Siempre
es un placer dialogar con Jorge
Minissale. Porque es un artista apasionado por la música, al que le encanta
hablar acerca del fino arte de hacer canciones. Algo de lo que Minissale sabe
largo y tendido. Y es que ya lleva casi 40 años de carrera en el rock. Pero
recién ahora se animó a lanzar su primer
trabajo como solista: Justo y Necesario, editado en
octubre de 2014. Un álbum apasionante y variado, con un repertorio de canciones
que exploran por igual el pop y el rock. En este disco superlativo, Minissale se destaca por el alto nivel
compositivo, así como por su magistral performance en las violas y sus
vocalizaciones. Un álbum que cuenta con la participación de músicos de renombre
como Ricardo Mollo (guitarra y voz), Pablo Sbaraglia (órgano y piano), Hernán
Aramberri (batería), Juan Pollo Raffo
(Órgano Hammond C 3 y piano Wurlitzer) Juan del Barrio (piano), Luis Cardoso (guitarras
acústicas, eléctricas y slide), Fabián Aguiar (saxo y flauta traversa), Martín
Paladino (batería), Mariano Escudero (bajo), y Gustavo Glusman (batería).
Justamente,
la edición de Justo y Necesario (disponible en: https://minissale.bandcamp.com/album/justo-y-necesario)
fue la excusa de esta charla que tuvo lugar en un café de Palermo, cerca de Plaza
Italia. Jorge no solo nos habló de la cocina de este riquísimo álbum, sino también
de muchos otros temas asociados a su actividad musical y su presente artístico.
Sin dudas, una entrevista de alta musicalidad, que hoy tenemos el placer de
presentarles.
ENTREVISTA > Contanos un poco acerca del nombre del disco.
¿Por qué Justo y Necesario?
La
verdad que con algunas palabras me llevo bien, como que fui dándome cuenta de algunas
cosas, y hace rato que había elegido ese nombre para el disco. Y además, para
mí lo cierto es que ya está todo dicho. Nos reíamos la otra vez con (Sergio) Marchi
porque decíamos que el próximo se tiene que llamar “Todo en su justa medida y
armoniosamente” (risas)
¿Y la tapa?
Tiene
una anécdota muy graciosa. En realidad me la regaló un amigo con el que me
volví a encontrar y que es ex alumno mío. Lo conozco hace miles de años y como
trabaja en una compañía de publicidad, al contarle lo del disco me dijo que me
quería hacer la tapa. Así que empezamos a trabajar con la diseñadora gráfica y
la idea, en sí, fue de Ezequiel Alchurrón. Y me gustó, porque yo no quería
salir en la tapa ni loco, y el dibujo es bien raro. Es semi moderno, urbano… y
a mí me parece que el disco va para ese lado. En realidad, (el productor) Pablo Sbaraglia lo llevó para ahí, y a
pesar de no haber hablado una palabra, fue consensuado entre ambos. Pablo es
muy expeditivo, ¿viste? Yo le iba dando las cosas y él se encargaba de mezclarlo,
y a las 5 de la mañana me mandaba el material y me decía: “¿Te gusta?” Y resulta que todo
lo que te manda, te gusta… (risas)
¿Cómo fueron
consensuando la producción del disco?
Yo
ya tenía hechos los arreglos de los temas hace mucho tiempo. Y Pablo lo dirigió
hacia una sonoridad que se relaciona con lo que yo quería hacer: un disco
adulto, no un disco sintetizado. Si lo escuchás en realidad, hay mucha
“maquinita” pero al margen de eso, mi interés era tratar de hacer algo que sea
perdurable Porque, todo lo que es moderno hoy, mañana va a ser viejísimo. Siempre
va a ser así. Sin embargo, uno tiene la fantasía de que ciertas cosas perduran.
Por ejemplo, vos escuchás los Beatles y lo que dura es el bajo, la batería, la
guitarra y el piano, y eso va a estar siempre. Ahora, capaz que escuchás un
disco de Depeche Mode de los ´80, y te querés cortar los huevos, porque eso que
sonaba súper moderno en un momento después quedó viejísimo. A mí lo que me
interesa el concepto de la canción. Las tendencias musicales sonoras van
variando. Volviendo a este disco, a mí no me interesaba hacer un disco “puro”,
con sonidos de perfección, me gusta que tenga asperezas, si bien todos los
músicos lo tocaron súper bien, la impronta de Pablo como productor quedó
plasmada. Es decir, él es un tipo que te puede dar, a la vez, complejidad y un
lugar medio espinoso. Hay discos de grandes artistas de acá que yo los siento demasiado
depurados, y en búsqueda del Hi-Fi, y yo no quería eso…
¿Cómo fue el
proceso de grabación?
Empezamos
con la batería que se grabó arriba de mis demos. Yo no podía alquilar un
estudio 6 meses para terminar un disco. Entonces, las violas y los coros los
grabé directamente en mi casa, en mi habitación. Y con eso después fuimos al
estudio de Pablo y lo re amplificamos, lo pasamos todo por mi (amplificador) Marshall,
y le dimos rosqueta (sic).
El
bajo lo grabamos con (Mariano) Escudero en el estudio. Lo que sí había que
grabar en el estudio era la batería porque necesita un ambiente. Por suerte, lo
tengo a Sbaraglia como productor, que es un verdadero arquitecto sonoro, un
tipo con mucha experiencia en esto, que además es músico, tiene talento, y muy
humilde…
El disco lo
grabaste entre 2012 y 2014. ¿Todos los temas fueron compuestos durante esa
época?
No,
son canciones que ya venía haciendo. En realidad, cuando terminamos de hacer el
último disco que grabamos con Mamporro, yo veía que estábamos con la fuerza
necesaria para hacer un disco nuevo. Al
final el grupo no siguió, y yo me quedé con las ganas. Después, me puse a laburar en varios proyectos, y ahora
me animé a hacer este disco solista. Yo laburé mucho estos temas, durante mucho
tiempo. Por supuesto, la diferencia de trabajar en un grupo y hacer un disco
solista es que ahora no tengo que rendirle cuentas a nadie, salvo a mi
conciencia. Yo tenía como 30 canciones listas a la hora de grabar este álbum, y
de ahí seleccioné las que quedaron. Últimamente, me di cuenta que sí me gusta
el demo de una canción, me termina gustando 100 veces más cuando la grabo. Y
ese es el criterio que adopté para elegir qué temas grabé. Ahora, como también
me gustaría poder grabar de nuevo el año que viene, voy a seguir laburando mi
material de esta forma, de cara a lo que vendrá.
¿Cómo es tu forma
de componer?
A
la hora de componer, en verdad, tiro más a la basura de lo que dejo. Creo que
hay que buscar algo, sin hacer música que sea sólo para entendidos. Yo no
pretendo que lo que hago le guste a todo el mundo. Sí, pretendo que sea un
disco honesto que represente lo que me propuse hacer. Cuando hago canciones de
3 minutos y medio, no las hago pensando en que tiene que ser un producto, las
hago porque pienso que es lo que la gente tiene que escuchar. Ojo, quizás pueda
estar equivocado. Intenté que este sea un disco que no caiga en los lugares
comunes, después, puede salir bien o no, el público será el que lo juzgue.
Teniendo
en cuenta que nadie es dueño de una secuencia de acordes, en lo que te podés
diferenciar, al momento de componer, es en la melodía, que es lo propio de cada
uno. Yo creo que cualquiera que lo escuche va encontrar en el disco un poco de
lo que siempre he escuchado. Yo no podría detallarte puntualmente si tuve
alguna música como referencia, porque lo que prima en este material es no estar
atado a nada. Qué sé yo, hay canciones como “Como la Primera Vez”, que tienen
un estribillo muy marcado, con gancho; pero también hay otras muy raras, que
capaz que cortan la melodía que venía, y se terminan yendo para otro lado.
A mí, la canción “Ver
para creer” me hizo acordar al sonido beatle o al primer material de Los Gatos,
¿coincidís?
Puede
ser. Igual, difícilmente me ponga a escuchar eso a la hora de componer. Aunque,
obviamente, esas influencias las llevo conmigo. Hay grandes canciones de toda
esa época que son muy interesantes. De cualquier manera, creo que lo que sucede
es que como este material mío son canciones tradicionales, que no se vuelan,
que tienen un comienzo, un principio y un final, a vos te puede dar esa
sensación. Ante todo, mi propósito es ser un compositor popular. Sin embargo, a
pesar de que me gusta hacer composiciones populares, también me gusta meter un
poco de “veneno” en mis temas. Eso es lo que a mí me interesa: envenenar la
canción, o, mejor, engañar al oyente. ¿Cómo se hace eso? Bueno, cualquier canción
mía por arriba tiene una superficie visible, mientras que por abajo yo te voy
“ensuciando” un poco la cosa. Eso era algo que hacía Luis (Alberto Spinetta), por
ejemplo. En muchas de sus canciones vos escuchás que hay un veneno por debajo.
Otro caso paradigmático es el de las canciones de Charly (García). Sus obras
son monumentales, porque empiezan en un lugar, pero nunca te enterás a donde
van. Casi todo el mundo se queda con la costra, y no saben lo que pasa debajo
de lo que están escuchando. Su música tiene resoluciones, las armonías viajan,
hay mucho cambio de tonalidad. Para hacer eso, tenés que ser muy buen músico, y
Charly lo es, sin dudas. Es un tipo que, sin perder su impronta de músico
popular, en sus composiciones da cuenta de todo su bagaje, haciendo armonías propias
de la música clásica, como las de (Gustav) Mahler, viste.
Es como ese axioma
que me dijiste en otra entrevista que te hice: Los grandes músicos populares
como Charly saben un montón “pero no se nota”…
Claro.
Por ejemplo, actualmente estoy mi interesado en los clásicos del tango, en el
material de grandes compositores, como Mariano Mores y otros. Me pongo a
escucharlos y los analizo mucho. No me interesa tanto darle pelota a las letras
o a los cantores, tan solo me interesa ver cómo está armada la música de esos
tangos. Porque escuchás la armonía de esa música, como está construido el tema,
y te das cuenta de que eran tipos que sabían muchísimo. Son todas
construcciones de música clásica, hecha por tipos que se han pasado horas
estudiando. ¿Pero qué pasa? Se morfaron un montón de estudio de música clásica,
pero lo bajaron al pueblo. Hacer de ese bagaje temas populares. Eso me parece
extraordinario. Me encantaría poder hacer algo parecido. Por lo menos eso es lo
que intento, después vemos si sale o no sale. Te repito: Mi ideal es hacer
temas populares, pero, obviamente, con el sonido de viola y los arreglos que a
mí me gustan. Yo creo que como músico, uno tiene que, desde su obra, proponer
algo al oyente; a partir de sus posibilidades.
Bueno,
gracias… (risas) No, no hago nada. Simplemente, grito un poco antes de cantar,
voy calentando la voz. No tengo técnica ni nada que se le parezca. Alguna vez,
de chico, fui a aprender lírico con una profesora que me hacía cantar en latín.
Estuvo bueno pero no fue determinante en mi forma de cantar, creo. Seguramente,
el haber estado al lado de grandes cantantes como (Miguel) Zavaleta ya te hace aprender. Después está el tema de los timbres,
vos podés moldear tu timbre de voz. Hay voces más puras, otras más fuertes. A
mí las voces muy puras no me gustan. No me interesa poder llegar a cantar
abarcando dos octavas enteras, eso no es lo mío. También, convengamos, que yo
canto “pseudo bien” mis cosas, mi material; yo no me meto a cantar cosas de
otros. Soy consciente de mis limitaciones. Eso es una de las pocas cosas que
aprendí muy bien: uno tiene que hacer hasta donde sabe que puede llegar. Por
ejemplo, seguramente que si me pusiera a cantar un tango, sonaría choto. Lo he
visto en otros artistas, que hacen muy bien sus cosas, y, capaz que se ponen a
cantar un tango y pasan vergüenza. Así que, como dice el refrán, zapatero a tus
zapatos…
¿En qué te inspirás
a la hora de escribir las letras de los temas?
Yo
vengo trabajando mucho las letras, me gusta mucho eso. Antes, siempre dejaba
las letras para el final, pero ahora no me viene pasando eso. Antes me costaba
mucho escribir sobre temáticas cotidianas, siempre me salió bien hacer letras
más introspectivas, más filosóficas. Porque me salía mejor no exponer mis sensaciones,
sino razonar sobre algo. Ahora estoy trabajando esa otra parte mía que antes me
costaba mostrar. Estoy tratando de no tener vergüenza en decir ciertas cosas.
Es muy importante, y muy interesante
para mí, aprender a escribir letras que sean más directas, si se quiere. Todo
esto forma parte de un proceso en el que además de escribir, también me
encuentro muy interesado en la lectura. Ahora estoy leyendo mucha poesía, y
otros textos. Igual, siempre me acuerdo del hijo de puta de Capusotto, cuando en su programa
ridiculiza la forma en que se escriben letras en el rock; entonces me termina
dando mucha vergüenza cuando me sale alguna metáfora “spinettiana”… (risas) Por
supuesto, soy muy obsesivo con lo que escribo, por eso lo termino revisando
como 50 veces antes de dar por concluida una letra.
En letras de
canciones como “Probaste alguna vez” parece que le hablás directo al oyente…
Sí.
Igual, no quiero dar consejos con mis letras. “Probaste…”, en todo caso, se
corresponde a eso que te decía de componer algunas letras bien introspectivas.
Curiosamente, hace poco, un muchacho que se bajó el disco, me comentó en
Facebook que le había llegado mucho el mensaje de esa canción. Después, otro
chico, que estaba pasando un mal momento, me puso que se había sentido muy
identificado con la letra de “Ver para creer”, que le había servido mucho. Por
supuesto, esa recepción me sorprende y me halaga. Obviamente, en esas canciones
no enfoqué las letras pensando en “lo que le pasa al oyente”, sino en mis
propias percepciones. Sin embargo, cualquier persona puede tomar el mensaje y
apropiárselo. Esa es la magia que tiene el arte, y está buenísimo que así sea. Dentro
de lo posible, uno tiene que tratar de darle alegría a la gente. Creo que ahí
está la clave de todo. Tan solo el hecho de que haya gente que me exprese tanto
cariño por estas canciones que hice, me hace pensar que valió la pena.
¿Cómo se dio la
participación de Mollo en “No me toques”?
Bueno,
justamente, esa fue la canción que más rápida me salió. La hice en solo 10
minutos y enseguida sentí que era ideal para que la tocara Ricardo. Y así fue.
Por supuesto, no fue tan sencillo lograr su participación. Tardamos como tres
meses en concretarlo, porque Ricardo es un artista gigantesco que siempre está
muy ocupado. Pero él me pidió que lo esperara, y valió la pena porque es uno de
los grandes momentos del disco. Ver a Ricardo cantar una canción mía fue un
honor. Incluso, él la terminó haciendo en su estilo, porque yo se lo pedí así. Él
tuvo la bondad de regalarle su impronta en esa canción. Me puso muy contento el
resultado final.
“No me toques”
parece como una canción ideal para una banda sonora de Tarantino, por ese ritmo
tan marcado que tiene…
(risas)
Bueno, es un ritmo medio texano que mezcla a ZZ Top con ABBA… (más
risas) En ese tema toca la batería Hernán
Aramberri. A él se le ocurrió esa cosa de loop que tiene el ritmo de la canción, tan marcado y “machacante”. Por
otra parte, la letra tiene que ver con eso que sucede con las relaciones amorosas
que se terminan. Es acerca de un tipo que ya está harto de una relación, y así
lo expresa. Esto se relaciona con lo que te decía antes de tratar de hablar en
mis letras acerca de cuestiones que le pasan a la gente.
A mí me llamó la
atención la contundencia del sonido del disco. ¿Hiciste muchas sobre
grabaciones de guitarras?
Soy
un arreglista por naturaleza. Pero no un arreglista de conservatorio, si no
alguien que aprendió a hacerlo después de tantos años de estar metido en esta
profesión. Por ejemplo, te puedo armar un arreglo de 10 guitarras, y toda una
estructura por detrás, en cinco minutos. Me encanta hacerlo y lo disfruto
mucho. Ya durante mi época en Suéter,
aprendí que tenía que tocar poco pero preciso, que sonara muy bien. Esa fue mi
escuela. Además, por supuesto, también tengo encima la escuela de Led Zeppelin, de Jimi Hendrix… De todo lo que aprendí escuchando la obra de esos
monstruos. Porque todo el mundo habla de lo bien que tocaba la viola Hendrix,
pero no muchos mencionan que, además de eso, era un gran arreglista. Cerati también hacía muy buenos
arreglos. Bueno, a mí también me gusta mucho hacer los arreglos de viola, y es
lo que más me interesa mostrar en mis temas, pero a diferencia de un arreglista
como Cerati –que tenía un estilo muy prístino, limpio, elegante- lo mío es un
poco más áspero. No me interesa meter muchos pedales, tampoco.
Sos un tipo que
labura muchísimo, ¿qué otros proyectos tenés para este 2015?
Bueno,
seguir tocando con Sbaraglia.
Seguramente, este año él grabe su nuevo disco y yo voy a estar allí colaborando
en ese trabajo. Además, de vez en cuando, voy a seguir tocando con Los Twist. Otro proyecto en el que
estoy metido para que por fin se concrete, es con la edición del disco de Trigémino. Tenemos que terminar este
proyecto con el Pollo (Juan Raffo). Por
lo pronto, tenemos que terminar de editar y mezclar el disco, o los varios
discos, porque ya hay como una hora y media de música grabada de Trigémino, el
grupo de rock progresivo que formamos en los ’70. Este es un material que se
grabó en los años 2005, 2006. Fue un proyecto impulsado por el Pollo, quien
coordinó toda la grabación.
Es tocar nota por
nota lo que tocamos a los 16 años, pero ahora tocarlo un poco mejor (risas) No
se le agregó ni se le sacó nada a ese material original. El Pollo medio como
que organizó todo, lo cual fue una tarea un poco titánica
porque había que sacar todos los arreglos de grabaciones de casetes. Pero
parece que la memoria cada tanto te da sorpresas. Porque cuando
toqué todo eso no me resultó para nada ajeno.
¿Tenés proyectado sacar
Justo y Necesario en cd, más allá de que
esté disponible para que la gente lo baje online de internet?
Estaría
buenísimo poder sacar el disco en formato físico, porque sé que hay mucha gente
que le gustaría tener este álbum en cd para atesorarlo. Ya veremos cómo lo
hacemos, ya sea acordando con una compañía o editándolo en forma independiente.
Por lo pronto, veremos cómo sigue la repercusión del álbum online. Desde octubre, cuando lo pusimos online, hay mucha gente que ya se lo descargó, y otra
que se va enterando y lo va a descargar… No me quita el sueño editarlo por una
compañía discográfica pero estaría bueno, porque eso significa que si los tipos
te lo editan es porque le ven algo. Las cosas han cambiado mucho. Las compañías
ahora, también están con el tema de organizarte los shows también. Hay que
pensar que quiere hacer uno. Si laburar solo o laburar con alguien que ya tiene
una estructura armada.
Bueno, pero por
ejemplo, Alfredo Rosso pasa tus temas en su programa de radio…
Bueno,
sí, porque me conoce de toda la vida, él es un tipo muy generoso, y sabe lo que
hago. Es como “nobleza obliga”, ahí no hay una intención comercial, viste. En
las radios comerciales es otra cosa. De cualquier forma, entiendo el juego. Entiendo
que son espacios que están rentados. Yo no vengo con la movida de “cambiar el
mundo” porque los que quieren cambiar el mundo, también quieren cobrar. Si se
da, será bien recibido, pero me tiene sin cuidado, realmente todo lo que orbita
en derredor de la movida de haber hecho un disco. Igualmente fue bien recibido
por la gente cercana al rock, desde Rosso, pasando por Marchi, Gillespi, Gloria
Guerrero. Eso fue muy groso porque, en realidad, viene a caballo de lo que uno
ha hecho; entonces, significa que uno no ha hecho las cosas tan mal. Por
supuesto, mi idea es presentar el nuevo disco en vivo en un lugar adecuado.
Noto que el disco a donde llega abre una puerta por su propio peso. Por eso hay
mucho para hacer.
¿Cómo es la banda
con la que estás tocando en vivo ahora?
Tengo
la suerte de que toquen conmigo Martín
(Paladino) en batería, Mariano
(Escudero) en bajo y Emiliano Varela
en guitarra. Con Martín y Mariano ya veníamos tocando, y son unos musicazos
bárbaros, a los que conozco hace un rato largo y con los que nos entendemos muy
bien a la hora de tocar en vivo. Emiliano, que se sumó ahora, es un joven
talento que tiene en su espalda la difícil tarea de reproducir todos los
arreglos de viola del disco. Porque siempre tratamos de reproducir fielmente al
disco en vivo. Lo cual no es tan sencillo. Lleva tiempo de trabajo y ensayo. Hasta
ahora, hemos hecho un par de tocadas en universidades, en la de la Matanza, por
ejemplo. Y estuvo buenísimo…
¿Cómo hacés para
organizar los shows?
Bueno,
hay que armar la movida bien. Yo siento que ahora eso es una situación bastante
más complicada. Sin embargo lo voy haciendo de a poco, tranquilo.
Afortunadamente, tengo amigos que me ayudan a hacerlo, que hacen la gamba. Por
supuesto, esto recién empieza. Mi idea es seguir tocando, todo lo que se pueda.
Por lo pronto, está confirmada la presentación del disco, para el 3 de junio en
Boris, el local de Palermo. Eso es lo que tenemos en mente hacer ahora, más
otras presentaciones menores y prensa.
Emiliano Acevedo
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