Foto: Hugo Panzarasa |
Baterista
versátil como pocos, se metió en casi todos los géneros de la música popular: folclore, pop, rock, blues, jazz, salsa, melódico… Además,
tocó con todos y para todos. Estuvo en La Pesada del Rock and Roll,
grabó con Sui Generis, Porsuigieco y Polifemo. Acompañó a Botafogo
y también a Pappo en una de las versiones de Pappo´s Blues.
Por no hablar de sus colaboraciones con Miguel Cantilo, JAF, Hilda Lizarazu,
y su participación más reciente en Los Romeos y el trío El Adoquín.
En la actualidad enseña su pasión por los parches, mientras continúa en activo
–atravesando sus jóvenes 72 años- tocando junto al gran Kubero Díaz en el KubeDíaz
Trío y ocasionalmente con muchos músicos amigos más. También tocó en la
banda del programa de TV de Roberto Pettinato. Su nombre es Juan Rodríguez y es uno de los más
renombrados bateristas de la historia del rock argentino. Se destaca por su humildad y sinceridad a la
hora de hablar de sí mismo, algo que noté desde un principio en la amena charla
que compartimos en la sala de ensayo de su casa en el barrio de Palermo donde
me mostró varios recuerdos de su carrera como fotos enmarcadas al mejor estilo
museo histórico. En ese marco fue relatándome, una a una, decenas de anécdotas
jugosas, sin caretaje, sin casete; con gracia y estilo. Algunas de ellas están
acá, en esta entrevista que hoy les ofrecemos.
DEL BOMBO
A LA BATA
¿Cómo fue tu inicio en la música? ¿Empezaste
haciendo folclore?
Claro. Yo tocaba
con mi viejo y con mi hermano. Nosotros somos santiagueños y veníamos de tocar
en el medio del campo, viste. Teníamos un grupo con bombo, guitarra y
bandoneón, parecido a lo que hacen ahora Los Carabajal. Al principio,
tocaba solo el bombo, porque ni noción tenía de la batería. Recién a los 17
años empecé a aprender a tocarla, porque estaba re copado con los discos de los
grupos ingleses que escuchaba, además de varios grupos instrumentales de rock
que habían empezado a tocar acá y que iba a ver tocar en los carnavales. Mi
hermano –que ahora hace un tributo a Elvis Presley-, en esa época tocaba
la guitarra, junto a Billy Bond, cuando éste recién empezaba.
Antes de eso. En
ese programa ya había formado Los Guantes Negros. Yo te estoy hablando
de cuando Billy estaba en Los Bobby Cats. Ahí, Billy Bond cantaba, mi
hermano tocaba la guitarra, yo la batería, y otro tipo tocaba el piano. Nada
más. No teníamos bajo, pero tocábamos muchos rocks, por ejemplo “La
Plaga”, “Popotitos”, etc. Las versiones en castellano de los grupos mexicanos
como Los Teen Tops. Yo todavía ni sabía tocar la batería del todo, pero
ya estaba tocando con Billy Bond, que aún no se llamaba así, sino que
usaba su verdadero nombre Julio (Giuliano) Canterini. Mi
hermano le enseñaba a tocar la guitarra, y Billy se la sacaba y se iba
tocar paseando por la calle Corrientes, para que lo vieran, y llamar la
atención con sus pelos, las patillas y demás. Esa era la onda de ese momento,
si tenías un grupo, te vestías de gala y salías a mostrarte. Me acuerdo que Billy
Bond era flaquito en ese momento, chiquitito como mi hermano…
¿Ah, sí? ¿Y qué
le pasó después?
Bueno, después
empezó a engordar (risas). Lo que sí te puedo decir es que Billy es el
tipo que más me ayudó, porque yo venía tocando, estudiando la batería como
podía, y él fue el que me llamó para que tocara con ellos, justo cuando yo
estaba tocando en un grupo comercial que se llamaba Séptima Brigada. En
ese grupo tocábamos de número vivo en los cines, reproduciendo un tema que
habíamos grabado en una película de Sandrini. Una cosa de locos… Bueno, yo
hacía un montón que no lo veía a Billy hasta que un día me llamó y me
dijo que me fuera a tocar con ellos. Así, empecé a grabar con La Pesada,
en el disco solista de Claudio Gabis, y
también con Medina, Kubero Díaz, con Pinchevsky -con Black (Amaya) grabé todos los temas de ahí… Hasta que un día Billy me
dice: “Juancito, ¿por qué no te venís a grabar con estos pibes nuevos que se
van para arriba?” Ahí fue que los conocí a Charly y Nito. De
movida nomás me dijeron que iban a tocar un tema medio jazzero, “Un hada, un
cisne”; y un rock and roll, “Mr. Jones”; y me los pasaron ahí, de una, y los
grabamos. Así era como se grababan los temas en esa época, medio
improvisado, pero en la forma en que se tocaban. Por ejemplo, en La Pesada
podían estar toda la noche fumando y se tocaban un blues que duraba
media hora, pero de ese blues largo sacaban cinco o seis blues.
Uno para el disco de Medina, otro para el de Gabis, otro para Pinchevsky,
y así.
Era como la operita Tontos…
Claro, hacían un
rock and roll largo y ahí
grababan todos los músicos, y encima ponían la letra que querían, le cambiaban
de título y demás. Bueno, es en esa época que me empiezo a conectar con el rock,
porque antes de eso no me daban bola porque yo tocaba en grupos de música
comercial.
Por supuesto. Yo
tocaba lo que venía, podía llegar a tocar con Leo Dan, Sergio Denis
o Cacho Castaña. Yo estuve dos años tocando con Cacho, en la
primera época de su carrera, viste. También toqué con Silvestre en su
mejor época. Porque soy músico. Inclusive ahora, que me llaman del (Hotel)
Faena para que toque con un trío de jazz. En una palabra: me llaman a
tocar y voy. Lo hago porque no estoy todo el tiempo pensando que soy músico de rock
y nada más. Antes que nada, yo soy baterista, no solo de rock. Pergolini,
una vez me dijo: “Vos tocás de todo, y con todos, ¿pero qué te gusta?”
¿Qué me gusta? Tocar la batería, así de simple…
¿Quién te enseñó a tocar la batería?
El baterista de
una orquesta característica de jazz, al que veía siempre tocar en los
bailes cuando yo tenía 16 años. En esa época no había bateristas que enseñaran
los diferentes estilos, como pasa ahora. Justo este tipo tocaba de todo, por
eso lo elegí para que me enseñara. Yo lo seguía a muerte. Me decía: “Traete
un lápiz y una goma, practicá esto, y venite tal día a tal dirección…”; y
cuando iba el tipo estaba acostado con una mina, con una sábana tapándolos a
los dos, porque estaban en un hotel. Ahí mismo me tomaba lección, para ver que
había aprendido, y ahí estaba yo con mi libro de música y los palillos, y me
daba vergüenza tocar en medio de esa situación; pero el tipo me tomaba lección
lo mismo. Una cosa de locos. Capaz que se levantaba para ir al baño a lavarse
la cara, y sin mirarme, me decía que levantara más la mano derecha, porque se
daba cuenta por la intensidad de los golpes que no estaba tocando bien. ¡Qué
personaje! En cada clase a la que me citaba estaba con una mina diferente,
porque era muy mujeriego. Tenía mucho éxito con las minas, hasta salió con
Susana Giménez, cuando ella era una modelo que no conocía nadie. Bueno, ese
tipo fue el que me enseñó todos los ritmos. Realmente era un capo, pero después
desapareció, y hace poco más de tres años murió. Lo busqué, pero al final no
pude llegar a tiempo para volver a verlo. Se llamaba Luis Avendaño, ese
fue mi profesor…
Antes me decías que, hasta que Billy te llamó
grabar en los discos de él, te marginaban en el rock por venir de tocar en grupos de música comercial. Sin
embargo, vos ya había formado parte en 1970 de Los Mentales, un grupo pionero
del rock argentino. ¿Cómo fue eso?
Los
Mentales era un grupo de rock pesado. Laburábamos
mucho, siempre éramos soportes de Los Gatos, porque el cantante, Daniel Irigoyen, era amigo de Litto Nebbia. Hacíamos covers de Led
Zeppelin y los temas propios, que estaban en los discos, que eran
compuestos por Litto Nebbia. Litto nos apadrinaba, pero el que
más nos daba bola era Ciro Fogliatta. Tal es así que hasta el día de hoy
nos seguimos viendo con Ciro, y siempre viene a ensayar acá, es un gran
amigo. En Los Mentales hacíamos puro rock and roll. Esa fue una época bárbara, pero al grupo le faltó
constancia como para durar. Antes de eso, con mi hermano, también grabé dos
simples para Phonogram, con Los Shimmys. En ese grupo también hacíamos rock, salíamos en las revistas, nos
hacían notas, pero nadie nos daba bola. Ni siquiera nos daba pelota el técnico
de grabación, que escuchaba el partido mientras estábamos en el estudio. En una
de esas, se daba vuelta y nos preguntaba: “¿Ya terminaron de grabar?”
(risas)
LA ERA
DEL ROCK: HISTORIAS DE LA PESADA Y SUI
¿Cómo era tocar en La Pesada?
Una locura. Ni
siquiera importaba si había plata o no, lo único que importaba era tocar, ir de
acá para allá. Un despelote. La Pesada se peleaba con la gente, el Negro
Medina se peleaba con todos. Capaz que le gritaban: “Dale Negro,
tocá”; y el tipo se bajaba del escenario a agarrarse a trompadas. Una
anécdota insólita que me acuerdo siempre es de cuando fuimos a tocar a Uruguay
en un festival con otras bandas y tardamos toda la noche en llegar, porque
íbamos en el vapor de la carrera. Imaginate: doce horas arriba de un barco con
estos tipos que eran inbancables. Para colmo llegamos y no nos dejaron entrar a
tocar porque decían que el lugar ya estaba lleno de gente. Queríamos entrar por
otra puerta, no sabíamos qué hacer… Una cosa de locos. Estábamos todos sentados
en la vereda: Billy Bond, Pinchevsky, Claudio Gabis, Medina, Isa Portugheis
y yo. Nadie podía entrar. Pinchevsky había querido entrar a la fuerza y
lo revolearon a la mierda. En resumen, viajamos al pedo, porque no nos dejaron
tocar en ningún lado, no nos pagaron nada, y nos quedamos esperando toda la
noche para poder volver a Buenos Aires. Bueno, esa demencia también formaba
parte del quilombo que era La Pesada.
¿Esa locura se debía a que se potenciaban uno a
otro?
Claro. Por
ejemplo, Medina y Pinchevsky eran dos locos del carajo. Se
fumaban un faso y terminaban hablando toda la noche pelotudeces. Yo ni sabía de
qué hablaban, pero no paraban. Decí que en esa época no había cocaína, solo
faso, y a veces ácido, alguna que otra pepa.
En esa época
ellos (Charly y Nito) eran unos pibes. No te olvidés que yo
soy el tipo de mayor edad de la mayoría de los rockeros de acá. Yo les llevaba
como ocho años. Cuando ellos eran unos pibes de 21, 22 años, yo tenía casi 30.
Por eso para ellos era todo joda, jugaban a la música, todo les daba lo mismo.
Pero tenían suerte, porque a veces ganábamos mucha plata y ni sabíamos que
comprar, y menos Charly.
Me acuerdo que
salía con la plata, con un pantalón roto en el orto, a comprarse discos, cosas.
Aparte, todavía no había aparecido la cocaína. Esa droga es una perdición, mirá
los años que le costó a él recuperarse después. Yo siempre tuve una excelente
relación con Charly, es el día de hoy que cada vez que me ve me abraza y
se pone a llorar de la emoción.
¿Qué recordás de la grabación de Instituciones (1974), el tercer disco de Sui?
Ahí hubo un
salto musical enorme porque hubo mucho ensayo previo. Ese es el disco en donde Charly
comenzó a crear otros ritmos, otras composiciones con arreglos más elaborados.
Además, para esa época Sui Generis no era más simplemente un dúo, se
había convertido en un grupo. Porque ya había entrado al grupo (Rinaldo)
Rafanelli, que es un muy buen músico. Él también aportó sus
propias ideas. Instituciones era un disco complejo con muchas
variaciones de ritmos y con unas letras más jugadas, con un mayor vuelo
lírico.
¿Qué pensás que lo inspiró a Charly a hacer un
disco tan progresivo?
A él le cambió
mucho la cabeza cuando empezó a comprarse el Piano Fender, los sintetizadores,
el Moog y el Mellotrón. Justo era la época de Yes, Emerson, Lake & Palmer, Premiata Forneria Marconi, y
los otros grupos del rock sinfónico;
y Charly se empezó a copar mucho con esa onda, por eso comenzó a
escribir temas más elaborados.
Siempre me acuerdo de cómo empezaba el primer tema
del lado dos, “Pequeñas delicias de la vida conyugal”, con un sutil trabajo
percusivo tuyo, además de ese cencerro tan característico…
Bueno, ahí está
puesta toda mi escuela de baterista, ¿no? Porque, aparte, ¿quién usaba un
cencerro en ese momento? Y eso que tenía un único cencerro de mierda, que
sonaba para el ojete. Hacía “tic”, “tic”, “tic”… (risas) Nada que
ver con ahora que tengo diez cencerros de diferentes medidas. En Instituciones
tenía ese único cencerro y por ahí también la mujer
de Lebon me prestaba unas campanitas para que las
tocase.
Fue un disco con muchas sobre grabaciones, ¿no?
Sí, siempre Charly
y Rafanelli se quedaban en el estudio y metían muchas cosas. En mi caso,
nada que ver, porque una vez que grababa las baterías me iba a la mierda. Pero,
como te decía antes, esto pasaba porque ellos querían experimentar con todos
esos nuevos equipos. Lo mejor que tenía Sui Generis era que ensayábamos
mucho. Eso estaba buenísimo, viste. Por ejemplo, antes de tocar en el Luna
Park, estuvimos ensayando un mes seguido, tocando todos los días.
¿Y la vuelta de Sui Generis en el 2000 como la
viviste?
Bien. Yo hubiese
tenido ganas de haber tocado más, de tener mayor participación, pero solo
alcancé a participar de invitado en un par de temas en el concierto que dieron
en la cancha de Boca. Me había llamado por teléfono el manager de Charly,
porque éste quería que estuviera yo de invitado. El tema era que yo ni me
acordaba donde quedaba la casa de la calle Fitz Roy, en donde Charly
tiene la sala de ensayo. Por eso le pedí al manager que me pasara directamente
con Charly para preguntarle. Ahí me dice que fuera el sábado y que
ni me preocupara por la dirección porque iba a dejar una media colgada afuera
para que me diera cuenta en donde era. Fui allá y me avivé de la dirección
porque estaba todo pintarrajeado con grafitis como los que hacía el loco. Ahí
me di cuenta de que los ensayos eran un quilombo, porque estaban los músicos
solos y Charly ni apareció. Así que me fui y al otro día me llamaron de
nuevo, ahí si apareció Charly y nos pusimos a ensayar de una “Pequeñas delicias
(De la vida conyugal)” y un par más. El día del show en la Bombonera, hasta dos
horas antes, Charly aún no había aparecido, porque estaba buscando a la
novia. Estábamos todos en un camarín, junto a los músicos invitados –Mercedes
Sosa, Gieco, Fito, Pedro
Aznar y Cerati-, y Charly ni daba señales
de vida. Bueno, al final vino y subimos a tocar. Yo toqué en “Para quién canto
yo entonces” y en “Bienvenidos al tren”. De ese show me quedaron de recuerdo
unos anteojos que Charly tiró para atrás y me cayeron encima. Después
que terminó el concierto volvimos al camarín, porque Charly quería que
estuviera con él, pero como se empezó a llenar de gente yo me fui al carajo a
comer un choripán con mi familia y chau. Si yo fuera otro me hubiese quedado,
quizás para enganchar otros laburos con él, pero a mí no me va hacer eso, porque
no me gusta romper las bolas.
Viéndolo a la distancia, ¿qué balance hacés de ese
retorno?
Para mí tendría
que haber sido mejor, tendríamos que haber tocado todos los mismos integrantes
originales. En realidad casi que fue un show solista de Charly haciendo
temas de Sui Generis con invitados. Fue muy caótico. A mí me hubiese
gustado que hubiese vuelto el grupo, pero no se dieron las circunstancias.
Aparte era imposible porque Rino le había hecho un juicio laboral a Charly
y ellos habían quedado re peleados a muerte.
POLIFEMO,
LOS MOLLO, PAPPO, ANTES Y DESPUÉS…
Luego de tu paso por Sui Generis arranca tu
historia en Polifemo, junto a David, Rinaldo y Ciro Fogliatta. Un grupo muy
recordado pero que no duró mucho…
Sí, porque a Polifemo
le pasó lo mismo que a la mayoría de los grupos de esa época: cuando estaba
todo bien armado como para empezar a ganar buena plata, se separó. Me acuerdo
cuando empezamos con la grabación de “Suéltate Rock and Roll” y en una semana
se vendieron todas las copias. Era un éxito bárbaro. Tendríamos que haber
seguido dándole a eso, a ese estilo rockero y simple, pero después la música
del grupo se complicó un montón, por la influencia jazz rock de Rafanelli.
Hasta el día de hoy él es así con los temas. Capaz que el tema está bien, pero
él no está conforme y empieza a cambiarle todos los ritmos, te vuelve loco…
Pero, ¿para qué? Si a la gente siempre le gustan las propuestas más
contundentes. Fíjate porque triunfan grupos como Los Ratones Paranoicos,
porque son más simples, más directos. Al público de rock le gusta eso, porque si empezás a complicar demasiado todo,
se aburren. Me acuerdo cuando tocaba con Botafogo y hacíamos blues que duraban como quince
minutos, y yo le decía: “Miguel, escuchá a la gente, como empiezan a
hablar, a distraerse ¡Pará de tocar esto...!” Capaz que nos poníamos
a tocar bajito y se escuchaba más al público que lo que estábamos tocando
nosotros…
¿Cómo sigue tu carrera luego de Polifemo?
Después de Polifemo,
seguí con Lebón tocando en Seleste, hasta que apareció Charly
–justo cuando estábamos por entrar a grabar- y lo convenció a David para
que armaran Serú Girán. Ahí entré a Pappo´s Blues. Luego me fui a
tocar salsa con Willy Toledo, un gordo que siempre aparecía en los
programas de Sofovich. Arrancamos en Salta y terminamos tocando en Venezuela,
Perú, Centroamérica… En esa época, 1986, justo había nacido mi hijo y acá
estábamos para la mierda con la economía, así que por supuesto acepté su
propuesta de trabajo. Cuando vuelvo de ese viaje empiezo a tocar otra vez con
los rockeros, con Botafogo, JAF. Con JAF toqué en la Banda
Marrón, antes de que él saltara a la fama. En esa época tocábamos en
boliches y JAF hacía temas de Serrat, Deep
Purple y Pink Floyd.
Porque yo le
había enseñado a tocar la batería al hijo de Violeta Carballo –mi pareja
de entonces-, y él tocaba con los Mollo, en la época en que yo estaba en
Sui Generis. Así, por intermedio de él, cuando terminé con Polifemo
me empiezo a contactar con Omar Mollo, que era el tipo que organizaba
todo en el grupo. Finalmente, Omar me pregunta si yo quería formar parte.
En ese momento, él estaba muy entusiasmado con ese proyecto y se encargaba de
publicitarlo en todos lados, para que mucha gente fuera al Oeste a verlos
tocar. Yo me iba en tren todos los días, de acá, de la estación Pacífico hasta
El Palomar, para ensayar con ellos. Yo venía de conocer el éxito y la fama en Sui
Generis, pero no me hacía ningún problema, y si me iba hasta allá para
tocar con ellos era porque me encantaba la onda del grupo. Tengo un par de
casetes con grabaciones de algunos ensayos, pero no hicimos mucho más. Incluso
hay grabaciones de ensayos en las que están tocando la viola Alambre
González, Omar y Ricardo; los tres a la vez. Todo eso lo
tiene guardado Ricardo, porque grababa todos los ensayos en casete en un
JVC grandote que él tenía. Tocábamos en Palomar, Hurlingham y Ramos Mejía.
Estaba bueno, pero como no teníamos mucho trabajo no pude seguir. Tuve que
empezar a laburar con otra gente y ya no seguí más con ellos.
¿Cómo fue tocar en Pappo´s Blues?
Estábamos con Pappo
y Medina, pero ellos dos estaban siempre metidos en peleas. Me
acuerdo de estar en un boliche en 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires, y Pappo
estaba en un garaje tirando botellas contra una pared, mientras que Medina
estaba en la barra hablando boludeces, y recién cuando se les cantaba las
pelotas, venían y tocábamos. Cosas como esas pasaban siempre. También
cargábamos nosotros mismos los equipos en el colectivo de Pappo. Íbamos
por la ruta, hasta que Pappo paraba el colectivo, bajaba, y se ponía a
gritar como loco en el medio de la ruta. Recién cuando paraba de gritar, subía
de nuevo al colectivo y seguía manejando. Después, en una de esas, íbamos a
tocar a otro lado y venía Medina y me decía: “Juancito, me tocaron el
culo. ¿Qué hacemos?” Y yo le contestaba: “¡Pedazo de animal! ¿Justo a
vos te van a tocar el culo? ¿Qué querés, pelearte con todos? Son como 500
personas, ¡nos van a matar…!”
¿Te gustaba tocar con Pappo?
Bueno, esa fue
una época bárbara, pero con Pappo uno no podía contar para nada. Sin
embargo, siempre nos seguimos viendo, y siempre me llamaba para tocar. Acá
venía seguido. Yo viví siempre en esa casa, desde que nací. Por ejemplo, mi
viejo dormía acá, en donde ahora está esta sala de ensayo. Él siempre tenía una
damajuana de vino a los pies de la cama, y siempre venía Pappo y
se la llevaba. Hasta que un día mi viejo me preguntó: “¿Quién es ese hijo de
re mil puta que me lleva la damajuana...?” En esa época, Pappo
venía, se quedaba a bañar y se iba, porque tenía quilombos por todos lados.
Cuando estábamos en la casa de él, ensayando con Medina, capaz que venía
la madre de Pappo y le decía: “Norberto, son las seis. Está la
leche…” Imaginate como lo cargábamos nosotros, porque siendo semejante
pedazo de animal la madre lo trataba como a un nene… Pappo era un hijo
de puta que se hacía el malo, pero se hacía más el malo de lo que era en
realidad. Él sabía bien con quien hacerse el malo, viste. Pero era terrible.
Capaz que yo estaba con una chica y me decía: “Que lindas tetas que tiene tu
novia…” No le importaba un carajo nada.
UN BATERO
EN PRIMERA PERSONA
Foto: Hugo Panzarasa |
¿Qué música te gusta escuchar ahora?
Escucho de todo.
Bueno, porque mi hijo es un apasionado por la historia del rock y tiene cientos de CDs y DVDs y
me pasa un montón de cosas para que escuche. Ahora escucho mucho rock y funk. Me gustan Robben Ford, Scott Henderson, esos
violeros geniales. También me encanta el jazz
latino. De acá, me gustan Luis Salinas, Dino Saluzzi, el
acordeonista Raúl Barboza. También se me da por ver los festivales de
folclore, para ver que hacen en materia de percusión ahora, y me di cuenta de
que todos tocan la batería igual: la misma chacarera, el mismo ritmo, pero con
diferente letra. No hay demasiada variedad ahí…
¿Qué bateristas de rock te gustan?
De afuera me
gusta mucho Vinnie Colaiuta, Dennis Chambers, Steve Smith… Acá también
hay varios pibes que tocan bárbaro, pero también tienen mucho ego. Incluso,
también los que veo medio desesperados para tocar, pero todavía les faltan muchos
años de experiencia para que bajen los niveles. Porque cuando vos bajás los
niveles recién empezás a mostrar tu personalidad y tu estilo. Sino es como que
hay otra persona que está tocando, no sos vos.
¿Están desesperados por sonar fuerte y rápido?
Claro.
Desesperados por mostrar todo lo que saben, pero eso se demuestra recién cuando
sos más grande, cuando tenés más experiencia. Por eso siento que no hay
referentes. Hay algunos que me gustan, como Oscar Giunta, porque toca de
todo, pero él es de otro palo, toca jazz.
Un baterista que me gustó siempre fue (Osvaldo) Fattoruso, porque
era canchero y tenía oficio. Él era el símbolo de todo eso que me gusta a mí y
que son cosas que ya no se enseñan en ninguna escuela de música.
Y de los bateros del viejo rock nacional, ¿cuál era tu preferido?
Pomo. Porque era un adelantado, un genio, tenía unas ideas bárbaras.
¿Cuándo empezaste con esto de tener tu sala de
ensayo?
Cuando empecé a
tocar con Gady
Pampillón, luego de estar tocando con Miguel Cantilo
y Botafogo. Porque, hasta entonces, ellos dos me llamaban a tocar y me
iba todos los fines de semana a tocar en un montón de lados. Luego, empecé a
comprar equipos y a alquilarlos. Llegué a tener tres salas, pero era un
quilombo, porque yo me iba a tocar los fines de semana y tenía que dejar todos
los equipos. Así que, finalmente, me quedé con lo que tengo acá, que lo
uso y lo alquilo cuando yo quiero, y listo. Además me sirve para ganarme la
vida cuando no tengo mucho laburo como batero. Aparte tengo bastantes alumnos a
los que les enseño.
Bueno, eso
empezó antes, en mi peor época, cuando estuve medio jodido por andar tomando
merca. Ahí tuve que parar como seis meses en los que no pude ni tocar y tuve
que hacer un tratamiento. Justo después de eso empiezo a dar clases. Me acuerdo
que yo siempre le decía al psiquiatra que ya no me quedaba más plata para
seguir con el tratamiento, porque me había quedado seco con el costo de las
sesiones. Entonces, como yo no podía tocar porque estaba mal, él me sugirió que
diera clases. Yo nunca había tomado merca –salvo una vez en Sui
Generis- y por eso, cuando me agarró la tentación de grande, soné. Justo
cuando tenía 50 años, toqué fondo. Por suerte me puede recuperar gracias al
aguante de mi familia –especialmente mi mujer, que me ayudó un montón con los
medicamentos- y con el tratamiento. Ahora estoy bien y me cuido mucho. No tomo
ni siquiera alcohol ni nada. Eso hace que toque mejor y más tranquilo.
Tocaste con todos, ¿te quedaste con las ganas de
tocar con alguien?
Con Spinetta. Él fue el único con el que no pude tocar, pero me hubiese encantado,
porque era mi ideal tocar con el Flaco. Hasta ahora escucho siempre sus
temas porque me encantan.
Emiliano Acevedo
exelente la nota cuanta data te felicito¡¡
ResponderEliminarvamos juancho queridoooooooooo!! te quiero amigo
ResponderEliminarmuy buena nota !
ResponderEliminarGENIAL NOTA A MI VECINO
ResponderEliminargran persona un dia me paso su telefono para enseñarme..y no fui .. cuando le conté esto a black amaya que enseñaba a tocar ,me dijo " como que no fuiste estas loco !!!! ese tipo sabe mucho !!!
ResponderEliminarSimple y sencillo. Un genio por dónde se lo mire. Que gran maestro Juan.
ResponderEliminarQue nota tremenda!! Cuántas anécdotas de éstos grosos del rock
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