Gene Clark (1944-1991) fue el
primer vocalista de los históricos Byrds, uno de los grupos más destacados del rock
norteamericano de los años ‘60. Era un muchacho de voz sensible, nacido en
Kansas, que además componía temas en la veta Dylan y tocaba la guitarra.
Luego del viraje estilístico del grupo, del folk rock a la psicodelia
de “Eight Miles High”, Clark, debido a sus recelos personales con los
otros integrantes del grupo y a su pánico a volar, se marcha. Así comienza su
actividad solista, mientras que los Byrds despiden a David Crosby
y, con la incorporación del malogrado Gram Parsons, se meten en la veta country
rock. Años más tarde, luego de participar en una infructuosa reunión
final de la formación original de este quinteto, junto a Roger McGuinn, David
Crosby, Michael Clarke y Chris
Hillman en 1973, Gene Clark realiza en 1974 su lujoso cuarto
álbum solista llamado No Other. Un disco casi
maldito, que hoy puede ser apreciado como una gema oculta, casi de culto. Sin
embargo, en su momento fue ignorado por el público y la crítica. Se lo vio como
un experimento musical egocéntrico y exagerado que costó mucha plata y que
vendió más bien poco.
Sin embargo, un año y medio más tarde de la
edición de No Other, Fleetwood Mac empezaría a tener un
éxito impresionante realizando un repertorio pop con matices countries; un estilo que, en verdad, no
estaba muy lejano de lo que había hecho Clark en su álbum solista. Un
disco que -debido a su fracaso comercial- recién volvería a ser editado en cd
en 2000, nueve años después de la muerte de Clark. Una merecida
reedición de esta colección de ocho
temas de excelente factura, todos escritos por el propio Gene Clark, quien demostraba que además de un excelente cantante era un fino compositor.
Como decíamos, para realizar esta lujosa
producción, Clark y el productor Thomas Jefferson Kaye grabaron
en Los Ángeles contratando a un seleccionado de excelentes músicos: el
guitarrista Jesse Ed Davis, el baterista (de los Allman Brothers)
Butch Trucks, Lee Sklar, Russ Kunkel, Joe Lala, Chris
Hillman, Danny "Kooch" Kortchmar, Timothy B. Schmidt
(futuro bajista de los Eagles) y Stephen Bruton. En coros
estuvieron Clydie King, Venetta Field y Shirley Matthews,
tres excelentes cantantes que luego acompañaron a Bob Dylan. Con
semejante plantel de músicos el resultado no podía ser mejor.
En sí, No Other era un trabajo ambicioso que mixturaba elementos del
country, folk, jazz rock, gospel, blues y rock de carretera "a la Easy Rider". Canciones que eran una
instantánea de la escena rock norteamericana de mediados de los ‘70,
pero que, a diferencia de otros discos de esa época, ha envejecido mucho mejor
y sigue sonando actual. No hay límites en No
Other. Su sonido es tan ampuloso que parece una banda sonora de
película. Una canción es mejor que la otra. Hay temas bien rockeros como
"Strength Of Strings", que nos recuerdan al Neil Young de
Cowgirl in the Sand", mientras que otros contienen elementos de música
oriental, completados con finos trazos de slide
guitar. Por momentos, en especial las texturas oscuras de un tema country folk como "Silver
Raven", donde el falsete vocal de Clark se mezcla con sonidos de
sintetizador e intensos coros, nos recuerda al disco Déjà Vu de Crosby,
Stills, Nash & Young.
El tema que le da nombre al álbum es
una fina pieza jazz rock, sugerente, que tiene reminiscencias del Tim
Buckley de Greetings from L.A. Por su parte,
"From A Silver Phial" es una hermosa y extraña canción con una
letra que es casi un alegato anti-droga, como había ocurrido antes con "The
Needle and the Damage Done", de Neil Young. No deja de parecer extraña
esta postura tan “careta” de Clark, más si tenemos en cuenta que,
durante la grabación de No Other se consumió de todo. No nos olvidemos que estábamos en Los
Angeles, a mediados de los ‘70, y si había algo que abundaba en esa metrópoli
de superestrellas del espectáculo era, precisamente, la cocaína. "Life's
Greatest Fool", y los dos últimos temas, "The True One" y
"Lady of the North" (co-escrita con Doug Dillard), son las
únicas piezas del disco que tienen algo que ver con el pasado musical de Clark
en los Byrds. Tres hermosas canciones en la veta del country rock, con bellos pasajes de pedal steel y piano. Clark
las canta como nunca, en especial "Lady of the North", donde la
música casi nos eleva hasta el cielo...
En resumen, esta es una de esas grabaciones
que vale la pena redescubrir. Una obra maestra para escuchar una y otra vez sin
cansarse.
Emiliano Acevedo
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