El
nuevo álbum de Nexus
(En el comienzo del Topos Uranos), editado
el pasado 4 de abril, es un extraordinario álbum instrumental de rock
progresivo clásico, de la vieja escuela sinfónica. Como resultado de esto ha
tenido un éxito rotundo, ya que se ha agotado la primera tanda de la edición en
vinilo, a pocos días de salir a la calle. También hay una edición en cd, con
tres bonus tracks, editada por Record Runner, y distribuida en Argentina por
Melopea Discos.
Nexus
es un grupo de rock progresivo argentino, formado a mediados de los 70 en
Morón, en el Oeste del Gran Buenos Aires, y que, desde fines de los noventa ha
desarrollado una discografía sostenida y consecuente con el clásico rock
progresivo, con influencias que van desde Emerson,
Lake & Palmer hasta el recordado grupo argentino Crucis, todo matizado en álbumes conceptuales que dan cuenta de un
profundo mensaje que apunta al conocimiento holístico de la experiencia humana,
la mente, el aprendizaje y la superación. Ahora, en este 2017, a más de cuatro
décadas de empezar a tocar, Nexus
sigue adelante con sus tres miembros originales de siempre –Luis Nakamura
(batería), Lalo
Huber (teclados)
y Carlos
Lucena (guitarras)- junto al
bajista Jorge
Mariño Martínez. Estos son los músicos que
llevaron adelante la grabación de este octavo álbum del grupo (el primero
editado en vinilo). Una producción de Rock Progresivo con mayúsculas, sin
añadidos ni fusiones electrónicas superfluas, de aquel que no necesita
etiquetas infantiles como “verdadero” o “tradicional”, ni mucho menos coritos
de enanitos eunucos o cantantes neurasténicos…
Rock Progresivo de verdad, ese que desde comienzos de los setentas
hasta mediados de esa década tuvo su máximo esplendor, marcando el pulso del rock
concebido como arte a nivel mundial.
En
esta nota, Lalo Huber nos cuenta
algunas de las claves de En el comienzo
del Topos Uranos.
Es
el desafío máximo que teníamos con Nexus, desde hace tres años. El vinilo es un
formato ideal para un grupo de rock progresivo como el nuestro, porque es
sabido que tiene mayor fidelidad, además de tener la ventaja de que -al ser
mucho más grande la tapa que en el cd- el arte de las portadas pasa a ser
fundamental. Siempre recuerdo que mis comienzos con la música fueron escuchando
vinilos, y gran parte de ese ritual de la escucha pasaba por mirar las tapas,
leer las letras de las canciones –que, aparte, se leen mejor que en un cd- y
demás. Todo eso es muy valioso para los melómanos, y, además, si realmente el formato
vinilo vuelve a tener vigencia, éste será un regreso a la industria
discográfica, porque el vinilo no se puede bajar, hay que comprarlo. Y es un
objeto más tangible, tanto en música como en arte, en dibujo y poesía.
¿Cómo
es el estilo de música que incluyeron en este disco?
La
música de este nuevo álbum es instrumental. Nuestra idea era volver a la
esencia de nuestra música, a nuestros inicios, con temas bien progresivos, a un
estilo que creo que aún no habíamos grabado en ninguno de nuestros discos
previos. Estamos volviendo a un estilo progresivo más loco, más libre; es como
volver a las fuentes. Incluso, el nombre, En
el Comienzo del Topos Uranos, trata de resumir esa idea. Básicamente,
nuestra música busca excitar emociones, generar emociones variables. Que es
distinto a lo que pasa con la música estándar. La música popular estándar se
caracteriza porque cada canción es una emoción. Una canción puede ser alegre,
triste o melancólica; es un blues o una balada o es romántica o bailable; pero
toda la canción es igual. Es como que toda canción tiene un único color. Y eso
hace que toda la música popular sea más fácil de procesar. En cambio, nuestra
música –como la del rock progresivo en general- busca la variación emocional. O
sea, un viaje emocional. Similar al que ocurría en la música clásica o con los
temas en los álbumes clásicos de Yes o Genesis.
¿Cómo
germinó la idea de esta nueva obra?
El
origen de la idea surge luego de haber editado Aire y Magna Fabulis,
nuestros dos últimos álbumes. Aire (editado
en 2012 por Fonocal en Argentina y Record Runner en el resto del mundo) era un
disco de nueva música y canciones compuestas específicamente para el trabajo,
mientras que Magna Fabulis (2012, Record
Runner) reunía, a modo de compilado, las colaboraciones que la banda había
realizado para las ediciones del sello Musea, de Francia, quienes junto a la
revista finlandesa Colossus, se
encargaban de armar álbumes de varios artistas progresivos, basados en grandes
obras de la literatura universal. Los discos se vendieron bien, a pesar del
cambio de paradigma, respecto de cómo la gente busca, encuentra, recibe y
consigue la música, que sin dudas influye en el mundo de las ediciones
discográficas. La respuesta del público fue la esperada y ambos trabajos nos
dejaron muy conformes. Ahora, luego de siete álbumes, nos tocaba pensar en el
próximo, por lo cual comenzamos temprano con la idea de crear nueva música,
aunque sabíamos que queríamos encontrarle una vuelta de tuerca al tema de la
edición de un nuevo disco. Comenzamos a grabar zapadas en el estudio en el
invierno de 2014 (largas improvisaciones sin estructurar, como solemos hacer en
algunos ensayos, pero que esta vez iban a ser registradas para su posterior
escucha y evaluación) y la práctica se extendió hasta fines de ese año.
Generalmente se trataba de zapadas de teclados y batería, algunas de ellas con
guitarras, en las cuales una idea disparaba a la otra sin pensar aun en
canciones. Muchas de las ideas fueron determinadas por la búsqueda rítmica en
las baterías, y de ahí continuábamos con el agregado de riffs y armonías con absoluta
libertad. Las melodías aparecieron bastante tiempo después. Sabíamos lo que
buscábamos, pero no teníamos idea de cómo llegar al objetivo. Componer un álbum
lleva mucho tiempo. Aprender los temas, estructurarlos, arreglarlos y
ensayarlos para luego plasmarlos en la grabación, es un trabajo descomunal que
muchas veces desvirtúa la idea inspiracional original. Por eso esta vez
buscábamos más frescura y dejarnos sorprender por la música misma. Después de
todo, las ideas pertenecerían a las mismas personas, pero trabajando desde
otras aristas. Con una modalidad diferente y más librada al azar. Esas zapadas
fueron guardadas sin escuchar durante la primera mitad del 2015 y en junio de
ese año, comenzamos a escuchar los resultados. Nos sorprendimos porque había un
álbum (o más, en realidad, pero debíamos pensar en sólo uno en ese momento)
escondido entre toda esa música casual y espontánea. Ahí es cuando aparece Alberto Vanasco, de Record Runner,
nuestro productor discográfico y quien llevó a Nexus hasta rincones que jamás
hubiéramos imaginado (tanto en discos como personalmente y en vivo), con la
idea de hacer un vinilo. Él había realizado los contactos pertinentes para que
un sello europeo se interesara en editar los anteriores discos de la banda en
vinilo (algunos de ellos, deberían ser dobles, por su duración), pero como
condición nos pedían un nuevo álbum de música original. Ya tenía sentido lo que
estábamos haciendo y la vuelta de tuerca o la idea no tardó en llegar. Nos
pareció una idea divertida y diferente, por lo cual nos pusimos a trabajar en
la preproducción específica de ese nuevo disco. A diferencia de los álbumes
anteriores, el formato nos limitaba respecto del tiempo esta vez, pero
consideramos que sería una buena movida tener que condensar la idea en los 40 /
45 minutos que permite un vinilo para sonar con buena calidad. Además de la
duración nos asaltó otra inquietud. Sabíamos de mucha gente que estaba editando
en formato vinilo, pero ¿qué sentido tendría grabar digitalmente (como se
estila en los últimos años) para luego editar en un formato analógico? Si bien
al principio nos pareció una idea algo alocada, decidimos jugarnos la carta de
grabar el nuevo álbum de manera absolutamente analógica, como deber ser
realmente para editar luego en vinilo. Sin ningún proceso de digitalización ni
edición en post producción. Directo a la cinta y de ahí a la mezcla y mastering
en el mismo formato. De ese modo comienza este viaje.
Ok,
el equipamiento de grabación… Si bien el primer álbum de Nexus (Detrás del Umbral,
1997) fue grabado en cinta, mezclado a Dat y masterizado digitalmente,
resultaba extraño prescindir del mundo digital en esta oportunidad. Nada de secuenciadores
ni ediciones, ningún monitor de computadora en el cual «mirar» la música. Sólo
sonido saliendo de los monitores y la consola frente a nosotros, como en los
buenos viejos tiempos. Y tomas más directas, tocando para que sea definitivo,
lo cual requiere mucha concentración en los músicos, pero conserva la
espontaneidad de la interpretación real. Era extraño pero gratificante para una
banda con tantos años de carrera, porque significaba un nuevo e interesante
desafío de volver a las fuentes y confiar únicamente en el aire en movimiento.
Teníamos en el estudio un grabador Fostex de ocho canales, aunque consideramos
que no sería suficiente. Intentamos comprar una máquina más grande, pero no
había en el mercado en ese momento nada disponible que funcionara
perfectamente. De ese modo, la opción valedera era alquilar equipamiento de
grabación analógico. Nos decantamos por un grabador multipista Otari MX80 de 24
canales en dos pulgadas para las tomas y overdubs y un Studer A 807 para bajar
la mezcla y luego hacer el master, el cual sería enviado en cinta a la compañía
discográfica, junto a una masterización digital para ser distribuida a través
de internet. El proceso de mastering para vinilo difiere notoriamente del que
se realiza para obtener un master digital. Por lo tanto, ese trabajo debería
hacerse dos veces. Conseguimos varias cintas sin usar de la marca Maxell y 3M,
gracias a un amigo que vive hace años en Europa. Utilizamos una consola
analógica Yamaha GA32/12 y algunos pre externos Avalon (se usaron bastante los
pre de la misma consola), compresores Alesis, DBX y AudioLogic, ecualizadores,
reverbs y delays de rack.
Para
realizar las tomas y sesiones de grabación,
tomamos (ocupamos) el estudio de Morón Norte, el cual dejó de usarse
para producir otros artistas, con el único fin de plasmar los discos de la
banda y diferentes proyectos de los integrantes. Las tomas de bases se
realizaron con todos los músicos tocando en vivo (la única manera de lograr la
dinámica de ensayo), con la batería microfoneada en la cabina (overheads,
bombo, snare top, hi hat, tres toms, room, apenas nueve micrófonos) y los demás
músicos tocando las referencias en el control. La grabación completa se extendió por el
término de cuatro meses y, al tratarse de un álbum instrumental, la mezcla se
presentaba como una tarea mucho más fácil de llevar que en situaciones
anteriores, debido a que las tomas elegidas fueron las más satisfactorias a
nivel ejecución (se grabaron como máximo tres tomas por tema).
¿No
es un poco jugado hacer en la actualidad un disco todo instrumental, pensando
que ahora hay mucha menos gente que se sienta a escuchar un disco entero, como ocurría en
décadas anteriores?
Sí,
es bastante jugado. Pero siempre nuestro criterio fue hacer la música que
teníamos ganas de hacer. Eso es algo que hicimos toda la vida. Incluso, si
querés, hasta se podría decir que nuestra historia es un tanto enfermiza.
Porque nosotros empezamos a tocar en el año 1974 y grabamos nuestro primer
disco recién en 1997. O sea que pasamos 23 años, tocando y tocando, pero sin
grabar nada, y sin ninguna necesidad, porque podríamos haber grabado. Teníamos
los medios –a pesar de que ninguno de nosotros es millonario, ni mucho menos-,
pero no lo hicimos. De hecho, muchos de los temas de la primera etapa de Nexus quedaron en la nebulosa de los
tiempos, porque no los grabamos y no los recordamos. Es increíble cómo no se
nos pasó antes por la cabeza grabar un disco. Empezar antes nuestra carrera
discográfica. Para nosotros, entonces, todo era ensayar y tocar en vivo, nada más. Pero, bueno, esa
fue siempre nuestra filosofía de la música. Es decir, hacer música por el
placer mismo de hacerla, sin perseguir el lado económico del asunto. Nunca
pusimos el foco en eso, pero sí siempre pusimos el foco en la parte artística y
en explorar. Es como que aún hoy, en este álbum nuevo todo instrumental,
estamos manteniendo ese criterio “infantil”, digamos.
¿Este
nuevo álbum recibió influencias del material clásico del rock progresivo?
No,
tiene influencias propias de nuestra música. De los siete temas que incluimos
en el vinilo, hay algunos bien elaborados, en el estilo de Metanoia (1999), nuestro segundo álbum. Esa sería una buena
referencia acerca de la música que tienen un par de temas de este nuevo álbum.
En resumen: tratamos de hacer lo que más nos gusta. Es decir, delirar
instrumentalmente. Sacando uno o dos temas que son más armónicos, o más
clásicos. Hay uno que es todo en piano, casi de música clásica, una especie de
“Claro de luna”, pero los otros temas son más enérgicos. Hay un tema medio
“cruciano” (sic), en un estilo similar al de Crucis. Y después, claro, las influencias de la música que nos
gusta de toda la vida: Emerson, Lake
& Palmer, y algo del Genesis
más sinfónico. Pero todo procesado por el filtro de nuestra propia música.
Además, utilizamos todos instrumentos vintage, utilizando todos elementos lo
más analógicos posibles, grabando en cinta, como se hacía antes. Por ejemplo,
la batería está grabada como antes, o sea, sin 83 micrófonos, sino una batería
grabada al natural. Utilizamos muchos órganos Hammond, mellotrones, etc. Todos
sonidos clásicos. Nuestro objetivo era que no apareciera ningún sonido
polifónico digital, tipo DX7 y todos los que vinieron después. Teclados que no
tienen ni la décima parte de un sintetizador clásico monofónico, como los
Minimoog o los ARP. Por eso siempre me interesó no apartarme de ese sonido
clásico que siempre admiré, el de los sintetizadores clásicos de los 70, que te
volaban la cabeza. Eso es algo que en Nexus nunca perdimos.
En
la actualidad, ¿Cómo es la venta de discos para un grupo progresivo como
ustedes?
Hoy
en día se venden muy pocos cds. Ahora ya estamos vendiendo de manera digital.
Por eso hacemos tiradas chicas, de 1000, 1500, 2000 cds; que después ya quedan
en el mundo digital. En ese momento pasa a venderse por canción, por streaming, etcétera. Lo importante, más
allá del rédito económico, es dejar obra que quede para la posteridad, que es
lo que más nos interesa. De hecho, si hoy nos muriésemos todos, los discos nos
van a sobrevivir, y van a poder ser escuchados de por vida por quien quiera.
Emiliano
Acevedo
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