Mientras se
sienta en su sillón preferido, Daniel Alambre
González empieza a recordar algunas de las muchas anécdotas de su vida. A su
lado descansa una hermosa guitarra eléctrica G&L, y otra que pertenece a su
pequeño hijo. También hay una batería armada, con algunos equipos alrededor,
una consola y varios parlantes. “Una vez
fui sesionista de Cacho Castaña”, dice. “Ese
sí que es un loco lindo, muy travieso, más rockero que ninguno, ¿eh? Un tipazo.
Bueno, como sesionista he llegado a tocar hasta con Los Carabajal, y Los
Nocheros.” Estamos en la casa de Alambre, en el barrio de Palermo, en la
sala donde dedica muchas de sus horas a una de sus máximas pasiones: la música.
A pesar que esta no es una habitación demasiado grande, aquí toca, compone,
graba y enseña guitarra. Por supuesto, Alambre también es un melómano hecho y
derecho. Será por eso que cerca nuestro hay varias estanterías llenas con cds y
dvds de sus artistas preferidos. Rápidamente,
con solo mirar alguno de los títulos, es muy fácil darse cuenta que a nuestro
entrevistado le gustan mucho el rock y el blues. De cualquier forma, sus gustos
musicales son amplios y no se agotan en esos dos géneros. Por eso no sería raro
verlo escuchando un tango, un disco de folklore o disfrutando de un dvd con un
concierto de jazz fusión. Él mismo es un músico ecléctico, curioso y
experimental, que ha transitado por varios ritmos y estilos. Ya lleva casi 50
años tocando, desde el momento en que su padre le regaló su primera guitarra.
Fue durante la época de oro del folckore argentino, a mediados de los ´60. Esos
fueron años de aprendizaje, haciendo música folklórica en la escuela primaria.
Luego, durante su adolescencia en los ´70, González combinará su amor por las
motos con su creciente entusiasmo por el rock, empezando a desarrollar una
carrera tan intermitente como apasionada. Hoy, a pesar de ser uno los mejores
(y más respetados) guitarristas del rock vernáculo, aun prefiriere un estilo de
vida sencillo, alejado de los flashes y la notoriedad. Quizás, porque en el
fondo, Alambre nunca dejó de ser ese pibe aventurero de Colegiales que pateaba las
calles corriendo atrás de un sueño…
ENTREVISTA > Es común que los músicos de rock
argentino de tu generación digan que empezaron tocando folklore. Es indudable
la influencia de ese género en los ´60, ¿no?
Sí, tal cual.
Bueno, en mi caso, yo empecé a los 12 años, a fines de los ´60. Sin embargo, ya
venía escuchando música desde hacía varios años. Imaginate, esa fue la época
más popular de Mercedes Sosa, Horacio Guarany, y otros intérpretes. Justamente,
fue mi viejo quien incentivó esta pasión en mí, quizás debido a su propia
frustración de no haber podido ser músico. Al principio, me hacía tocar el
bombo y cantar, mientras me hacía escuchar discos del Cuchi Leguizamón, los
Hermanos Ábalos, etc. A mí me mandaron a estudiar folklore con la guitarra,
casi como por obligación. Paradójicamente, esa imposición familiar fue la que me
terminó alejando del género, y que hizo que me dedicara al rock. Porque, al
final, me terminé hinchando las pelotas con tanto folklore… Recién ahora me doy
cuenta de lo groso que era tocar eso, y por eso me dan ganas de recuperar todo lo
que alguna vez aprendí de la música folclórica. Porque si bien nosotros hacemos
un rock nacional que tiene un sello muy nuestro, está muy bueno fusionarlo con
el folklore o con el tango. Como lo que hace Iorio, con sus letras que
incorporan cosas de Larralde. Intercambiar géneros y estilos está buenísimo…
¿Cuáles fueron los primeros artistas de rock que
te gustaron?
Bueno, en un
carnaval tuve la suerte de ver a Manal, a través una ventana, mientras estaba parado
en la vereda de un local bailable que quedaba a diez cuadras de mi casa. En ese
momento me volaron la cabeza, viste. Entonces decidí pasarme del folklore al
rock. Así empecé a ir a un teatrito de la Calle Corrientes, a ver conciertos de
Billy Bond y La Pesada. Siempre me acuerdo de una vez que estaba parado en la
vereda de ese teatro y vi a Pappo bajando de una Estanciera, con una llave
inglesa engrasada en la mano, yendo directo al escenario… ¡Una demencia! Todo
eso me volvía loco. Aunque yo era un pibe, ya quería ser como ellos. Mi obsesión
era ser como Claudio Gabis o como Kubero Díaz. En mi caso, al no tener
referentes anteriores, el hecho de empezar viendo a estos pioneros de nuestro
rock tocando en vivo fue un shock muy fuerte. Rápidamente, me empecé a
obsesionar por su música, y me moría por tener acceso a todos los discos de La
Pesada y los demás grupos de la movida. Por supuesto, esa época no era como
ahora, en donde tenés internet o YouTube para ir conociendo bandas nuevas. En
aquellos tiempos lo que hacíamos los pibes era prestarnos o intercambiar
discos.
¿Cuándo empezaste a tocar guitarra eléctrica?
Más o menos, a
los 14 o 15 años, con las primeras Faim, tratando de emular a mis ídolos. Como
yo era fanático de El Reloj, en los shows miraba la guitarra Ovation ovalada de
Willy Gardi, y me volvía muy loco. Por eso le llevé mi Faim al carpintero de la
vuelta de mi casa para que le sacara los cuernos y me la dejara parecida a la
guitarra de Willy.
Sos autodidacta, ¿no?
Sí, sí. Siempre
digo que estudié en la “academia del orto”, porque toco todo de culo... (risas)
Yo aprendí poniendo los discos en el Winco, a 16 RPM, vuelta y vuelta; hasta
que iba sacando los solos de viola. Hoy hay mucha tecnología, muchos programas
que te bajan la velocidad de los temas sin deformarte la canción, para que los
vayas sacando mientras los escuchás. Pero yo no uso nada de eso, sigo siendo orejero.
Nunca estudié, en el sentido más estricto de la palabra. Por supuesto,
investigué por mi cuenta a la hora de aprender, pero mi escuela de la música
terminó siendo encontrarme con amigos a tocar e irnos pasando cosas, técnicas,
fraseos.
¿Cuáles fueron los primeros grupos de rock
internacional que escuchaste?
Como yo no hice
la secundaria, empecé a laburar en un taller mecánico de motos. Dio la
casualidad que enfrente del taller ensayaba un grupo, y por eso siempre me
quedaba escuchando lo que hacían con mucha atención. De repente, un día vino un
gordo de pelo largo al taller para arreglar una Harley Davidson, y al verme tan
copado con el rock, me regaló el disco Isla
de Wight, de Jimi Hendrix. Por supuesto, la primera vez que lo escuché no
entendí nada. De movida, me parecía muy rara la música de Jimi, pero finalmente
me atrapó, y ahí empecé a tratar de imitar sus solos de viola. Después me copé
mucho con Johnny Winter. En esa época también empecé a escuchar los vinilos de
música negra, de la Motown o de Atlantic, que siempre estaban en la batea de
las ofertas en las disquerías. Yo siempre prefería comprarme discos en oferta,
en vez de comprarme álbumes nuevos. Porque con la misma plata que me salía un
vinilo nuevo me podía llevar tres en oferta. Haciendo eso pude conocer un
montón de álbumes maravillosos de Aretha Franklin, Otis Redding, Albert King,
BB King, etc.
¿Y cómo fueron los primeros grupos en los que
tocaste?
Al principio, armaba
bandas barriales muy experimentales. Hacíamos covers de Cream, afanando los
solos de Pappo.
¿Pappo fue el que te puso Alambre de sobrenombre?
Sí, tal cual.
Fue en 1976, 77. En esa época yo ya estaba muy copado con la viola, y me
encerraba horas y horas a tocar con la acústica. En esa época entré a laburar
como asistente de Juan Rodríguez, el batero histórico. De esa manera me
convierto en plomo de Polifemo, en donde tocaba Juancito, y también empiezo a
ir a los ensayos de Seleste, la banda de David Lebón. De la mano de ellos dos también
lo conocí a Charly (García), viste. En resumen, yo sentía que estaba tocando el
cielo con las manos, al poder conocer a todos esos músicos a los que yo
admiraba. Incluso, terminé formando un trío con (Alejandro) Medina y Juancito (Rodríguez),
en donde hacíamos temas de Lifetime (la banda de jazz-rock de Tony Williams, en
donde tocaba la viola Allan Holdsworth). Me acuerdo que Pappo venía a vernos
tocar en un boliche que se llamaba Acueducto, y nos gritaba: “Eh, caretas, toquen blues…” (risas) Por
supuesto, siempre que venía, lo invitábamos a que se subiera al escenario para
tocar con nosotros. Finalmente, de tanto zapar y tocar juntos, terminamos
haciendo una gira con el Carpo. Fue ahí, cuando me empezó a conocer un poco
más, que Pappo me terminó apodando “Alambre”. Por supuesto, yo aún era muy pibe
y no podría creer que ya estaba compartiendo la ruta con mis ídolos…
Así que terminaste tocando en esa versión de Pappo
Blues…
Sí, yo le hacía
la guitarra rítmica al Carpo. Todo un honor, por supuesto. Rápidamente, nos
hicimos amigos, y terminé conociendo su casa y a Angelita, su mamá. Me acuerdo
que ensayábamos en la pieza de arriba, y ahí empezó a hacerse el proyecto de lo
que luego sería Riff, aunque yo no llegué a tocar ahí…
¿Cómo era Pappo?
Era como un
pibe, un nene malo; pero un tipazo. Sé que hay otras personas que quizás pueden
hablar mal de él, debido a alguna de sus conductas o reacciones, pero yo nunca
tuve ningún problema, jamás me faltó el respeto. Siempre tuvimos la mejor onda,
hasta el final. Hasta un mes antes de morirse, venía a mi casa y se tiraba en
la cama a ver videos de blues y música negra, mientras mi mujer nos cebaba
mate, o se venía conmigo a la quinta a comer con mi vieja. Por supuesto, ni
hace falta que lo diga, como guitarrista es irreemplazable. Era muy groso. El
loco llevaba encima la esencia misma del rock, y siempre salía a patear culos
cuando tocaba. Lo extraño mucho.
Además de tocar
junto a Pappo, en el ´78 Alambre participó de MAM como músico sesionista, en
donde tocó junto a Ricardo y Omar Mollo y Diego Arnedo gracias a la
recomendación de Juan Rodríguez; participando en los proyectos de “MAM” y
“Familia G.R.A.M”. Más tarde llegaría el turno de Alambre y la Doble Nelson, en
donde Alambre tocó junto a su hermano Gustavo Bolsa González (batería), Sirso Iseas (bajo), Pipo Vega (guitarra),
Patán Vidal (teclados) y Claudia Puyó (coros). Luego, junto a Bolsa (batería),
Máximo Pera Renauld (bajo) y Patán Vidal (teclados) grabó Sopa Caliente (2000), bajo el nombre de Alambre & los
Vibroking. En 2007 grabó Casino, su
primer disco solista, y luego Yo invito
(2009); éste último con producción de Sirso Iseas y el propio Alambre, y la
colaboración de Pato Raffo (batería), Silvio Marzolini (teclados), Daniel
Andretta (guitarra) y Sirso Iseas (bajo).
¿Desde cuándo vivís de la música?
Desde nunca…
(risas) No, bueno, yo laburé de todo lo que te puedas imaginar. Laburé mucho en
casas de música, también de camionero llevando fruta, o haciendo mecánica de
motos, como te contaba antes. Las motos son mi otra pasión, junto a la música.
De hecho, hice tantos laburos diferentes a lo largo de mi vida porque siempre
me costó mucho concebir a la música como un trabajo. Siempre prefería laburar
de otra cosa para poder tocar lo que me gustaba, sin tener la necesidad de vivir
de la música. Lo que también me pasó es que yo tuve muchos intervalos, muchos
parates en mi actividad musical, a lo largo de los años. Quizás, eso pasaba porque
nunca me tomé la música demasiado en serio. Capaz que tocaba un tiempo y luego
paraba dos años, para irme a vivir al sur. Más tarde, volvía a tocar durante un
tiempo, hasta que volvía a parar tres años para dedicarme a correr en moto. Incluso,
en una época de mi vida, fui sesionista, y tocaba con un montón de gente
diferente, o hacía jingles; hasta que también me cansaba de esos trabajos,
porque me quemaban la cabeza, y terminaba largando todo, sin querer saber más
nada con la música… Hasta que, de repente, volvía a tocar, y luego volvía a
parar durante tres años para dedicarme a la droga… En resumen: estuve demasiado
tiempo haciendo pelotudeces. Finalmente, un día me di cuenta que lo que en
verdad me hacía feliz en la vida era dedicarme con todo a desarrollarme como
músico. Hoy puedo decir que me siento pleno con lo que hago. También recién
ahora, más o menos, puedo pilotear la situación, y vivir de la música. Por otra
parte, a esta altura de mi vida, no me interesa hacer concesiones con respecto
a lo que me gusta tocar. Si a alguien le gusta lo que yo hago, y me viene a
buscar para que toque, bienvenido. Lo que nunca me gustó, ni me va a gustar, es
ir corriendo desesperado atrás de un manager para que me dé pelota…
¿Cómo fue tu relación con las drogas?
En otras
épocas, creo que las abordábamos como un despertar de la conciencia a otros
lugares, o para meterse dentro del ser y así conocerse un poco más. Nos
poníamos a charlar de cosas un poco más profundas, y esas charlas siempre eran muy
copadas, viste. Por ahí, hoy se volvió un poco más violento el modo en que las
personas se relacionan con las substancias. Por ejemplo, es muy triste ver lo
que les pasa a los pibes con el paco. Creo que eso está un poco digitado por
ciertos sectores del poder, ya sea por desidia o acción directa, haciendo que
esta población de pibes marginales se mantengan los más pelotudos posibles o
que, directamente, desaparezcan.
Antes dijiste que sentías que el consumo de drogas
te había hecho perder el tiempo. ¿Hubo algún momento puntual en que te
asustaste, en que pensaste “hasta acá llegué”?
Claro, porque
cuando la droga pasa a ser lo más importante en tu vida, o lo prioritario, se
vuelve una cagada. Eso me pasó cuando vi que todo se tornaba un círculo
vicioso, un proceso que daba vueltas en un mismo lugar, y que ahí no se
aprendía nada, que no se salía hacía ningún lugar y que quedabas boyando en la
nada. Ahí me di cuenta de que necesitaba cambiar, y que pasaran a ser mucho más
importantes en mi vida la música, el arte, la familia, los amigos. Entonces terminás
priorizando las cosas de otra manera, enfocándote en lo que realmente importa
en la vida, cambiando totalmente tu escala de valores.
EL ARTE DE HACER UNA CANCIÓN
Ese tema está
inspirado en los paseos que hacemos con mi hijo por el Barrio Chino, en donde él
me pide que le compre alguna espada de los ninjas, bolitas u otros
juguetes. Ahí siempre veía a unas chicas con una onda medio de tugurio, y me
imaginaba que eran geishas. Me quedó flotando algo en la mente
esa idea, de imaginarlas como protagonistas de una película oriental. Por
supuesto, todo termina siendo algo meramente ficticio, nada que yo haya vivido en la realidad. Sin embargo, soy un convencido de que si algo vive en tu
cabeza, aunque sea una fantasía, en algún lado de la vida existe.
¿Y “Hortensia”?
Esa canción
tiene que ver con el barrio en donde vivía mi vieja, cerca de la calle Godoy
Cruz, un lugar que siempre estaba lleno de travestis. Para mí era habitual ver
a algún muchacho muy femenino pero con voz de hombre, porque siempre pululaban
ahí nomás, abajo de la casa de mi vieja.
¿”Taxi al infierno”?
Ese tema es
viejo. Lo hice en los ´80, pero había quedado inconcluso, tirado en el medio de
un cajón. Creo que lo hice a partir de una frase suelta de donde se fue armando
la letra, paulatinamente, en forma inexplicable. La verdad, no podría
explicarte como lo compuse, porque ni yo mismo lo sé muy bien.
¿”El Alamblues”?
Ese es un tema de
Jorge Pasquali, un muchacho muy amigo mío, que falleció hace poco. Él me había
mostrado el tema, pero no tenía estribillo, no tenía letra. Entonces nos
pusimos a tararearlos juntos, así yo le fui armando la letra; armamos el estribillo,
y lo seguimos hasta terminar de darle forma. La letra habla acerca de una idea
a la que adhiero, que se relaciona con “sostener la bandera de la dignidad y la
autenticidad”, para pelear por lo que uno ama, y así plantarse en la vida desde
un lugar propio. Es un tema al que le tengo mucho cariño, porque me recuerda a
Jorge, un tipazo que fue muy compinche mío…
¿”La mosca y la araña”?
Uy, qué
quilombo. La verdad, yo soy un desastre para explicar mis temas, porque mis
letras están basadas en una imagen, en algo que veo, ¿entendés? Supongo que la
letra de esta canción tiene que ver con otra ocurrencia mía, en donde relato lo
que es estar en una fiesta, lo que sucede entremedio de un copetín, cuando, de
pronto, entro a alucinarme con ese momento en que una mano gigante aparece para
matar a esa “mosca” molesta que me está hinchando las pelotas. Se relaciona con
esa idea de que siempre hay alguien, algún ser molesto, que te está “tocando el
culo” en algún momento lindo.
¿”Pool, billar y copetín”?
Esa canción
habla de Colegiales, Chacarita, la esquina de Lácroze y Álvarez Thomas. Trata
sobre esos lugares que están arraigados en mi vida. Por ejemplo, el edificio en
donde hoy está (la radio y teatro) Vorterix, porque ahí estuvo el cine de mi
infancia. Siempre me acuerdo cuando era un pibe y ambicionaba cumplir 18 años
para poder entrar a ver las funciones de adultos. Yo nací a dos cuadras de esa esquina.
Por eso, cuando una vez me invitó Divididos a verlos tocar en ese teatro, me
pegó mucho estar de vuelta en ese lugar, y recordar aquellas viejas películas
que yo vi ahí. Casualmente, entre todos los trabajos que hice en mi vida, en
ese cine laburé de combinador. Yo era el tipo que transportaba en moto los
rollos de los films, de un cine a otro. Los ponía arriba del tanque de la moto,
y salía de raje para llegar con el rollo que faltaba antes que terminara la
proyección. También, enfrente de ese viejo cine había un billar en donde los
pibes nos quedábamos dormidos, cabeceando arriba de la mesa hasta el otro día.
En ese mismo lugar, desde muy chiquito, me he quedado varias veces mirando los
billares desde la ventana, la ñata contra el vidrio.
¿Por qué crees que las letras de tus temas tienen
un dejo casi tanguero?
Salen así, no
es algo planeado. Lo del tango me pega por el lado del barrio, los amigos;
todas esas cosas que forman parte de la esencia de uno. No me sale escribir
letras de canciones con mensajes implícitos o motivados por una temática
determinada.
¿Qué canción de otro artista te hubiese gustado componer?
De Spinetta,
unas cuantas. Me quedo con “Hola, Pequeño Ser”, un tema de Pescado Rabioso que
tiene un solo de guitarra que es increíble. Un solo que me emociona siempre y
nunca me canso de escuchar. Igual, son muchísimos los temas lindos que me apasionan.
Hay muchas canciones de Pappo y de Divididos que me encantan. Hasta te podría
nombrar algún tema del Cuchi Leguizamón, o a “Catalina Bahía”, de Pedro y
Pablo. Es muy difícil nombrarte una sola de todas las canciones que me
marcaron.
¿Te costó largarte a cantar?
Sí, mucho. Es más,
aun me cuesta mucho. No sé si es algo que disfrute demasiado, viste. Aunque
después me enganche y me relaje, siempre tengo la idea de quizás tendría que invitar
a algún cantante para que cante mis temas y así poderme concentrar totalmente
en la viola, que es lo que mejor sé hacer. Lo que pasa es que tener que estar
dependiendo de los cantantes me vuelve loco, porque tienen mil idas y vueltas.
Ese debe ser el motivo principal de que haya decidido ponerme a cantar yo. Además,
estoy casi convencido de que, aunque yo cante como el culo, nadie va a
interpretar mis temas mejor que yo…
AMIGOS, GUSTOS Y PREFERENCIAS
Sí, los libros.
He leído mucha literatura de la movida de los ´70, y también a autores como
Khrisnamurti. Lo que también me gusta mucho es la pintura, viste. Pintar es
algo que me debo. Tengo ganas de hacerme un poco de tiempo para tirarme acá con
un lienzo a pintar…
De movida, te debe gustar dibujar, entonces…
Sí, me gusta
mucho. Igual, lo mío es muy amateur. De hecho, en algún momento he pintado
algunos oleos, pero de manera nada profesional, de puro gusto nomás.
¿Siempre viviste acá, en Palermo?
No, yo nací en
Colegiales, después viví en Chacarita, y luego me vine a vivir a Palermo. Pero
cuando Palermo no era un barrio de putos…
Ahora se puso muy top…
Claro, antes
vivir en Palermo era cosa de guapos. Por ejemplo, en la parte en donde ahora
está Las Cañitas no entraba ni la cana, era super heavy esa zona. Después, de
20 años para acá, empezó a cambiar mucho, y todo el barrio se llenó de
boliches… Una situación que ya me tiene harto, y por la que me quiero ir a la
mierda. Porque a pesar de que aun siga viviendo esa gente que siempre estuvo acá,
el barrio también está atestado de “forasteros”, como decía Pappo. De buenas a
primeras, este barrio se llenó de extranjeros, turistas, o de gente que está de
paso por los boliches. Por ejemplo, un domingo a la tarde me tenía que ir a tocar,
y –por boludo- dejé la guitarra apoyada en un árbol. Salí, pegué la vuelta a la
manzana, y al toque me avivé que no tenía la viola, pero cuando volví a
buscarla ya se la habían llevado. En otra época, estoy seguro que me la hubiera
rescatado un vecino, o si no el tipo del taller, o el del negocio que vende
camperas acá enfrente; y me la hubiesen guardado. Pero ahora hay mucha gente pululando,
que viene de paso al barrio, y se va. Seguramente, alguien que justo pasaba, la
manoteó al voleo, y se la llevó…
Un bajón…
Sí, porque era
un guitarra carísima, y una de mis preferidas. Para colmo, la perdí una semana
después de comprarla. Me acuerdo que había puesto en un aviso, por si alguno la
había encontrado o la había visto, para que me avisara; pero no pasó nada.
Hasta que una tarde me tocan el timbre, abro la puerta, y aparece Ricardo
(Mollo) con una viola en la mano, y me dice: “Tomá boludo, te regalo una guitarra”. Y me regaló una G&L
divina. “Hacé lo que quieras. Vendela,
tenela. Es tuya”. Yo no quería agarrarla, me daba vergüenza. Pero él
insistió, diciéndome que no fuera pelotudo, que me la regalaba y no le tenía que
agradecer nada. Esa actitud de Ricardo, tan generosa, fue maravillosa. Me
demostró que es mi amigo y un tipazo genial, porque, a pesar de que no nos
veamos seguido, nunca dejó de tenerme en cuenta.
Además de Ricardo, ¿quiénes son tus otros amigos
entre los músicos del rock?
Diego Arnedo,
Omar Mollo, Juancito Rodríguez, Alejandro Medina… Todos ellos son tipos con los
que sé que puedo contar, si tengo algún problema. Todos son tipos a los que
sabés que les podés golpear la puerta de la casa a la 6 de la mañana, y van a
estar ahí para ayudarte, viste. Estos son los conocidos, sin embargo, tengo muchos
amigos por fuera del mundo de la música, que también son parte de mi familia.
¿Cuáles son tus ídolos de la guitarra?
Un montón. De los extranjeros te puedo nombrar
a Jeff Beck, George Benson, Scott Henderson, John Scofield, Johnny Winter,
Albert King, B.B. King, Freddie King… De los de acá
me quedo con Pappo (por supuesto), Daniel Raffo, Hugo Méndez, Matías Siciliano,
Ricardo Mollo, Kubero Díaz, Botafogo… Qué sé yo, es una lista interminable. No
sigo nombrándote, porque me están quedando afuera un montón que me gustan
muchísimo.
¿Te gusta el rock actual?
Casi que no
escucho rock en la radio. Me la paso escuchando tangos todo el día en la 92.7
(La 2x4 FM), porque los programas que hay en las radios de rock me aburren
muchísimo. Tampoco me puedo enganchar con los nuevos grupos, sean ingleses o
norteamericanos. Me parecen una mala copia, medio infantil, de grupos
históricos como los Who, o de la música de los ´50 y ´60. No me identifico con
nada de lo que está sucediendo.
¿Te gustaría que hubiese más programas de rock
nacional clásico?
Sí, porque así
como se le da impulso a las nuevas bandas –algo que me parece genial-, también
creo que estaría bárbaro que hubiese más espacios para que la gente del rock
que la viene remando hace mucho tiempo, viste. Acá no se cuidan a los artistas
veteranos, todo es una onda “bueno, no vende, ya no sirve”.
¿Cuáles dirías que son tus influencias estilísticas
como músico?
Bueno, en eso
soy medio cachivache. Siempre digo que soy aprendiz de todo y oficial de nada,
viste. No soy un blusero clásico, tampoco jazzero, porque no sé tocar jazz, ni
tampoco funkero… Pero me gusta todo, y por eso tengo un poquito de todo en mi
estilo –como si fuera un hibrido-, y eso es lo que se puede apreciar en mis
discos, que tienen baladas, algún funk, rock and roll, blues, fusión… Quizás,
ese quilombo de estilos, comercialmente, no esté bueno; pero lo hago porque es
lo que me gusta.
PRESENTANDO EL DISCO NUEVO
Sí, en estos
últimos años estuve grabando mi nuevo disco.
Este material
surgió en forma más salvaje que mi anterior álbum (Yo invito), que había tenido más labor de preproducción. En cambio,
este disco nuevo es más crudo, nos tiramos de una a grabar los temas, sin
cranearlos demasiado (sic). Por eso me gusta. Hacía rato que quería hacer un
disco así, bien crudo. Sin embargo, todavía no logro grabar un disco tan crudo
como me gustaría. Siempre fantaseé con grabar un disco en toma directa, dejando
los solos como salen en directo, sin sobregrabaciones; con la banda sonando
como si fuera en vivo, viste. Ese es un proyecto que todavía me debo.
¿El disco ya está terminado?
Sí. El cd ya
está grabado, está listo. Falta mandarlo a fabricar, y en poco tiempo sale a la
calle. Se va a llamar El Hombre. Por
supuesto, es un disco armado 100% a pulmón.
¿Con quién lo grabaste?
Con los mismos pibes que Yo invito. Como te decía,
este va a ser un disco urgente, directo. Con temas compuestos por mí, más uno
de Pato (Raffo) y otro de Hugo. También va a incluir una versión del clásico de
Robert Johnson “Rollin' and Tumblin'”. Los nombres de los temas son “Joselina”,
“Martes 13”, “Tiro loco”, “Se feliz”, “Otra oportunidad”, “El hombre”, “Pin
9”, “Preocupado y aburrido”, “Algún día”,
“Corazones rotos” y “Rodando y cayendo”.
Fue grabado y mezclado por Mariano Ast.
Estás tocando mucho, ¿no?
Sí, por suerte.
Venimos girando bastante, ahora estuvimos tocando en Capital, en un teatro del
Abasto, también en Palermo; y antes tocamos en La Trastienda. También anduvimos
por Mar del Plata. En marzo vamos a tocar de teloneros de Buddy Guy…
¿Alguna vez te molestó no ser un artista masivo, o
ser considerado un guitarrista de culto?
Mirá, lo vivo
con naturalidad porque la fama es puro cuento, como dice el tango. Eso es un
problema, una expectativa de los demás, no mía.
Yo elegí tocar porque me gustaba. Si gano plata, mejor; pero si no gano,
no importa, porque voy a seguir tocando lo mismo. Por suerte, la gente que me
viene a ver es un público espectacular, que disfruta mucho con lo que yo hago.
O sea, que no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Siempre me voy a
sentir bendecido por el hecho de ser músico. Porque hago lo que me gusta, toco
con amigos, a veces grabo, me divierto, disfruto… Eso, para mí, es el éxito.
ENTREVISTA: EMILIANO
ACEVEDO
Emocionante reportaje! Una historia de ejemplo Daniel Alambre Gonzalez! Gracias eternas por la música que nos das! Abrazo del alma!
ResponderEliminarUn grande Alambre, talento , humildad y huevos, mis respetos y admiracion
ResponderEliminarlinda nota ¡¡ de alguien practicamente desconocido para el publico general¡
ResponderEliminarGracias, Gastón! Justamente, esa es la esencia de nuestro blog...
EliminarDANNY,puro talento y gran persona
ResponderEliminarExcelente la entrevista Emiliano. Siempre Manal como puntapié inicial, piedra basal. Creo importante adoptar como consejo su historia de vida, quedandome con una de tantas frases: "...sostener la bandera de la dignidad y la autenticidad...” una bandera que ciertamente legitima y por momentos lleva forma de cruz. Inmenso Alambre, bendiciones.
ResponderEliminarAlambre toca dia mejor! es el Gardel de los violeros !!!
ResponderEliminarUn día hace mucho tiempo atrás el "Tucán Stallo" me dijo que había un violero que no tenía nada que envidiarle a Pappo, le decían "Alambre", entonces lo escuché y me partió el mate, y en aquel momento pensé que no había que compararlo ni con Pappo ni con ningún otro, ya que él tenía su propio sonido y su manera muy particular de tocar, y en lo que sí estuve de acuerdo con el "Tucán" es que Alambre es un violero excelente...!!!
ResponderEliminarFLACO SOS UN GROSO DE NUESTRA MUSICA TE MANDO UN GRAN ABRAZO Y EN MI PROGRAMA DE RADIO DE STREMENG PASAMOS MUCHA MUSICA NACIONAL DE LA VIEJA GUARDIA GRACIAS POR TU MUSICA ABRAZO GIGANTE ATT: OSVALDO CORSARO.
ResponderEliminar