Sábado a la mañana. Sin dudas, un día y horario inusuales como para
entrevistar a un músico. Sin embargo, estoy acá, en el bello barrio de
Acassuso, en el partido de San Isidro, tratando de localizar el domicilio en donde
tengo pautada la nota. Llego a destino, toco el timbre, alguien abre una puerta
e, inmediatamente, me salta encima un simpático schnauzer. Detrás de éste,
aparece la figura de su dueño: Michel
Peyronel.
Sí, el legendario baterista de Riff. Como
sabrán, Michel siempre fue uno de los mayores gentleman del rock argentino.
¿Qué duda cabe? No por nada, fue uno de los primeros rockeros que le empezó a
dar importancia al tema de la vestimenta y el look, cuando nadie (o casi nadie)
reparaba en cuestiones estéticas: “Les daba igual salir a tocar en camiseta…”,
nos dirá. También fue Peyronel el que bautizó como Palermo Hollywood a
ese sector ahora tan cotizado del viejo barrio porteño. Bueno, estas son,
apenas, algunas de las muchas anécdotas de su vida de novela, que incluye un
paso por Liceo Naval, debido a que su abuela le había prometido una guitarra
eléctrica si ingresaba a esa institución, pero, a pesar de su excelente
desempeño académico, lo terminaron echando por mala conducta en cuarto año.
Cuando cumplió quince años, como no la pegaba con la eléctrica, le regalaron una batería, y más tarde,
viviría casi una década en Europa, en donde estudió economía en la universidad
y hasta pensó en largar la música.
Sin embargo, gracias al encuentro motivador con Pappo
en Londres, emprende otro recorrido por el rock que lo lleva a convertirse en
el baterista en una banda punk en Francia. En 1980, Peyronel vuelve al país y
funda Riff, junto al Carpo, Vitico y Boff; y finales de la década
será el factótum de FM Tango, una emisora de música ciudadana que rompió
ratings y preconceptos, innovando en un género que parecía inmovil. Algunas de
las facetas de este hombre de mundo que sigue a full, con un flamante disco
nuevo bajo el brazo, impulsando la fusión del tango con el rock, con el que
empezamos esta charla...
ENTREVISTA> El primer instrumento que
estudiaste fue el piano, ¿no?
Sí, porque a mi viejo, que era marino, le había
quedado la añoranza por aprender música, debido a que él –a diferencia de sus
hermanos mayores- no había podido aprender a tocar ningún instrumento. Justo al
lado de mi casa había un profesor de piano clásico con el que empecé a
estudiar. En ese momento iba a un colegio bilingüe, mañana y tarde, y luego iba
a mis clases de piano. Era una cosa media sacrificada, pero me sirvió para
tener una primera formación musical…
¿Te enganchaste con el piano?
No, tampoco era que me volvía loco. Yo era chico y
todavía no había ocurrido esa explosión de los Beatles, los Rolling
Stones, etc. Cuando ocurrió eso me pareció práctico estar estudiando piano.
De cualquier forma, no era tan evidente la relación con eso porque en esas
bandas tampoco había un integrante fijo que se dedicara a tocar piano. Sin
embargo, actualmente me viene fenómeno que mi viejo me haya mandado a aprender
piano, porque los temas que escribo los pasó rápidamente en ese instrumento. No
soy un virtuoso del piano, pero me puedo sentar a tocar y sé donde están los
sonidos, las armonías. Por eso, siempre que se me ocurre alguna melodía, voy al
piano y la encuentro ahí…
¿Y el amor por la batería, cuando surge?
Bueno, tampoco tanto amor… (risas) No es que
tenga algún prurito por tocar la batería, lo que pasa es que siempre me
interesó la música desde otro lado. Me interesa la música entera como arte. Por
eso también escribo, soy productor de discos…
¿De pibe, te gustaba algún baterista de acá?
En la época en que iba al colegio me gustaba mucho
(Luis) Gambolini. Me impactó su forma de tocar, pero luego desapareció.
No sé qué carajo hizo después. Creo que se fue a vivir a Europa, a Suecia… Ese
tipo tenía una pegada bárbara…
Sí, tocaba con La Pesada y también en la primera
formación de Color Humano, cuando el grupo aún se llamaba Viento…
Creo que sí. Yo estaba flasheado con su estilo.
Ojo, mí no me gustaban los bateristas argentinos, porque me parecía que estaban
a años luz de los bateros europeos, los ingleses, y los americanos. También esa
es una de las razones por las que me fui. Yo quería tener otra formación…
¿Cómo puliste tu estilo como baterista?
Bueno, en Francia estudié un poquito con un baterista
norteamericano de jazz. Pero tampoco me interesó demasiado, porque la forma en
que yo quería tocar la batería no requería tanta técnica. Evidentemente, yo soy
un baterista de rock pesado, porque toco fuerte, pero -quizás por vivir en los
70 en Europa- mi forma de tocar la batería viene más del punk y la new wave. Es
que yo fui parte de toda esa movida de fines de los 70. Por eso, cuando volví a
Argentina, producir a Los Violadores fue algo natural para mí. A ellos
yo les produje el primero y el tercer álbum. Aun hoy me llevo muy bien con Stuka.
LA DÉCADA DEL ROCK
¿Cómo ves, a la distancia, esos álbumes históricos que
produjiste, para Los Violadores y Virus?
Me siguen gustando mucho. Esos deben ser los discos
más importantes que hice en mi vida. Justamente, el otro día me encontré en una
fiesta a Cachorro López, quien me contó lo bien que siempre hablan Julio
y Marcelo Moura de mí. Eso es muy bueno, que bandas como Virus o Los
Violadores, que hicieron propuestas artísticas tan interesantes, me tengan
dentro de su historia como algo bueno que les pasó. Incluso, Attaque 77,
a quienes les hice su primer disco. En este último caso, no fue nada fácil
hacerlo, porque hubo momentos de mucha tensión.
Ahí te tuviste que poner firme con los pibes, para fueran
más profesionales, ¿no?
No, era una cosa densa porque ellos tenían otra
idea con respecto a algunas cosas, y yo me planté en la mía. Rara vez me pasa
eso, porque siempre llegó a un acuerdo con las bandas que produzco. Bueno, al
ser productor, es común que tengas momentos de choque con los músicos. Lo que
pasa es que el productor es un elemento extraño que se mete dentro de la música
del grupo.
¿Haciendo el primer disco de Los Violadores, rápidamente
te diste cuenta de la trascendencia que iba a tener ese material?
Sí, por la calidad de las canciones. Bueno, de
hecho, escribí muchos temas con ellos. Después, en mi disco solista también
escribí varias canciones con Stuka. En Los Violadores era muy buena la forma
que ellos tenían para escribir. Había buena pasta de composición. Eso para mí
es esencial, y también pasaba en Riff o en Virus. Incluso en Attaque. Más
adelante también produje a Pier, en un disco muy bueno de ellos.
Estuvo bien. Es más, me gustaría reeditarlo. Lo que
pasó es que yo lo hice y rápidamente me fui a España, para que lo editaran
allá. Acá solo hice una presentación de prensa y me fui a la mierda. Por eso la
compañía de discos me quería comer el hígado… Después, como ya estaba
enganchado con el proyecto de Tarzen, no me interesó darle más pelota al
disco solista, porque era algo que ya había pasado. Sin embargo, aun hoy mucha
gente lo recuerda…
Sos un hombre muy viajado, y que tiene intereses culturales
no muy usuales en el mundo del rock. ¿Nunca te sentiste un bicho medio raro en
ese ambiente?
No, porque siempre hice lo que se me cantó y nunca
me importó lo que pudieran opinar de mí los demás. Puede ser que acá yo parecía
un bicho raro, pero no era así en ámbito del rock en general. Porque a mí
siempre me inspiraron tipos como Iggy Pop, Tom Verlaine, David Bowie,
Jagger, Leonard Cohen, o Dylan. Todos artistas que –aunque puedan
venir de una poesía distinta, como Cohen o Dylan-, indudablemente, son del palo
del rock. Es más, si te tengo que sintetizar quien es para mí el mejor
compositor de rock, ese es Iggy. Por ejemplo, cada vez que escucho temas como
“The Passenger”, “Fall in Love With Me” o “Lust for Life”, no puedo creer como
ese tipo compuso semejantes letras… Bueno, volviendo al tema de porque tengo
tan poca afinidad con el rock de acá, pensá que yo vengo de otro palo, además
de que me fui de la Argentina a los 21 años, y viví hasta los 28, 29 en
Francia; viajando todo el tiempo a Londres y a otros lugares de Europa. A mí me
chupaba un huevo todo lo que había pasado acá. Por eso, cuando volví tuve esa
actitud tan renegada hacia la música que se había hecho en el país, porque no
entendía como le llamaban “rock” a eso. Y Pappo coincidía conmigo. Por eso en
Riff nosotros nos propusimos diferenciarnos de todo los demás, y decir que lo
nuestro era el rock…
EL PESO DE LA LEYENDA
¿Qué es para vos Riff?
Mirá, algunos pseudos periodistas la definen como
“una banda más de Pappo”, cuando no tiene nada que ver con eso. Riff fue una
banda muy grande, un grupo con un peso específico grosísimo, que trascendía
mucho más allá de lo que hacía Pappo solo. Era una cosa distinta: Riff fue una
banda, no “el grupo de Pappo”. Fue un grupo en donde se encontraron cuatro
tipos muy distintos -que, quizás, no se hubiesen encontrado nunca en otras
circunstancias- y terminaron creando algo nuevo. Ocurrió porque tenía que
ocurrir. Simplemente, porque teníamos algo en común: la música. Y eso también
es lo hermoso del rock: derribar cualquier clase social. Porque Pappo era de la
Paternal, mientras que Vitico y yo éramos de Barrio Norte, y, sin embargo, nos
juntamos y escribimos tantos temas juntos. Fíjate una muy buena frase que dijo
Vitico: “No sé si somos los mejores amigos, pero nacimos para tocar juntos”.
Mira que lindo eso. Sin dudas, fue una unión en un proyecto común que nunca
tuvo nada de forzado.
¿Cómo te inspirabas para componer esos temas del grupo
que ahora ya son clásicos del rock?
No sé. De alguna manera los temas están por ahí y
te llegan…
De cualquier forma, temas como “Pantalla de un mundo
nuevo” tienen letras bien futuristas, que recuerdan la trama de la novela 1984,
¿no?
Sí, tiene mucho de eso. Es que hace muchos años leo
ciencia ficción. Desde la época en que estaba en el Liceo Naval, un lugar muy
denso y estricto, cuando me interesé mucho por la literatura, como una forma de
escaparme de ese ambiente. Allí, un profesor de Literatura me hizo descubrir a Bradbury,
Philip K. Dick, y un montón de escritores más. Esas lecturas fueron mi
refugio en ese momento, porque todo el tiempo me ponían preso por hacer
quilombo. Sin embargo, a pesar de mi amor por la ciencia ficción, también leía
otras cosas como las obras de Ionesco o Jean Paul Sartre. Aun hoy
sigo leyendo un montón de cosas. Por ejemplo, a John Irving, Kurt Vonnegut
Jr., y, últimamente, a Stefano Benni. Bueno, de esa fascinación por
la ciencia ficción me vino la inspiración para “Pantalla de un mundo nuevo”, es
decir, la posibilidad de escribir sobre otros mundos posibles. Ese tema empecé
a escribirlo en Francia y lo terminé un día, viajando en un bondi, yendo a
producir el primer disco de Los Violadores. Me acuerdo muy bien de ese momento,
sentado en el último asiento, cuando redondee toda la historia de la letra. Más
tarde se lo mostré a Pappo, y como era muy larga la letra, le dije que
sacáramos algo, pero él me convenció de que no sacara nada porque le pareció
buenísima así. Hoy la veo muy actual, de alguna manera. Pero, aun no sé cómo me
viene a la cabeza la inspiración para esas historias…
Lo mismo que "Macadam"...
Claro. Esa le encantaba a Pappo, quien siempre me decía: "Qué carajo es el macadam?" Bueno, yo recordaba esa palabra, mágica para mí, desde muy chiquito, ya que mi vieja siempre nos decía, a mi hermano y a mí: "No crucen el macadam..." Porque macadam era otra forma de decir asfalto. Bueno, lo mismo, siempre hacía temas de ciencia ficción, ¿no? Canciones que hablaban de tribus imaginarias del futuro...
¿Cómo era la escena rock de los 80 en la que estaban metidos, había tanto descontrol como parece?
Mira, no sé si era tan así. Por ejemplo, (en Riff)
no tomábamos merca ni nada por el estilo. De hecho, nuestra gran joda pasaba
por ir a comer después de tocar. Eran tan intensos nuestros shows que
terminábamos sin espíritu de nada, ni siquiera de romper hoteles durante las
giras… (risas) Sin embargo, el público quedaba tan excitado, que después
del concierto terminaban armando unos quilombos de aquellos. Claro, eran los
años 81, 82 –cuando todavía estaban los militares-, y nuestros shows funcionaban
como una válvula de escape para la gente que nos iba a ver. Recordá que, en esa
época, mientras todos los demás grupos cantaban cancioncitas de paz, nosotros
fuimos los que más nos plantamos en contra de la situación reinante, y por eso
todas las personas que estaban con los huevos llenos venían a ver nuestros
shows. Lo nuestro era la esencia del rock convertida en un grito de rebelión.
¿Y cómo se llevaban con el hecho de ser catalogados por
la prensa como un grupo que promovía la violencia?
No tenía nada que ver con eso, porque nosotros
nunca incitamos a la violencia. Incluso, yo lo he visto varias veces a Pappo
diciéndole al público que por favor no rompiera nada. Lamentablemente, las
cosas se nos iban de las manos y la gente, muchas veces, terminaba haciendo
bardo, tirando las sillas al escenario, y demás. De hecho, cuando quisimos
corregir esta situación violenta del público, organizando el concierto Riff,
termina el año sin cadenas; a fines de 1983, en la cancha de Ferro, terminó
para el orto, porque la gente hizo mierda todo, hasta se afanaron los fuegos
artificiales.
¿Por qué se separa Riff en el 84?
Por desgaste. Habían pasado cuatro años muy
intensos. En el grupo convivían tres personalidades muy fuertes –Pappo, Vitico
y yo-, y eso desgasta mucho. Además, ya habíamos hecho tres discos -como Contenidos
(1982), que para mí es el mejor de todos-, y era como que no sabíamos para
dónde ir, como seguir evolucionando. Bueno, después volvimos varias veces, a
través de los años.
¿Cómo era trabajar con Pappo?
A veces era más tratable, a veces menos. Qué sé yo.
Hay cosas que son difíciles de explicar, en esa incoherencia que siempre fue el
grupo, porque Pappo era mucho de apretar el Panic Button (el botón del
pánico), apenas parecía que a Riff le iba a ir bárbaro. A veces creo que hasta
tenía celos de sí mismo, como si no pudiera hacer esa música que él quería
porque no era blues, y por eso uno siempre tenía que andar recordándole que
ésta también era su banda… De cualquier forma, era un tipo muy divertido.
Siempre tuvimos una relación cálida. Recuerdo la época cuando, poco antes de
morir, venía mucho a verme a un campito que yo tenía en Baradero. Justo
estábamos empezando a vislumbrar la posibilidad de grabar otro disco de Riff,
cuando se mató. No sé si éramos amigos, porque es muy difícil de definir el
tema de las relaciones, ya que en un punto era un amistad y en otro no tenía
nada que ver con eso.
¿Pappo era una especie de nene grande, siempre
sorprendiéndote con algo nuevo?
Tal cual, siempre sorprendiéndote con algún
delirio, y también con alguna cosa fea. Era un pibe bravo.
MALDITO DESIERTO
Parecería que no hay gran cosa. Es duro decirlo,
pero es como que el concepto “rock” ya fue. Si vos comparas al rock actual con
lo que se hacía en los 70 –cuando había bandas impresionantes como Led
Zeppelin y millones más-, no tiene nada que ver. Me pregunto: ¿Qué hay
ahora? ¿Qué es ser una estrella de rock? La verdad, no tengo ni idea de porque
pasa esto. Quizás por eso, fui mutando mi centro de atención hacía otras
músicas, más allá del rock. Por ejemplo, la fusión. Que en mi caso se da con
esta mixtura con el tango que estoy haciendo ahora.
¿Y del rock nacional actual, que opinas? Vos siempre
fuiste muy crítico con el género…
Lo que pasa es que la palabra “rock” no pega con
“nacional”. Porque siempre lo más lindo que tuvo el rock es esa cosa
internacional que le es propio. Para mí los países son barrios. Creo que la
división geográfica es una antigüedad, porque el pensamiento debería ser
universal.
¿Pero qué opinas de la movida actual del rock acá?
Creo que es muy bueno para el país que se haga
mucha música. Sin embargo, con Héroes del Asfalto –la banda que formé
junto a mi hijo-, me di cuenta que hoy se hace muy duro mostrar lo tuyo cuando
sos un grupo nuevo que empieza de cero.
APOCALIPTICO E INTEGRADO
¿Te gusta el tango electrónico?
Me encanta. Es más, tengo un compilado de tango
electrónico que escucho todo el tiempo.
Sí, totalmente. El nu tango. Si no, pregúntale a Gotan
Proyect. ¿Acaso no vendió cinco millones de copias en todo el mundo? Se ve
que es una música que aún le interesa a un montón de gente.
Aunque haya algunos puristas a los que eso no les parece
tango…
Bah, me cago en los puristas, nunca les di bola a
ninguno. Además, ¿a quién carajo le importa algo lo que digan esos tipos?
Fueron también los puristas los que en su momento criticaban a Piazzolla.
Sin dudas, Astor fue nuestro Gershwin. Porque fue un tipo que se formó
acá e hizo una música increíblemente maravillosa. Sin embargo, los llamados
“puristas” lo vivían criticando…
Creo que el tango es una música única en el mundo,
y por eso es un orgullo que se haya originado en nuestro país. También me
gustaría que con el tango pasase lo mismo que ocurre con la bosanova en Brasil,
que se pudiera mezclar con otras músicas. Con respecto a lo de Gotan Proyect,
la suya es una música nueva basada en el tango. A mí me chupa un huevo que me
vengan a decir si eso es tango o no. Porque, quiérase o no, es algo fantástico
y nació acá. Luego, se mezcló con otro barrio, el de la música electrónica de
los franceses, y salió algo maravilloso.
Contanos algo sobre este nuevo disco que acabas de
lanzar.
Se llama Club Atlético de Mutantes, y es un
álbum en el que estoy tratando de cantar de una manera distinta a la que lo
hice hasta ahora. Por eso lo siento como si fuera mi primer disco solista,
porque es un trabajo mucho más intenso que el que hice en 1984. Como siempre está
presente mi pasión por la ciencia ficción en estos temas extraños que fusionan
rock y tango, en medio de una situación medio apocalíptica, de la que hablan
las letras –como pasaba en “Pantalla de un mundo nuevo”. Es un álbum en el que
estuve escribiendo mucho sobre esa temática del fin del mundo. Por ejemplo, un
tema del disco se llama “Bailando el Apocalypso”, y otro “Apocalipsis sin
final”. En total son 16 temas, con 5 cantados en francés. Es un disco en el que
hay lugar para la exploración y fusionar múltiples estilos. También, una de las
razones por las que hice este disco es homenajear a un entrañable amigo mío, Jean
Robert Jovenet, fallecido en 2011, quien –junto a Pappo- fue uno de mis
mayores maestros en la música. Con él toqué en los 70 en la banda punk francesa
Extrabelle. Jean Robert es el responsable que yo haya empezado a
escribir música de la forma en que lo hago ahora.
En este álbum me acompaña una banda muy grosa de
tango fusión, llamada La 303, que ya han venido tocando en varios países
de Europa. La conforman Hernán Valencia (piano y teclado), Jerry
Solnie (batería). Todos unos músicos del carajo, excelentes. Otro músico
muy importante en el álbum es Pablo Mainetti, quien es uno de los cinco
mejores bandoneonístas del mundo. También participó, mi hijo, Jean-Jacques
Peyronel, quien toca guitarra y bajo; y el Tano Marciello,
guitarrista de Almafuerte, quien tocó en una versión hip hop de
“Pantalla del mundo nuevo”, y en “Club Atlético de Mutantes”, donde se manda un
solo re complejo de guitarra, que se parece a Steely Dan. El Tano es un
músico increíble.
¿De dónde sale el nombre Club Atlético de Mutantes?
Es una metáfora de como yo veo a toda la clase
política argentina. Me parece increíble todo lo que ocurre con la política en
el país, y me sorprende que la gente le crea tanto a los políticos, porque ¡son
de terror!
¿Cómo sigue este proyecto?
Estamos a full con el desarrollo de Club Atlético
de Mutantes. Tenemos un equipo que nos está vendiendo en todo el interior y
también vamos a hacer algunos lugares chicos pero refinados en Capital. Estoy
convencido que el tango-rock es una opción muy rica con algo nuevo y diferente
para proponer al mundo entero. Es mucho más que una fusión, es una evolución,
una mutación del rock y del tango que va camino a ser una bisagra en la música
nacional con pretensiones globales. Siento que encontramos un sonido sensual y
moderno que puede aspirar a un público muy amplio sin perder por ello un ápice
de autenticidad. Estoy incluso escribiendo los temas del próximo CD y adaptando
unos temas a éste nuevo estilo. Creo que hay un gran futuro con el tango-rock
que proponemos, y la gente nos lo hizo saber en el show que dimos en el Samsung
Studio el 31 de mayo pasado. Es una propuesta que cae bien y suena muy natural,
como algo que hace rato debería haber existido.
(Entrevista realizada en enero de 2013)
Emiliano Acevedo
espectacular.... Buena nota. Gran figura MP.
ResponderEliminartratando de hacerlo breve,algo casi imposible por el rico anecdotario q tiene,me llamo la atencion la mutua admiracion q se tenian Pappo y Peyronel,era como si se nutrieran uno con el otro,por eso salian los temas como salian.el hecho q hayan compuesto tantos temas tambien es significativo,y su largo recorrido con los mejores grupos q habia.Virus Los Violadores .Attaque 77,claro q Peyronel tenia una trayectoria importante de estudios y formacion cultural,de la cual muchos de nuestros musicos no tenian acceso.creo sinceramente q es una de las personas con las q me encantaria conversar ,seria de una riqueza enorme para mi
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