miércoles, 3 de diciembre de 2014

PEZ, El manto eléctrico




Veinte años de historia y 16 discos, uno mejor que el otro. ¿Cuántos grupos en el rock actual pueden darse el lujo de exhibir semejante productividad? Sin dudas, la de Pez es una trayectoria pletórica de amor por el rock y la experimentación. Porque el grupo liderado por Ariel Minimal siempre se caracterizó por ser una rara avis que no tiene ningún temor al volantazo estilístico, pasando del punk al rock progresivo, o del stoner al folk, pero no por seguir alguna moda si no por ser fiel a un ideario musical en donde el traicionarse a sí mismo sería quedarse quieto… 

Porque el anquilosamiento es algo a lo que Minimal y Cia nunca se van a resignar. Autogestión y trabajo, ese debería ser el lema de esta banda, cuya música excede cualquiera de las etiquetas que el periodismo de rock suele poner.

Por eso, ¿quién se animaría a describir el contenido de El Manto Eléctrico, su excelente álbum nuevo? Quizás por ese motivo toda esta nota sea en vano, ya que lo único que realmente importa es prestarle atención a la apasionante música y lírica de Pez, más allá del relato. Sin embargo, nobleza obliga, esta reseña se propone ordenar un par de conceptos que den cuenta de la calidad de esta obra. Aunque tan solo sea para despuntar el vicio…

En resumen, este nuevo álbum de Pez contiene un repertorio de diez canciones bellas y potentes que mantienen bien alto el listón en cuanto a calidad musical. Fue grabado y mezclado por Walter Chacón en Estudios Romaphonic, en agosto de 2014, y masterizado por Tom Baker.  Un disco que desborda de buen gusto, con explosiones rockeras y momentos sutiles, con largos contrapuntos instrumentales llenos de imaginación y buen gusto. A esta altura, el power trio formado por Ariel Sanzo Minimal (voz, guitarra), Franco Salvador (batería y percusión) y Fósforo García (bajo) parece entenderse en forma telepática. Tres excelsos músicos, pero que están más allá del egotismo y exhibicionismo del rockero virtuoso. Será por eso que nunca improvisan al pedo: cada tema termina cuando tiene que terminar, ni un sonido más ni una nota menos. Dejar caer el amor justo y necesario en cada una de las canciones.

A veces el ritmo es más rápido (como en “Cráneos”, el intenso primer tema del disco), a veces más sutil (“En un lenguaje extraño”), o a veces más volado (“El manto eléctrico”); como queriendo escapar por siempre a los convencionalismos. Es que sería demasiado simplista intentar etiquetar la música de este disco como “stoner”, “progresiva”, “setentosa” o “psicodélica”. En sí, es todo eso y, a la vez, la negación de todo lo conocido. En el universo de Pez se pondera, ante todo, la búsqueda artística y su modo de trabajo. Además, el apasionamiento del trío por el sonido valvular hace que su música sea inimitable.

Como siempre, las letras de Minimal se destacan, avanzando con fuerza dentro de este mar abrumador de sonidos. Ya de movida nomás, en los primeros versos del tema de apertura, describiendo una realidad que se adivina desoladora: “Esto está lleno de cráneos y no creo que sea casualidad”; aunque se anime a hacerle frente y presagiar, entre tanta culpa y castigo, que “el tiempo nos dará la razón cuando ya no tengamos voz…” 

Luego, en “Todo lo que ya fue”, queda claro que no hay que confundirse, en este mundo hiperconectado, porque mientras la realidad nos salpica de información "no se puede apagar la máquina de sufrir" Sin dudas, una letra lúcida en la que Pez busca sumergirnos para que salgamos, al fin, a respirar: "Nos dirigimos obstinados hacia un pozo profundo/ ese que fuimos llenando con todo lo que ya fue/ tengo que desconectar, cortar comunicación/lograr total aislamiento/no reconozco al enemigo agazapado/y por ende todo me da miedo/si sólo pudiera confiar y esperar lo por venir/tomar distancia de los pensamientos/y entregado a la corriente, ir flotando a la deriva..." Una aparente paranoia que surge y resurge en un tiempo que abruma y confunde. Una lucha desigual en la que quizás lo mejor sea estar en los márgenes.

Dentro de esa lucha también nos llegan los ecos del Vigilar y Castigar de Michel Foucault, que se pueden percibir en la letra de “Retornan los restos”, en donde se describe como los jueces y verdugos (“decididos a dar el sablazo”) controlan a diestra y siniestra el uso de la violencia decidiendo “quien se va”.  

"Y no sabemos bien/si nos puede devorar o amar sin reservas", canta Ariel Minimal en la canción que da nombre al disco, para terminar preguntando: “¿Podrá ser así?”. Pero ya no hay más tiempo para preguntas vanas. Esto queda claro en otra canción-manifiesto, de intenso y atractivo ritmo, llamada “Muerde la luz”, cuya letra contiene una honda influencia de las teorias de Gurdjieff, en especial cuando estos buscadores de la verdad nos dicen: “ya no quiero dormir / debo hoy ponerme de pie y luego comenzar a andar”.

En el cuasi blues psicodélico-espacial (¿existe esto?) “No te escucho bien” vuelve la paranoia profética ante los avances de un mundo tecnológico, que (como si fuera una metáfora del desamor de una pareja) en vez de acercarnos, nos separa cada vez más: “No te escucho bien / pensaba que la lluvia podría mejorar la comunicación / pero perdimos contacto y ya ni sé de lo que me hablás.” Una desconexión que “nos dejó confundidos y algo extraños”.

En el canto “telúrico” de la hermosa “Los viajes maestros” se adivinan las historias de la civilizaciones ancestrales, esas que aprendieron a venerar a ese sol y al sonido del viento, que los hacía pensar en “los días, las noches, el misterio animal / si esto es para mí lo sabré aceptar.” Claro, eso era el pasado, pero ahora es muy distinto, por eso en “Mi lista de deseos”, el último tema del disco, Minimal reflexiona acerca de lo mal que los hombres modernos tratamos a la Madre Naturaleza: “la tierra nos da alimentos y nosotros le damos veneno... ¡pidiendo perdón no alcanza!” Casi una advertencia hecha canción, en donde, sin apelar a cursilerías baratas, Pez nos hace entender que, verdaderamente, así no hay futuro posible.

En resumen, otro disco de Pez prepotente, sutil y directo. Como casi toda su discografía. Esa, que al igual que este último álbum, se puede conseguir gratuitamente en formato digital en la propia página web de la banda (http://www.pezdebuenosaires.com.ar). Ya sea de esta forma, o adquiriendo las impecables ediciones artesanales en formato físico, ningún amante del rock de calidad debería perderse de disfrutar de la música de este grupo. ¡Están advertidos! 

Emiliano Acevedo




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