Luego del
éxito del glamouroso Transformer
(1972), un disco que incluía "Walk on the Wild Side" y "Perfect
Day", Lou Reed dejó de lado la purpurina para sumergirse en el
desolado y agobiante ambiente de Berlin (1973), su tercera producción en calidad de solista, uno de los álbumes más
dolorosos de la historia del Rock.
Sin lugar a
dudas, este repentino viraje de 180º fue una pirueta arriesgada en la carrera
de Reed. El músico podría haber explotado un poco más la exitosa veta musical
insinuada en Transformer, pero
no le interesó. En cambio se dedicó a dar vida a Berlin, su vuelta a un rock
maldito, similar al de sus primeras composiciones en la Velvet
Underground. Pero a pesar de tanto dolor (o quizá precisamente por eso) Berlin es una de las producciones
más ambiciosas de toda la carrera de este compositor neoyorquino.
Un disco que
fue el equivalente musical a poner a un chico drogadicto y depresivo en medio
de una tienda de dulces (narcóticos) para que escriba canciones que den cuenta
de lo más oscuro de la sociedad. Territorios repletos de soledad, depresión,
maltrato, vicios, melancolía neurótica, suicidio y muerte. Berlin es la oscura y gótica
descripción del mundo de un bohemio decadente.
Mucha de la
excelencia musical del álbum se debió a la excelsa producción del gran Bob
Ezrin, quien se encargó de crear una pared de sonido utilizando un gran
número de guitarras, teclados, instrumentos de vientos y cuerdas; ejecutados
por músicos invitados de primerísimo nivel: Jack Bruce, Steve Winwood,
Aynsley Dunbar, Michael Brecker y Tony Levin, entre otros. De esta
manera, mientras Reed describía el lado más decadente de la vida, Ezrin
arropó las depresivas letras resultantes con una producción musical lúgubre
y potente, capaz de convertir a Berlin
en "El álbum más depresivo de
todos los tiempos". Una intención lograda con creces en varios
momentos del disco. La naturaleza oscura de Berlin es grandilocuente. Por eso, a pesar de estar repleta de
tristeza y desasosiego, ésta es una obra que se vuelve adictiva. No se puede
dejar de escucharla.
La mayoría de sus canciones contienen un alto nivel compositivo y sensibilidad pop. El
trabajo vocal de Lou suena más preciso y frío que nunca; casi
desamorado. Esto se aprecia rápidamente en los primeros temas del álbum: la
bohemia oscura de Berlin, las
melancólicas “Lady Day” y “Men of Good Fortune” y la extrañamente movida
“Caroline Says”. Algunos de los temas tristes que más se destacan en el disco
son "How Do You Think It Feels" y "Oh Jim". El último, una
oda a un muchacho golpeador y suicida. Pero quizá sea con "The Kids"
que se alcance uno de los puntos culminantes de esta producción, en lo que a
dolor se refiere. Esta es una destructiva canción que narra la historia de una
prostituta a la que le quitan sus hijos por no ser una buena madre. Incluso se
escuchan, de fondo, los gritos desgarradores de los chicos, que lloran al ser
obligados a dejar a su mamá, a la que quizás no vuelvan a ver nunca más. Esta
escalofriante canción se une a "The Bed", el relato de un hombre que
recuerda a su mujer muerta, mientras contempla la cama que compartían: "Este
es el lugar en donde apoyaba su cabeza. Y este es el lugar en donde nuestros
hijos fueron concebidos. Y este es el lugar en donde se cortó las venas en esa
oscura noche. Y yo digo oh, oh, oh, oh, que tristeza. Yo nunca hubiese empezado
de haber sabido que todo terminaría así. Pero por extraño que parezca, no me
siento triste en absoluto." Una letra que lo dice todo. Es muy
difícil imaginar otra canción tan sobrecogedora o melancólica como esta. Cuenta
con performance impecable de Reed, quien casi ni canta, simplemente se
dedica a susurrar los versos. “The Bed” finaliza con un impresionante coro
gótico (casi de ultratumba) que desemboca en la hermosa "Sad Song",
el impecable broche de oro de este inolvidable disco.
En resumen, Berlin es una obra muy recomendable
para aquellos que deseen explorar lo más descarnado de la experiencia vital
junto a uno de los mejores compositores de la canción rock de todos los tiempos: el señor Lou Reed.
Emiliano Acevedo
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