Symns, la leyenda del periodismo bonzo argentino |
Alguna vez, hubo una revista que rompió todos los
esquemas, desafiando los rígidos patrones moralizantes de la sociedad argentina
más careta. Hubo un momento y un lugar, con gente muy talentosa haciendo cosas
maravillosas. Era la, luego llamada, “Primavera Democrática”, y en ese
momento irrepetible, de plena ebullición, surgió la revista de la que vamos a
hablar hoy: Cerdos & Peces,
“la revista de este sitio inmundo”.
Seguramente, pocas veces se ha visto una
publicación como ésta, que se animaba a hablar de las cosas que nadie hablaba,
destapando pozos de plena pestilencia para, de paso, mostrar la belleza en el
barro. Cerdos & Peces fue
una creación del genial e inimitable Enrique Symns, un tipo
que no se sabía nada del periodismo “de
academia”, pero que se animó a pasar de ser un simple monologista
callejero a meterse en el oficio periodístico hasta casi terminar reinventando
el propio género, durante aquellos afiebrados años 80, con este proyecto que
nació como suplemento del diario El
Porteño (en 1982), y que alcanzaría el status de publicación
independiente, en forma de revista, recién a comienzos de 1984.
Eran los años del under, el Parakultural,
Sumo, Los Redondos... ¿Y qué tenía Cerdos & Peces que la volvía una publicación única?
Simplemente, una “combinación entre rock, locura y hamponaje”, como la
define el propio Symns. Una revista con notas que hablaban sobre
sexo y drogas, cuestionando los rígidos dogmas de la iglesia y de una sociedad
que venía de una época oscura (El Proceso), del que había sido “en parte
cómplice, en parte víctima, una sociedad casi siempre muy moralista e
hipócrita.” (Symns) El verdadero gen argentino. Punto.
Pero la excusa que tenemos para hablar de Cerdos & Peces es que hicimos
una recorrida por un libro inmenso (en tamaño y contenido, publicado en 2011) que
recopila “lo mejor” de los textos escritos por Enrique Symns en
esta publicación, además de reproducir algunos artículos originales e
historietas, así como varias de esas tapas impresionantes e inimitables, en las
que la Cerdos aprovechaba para
meter el dedo bien adentro de la llaga. Portadas como, por ejemplo, aquella
inolvidable del número 9 en donde se veían dos monjas lesbianas, y que fuera
prohibida, debiendo aparecer con una capucha de nylon negra encima. Saddam Husein, un Maradona cuasi
maricón, Fabiana Cantilo, Humberto Tortonese, Alejandro Urdampilleta, Fito
Páez, Alejandra Fletchner; fueron algunos de los protagonistas de las polémicas
tapas de la revista.
Algunas de
las cuáles incluían inefables e incendiarios fotomontajes que se animaban a
cualquier cosa, sin filtro. Como aquel que mostraba a un Juan Pablo II medio
afeminado, al que una travesti le manda besitos, y que saldría publicado en el
mismo momento de la visita del sumo pontífice a nuestro país, en abril del 87...
O, porque no, mostrar un beso profundo entre dos mujeres bisexuales; un culo -pero no de vedette photoshopeada,
sino un culo al natural, como el tuyo o el mío-; o a un chulo drogándose, un
pelado pegándole un tiro al televisor, una nena en bolas, o una imagen que se
mofaba de la policía... Todo estaba permitido en Cerdos & Peces.
Sus páginas destilaban
locura, sí, y también ese desenfreno bien mágico y despiadado que quería
beberse la vida de un saque, a borbotones, aunque se nos cayera un poco mucho
por la comisura de los labios, enchastrando todo. Nada importaba en la Cerdos.
¿Alguna vez se imaginaron una revista que auténticamente se cagara en todo?
¿Sí? OK, pero vayan sabiendo que ni las americanas Hustler o Playboy se animaron a mostrar algunas de
las cosas que aparecían en la Cerdos,
la que hacía parecer como nenes de pecho a aquellas publicaciones. Punto de
nuevo.
A lo largo de su historia, Cerdos & Peces tuvo varias etapas, con clausuras incluidas,
pero siempre volvía a aparecer, porque sus lectores y el propio Symns así
lo requerían. Era necesario. La primera época duró tan sólo 4 números (hasta
agosto de 1984), luego llegaría una etapa que duraría entre 1986 y 1987, la
tercera época –con un viraje casi experimental y de surrealismo periodístico
sobre su final- entre 1989 y principios de 1992, una cuarta “más ideológica”
del 96 hasta fines de la década del 90; y el final, tan solo dos números en
2004, cuando Symns volvió de su estadía demencial y curiosa en Chile
(para más datos leer su demencial e imperdible libro autobiográfico El Señor de los Venenos).
Por supuesto, la de Cerdos era una Redacción
en la que pasaba de todo (literalmente), y las palabras se quedan cortas...
Además de tener un staff de redactores y colaboradores envidiable e
irrepetible. Acá van algunos de los nombres que colaboraron con esta
publicación: Indio Solari, Gumier Maier (diseñador de varias de sus
mejores tapas); Alfredo Rosso, Claudio Kleiman y Marcelo Gobello (tres
de los mejores periodistas de rock de
la Argentina); el inolvidable Batato Barea, Gabriel Levinas, Néstor
Perlongher, Helmostro Punk, B. Ode, Héctor Ledo, Tom Lupo... Todos, en
mayor o menor medida, aportaron lo suyo, cimentando la leyenda de esta
publicación. Pero nada hubiese sido lo mismo sin la aparición en escena de Vera
Land, una jovencísima y talentosa jefa de redacción, que junto a Symns llegó
a participar –en especial, durante la tercera época de la revista- de la
elaboración de la mayor parte (casi el 60%) de los artículos de la Cerdos,
a veces firmando ambos con múltiples seudónimos.
Según cuenta la propia Land (en el prólogo
del libro Crónicas del Fin del Mundo,
de Gobello) esta revista fue “una sopa del underground donde confrontaban
y coexistían grafiteros punk, posmodernos bolches, frívolos apologistas de la
diversión, transformistas, poetas de la calle, rastas, erotómanos, filósofos,
linyeras y delincuentes... Si bien la revista era una vidriera de esa ciudad
paralela que brotaba en los prolíficos, eclécticos y agitados ochenta, jamás
tuvo una actitud complaciente o propagandística hacia su sitio de permanencia:
el ataque, el exceso, la desmesura y la crudeza conformaron la impronta
cerdopeceana. La revista horadó, examinó y juzgó el universo alternativo. Y a
ese bumerán lo atrajo al lector que contestó con el mismo nivel de exigencia y
arrogancia”.
Una parte sustancial e imprescindible de la Cerdos
eran los editoriales de Symns, varios de los que aparecen en esta
antología de colección, que a pesar de su desmesura, nos deja con ganas de más.
Para los que tenemos menos de 45 años, sin dudas, este libro es un
descubrimiento imprescindible y necesario. Y, de paso, para darse cuenta cuanto
y como le afanarían ideas varias revistas que aparecieron después, incluso
ahora -fíjense en el puesto de diarios y sabrán a cuáles publicaciones me
refiero... -, y para los mayores, poder rememorar algo de lo mejor de esos
viejos ejemplares, ahora muy cotizados y requeridos por varios coleccionistas
que se los disputan.
Cerdos & Peces, lo mejor; un libro de Enrique Symns, para leer y releer. Al final nos quedan las palabras del propio Symns, que en su prólogo dice que, después de todo, de esta experiencia inolvidable le queda “la satisfacción de haber contaminado tantas almas con palabras puras e intenciones chamánicas (...) Entre la dicotomía entre vivir y existir, donde vivir es una esclavitud y existir la plenitud, Cerdos & Peces buscó, a través de sus notas, ser esa pulsión que te acerque a una verdadera existencia”. Nada más. Simplemente, gracias Enrique por tanto fuego, por intentar sacarnos de ese nido de mentiras en el que se basa nuestra propia identidad -como individuos y sociedad-, gracias por intentar acercarnos al éxtasis. En estas páginas viven aún algunas de esas claves...
(Cerdos & Peces, lo mejor. Antología seleccionada por Juan Mendoza, publicada por editorial El Cuenco de Plata, 2011)
Emiliano Acevedo
Gracias por el comentario!
ResponderEliminarGracias por publicar esto. En aquel tiempo compraba la revista.. T7ve varias y que tras prestarlas... Las dui perdiendo una a una.. Y aún lo lamento.. Gracias por el aporte...
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