Alejandro
Taranto, reconocido manager y
productor musical de larga trayectoria en Argentina y el mundo, es mucho
más que el propietario y fundador de Tommy Gun Records. Su recorrido vital por
el rock abarca casi cuatro décadas en las que hizo de todo empezando bien de
abajo y guiado por sus propios códigos y en pos de su ilusión. De fuerte
personalidad e impronta, Taranto también es bajista y en esta nota nos relata
su historia en el mundo rock. Un camino arduo pero provechoso…
ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios de melómano?
Mis
primeros contactos fueron con la música clásica y la opera. Esto era lo que más
se escuchaba en la casa de mi abuela paterna, donde me crié. Al mismo tiempo,
en esa casa eran todos inmigrantes italianos, menos mi tía Lola que era
argentina, entonces, se escuchaba todo el tiempo Radio Colonia donde pasaban
música popular como la de Los Wawancó,
El Cuarteto Imperial y demás. Por lo que se puede decir que, por un lado,
me crié escuchando música culta –si se la puede catalogar así-, y por el otro,
música popular. Lo que pensaba en ese momento, siendo un chico, es que tenía
que haber algo intermedio entre esos dos mundos musicales. Entonces, un día en Sábados Circulares, un programa ómnibus
que había en Canal 13, descubrí a Sandro.
Ahí escuché por primera vez rocanrol, y cuando vi a Sandro me volví
completamente loco. Y eso que solo tenía 5 o 6 años. Pocas semanas después, en una
fiesta de quince en un salón en la calle Garay, escuché por primera vez a Creedence; y a partir de ese momento
nació mi amor eterno por el rock. Así empecé a hacerme una colección de discos
simples que abarcaban toda la música beat argentina, como Luis Aguilé, Sandro, Leonardo Favio, Palito Ortega… Luego escuché a
los Beatles y a Carpenters.
¿Y
cuándo te hace el clic por el rock argentino?
A
partir de mi adolescencia, en el colegio secundario. Primero con Sui Generis y luego con Pappo´s Blues. Obviamente, cuando
escuché Pappo´s Blues Volumen 3 me
voló la cabeza así que me puse enseguida a escuchar los discos anteriores. A
posteriori salió el disco de Aeroblus.
Lamentablemente, ya me había quedado huérfano de padre y no tenía guita para
comprarme discos pero gracias a mi primo que trabajaba lo pudimos comprar. En
esa época conocí el Parque Rivadavia, donde íbamos los domingos a la mañana a
intercambiar discos usados. En esa época hubo álbumes que me marcaron para
siempre como Dark Side of the Moon,
de Pink Floyd; Brain Salad Surgery, de Emerson,
Lake & Palmer; o Machine Head,
de Deep Purple, que hasta el día de
hoy considero que es uno de los mejores discos de rock de toda la historia…
Otro
álbum esencial…
Claro.
También, a partir de ver la portada de Machine
Head, descubrí que existían los productores discográficos al ver la foto
del ya fallecido Claude Nobs, productor
de ese disco que se grabó en Montreux, Suiza. Ahí empecé a hacerme fanático de
leer todos los créditos y las fichas técnicas de los discos. Después llegó mi
primera guitarra eléctrica marca “nada” que me compró mi viejo en un remate,
que no tenía micrófono, ni clavijas ni puente ni cuerdas. Conseguir todo eso en
esa época era muy difícil pero me las ingenié para restaurarla. Luego me compré
un amplificador… Así empecé.
¿Y
cómo empezás con el bajo?
Bueno,
esa guitarra que tenía la cambié por un par de auriculares Sony que luego intercambié
por una guitarra acústica, y después, la guitarra por un bajo Cuc modelo SG
color negro. Todo un sistema de trueques propiciado en esa época a partir de
los avisos en la revista Pelo. Ahí mismo, justamente, vi el aviso de Eduardo Frezza, bajista de El Reloj. Lo llamé por teléfono para tomar
clases con él. Me iba en colectivo desde San Cristóbal hasta Mataderos, donde
vivía Eduardo. Él fue el que me dijo que el bajo se tocaba con púa y no con los
dedos. Eso me marcó para siempre: ya sea en mi propio estilo para tocar el bajo
así como, más tarde, como productor, exigiéndoles a los bajistas que toquen con
púa porque para mí suena mucho mejor.
¿Y
por qué elegiste el bajo?
Porque
yo siempre relacioné su sonido con el pulso de la música. El bajo es como el “corazón”
de cada canción, su sonido grave. También me llamaba mucho la atención lo que
hacía Chris Squire con el bajo en Yes, que tenía un sonido algo
distorsionado. Me encantaba eso, porque yo ya venía ejecutando un audio
distorsionado para el bajo. Muchos me miraban como si estuviera loco pero a mí
me encantaba la distorsión.
¿Tenías
una banda?
Sí.
Mi primera banda con amigos del barrio se llamaba Paseo. También me iba a zapar a Haedo y me relacioné mucho con los
pibes del Oeste, en donde había una gran movida de rock. Durante todos esos
años de la represión y el Proceso seguí tocando el bajo hasta que llegaron los
ochenta…
¿Cómo
pasás de ser músico a plomo y luego a manager?
A
principio de los ochenta me di cuenta que para ser músico había que ser muy
virtuoso, tocar pero destacarse. Seguía escuchando música pero no estaba
tocando. De cualquier forma, quería meterme en el circuito de la música así que
empecé a relacionarme con la banda de Alejandro
Lerner. Era como un “monitor”, un tipo que iba ahí para hacerse amigo de la
monada. Así fue que empecé a laburar de plomo en el verano de 1984 en Mar del
Plata. Me había enterado que iban a tocar Miguel
Mateos y Zas en el Teatro Radio
City. Así que a las dos de la tarde fui al teatro a esperar que llegara el
camión con los equipos. Ahí vi a Alejandro
Bertoli, que trabajaba con Mateos, por primera vez. Bertoli es un capo de
la profesión que llevó adelante el SATE (Sindicato Argentino de Técnicos Escénicos).
Me acerqué y le pedí trabajo a lo que él respondió: “Bueno, empezás a laburar ahora. Ayudame a bajar este piano Kawai”.
Así empecé a “plomear” y me hice amigo de la monada. Luego empecé a trabajar de
plomo para el grupo GIT. Hice dos
shows como plomo cuando el manager Rodolfo
Muratorio y los tres muchachos del grupo: Guyot, Iturri y Toth, me
dijeron: “Vos no vas a ser plomo, man. Vos vas a ser manager. Tenés todo el porte
y la capacidad para eso”. ¡Toda una revelación!, y así fue, empecé a hacer
lo mío con un grupo nuevo que inicialmente se llamaba Súper 8 y luego pasó a llamarse Marte Ataca. Grabamos un demo, era la primera vez que pisaba un
estudio de grabación, que luego llevé a Radio del Plata para que lo pase Lalo Mir. Al día siguiente, también, lo
empezó a pasar Tom Lupo en la misma
radio, y así empezó a sonar. En el primer show que armo con esta banda, Lalo
llevó a Carlos Rodríguez Ares, quien
tenía una agencia de representación que había trabajado con Virus, Soda Stereo, Moris, Riff, Los Twist,
Cosméticos, y Los Abuelos de la Nada
y empiezo a trabajar con él. Lamentablemente, la CBS borró el master que
habíamos grabado con Marte Ataca y apostó todo por La Sobrecarga. Así que Rodríguez Ares me devolvió el contrato y me
dijo que a Marte Ataca no lo quería más pero sí quería que yo siguiera
trabajando con él como manager. Una propuesta que no acepté por lealtad a mi
grupo.
¿Y
cómo seguiste trabajando?
Me
fui a trabajar como programador al Teatro del Buen Ayre en donde hice varios
shows con Alphonso S´Entrega, con los
novatos Fabulosos Cadillacs, también
con los Redonditos de Ricota hasta que hicimos un show con una banda que tenía Daniel Melingo que se llamaba Escuela Basilio. Luego volví a la
agencia de Rodríguez Ares, como asistente de producción. Yo ya había hecho mis
primeras armas como asistente de producción para Riff, en la época del disco Riff
VII, y una noche Carlos Rodríguez Ares me preguntó de qué banda –de todas
las que habían en el listado de la agencia- quería ser manager. Elegí a Los Fabulosos Cadillacs porque me
pareció que era un grupo diferente a todos los demás.
¿Cómo
fue trabajar con los Cadillacs?
Los
tomé bien en los comienzos de la banda con el disco Bares y Fondas. A posteriori grabamos Yo te avisé, en el estudio ION, con la producción de Andrés Calamaro. Ahí nos fuimos de la
Agencia Rodríguez Ares y me asocié con Abraxas, la agencia de otro de mis
grandes maestros, Pity Iñurrigarro.
Grabamos el disco Ritmo Mundial, con Celia Cruz como invitada. Después de
muchas giras por el Interior del país con los Cadillacs tuve la oportunidad de
llevarlos de gira a Chile, Perú, Paraguay y Uruguay.
Lograste
tu cometido de hacer que el grupo llegase a tocar en el exterior…
Claro.
Lamentablemente, en 1989 se desata la hiperinflación, y el grupo ya no
facturaba como antes porque la situación del país era un desastre. Los
Cadillacs le debían un disco a la CBS, que terminó siendo El Satánico Doctor Cadillac. Un disco con una canción homónima delirantemente
dedicada a mí y un álbum en el que no aparezco en los créditos pero del que yo
hice toda la coordinación ejecutiva. Ese disco fue grabado en una época en la
que yo había dejado una parte muy tóxica de mi vida a partir de haberme
convertido en padre. Dejé la cocaína en el momento en que una parte del grupo
había empezado, justamente, a consumir esa mierda.
Un
momento difícil…
Sí,
además la grabación del disco había sido un caos porque al grupo se le habían
acabado los recursos artísticos. De hecho, en el álbum hay dos tracks
instrumentales porque no había letras para ponerles. Así que decidí bajarme del
barco antes de que se hunda. Ante la caótica situación del grupo, en noviembre
del ’89, dejé de trabajar con ellos. Ahí, la compañía CBS me da la oportunidad
de elegir trabajar con un grupo nuevo. En esa oportunidad, elegí a Los Perros Calientes, la banda de
Gabriel Carámbula. Con ellos grabé su primer disco, Los Perros Calientes, luego grabamos Cuando la noche cae. Además, en diciembre del ‘89, abrí primera
agencia, American Rocks Producciones Internacionales. Por esa agencia pasaron Los Guarros, Los Perros Calientes, JAF,
Alianza (el dúo de Barilari y Bistolfi), Los Violadores, Los Babasónicos, Manuel Wirtz; a todos estos
artistas no solamente los manejaba y los representaba, sino que, además, les producía
los discos y me encargaba de las gestiones con las discográficas. También hacía
el marketing: para cada show que organizábamos empapelábamos la ciudad,
alquilábamos teatros, etc. Luego de un par de años, después de haber traído a
tocar a Argentina a Jerry Lee Lewis, Sepultura,
L.A. Guns, Ratos de Porão, Steve Hackett, cerré la agencia.
Ahí
surge Tommy Gun Records, tu sello discográfico…
Sí,
en 1992. Ahí grabamos a todos los artistas que las multinacionales no se
animaban a grabar. El primer disco que grabamos fue Sol Lucet Omnibus, de Massacre; luego hicimos Acosados Nuestros Indios Murieron Al Luchar,
el primer disco de A.N.I.M.A.L; Fin de un
mundo enfermo, el segundo de A.N.I.M.A.L.; el disco de Radio Olmos… Y a
partir de ahí un montón de artistas más, como Los Yaria Brothers, Daniel Telis, Mandrágora…
Ahí
ya te había picado el bichito de la producción…
Sí,
totalmente. Yo, modestamente, siempre dije que no soy un manager vendedor de
tickets, o vendedor de shows, soy una persona que desarrolló artistas a nivel local
e internacional. El ejemplo de A.N.I.M.A.L es claro, un grupo al que posicioné
internacionalmente y con el que trabajé catorce años y grabé seis discos. Con
ellos me propuse eso y además hacerlos grabar en Estados Unidos. Para 1995, a
mi sello lo distribuía Warner Music y ahí fue una escalada meteórica no
solamente a nivel latinoamericano sino internacional. Estaba en el lugar
indicado en el momento preciso: el surgimiento del nu metal. Yo, también, tenía
mucha relación con artistas internacionales que tocaban en Argentina llevados
por Daniel Grinbank, como Los Ramones, Pantera, Suicidal Tendencies,
Prince, Joe Cocker, Eric Clapton, Mick Taylor. En todos esos shows internacionales,
el opening act (artistas soportes), estaba
a cargo de artistas míos. JAF con Clapton, Los Guarros con Joe Cocker y Prince,
Massacre con Ramones, y A.N.I.M.A.L. con Suicidal Tendencies, Pantera, Biohazard, Bad Religion, etcétera. Encima
también tenía relación con estos músicos en Los Angeles a partir de mi trabajo
con A.N.I.M.A.L.
¿Quiénes
te influenciaron como productor?
Me
gusta mucho el trabajo de Brendan O´Brien
con los Stone Temple Pilots. También
la diversidad musical de Rick Rubin,
que puede grabar desde AC/DC hasta Slayer pasando por los Red Hot Chili Peppers o Adele. Yo me siento muy identificado
con la labor de Rubin, que es uno de los productores que me influenció en mi
juventud, a partir de sus discos con Run-DMC
o los Beastie Boys. Por supuesto, no
puedo dejar de nombrar a tipos como Alan
Parsons que hicieron álbumes geniales como El Lado Oscuro de la Luna que aún hoy suenan fantásticos.
¿Cómo
se dio lo de Radio Olmos?
Se
organizó a partir de un llamado que recibo de la tía de un interno del penal,
lo cual me sorprendió bastante. Ella me dijo que tenía la autorización del
director del penal para organizar eventos recreativos para los internos que
gozaban de buena conducta. Le pregunté que habían hecho hasta ese momento, y me
contestó que habían organizado algunos partidos de fútbol con jugadores
veteranos, y con músicos de cumbia. Entonces le pregunté por qué me llamaba a
mí. Y ella me contestó que le habían dicho que la única persona vinculada al
rock que la iba a entender era yo. Entonces le pregunté qué podíamos llegar a
hacer, a lo que me respondió si yo podía traer un grupo de rock a tocar al
penal. Le pedí 24 horas. De movida llamé a Pappo
y le comenté mi idea de llevarlo a tocar allí y grabar un disco de Pappo´s Blues en vivo en la Cárcel de
Olmos. Justo la fecha que se podía hacer era el feriado del 17 de agosto de
1993. Cuando le confirmo la fecha al Carpo, me dice que no podía porque ese día
tocaba con B.B. King en el Madison
Square Garden, en Nueva York. Ahí surge la idea de grabar no solo a un grupo sino
hacer un mega festival, y ahí fue donde convoqué a Letal, Hermética, Attaque 77, Pilsen, Massacre y A.N.I.M.A.L. ya eran artistas de mi
agencia. También, se sumó U.K. Subs,
la banda londinense, quienes pidieron expresamente tocar en el penal. Un
festival organizado exclusivamente para los internos del penal en donde no se
le cobró un peso a nadie. Yo puse los fondos para la filmación de la película,
la grabación del disco, el transporte de los 150 civiles que entraron al penal,
el micro con 50 periodistas, etcétera.
¿Cómo
es en la actualidad producir a un grupo, teniendo en cuenta que hay tanta
autoproducción en las bandas?
Cambió
la era, cambió la época. La tecnología ayudó para algunas cosas pero también
destruyó otras tantas. Los músicos de rock siempre fuimos independientes. Yo siempre
fui un productor independiente que solamente se asociaba con las compañías
internacionales porque eran las que tenían el dinero para poder llevar a cabo
los planes que teníamos con los artistas. En la actualidad cambió todo. Hoy los
artistas tienen que pagarse sus propias producciones y tienen que pagarle a un
productor. Antiguamente, los productores éramos los que salíamos a la caza de
los talentos. Pero en aquella época no existía Internet, no existían las
bajadas digitales gratuitas. Ahora también hay un montón de gente que graba
demos en formato de discos, sin producción, y ponés esos discos al lado de uno
internacional bien producido, y vas a encontrar una diferencia abismal en el
audio, la producción musical, etc. Una cosa es grabar y otra cosa es producir.
Hay que saber diferenciar eso. Grabar, graba cualquier técnico poniendo “play –
rec” pero tener un productor idóneo dentro del estudio cambia radicalmente todo.
Ahora
también explosionó el mercado, hay bandas de rock por todos lados…
Evidentemente,
hoy el mercado goza de gran oferta de bandas. Antes, veinte años atrás, muy
pocas personas en Argentina podían tener una guitarra eléctrica de calidad. Pero,
por otra parte, el nuestro es un país roto, quebrado económicamente, en donde
también hay una invasión de música caribeña como el reggaetón. Entonces, se
dejó de dar valor a los artistas locales, habiendo tan buenas bandas. Y a
partir de Internet y de muchos medios de prensa, y “formadores de opinión”, que
promocionan o inflan bandas por lo que se llama payola, es decir, que son
medios pagos mientras que otros, por ignorancia o por mal gusto, le quitan
lugar a bandas y artistas realmente talentosos que inundan el under.
Afortunadamente, también existen programas independientes de radio, blogs
hechos por melómanos amantes del rock que están formados para generar opinión.
Hay una gran escena de música stoner, hay muy buenas bandas de rocanrol en
Argentina, muy buenos artistas de Rhythm and blues pero no tienen lugar en
ningún medio mainstream, lamentablemente. Tampoco hay lugar para el metal en
las radios. Ya ni Rock & Pop ni Vorterix tienen programas dedicados al
metal. Gracias a Dios existe el lugar que les dan los medios independientes en
donde trabajan personas que realmente aman lo que hacen y valoran al rock de
verdad.
¿Qué
es lo que te gusta de la escena actual del rock argentino?
Me
gusta muchísimo la escena under. Seguramente, hoy la mejor banda nueva del país
no está tocando en un estadio sino que está tocando en un lugar en donde solo
hay catorce personas de las cuales siete están en pedo, borrachas, y las otras
siete con el celular en la mano. No convocan público porque los medios masivos
no las difunden. Antes la gente de los medios o los periodistas venían a las
agencias y a los sellos discográficos a buscar discos. En la actualidad reciben
los discos en las mismas redacciones de los medios y los tiran sin siquiera
escucharlos. Ya no hay críticas de discos.
En
medio de esa devastación nunca dejaste de producir nuevos grupos…
Sí.
Colérico Buda, Twats, Sulfúrico,
Jaqueca, M.O.S.H., Cara-Cortada, Granada, Soldadores, esas son todas bandas
a las que produje y me dieron grandes satisfacciones. Hay un montón de bandas
más que me gustaría producir pero que, lamentablemente, no gozan del
presupuesto como para organizar una producción digna.
¿Y
cómo viene tu presente como músico?
Mirá,
con las dos bandas en las que estoy, el trío Castello – Fargo – Taranto como con Dromedarium, grabamos dos álbumes. Tenemos otros dos discos
grabados por la mitad por la falta de tiempo y presupuesto.
Hay
una pregunta infaltable en nuestras entrevistas: ¿Qué tema de otro artista te
hubiera gustado componer?
“Lazy”,
de Deep Purple. Me parece una obra
suprema. Es la conjunción más grande que tiene el rock con la música clásica,
el jazz y el metal.
¿Cuáles
son tus proyectos actuales?
Estoy
por terminar la película Radio Olmos que después de veintiséis años y muchísimos
obstáculos para terminarla va a ver la luz. Además, acabo de producir a una
banda chilena llamada Slowkiss, que
esta rankeando muy bien en Chile, Colombia, Los Angeles, Polonia, Holanda. Por
otro lado, estoy colaborando en el desarrollo de dos bandas: Carnarium y Antenor. También, más allá de hacer “la arquitectura del sonido”, como
yo llamo a mi labor, quiero empezar a hacer una serie de otras películas o de
capítulos documentales con mi propia historia y de los grupos que trabajaron
conmigo dado que tengo un archivo de más de 3500 horas de video de alta
calidad. Ojalá lo pueda hacer aunque va a ser muy difícil de llevar a cabo. Lo
importante es que siempre prevalezca lo cultural por sobre lo económico. Esta
es una norma que siempre llevé a cabo durante 35 años de carrera. Sé que hice
muchas cosas pero desde el fondo de mi corazón siento que lo mejor está por
venir.
Emiliano Acevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario