De
esto y de los entretelones de esta reunión histórica trata el libro del prestigioso periodista, crítico y músico Claudio
Kleiman publicado el año pasado: La
historia de una reunión secreta: Manal (Disconario Ediciones).
Para saber cómo lo hizo nos encontramos con él y charlamos sobre ese reencuentro
tan fugaz como inesperado de la banda más grande de blues en castellano de la
historia.
ENTREVISTA> Claudio, ¿cómo surgió la idea de este libro?
Manal
es una banda señera en el rock nacional y eso me parece muy significativo. Ellos
son los inventores del género blues en castellano. Además es una banda muy
misteriosa, prácticamente no existe una biografía sobre ellos. Sin embargo, no
me había propuesto escribir un libro sobre Manal. La cuestión surgió medio de
casualidad porque después de la reunión de 2014 pasaron un par de años y cuando
estaban trabajando en la edición en cd y DVD del recital del trío en Red House, Jorge Corcho Rodríguez,
que había sido como el factótum y mecenas del evento, me pidió que escribiera
un texto introductorio para esa edición. Entonces, aprovechando que los Manal
estaban muy comprometidos con la idea, acepté la propuesta y sugerí
entrevistarlos a todos: Javier Martínez, Claudio Gabis, Alejandro Medina; al
propio Corcho Rodríguez, y a la quinta pata de este evento, el sonidista
histórico del rock nacional, Adrián
Taverna, que había sido el encargado de grabar los ensayos y el concierto,
y luego de mezclarlo en los estudios Electric Ladyland, en Nueva York. La idea
era obtener algunas frases que pudiera citar en el texto que iba a escribir.
Pero después me di cuenta que el material que había obtenido era riquísimo y
superaba el propósito inicial. Cuando lo comencé a armar me di cuenta de que
iba a tener casi la dimensión de un libro.
¿Qué sensaciones te quedaban al leer esos testimonios?
La comprobación de que la reunión de Manal había sido un hecho atípico. No hay precedentes, no solo en Argentina sino tampoco en el mundo. Imaginate: la reunión de un grupo histórico que sea a puertas cerradas solo para pocos invitados. Porque las reuniones se hacen en estadios o lugares similares para obtener un redito económico. Al margen de que muchas reuniones hayan sido artísticamente muy productivas, siempre está el tema del redito económico por detrás, y eso es algo que no existió en este proyecto.
Mi texto iba a salir junto con una edición especial numerada, para coleccionistas en un estuche simulando un anvil que, además, contendría el cd, el DVD y un libro de fotos de Néstor Díaz. Ese proyecto naufragó. La realidad política y económica de nuestro país siempre se encarga de atentar contra proyectos ambiciosos de este tipo. Sin embargo, mi texto introductorio se usó para la edición en cd y DVD. El resto del relato que había hecho quedó guardado y durante la pandemia, en donde tuve más tiempo para cranear cosas, me di cuenta que el tiempo que había pasado no solo no desactualizada ese material sino que le daba más valor. De hecho, el nombre de Manal ha seguido creciendo con el paso del tiempo. Además tengo la suerte de que ellos tres sean mis amigos y conmigo hablan de una forma que no está plasmada en otras notas, además no había ningún libro de Manal… Así que me decidí a sacarlo en ese formato.
Hablé
con Miguel Dente, de Disconario Ediciones,
porque él tenía una colección llamada, si no me equivoco, Dicho y Hecho, que estaba dedicada a conciertos históricos, a
eventos puntuales. Miguel leyó el texto y se entusiasmó. Una vez que tuve el
editor, enriquecí el texto con cosas que están muy buenas: Una reseña del
concierto en sí. Por otro lado, una especie de historia comentada que funciona
como prólogo, y por último, testimonios de Chizzo
de La Renga. A él le agradezco mucho
su colaboración porque ellos no le dan notas a nadie y no tuvo problema en acceder
a mi pedido. Es muy importante la participación de Chizzo en el libro porque él
es un referente para otras generaciones, es, también, un continuador de la
línea musical de Manal y además fue el único músico invitado a participar de
este concierto en Red House. Con eso
quedó bastante redondito el libro.
¿Cómo llegó Manal a tu vida?
Personalmente,
creo que es la banda que más me ha influenciado. De muy pocos tipos se puede
decir que son los creadores de un género. Y Manal lo hizo: el blues en
castellano. No sé si hicieron el primer blues, probablemente hay algunos
antecedentes, pero sí lo establecieron como un género viable. Le dieron identidad
al blues en castellano que, cuando ellos empezaron, era una propuesta que
parecía disparatada, había mucho escepticismo al respecto. Ellos demostraron
que era posible como un nivel altísimo tanto en lo musical como en lo poético. Cuando
empecé a consumir música, comprar discos, me gustaban mucho Manal y Almendra pero
me sentí especialmente atraído por Manal por su contenido de blues, precisamente.
Era un blues muy amplio. En el libro lo cuentan. Claudio dice que les
interesaba toda la música de raíz afro, Javier dice que una de las cosas que
tenían establecidas era la de no replicar el formato del blues eléctrico clásico
de Chicago de doce compases y Javier también habla de la influencia –de parte
de su papá, que era uruguayo- de la rítmica rioplatense en la música del grupo.
Consciente o inconscientemente, eso está metido en Manal. Por ejemplo, el riff
de “No pibe” está en clave de candombe. Por otra parte, como te decía, soy muy
amigo de ellos, especialmente de Claudio. Y aunque él se fue a vivir a España,
la amistad se mantiene en el tiempo. Cuando vivía acá, llegó a ser mi profesor
de guitarra y fue una gran influencia para mí en el modo de encarar la guitarra
blusera. Él viaja frecuentemente a Argentina y siempre que tocaba me invitaba a
tocar con él, lo cual es un alto honor para mí. Sinceramente, creo que de Manal
se deriva toda una línea de rock nacional. De repente, en lo referente a como
se encara el rock nacional, hay como una sobrevaloración de la armonía. Me
acuerdo que una vez me hizo una nota Tognetti,
y entonces él me preguntó lo clásico: “¿Charly
o Spinetta?”, a lo que respondí:
Manal. Obviamente se quedó asombrado. Es que hay una tercera opción. Pensá que
de Manal deriva desde Vox Dei hasta Almafuerte, pasando por La Renga y, de
alguna manera, los Redondos… Todos los grupos de rocanrol: Dulces 16, Memphis La Blusera, por supuesto…
¿Cómo viviste aquella reunión?
Fue
realmente increíble. Ellos tuvieron una semana previa de ensayo. Primero fue la
sorpresa porque fue una reunión secreta realmente. Ni siquiera los pocos tipos
que habíamos tenido el privilegio de estar invitados sabíamos con qué nos
íbamos a encontrar. Llegamos ahí, se abrió el telón y apareció Manal tocando.
Yo no tenía idea y la mayoría de los invitados tampoco. Una de las condiciones
del proyecto era esa: mantenerlo en secreto. Entonces, verlos ahí tocando fue
increíble. Eso se ve un poco en el DVD, en donde ves a los tipos del público,
que ya son veteranos, entusiasmados como si fueran chicos. Por ejemplo, el Tano Marciello, Vitico, Andrea Álvarez,
Luciano Napolitano, un montón… todos con cara de incredulidad por lo que
están presenciando.
Y ellos tocando con la química intacta…
Sí, estaba la química pero también la tensión que siempre caracterizó la relación entre ellos. Hubo algún pequeño “tiroteo” en escena, que también cuento en el libro. Pero con el paso del tiempo los valorizás aún más porque lo escuchás ahora y te das cuenta que son demoledores como suenan en vivo. Porque aunque había una intención de recrear los arreglos originales de los temas, los tocan con una autoridad que los vuelve únicos. Los arreglos son los arreglos pero Javier cambia las melodías al pasar, algunos cambios sutiles en algunas de las letras también pero te mata lo que suena ese trío. Nunca nadie volvió a sonar de esa manera acá en la Argentina, al menos en formato de trío. Manal siempre fue más como tres solistas tocando a la vez que de una manera mágica confluyen. Al mismo tiempo traían la libertad del jazz que consiste en convertir los temas en cosas vivas, que no se repiten siempre de la misma manera, ya que tienen la mayoría de ellos espacios abiertos para la improvisación. Eso hace que un tema nunca suene de la misma manera. Es algo muy valorado y muy raro en la música de hoy donde sucede exactamente lo contrario. En la actualidad, ves a la mayoría de los artistas tocar en vivo y los temas son iguales todas las veces. Lo que se te ocurra: ya sea Calamaro, Abel Pintos o Babasónicos… Los temas suenan y suenan de una sola forma y son así. Repiten la forma en la que están grabados. Manal en vivo era todo lo contrario.
¿Tu libro aborda la conflictiva relación entre ellos?
Yo
creo que eso es algo inherente a las personalidades de cada uno. Por ejemplo, en
el libro comento que cuando Corcho veía cómo se peleaban en los ensayos o había
alguna tirantez, tensión, o malas contestaciones, Claudio le decía: “Corcho, no
te preocupés, que no es que nos tratamos así porque ahora somos viejos. Siempre
fuimos así…” Para ellos siempre fue
difícil someterse a una democracia grupal. Por ahí fue un poco más fácil cuando
estaban empezando porque no tenían una leyenda detrás. Ciertamente, en este
caso, las diferencias forman parte de las grandes explosiones creativas. Eso hizo,
y hace, que esta sea una experiencia creativa tan interesante como efímera.
Emiliano Acevedo
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