Foto: Hugo Panzarasa |
Antes que nada, Gady
Pampillón es un vecino de Valentín Alsina, un barrio al que lo une una
pasión indestructible. De profesión guitarrista, a lo largo de su trayectoria
musical ha desarrollado un intenso trabajo que fue desde el clásico rythm'n blues al más pirotécnico heavy metal hasta llegar a la
actualidad, que lo encuentra también demostrando su cariño por la música
ciudadana argentina: el tango.
Para hablar de todo esto fuimos a visitarlo. Entonces nos contó algunas de las
anécdotas de su larga carrera, que le quedaron luego de su paso por Alakrán,
La Torre, Tarzen y Gasolina; así como de su presente
musical y su nuevo álbum: Long Play,
que sale muy pronto en este mes.
Gady es un tipo
apasionado por su profesión. Por eso se entusiasma como un chico a la hora de
hablar de su flamante disco, al que define como “el mejor de su carrera”. Una
producción de lujo con más de 30 músicos amigos invitados (entre ellos: Rudy Sarzo, Juan Rodríguez, Black Amaya, Rinaldo Rafanelli, Ciro Fogliatta, Alambre González, Luis Robinson, Eduardo Frezza,
Machi Rufino, Alejandro Medina, Willy Quiroga, Fernando Lupano, Yulie Ruth,
por solo citar unos pocos nombres).
Sin dudas, este
es el disco que soñó realizar alguna vez: “Es
un álbum que tiene que ver con cosas vividas. Amores, frustraciones,
desengaños, sueños en marcha, amistades frustradas…”
En una palabra,
existir. Y es que en el fondo, Gady nunca dejó de ser ese pibe que aporreaba
una guitarra de palo, tocando y tocando las cuerdas sin parar, hasta que le sangraban
los dedos. Ese mismo muchacho que luego se convertiría en uno de los más
versátiles guitarristas de rock y blues del país.
ENTREVISTA>
¿Cuáles
fueron tus inicios en la música?
En realidad, hay
varios inicios. Hay uno que ocurrió cuando yo era muy chico, que creo que tiene
que ver con el área del inconsciente. Me acuerdo que estábamos en un asado con
mi familia, yo tenía cinco años, y había unos gauchos guitarreando. En un
momento quedó una guitarra arriba de la mesa. Nos quedamos los dos solos: la
guitarra y yo. Entonces la agarré y empecé a tocar, así de una, con las cuerdas
al aire, y le di sin parar; re entusiasmado. Cuando me vinieron a ver, tenía la
guitarra toda manchada, por los hilitos de sangre que habían salido de mis
deditos, de tanto tocar. Entonces, los gauchos comenzaron a decirle a mi vieja:
“Eh, señora. Este le va a salir guitarrista…” En ese momento comencé a
tocar y ya no paré más.
Sí, mi vieja me
consiguió una guitarra y me mandó a tocar a lo de una profesora, que daba clase
a una cuadra y media de mi casa. Era el año 67, más o menos; pleno boom del folklore. Ese género fue lo primero
que toqué. Luego estuve un par de años estudiando en una especie de
conservatorio privado que enseñaba un nuevo sistema “revolucionario” para
aprender música. Todo un verso porque era una mierda, pero igual, de alguna
forma, me sirvió en mi desarrollo como músico. Mientras tanto, siempre tocaba
la guitarra en los actos del colegio, tanto en la primaria como en la
secundaria. Me acuerdo que mi “debut” se dio a los 10 años, cuando canté en el
cine Gran Alsina, en un festival del colegio que estaba abarrotado de gente.
Eso me marcó a full, porque me banqué la situación yo solito, arriba del
escenario, cantando mientras tocaba mi guitarrita. En esa época, cantaba cosas
como “Córdoba de Antaño”, “Ódiame”, “Jardín Florido”… Mi vieja me miraba y se
le caía la baba.
¿Y cuándo pasaste del repertorio folklórico a volverte loco por el rock?
En el
secundario. Me acuerdo que veía a los pibes más grandes, de cuarto o quinto
año, que venían a levantarse minitas de mi división, tocando temas de Vox
Dei como “Las Guerras” o “Los Libros Sapienciales”. Tocaban también “El
Monstruo de la Laguna” y “Post Crucifixión”, de Pescado Rabioso.
Entonces me empecé a interesar mucho por esa música que yo no conocía. Primero,
comencé por aprenderme esos temas y eso me motivó a meterme más en todo aquello
que fuera música rock. Me acuerdo
que una vez, hasta me fui a un baile de carnaval sólo para escuchar a una banda
que hacia temas de Zeppelin como “Living Loving Maid (She`s just a
Woman)”. Me gustó muchísimo ese tema y lo terminé sacando en mi casa en la
guitarra criolla. Así empecé. Mi primera banda también es de esa época. La
formé con un par de amigos de mi misma edad, 14, 15 años; haciendo temas de Zeppelín,
Budgie, Black Sabbath, etc.
Grupos setentosos que te siguen marcando aun hoy.
Por eso en vivo haces una versión de “Como el Viento Voy a Ver”, un blues de
Pescado…
Sí, tal cual. Me
gustaba mucho Pescado Rabioso, el Reloj, Polifemo. Lo que
me pasa ahora, cuando ya pasé los 50 años, es darme cuenta de que yo siempre
tuve un interés por la guitarra blusera. Por ejemplo, me gustaba más la
desprolijidad de Jimmy Page que el estilo súper técnico de Ritchie
Blackmore; aunque los escuchara mucho a los dos por igual. Hay un montón de
discos que me marcaron de chico: Machine Head e In
Rock, de Purple, Led Zeppelín II… Me encanta la
desprolijidad del blues. Creo
que una vez que agarré esa veta, ya no la dejé.
Sí, luego de
meterme a hacer blues, en una banda a mediados de los 70, componiendo
temas y todo, me agarra la movida del heavy
metal, que coincide con la famosa apertura de la difusión del rock
nacional a partir de la Guerra de Malvinas. En esa época yo ya había
empezado a escuchar a Van Halen y ACDC. Van Halen,
directamente, me partió el mate… Las cosas que hacía Eddie (Van Halen)
medio que me salían y entonces tomé (un poco) del carisma de ese tipo de
guitarrista.
¿Fuiste a verlos cuando vinieron a tocar acá, en
1983?
Siiiii, por Dios
y la Virgen… Ese concierto está entre lo mejor que vi jamás en vivo. Yo ya había
visto a Queen cuando tocó en Vélez en el 81, pero lo de Van Halen
sin dudas que me marcó a full, me quedé con los pelos de punta. Aunque vinieron
cuando estaban atravesando su mejor momento, acá no eran muy conocidos.
Imaginate que tocaron dos veces en Obras. Si vinieran hoy tendrían que tocar en
River… Nosotros ya veníamos con los pibes, tocando en una onda parecida a la de
Van Halen, pero se me hacía muy difícil hacerlo porque en ese momento
era muy complicado conseguir una mísera palanca para la guitarra, hasta los
micrófonos… Con eso te digo todo. Nada que ver con la época actual, que hasta
en una farmacia te podes comprar una (guitarra) Les Paul china… (risas) En esa
época surge Alakrán, una banda de heavy
clásico que fundé junto a Mario Ian y Julie Ruth. Con Alakrán
nos posicionamos en el grupo de las cuatro principales bandas de heavy metal argentino junto a V8,
Bloke y Bunker. Justo cuando estábamos empezando a tocar más
seguido con Alakrán, a aparecer en la tele y demás, se da lo de La
Torre.
ALTO EN
LA TORRE
Y te vas a tocar ahí. ¿Los conocías del barrio, a
Oscar Mediavilla y Patricia Sosa?
No, no los
conocía. Y eso que vivían a diez cuadras de mi casa. A mí no me gustaba La
Torre. Yo era re heavy y
la onda de ellos no me cabía ni ahí. A decir verdad, me costó mucho decidirme a
irme de Alakrán para ir a tocar a La Torre…
¿Y de dónde te conocían ellos, cuando te llaman
para que unas al grupo?
Qué sé yo… Ellos
contaban una historia de que me habían visto pasar, andando en moto con una
guitarra... Una gilada. En realidad, yo había ido a pedirles el valor de un
circuito integrado que se me había quemado en la pedalera de la guitarra,
porque me había enterado de que ellos tenían un pedal igual. Cuando el chabón (Mediavilla)
me vio, con la pinta que tenía yo en ese momento: pendejo, rubio, pelo largo;
dijo: “yo necesito en mi banda a este tipo”. Justo se iba de grupo el Negro
García López y ellos ya tenían proyectada una gira por Europa, la grabación
de un nuevo disco y tocar en el Festival de La Falda. A pesar de todo eso, yo
no tenía muchas ganas de entrar al grupo porque, así como no me gustaba la
música de La Torre, tampoco me gustaba que cantara una mina. Me tuvieron
que convencer mis amigos para que aceptara…
Claro, me
acostumbré. Sin embargo, estando en La Torre, me encontré con un grupo
que sonaba muy bien y tenía mucho trabajo. Eran súper profesionales en todo lo
que hacían. Tocábamos todos los fines de semana, teníamos grabaciones, viajes,
giras… Y a mí, que todavía era pendejo, me pintó la onda “Hollywood”. Pasé de
tocar en mi barrio, ensayando todo transpirado, a ser un músico profesional. En
esa época me compré mi primer amplificador Marshall. Además vi que mi
trabajo en la banda, de todas maneras, no perdía identidad porque mi labor no
dejaba de ser rockera. Así que lo empecé a disfrutar. Además me fue bien porque
la gente rápidamente me identificó como el guitarrista de La Torre. Y
formamos una dupla con Patricia que sonaba muy bien, tipo Page y Plant,
que a la gente le encantaba y que se empezó a volver muy popular, en especial
en el interior del país. Se formó una mística muy importante sobre esa dupla.
Con Patricia Sosa, eran las dos caras más visibles
de La Torre…
Tal cual. Éramos
los que más aparecían en fotos, reportajes y demás…
Con La Torre en la URSS, 1988. |
¿Cómo consiguen realizar una gira por la Unión
Soviética?
Primero fuimos a
España a tocar en un festival iberoamericano en el que tocaban los principales solistas
y bandas de Latinoamérica. Allí estuvimos con La Torre representando al rock
argentino junto a Charly García (a quien acompañó Fricción) y
Pedro Aznar. También estuvieron Los Prisioneros (de Chile), El
Tri (de México), Paralamas do Sucesso (de Brasil), Miguel Ríos
(por España), etc. Luego de hacer eso surge la posibilidad de ir a tocar a la
Unión Soviética, debido a un intercambio cultural que se hacía con una empresa
soviética, que manejaba al Circo de Moscú y a otros espectáculos de allá. Ellos
pidieron un número de rock y
nos llamaron a nosotros para que fuéramos, representando a Argentina. Me
acuerdo que habíamos ido a las oficinas de (Daniel) Grinbank, en
la Rock & Pop, para que nos vieran. A los tipos se ve que les gustó La
Torre, porque éramos una banda muy visual y prácticamente la única pura de rock ´n roll que había en el
país en ese momento, porque justo Riff estaba en un párate. Era una
época de ablandamiento general, en el ambiente musical, con toda esa moda de
las baterías electrónicas y las secuencias digitales, que había hecho caer a
todo lo que era el estilo de rock
pesado con guitarras distorsionadas y demás. En definitiva, fuimos a
Moscú y hacemos una gira de 26 conciertos en 28 días, tocando cada día en shows
para públicos de no menos de 15.000 personas.
¿Y cómo fue la recepción del público?
La gente se
volvía loca con nuestra música. Tocábamos antes de los shows de un tipo que era
re groso allá: Vladimir Kusmin. Un flaco que era algo así como el Charly
García soviético. El loco tenía una convocatoria impresionante y su propio público
se re entusiasmaba con La Torre. Kusmin se quería matar, cada vez
que tenía que subir al escenario luego de nuestras actuaciones, porque La
Torre tenía una potencia impresionante en el 88. Lo terminamos eclipsando.
Éramos una maquinaria de aplastar cabezas, jajá…
UN TODO
TERRENO
Cuando en el 90 Patricia
decide lanzarse como solista, nos quedamos en pelotas. Ahí armo Gasolina,
una muy buena banda de hard rock
que llegó a grabar un disco llamado Inflamable. Ese álbum tuvo mucho
éxito, se vendió todo, pero la compañía no nos siguió apoyando, no sé muy bien por
qué razón. Apostaron todo al primer disco y luego se abrieron de gambas. Esa
situación, de habernos quedado sin apoyo para grabar el segundo disco de Gasolina,
justo cuando ya teníamos compuestos unos temas bárbaros, me generó una
depresión. Los pibes del grupo no sabían que hacer, pensaron hasta en hacer una
onda como la de Nirvana o Aerosmith, solo para conseguir una
discográfica que nos apoyara en la grabación de un nuevo disco. Pero yo me
negaba a hacer eso, así que entonces volví a tocar blues. Y así empecé a componer el material de Conventillo,
que es mi disco solista. Una producción ideada hace mucho tiempo pero que
recién fue editada en 2009.
También tocaste con Pappo, ¿no?
Sí, conocí a Pappo
cuando volvió de EEUU, en el año 91, con la intención de rearmar Riff.
Me acuerdo que un día apareció el Carpo en un ensayo de Tarzen,
la banda en la que yo estaba tocando junto a Dany y Michel Peyronel y
Vitico. Imaginate que yo estaba re cagado porque Pappo era uno de
mis ídolos desde que era muy chico, y me daba mucha impresión conocerlo en
persona. Yo lo traté con mucho respeto y enseguida nos hicimos amigos. Luego,
me invitó a tocar con él. Me acuerdo que a Pappo le gustaba mucho mi
Marshall y varias veces me lo pedía prestado. Tocábamos mucho en esa época
junto a Botafogo y con el Negro Black (Amaya). En ese
momento, a los conciertos de Pappo no iba nadie… Yo no ganaba un mango y
ya tenía una familia, hijos que mantener. Entonces me cansé y le dije: “Carpo,
discúlpame, pero no puedo más. Tengo que salir a laburar porque me estoy
muriendo de hambre…”
Con Pappo, ¿no tocaste más?
No, pero nos
seguimos viendo. Me acuerdo que luego, en 2004, cuando formé el trío El
Adoquín, junto a Juan Rodríguez y Rinaldo Rafanelli; Pappo venía
bastante seguido a ver nuestros conciertos, y hasta se subía a tocar con
nosotros, porque le gustaba mucho la música que hacíamos. Inclusive su muerte
se produce un día antes de que tuviéramos que tocar con él en el Hard Rock
Café. Imaginate, lo que fue para nosotros hacer ese show sin él…
DE AQUÍ Y
DE ALLÁ
¿Qué trabajos realizaste por fuera de tu actividad
musical?
De todo. A mí,
la ruptura de La Torre me había dejado en la calle y los proyectos
musicales subsiguientes no fueron redituables, económicamente hablando. Por ese
motivo, tuve que hacer todo tipo de trabajos por fuera de la actividad musical
para sobrevivir. Yo nunca tuve problemas. Puedo realizar una instalación
eléctrica o revocar una pared, así como arreglar un auto. Incluso, en una
época, trabajé de taxista, pero terminé vendiendo el tacho porque me quemó el
bocho… (risas)
Casi de
casualidad. Me acuerdo que un día viene un amigo y me avisa de que estaban
buscando un guitarrista de 40 años para realizar un papel en una publicidad. Al
principio, medio que dudé porque nunca había hecho ningún trabajo actoral, ni nada
parecido. Mi amigo fue el que me convenció de ir a realizar el casting. Lo hice
pero no quedé seleccionado. Sin embargo, a los 15 días me llamaron para hacer
un institucional de (el canal de música) Vh1, realizado en inglés para EEUU.
Con esa publicidad gané un premio FIAP (Festival Iberoamericano de Publicidad).
El comercial también ganó 10 premios en Cannes. Y así empezó “mi labor
actoral”, por llamarla de alguna manera. Mis personajes son siempre de
guitarristas, heavies, rockeros… Luego también hice una publicidad para el
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un institucional acerca de
cuidar la limpieza de la ciudad.
Siendo un guitarrista reconocido, ¿nunca se te
ocurrió irte a tocar al extranjero?
Yo fui seis
veces a tocar a Europa. Tuve varias oportunidades para radicarme en el
extranjero, pero no lo hice. Lo que pasa es que yo me casé muy joven y tuve
cuatro hijos. Además, para mí, mi barrio es mágico y todas mis cosas son
mágicas también. Mis amigos, mi familia, mi vieja… La verdad es que me costaría
mucho irme de acá. Sin embargo, hace un par de años estuve tres meses
deambulando por Barcelona, Madrid y Portugal. Fui solo a tocar sin ningún plan específico.
Estuve jameando mucho en todas partes y toqué con varios amigos: Fernando
Lupano, Quebracho, Claudio Gabis… También traté de editar mi disco solista
allá, pero no pude porque justo estaban en plena crisis económica.
UN
CONVENTILLO LLENO DE TANGO Y ROCK
Foto: Hugo Panzarasa |
Contanos algo sobre la grabación de tu primer disco
solista.
Luego de que
vendí el taxi, decidí pagarme mi propia producción independiente que es este
disco. Yo aspiro a que quede para la posteridad porque, la verdad, más allá que
se venda o no, es un discazo. Una verdadera labor de amor. En la grabación de
este disco tuve el placer de contar con la participación de músicos re
talentosos como Luis Robinson en armónica, Fanta Beadoux en bajo
y Antonio Ibars en bandoneón.
¿Por qué le pusiste de nombre Conventillo?
Se llama así
porque se refiere a mi casa. Mi casa es una casona vieja, en la que (a lo largo
de los años) vivió mucha gente. De esa inspiración salió el tema “Conventillo”,
que me parece que es el mejor que compuse en toda mi vida. Por eso le da título
al álbum. En el disco también hice una versión de “Libertango” de Piazzolla que
es impresionante. Suena súper eléctrica, heavy.
Incluye también guitarra criolla y bandoneón. Ese cover me abrió las puertas
hasta ante el público que es reacio a escuchar un tango hecho con guitarra distorsionada. Hasta Víctor Hugo
(Morales) lo pasaba en un bloque de tango que tiene en su programa de radio así como el mismísimo
(Horacio) Embón… ¿Qué querés que te diga? La verdad, ¡lo mío es
rarísimo! (risas).
¿y te enganchaste con el tango?
Sí, totalmente.
Por esa misma razón, porque me gusta mucho la música de Piazzolla y todo
lo que tiene que ver con la bohemia del tango,
quiero seguir involucrándome en ese género.
¿Qué te gusta y te disgusta del rock
argentino actual?
Me gusta lo verdaderamente rockero.
Lamentablemente, hay mucho gil colgado del árbol del rock, que tienen menos
rock que un esquimal... Mi formato personal de rock no tiene secretos: una
batería poderosa, un bajo bien gordo, una viola distorsionada de cualquier
modo, y un tipo a los gritos... Lo demás, depende del buen gusto, y el
compromiso con el instrumento, cada uno sabrá cómo ser artífice de su propia
obra, a su manera, porque siempre habrá detractores y seguidores. La incertidumbre
de crear y gustar es parte de la adrenalina bendita de la cuestión, nadie es
mejor, ni peor que nadie. todos somos distintos, y capaces de hacer algo bueno
para los demás, y para uno mismo. Lo demás, es azaroso, puede ser un éxito
total, o un fracaso brutal. Lo importante, es hacer lo que a uno le parece
digno a su forma de ver...
HABLANDO
SOBRE LONG PLAY, SU NUEVO PROYECTO-DISCO-SUEÑO…
¿Por qué se llama Long Play tu
nuevo álbum? ¿Tiene algo que ver con la idea de que es un disco “como los de
antes”, para escuchar de principio a fin, sin parar?
Se puede decir que sí. También se llama así
porque es un término conocido por todos, tipo “obra explícita”. Es una definición
genérica casi global, además de significar muchas otras interpretaciones en la
traducción, tipo “jugar largo”, “larga duración”, “larga vida”, o como lo
quieras interpretar… Y es más que nada un nombre en alusión a los músicos invitados
del disco, y a su propia obra. Una vieja palabra foránea, que todos sabemos
significar… y, sí… creo que es para escuchar de principio a fin, cómodamente
instalado... jajaja
¿Cómo lo pensaste, lo compusiste?
Bueno, la “musa inspiradora” viene cuando
quiere. No tiene timbre: a veces llega, y no hay herramientas para plasmarla,
entonces se acumulan canciones. Algunas van mutando, a medida que las vas
tocando, y llega el día que se entra al estudio, y se plasman en la obra real...
Siempre estoy intentando canciones, riffs, letras... y muchas de ellas, ni
siquiera son pensadas, o vienen a través de un acorde, una melodía; pero me
gusta la espontaneidad del momento en que son creadas, o pensadas. De ahí la
diversificación, los estados de ánimo, los amores y las broncas, a veces… Todo
tiene música, si lo que buscás, es música.
Hay temas viejos, de muchos años atrás, que
estuvieron esperando ser grabados, como “Mecánico de Guardia”, o “Gardelito”; y
otros más nuevos, como “Marihuana Mala”, o “Más de lo mismo”. Siempre me gustó
la idea de versionar a Piazzolla, en alguna de sus obras; ésta vez, versioné
“Adiós Nonino”, considero que es una versión curiosa del género, en cuanto a
sonido e intención. Como te decía antes, ya lo había hecho en mi álbum
anterior, con “Libertango”, con excelente resultado, a mi juicio rockero, y con
ésta impronta del tango, que brota por si misma de mis propias raíces. También
experimenté con un tango cantado, pero orquestado de otra forma, también de
Piazzolla/Ferrer: “El Gordo triste”, y quedé muy conforme con el extraño
resultado obtenido. Este es un tango distinto, tiene distorsión, pero que huele
a Buenos Aires. Estos son los únicos temas que no compuse en el disco. También
reversioné “Camino a verte”, un tema de Gasolina,
mi banda de hace años. Esta es una canción que siempre me gustó, y merecía otra
oportunidad de llegar a la gente...
¿Con cuáles de tus referentes o ídolos musicales
crees que se relaciona la música incluida en este disco?
Muchos de mis referentes son parte del álbum:
Willy Quiroga, Ale Medina, Edu Frezza,
Rino Rafanelli, Black Amaya, Juan Rodríguez, Machi Rufino, Alambre González; y
todos, absolutamente todos, me dejaron algo, y por eso son parte. También tuve
la fortuna que participen viejos compañeros de ruta, como Beto Topini, o Fernando Lupano; además de otros que admiro
profundamente, como Juanjo Hermida, Rudy
Sarzo… Además de testigos de grandes recuerdos, como Nico Raffetta, o Luis Robinson… Podría decirte algo de cada uno de
ellos, y podrían haber sido varios más, si la “nafta” hubiera sido suficiente…
Por supuesto que mi impronta es Pappo,
como guitarrero y compositor, lo siento siempre cercano, siempre a mi propio
gusto. Luis Alberto Spinetta marcó
mi corazón, pero no es tanto mi estilo, aunque hago algunos temas de él en mis
conciertos, que me purifican el alma. Lo mío es rock y blues... “Con tres tonos
nada más”. He tomado muchas influencias, que quizás encuentres familiar en
algún compás, pero creo que, aun aprendiendo de todos un poco, mi estilo como
guitarrista y compositor, no se ve comprometido con nadie en especial, y con todos
a la vez; y eso, me gusta.
Amigos: Con Black Amaya y Juan Rodríguez, grabando el nuevo disco. |
¿Cómo y cuándo lo grabaste?
Lo grabé durante los años 2013 y 2015, con
muchas idas y vueltas, horarios rebuscados, y bastante esporádicos por
momentos, un poco tropezando con las nuevas tecnologías, que fueron agiornando
el estudio, a veces con dinero en cuenta gotas Imagináte que fue un proceso de grabación
complicado, con varios accidentes de producción y organización, al contar con
tantos invitados. Por ejemplo, comencé a grabar, y me quedé sin banda… De ahí,
la idea de Alambre de hacerlo con invitados.
Luego se fueron sumando los músicos que hoy son parte de mi grupo, La 4x4, y que también son parte del
disco, y de mi actualidad: El Griego
Alonso, Silvio Hunko, y Fabián Prado. Ellos son mi banda de hoy, pero la
idea inicial era hacer un disco con invitados inspiradores personales.
¿Cómo elegiste, en cada caso, precisamente
a estos músicos para cada canción en particular?
Busqué acomodarlos según lo que me parecían
su estilos, sus formas de tocar en cada tema. De todas formas, algunos planes
se cambiaron a último momento, con respecto a la idea imaginada inicialmente. Pero
creo que di en la tecla, o en el traste indicado con cada uno, en cada tema, o
al menos, lo ejecutaron como yo soñaba de antemano.
Se dio por medio de un gran amigo mío: Peter Deantoni, un viejo lobo del
medio, que fue mánager de Pappo, Vox
Dei, etc., etc., etc... Él fue quien me confió el armado de la banda que iba
a acompañar a Rudy en su gira por el
país. En ése momento yo tocaba en Alakrán,
y me apoyé en cada uno de mis compañeros para llevar a cabo la gira con Rudy. Luego, de ésa misma gira, surgió
la amistad, y su generosidad para ser parte del disco. Sin dudas, no hace ni
falta que lo diga, es un verdadero lujo para mí. Imagináte lo que significó estar
tocando al lado del bajista de Randy
Rhoads… Es algo único e irrepetible. Y mucho más significativo es que sea
parte de esta obra.
¿Cuánto de blues, rock n´roll clásico y
hard rock hay en la música del disco?
Creo que hay de todo un poco, y nada se
sale de línea. Me gusta jugar con los extremos que más me identifican. Digamos
que trato de transitar la autopista que va por el medio de ambos, no me rotulo
como blusero extremo, ni como músico de heavy metal, pero me gustan ambas
corrientes, lo que en definitiva es Rock; y eso es lo que busco... Quizás para
el blusero extremo, soy demasiado “muchas notas”, y para el metalero extremo,
demasiado blando, o “manolenta”... Pero ninguno de ellos podrá negar mi parte
blusera, ni mi parte ultrarockera. Ambos estilos son mi esencia, y trato de
enlazarlos de algún modo, porque con ambos soy feliz...
Foto: Hugo Panzarasa |
¿Cuánto de ese espíritu tanguero que tanto
te gusta hay en la música de este álbum?
El tango está ahí dentro, yo lo siento, y
por momentos lo vivo... Más de un tanguero pensará: que sabrá éste de tango...
pero lo entiendo, porque lo mamé, casi desde la cuna, y es una impronta que no
se puede quitar de uno. Me encanta cantar tangos, y no voy a dejar éste mundo
sin grabar un disco solo de tango. También lo siento mío...
¿Cómo haces para auto gestionar este
trabajo y promocionarlo?
Bueno, difícil es ser efectivo en todos los
frentes. Por supuesto, me manejo por Internet, auto
gestionándome. Yo
me gestiono con las redes sociales, como puedo. Siempre se depende un poco de
la gente que sabe manejarse mejor en cuestiones que a veces escapan a nuestro
dominio. Personalmente, me fastidia ocuparme de lo que no tenga que ver con lo
musical, aunque, generalmente, termine haciendo cosas que no me corresponden, o
que no tienen que ver demasiado con la creación, o el instrumento. En definitiva,
trato de ocuparme de lo que realmente me gusta hacer, aunque no siempre se
puede por completo lograrlo...
Por otro lado,
creo que logré un poco de chapa en el ambiente musical. Se reconoce bastante mi
trabajo y valía como músico. Soy amigo de muchísima gente muy grosa y todo eso
me hace muy feliz. El hacerme rico con la música, eso ya no va a ocurrir, pero
no me interesa. Nunca busqué llenarme de guita con esto. Toco porque la música
es mi vida. Yo soy un tipo que, a pesar de hacer pasado por varios momentos
complicados, siempre tiro para adelante. Soy optimista por naturaleza.
Reseñame cuales van a ser tus proyectos en
un futuro inmediato, Gady
Bueno, Long
Play es un sueño nuevo, que seguramente abrirá algunas puertas, o las
golpeará, al menos... Tengo mucha expectativa de que llegue a la gente que ama
al género, lo que es bastante difícil, hoy por hoy, porque estar sonando en los
medios es casi imposible por varias razones, siendo independiente. De manera
que mi único proyecto, es seguir viviendo... Si es posible, de la mano de la
música, que es lo que me trae la felicidad personal. Y si yo soy feliz,
seguramente haré feliz a quienes me quieren, y me acompañan en ésta vida. Mientras
tanto, sigo cumpliendo sueños... Dicen que la vida es como la guita: parece que
no se acaba, y en una vuelta de taba, te encontrás que ya no hay más... Remate
tanguero. Hay que vivir cada instante. Ese es mi proyecto.
Emiliano Acevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario