Sin dudas, Even in the Quietest Moments (editado en abril de 1977) fue uno de los álbumes más
inspirados y complejos realizados por Supertramp en toda su historia. Para desentrañar el proceso de grabación de esta
obra, es necesario retroceder hasta su comienzo. Ya que, buscando un nuevo sonido,
el grupo se dirigió a los famosos estudios Caribou Ranch de Colorado, Estados
Unidos. Este también fue el primer trabajo de Supertramp en el que participó el
ingeniero Peter Henderson, quien
trabajó con el grupo durante sus tres siguientes discos.
Por supuesto, esta grabación fue una experiencia totalmente
nueva para la banda, luego de editar los exitosos Crime of the Century (1974) y Crisis?,
What Crisis? (1975). Sin embargo no a todos les gustaba demasiado la idea
de vivir en cabañas durante el frío invierno, mientras registraban el álbum.
Como recordaba uno de sus líderes, el vocalista, tecladista y guitarrista Roger
Hodgson: “Me gusta comparar la experiencia de hacer discos con la de tener un
bebé. Porque en ambas experiencias uno pasa por determinados procesos que
terminan siendo bastante similares, vinculados a la concepción, la dificultad,
el dolor y la entrega… Además, tú no sabes cómo va a ser el bebé hasta que éste
sale a la luz. En el caso de Quietest Moments el proceso fue difícil. Tuvimos que pasar mucho tiempo en Caribou; dos
o tres meses. Y a todos nos agarró la llamada Fiebre de las Cabañas. Incluso yo, que amo el campo y las
montañas, estuve cerca de volverme loco. Sin dudas, este fue uno más de tantos desafíos
a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra carrera como grupo.”
El baterista Bob Siebenberg recuerda que los integrantes de Supertramp experimentaron un montón de
cosas para obtener sonidos innovadores: “Aun
me parece ver a Roger parado en el ascensor de Caribou. Estaba allí para captar
una resonancia perfecta de su guitarra acústica en “Give a Little Bit”. Me
acuerdo que estaban poniendo los micrófonos y los cables y entonces cerraron
las puertas. La cinta empezó a girar, Roger tocó y yo hice mi parte escuchándolo
en mis auriculares mientras tocábamos juntos.”
Otras de las anécdotas de Bob se relaciona con la
falta de oxígeno del lugar: “El aire es
muy liviano en Caribou, por eso tienen tanques de oxígeno por todas partes. Recuerdo
haber visto a Roger una vez cantando acostado boca arriba. Entremedio de las
tomas de esa grabación, él tuvo que
tomar una buena cantidad de aire tan solo para poder continuar.”
Quizás debido a estas complicaciones de la locación
de grabación (que también inspiraron la aparentemente nevada y calma tapa con el piano "roto"...), los músicos luego se fueron a terminar las sobregrabaciones y mezclas del
disco al Record Plant de Los Angeles. Allí, “en
un sesión”, como cuenta el saxofonista John Helliwell, “trajeron una de las mejores
orquestas disponibles para grabar en “Fool´s Overture”. Y los músicos de la
orquesta se sorprendieron mucho cuando les dijimos que solo queríamos grabarlos
mientras afinaban los instrumentos. También llevamos a todos nuestros amigos a
cantar en los coros de “From Now On” y ellos no podían cantar ni una nota”. Fue
una situación embarazosa. El bajista Dougie Thomson se acuerda muy bien de este momento
anecdótico: “Esa fue una de las pocas
veces en que vi a John volverse loco. En un momento él se dio vuelta y me dijo:
“¿por qué estos bastardos no pueden cantar afinados?”
Como obra terminada, Even in the Quietest Moments, conformará el punto intermedio entre
la labor británica de Supertramp y su espaldarazo
definitivo hacia el mercado discográfico norteamericano, algo que conseguirían
con el éxito masivo de Breakfast in America (1979) y (el
álbum en vivo) Paris (1980); antes de que Hodgson y el tecladista
y vocalista Rick Davies, sus dos líderes creativos, se empezaran a tirar los
platos por la cabeza, en una de las batallas de egos más grandes que se hayan
visto en el rock, desde la de Lennon y McCartney.
Pero, antes de que ocurriera eso, el tándem Hodgson-Davies
tendría tiempo de dar forma al extraordinario repertorio incluido aquí en este
álbum de 1977, sin dudas uno de los momentos más progresivos del grupo.
Repasémoslo:
Even in the Quietest Moments arrancaba con el melódico “Give a Little Bit”, un gran clásico de la
banda, con su sabor acústico, en donde Hodgson se luce con una performance
perfecta. Sin dudas, era la canción ideal para empezar este álbum. “Lover Boy”,
por el contrario, era un tema irónico, pero muy querible; una grandísima performance
de Davies, quien nos regala una creación con fuerza, humor y calidad. A propósito,
Rick comentó: “Me inspiré en anuncios de revistas de hombres que te decían cómo
conquistar a las mujeres. Si no te has acostado con al menos cinco mujeres en
dos semanas, te podemos devolver tu dinero”.
“Even in the Quietest Moments” era otra soberbia
creación de Hodgson, quien parecía estar batiéndose en un auténtico
duelo creativo con Davies, en un "face to face"
impresionante, en el que -cada uno por su lado- creaban una canción mejor que
otra. La mayor parte de esta canción fue escrita durante una prueba de sonido
para un concierto en Copenhague. Davies y Hodgson trabajaron las distintas partes
de la canción con Hodgson sentado en un sintetizador
Oberheim y con Davies tocando la batería. Sin dudas, esta canción es un ejemplo paradigmático de la siempre curiosa
y heterodoxa relación creativa de estos
dos compositores, centrales en la trayectoria de Supertramp, porque aunque
casi nunca compusieron juntos, no se dejaban de tirar ideas y arreglos,
mutuamente. A propósito de este tema, Davies comentó sobre la música del tema: “Comienza con una melodía muy estándar y luego entalla en una especie
de progresión de un solo acorde o quizás deberíamos llamarlo una digresión. Es
algo donde hay cientos de sonidos que entran y salen, una especie de collage”.
Sobre la letra, Hodgson aseguró: “Es una especie de canción de amor dual.
Podía ser para una mujer o para Dios”.
Pero, aún faltaba lo mejor... Por ejemplo, “Downstream”, una hermosísima canción, plena de melancolía, que hablaba de los primeros tiempos de enamoramiento de dos personas que están empezando una relación, y tienen un poco de miedo, pero también mucha esperanza; Davies la cantaba solo en el piano, en una única toma que crea el perfecto clima que la historia de su canción reclamaba. Siebenberg describió la canción como su favorita en el álbum “porque es muy personal y muy pura”.
En “Babaji” -otro gran tema de la dupla- el ritmo y
la música empiezan lentos y toman ritmo al final. Sin embargo, nada es
comparable a la extraordinaria complejidad musical desarrollada en la parte
final del disco; primero con “From Now On”, en donde -como si no fuera
suficiente con lo ya producido a lo largo del disco- Supertramp nos
entrega otra canción impresionante que contiene una letra no recomendable para
aquellas almas sensibles que se deprimen en los atardeceres dominicales –ante
la inminencia del lunes y las obligaciones laborales-; aquí, el solo de saxo de
Halliwell es inolvidable. En este punto hay que señalar que este el
único trabajo de Supertramp en el que ninguna canción contó con un piano eléctrico Wurlitzer, instrumento
característico de los discos anteriores. No obstante, la canción “From Now On”
incluyó un Fender Rhodes en la sección intermedia.
Y así llegamos al final con tutti con “Fool's Overture” (que arranca con la grabación de un discurso de Winston Churchill), tema que tuvo como título provisional “The
String Machine Epic”, y que según John
Helliwell, “surgió principalmente de unas pocas melodías en las
que Roger había trabajado con la máquina de cuerdas que usábamos en el
escenario”. Esta canción larguísima seguramente es, junto con “School", uno
de las más progresivos que haya grabado Supertramp en toda su historia; además
de contener elementos musicales que lo convierten casi en una mini suite; y la
mejor forma de cerrar un disco superlativo.
E. A.
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