El viernes 4 de diciembre de 2009, fue una noche
única e inolvidable que quedó para siempre grabada a fuego en el recuerdo de
todos los fans de Luis Alberto Spinetta. Ese día en la cancha de Vélez, con la
realización del Concierto de Las Bandas Eternas, se celebró la vida y obra del
Flaco. Sin dudas, tanto para el público como para los músicos participantes,
aquella fue una velada plagada de emociones, y uno de los mejores shows de la
historia del rock argentino.
En mi camino de melómano que juega, en serio, a ser
periodista, tuve la oportunidad de entrevistar a varios de los músicos que
acompañaron a Luis en ese maravilloso concierto. Hoy, cinco años más tarde, en esta
nota les propongo recordar, desde sus propios testimonios, ese momento mítico
de la escena rockera que ellos supieron conseguir.
La planificación de este monumental show comienza gracias
a una iniciativa del productor Pablo Mangone, quien le acercó la idea a
Spinetta. Mangone fue el gestor del evento, y quien llevó adelante este proyecto
junto al Flaco y su manager. Gustavo, hermano del Flaco y baterista de Amel, me confirmó que: “a Luis el proyecto le gustó de entrada porque
(Mangone) también es músico, él es un guitarrista. Además, si bien Pablo es un
empresario, con esto nunca puso por delante el interés económico. Estaba más
que claro que iba mucho más allá de eso. Y Mangone es un tipo muy valioso. Él organizó
este show por el arte, no por el negocio. Sin dudas, Luis lo hizo contando con
esa base.”
En sí, la propuesta que le presentó Mangone a Luis
Alberto fue la realización de un show multitudinario en el que estuvieran todos
(o casi todos) los músicos que tocaron con él. Un concierto en donde, partiendo
desde el presente, se revisaran todas las bandas que fueron emblemáticas en su
carrera. Un show que también le sirvió al Flaco para hacer un balance de toda
su vida artística, 40 años de carrera, casi 60 de vida, y, de paso, “terminar con todos los balances, porque
estaba más que claro que iba a ser imposible superar a este concierto-celebración
tan inmenso”, como dijo en una entrevista radial el prestigioso periodista
Alfredo Rosso, uno de los tantos asistentes a ese inolvidable show.
Por otra parte, este recital también iba a ser muy
especial porque Spinetta volvía a interpretar un repertorio extenso de
canciones que hacía muchos años no tocaba. Es bien sabido que a Luis Alberto no
le gustaba demasiado revisar su historia. Debido a esto, por más que en sus
recitales él pusiera siempre algún que otro tema histórico, siempre priorizó su
presente artístico. Influenciado por las lecturas de los libros del Carlos
Castaneda, autor Las enseñanzas de Don Juan, aconsejaba “borrar la historia personal”. Además, es bien conocida
su frase “aunque me fuercen yo nunca voy
a decir, que todo tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor…”, que cantó
en la soberbia “Cantata de los puentes amarillos”, uno de los temas más
impactantes de Artaud, su recordado
álbum de 1973, acreditado a Pescado
Rabioso aunque en realidad fuera un trabajo solista. Sin embargo, más allá de
estos principios (o quizás, debido precisamente a ellos) el concierto de las
Bandas Eternas fue para Spinetta una muy buena manera de redondear su vida
musical, además de una buena oportunidad de darle las gracias a todos esos
músicos que lo habían acompañado a lo largo de su trayectoria.
Por supuesto, la
realización de semejante evento también supuso largas jornadas de ensayos y preparativos.
Según Gustavo Spinetta, “no fue nada fácil porque a Luis le costó un esfuerzo
tremendo hacerlo. Fue un proceso muy agotador con ensayos interminables. A
veces me pasaba a buscar y yo me terminaba viendo todo el ensayo. Eran ensayos
de 10 horas, una cosa de locos, con Luis
siempre en piloto automático, tocando con todos los músicos. Como un
“master” en un estado zen, bancándose todo lo que venía.” Otro
que me contó cómo recordaba aquellas increíbles jornadas previas al recital fue
Pomo, el baterista de Invisible: “Me
acuerdo que estuvimos ensayando 1 o 2 veces por semana, durante un mes y medio,
para tocar en ese show. Igual, él se repartía para ensayar, al mismo tiempo,
con todas las demás bandas que lo acompañaron. No sé cómo hizo…”
Los ensayos tuvieron
lugar en una sala enorme, en donde se armaron los sets de las diferentes bandas
participantes, uno al lado del otro: “Estaban
todas las bandas armadas en círculo. Yo ya soy un tipo grande, pero ver todas
esas bandas me emocionaba como cuando era pibe. Ver a Almendra, Pescado
Rabioso, Invisible… Qué sé yo. Por eso, yo me quedaba todo lo que podía en los
ensayos. Hacía mi parte, cuando ensayábamos los temas de los Socios, y luego me
quedaba escuchando a esas bandas históricas. Luis ensayaba todo el día, pasaba
de una banda a otra”, me comentó Marcelo Torres, ex bajista de Spinetta y
los Socios del Desierto.
Sin dudas, la magia imperecedera esparcida en toda
la obra del Flaco hacía efecto en el ánimo de los músicos participantes. Tanto
en la previa, o durante los ensayos, así como en la prueba de sonido en Vélez, se
adivinaba en el aire que nadie se iba a olvidar jamás de este show. Según Lito
Epumer, ex guitarrista de la última formación de Spinetta Jade: “Yo, como tocaba solamente en un tema (junto a
Invisible), fui recién la última semana, pero ellos ya venían ensayando desde
hacía dos meses. También, la prueba de sonido fue una cosa de locos. Probamos
sonido el día anterior y el mismo día del show. Mientras lo estaba viendo
pensaba que era un concierto que iba a pasar a la historia, sin dudas. Lo
sabíamos todos los músicos que estuvimos ahí. Pero no tuvo nada que ver con lo
que pasó después. Ahora estoy convencido que fue el concierto más emocionante
que vi en la Argentina, lejos.”
Gustavo Spinetta recuerda: “Eso fue realmente increíble. Estabas en el camarín de Vélez y veías a
todos los monstruos del rock de
acá, estaban todos. Además, el clima que había era súper especial. Eso es algo
que yo no volví a ver nunca más. Se vivía una cosa muy especial. No había
“divismos” ni nada de eso, se vivía una gran comunión entre todos los músicos
participantes, con todo el mundo extasiado.” Una apreciación con la que
coincide Marcelo Torres: “Ese concierto
fue una celebración, y era un sentimiento reciproco. Cuando me llamaron yo me sentí
muy feliz, porque me sentí reconocido. Pienso que la mayoría de los músicos que
tocamos ese día debe sentir lo mismo. Por otra parte, el show tuvo un nivel
técnico impresionante. Además, nadie reclamó nada, porque se trató a todo el
mundo con mucho respeto. Bueno, por eso salió tan bien todo, ¿no?”
El primer tema del concierto fue “Mi elemento”, que
Luis interpretó junto a su banda estable (Nerina Nicotra, bajo; Claudio Cardone,
teclados; Sergio Verdinelli, batería; Guillermo Vadalá, guitarra). Así dio
comienzo esta recorrida que incluyó además de temas propios, sobrevuelos por otros
autores del rock argentino tanto influyentes en su obra como influidos por ella,
mediante la interpretación de canciones como “Las cosas tienen movimiento”
(Fito Páez), “Mariposas de madera” (Miguel Abuelo), “El rey lloró” (un tema
original de Los Gatos, compuesto por Litto Nebbia), “¿A dónde está la libertad?”
(Pappo), “Té para tres” (de Soda Stereo, por Gustavo Cerati), “Necesito un
amor” (grabada por Manal, compuesta por Javier Martínez), y “Filosofía barata y
zapatos de goma” (Charly García).
Si bien todo el show mantuvo un alto nivel de
calidad y emotividad, sin dudas, varios de los momentos más significativos se
vivieron cuando el Flaco hizo dueto con algunos de sus ex colaboradores, como
el recordado Diego Rapoport (teclados en
“Ella también” y “No te busques ya en el umbral”), o junto a Leo Sujatovich,
Juan del Barrio y el Mono Fontana, los otros tecladistas de Spinetta Jade. Por
supuesto, nadie podrá olvidar los duetos junto a músicos de la talla de Fito Páez
(en la mencionada “Las cosas tienen movimiento”), Juanse (“¿A dónde está la
libertad?”), o Charly García, en la emocionadísima versión del recordado “Rezo
por vos”, ese clásico inmortal co-compuesto por García y Spinetta para su
frustrado proyecto a dúo de 1985.
Sin embargo –y teniendo en cuenta el revés de la
vida sucedido poco tiempo después- si hubo un momento especialmente emotivo
dentro del concierto de las Bandas Eternas, ese fue cuando se juntaron en un
mismo escenario Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati para interpretar “Té
para tres” y “Bajan”. Gustavo Spinetta, quien fue el encargado de tocar la
batería en “Bajan” y “Cementerio Club”, me contó: “Me acuerdo que cuando me tocó salir a tocar, no pensé en nada. Porque
el clima era tan lindo que no me dio ni para preocuparme, en realidad. Yo me
sentía en el cielo, ¿viste? Cuando me puse a tocar la bata, el primer tema fue
“Bajan” y ya estaba Cerati arriba del escenario. Imaginate, de un lado
del escenario lo tenía a Cerati y del otro lo tenía a Luis.
Mirara para donde mirara, yo sentía que estaba en la gloria.” Por supuesto,
cuando terminó ese set de dos temas, Cerati se fundió en un abrazo del alma con
Luis. Una imagen, cuyo recuerdo ahora, seguramente, hace lagrimear a más de
uno, entre los que, obviamente, me incluyo.
Otro de los sueños más grandes del fan spinettiano
promedio se cumplió ese viernes mágico cuando se juntó Invisible para tocar
impecablemente los temazos “Durazno sangrando”, “Jugo de Lúcuma”, “Lo que nos
ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo”, “Niño condenado”, y “Amor
de primavera”. Sí, no era una alucinación colectiva. Spinetta – Machi – Pomo,
uno de los tríos más power de la historia del rock argentino, estaban otra vez
volando la cabeza de propios y ajenos.
Dice Lito Epumer: “(A mí) Me quedó
muy grabado el momento en que yo tenía que salir a tocar en ´Amor de
primavera´, el último tema que hizo Invisible, porque cuando ellos estaban
tocando ´Durazno Sangrando´, uno podía ver a todos estos músicos tan grosos del
rock argentino, mirando la canción desde el costado del escenario y llorando.
Todos, ¿eh? Cerati, Fito, Charly, el Negro García Lopez, Black Amaya, David
Lebon… Todos llorando, desbordados con la emoción de ese instante.”
Otro regreso muy esperado fue el de Pescado
Rabioso, 36 años después de su separación, con Spinetta, Black Amaya (batería),
David Lebón (guitarra y voz), Carlos
Cutaia (teclados), más la participación de Guillermo Vadalá (bajo), en calidad
de invitado; y del legendario Osvaldo Bocón
Frascino (guitarra en “Me gusta ese tajo”). Sin dudas, uno de los segmentos del
show más intensamente rockero, con un repertorio que incluyó “Poseído del alba”,
“Hola dulce viento”, “Serpiente viaja por la sal”, “Credulidad”, “Despiértate
nena”, y “Post crucifixión”. Según Black
Amaya, al que se le nota la adrenalina al contarlo: “Me la pase todo el tiempo muy emocionado y excitado, estaba a full con
mi cabeza, ya que se estaba por cumplir mi otro sueño: volver al escenario, y,
nada menos que en Vélez, con Pescado Rabioso, junto a mis queridos
amigos. Fue impresionante, tal como lo habíamos soñado. El grupo sonó súper
bien, y lo más maravilloso y tierno que me pasó con esto fue la repercusión que
tuvo entre el público joven, los pibes que me mandaron un montón de mails – a
los que yo trataba de contestar, a todos lo que podía-, aparte de los fans
veteranos, y todos ellos muy emocionados con cómo había sido el show. Esa noche
fue una gran fiesta para celebrar la carrera del Flaco, donde demostró
porque era el único que llevaba la bandera del rock nacional.”
Luego de Pescado, llegó el turno de Almendra, el mítico
grupo iniciático en donde Spinetta empezó a desandar su historia personal en la
música rock, junto a Edelmiro Molinari, Emilio del Güercio, y Rodolfo García.
Este fue el primer reencuentro de estos monstruos, luego de casi 29 años. Otro sueño realizado, este set incluyó
clásicos como “Color humano”, “Fermín”, “A estos hombres tristes”, y “Hermano
Perro”. Por supuesto, el cierre fue con “Muchacha ojos de papel”, una de las
canciones más significativas del rock argentino, y un tema que muchas veces
Luis se negó a volver a tocar. Seguramente, será muy difícil olvidar cuando
Spinetta empuñó una guitarra acústica, mientras el resto de sus compañeros lo
rodeaban en semicírculo para cantarle –ya todos presentían que por última vez-
a esa muchacha voz de gorrión, a la que alguna vez le robaron un color… Rodolfo
García aún no tiene palabras para explicar lo que sintió esa noche: “Si tuviera que mencionar una, diría Emoción.
Me costó varios días ´bajar de ese
viaje´. Sin dudas, un homenaje muy merecido para el Flaco y su
obra. Y de paso, para todo el rock
argentino y quienes lo generaron.”
Pero eso no fue todo, ya que en la coda del
concierto el Flaco interpretó “8 de Octubre”, con Ricardo
Mollo de invitado, un tema que daba testimonio de la tragedia de los pibes del
Colegio Ecos, una causa en la que Spinetta se había puesto al frente, como una
de las caras más visibles, con el lema “conduciendo a conciencia”. Así, luego de un par de temas más que
incluyeron “Seguir viviendo sin tu amor” y “Yo quiero ver un tren”, el
concierto finalizó con “No te alejes tanto de mí”, uno de los pocos hits
radiales que se permitió tener el Flaco a lo largo de su carrera.
Frank Ojstersek, bajista de Spinetta Jade desde el
´80 al ´83, no tocó en el concierto de las Bandas Eternas, pero igual estuvo
presente entre el público, disfrutando de este espectáculo de principio a fin.
Por supuesto fue nombrado por el Flaco, junto al resto de los músicos que
alguna vez lo acompañaron y que no participaron del show. Y él asegura: “Yo le agradezco muchísimo que me haya
nombrado, junto a los otros músicos que no participamos del concierto. Es más,
después que pasó el show, una vez nos encontramos y Spinetta me explicó porque
no había estado yo en el concierto. Sin dudas, él era un tipo muy considerado
hacía las otras personas, y por eso me lo quiso explicar, aunque yo ni le había
preguntado nada al respecto. Él me dijo que Jade era imposible de armar. Es
entendible. Pensá que habían pasado tantos músicos por el grupo que ¿con que
formación hubiese tocado? Se tocaron un par de temas de la etapa de Jade, pero
estaba claro que era imposible hacer una síntesis que diera cuenta de todas las
distintas formaciones que tuvo el grupo. Si hubiese sido por Luis, él hubiese
organizado un show en el que hubiesen estado todos los músicos que lo
acompañaron. Sin embargo, en un comienzo, este proyecto era una cosa aún más
restringida. Al principio, la idea, creo que fue armar solamente los grupos
básicos. Si se hubiese implementado esto, el concierto hubiese durado dos horas
y media. Pero luego todo se fue ampliando, paulatinamente. Imagínate que el
show terminó durando, aproximadamente, cinco horas y veinte…”
Y así fue, e, increíblemente, pasó. El sueño había
terminado, pero viviría por siempre en la memoria popular. Lo que estaba más
que claro era que no habría otro show de las Bandas Eternas, fue una burbuja única
en el tiempo, que alumbró esa fría noche de diciembre de 2009. Con respecto a
esto, Gustavo Spinetta me contó, que, más allá de cualquier especulación, “si Luis aceptó la propuesta de Mangone de hacer ese show,
fue porque estaba claro que era ese Vélez, y chau. Fueron conscientes de esa
idea y no se hizo ningún show más de Las Bandas Eternas, a pesar de que le
llovían las propuestas millonarias luego del éxito de este concierto”
Sin embargo, fue inevitable que poco tiempo
después, y más luego de la muerte de Luis, en febrero de 2012, este concierto
de las Bandas Eternas haya quedado en la mente de muchas personas casi como la
despedida del Flaco, más que una celebración de su carrera y vida. Como si el
músico, desde una sensibilidad intuitiva, lo hubiese organizado porque sabía
que no le quedaba mucho tiempo más. Apreciación que, que no obstante, desmiente
su hermano Gustavo: “Yo sé que ahora,
visto a través del tiempo, ese proyecto parece una despedida. Pero es que
muchas de las últimas cosas que hizo Luis parecen eso. Incluso en
algunas composiciones –como, por ejemplo, el tema ´Canción de amor para Olga´,
de su disco Un Mañana- hay una temática sobre la muerte en sí. Como que Luis
intuía algo con respecto a eso… Por eso parece que se hubiera
despedido… (Se emociona) Pero él no quería eso ni en pedo. Luis tenía un
problema en el pulmón, y lo sabía, pero no era de esa gravedad aún”
A pesar de la tristeza por la ausencia del Flaco, quedará
para siempre, en el corazón de todos los que tuvieron la fortuna de asistir a
este concierto histórico, una emoción inenarrable. Por suerte, para el resto,
hubo una caja (editada por primera vez en 2010) que incluye tres DVD y tres CD,
con los 50 temas tocados esa noche, más un libro de fotos, que retratan a los 40
músicos que pisaron el escenario, y que se agotó al poco tiempo.
Afortunadamente, en 2012 se relanzó, incluyendo una edición completamente
rediseñada por el propio artista antes de su muerte. Esta reedición contiene un
libro de fotos y los tres CD con más de cinco horas del concierto.
Sin duda leer lo que pasó esa noche no se asemeja
en nada a la experiencia vivida, pero valga esta retrospectiva como homenaje a
esas bandas que por surgidas de la escena
nacional nos dan la pauta, más allá de cualquier nostalgia, de lo necesaria que
es su pervivencia e inmortalidad.
Innegablemente, el universo spinetteano siempre será,
porque “mañana es mejor”, una galaxia
inmensa de inspiración para los viajes musicales de varias generaciones de
hacedores y amantes del rock argentino pasado, presente y futuro.
Emiliano Acevedo
Muy bueno! Gracias por la reseña... Me hubiera encantado estar. Un abrazo
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