Aparecieron en
1969, el mismo año de la apoteosis hippie
de Woodstock; pero estaban situados en las antípodas del ideario
estético y musical del rock.
Empezaron versionando una canción de los Beatles (“Ticket to Ride”),
pero hoy viendo ese primer clip soso que filmaron en la nieve, a años luz de Help!,
uno no puede menos que reírse... Ok, largaron con el pie izquierdo. Sin
embargo, rápidamente pasaron al frente, redefiniendo buena parte de la música
pop más exitosa de los 70. Carpenters, era el nombre del dúo del que estoy hablando hoy acá. El placer
culposo de unos cuantos oyentes rockeros, entre los que me incluyo.
Ahora bien, ¿qué
es lo que diferenciaba a estos dos hermanitos de otros números comerciales de
dudosa calidad artística? Primero, las canciones. Porque, salvo algunos
deslices (por ejemplo, “Jambalaya” o ”Ave María” (!), su repertorio siempre se
nutrió de versiones de standards de calidad, o de las factorías de los
mejores compositores pop, a los
que Richard Carpenter –un
músico de oficio y exquisito pianista- arreglaba imprimiéndoles el estilo Carpenters;
por no hablar de sus deliciosas composiciones propias. La
pregunta entonces es: ¿hubiesen sido tan populares, tan masivamente
exitosos, si no hubiese sido por la inigualable voz de Karen Carpenter? Seguramente, no. Porque
delante de todo siempre estuvo esta gigantesca cantante, una de las mejores
voces de la historia del pop.
Es muy difícil
hablar de los Carpenters sin hacer hincapié en la figura de Karen. Su voz era única, de verdad.
Tenía un tono contralto delicioso que nunca saturaba, y que funcionaba cual
flautista de Hamelín, volviendo irresistibles a las canciones del dúo. En mi
caso, al igual con lo que me ocurre con otras voces inolvidables como las de Lennon
o Mercury, amo la voz de Karen. Porque es delicada pero
fuerte. Nunca necesitó gritar para impactar, y eso es lo más llamativo: su
fuerza intrínseca, su dulzura inmanente per se. Quizás no haya sido la mejor cantante
de la historia, pero tenía ese tono singular y personalísimo que la situaba a
años luz de otras voces femeninas. Porque –hay que decirlo-, sin dudas, varios
melómanos del rock nunca
soportaríamos escuchar más de dos temas seguidos de divas pop de la talla de Whitney
Houston, Mariah Carey, Barbra Streisand o Celine Dion, sin que nos
empiece a agarrar unas ganas inmensas de pegarnos un soberano balazo en las
pelotas... Y esto es algo que tal vez, y en mi caso seguramente, no pasa con Karen.
Ella tenía un no
sé qué, ¿viste? Me gustan varias cantantes, y aquí te podría nombrar desde Janis
Joplin hasta Grace Slick, pasando por Tina Turner, Joni Mitchell o
Carole King... Ok, pero ninguna de ellas me generó jamás un efecto
catártico similar al de la voz de Karen Carpenter. Punto. ¿Karen
Carpenter?, preguntarás; ¿esa que se vestía como recién salida de una
parroquia? Sí, tal cual. Porque volvemos al principio, parecían dos nenes de
mamá, prolijitos, limpitos, naturalmente americanos y cristianos metodistas.
Sin dudas, vendían una imagen situada en las antípodas del salvajismo de las
tribus rockeras de los primeros 70. De un lado tipos que se drogaban a morir y
cogían como conejos, mientras que un dúo como los Carpenters ejemplificaban
todo lo políticamente correcto. Sin embargo, luego te enterabas que -detrás de
esa imagen impoluta- a los Carpenters también se los deglutió las
debilidades propias del show business. A Karen, víctima de los
laxantes y las pastillas para adelgazar, debido a su anorexia nerviosa crónica;
y en el caso de Richard, volviéndose adicto a los sedantes...
Pero, la
música... Ahhh, divina. Al principio no los escuchaba ni el loro, pero bastó
con que grabaran en 1970 "Close to You", el clásico de Hal David
y Burt Bacharach, para que su popularidad se disparara hasta la estratósfera,
al mismo tiempo que los ejecutivos de la discográfica A&M iban corriendo al
banco a contar los billetes. Efectivamente, los Carpenters eran la
personificación del sueño musical de Bacharach. Y así comenzó una rutina
que duraría una década repleta de giras, discos, simples, éxito mundial, y
especiales de TV en donde veías fotos de ellos dos y pensabas: "Estos
dos se van a quedar a vivir con los padres hasta los 50 años..." Tal
cual, y aparte, ¿a quién se le hubiese ocurrido pensar en cogerse a una mina
regalándole un disco de los Carpenters? Aunque, pensándolo bien, este
precepto se ajustaría también a buena parte del material de varios números
importantes del rock, ¿o no?
Ahora bien, una
vez que te ponés a analizar el repertorio de este dúo rápidamente te das cuenta
de que no todas las canciones eran sosas. Porque, si bien había himnos
preciosos e inocentones como "Top of the World" o "Yesterday
Once More", también tenían canciones descarnadas acerca del maltrato de
una pareja en vías de separación como "Hurting Each Other", o la
melancólica balada "Goodbye to Love", en donde se incluía un potente
solo con fuzz de guitarra eléctrica -interpretado por Tony Peluso,
mucho tiempo después, mano derecha del productor Gustavo Santaolalla- un
solo demasiado ruidoso como para poner de fondo en una típica cena de acción de
gracias... Sin embargo, algo del mito enfermizo de los hermanos era real, ya
que Karen, celosa, le corría todas las minitas al pobre de Richard -que
dicho sea de paso, recién cuando se murió su hermana se pudo casar y formar una
familia-, y, a la vez, el propio Richard -de común acuerdo con los
dueños de A&M- le negó a Karen la posibilidad de editar su disco
solista, producido por Phil Ramone
en 1980 y recién editado en 1996, por estar en contra del mensaje sexual
explícito de algunas de las letras... Claro, después de todo, ¿quién se hubiese
imaginado a Karen garchando? Una idea inaudita, contraria a cualquier
pensamiento moral y cristiano...
1. Acordarme del
disco blanco con el logo troquelado que encontré una vez tirado en mi casa, que
nunca supe de quién era, y que adentro traía un vinilo de... ¡Carlos
Barocela!
2. Esa preciosa
canción llamada "Only Yesterday", que tenía un video clip en el que Karen
y Richard se paseaban por un parque californiano igualito a nuestro
Parque Japonés...
3. Suponer que Karen
era una gran baterista, y después corroborar asombrado en temas como
"Please, Mr. Postman" que, efectivamente, era muy buena
batera...
4. Escuchar el
disco recopilatorio Singles 1969-1973 -con los temas enganchados-
una perfecta recorrida "conceptual" por la mejor etapa del dúo.
5. "Calling Occupants of Interplanetary
Craft". ¡Sí, señor! Un impresionante tema progresivo (original de los enigmáticos canadienses Klaatu),
inclasificable y bizarro, en el que Karen canta a dúo con un marciano,
en un plan tipo "Encuentros cercanos del tercer tipo".
6. Escuchar al
coro infantil "a la Festilindo" que aparece en la versión de
"Sing", la canción de Plaza Sésamo, y pensar que ahora, seguramente,
deben ser un grupete importante de grandotes boludos. ¿Se seguirán reuniendo,
aunque sea para comer un asado?
7. La impecable
versión de “Superstar”, el precioso himno escrito por Leon Russell, que
narraba el amor no correspondido de una groupie hacía su ídolo musical; y las
de “We´ve Only Just Begun” y “Rainy Days and Mondays”, dos canciones del petiso
Paul Williams, que Karen y Richard hacían suyas de manera
magistral.
8. Acordarme del
tributo rockero de los 90, If a
Were a Carpenter, que siempre vi en las bateas de saldos de las
disquerías, pero que jamás compré...
9. Mirar los
últimos clips del dúo en los 80 -como "Touch me When We ´re
Dancing"-, y no poder dejar de pensar, mientras miro la delgadez extrema
de Karen, en lo devastadora que es la anorexia.
Colofón, punto
final. A-Dios. Efectivamente, un 4 de febrero de 1983, Karen cayó
desmayada en la casa de sus padres, y su débil corazón dijo basta. Terminó así prematuramente
la vida de una cantante sin par, y a la vez finalizó la trayectoria de uno de
los mayores monstruos pop de la
historia. Luego, la amplia cobertura periodística que se hizo de las
circunstancias de su muerte incrementó la alerta social en EE. UU y el resto
del mundo, y ayudaron a concientizar a la población sobre las consecuencias de
los trastornos alimenticios, porque hasta ese momento, tanto la bulimia como la
anorexia eran enfermedades raras y desconocidas, aunque ya causaban miles de
muertes cada año.
En fin, ya
pasaron tres décadas, pero la música del dúo sigue presente, y, como siempre,
embrujando a millones de personas alrededor del mundo...
Como dijo una
oyente, alguna vez, respondiendo a una consigna radial: "Si llego a ver
a los Carpenters en un ascensor celestial, les pediría que vuelvan..."
Emiliano Acevedo
Excelente reseña Emiliano. Justamente a partir de la salida de If i were a Carpenter (noventaytantos), empezaban a asomarse las manitos de todos los rockeros diciendo, a mi tb me gustan....En casi todas las casas habia al menos un disco de ellos (tengo 50), versionaron a Rusell, Paul Wiliams al genial Bacharach, grossos sin dudas...
ResponderEliminarEn mi restringido universo musical, dos estrellas son las que más brillan y brillarán más que las otras por siempre: Karen Karpenter y Perry Como... Ambos con estilos aparentemente distintos pero para mi unidos en la genialidad. Cantaron juntos alguna vez, para mi deleite y sueño cumplido aunque soy de una época muy posterior. La perfección no tiene edades ni épocas.
ResponderEliminarExcelente recensión. Planteas tan bien el sentir que muchos rockers tuvimos con Carpenters.Yesterday once more me sigue alucinando hoy . De hecho llevo un recopilación de ellos en los 32 GB de música de mi Teléfono.
ResponderEliminarEn el año 1976 compré mi primer grabador, era un SONY TC 87, el primero que trajo micrófono incorporado y una funda rockera de cuero que quedaba genial. Los dos primeros casetes que compré fueron Quemar de Deep Purple y Singles 1969-1973 de Carpenters (en los respectivo a la música nunca tuve pruritos). En el año 1975 y cuando armábamos asaltos en la casa de alguno de los quias del barrio nos propusimos ir completando una discoteca actualizada, mi contribución entre otras fue "Please Mr. Postman" de los Carpenters, todo un éxito.
ResponderEliminarCon respecto a algún comentario de la nota te cuento que si estando en un boliche, la mano venía bien con alguna chica y el DJ con buen timing metía la tanda de lentos y arrancaba con Top of The World durante el aproach, unos cuantos besos seguro ligabas. Y si durante la semana siguiente le regalabas el casete, garchabas seguro. Y si además estando en el telo se filtraba algún tema de ellos el momento era sublime.
Lo único que no te voy a perdonar es tu comentario acerca de Jambalaya, la versión de Carpenters es exquisita.
Gracias Emiliano por llevarme otra vez a mi juventud, a aquellos momentos en que las hormonas eran un remolino. Un abrazo!!!
Gracias a vos, capo!!! Abrazo grandisímo...
EliminarExcelente reseña, el LP 1969-1973 color marrón lo escuchábamos en todos los "asaltos" con las chicas, un grupo inolvidable.
ResponderEliminarExtraordinario artículo sobre esto duo magnifico y la inmortal Karen Carpenter. Sin dudas una de mis más grandes influencias musicales junto con The Beatles, Supertramp, Alan Parsons Project y Pink Floyd. Agradecido, es poco. Felicitaciones!!!
ResponderEliminarIs yesterday once more . . .
ResponderEliminarMuy buen laburo, Emiliano Acevedo. Sólo le agregaría que el álbum solista de Karen era buenísimo, bien producido por Phil Ramone y que me vibra que fue miserablemente boicoteado por su propio hermano, por temor a que el perfil solista de su hermana eclipsara definitivamente su papel de segundón. Que tal vez ese haya sido el disparador de muchos de los problemas de salud que llevaron a la muerte a la más bella voz del soft-pop y
ResponderEliminartambién poderosa baterista.