Como
tantos otros músicos, a los que hemos tenido el placer de entrevistar en los
últimos meses, el protagonista de esta nota comenzó -en su infancia- tocando folklore. Primero, con instrumentos
autóctonos, como el pingullo, el sikus, la quena, el bombo legüero… Hasta que
un día conoció la guitarra, y fue amor eterno a primera vista… Esos serían los
primeros años de la laureada carrera de Diego Mizrahi, un
multifacético músico que, además de gran instrumentista y compositor, se
destaca por su labor didáctica, docente y como conductor de un prestigioso
programa musical de TV dedicado a difusión y practica musical, un verdadero
hallazgo, que –desde hace más de 10 años- le viene dando prestigio a nivel
local e internacional.
Su CV
nos dice que, a lo largo de los años, ha editado muchos libros, métodos de
enseñanza, videos, CDs, dando centenares de clínicas de guitarra… Sin dudas, la
suya es una vida dedicada y apasionada. Desde sus primeros experimentos
rudimentarios, conectando la guitarra al parlante del Winco; pasando por todas,
y cada una, de las clases de guitarra a la que asistió, su laborioso paso por
los conservatorios y su llegada al M.I. (Musicians Institute) en EEUU. Luego
llegarían los tiempos de su propia banda blusera: La Mizrahi Blues Band, para
después sí lanzarse como solista, redondeando una interesantísima serie de
discos: Pampalucha, Music from the Pampas (2002), Songs Of The Rings (2003), 18 Kilates (2004), Boomerang (2007) y Básico (2010). Dueño de una técnica
envidiable y un virtuosismo sutil y pirotécnico para la guitarra, Diego también es un gran conversador, y
por eso es un placer poder charlar con él, como lo hice en este reportaje
realizado en su oficina, en su escuela de música situada en Palermo, un lunes
al mediodía, en donde repasamos varias anécdotas de su carrera, sus proyectos,
influencias, gustos y demás yerbas.
ENTREVISTA>
¿Por qué elegiste tocar la guitarra?
En
verdad, la guitarra me eligió a mí, no yo a ella. Yo tuve la suerte de tener
una madre que era artista plástica – en la época en que yo iba a la Escuela
Primaria, de mañana-, que me impulsó para que yo hiciera algo ligado al arte,
justamente ella había encontrado una escuela integral de arte, que integraba el
teatro con la danza, la música, la literatura; era el Instituto Vocacional de
Arte Labardén. En esa época yo vivía en Barracas y mi vieja nos mandó a mis
hermanas y a mí a que estudiáramos en este Instituto, en la calle Garay, en
Constitución. De esta forma, se podría decir que no tuve otra opción, y así
empecé a hacer arte desde muy chiquito. A los 8 años cayó a mis manos mi
primera guitarra porque en el Instituto también enseñaban guitarra. Al
principio, estudiaba folklore,
una música que amaba y sigo amando hoy. Me acuerdo, siendo chiquito, de subirme
a una tarima y dar recitales para los chicos del barrio, era como que ya estaba
en mí esa vocación… Para cuando entré a mi adolescencia, medio que dejé de
tocar la guitarra porque ya estaba en otro plan, salir, conocer chicas, y
demás… Pero ahí me di cuenta de que una buena manera de conseguir chicas era
tocando la guitarra, y por eso volví… Y así, desde los 14, 15 años, no paré más
de tocar. Luego, mi formación musical estuvo ligada a mi paso por Conservatorios,
además de hacer todo tipo de cursos vinculados a la guitarra, los que existían
y los que no existían, también… Amaba estudiar, era un estudiante crónico de la
música, y me pasaba 8, 10 horas por día tocando sin parar…
¿Y que
pasó, con tu vocación artística, cuando saliste de la secundaria?
Eso
fue todo un tema, porque, más allá del apoyo de mi madre, pesaba mucho también
el mandato familiar para que me decidiera a empezar una carrera universitaria.
Ahí, medio que se me complicó, porque tenía mis dudas; a mí me gustaba mucho la
carrera de Arquitectura, más que nada por su proceso creativo. De cualquier
forma, decidí anotarme en el Conservatorio Manuel de Falla, para probar, a ver
si eso era lo que quería hacer, y ni lo dudé… Al primer mes ya me di cuenta que
eso era lo mío, sin ninguna duda…
En
relación a tu formación, te diferencias de otros guitarristas que –a pesar de
haber comenzado igual que vos, en lo relativo a su aproximación al
instrumento-, no se les hubiese pasado por la cabeza seguir estudiando en el
conservatorio…
Sí,
como vos decís, hay gente que tiene una facilidad innata, y les sale mas en
forma más natural, ese no es mi caso. Yo no era bueno tocando, no tenía la
facilidad innata que tienen otros que agarran el instrumento –por primera vez-
y la descosen. Yo tocaba mal, tenía mucho oído –eso sí- pero no tenía el
virtuosismo, la destreza; y por eso tuve que luchar fuertemente contra eso,
pero siempre desde el lugar del disfrute. Yo disfruté mucho todo el proceso
educativo musical que tuve, mi formación. Fueron años de tocar horas y horas y
horas, a veces, hasta 12 por día; mientras hacia la carrera…
El
Conservatorio también era un ambiente bastante rígido en lo musical, ¿no?
Totalmente.
Ahí no se aceptaba que se tocaran cosas que no estuvieran incluidas en el
programa, así que olvidate de hacer blues, rock, o cualquier música de ese
estilo. Por suerte, después me enteré que se iniciaba una carrera nueva que era
el Conservatorio de música Popular (de Avellaneda), me anoté y estuve en la
primera camada. Ahí había un nivel académico espectacular, con unos profesores
de un primerísimo nivel. Ese lugar me abrió la cabeza.
Pero
cuando te anotaste en el Manuel de Falla, vos que querías ser, ¿maestro de
música o concertista?
Y… A
pesar de que –en algún momento- evalué esa posibilidad (incluso, la de hacer
dirección orquestal), yo sabía que era muy complicado, porque ser concertista
es una carrera de mierda, verdaderamente; ya que tenés que tener muchísima
disciplina, tocando todo el día, todos los días, sin descanso, y al haber tan
poco espacio, es una carrera salvajemente competitiva. Por eso, no quería hacer
eso, a pesar que –debido a la formación clásica que estaba teniendo- cada vez
me estaba interesando más por la música clásica. Además, tené en cuenta que el
periodo clásico en el que se empiezan a escribir obras para guitarra empieza en
el siglo XVIII, con los autores españoles; de ahí para atrás, no hay nada, tan
sólo adaptaciones de los compositores clásicos –tipo Bach- a la guitarra, pero no
obras originales compuestas espacialmente para el instrumento. Con lo cual, no
hay muchos conciertos. Fijate en una agenda del Teatro Colón y vas a ver que
hay pocos guitarristas. Eso me frenaba, no quería ser un erudito que tocara 20
mil horas por día, para dar un concierto cada tanto, dar clases en el
Conservatorio y chau. Eso iba a ser muy frustrante para mí, y además, bueno, me
gustaba el rock…
¿Terminaste
el Conservatorio?
No.
Llegué hasta sexto año y dije “basta, no lo aguanto más…”. Y me fui,
buscando seguir formándome en otros lugares.
AMPLIFICADORES
HUMEANTES
¿De
donde sale tu interés por la música rock?
Por los Beatles, paralelamente
también empecé a escuchar Pescado
Rabioso, Deep Purple, Yes… Antes de eso, para mí, el rock era “Lunita Tucumana”,
“Zamba del Olvido”, los temas folklóricos que hacía. No sabía aun que existía
una cosa llamada “rock”. Cuando escuché a los
Beatles, por primera vez a los 12 años, me estalló la cabeza.
Luego, seguí escuchando mucho rock británico: Genesis,
Jethro Tull, Led Zeppelin… Después
de muchos años, cuando empiezo a tocar, descubrí la música negra y me meto con
todo en esa, y comienzo a escuchar mucho blues…
Luego, a mediados de los 80, pasé por muchas bandas, como todo adolescente.
¿Ya
tenias guitarristas preferidos como tus referentes?
Un mouton: Ritchie Blackmore, Jimmy Page,
Steve Howe, Pat Metheny... Después empecé a escuchar a Eric Clapton y de ahí, sin escalas, pasé a Johnny Winter y me quemó la cabeza. A los 17, 18
años, cuando descubrí a Winter,
dije: “Esto quiero para mí”. Ahí formé lo que pasó a ser, para mí, la
santísima trinidad: BB
King, Eric Clapton y Johnny Winter. Después, como todos, me mandé a
escuchar a Van Halen, Joe
Satriani –que es mi máximo
referente en la guitarra-, Steve
Vai… Con
Hendrix me pasó que lo descubrí en dos etapas, al principio –cuando era
chico-, lo escuchaba y su música me parecía espantosa, desafinada, abominable;
hasta que lo volví a escuchar de grande, lo entendí, y ahí sí me di cuenta de
que Jimi Hendrix es lo más grande que hay en la guitarra, lejos. Es
el tipo que inventó la guitarra eléctrica. A mí me gustan los guitarristas que
tienen sentimientos, que con su música transmiten eso. No me gustan los
guitarristas aburridos o los que no dicen nada. Por ejemplo, cuando era chico
estaba fascinado con el virtuosismo del trío de Al Di Meola, John McLaughin y Paco
De Lucia. Al Di Meola y
McLaughin no me gustan, me
parecen dos violeros fríos, cuya música no me dice nada; pero Paco De Lucia es un tipo que me vuelve loco, parece
como que tuviera fuego en las venas. El que más me gusta, como te decía antes,
es Joe Satriani. Cada vez
que saca un disco, estoy esperándolo para ir corriendo a comprarlo y escuchar,
analizar que está haciendo….
¿Qué
sentiste cuando lo conociste en persona?
Eso
fue tocar el cielo con las manos…
¿Cómo se dio ese encuentro?
Porque la gente de (la productora) PopArt se copó y le hicieron escuchar a él mi material para que le diera el okay, y así fue… Imaginate lo que fue para mí abrir para Satriani, para ese maestro…
¿Cómo
siguió tu formación musical después de estudiar en el Conservatorio de Música
Popular de Avellaneda?
Después
busqué una formación en jazz, para eso me puse a estudiar con Daniel Pellegrini. Antes, de
pibe, a los 14, 15 años había ido a estudiar con Walter Malosetti, un genio, y
aprendí mucho ahí, todos los conceptos de jazz.
Tomaba clases particulares –muy entretenidas- con Walter, y capaz que te daba
clases que duraban 10 minutos como otras 3 horas. Ahí hice el método Berkley.
Después fui a estudiar con Guillermo
Palazzolo, quien me preguntó si había hecho el método. Cuando se lo mostré
me dijo que lo había hecho para el orto… En total terminé haciendo tres veces
al método Berkley. Después estudié con Lito
Epumer –un gran maestro-,
también un par de clases con Francisco
Rivero –un genio total-, y
después tomé una decisión importante en mi vida que fue la de irme a estudiar a
Los Angeles, en el Musicians Institute. Esa sería una experiencia que cambió mi
vida porque me abrió la cabeza en muchos sentidos. Estudiando en el Institute
sentía que estaba en el lugar en donde sucedían las cosas a nivel mundial.
Imaginate que era re común estar sentado en el auditorio y que al lado tuyo
estuviera Steve Vai, o Al
Di Meola… Es una experiencia que jamás olvidaré.
¿Qué
sucedió cuando terminaste esos estudios?
No los
completé, yo nunca completo nada… (risas) No, en realidad, pasó que me estaba
quedando sin plata; así que conseguí un laburo tocando salsa con el piano en un
lugar de música latina, eso lo hice un tiempito; y luego me salió la
posibilidad de irme a tocar a Las Vegas e instalarme ahí. Pero no quise porque
yo había ido a EEUU a estudiar música y no a terminar tocando top forty en Las Vegas, así que decidí
estudiar lo máximo posible el tiempo que me quedaba para luego pegarme la
vuelta a Argentina, porque –además- había empezado a extrañar. A mí me cuesta
mucho estar lejos de mi gente, de mi lugar…
Entonces, viniste y formás tu proyecto
musical acá…
|
Sí, me
vine e hice mi propia banda. Bueno, en realidad, antes de eso, apenas regresé
viví una experiencia, que no muchos saben y que yo pocas veces conté… En esa
época, principios de los 90, yo estaba enloquecido mal con el rap y el hip hop, y justo se da la
casualidad que conozco a un rapero argentino, que había nacido en Nueva York, y
le propongo hacer un dúo de rap,
con mi viola eléctrica bien marcada. Entonces, empezamos a tocar, hacíamos un
dúo tipo Run DMC, y pegamos
un contrato muy groso con la productora Abraxas, pero, yo me doy cuenta de que
era un invento, porque nos iban a hacer un producto masticable, descartable,
exprimiéndonos al máximo para luego desecharnos, sin que ganáramos ni un
centavo.... Me acuerdo que teníamos reuniones con los directivos de la
productora, reuniones no artísticas, en donde sólo se hablaba del vestuario que
íbamos a usar o las coreografías, mientras que yo lo quería era tocar la
guitarra… Hasta que un día nos dicen que querían que armemos una banda con
todos tipos carilindos, en donde no importaran si tocaban o no. Ahí renunció al
proyecto y pedí que me devolvieran el contrato, no quise seguir. Tuve un
quilombo legal bastante grande, pero lo pudimos solucionar; y luego que yo me abro,
los directivos de la productora agarran a Jazzy
Mel, y él tomó ese lugar en ese delirio que habían ideado para nosotros…
ALMA
BLUSERA
Ahí encaras, sí, el
proyecto de tu banda, la Mizrahi Blues Band…
Sí,
ese fue un paso intermedio hasta llegar a mi carrera solista. Yo tenía entonces
26, 27 años, y ahí me doy cuenta de que la música que mejor me calzaba era el blues,
me había vuelto un fanático total del genero, y por eso decido armar una banda
de blues original, no
de raíz; yo no quería hacer ni blues de
Chicago, de Missisippi o Texas, si no blues, a secas… Y capaz que de ahí,
mixturaba, y salía rap, funk o temas jazzeros.
Sin dudas, fue una etapa muy creativa de mi carrera, 10 años a full, con mucho
laburo, hicimos muchos shows, giras (nacionales e internacionales) –incluso,
tocando en EEUU, con el hermano de Jimi
Hendrix-, grabamos algunos discos, participamos también del primer
compilado, la primera colección de rock nacional que se vendió, y me acuerdo que hasta
cambié el auto con la guita que hicimos con la venta del primer CD en el que
aparecimos nosotros, que había vendido 250.000 copias. Estábamos en el
mainstream del rock nacional de ese momento.
Aparte, coincidió con el
momento de auge del blues en Argentina…
Tal
cual, y fue de pedo, porque no era así cuando empezamos el proyecto. Con esa
banda, en un momento dado, decidimos abandonar un poco el circuito de shows
locales e inicial una carrera en EEUU. Ahora no sé si esa fue una decisión
acertada porque acá nos estaba yendo muy bien pero lo descuidamos, y allá
–cuando nos empezaba a ir bien, luego de muchos shows, también lo abandonamos.
Con lo cual, por supuesto, quedaron muchas cosas por hacer, pero, en un momento
dado, me dieron ganas de hacer rock instrumental, así que decido
largarme como solista, suspendiendo lo de la banda. Yo siempre soy un tipo muy
inquieto dispuesto a embarcarme en nuevos proyectos musicales. Siempre hay
algún loco que me pregunta cuando se vuelve a juntar La Mizrahi Blues Band, pero no,
ya fue. Pasó mucho tiempo y volvernos a juntar seria lucrar. Para
mí, por lo general, las reuniones de los grupos están vinculadas al negocio, y
se dan cuando se acaban las ideas, y a mí, por suerte, todo el tiempo me fluyen
nuevas ideas acerca de lo que quiero hacer.
VAMOS
QUE VENIMOS: LUZ, CAMARA… ¡MIZRAHI!
En paralelo a tu
lanzamiento como solista, también comenzás como conductor de TV, ¿no?
Ese
fue un punto de quiebre. Cuando aparece la posibilidad de hacer el programa,
les propuse a los integrantes de La
Mizrahi Blues Band –a su
última formación-, unos pibes súper talentosos y virtuosos que luego hicieron
muy buena carrera, que fueran la banda estable de mi programa, pero me dijeron
que no. Yo no entendía nada… Así que mandé todo al carajo, armé una banda de
músicos sesionistas, y como yo no cantaba, empezamos a hacer temas
instrumentales; así, una cosa llevó a la otra, luego empecé a viajar por todos
lados, con la guitarra, dando clínicas del instrumento por toda Latinoamérica…
Entonces, cuando tuve varios temas compuestos, me armé un disco solista para
probar. Con los dos primeros discos que grabé como solista me fue bárbaro, el
tercero no tanto, pero fue porque ya la venta de CD había muerto, prácticamente…
Sí, y
el proyecto, en verdad, se originó de pura casualidad, y me pasó por pajero,
porque me gustan mucho las mujeres… Recuerdo que me habían invitado a la
inauguración del canal (Music Country), y yo no quería ir porque, en ese
momento dado, no salía, no tocaba, quería quedarme en casa con mi familia. Pero
un periodista (Ezequiel Abalos) me
insistió un montón para que fuera a la fiesta de inauguración, y yo me seguía
negando, hasta que me dijo que al lado inauguraba el Canal Venus, en donde iban
a estar un montón de minas, y cuando escuché eso dije: “¡Vamos!”. Me
acuerdo que esa inauguración fue un lugar en Puerto Madero, creo que El Divino.
Fui derecho a Venus, y me rebotaron… Entonces dije, “bueno, vamos a Music
Country…”, y así fue. Ahí me surge la idea de hacer el programa, y así, una
cosa llevó a la otra, y a la otra… Y se terminó haciendo una bola de nieve
impresionante.
¿Lo de tu programa de TV,
lo fuiste aminorando porque te cansaste?
Sí, en
un momento dado, me cansé. La televisión te destruye. Cuando terminé el ciclo
en 2007, estaba totalmente enajenado, loco. Necesitaba una larga temporada de
descanso, y así fue. Paramos 3, 4 años y ahora volvimos con todo. Desde hace
unos meses, estoy en un programa de media hora, con una propuesta muy
interesante, muy polenta. Me asocié a una productora y está bueno. Pero la tele
te morfa, te chupa… Es muy estresante.
Igual, en tu espacio vos
tenías total libertad, ¿no?
Sí,
porque no es un programa “estilo Canal 13”. Es un programa con un nicho
muy segmentado que funciona muy bien dentro de eso pero no sale de ahí.
Entonces no es tan nocivo como estar en un canal de aire. No obstante, me quemó
el cerebro porque terminé siendo el productor de mi propio programa, y eso era
una locura. Había mucha gente laburando, mucha guita puesta en juego… Conducía,
lo dirigía y producía. Ahora ya no es más así, porque me asocié con Gustavo Brukman, un gran músico
y batero que se dedica a la televisión y tiene una productora muy copada.
Entonces ambos unimos esfuerzos desde la música y desde la televisión porque
perseguimos objetivos muy parecidos y funcionamos bien. Este es el único
formato, de este tipo de programa, que existe, existió y existirá en la televisión.
¡Ya Llevamos 10 años en el aire!
¿Qué es lo más fructífero
que te da el trabajar en la TV?
Todo.
Dejando de lado la vorágine, el resto es ganancia. Es una experiencia
reconfortable y placentera porque la principal excusa del programa era tocar
con mis ídolos. Yo, a través del programa, me di el gusto de zapar con todos.
El otro día vino Lito Nebbia y para mí fue increíble haber tocado
con el padre del rock, el tipo que escribió esos temas
fundacionales que yo escuchaba cuando era chiquito.
Y en el mismo sentido, ¿te
pasó de saber de chicos a los que tu programa inspiró a que se decidieran a
estudiar música?
Sí,
todo el tiempo. Hay un feedback muy lindo. Además, el programa está teniendo un
rating tremendo -siempre teniendo en cuenta de que hablamos del cable y que
este es un producto segmentado-, quiero decir, que el programa lo miren 400 mil
personas por mes es una cifra contundente, es un promedio de 100 mil personas
por emisión. Además, ahora el programa está online también, y lo podés ver
cuando quieras
DE
AHORA EN MÁS, LO ESENCIAL
¿Cómo fue grabar el último
disco (Básico,
2010), cómo se te ocurrió largarte a cantar, y enfocarte en esa temática
asociada a lo masculino, al hombre común?
Fue un
álbum muy marcado por las perdidas que sufrí de dos mujeres muy importantes en
mi vida. Una fue mi vieja –que falleció en medio del proceso del disco-, y la
otra está relacionada con mi mujer de toda la vida, de la que me separé. Era mi
necesidad de querer contar esto que sentía en primera persona, y no que venga
otro a contarlo. Por eso, hice el gran esfuerzo de cantar yo. Hoy por hoy
siento que progresé mucho, no como cantante, sino cantando. Porque yo soy un
violero que se acompaña con la voz, no un cantante. Ahora soy afinado, cosa que
antes no era. Porque tuve que lucharla mucho para lograrlo, porque yo produje
muy buenos cantantes, y tengo el oído muy afinado. Por eso, cuando me escuchaba
en vivo, por dentro me decía: “Diego, sos un hijo de puta. Desafinás como la
concha de tu hermana…” (risas) Por ahí la gente no se daba cuenta, pero yo
no me la bancaba. Ahora siento que estoy cantando mucho mejor. Además, creo que
mi próximo disco, que ya estoy haciendo, va a ser explosivo y creo que va a ser
mi mejor disco en años. Estoy trabajando con un productor que se llama José Moyano, que es re grosso y
entendió mi música.
Por la
composición, por lo arreglos, porque es un disco donde voy a ser yo 100 % desde
la guitarra, las melodías, las letras, la voz… Algunas de las letras son más
poéticas que otras, más directas. Va a ser un disco tremendo, totalmente auto
referencial, moderno, fresco, virtuoso, guitarrero, y que espero tener listo
antes de fin de año.
¿Qué discos o artistas que
estés escuchando ahora, recomendarías?
A mí
me gusta de todo. Por ejemplo, Nirvana,
y lo que vino después, sus desprendimientos: Foo Fighters, Sound Garden…
Ahora estoy escuchando mucho a Sinatra,
él es mi artista de cabecera, lo escucho todo el día. El nuevo disco de Jaime Cullum, un pianista de jazz que me encanta. Es difícil que
yo vuelva para atrás, no tengo esa cosa melancólica, de regresar y ponerme a
escuchar discos que escuchaba en otros momentos. Lo que no significa que no
tenga discos que he gastado. Por ejemplo, al de disco de Norah Jones - Feels
Like Home (2004), me
cansé de escucharlo, y lo sigo poniendo siempre porque es un disco que me
relaja mucho. Escucho mucho también el Quinteto de Miles Davis. Los discos de Satriani, de Hendrix los vuelvo a escuchar, nunca me
cansan. Qué se yo, un montón, seguro que debe haber muchos más que ahora no me
acuerdo…
¿Y que te gusta del rock
nacional?
Spinetta es uno
de los que más me gusta, de chico escuchaba mucho Pescado Rabioso; después me
copé mucho con Spinetta Jade y lo que hizo después. De Charly me gustó mucho La Maquina de Hacer Pájaros, Serú
Giran… Antes, también me había copado con Manal y los grupos de la primera época
del rock nacional. Pero no necesariamente uno tiene que ir a los 60
o 70, aunque de esas décadas escuché y me gusta todo. En los 80 me gustaban Soda Stereo, Virus... Y ahora
me gusta un banda nueva que se llama Ella
Es Tan Cargosa, el nuevo disco de Chucky De Ipola, el disco solista
de (Andrés) Ciro, y
lo que sigue haciendo Andrés
Calamaro, que es un gran compositor popular.
Sabemos que te gusta leer
biografías. ¿Eso te inspira en el momento de la composición?
En
realidad es algo que tengo que superar, porque, aunque es verdad que leo mucho
y tengo mucha imaginación, en el momento de escribir una canción me cuesta. No
me es fácil encontrar las palabras para ese momento justo. Entonces, las letras
todavía son un padecimiento, las sufro. Después, cuando las escucho, me gustan,
pero aun siento que esa es una pared que tengo que romper.
¿Cómo es tu proceso
compositivo en sí?
Mi
método se basa en hacer demos con la guitarra criolla, agarrar el celular, lo
grabo y lo canto; y ya está: “toma 1”. Sigo así hasta que llego a 200
(grabaciones), más o menos, como me pasó ahora, que tengo 200 grabadas,
entonces llega un momento cuando de esas 200 saco, digamos, cuatro y hago un
tema. Así es como compongo. Después, otra es: tengo una idea por un lado, y otra por el otro, si
se juntan, bien; si no, de cada una de esas ideas saco un tema. En definitiva, compongo
cuando estoy inspirado. Después viene todo lo que se refiere a arreglos y
orquestación.
¿Cuándo te das cuenta de
que un tema no va a ser instrumental sino cantado?
Hay
temas en que está clarísimo que son instrumentales y otros que están ahí, están
en el medio… Es difícil. Pero ahora, justamente, tengo la cabeza puesta en un
disco de canciones, y todo lo que me surge va por el lado de las canciones. Ya,
en algún momento, volveré a sacar un disco instrumental como solista.
¿Y qué criterios adoptas a
la hora de elegir un tema de otro para versionar?
Para
los covers, yo generalmente elijo temas que estén en las antípodas de mis
gustos, que no tengan nada que ver conmigo. Entonces, ahí el gran desafío es
hacer “que sea mío”, apropiármelo, que alguien lo escuche, escuche mi
guitarra, y reconozca que es mi sonido. así me pasó con el bolero “Bésame
Mucho”, ahora mismo estoy haciendo el tema “La Distancia”, de Roberto Carlos, que lo
escuchas, y con los arreglos que le pongo, termina pareciendo un tema mío.
Laburo mucho el tema de la versión, elijo nota por nota. Por ejemplo, si el
tema, en su melodía, tiene un SI, elijo muy bien en que parte de la guitarra
tocarlo, porque no es lo mismo el SI de la segunda cuerda que el de la tercera
o el de la cuarta; la altura es la misma, pero el timbre es distinto, así como
son distintos el sonido y el sustain. Laburo mucho la melodía, y hasta me puedo
pasar meses, hasta que encuentro de que manera interpretarla y que suene como
algo personal.
¿Qué otros proyectos tenés
o querés hacer en un mediano plazo?
Bueno,
la televisión que me morfa la vida, me consume mucho tiempo… Pienso seguir
tocando muchísimo como ahora. Continuar con mis giras internacionales, hacer
una gira en el verano por la Costa (el verano pasado hice 40 shows). También,
quiero seguir jugando al tenis, corriendo dos o tres veces por semana… Mi meta
es hacer un disco por año, porque tengo mucha música acumulada que quiero
plasmar porque ese va a ser el legado que uno va a dejar de por vida.
(Entrevista realizada en noviembre de 2011)
Fotografía: Estudio Farbone
(Entrevista realizada en noviembre de 2011)
Fotografía: Estudio Farbone
Emiliano
Acevedo
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