En
1965, Lou Reed formó The Velvet Underground, la banda de
culto que lo llevó -aunque muchos años después- a la fama y el reconocimiento
mundial. Si bien la Velvet tuvo además otros integrantes talentosos (como el
galés John Cale, la cantante alemana
Nico, el guitarrista Sterling Morrison, la baterista Maureen Tucker o el padrinazgo artístico
inicial de Andy Warhol), Reed era,
en términos generales, el auténtico creador de aquella materia poético - musical.
Este visionario dentro de su época creó una estética; y no sólo fue un
precursor en lo estilístico musical sino también en lo humanamente actitudinal.
A propósito
de esto, el crítico y ensayista Simon
Reynolds, en su libro Después del
Rock (2010), habla de los años del postpunk
y dice que "ciertas figuras como
John Lydon o Mark E. Smith de The Fall
se adecuan al síndrome del intelectual anti-intelectual: lectores voraces y sin
embargo, desdeñosos respecto del arte en sus formas institucionalizadas".
Bueno, esto se observa en Reed, pero con 10 años de anticipación.
Aunque,
por aquellos años, The Beatles lanzaba
su explosivo álbum Help!, con baladas
como “You’ve Got to Hide Your Love Away” o “You’re Going to Lose That Girl”, y
ni hablar del “Turn! Turn! Turn!” de The Byrds, por nombrar solo uno de los
clásicos de la popular banda folk rock norteamericana; a los que se sumaban los
discazos de los ingleses Kinks o el pop
de los australianos The Easybeats,
nada se puede comparar con el quiebre que marcó la Velvet, un verdadero punto
de inflexión, justo en la mitad de los 60. Faltaban entre uno y dos años para
que llegasen Pink Floyd con su album
debut, The Piper at the Gates of Dawn,
o las Mothers of Invention de Frank Zappa, con el doble Freak Out!, y The Crazy World of Arthur Brown con Same. En 1965 aún no había surgido el verdadero “estallido”. Phil Strongman (en su libro La Historia del Punk, 2007) señala: “Incluso en una época que abrazaba la
liberación sexual, las canciones de Reed
siempre parecían ir más allá. Escribía sobre una Nueva York nocturna (un mundo
plagado de drogas, alcohol, ladrones, travestidos, putas y cafeterías abiertas
las veinticuatro horas) de la que incluso los más modernos y jóvenes
neoyorquinos no querían saber nada”.
Curiosamente,
en una entrevista para el diario español El
País, durante el año 2008, Reed
muestra una postura hostil, cuando el periodista pregunta si no cree que al
igual que él, con The Velvet Underground, Jim
Morrison rompió los esquemas de lo que se podía cantar en el rock; a lo que
Lou contesta que Morrison “no hacía más
que reciclar letras del blues”, para finalmente levantarse y desaparecer
rumbo a su habitación. El periodista no duda en afirmar que “Lou no quiere adentrarse en esos años”.
Luego, en otra entrevista para el mismo diario durante el 2010, el músico
advierte: “Cualquier conversación sobre
The Velvet Underground le parecerá a usted una entrevista, pero a mí solo me
suena a un buen montón de mierda”.
Me
pregunto si se puede conceder tal extremismo. Quizás lo único que lo explique
sea el cansancio de un hombre que se hartó de luchar para salir de la jaula a
la que lo confinaron los medios masivos (y no tan masivos) de comunicación.
Dibujo: Ariel Tenorio (www.ccelrock.blogspot.com.ar) |
Son
muchos los artistas que toman cierta actitud despreciativa hacia la época en la
que iniciaron su carrera, pero más allá de eso, y en este caso, lo innegable es
el carácter emblemático para la historia del rock, del arte y de la vanguardia
que Lou Reed imprimió en The Velvet Underground.
Silvina
Ghiselli
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