Tardecita de miércoles, cuando la semana se
parte al medio. En un café de la calle Santa Fe, me encuentro con Guille Arrom, el legendario guitarrista que acompañó
durante ocho años al inolvidable Flaco
Spinetta en sus recordados álbumes Tester
de violencia (1988), Don Lucero
(1989), Exactas (1990) y Peluson of milk (1991). Seguramente, con
esta experiencia musical en su curriculum ya se hubiese ganado la atención de
muchísima gente en el mundo del rock, pero la trayectoria de Guille no se agota
ahí. Porque la suya es una vida dedicada a la música, desde su infancia en
Ramos Mejía, en donde comenzó su amor por la música, a principios de los 70;
hasta su desembarco en España, en donde vivió casi toda la última década.
Guitarrista sutil y versátil, en la fina
digitación de Arrom se mixturan más de 40 años de amor por el jazz y el rock,
además de sus estudios de música clásica. De todo eso se habla aquí, en donde
también recordamos su paso por Monos con
Navaja, su recordado grupo de los 90, y en donde Guille nos cuenta acerca
de su muy activo presente musical, que lo encuentra otra vez viviendo en
Argentina.
ENTREVISTA:
¿Cómo fueron tus inicios en la música?
Mi hermano Gustavo (que es cinco años mayor
que yo) fue el que me inició en la guitarra. En esa época, él me pedía que lo
acompañe con mi viola, en una onda jazz manush, tipo Django Reinhardt. Así me tenía horas y horas tocando. Irónicamente,
en esa época odiaba que me usara para lo acompañe, y ahora acompañar con mi
viola es lo que más me gusta. Es decir, me gusta eso de usar la guitarra
polifónicamente, haciendo bajos, acordes y melodía al mismo tiempo, jugar con
eso… Luego de empezar a tocar con mi hermano, también estudié con profesores de
guitarra clásica y de jazz. Pero el que me hizo dedicarme definitivamente a la
música fue Rubén Úrcola, el Director
de la Escuela de Música del Colegio Ward, de Ramos Mejía. Ahí estudié junto al Pollo Raffo y Pablo Rodríguez, con los que luego estuve en varios proyectos
distintos, como El Güevo o Monos Con Navajas. En esa época del
Ward también tocaba banjo.
Se podría decir que tu pasión por la música
surge impulsada por tus gustos por el jazz-rock, ¿no?
Mirá, yo me dediqué a la música por el
álbum Apocalypse, de la Mahavishnu Orquestra. Esto fue en el
año 75, cuando me la pasaba maravillado escuchando a (John) McLaughlin en ese disco que era de mi
hermano. Entonces tenía 13 años y me pasaba semanas enteras escuchando ese
disco, y sobre todo una parte que tenía un solo de viola que parecía funk. Yo
quería hacer eso. Más tarde me compré A
18´del sol, de Spinetta. Ese fue
el primer disco que me compré del Flaco, y el primero que me pegó de él. Porque
aunque en mi casa estaba Artaud, yo
no lo había captado tanto aun. Porque yo venía en otra onda, escuchando a Louis Armstrong, Django Reinhardt o Stéphane Grappelli, y aun no le daba
mucha pelota al rock.
¿En dónde estabas tocando antes de entrar a
tocar con Spinetta?
Bueno, mi primer trabajo como músico
profesional fue en 1983 acompañando a María
Rosa Yorio, cuando grabamos el disco Por
la vida. Ahí entré a través de un casting, porque necesitaban un
guitarrista que tocara rock y también supiera leer música. En esa época yo
tocaba la viola en una onda parecida a la de Pat Metheny, pero aunque parezca mentira recién me di cuenta de ese
parecido mucho tiempo después, ya que en esa época aún no había escuchado nada
de Pat… También toqué en una banda llamada La
Nuca, junto a Fena Della Maggiora
y Fito Páez, cuando éste recién
había llegado de Rosario. Después toqué con Claudita Puyó, que es una vieja amiga de mi barrio; y también
estuve en varios grupos de jazz, pero en una movida no profesional sino
meramente artística.
AL
VER, LO VERÁS
Entonces te llamó Luis…
Fue muy loco como se dieron las cosas para
que pasara eso. Era el año 86 y yo ya estaba planeando irme a España, cuando me
llamó Fernando Samalea para
preguntarme si quería hacer un casting para tocar con Charly García. Lamentablemente, el casting se suspendió un día
antes porque Charly se juntó con el Negro
García López y lo eligió a él de una para que lo acompañara. Como
consecuencia de esto, me ofrecieron el puesto que el Negro había dejado vacante
en Zas, pero al final terminaron
arreglando con Ulises Butrón –que en
esa época estaba en Metrópolis,
quienes compartían el mismo manager con Zas-, así que tampoco pudo ser. Pero
dio la casualidad de que Ulises también estaba tocando en ese momento con
Spinetta, así que fue él mismo el que me tuvo en cuenta para ser su
reemplazante. Cuando Ulises me llamo por teléfono para avisarme, no lo podía
creer. ¡Iba a tocar con Spinetta! Después, me invito a su casa para pasarme los
tonos de “Resumen Porteño”, “Serpiente de Gas” y “Camafeo”, tres temas bien
distintos, para que los tuviera preparados para tocarlos en el casting con
Luis. Lo loco era que Ulises aun no le había dicho a Luis de que me había elegido
a mí como su reemplazante. Así que fui al casting, toqué “Camafeo”, y cuando
terminé, Luis me dijo: “Bienvenido a mi
banda…” Al final, estuve ocho años tocando con él.
¿Cómo era trabajar con Spinetta, en los
ensayos, en el estudio de grabación o en los shows en vivo? ¿Cómo se dio forma
al sonido de esa etapa solista suya?
Para mí, estar en ese lugar era increíble,
maravilloso. Luis sabía bien como pedirte que cosas quisiera que toques. Él era
un tipo muy genial, humilde; un productor increíble que sacaba lo mejor de cada
uno de sus músicos. Tenía una estética musical muy definida, pero era generoso
y te daba un lugar para que vos hicieras pudieras desarrollar tus ideas,
dándote crédito en el disco. En mi caso, en Téster
de violencia intenté emular el sonido de Ulises, con el uso de los
ostinatos o las contra-melodías por debajo de la voz. Yo aprendí mucho de
Ulises, porque aunque yo había hecho algo de rock, al venir del jazz
tradicional, todo lo que él hacía en la viola era algo nuevo para mí. Con respecto al cambio del sonido de Luis en
esos discos, eso se debió a la incorporación de Jota (Morelli) en la banda como baterista, porque antes Spinetta
había estado usando mucha batería electrónica. Después, en la época de Don Lucero, ya habíamos hecho muchos show
en vivo, y teníamos encima muchos días de ensayos. Por eso terminó siendo una
banda muy aceitada, en donde todos los músicos nos sentíamos comprometidos con
la premisa de tratar de ser mejores para poder estar ahí. Sin embargo, por el hecho de no venir del
rock, y por estar tocando al lado de musicazos como Machi (Rufino) –y después Javier (Malosetti)-, Jota o el Mono
(Fontana); yo me sentía el peor, y por eso me esforzaba un montón, todo el
tiempo, por merecerme estar en ese lugar…
¿Luis ya tenía los temas compuestos y se
los pasaba a la banda en los ensayos?
No, él componía ahí con su guitarra, y
después demeaba el material con secuencers o cajas rítmicas, antes de
pasárnoslo a nosotros. Nunca se usó cifrado en los temas, no se podía leer la
música. Tenías que saber todo de memoria. En el vivo había que hacer las mismas
notas que estaban en el disco. Era un proyecto que requería mucho compromiso.
¿Te acordás de la gira que hicieron en el 89,
apoyando la candidatura a Presidente por el radicalismo de Eduardo Angeloz?
¿Cómo fue eso?
Sí, sí… Mirá, por suerte, no hubo ningún
orador político en los shows. Fue una gira muy larga, que duró casi un mes, en
donde hicimos 25 shows. Estuvimos en casi todas las provincias, recorriendo en
micro 8000 kms. Parte de la gira la hicimos como Los Pericos y La Torre;
y luego éstos últimos fueron reemplazados por Virus. Qué sé yo, pasó de todo. Me acuerdo que Luis se esguinzó en
medio de la gira, jugando al fútbol; y que nos tiraron piedras, mientras
viajábamos en nuestro micro, en las provincias que no coincidían con la
ideología política de la organización de la gira; por eso terminamos viajando
con un tipo de seguridad, que iba con ametralladoras, granadas… Un asco.
Igualmente, fue una experiencia linda. Sin embargo, en la mitad de la gira nos
agarró la debacle del dólar, y la posterior hiperinflación, por lo que
terminamos cobrando mucho menos de lo estipulado. Bueno, después con la crisis
económica se fue todo al carajo, no había laburo en ningún lado, terrible…
¿Por qué Luis decidió subirse a esa gira?
Porque él apoyaba a Alfonsín. Igual, en ese
momento casi todos los músicos participantes éramos simpatizantes de la UCR. De
cualquier manera, de lo que menos se hablaba en esa gira era de política, ya
que estábamos en cualquiera. Nos divertíamos. Hasta hacíamos zapadas
improvisadas entre los músicos de las distintas bandas. Me acuerdo que yo toqué
una vez con Virus, y otra con La Torre; y también Julito Moura tocó con nosotros; o de cuando cerramos en Córdoba,
tocando junto a Los Pericos…
Porque la banda quedó desarmada a partir de
un show en La Plata, en donde él sufrió un shock eléctrico. Sin embargo, yo
participé de la grabación de un montón de temas del disco, como “Ganges”,
“Cielo de ti”, “Hombre de lata”, “Panacea” o “La Montaña”. Bueno, luego de que
Luis decidió desarmar la banda, como yo necesitaba trabajar, me puse a tocar
junto a Fabiana Cantilo. Sin
embargo, Luis volvió a reunir a la banda para un show más –como para dar un cierre
a esa etapa- en mayo del 93, en Los Angeles. Luego, seguimos en contacto a
través de los años, también cuando me fui a vivir a España. Por supuesto, me
hubiese gustado mucho estar en el show de Las
Bandas Eternas, pero no pude venir porque tenía un problema de residencia
en España y si me venía no podía regresar allá, porque justo estaba realizando
la renovación. Me lo perdí y ahora me arrepiento muchísimo de no haber venido…
¿Cuál es el concierto que más recordás de
esa etapa tuya junto a Spinetta?
El que dimos en la Avenida 9 de Julio,
junto a Soda Stereo. Porque había
casi un millón de personas, y además porque no tocamos ningún hit en ese show.
También me acuerdo mucho de un concierto que dimos en el Velódromo, en el año 86.
En realidad, casi todos los shows fueron muy buenos.
¿Había algún tema de Luis que te gustaba
mucho tocar en vivo?
Sí, me gustaba mucho tocar “Nunca me oíste
en tiempo”, “La luz de la manzana”; y de los que grabé me gusta mucho
“Cruzarás”, que no es un tema de los más conocidos; y también “La Montaña”,
porque fue un trabajo muy especial que armamos nosotros dos juntos.
UN
PATIO ENORME LLENO DE MAGIA
¿Cómo fue tu experiencia en Monos Con
Navaja?
Buenísima. Ahí entré en reemplazo de Francisco Rivero, que es un re maestro
de la viola. Bueno, en ese grupo toqué con Willy
González (bajo), Rubén Sánchez Retta
(percusión), Jorge Araujo (uno de
mis bateristas preferidos), Pablo
Rodríguez (saxo, flauta y voz) y Pollo
Raffo (teclados y voz). Bueno, justamente, en ese grupo el Pollo era el
director musical, y la verdad que es un placer trabajar junto a él, porque en
los temas que compone, si escribe una parte de guitarra, lo hace pensando en el
guitarrista que lo va a tocar, y siempre va un poquito más allá de lo que vos
podés hacer. Entonces, termina siendo una experiencia de aprendizaje y mejora.
Por ejemplo, me acuerdo que cuando tocamos de teloneros de Zawinul Syndicate estuvimos ensayando un mes entero para esa
presentación. También tocamos junto a Scott
Henderson. Sí, sin dudas, en mi carrera, esa experiencia musical está al
mismo nivel de lo que hice junto al Flaco.
Me fui después del Corralito, en marzo del 2002, cuando la economía del país me estaba
matando. Sin dudas, me fui bastante enojado, porque en ese momento estaba
tocando con Sandra Mihanovich, Claudia
Puyó, y Fabi Cantilo; y entre
las tres juntas no podían ni hacer tres shows por mes. Por otra parte, mis
alumnos no tenían dinero para pagarme las clases. Estaba desesperado. Así que
hice las valijas, y metí todo lo que tenía en unos cajones enormes que me mandé
en barco hacía Europa. Mi idea era llegar a España y tocar con gente importante
de allá, como Serrat o Sabina, pero rápidamente me di cuenta
de que eso era muy difícil porque yo ya tenía 40 años, y era prácticamente
imposible que ocupara el lugar de los guitarristas españoles, que se habían
formado allá. Así que opté por un bajo perfil, y así tuve la oportunidad de
conocer unos músicos increíbles con los que toqué durante todos estos años. Por
ejemplo, toqué con una cantante extraordinaria de jazz que se llama Babel Ruiz, con la que hice un disco y
a quien acompañé en múltiples eventos. También me copé mucho haciendo (el
estilo de jazz) dixieland… ¡Hasta toqué en un circo! Todas experiencias
maravillosas que me enriquecieron como músico y persona. También hice varios
trabajos de producción para grupos de rock en Madrid. Estando allá toqué dos
veces con Spinetta, en 2004 y 2006,
y también acompañé a Miguel Cantilo,
cada vez que él iba a tocar a España. También estuve tocando con la Orquesta
Nacional de Jazz de España, en una fusión de flamenco con jazz.
¿Por qué te decidiste a volver a Argentina?
Principalmente, me vine para estar cerca de
mi familia. También fue muy importante reencontrarme con el afecto de mis
colegas, los músicos argentinos, con varios con los que me une una muy buena
onda y forman parte de mi historia musical. Además, me di cuenta de que acá me
dan cariño muchas personas que ni siquiera conozco –algo que no me pasaba en
España-, y todo eso me pasa por haber tocado con Luis Alberto. Por eso, siempre
hay algún chico que me escribe, o se me acerca, porque vio algún video de esa
época en YouTube o porque escucha los discos. Capaz que hasta me dicen: “Me dediqué a la música por vos”, y esas
son cosas que me rompen la cabeza…
EN
PRIMERA PERSONA
¿Tenés alguna guitarra preferida?
Me gustan las guitarras de caja, el sonido
acústico, las cuerdas duras. Por ejemplo, nunca tuve una Gibson, ¿viste? Tengo
una Epiphone y una Gretsch –ambas de caja-, y también tengo una (Fender)
Stratocaster Tom Anderson; una acústica Yamaha re linda, que me regaló Luis
cuando cumplí 31 años; y una vieja guitarra holandesa marca Edmonds…
¿Qué música te gusta escuchar?
Me gusta el Esbjörn Svensson Trio, también escucho mucho Medeski, Martin & Wood. Me gusta mucho Jim Hall, y también escucho cosas de Paco De Lucía, el guitarrista Aníbal
Arias, el armoniquista Franco
Luciani, Piazzolla, el saxo de Stan
Getz, y Hermeto Pascoal, por
supuesto… Me gusta la música clásica, Prokofiev
y varios más… De todo un poco. Sin embargo, no soy un gran escuchador de
música, porque siempre estoy tocando en un montón de proyectos, y la mayor
parte de mi tiempo la dedico a la música que estoy haciendo en cada uno de
ellos.
¿Hay algún tema de otro que te hubiese
gustado componer a vos?
Un tema de Toninho Horta que se llama “Aquí Oh”, que es increíble; y también
“Chorinho para ele”, de Hermeto.
Esas son dos canciones que me encantan, qué sé yo… Bueno, también me hubiese
gustado componer “Cielo de ti”, porque yo soy muy malo para escribir las letras
de los temas, bastante bruto, no me sale.
No soy de escuchar demasiado. Sin embargo,
me gusta mucho una banda nueva de Paso del Rey que se llama Mustafunk. Son pibes muy jóvenes y todos
excelentes músicos. Ahí toca el Turquito Agustín
Marinelli, un guitarrista que me sorprende muchísimo, porque puede tocar
cualquier estilo y siempre se destaca. Además toca la batería… En fin, ¡es un
animal!
¿Tenés ganas de editar un disco solista en
un futuro cercano?
Ya lo tengo grabado, pero no lo edité aun.
Es un álbum que grabé en España, junto a Fernando
Lupano (contrabajo) y Martin Bruhn
(batería). Hay posibilidades de que salga, veremos… Igual, ya llegué a los 50,
y tengo muchísimas cosas grabadas, en plan solista, y jamás las edité…
¿Aparte de esto estás haciendo la
producción de algún artista?
Estoy trabajando en la pre producción del
quinto disco de Los Hermanos Butaca,
con quienes también colaboro tocando la viola. Es muy interesante lo que hacen
los Butaca, es una música mezcla de tango, pop, jazz, bosanova; que es
acompañada por unas letras muy cómicas, ocurrentes e informativas.
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
En la actualidad, tengo un cuarteto con Pablo Rodríguez –el saxofonista y
pianista que toca con Los Decadentes-,
en donde hacemos una mezcla de folklore, jazz, música brasileña (onda Hermeto Pascoal). Ese sería mi proyecto
principal. Además, estoy tocando de nuevo con Hispanoparlantes –una mítica banda de Ramos Mejía, en la que estuve
a fines de los 80 y principios de los 90- junto a Pablo Rodríguez, Bruss Bruguera (bajo), Agustín Marinelli (guitarra), Serafín
Rodríguez (guitarra), Marco Pusineri
(batería) y (Germán) Cóndor Sbarbatti, uno de los
cantantes de la Bersuit. Y también
estoy en RM Sur, un grupo de jazz
fusión, con Marcelo Torres (bajo), Luis de la Torre (batería), Fernando Pugliese (piano) y Pablo Rodríguez. Por último, también
estoy tocando con Anacrusa, un grupo
legendario de fusión con el folklore, dirigido por José Castiñeira de Dios. Este es un proyecto de música muy
complejo, que demanda un montón de tiempo de preparación, pero me animé a
hacerlo y está bárbaro.
(Entrevista realizada en mayo de 2013)
Emiliano Acevedo
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