ENTREVISTA> Tu vida está dedicada a la música, ¿por qué la elegiste?
No
sé por qué. Imagino que fue así porque desde que tengo conciencia me divierte
mucho. Era una buena manera de pasar el tiempo. Siempre me fascinó. Desde muy
chico tengo algunos recuerdos en relación con la música. Por ejemplo, de la
música y el cine, de ver algunas películas y asombrarme con la banda sonora. Me
acuerdo de algunas pelis con música de John Williams y quedarme petrificado
pensando: “yo quiero hacer esto”. Después fui entrando de diversas maneras,
como a muchos nos pasa, con el rock nacional, con los Beatles y en paralelo con la música académica… En realidad, nunca
me lo pregunté. Fue algo que se dio en forma natural, como una especie de sana obsesión.
Obvio que en la profesión atravesás circunstancias, momentos y cosas
diferentes. Muchas veces no es tan fácil laburar como músico, sobre todo cuando
arrancás. Pero empecé a dar clases desde muy chico, también. Y a tocar en
lugares en forma profesional.
¿Tocaste en algún grupo en esas épocas?
Sí,
estuve, cuatro o cinco años, en un grupo de rock sinfónico que se llamaba Nova. Ahí tocaba tres teclados y hacía
canciones. Fue en la época pre redes sociales por eso hay mucho grabado pero no
se difundió nada. Tenemos muchas canciones atesoradas de esa época y el plan es
sacarlas en algún momento. Lo que pasa es que la banda se desintegró. Formé
parte de un par de bandas más. En algunas hice arreglos, como en Toponauta que es una banda santafesina.
Hice y hago mucha música en vivo con los Bla Bla. Ahí toco mucha música popular,
también. De manera solista, tal vez no me entusiasma tanto porque me gusta
trabajar con músicos.
¿Cómo es musicalizar obras de teatro?
Es algo que siempre me gustó porque es muy parecido al cine y lo estudié bastante también. Entonces, hay una paleta gigante de cosas que podés hacer porque vos podés enfatizar lo que está pasando en escena o dar un color dramático o, al contrario, alivianar. Inclusive me divierte mucho hacer folies, hacer sonidos e ir generando otras cosas con lo sonoro. En los Bla Bla participamos un poco los seis de la creación colectiva. Muchas veces los chicos me sugieren cosas que son muy útiles o traen algunas ideas o música porque la mayoría son músicos también y tocan bastante o son cantautores. Entonces se arma colectivamente. Lo bueno de la música es que puede llevarte a un mundo de ciencia ficción aunque en la escena haya una persona con un objeto trucho. Entonces es ese universo el que a mí me interesa más.
¿Cómo ves la música popular de la actualidad? ¿Pensás que la melodía entró en crisis?
No
logro identificarme tanto con el trap. Hay cosas que me gustan… Trato de ver
qué es lo que me gusta de lo que hay y hacia dónde vamos también y no quedarme
tanto en la melancolía de lo que ya fue, sobre todo lo que corresponde con la
gran época de la música de los 70… De todas formas, a mí me gusta Bach, soy fanático de Bach y eso es lo
que enseño en el conservatorio en donde doy clases de fuga. Y si te ponés a
pensar, Bach murió en 1750. Entonces, es cierto que la melodía ha sufrido
transformaciones y que por ahí se des complejizaron un montón de cosas
instrumentales pero al mismo tiempo se complejizó en otro aspecto. Lo que pasa
es que por ahí yo no lo puedo disfrutar todavía, o algunas cosas sí. Por
ejemplo, la otra vez hice una columna de radio del último disco de Nathy Peluso. Es un disco que me
encantó, una apuesta parecida a la que hizo Rosalía hace un par de años - que fue furor - pero el de Nathy
tiene, obviamente, mucho más contenido argentino, porteño, tanguero… Y la
verdad es que me pareció súper rockera. Tiene una fineza en el trabajo, en la
producción, en el sonido, en su manera de frasear, que no es tan habitual, también
tiene que ver con el swing de los músicos que están con ella. Aparte es una
artista que se la juega porque tiene un tema que es una salsa y otro en el que
está sola con un bandoneón y otro que es más cool jazzy con piano Rhodes... No
tiene prejuicios, eso me gusta. Ella es
más del hip hop, no está tan en la movida del trap adolescente como lo que se
escucha ahora pero quiero decir, que en su música encontré cosas con mucho
cuidado, buen gusto, con arreglos muy trabajados, el sonido muy pulido. Por ahí
me parece que lo que pasó, sobre todo en los 90 en adelante, es que las grandes
compañías discográficas y todos los medios de difusión pasan una música que no
está tan cerca de la gente que quiere escuchar música con cierta profundidad.
Entonces vos vas a un supermercado chino y te sorprendés con la música que
suena, porque siempre son temas nuevos que no entiendo como pero me quedan un
rato en la cabeza cuando llego a casa y luego, por suerte, desaparecen para
siempre… [Risas] No sé si hay alguien que llega a su casa a la noche y se pone
un disco de estos que suenan en el chino… O los que sonaban en los Cuarenta
Principales, las radios pop, etc. En un sentido, eso no es música. Eso es
industria musical. Es otra cosa. Es como decir, una cosa es la salsa de tomate
que te hace tu abuela con los tomates reales, toda la data y todo el tiempo que
lleva. Y eso no tiene nada que ver con una lata industrializada que está en el
supermercado. Un poco pasa eso con la industria y la manufactura de la música y
también con los millones que mueve. A veces confluye eso con una búsqueda
personal pero no sé hacia dónde va. El capitalismo se puso más crudo. Todo es
más controlado. Por ahí en la época de los Beatles estaban unidos porque ellos
fueron la primera banda masiva y al mismo tiempo ellos sacaban temas que eran
collages sonoros, música de vanguardia, en 1968. “Revolution Number 9” y todos
los loops de cinta que se te ocurran. Eso venía adentro de un disco de la banda
más vendida del mundo. Hoy eso es difícil de pensar. En ese aspecto, la
industria viene llevándose puesto todo.
¿Y hoy la música por dónde va, lo que no es industria musical?
Bueno,
las mujeres están entrando muy fuerte en el rock. Veo muchas pibas hacer cosas
espectaculares, y eso me encanta.
¿Tu álbum Cocoliche, cómo lo pensaste?
Es
una serie de piezas que venía acumulando en forma aleatoria. Primero había
hecho un concierto de bandoneón y orquesta que está ahí y decidí hacer algunas
piezas más. Por eso el título, porque es un cocoliche de cosas que junté y que
fui un día al estudio y las grabamos con unos músicos queridos que tocan muy
bien. Hay ahí unas mezclas raras porque hay estándars de jazz, una fuga medio folclórica,
hay un tema dedicado a mi gato Ringo, alguna pieza para cello y piano solo… No
sé si todas tienen la misma inspiración pero es lo que yo fui en ese momento,
ya hace siete años… Una investigación académica – popular, aunque no me gusta
mucho esa dicotomía de términos.
¿Por qué elegiste a Charly y esos tres discos a analizar (Yendo de la cama al living, Clics Modernos y Piano Bar)?
Porque
creo que refleja una época muy importante del país. A su vez, son tres discos
muy populares y muy conocidos pero muchas veces se los pasa por encima. Me
acuerdo una vez en el programa de Tinelli que estaban bailando y cantando “Nos
siguen pegando abajo”, con los del jurado diciendo: “que linda canción”, y
nadie reparó en el significado de ese tema… Entonces es como que aquella
canción que en su momento denunciaba algo pasó a ser un objeto más de consumo. La
propuesta fue de Fede Vázquez, de la
Futurock, después de una larga charla que tuvimos en un querido bar en donde
estuvimos hablando de esos años y eses tres discos. Es impresionante como se
fue transformando Charly en esos álbumes y además cómo reflejó la coyuntura.
Entonces eran muy buenos para hacer una trilogía. Además a Charly lo tengo en las
entrañas desde muy chico. Muchas de las canciones las había pensado hace mucho.
¿Hay alguna canción de otro que te hubiera gustado componer a vos?
“Laura
va”. Porque es mi estilo. No sé si la hubiera podido hacer. Siento que habría
hecho algo similar para contar una historia así, como una “She´s Leaving Home”
argentina.
Emiliano Acevedo
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