domingo, 29 de agosto de 2021

LA CAMPANA DE LA DIVISIÓN: ESCRIBIR SOBRE LAS RUINAS DEL ROCK ARGENTINO

El ambiente del rock argentino tras la crisis del 2001 y la tragedia de Cromañon, sin dudas, ha sufrido cambios paradigmáticos que van desde las formas de su producción hasta las maneras de su consumo.

Con un pie en la investigación y otro en el análisis, el sello Clara Beter Ediciones editó La Campana de la División. Escribir sobre las ruinas del rock argentino, un libro que mediante cinco ensayos ofrece un estudio sobre estos últimos 20 años a través las categorías  “sensualidad”, “urbanidad”, “onirismo”, “valvularidad” y “trovadurismo”. El volumen fue compilado por el licenciado y profesor en Letras Emiliano Scaricaciottioli, quién además forma parte del Seminario Permanente de Estudios sobre Rock Argentino Contemporáneo (SPERAC), un espacio nacido hacia fines de 2018 como una respuesta para pensar las apuestas, contradicciones y dilemas que plantea el rock argentino a partir de la crisis de 2001.

Para hablar sobre este libro entrevistamos a Daniel Gaguine, autor de uno de los ensayos que lo integran.

ENTREVISTA> ¿La idea del libro de dónde sale?

Emiliano Scaricaciottioli, que es el compilador, había hecho un libro que se llama Las Letras del Rock Argentino, que llegaba hasta el 2000. Y yo venía escribiendo junto a Miguel Ángel Dente dos libros acerca de los lados A y B del rock nacional, que justamente también terminan en 2001. Entonces Emiliano me llamó y me incorporó a su grupo de investigación. Nosotros seriamos la pata periodística del grupo, porque todo el resto es de Filosofía y Letras. Una vez que estuve adentro del proyecto tomamos desde el 2001 para adelante como una idea de continuación de los trabajos que veníamos teniendo los dos. Después de 2001 por supuesto viene el 2004 con Cromañón, que es un quiebre fundamental para el rock. Como que se acaba el hecho de ir a ver bandas. Además no habia libros del 2001 para acá que no sean una recopilatorio de datos, meras cronologías. Porque no se le había estado dando mucha bola a lo que pasó del 2001 para adelante.

¿Tus antecedentes cuáles son? ¿Cómo llegás al periodismo?

Vengo de Comunicación Social (UBA), siempre me gustó el periodismo, me gustó leer. Mi primer programa de radio fue en 1993 en una radio en Caballito y después me fui a La Tribu. Ahí empezamos pasando música con unos compañeros. Me gusta investigar, yo soy hijo de la radio de los ochenta y noventa. Empecé con el periodismo haciendo programas de radio, luego incursioné en gráfica, en diarios pequeños. Después estuve trabajando seis años en un diario porteño: Noticias Urbanas, en la parte de cultura. Y ahí fue donde empecé a cubrir festivales como el BAFICI, el FIBA, recitales, reportajes. En ese momento tenía que meter tres o cuatro críticas de teatro por semana y una nota a un personaje relevante. Después empecé a hacer libros.

¿Cuál es tu aporte en La Campana de la División?

Me encargué del capítulo dedicado a los cantautores / trovadores / compositores, que si bien no es todo lo mismo, se los puede amalgamar en algún punto.

¿Y ahí está la figura de Lisandro Aristimuño como símbolo o hay más?

Aristimuño es la figura central. Porque tiene muy buena prensa, indudablemente es un muy buen músico, tiene mucho prestigio dentro de sus colegas. Es una persona de la que incluso se ha dicho que podía ser “un nuevo Spinetta” y le tiraron un iceberg por la cabeza… Mucha responsabilidad sin dudas.

¿Cómo son los demás capítulos del libro?

El primer capítulo fue escrito por Carla Daniela Benisz y está centrado en la figura de Sara Hebe, y cruza los temas sensualidad y la mujer, haciendo un recorrido a partir de “Me gusta ese tajo” de Pescado Rabioso, llevándolo por distintas letras del rock nacional, incluyendo el funk de Willy Crook y el material de los Kuryakis. El segundo texto es el de Daniel Talio, que trata sobre El Kuelgue y la urbanidad, retomando a Manal, a Miguel Mateos, a Soda con “La ciudad de la furia”, para ahí sí meterse en lo que sería la urbanidad del siglo XXI que hace Julián Kartun con su banda, El Kuelgue. El tercer texto es el de Emiliano Scaricaciottioli, que toma el onirismo en un texto que vincula al ensayo con la novela al mismo tiempo en un recorrido muy rico. El siguiente texto es el de Nancy Romina Gregof, que toma el tema valvularidad y el rock, un recorrido que retoma la figura de Divididos a partir de lo que hizo luego del año 2002, luego vinculado con Eruca Sativa, Pez y La Naranja

¿Cuánto tiempo les llevó hacer el libro?

Lo empezamos a principios de 2019. Estuvimos trabajando a través de 2019, con la pandemia se retrasó todo y por eso lo terminamos a fines de 2020.

¿El título del libro de dónde viene?

Es por el disco The Division Bell, de Pink Floyd. Lo eligió Emiliano Scaricaciottioli. Capaz que tiene que ver un poco con alguna “campana de la división”, hacer sonar esa división que estamos trazando del 2001 para adelante, una caja de resonancia divisoria entre lo que fue y será. En la actualidad han cambiado los usos y costumbres, la forma de acceder a la información… Es otra cosa totalmente diferente.

Emiliano Acevedo


 

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