En la localidad de José Mármol, en el Partido de Almirante Brown, es posible encontrarse con una perfecta mixtura entre metrópolis y mucho verde. Casitas bajas, plazas repletas de familias, chicos jugando a la pelota en la calle, gente mateando en la vereda. El típico olorcito a pasto recién cortado. Estas son algunas de las postales típicas del sábado a la tarde, aquí y en la mayoría de los barrios del sur del Conurbano Bonaerense.
Justamente, en José Mármol vive Gustavo Giles. Con más de 30 años de carrera, Gustavo es uno de los mejores y más respetados bajistas argentinos. Un músico tan introvertido como genial, que ha creado su propio estilo a la hora de tocar slap en las cuatro cuerdas. Maestro del bajo, hace mucho tiempo que Giles dicta clase a decenas de alumnos, a la vez que se especializa en dar clínicas del instrumento en donde enseña todo lo referente a escalas, arpegios, técnicas de digitación, ritmos, etc. Sin embargo, casi todo el mundo lo conoce más por su labor como músico profesional, ya que Giles ha participado de innumerables proyectos. Desde sus comienzos en Nomady Soul, grupo de covers que luego se transformaría en La Torre, hasta llegar a este presente que lo encuentra tocando en la banda de Javier Calamaro, a la vez que le da vida a su propio grupo de fusión: el Gustavo Giles Selección Group. Dicha versatilidad, imaginación y calidad musical, le ha permitido a Gustavo también tocar junto a artistas tan eclécticos como Valeria Lynch, Leonardo Favio, Iván Noble, Gillespi, Spinetta y Páez, o David Lebon, con quien grabó el disco Nuevas Mañanas en 1991.
Un poco de todo esto nos contó en esta entrevista, mientras tomábamos un par de amargos, rodeados de cables y equipos, en su casa de Mármol. Una amable charla con un músico inmenso. Gustavo Giles en primera persona…
ENTREVISTA
> Vos venís de una familia de músicos. Teniendo en cuenta esto, ¿pensás que
la música te eligió a vos o fue al revés?
Y sí, en mi casa siempre hubo música. Mi
papá fue músico de joven, aunque después se dedicó a la medicina, y mis
hermanos mayores también son músicos. Jorge terminó siendo guitarrista y Ricardo
baterista. Lo curioso, en mi caso, es que de chico me gustara como sonaba el
bajo, en vez de inclinarme por el sonido de la batería o por la guitarra. Desde
pibe me acostumbré a copiar las líneas de bajo que hacía el bajista que tocaba
con mis hermanos, o prestaba mucha atención al sonido del bajo cuando escuchaba
algún disco. Así empecé.
¿Y a
que bajista de los grupos que te gustaban le prestabas especial atención?
En esa época, a los 13, 14 años, me gustaba
mucho Vox Dei, por eso mi ídolo era Willy Quiroga. Siempre admiré mucho a
Willy, y ahora tengo la dicha de que seamos muy amigos. Luego también me empecé
a copar mucho con la música soul. Justo mi hermano Ricardo había entrado a
tocar la batería en Nomady, un grupo que hacía covers de soul. En esa banda estaban
Patricia Sosa y Oscar Mediavilla.
Sí. En Nomady yo empecé como plomo del
grupo. En esa época iba a ver todos los ensayos y escuchaba los temas. Como yo
ya tenía un bajo que me había comprado mi papá, cuando se fue el bajista del
grupo, me probaron a mí. Por eso terminé tocando el bajo en el grupo, a pesar
de ser tan pibe, debido a que me conocía todo el repertorio del grupo.
¿Vos
seguiste tocando en ese grupo hasta que se transforma en La Torre?
No. Yo me fui de Nomady en el ’80, justo
cuando ellos ya empezaban a componer sus primeros temas rockeros. Fue en ese
momento, cuando Patricia empezó a escribir las letras de los temas, en donde
arman La Torre. Lo que pasó fue que, cuando empieza La Torre, ellos me llamaron
para que toque de vuelta en el grupo. Así, grabamos el primer disco en el ´81.
Yo me quedé en el grupo hasta el ´84, ´85.
¿Por
qué te fuiste de La Torre?
Porque me estaba poniendo muy impaciente
por tocar otras músicas. Ya estaba muy metido en el jazz rock, escuchando a
Chic Corea, Stanley Clarke, y yo quería hacer ese estilo. En esa época había un
lugar, luego legendario, que se llamaba Jazz & Pop, y yo iba muy seguido
ahí a ver conciertos y jams de jazz. Hasta que un día, por fin, Lucio Mazaira
me convocó para que tocara en su grupo de jazz. Por supuesto, me encantó la
propuesta, porque aparte yo ya no estaba tan entusiasmado con seguir en La
Torre…
¿Por
qué?
Lo que pasa es que La Torre dio un vuelco
musical. Ya en el ’82, cuando tocamos en el (Festival) BaRock, justo se daba el
éxito de Riff, con su propuesta de rock pesado. Y Patricia y Oscar, que eran
los que comandaban el grupo, empiezan a hacer temas más pesados. Y a mí no me
gustaba tanto tocar ese estilo, viste…
Al principio La Torre también hacía rock, pero con una onda más de
fusión. Era un grupo que marcaba una gran diferencia con respecto a todos los
demás del rock de esa época. Eso se nota mucho en los dos primeros discos del
grupo. En ese entonces, yo tenía espacio para tocar muchos solos de bajo. Yo ya
venía tocando slap, cuando todavía no era un estilo tan común de tocar el bajo…
Pero, bueno, ellos prefirieron seguir luego por una veta más rockera, que a mí
no me gustaba tanto, y por eso me fui. Pero se ve que tan mal no les fue,
porque con ese estilo más pesado, que a mí no me gustaba, ellos se volvieron
famosos, justo cuando yo ya no estaba… (risas)
El slap lo saqué solo, no me lo enseñó
nadie. Lo hice escuchando a otros bajistas como Stanley Clarke o Larry Graham,
que tocaban con esa técnica. Al principio, fue una cosa muy orejera. Yo
solamente era un pibe que trataba de imaginarse como hacían esos monstruos para
tocar así. Recién, a mediados de los ´80, cuando ya estaba en la banda de Valeria
Lynch, me compré varios vhs en EEUU, y viendo esos videos puede seguir puliendo la técnica. Siempre me
entusiasmé mucho con las posibilidades técnicas y rítmicas que tiene el
instrumento, viste…
Entonces,
se podría decir que sos autodidacta…
Sí, soy autodidacta. Aunque estudié mucho
tiempo –en especial, la parte de teoría y técnica- con Carlos Madariaga, toda
la parte rítmica la aprendí solo. Seguramente, me ayudó mucho el haber tocado
canciones de música soul, ya que en ese género siempre hubo muy buenos
bajistas. Por ejemplo, en la época de Nomady, hacíamos covers, y yo sacaba las
líneas de bajo tal cual estaban en las versiones originales.
A lo
largo de toda tu carrera, tocaste todo tipo de ritmos y géneros, acompañando a
artistas muy disimiles. ¿Cómo fuiste adaptando tu técnica como bajista a los
diferentes trabajos que te fueron tocando realizar?
Creo que todo es una cuestión de ubicación,
de escuchar la música que tenés que acompañar. Por ejemplo, con Javier
(Calamaro) aprendí a tocar menos, a ser más consciente de clavar las bases, de
no hacer tantos adornos. Aprendí a quedarme más en el molde, a escuchar de otra
manera. En el caso de mi trabajo con Valeria, aunque me dejaban poner alguna
cosita que se me podía ocurrir, las partes de bajo ya estaban escritas. A lo
largo de toda mi carrera me fui dando cuenta de que, excepto en el caso de Patricia,
por lo general, los cantantes no quieren que los molesten. Es como que, cuando
escuchan algún arreglo de más, que les mueve un poco la estantería, eso ya no
les gusta nada, ¿no?
¿Cómo
se da tu participación en La La La
(1986), el álbum de Spinetta y Páez?
El que me llamó fue Fito Páez. Justo en esa
época yo estaba tocando con Valeria Lynch, y Fito me convocó porque quería que tocase
el contrabajo en algunos temas del disco. Sin embargo, ya hacía rato que yo no
tocaba contrabajo, se ve que sabía que yo había tocado el contrabajo en La
Torre. Por suerte, salió todo muy bien. En ese álbum yo participé en dos temas
(“Estoy atiborrado con tu amor” y “Dejaste ver tu amor”) Por supuesto, fue una
experiencia muy linda, porque pude conocer de cerca al Flaco Spinetta, una persona
muy macanuda con un talento increíble. Lo que más recuerdo de esa tarde en la
que grabé con ellos, es toda esa musicalidad, esa genialidad fuera de lo común
que tenía el Flaco, trabajando a la par de Fito. El solo hecho de escuchar esos
acordes, las melodías... Sin dudas, una experiencia mágica. Fue hermoso
participar de esa grabación.
Yo la pasé muy bien. Era muy joven, no
tenía compromisos, cobraba buena guita, disfrutando mucho de los viajes que
hacíamos al exterior. Porque, además, esa experiencia justo coincidió temporalmente
con una época en la que hubo muchos avances en cuanto a la música, la
tecnología, y los equipamientos. Empezaban a salir muchos videos musicales. Por
eso, cuando viajábamos, nos hacíamos una fiesta… Fue una época muy linda, el
grupo sonaba muy bien. Además, teníamos un director musical increíble como
Mario Cortéz, un verdadero talento de la música.
¿Cómo
te llevás con la fama? ¿Te gusta, te disgusta?
Nunca me sedujo la fama. No soy un tipo
obsesionado con eso, con el hecho de tocar en un determinado festival, o con determinadas
situaciones típicas vinculadas a lo que significaría ser un músico famoso o
masivo. Por otra parte, también soy un tipo más bien tímido. No me gusta
sociabilizar tanto… Qué sé yo, quizás tenga que ver con mi personalidad. Nunca
me gustó la noche, no soy un tipo nocturno. Si trabajé de noche fue porque la profesión
te lo exige, viste. Seguramente, el hecho de que yo no sea un tipo rico y
famoso también tiene que ver con estos aspectos de mi personalidad, con la
manera en que uno va llevando su vida y con las cosas a las que les doy
prioridad.
Y de
todos tus trabajos y experiencias en la música, ¿cuál fue el proyecto en el que
más cómodo te sentiste?
El momento que más pasión sentí fue cuando
toqué en el Jazz & Pop con un grupo que se llamaba El Pentágono. Ahí tocaba
con Lucio Mazaira, un baterista excepcional, y con el gran Francisco Rivero, un
guitarrista impresionante. Algunas veces también se sumó a tocar con nosotros
el Mono Fontana en teclados. Para mí, tocar en ese grupo era una fiesta, porque
cada concierto era una experiencia irrepetible, y hasta nos dábamos el gusto de
llenar Jazz & Pop.
Bueno, yo tenía compuestos todos esos temas
desde hacía bastante tiempo. Primero hice la presentación de mi grupo (Gustavo
Giles Selección Group) en el Subsuelo, un local que estaba en el Pasaje La
Piedad, en la calle Bartolomé Mitre, a unas cuadras de Callao. Esa experiencia
estuvo bárbara, porque me permitió tocar más melodías a dúo con otro bajista.
Luego, esa formación siguió, pero como se fue el bajista que estaba tocando
conmigo, ahí entró Mariano Otero en su lugar. Bueno, justamente, el material
que se incluyó en el disco abarca todo este periodo, con composiciones de fines
de los ´90, y otras de principio de los 2000. Ahora mismo estoy componiendo un
par de temas nuevos para ver si más adelante podemos grabar un disco nuevo.
Sí, tuve la suerte de que colaboraran
conmigo musicazos como Mariano Otero, Pablo Santos, Osvaldo Pilu Camacho, Diego
Mano, Lapo Gessaghi, Juan Chichizola, Gustavo Juárez, Mario Parmisano, Gerardo
Prícolo, Walter Mauricio, y Alejandra Sosa, mi mujer, que la rompe cantando en el único tema no
instrumental del álbum.
¿Qué
te parece la música actual? ¿Qué escuchás?
En realidad no escucho mucha música, pero
sé que hay grupos buenos. Me entero a través de la música que escucha mi hija.
Debido a eso sé que hay grupos nuevos que suenan bien, pero no estoy muy al
tanto de lo que pasa en la movida del rock…
¿Y
con respecto al jazz, que sería más tu palo?
Yo no sé si el jazz es más mi palo, viste.
En una época me encasillaban como músico de jazz, pero, en realidad, siempre
fui un músico más fusionero (sic) que otra cosa. O más de soul, o funkero, que
sé yo… Yo no soy el clásico bajista de
jazz. Está más que claro que me gusta improvisar algunas cosas, pero el del
jazz es un vocabulario musical muy complejo en el que nunca me metí…
¿Y el
material de tu disco, en que género lo pondrías? ¿Lo sentís cercano a algún
otro disco instrumental de fusión que hayas escuchado?
Para mí son canciones de pop
instrumental. Creo que, a diferencia de
otros discos instrumentales, yo no parto de melodías pequeñas que fusionan como
mera excusa para pasársela improvisando. En mi caso es todo lo contrario: en
cada canción se le da más protagonismo a la melodía, con improvisaciones más
medidas. Es un disco muy agradable, incluso para personas que no están
acostumbradas a escuchar discos instrumentales.
¿En
el futuro te ves haciendo más temas cantados, o vas a seguir mayormente en esta
veta musical instrumental?
Me gustaría mucho. Lamentablemente, no sé
cantar… (risas)
¿Cómo
componés?
En mi caso, las melodías me van surgiendo
en la cabeza, entonces las paso al instrumento, y luego ya tengo la posibilidad
de armonizarlas de diferente manera, de acuerdo a lo que la música me vaya
cantando. Recién después de eso armo la línea de bajo. Siempre pasa que, cuando
componés, el bajo te da la insinuación armónica de lo que va a sonar.
En cuanto al carácter y estilo de las
composiciones, yo no soy nada esquemático. Todo depende de lo que va saliendo y
de lo que me termina gustando.
Mi bajo preferido es el Alembic, el mismo
bajo que usaba John Entwistle, mi equipo es Ek Tower.
Estoy convencido de que los bajistas que
escuchaba antes aún siguen marcando tendencia sobre los actuales. Me gusta
mucho Marcus Miller, pero aún sigo escuchando mucho a Jaco (Pastorius). Jaco es
como Gardel, cada día toca mejor… Otro que me gusta mucho es Francis Rocco
Prestia, el bajista de Tower of Power, otro tipo que sigue sonando muy actual,
aunque toca de la misma forma que tocaba en los ´70. Mark King (de Level 42) también
me gusta mucho, porque tiene un virtuosismo increíble. Por supuesto, también me
siguen gustando los grosos de siempre: McCartney, Jack Bruce, Entwistle, Sting,
John Paul Jones…
¿Qué
discos estás escuchando?
Me gusta mucho escuchar a Tony Bennett, en
especial su disco Duets.
¿Qué
tema de otro artista te hubiese gustado componer?
“September”, de Earth, Wind & Fire. Porque es un tema que me transforma,
como me transforma toda la música de Earth, Wind & Fire. Es la banda que más
me marcó, lejos. Siempre me parecieron increíbles. Su música me encanta y aun
hoy la escucho todo el tiempo. Es más, si tuviera que elegir un disco
preferido, elegiría All ´n All, o I Am, el álbum
que grabaron después. Tuve la suerte de ver el show que dieron acá, cuando
vinieron en 1980, justo en su mejor momento. Sin dudas, Earth, Wind & Fire
fue un grupo de avanzada, con esa mixtura que tenían de ritmos africanos,
percusiones, los arreglos de brasses,
sus armonías vocales… Incluso, marcaban tendencia con la puesta en escena de
sus shows, o con las maravillosas tapas de sus discos. Sin dudas, estaban un escalón
más arriba que otros grupos contemporáneos como Kool & the Gang, no tenían
nada que ver con eso. A Earth, Wind & Fire no los podías encasillar ni en
soul, ni en funk, ni en jazz, ni en r&b. Fue un grupo místico, inigualable.
Yo siempre me voy a identificar con esa música…
Emiliano Acevedo
Un capo total,terrible bajista pero por sobre todo una exelente parsona!!
ResponderEliminarTuve la suerte de verlo en Nomady Soul. Tremendo.
ResponderEliminarLo conoci en persona. Yo trabajaba en un lugar al que venia siempre. Yo estaba escuchando Bob Dyland. Gustavo pregunto quien escucha Dyland aca. Y ahi lo conoci. Muy humilde y buena persona. Un genio.
ResponderEliminarGustavo Grosso Bajista, nos conocimos en el barrio por intermedio de Daniel "Fopi", yo era un Pendejo que iba al Comercial 35 de Lugano 1y2, barrio donde vivía, fuimos un par de veces a verte ensayar en tu casa de Fructuoso rivera junto a Nomady Soul, un Groso de siempre !!
ResponderEliminarExcelente amigo y bajista , lo conocí cuanto tenía yo tenía 20 años y tocamos un tiempo junto con el hermano con una banda de Uruguayos , no necesitaba partitura , terriblemente intuitivo y un enfermo de hacer que su bajo cada vez sonará mejor , me alegro muchísimo de que le haya ido bárbaro y como persona un capo total , estoy tratando de ubicarlo si alguien tiene su WHATSAPP pasemelo al 3435 101395 , tengo ganas de ir a verlo , ya voy a cumplir 69 me que da poco , jaja , espero que lo veas Gustavo querido , Aplausos x Favor para este Grande de la Música Argentina
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