En este nueva entrega de nuestra sección
Decíamos
Ayer, retrocedemos cuatro décadas, hasta
1977, para encontrarnos con la Revista Roll. Casi una hermana menor de la Pelo, editadas ambas por la editorial Magendra. Aunque duró tan solo once números, entre enero de 1977 y enero de
1978, Roll fue un proyecto editorial de
lujo, que se destacó por su papel ilustración de muy buena calidad, además de una
gran cantidad de fotos en color y entrevistas a grupos y solistas argentinos y
extranjeros.
Allí nos encontramos con una muy
recomendable entrevista a León Gieco, en donde el músico –en ese entonces con su disco clásico El Fantasma de Canterville recien editado- da su visión sobre la situación de los músicos y artistas argentinos durante
esos años de plomo del Proceso, además de algunas definiciones interesantísimas
sobre la fusión del rock con otros géneros y el devenir cultural argentino que –lamentablemente-
no han perdido nada de actualidad a pesar del paso de los años.
¿Están listos? Allá vamos…
León Gieco: MIRANDO DESDE ADENTRO
León Gieco se puede tomar como ejemplo
de esas personas que, firmes en sus convicciones, no cejan en sus intentos por
lograr lo deseado. Llegado desde Santa Fe hace ya unos siete años, transitó el
camino que le espera a todo iniciado cuya meta está mucho más arriba de lo que
alcanzó hasta el momento. Por cierto que lo hizo en forma exitosa, ya que no
solo logró el reconocimiento público en nuestro país sino que también trascendió
al extranjero. Desde su posición actual habló sobre sus puntos de vista sobre
el desenvolvimiento actual del movimiento, sus posibles falencias y su ubicación
con respecto al rock del exterior.
ENTREVISTA: ¿Qué factores, en tu opinión, influyeron en la evolución del rock
nacional?
Hay
muchos factores que influyeron en esa evolución. La cosa ahora es más refinada,
se trabaja con equipos mejores. Inclusive hay mayor apoyo monetario. También están
los medios de difusión que aceptaron al movimiento como una cosa sana de la
juventud. Entonces la gente comenzó a no perder pisada de lo que pasaba con
esto. Ellos se acercaron y ya lo sienten con una música suya, de este país, que
tiene su historia.
Personalmente,
¿en qué forma te fuiste integrando?
En
la forma en que más o menos se fueron integrando todos: conociendo algún músico,
haciéndose amigos por afinidades, tocando la guitarra con algún otro músico que
te presenta a otro. Después te conectan con un tipo que hace recitales. La gente
de Arco Iris me ayudó muchísimo, Gustavo (Santaolalla) me explicó perfectamente como era toda la historia del
rock, cosa que yo, por ser del interior, no conocía. Había escuchado a Almendra, Los Gatos, Manal, Arco Iris,
pero no conocía la historia del movimiento. Luego de un lapso de espera, saqué
mi propia música grabada y editada. Argentina es uno de los pocos países en
cuanto a este movimiento, con gente de aquí que compone temas sobre cosas que
pasan aquí. Entonces existe una evolución natural que no se puede parar.
Desde
ese punto de vista, ¿cómo ves al rock argentino con respecto al rock
internacional?
Todas
las diferencias están marcadas por los mismos países, no solo en el rock. Este movimiento
ya no se maneja aparte del país. Sigue las pautas, reglas y sensaciones de aquí.
Hubo, por supuesto, una penetración cultural musical desde hace muchos años, y recién
en este momento hay algunos asomos de grupos que quieren viajar al exterior. Acá
todo se maneja a pulmón. No existe el interés por parte de la grabadora de
jugarse con un número en el exterior. Por falta de dinero, por falta de
posibilidades… Si algún músico se va a Europa, como el caso de Aquelarre, se pagan ellos los pasajes y
se tiran a la pileta allá en Europa. En Estados Unidos no hay problemas, porque
allá hay mucha gente. Por ejemplo, Neil
Young saca un long play y vende dos millones de placas; con el dinero que
recauda puede viajar a cualquier parte del mundo y montar un buen espectáculo. Acá
hay muchas insuficiencias económicas, no culturales porque hay grupos que
pueden competir perfectamente, pero falta la otra parte.
En
la parte musical, cultural, ¿notás que ha habido una evolución? ¿En qué forma
ves que se han ido encarando las raíces telúricas, las raíces propias de
nuestra música, aplicadas a la música contemporánea del rock?
Hay
gente que, por su educación, está bastante prendida a las raíces telúricas
argentinas. En mi caso personal, a los nueve años ya tenía un repertorio de casi
ochenta canciones folclóricas argentinas. Una persona que haya nacido aquí en
Buenos Aires, puede que esté más arraigada a la música de tango.
¿Cómo
interpretás el hecho de que la incorporación de instrumentos no tradicionales
del rock se haya producido recién en los últimos tres o cuatro años?
Siguen
estando aún las influencias fuertes del rock extranjero. Lo que pasa es que
ahora hay mucha más conciencia dentro del músico. Creo que había muchos
prejuicios porque la cosa empezó con raíces muy bluseras y rockeras. Entonces el
bandoneón o la quena no encajaban bien. Pero la gente de este país sabe cómo es
la cosa. Si vos ponés una quena en un grupo de rock, y está bien tocada y
armonizada, la gente lo va a aceptar, así como aceptaron a los bandoneones.
En
tu caso, ¿cómo se desarrolló tu crecimiento musical?
Lo
que más me influyó fue todo lo que sea folk, aún hoy. Siempre voy a admirar a Bob Dylan. Junto con el folk, las
canciones del interior de Argentina. Nunca me sentí influido por el tango.
Ya
sea en tu línea o utilizando raíces como la del bandoneón, ¿creés que con la música
se puede hacer una revolución dentro de la juventud, como un medio de impulso
para provocar un cambio?
Yo
no creo que haya ninguna revolución a ningún nivel, acá. Se tildó de esa manera
porque se dieron así las cosas. Por ejemplo, Piazzolla fue un tipo que se quiso acercar a la juventud. Venía
planteando las cosas de una manera honesta, pero noté también una actitud
especuladora. Hubo un reportaje en el que Piazzolla habló mal de los músicos de
rock, y en declaraciones posteriores dijo que es la música que se va a escuchar
en los próximos treinta años.
Pero,
aparte de eso, él es un gran músico. Se fue acercando porque se dio cuenta de
que la música nueva estaba en la música progresiva argentina. Yo creo que lo
del bandoneón fue una cosa que se dio. Antes de tocar con el bandoneón, Alas venía haciendo una música totalmente
porteña, a la que los bandoneones se acoplaron perfectamente.
¿Qué
es lo que buscás con tu música? ¿Ves que estás logrando algo que no pensabas
que ibas a lograr?
No
te digo que improviso mis temas, pero sí que a lo mejor mañana puede salir un
tema y gustarme, aunque hoy no tengo ninguna melodía. Espero que los temas
aparezcan; los elaboro y quedan. Con respecto a los planes de tocar y que
hacer, no tengo nada definido. Lo que veo que estoy logrando también es una
cosa muy importante, que yo definiría como una “onda”, y es lograr tener una
personalidad que haga que tu música sea única en el mundo, ya sea mala o buena,
complicada o sencilla. O sea: si yo fuera a otro país me jugaría con las cosas
que estoy haciendo aquí.
Entrevista publicada en la Revista
Roll, número 4; abril de 1977.
No hay comentarios:
Publicar un comentario