Decir
Gustavo Montesano
es nombrar a uno de los principales representantes del rock progresivo
argentino. Desde los 70, primero en la legendaria banda Crucis luego en el dúo Merlín
–junto al recordado Alejandro De Michele-
y, posteriormente con su carrera solista. Ahora radicado hace décadas en España
después de su paso por los exitosos Olé
Olé y su amplia trayectoria como productor, vuelve al rock sinfónico para
presentar su nuevo EP intitulado Traumas
de un pasado tenebroso, que reúne tres canciones.
El EP incluye un tema instrumental, “Vuelo a la obsesión”, que tenía más de 40 años esperando ver la luz porque había sido parte del repertorio del último tiempo de Crucis. Las otras dos canciones del lanzamiento son “Un día se irá”, escrita durante la pandemia del Covid 19 y “Traumas de un pasado tenebroso”, inspirada en los tiempos de la última dictadura militar en Argentina. Todos los temas son letra y música de Gustavo Montesano. Grabados y mezclados en Madrid ya están disponibles en Spotify y YouTube.
ENTREVISTA> ¿Cómo decidiste volver al rock progresivo?
Por muchas razones. En realidad, durante toda mi vida el rock progresivo fue el estilo que más ha gustado hacer. El rock sinfónico – progresivo es mi raíz. Hace muchísimos años que vengo barajando y fantaseando con la idea de volver a ese origen. Y a partir de lo que fue la pandemia, en los dos últimos años, en la que muchísimas personas nos empezamos a replantear las cosas, me di cuenta que mi oficio es la música. Esta pandemia me hizo dar cuenta que nunca se sabe lo que va a pasar mañana así que es mejor que hagamos lo que realmente sentimos y tenemos ganas de hacer y nada más. Ya sabes que el rock sinfónico es una fusión entre la música clásica y el rock y además no me da limitaciones, puedo hacer realmente lo que quiera, no tengo formatos específicos sino libertad para crear e imaginarme la música como yo la quiero, en la armonía, los compases y duración. Entonces estoy muy contento de haber reconectado con mi propio ser.
Volviendo
a lo de antes, lo hice durante el encierro, en forma casera porque lo grabé en
el estudio que en el sótano de mi casa. Empecé a grabar el piano, la batería,
los teclados, el bajo, las guitarras… No tenía la idea de publicar nada sino de
hacerlo exclusivamente para mí. Pero cuando vi que me estaba entusiasmando y
estaba quedando como yo quería, decidí llevarlo a los estudios de grabación en
Madrid, y otros, a los ingenieros de sonido que conozco de hace muchos años
para que aportaran la ingeniería técnica del disco.
Hagamos un recorrido sobre las canciones. “Vuelo a la obsesión” es un tema de pura cepa progresiva que había sido de Crucis, ¿por qué no lo grabaron en su momento?
No lo grabamos porque no tuvimos tiempo. Con Crucis grabamos dos elepés nada más pero seguíamos ensayando nuevos temas y nuevas músicas, y “Vuelo a la obsesión” era una de ellas. Incluso, si mal no recuerdo, la llegamos a interpretar en algunos conciertos hacia el final de la vida del grupo. Entonces era una música que se había quedado “como una piedrita en el zapato”. Era una cosa que tenía pendiente de hacer y me dí el gusto de hacer ahora.
Sí.
Lo escribí cuando tenía 20, 21 años.
¿En qué te inspirás para componer música actualmente? ¿Escuchás algo del rock progresivo nuevo?
No
me inspiré en nada en especial. Es una música que se da en mí en forma muy
natural porque empecé de muy niño con la música clásica, con los conciertos de Mozart, de Beethoven, etc., y después escuché a los Beatles, los Stones, Santana, y a Hendrix, y a tantos artistas más… Entonces no necesito tener una
fuente o algo externo para inspirarme. Me siento en el piano y es lo único que
me sale. Me cuesta menos hacer este tipo de fusiones que lo que estuve haciendo
muchos años que es música pop. En el prog estoy totalmente libre de trabas y de
condicionamientos y además internet y las nuevas plataformas nos dan a los
artistas la posibilidad de hacer la música tal cual queremos hacerla. De
cualquier forma estoy al tanto de lo que se ha hecho en los últimos años en el
rock progresivo y sinfónico. Me gustan muchos artistas como por ejemplo, Porcupine Tree, Dream Theater o Steven
Wilson. Se han hecho cosas muy interesantes y muy bonitas y yo siento que
pertenezco a esa “raza” de músicos o de artistas.
“Un día se irá”, ese tema lo compusiste en pandemia, ¿no?
Efectivamente.
La letra habla de que “un día se irá” el virus. En el momento en que lo escribí
eso no parecía posible. Parecía una utopía porque el estado de desesperación
era tan grande que no se sabía dónde nos iba a llevar ni cuánto tiempo iba a
durar. Realmente, teniendo una visión optimista, pensaba: algún día se tendrá
que ir. “Quién lo ha creado, quién lo ha inventado, quién lo trajo, por qué,
con qué fin, con qué razón…” Todas estas son preguntas que se plantean en esa
canción.
“Traumas de un pasado tenebroso” es un tema de tono opresivo que, además de darle nombre al EP, evoca nuestro pasado en la última dictadura militar…
En
mi caso, no es una opinión sino un hecho, el llamado Proceso de Reorganización
Nacional me afectó mucho. Me provocó traumas, paranoias, inseguridades de todo
tipo que me costaron muchísimos años quitarme de encima, literalmente. Y en mi
vuelta al rock sinfónico para mí era fundamental volver al Gustavo de los 20 años
y a lo que estaba haciendo a esa edad. Entonces, ¿qué es lo que hacía a los 20
años? Crucis. Y estábamos conviviendo con aquella realidad dura, muy dura. Pude
escribirlo ahora, 45 años después pero nunca es tarde. Y de esa forma poder
enterrar definitivamente aquellos fantasmas. Para mí expresarlo en forma de
música es muy importante.
En una nota de Pagina / 12 dijiste que esa época te provocó pesadillas. ¿Qué tipo de pesadillas y cuanto te duró eso?
Las
pesadillas eran recurrentes y me duraron muchos años. Traumas y la paranoia. Veía
un policía y salía corriendo, me daba palpitaciones. Fue una época que sufrí
bastante pero afortunadamente hemos sobrevivido a eso y a tantas cosas más.
¿Cómo
te llevás con la trascendencia que sigue teniendo Crucis a pesar del paso de
los años?
Es
muy raro [risas]. Me parece increíble. Si querés que te sea sincero, que un
grupo de rock progresivo sinfónico se transformara en popular en aquel momento
de “éxito” de Crucis, ya era una sorpresa. Nosotros fuimos los primeros
sorprendidos de que aquello tomara la magnitud que tomó porque, simplemente,
esperábamos ser un grupo más de rock sinfónico pero nunca jamás habíamos soñado
con la posibilidad de que nos pasara lo que vino después: los discos, los
grandes conciertos en grandes estadios, las giras… Todo eso era algo que no
estaba en nuestros planes. Por ejemplo, la primera vez que actuamos en el Luna
Park estábamos muy asustados porque, hasta entonces, el único grupo de rock que
había actuado allí había sido Sui
Generis y ellos eran un grupo muy diferente de lo que era Crucis. Considerábamos
que nuestra música no era muy fácil de digerir. Lo que pasa es que el público
argentino es muy bueno, es un público maravilloso que sabe discernir cuando un
artista es bueno y cuando no lo es. Esa sabiduría, sapiencia y sensibilidad del
público nos sorprendió mucho. El fervor, la comunicación que se producía entre
Crucis y su público era algo fenomenal. Por eso el reconocimiento hacia el
grupo que existe 45 años después, que la gente todavía se acuerde de nosotros
con tanto cariño, es un fenómeno que me sorprende cada día. También, me halaga
y me enorgullece muchísimo.
Ahora
son un grupo reconocido internacionalmente, los discos se publican en muchos
países: Japón, Rusia… Llegan a todos lados.
Claro, exactamente. De alguna manera eso se va haciendo una bola cada vez más grande que hizo que nos publicaran en muchos países del mundo. El primer país fuera de Argentina en donde se publicó fue en Brasil. Incluso hicimos una gira por ese país… Sí, fue una bola de popularidad cada vez más grande, cada vez más sorprendente pero también cada vez más difícil de contener y de gestionar para nosotros que éramos chicos de 20 años, y además en un contexto como el que se vivía en Argentina en aquellos años.
Todo
muy vertiginoso y aparte luego surgieron las diferencias musicales y el grupo se
disolvió…
En mi caso, siempre valoro las diferencias musicales. Creo que es algo positivo en tanto y cuanto esas diferencias se puedan fusionar. Siempre es linda la fusión de las músicas. Y es verdad que Pino [Marrone] y Aníbal [Kerpel] estaban más influenciados que por el jazz rock, mientras que yo seguía con la música clásica, y Gonzalo [Farrugia] estaba con el candombe… Pero creo que si se fusiona todo eso queda muy bonito. El problema que tuvimos nosotros es que nunca tuvimos el tiempo suficiente para hacerlo. Todo fue muy vertiginoso y no tuvimos tiempo ni para sentarnos a tomar un café para charlar que era lo sobre lo que queríamos hacer con el grupo. Es triste pero cada vez que llegábamos a ensayar cada uno estaba pensando en irse. Nuestra única meta era buscar otra realidad. Nos tocó vivir una época muy dura y eso nos influenció mucho, lamentablemente.
Emiliano
Acevedo
Me gustaría mucho escuchar esas grabaciones;Gustavo muy bueno tu blogg.Abrazo.
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