lugares para tocar en donde haya reciprocidad con otras bandas, como que en algunos casos se puso todo muy sectario. Los heavies con los heavies, los punk con los punk, los alternativos con los alternativos, los indies con los indies y a mí me chupa un huevo eso, yo quiero tocar en todos lados y me gusta toda la música. 

A ustedes les va mejor en el Oeste, ¿no? 

Mis raíces están en Zona Oeste, eso me permite tener más conexiones con la gente de allá y que me abran muchas más puertas que lo que me pasa en Capital Federal, sinceramente. Es complicado. Porque como todo, cuando el mango aprieta, enseguida vienen y te preguntan, “¿y vos quién sos y a cuánta gente traés?” “¿Y cuánta plata vas a dejar?” Y así empieza a suceder eso. 

¿Cómo es la respuesta del público? 

En Capital hemos tocado en lugares muy pequeños, nos ha ido bien y nos ha ido mal. Eso es innegable, no voy a vender humo. Después, cuando tocamos en Zona Oeste nos ha ido mucho mejor porque hay muchos colegas que van a nuestras fechas y porque nuestro mejor público está allá. Igualmente, apostamos a tocar en Capital porque dos de los tres integrantes vivimos acá y queremos meternos en este circuito para ofrecer una alternativa a lo que hay. Por más que yo lleve tocando 20 años, esta banda empezó hace solo dos y hay que patear las calles. Pero bueno, vamos a ver, yo siento que este nuevo disco puede ser un abre puertas interesante. Creo que puede tener esa capacidad de generar algún tipo de adhesión sin mirar tanto el interés. Va más allá del ¿qué me das?, ¿qué no te doy?, etc.; sino que puede llegar a ser algo más colaborativo. Pero eso lo dirá el tiempo. Hay que ir armando de a poco. 

¿Cómo ves el rock en la actualidad? Recién hablábamos que no hay propuestas como la de ustedes, por lo menos masivamente. 

Yo veo que hay una renovación en las bandas de rock de chicos más jóvenes, lo cual celebro profundamente. He ido a ver varias. Lógicamente, son bandas que surgen de su época. A mi modesto entender, si vos tenías 16 años durante la pandemia, en 2020, 2021 y estabas encerrado mirando el techo, vas a escribir sobre esa experiencia porque es justamente la que te tocó vivir. Quizás, no haya una mirada más social porque lo social no estaba presente en la mente de casi nadie en esa época. Por eso siento que las bandas agarraron una cuestión estética, alguna cuestión sonora, pero no dicen demasiado en sus letras. A mí me sucede eso. Capaz que sea porque tengo 35 años y ya estoy grande. Lo únicas que se diferencian son las bandas asociadas al punk o el hardcore, que tienen letras más combativas. Como que el género te lleva a decir algo mal y pronto, pero después las bandas más rockeras pasan por cuestiones más existenciales que las llevan a estar muy metidas para dentro por la angustia que les generó la cuestión pandémica y por lo que está pasando ahora. También creo que la renovación que vino de la mano de las bandas de pibas me parece lo más interesante, porque creo que tienen muchísimas más cosas para decir. Desde mi óptica, siempre hay booms de dos o tres años, quizás cuatro, y después se va pinchando la cosa. Es como que ahora los grupos están relacionados a su contexto que es un poco la apolítica, un poco la vida en la red social y la angustia que generó crecer en medio del encierro. 

También el sálvese quien pueda… 

Es que hay que salir a la calle y la informalidad nos está atravesando a todos con los laburos en negro. Creo que se está cocinando algo que puede llegar a llevar al rock a un entramado, no sé si llamarlo de protesta o contestatario, pero un poco más social. Ese es mi humilde punto de vista. Después, obviamente, a mí hay bandas que me gustan. Me gusta mucho Menta Granizada, una banda de Merlo; me gusta Ice Delivery; me gusta la banda de Pamela Scanio, la bajista de mi grupo Rosa Luxemburgo, ella es mujer, sale al frente y escribe cosas recopadas. Últimamente, esta dicotomía también oscila un poco entre cuestiones más sociales, existenciales, más de la cabeza y en donde está en juego la salud mental. Y las letras apuntan a eso, en mi caso también. Como vengo de una escuela más punky capaz le meta otra cosa también. Sintetizando, creo que hay una renovación propia de su contexto. Hay rock, sí, pero no un rock que me atraviese mucho. Siento que le falta la parte lírica, la pluma. Falta lo visceral. Está todo muy calculado. 

¿Y a futuro cómo ves la música rock argentina en el mainstream? Porque si hablamos de los 70, en esa década todavía había una posibilidad de que en el mainstream hubiera crítica y un rock contestatario, que inclusive se vendía y mucho. Ahora está tapado, parece que es prácticamente imposible que esos haya alguna brecha para que esos artistas se puedan meter.

Coincido con vos. No lo dejarían subir. Pero esto no es solamente inherente al rock, porque tampoco hay un Silvio Rodríguez en la actualidad. Y si hubiera un Silvio Rodríguez estaría tocando en un pubcito a las 3 de la mañana. Creo que la estructura de los medios de comunicación argentinos es muy monopólica. Ponen artistas a dedo dentro de un contexto mainstream e invierten en ellos. Entonces, en las radios suenan cosas que manejan tres o cuatro sellos discográficos, que tienen cinco o diez dueños. Ponele que son veinte dueños porque son sociedades. Y no van a permitir en este contexto de liberalismo crudo en el que estamos metidos que haya ese tipo de manifestaciones artísticas porque no conviene. ¿Podrían llegar a vender? Sí, porque en los 90 hubo un Rage Against The Machine en Estados Unidos durante el gobierno demócrata de Clinton y explotó. Andá a saber que pensaba el capo de Sony en ese momento, capaz que era republicano y dijo: "Che, mandale rosca a estos boludos así le pegan a Clinton…” Porque, así como hay un grupo económico que apoya una cosa, después hay otro que puede apoyar otra. Sin embargo, no veo que haya una salida por ese lado en absoluto. Pero esto hace muchos años que viene pasando. ¿Cuál fue la última banda contestataria que se puede decir que “la pegó”? 

¿Acá en Argentina? No sé. 2 Minutos puede ser, con algunos temas, grabando en EMI… 

Ok, 2 Minutos la pegan en el 94 con “Ya no sos igual”, que es un tema bien de barrio que habla de la Policía, o con “Canción de amor” que hablaba de la cerveza. Pero fue en 1994, hace casi 32 años. Después, ponele que Massacre, pero Massacre también tiene otro mambo, no son contestatarios. Ahora está Marilina Bertoldi, que capaz que baja alguna que otra línea, particularmente a mí no me gusta, pero ponele que saca un vericueto de crítica hacia la cultura pop. Después… ¿De las bandas de las camadas nuevas? No hay nada… 

Eruca Sativa un poco con el feminismo, ¿no? Pero hasta ahí, un poco lavado. 

Sí, y se entiende porque es un producto. Tenés que vender el producto y lo tiene que consumir gente porque si no está todo mal. En eso soy re consciente que tampoco aspiro a llenar Niceto porque sé que mi música es explicita, va al frente, y eso capaz que choca un poco. Pero, más allá de que sea algo marginal, siento que eso es necesario para generar una cultura de la resistencia comunitaria en espacios chiquititos, que es donde uno se tiene que aferrar para no terminar de hacerse mierda. 

Emiliano Acevedo