Durante años se ha analizado la figura del cineasta
norteamericano Stanley Kubrick (1928-1999) y su ardua labor perfeccionista, en la
que sometía en tours de force
interminables a actores y colaboradores, en pos de un preciosismo estético y
visual. De lo que no se ha hablado tanto es de la forma en la que este artista
musicalizaba sus filmes. De esto nos ocuparemos en este artículo, ya que desde
un principio sus películas utilizaron bandas sonoras muy particulares.
Muchos recordaran la hermosa melodía característica
de Espartaco (1960), compuesta
por Alex North, o aquella escena de
baile en la que se escuchaba a Ella Fitzgerald cantando en Lolita (1962), o la canción que “cantó”
el computador HAL 9000 en 2001, antes de ser desactivado
("Daisy, Daisy", de Harry
Dacre, 1892). Ni que hablar de cuando Malcolm
McDowell parodiaba a Gene Kelly y
su "Singing in the Rain" en Naranja
Mecánica (1971)…
La pasión melómana de Kubrick le permitió a lo
largo de su carrera discutir todos los aspectos relacionados con la banda
sonora de sus películas, llegando en ocasiones a prescindir del compositor y
escogiendo personalmente piezas de música clásica (como en el caso de 2001: Odisea del espacio,
descartando en el último momento, en la sala de montaje, la banda sonora
original de Alex North). Con el transcurso de su obra y en especial a
partir de su periodo británico, cuando Kubrick se auto exilia de
Hollywood para hacerse dueño absoluto del control creativo de sus películas, el
uso de la música va ganando importancia y sus bandas sonoras se vuelven
inolvidables. Por todo esto podemos decir que quizá haya sido Kubrick,
junto a Tarantino y un par de nombres más, uno de los directores que
mejor musicalizaba sus filmes. Veamos como lo hacía.
LA CANCION DEL REFUGIO NUCLEAR
La
música incidental de Dr. Insólito (1964) fue encargada a Laurie Johnson, pero
son dos canciones las que tienen especial relevancia, sentando las bases del
uso que después Kubrick le daría a la música en sus cintas: "Try a Little
Tenderness", en una versión instrumental en los créditos iniciales
acompañando las imágenes de dos aviones acoplados para cargar combustible y el
tema de Vera Lynn, "We'll Meet Again" en la escena final, una canción
muy popular en la Segunda Guerra Mundial. Su letra, de tono esperanzador, dice
que "nos veremos otra vez, no sé cuándo ni dónde. Pero nos veremos otra
vez, algún día soleado". Pero mientras suena la canción, en la pantalla se
ve una explosión atómica detrás de la otra, como si fueran orgasmos múltiples.
Muchos años después, la misma Vera Lynn y su "We'll Meet Again"
inspirarían también a Roger Waters en la composición de la letra del tema
"Vera" del disco The Wall, de Pink Floyd, citando también la letra de
ese mismo fragmento que le da título a la canción.
2001: UNA ODISEA MUSICAL
En 1968, Kubrick realiza, basada en un guion original de Arthur C.
Clarke, la primera película ‘no berreta’ de ciencia-ficción de la historia.
Pretenciosa y genial, 2001, Odisea del
Espacio mezclaba ciencia ficción con filosofía nietzcheriana. En esta
obra Kubrick utilizó una banda sonora con mucha música clásica,
contemporánea y de vanguardia. Todos conocen el comienzo del filme con la
melodía inicial de "Así habló Zaratustra" (de Richard Strauss,
de aquí en más inseparable de la película, casi como si fuera "el tema de 2001"), así como las hermosas
escenas que transcurrían en el espacio, tanto fuera como dentro de las
estaciones espaciales, en donde musicalizaba con "El Bello Danubio
Azul", de Johann Strauss. Pero esta banda sonora no se agotaba en
estas obras de los dos Strauss, ya que también incluyó la melancólica música de
Khachaturian así como el toque vanguardista, íntimo y perturbador, de
las composiciones del compositor rumano, Gyorgy Ligeti, impulsando su
fama a nivel mundial; en especial en las últimas escenas del psicodélico viaje
estelar del astronauta Dave Bowman en su camino hasta convertirse en el
"Niño de las estrellas".
ULTRAVIOLENCIA AUDIOVISUAL
A fines de los años 60, con el advenimiento de los sintetizadores, comienza la
movida de la música electrónica. Fueron éstos, en su mayoría, experimentos
realizados por catedráticos, músicos y/o ingenieros, que buscaban generar y
combinar sonidos por una vía "no física", sintetizados mediante circuitos
electrónicos. Verdaderos roperos, llenos de cables, de alta complejidad e
inestabilidad; se hacía muy complicado manejar estos primitivos sintetizadores.
Si bien algunos grupos de música rock como los Beach Boys, The Doors
o los Beatles ya habían
incluido sonidos sintetizados en sus discos, será uno de estos investigadores
sabihondos, un loco de la música y la electrónica, el primero en hacer masivo
el sonido sintetizado. Su nombre fue Walter Carlos, quien en su disco Switched on Bach (1968) incluía
versiones de los clásicos de Johann Sebastian Bach realizados con un
Moog 55, el padre de todos los sintetizadores modernos. Este sintetizador había
sido creado por Robert Moog. Este había empezado con sus invenciones en
1964, cuando realiza el primer sintetizador comercial. En esa época monofónico,
por supuesto. Trabajando en forma mancomunada con Carlos, Moog
continuó perfeccionando su invención. Cuando Kubrick escuchó los
experimentos de Carlos en el Moog lo convoca para que se encargue de la
banda sonora de su siguiente film, el polémico y genial Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, 1971), basado en la
novela homónima de Anthony Burgess. En esta oportunidad, para
musicalizar esta violenta pesadilla del futuro, Kubrick eligió obras de Beethoven,
Elgar y otros. "Pompa y Circunstancia" quedó en su versión
orquestal original, mientras que la “Obertura de Guillermo Tell” o el leitmotiv
central de la “Novena Sinfonía” de Beethoven fueron versionados por Walter
Carlos en el Moog. En el caso de la obra de Beethoven, Carlos
realiza una autopsia de la parte central de la misma (el famoso "Himno de
la Alegría"). Citada varias veces a lo largo del film, la Novena Sinfonía
se convertiría en parte central de la trama, al ser la obra preferida del
personaje principal y una de las causas de su drama. Carlos recrea
también la marcha fúnebre de Henry Purcell en la obertura de la película
junto con la imagen de los actores, conformando una escena de carácter
hipnótico. Este tema es una transcripción electrónica de "Music on the
Death of Queen Mary" y fue compuesto en 1694, para la procesión del
cortejo de la Reina María por las calles de Londres hasta la Abadía de
Westminster. También se utilizó el segundo movimiento de la “Sinfonía Nro. 9”
(Scherzo) de Ludwig van Beethoven como fondo para la danza de las
estatuillas abrazadas de Jesucristo y la “Obertura de Guillermo Tell” de Rossini
para la orgia en el cuarto de Alex pero acelerada electrónicamente.
CLÁSICO BELLO Y TRISTE
En 1975, con la realización de Barry Lyndon, Kubrick adapta
una novela victoriana de William Makepeace Thackeray, publicada en 1884
como The Luck of Barry Lyndon, que narra la historia de la
ascensión y caída de un muchacho en la Europa del siglo XVIII. La música que se
empleó fue el resultado de una recopilación de obras de compositores del siglo
XVIII. Pero al ver que el carácter de que la misma era mayormente festiva, Kubrick
recurrió también a Franz Schubert y su "Trio de Piano en Mi
Menor", a pesar de haber sido compuesto en 1828, y también agregó un score
grabado por Leonard Rosenman. Esta banda sonora incluía también
composiciones de Vivaldi y Mozart; pero será
"Sarabande" de Handel la pieza que quedará en el recuerdo como
"el tema" de Barry Lyndon.
Mucho tiempo después, esta obra sería rescatada por Charly García que la
empieza a incluir en sus conciertos, como hizo en la apertura del famoso Demasiado Ego, grabado en vivo en su
show multitudinario realizado en Costanera Sur, en febrero de 1999.
UNA CRUDA SINFONÍA INVERNAL
UNA CRUDA SINFONÍA INVERNAL
Luego de su cambio de sexo, Walter (ahora Wendy)
Carlos volvería a ser convocado/a por Kubrick para la realización
de la banda sonora de su adaptación del libro de Stephen King El Resplandor (The Shining, 1980). Clásico del
horror, basado en la locura asesina de un casero que se encuentra encerrado,
junto a su mujer e hijo, en un enorme hotel deshabitado durante el crudo
invierno; esta película necesitaba una banda sonora potente como la de Naranja Mecánica. En esta película, Wendy
Carlos modifica, mediante la electrónica, una adaptación del compositor Héctor
Berlioz del tema medieval "Dies Irae". Carlos, que ya no
utilizaba el anacrónico Moog 55, también compuso, junto a Rachel Elkind,
una magnifica banda sonora para esta historia repleta de fantasmas, maldiciones
indias y demencia sangrienta. Pocas veces el tema principal de una película
había conjugado en forma tan certera el espíritu de la trama de un filme, como
sucedió con esta obra. Por otra parte, The Shining
también incluyó obras de música no convencional de Ligeti, como había
ocurrido en 2001, y de Béla Bártok,
Krzysztof Penderecki así como temas de jazz pertenecientes al primer cuarto del siglo XX.
UNA APRETADA CHAQUETA DE FIERRO
Luego de una espera de siete años, Kubrick vuelve con Nacido Para Matar (Full Metal Jacket, 1987), su pesimista visión de la guerra de Vietnam.
Aquí la música incidental fue escrita por Abigail Mead, un alias que
utilizó su hija Vivian, empleando un sintetizador. Para las canciones, Kubrick
recurre a las listas de éxitos del rock
y pop del período 1962-1968.
Una selección que incluía desde la musiquita simple y optimista de Las Dixie
Cups interpretando su "Chapel Of Love" hasta el "Paint in
Black" stoniano (utilizado en
los títulos finales de la película) pasando por los inefables clásicos
"Wooly Bully" del texano Domingo Samudio, más conocido como Sam
and the Shams, y "These Boots are Made for Walking" de Nancy
Sinatra. Mucha música chiclosa de
rock garagero para contrastar la dureza insoportable de un ejército de
pesadilla como el norteamericano. Una vez más, como había ocurrido muchos años
antes con Dr. Insólito, a
partir de una musicalización en apariencia frívola, se hace presente el
carácter irónico y mordaz del genial director cuando tiene que dar cuenta del
absurdo de la guerra.
OIDOS BIEN ABIERTOS
Eyes Wide Shut (Ojos Bien Cerrados, 1999), polémico "opus finale" de Kubrick,
también tuvo su tema característico, como había ocurrido antes con Zaratustra
o Sarabande. En esta oportunidad el elegido fue el "Vals Nro
2", del compositor ruso Dmitri Shostakovich. Este hermoso vals está
presente en varias escenas del filme, incluyendo la apertura y el cierre de
este thriller psicológico y sexual. En esta última banda sonora también hay
momentos repletos de ironía. Como ocurre con las versiones instrumentales de los
clásicos "Strangers In The Night" o "When I Fall in Love", que
son bailados por un montón de chicas desnudas y sus acompañantes con máscaras
venecianas en la "fatídica" orgía del castillo. También se incluyen
finas piezas de jazz de The
Oscar Peterson Trio, Roy Gerson y Brad Mehldau. Otro
de los momentos inolvidables de esta banda sonora es el leitmotiv que se
escucha en las escenas en las que parece que se van a comer crudo al tilingo
personaje interpretado por Tom Cruise. Es ahí cuando se aprecia una
oscura melodía de piano, que se vuelve machacante cuando se detiene en una
única tecla que repite sin cesar subrayando la tensión del momento. Esta es
otra vieja obra de Ligeti, quien se sorprendió del uso que le dio Kubrick
en esta banda sonora: "Lo que pasa es que cuando la compuse era un
joven exiliado y lo que yo imaginaba era que cada golpe, en esa nota repetida,
era un puñal, una daga clavada en el corazón de Stalin".
La banda sonora de Ojos Bien Cerrados se completa con la sensualidad de "Baby Did
a Bad Bad Thing", de Chris Isaak, utilizada en las escenas íntimas
de la pareja de Cruise y Nicole Kidman y con las
brillantes composiciones de Jocelyn Pook. Un verdadero hallazgo fue el brillante
trabajo de esta compositora británica, que musicalizó las escenas oníricas de Cruise,
cuando éste “se hacía el bocho”, y la espectacular escena previa a la orgía de
las máscaras venecianas, mediante una melodía que incluye una especie de salmos
gregorianos como salidos desde los altos parlantes de un estadio.
En resumen: preciosismo y sutileza.
Emiliano Acevedo
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