Tener
la oportunidad de entablar una charla con tipos como Fernando Blanco son
experiencias que uno atesora especialmente. Respetuoso de nuestro laburo y, por
propia virtud, llegó a la cita con una puntualidad inglesa. Se puso cómodo,
pidió un café y apoyó el libro que estaba leyendo, Los Beatles como músicos, de Walter
Everett, en la mesa. Parece que para este músico, escritor, y maestro especialista
en la carrera de los Beatles, en
grupo y solistas, siempre hay algo más que saber sobre los fab four. Justamente, rompimos el hielo preguntando por su reciente
experiencia como coordinador y conductor de un encuentro interactivo, el pasado
11 de abril, que tuvo como protagonista a Geoff
Emerick, el legendario ingeniero de sonido de la banda de Liverpool. En esa
oportunidad, Blanco no solo entrevistó a Emerick sino que, también, tocó
los
temas a los éste iba haciendo referencia con su reconocida banda tributo a los
Beatles, Nube 9.
A
pesar de los cientos de entrevistas que le hicieron durante sus tres décadas de
carrera, Blanco sigue siendo uno de los músicos más interesantes y entusiastas a
la hora de un intercambio cara a cara.
Después
de su partida de Los Súper Ratones, el peso de dirigir su carrera recayó sobre sus
espaldas. Y este hecho parece no haberlo sobresaltado demasiado ya que su
inquietud creativa le permitió hacer frente a la tormenta. Se consagró como
solista, intérprete beatle itinerante en Nube 9, autor de dos libros junto al
periodista Sergio Marchi, y desde el
año pasado, bajo su idea y conducción, realiza el programa radial Ruido Blanco, los domingos, de 17 a 19,
por FM Nacional Rock 93.7.
Les
presentamos así una gran charla que no se ajustó a rígidos esquemas sino que
fluyó en el diálogo musical con un apasionado cuyos sólidos y profundos
conocimientos en el tema y su generosidad, incluso nos regalan una profunda
mirada sobre nuestro tiempo.
ENTREVISTA: ¿Cómo pensaste y
compusiste este nuevo disco?
En
cuanto a las letras, son más autorreferenciales, más sentidas. Creo que
reflejan momentos muy especiales que me han tocado vivir en los últimos
tiempos. Siempre un disco es un reflejo de lo que vivís, pero acá me parece que
puse más el corazón sobre la mesa. Canciones como “A la deriva” o “Al borde del
abismo” tienen que ver con momentos duros que he vivido; y otros temas como
“Voy a despegar”, pueden llegar a contar alguna sensación interna mía. Tal vez,
elegí Luces y sombras como título del
álbum, porque refleja esos aspectos que tenemos todos, ¿no? Hay momentos
vividos que son para el olvido (o para el aprendizaje) y momentos de luz, en
donde uno puede cristalizar lo que sueña. Por eso, la letra del tema “Luces y
sombras” habla de eso, asumir esa dualidad nuestra y mostrarla, porque todos
somos luz y sombra.
Esos
momentos duros que nombrás, ¿tienen que ver más con lo profesional o con lo
personal?
Lo
profesional es difícil, pero amo lo que hago, y siempre fui para adelante sin
dudar. He tenido que atravesar momentos más duros, como hace muchos años,
cuando tuve que atender un quiosco de revistas… Después del éxito de Súper Ratones, tuve momentos muy
difíciles. Pero no me quejo de eso. En realidad, creo que las letras se
refieren a lo duro que fue la separación de una banda que había sido el sueño
de mi vida, que yo había creado, y que, a la manera de Frankenstein, la vieja y excelente novela de Mary Shelley: fue un monstruo que se volvió contra mí. Quiso
destruirme, pero no lo logró, afortunadamente. También las letras tienen que
ver con otras cosas que he debido atravesar, como una separación de pareja, la
muerte de mi madre… fueron todas cosas duras. Así que: “Bienvenido a la vida.
Bienvenido a las luces y sombras.”
Tu
tema “Monstruos” habla un poco de eso, justamente. ¿De dónde sale esa paranoia?
Porque es un tema que te deja pensando…
¡Ja!
(se sorprende)...y… tengo varios años de terapia. Creo que a veces uno se
vuelve loco con ciertas cosas y se crea sus propios monstruos. Y si nos vamos a
terrenos más psicoanalíticos, creé a los Súper Ratones como el doctor Frankenstein a su criatura. Creé un monstruo
que después se volvió contra mí.
¿Ahí
está el núcleo del tema?
Es
que la novela de Frankenstein, que a mí me parece la obra literaria más grande
que se haya escrito, tiene dos o tres lecturas posibles. El título del libro es
Frankenstein o el Prometeo moderno.
Fijate que Prometeo en la mitología es una criatura que le robó el fuego a los
dioses, es decir, la sabiduría. Entonces el doctor al crear vida lo que está
haciendo le está robando el fuego a los dioses y el monstruo que creó, luego,
se le vuelve en contra y quiere matarlo. Que es como querer matar al padre,
también. Tiene varias lecturas. Y bueno, uno a veces se crea sus propios
monstruos porque si uno analiza, los peores enemigos, a veces, son aquellos que
eran tus amigos en algún momento. Y yo debo hacer algo mal porque me pasa
seguido. Esa canción fue una especie de catarsis.
A
pesar del tiempo transcurrido ¿Sigue latente el dolor por tu separación de los
Súper Ratones?
Pasaron
más de diez años, pero es un dolor que me queda de por vida, porque fue mi
sueño. Una banda en la que todos los integrantes se conocieron por mí, que yo
inventé, yo le puse el nombre y le di la identidad. Y que cuando pensé que
había llegado el momento de terminarla y dejarla dormir, para después –llegado
el caso- poder resucitarla; sin embargo, nadie me hizo caso, todos se volvieron
en contra mío y la pasé muy duró. En ese punto, mis opciones eran detenerme a
pelear o seguir avanzando con lo mío; y me animé a seguir adelante. Ahora,
después de diez años, acá estoy; con cuatro discos solistas editados, dos libros
publicados y otro en preparación, con infinidad de shows dados con Nube 9, con
cursos y viajes. Entonces, creo que elegí bien. Las dos cosas no hubiera podido
hacerlas a la par.
¿Cómo
te pegó la muerte de Person (José Luis Properzi)?
Hacía
mucho que no lo veía. Yo me enojé con él cuando me fui de la banda. Incluso,
antes de irme, ya estábamos un poco peleados. Creo que se equivocó en algunas
cosas, pero no importa… El caso es que estábamos distanciados, y cuando me
enteré de su enfermedad, decidí escribirle. Por suerte me contestó, y tuvimos
una despedida conciliatoria, muy amable, que a mí me hizo muy bien. Pude hacer
el duelo. Así que, cuando me enteré de su muerte, ya había hecho el duelo, ya
había tenido mí despedida de él; y aunque me dolió, no me tomó por sorpresa. (Se
emociona) Y te podría decir que me da mucha pena y que lo extraño porque creo
que los Súper Ratones era nuestra banda. La armamos él y yo, componíamos los
temas, cantábamos… Fui el primero en creer en su talento. Lo elegí como socio y
le enseñé los rudimentos para que él empezara a componer y a tocar; y él
desarrolló un talento al que yo le guardo mucho respeto y admiración.
¿Ustedes
se conocían de chicos?
No.
Nos conocimos porque yo estaba buscando alguien para formar una banda y un
amigo en común me lo recomendó. Me dijo que había un flaco que cantaba como los
dioses, ese era Person. Cuando me lo
presentaron, le dije que, en realidad, necesitaba un batero: “Bueno, me compro una batería…”, me
respondió; y al primer ensayo, tocó mejor que los cinco bateristas que yo había
tenido o probado antes. Me acuerdo que hizo “Hound Dog”, el clásico de Elvis, y me quedé mudo de lo bien que
lo tocó; así que ahí arrancamos a tocar juntos.
¿De
dónde crees que surge el rock machacante de tu nuevo disco?
Mirá,
el 90 por ciento de la música que escucho es de las décadas del 50, 60 y 70; o
sea, rock clásico. Pero, cada tanto, me gusta incluir algo del rock que hay
hoy. Lo que pasa es que no creo que haya mucho, siento que el rock está
agotado. De cualquier forma, soy de tomar algunos elementos del sonido actual.
Porque me gustaría, y quiero, sonar moderno, actual; pero con las bases del
rock clásico que a mí me gustan. Porque, cada tanto, aparecen nuevos valores
que redimensionan el rock. Como en los noventa, cuando apareció Lenny Kravitz, o más tarde el Brit Pop; así como en los últimos años Jack White…
En
una entrevista que te hice hace un tiempo, también me hablaste muy bien de
Muse…
Claro,
me gustan. Ellos traen de vuelta al rock elementos teatrales como los que tenía
Queen. Por eso, como te decía,
cuando veo a estos nuevos valores, me inspiran también en lo mío. Trato de
buscar esa ecuación: la emoción –o la inspiración- del rock clásico más el
sonido moderno. Eso es lo que intento. Es mi objetivo, por eso, cuando escuchas
un tema mío como “Luces y sombras”, no suena a un rockito del sesenta, suena
más actual; pero si te a ver los acordes, los riff, la forma, también
respondería al rock de garaje de los sesenta.
También
te inspiró un poco la Electric Light Orquestra en este nuevo álbum, ¿no?
Claro.
En este último disco tuve dos influencias muy fuertes, para la parte de sonido
y composición: Jeff Lynne, de la
ELO; y Tom Petty. Jeff Lynne es un
tipo talentosísimo, cuya carrera en el grupo y como solista me vuelve loco; y
de Petty vas a encontrar referencias a su forma de tocar la guitarra acústica,
a ese sonido tan característico. Volvemos al tema del rock clásico.
Además
son dos tipos que trabajaron juntos, y aparte, con otro grande que te gusta
mucho como George Harrison…
Claro,
por eso, en el caso de Petty, es como una variante de abrir un poco el juego
para seguir ahí metido en el sonido y los grupos que a mí me gustan.
¿Cómo
fue la producción del álbum?
Me
gustaría mucho trabajar con un productor, pero en este caso no pude. Lo produje
yo. Tengo la suerte y la ventaja de contar con una banda de muy buen nivel, que
es Nube 9. Entonces puedo darme el gusto de trabajar como a mí me gusta, como
trabajaban las viejas bandas clásicas, que es ir al estudio con la canción y
tratar de armarla ahí. Tengo la suficiente confianza en la banda como para ir
al estudio, prácticamente, sin ensayo, y darle forma a la canción en toma a
toma. Mientras los técnicos preparan los micrófonos y demás, yo les paso los
acordes a los chicos, la partes, y, paulatinamente, vamos armando la canción.
Un laburo similar al que hacían los Beatles o Elvis con su grupo, cuando
estaban en el estudio. Por otro lado, también intenté ir grabando dos o tres
canciones por día; como se hacía en aquella época. Entonces, cada canción va
teniendo una identidad mayor a la que se tiene con la forma de grabar actual,
que es muy buena económicamente pero que artísticamente te disminuye, que es
hacer todas las bases primero, grabar toda la postproducción luego, cantar todo
después, y al final mezclar todo junto. A mí me parece que eso le quita
espontaneidad y gracia al disco terminado. A mí me gusta hacerlo canción a
canción, y en este disco me di el gusto y creo que eso resultó bien.
¿Fue
un brote compositivo o son canciones que juntaste a lo largo de los años?
Estuve
demeando. Siempre me siento en la compu a demear. Estoy como mecanizado, tengo
un período en el que con un iPod grabo, selecciono, bajo las ideas y hago los
demos. Después elijo las canciones, a veces lo consulto con alguno de los
chicos de la banda. Y de ahí surgen los temas que voy grabando. Aunque queda
una gran cantidad de temas afuera.
Cuando
Cerati estaba grabando Fuerza
Natural, ¿puede ser que le hayas prestado
un bajo? ¿Podés contarnos un poco la anécdota?
Mirá,
yo a Gustavo lo conocía de cruzarnos varias veces. Por ejemplo en un viaje a
Paraguay. Habíamos ido a ver la presentación de Dynamo (el disco de Soda Stereo).
Había estado charlando varias veces. Una vuelta hicimos unos coros para Leo García. Siempre tuve un buen
entendimiento con Gustavo. Un día me llama Uriel, uno de sus técnicos, y me
dice: “Che, Gustavo tiene un tema súper Beatle
y quiere grabarlo con un Hofner original y yo le dije que vos tenés uno. ¿Te
copás?” Y yo le dije: “¡Por supuesto!!”.
Entonces se lo llevé. Imaginate que ver una sesión de grabación de Cerati era un lujo. Bueno, le dio el
bajo a su bajista pero se copó tanto con el instrumento que al final grabó él.
Yo pensaba “Dejame que te lo toco yo” (risas) pero me mordí los labios. Gustavo
estaba entusiasmadísimo. Noté que era un tipo que no era un músico virtuoso sino
un talentoso. ¿Se entiende la diferencia? O sea era un músico creativo. Empezó
a probar todo, y a mí eso me parece más valioso que un tipo que hace todo
prolijito. Si no que buscaba, que laburaba con el sonido. Después nos quedamos
charlando, me tiró un par de tips para grabar. Fue muy gracioso porque me dijo
que los bajos los estaba grabando con un parlante. Entonces, le pregunté si eso
lo había leído en el libro de Geoff
Emerick y me dijo que sí. Me preguntó sobre Nube 9, mi banda, quería saber qué significaba el nombre. Y le dije
que expliqué que era un estado de meditación y le resultó súper interesante.
Incluso, lo anotó en un cuaderno suyo de notas. Y después en el tema “#”,
termina diciendo “Nube 9 / Diez conviene /
Once, yo doce, vos trece… Paré de contar”. Así que tengo el privilegio de
tener una banda que fue nombrada por un tipo talentoso como Cerati en su último
disco.
Justamente,
ese disco tiene una variedad de colores de guitarras en cada tema…
Sí,
por eso. A lo que voy es que la gente tiene la idea de que el tipo fue una
especie de arquitecto frío y yo vi un tipo muy obsesivo, muy meticuloso pero
también un talento, no un tibio o frío sino alguien que se entregaba a la
música.
¿Cómo
surge tu proyecto de escribir libros en coautoría con Sergio Marchi?
Mirá,
la vida me ha llevado a convertirme en una especie de multimedia (risas) no sé
bien por qué pero tuve que reinventarme. Pensá que abandoné un proyecto propio
de más de 20 años. Mi único potencial es mi deseo, mi energía para hacer cosas.
Y mi amistad con Sergio Marchi
ocasionó que me comentara que estaba planeando un libro sobre la separación de
los Beatles y como siempre hablamos de Beatles solistas, le dije “¿por qué no armamos algo recorriendo los
discos?” Y una editorial lo aprobó, y ahí arrancó una carrera de una
especie de periodista de investigación junto a un tipo que ya tiene un nombre
como Sergio. Así que considero un privilegio haber hecho dos libros con él y un
tercero a punto de editarse.
¿Qué
aporte hacés en esos libros?
Como
siempre planeamos centrarnos en la música de los Beatles en grupo o solistas y como soy un obsesivo de lo musical de
esta banda y sus integrantes, generalmente, le doy a Sergio una especie de
bodoque, escrito de una manera muy tosca, con mucha información, desde una
óptica musical, y él revisa todo lo que yo le mando y lo escribe desde su
óptica de periodista y buen escritor. Somos un buen complemento.
¿Y
tu proyecto radial?
Bueno,
la radio surgió muy de causalidad. Bobby
Flores me conoce desde hace años y como Nacional
Rock tiene una programación hecha por músicos, supongo, que por la labia
que tengo y el conocimiento me convocó, nos juntamos y ahí le planteé que yo
tenía mucho conocimiento pero de rock anglosajón. Entonces, me dijo que estaba
bien pero que armara un programa que contenga algo de rock nacional también. Y le
propuse hacer un programa donde, sobre la base de una canción de los Beatles, podamos
rastrear todo lo referido a ella incluido el terreno del rock local. Entonces
se plantea qué canciones son similares, qué temas influenció, etcétera. Es
decir, conectar esa canción de los Beatles con otras, incluidos temas de rock nacional.
Y se convirtió en un programa atractivo. Tengo entendido, que es el que más
mide los fines de semana. Estoy súper contento. Incluso este año me ofrecieron
extenderlo a dos horas así que la segunda hora planeé el especial de una banda
en particular.
Y
en los seminarios, una faceta más pedagógica, ¿qué temas desarrollás?
Yo
los llamo “curso” más que seminario. Tomé una idea de Alejandro Dolina que dice “Cuanto
más sabés de algo, más lo disfrutás”. Es decir, el saber te proporciona más
y mejores placeres. Entonces, por qué no compartir todo lo que he leído, todo
lo que sé y lo que he vivido, porque ya fui más de nueve veces a tocar a
Liverpool, estuve en Estados Unidos, he grabado y tocado con personas que han
tenido que ver con la historia. Y con un amigo, Marcelo Nusenovich, que se encarga de toda la parte técnica y
administrativa, armamos este curso que se llama Experiencia Beatle en que hacemos encuentros sobre cada disco de
los Beatles, en orden cronológico, y desarrollamos todo lo que tenga que ver
con ese material: contexto social, data, momento del grupo, cuestiones técnica
de composición, grabación, y después un análisis canción por canción. Y como
broche, termino tocando un par de temas en vivo. Este año es la tercera vez que
lo dictamos. También hice un par más sobre Beatles solistas, uno de Queen que hice el año pasado. Son
cursos en profundidad, te tiene que gustar mucho el tema y, realmente, la gente
lo agradece. El año pasado surgió una cosa increíble: como viajábamos a
Liverpool con Nube 9, le propusimos a los participantes que quisieran que
viajen con nosotros y se engancharon más de 30 alumnos. Hicimos varias visitas
por sitios en Liverpool, entramos a Strawberry
Fields, en donde no entra nadie. Y como grabamos en Abbey Road algunas
canciones de Nube 9 para un futuro disco, los alumnos entraron con nosotros, y grabaron
los coros en un tema. Así que fue el viaje de egresados perfecto (risas).
¿Hay
un proyecto de disco, entonces?
Sí,
este año la idea es grabar un disco de Nube 9 con canciones propias.
¿En
castellano?
Sí.
Lo que pasa es que Nube es una banda de covers
pero es una muy buena banda, con muy buenos músicos. Todos componemos, casi todos
hemos hecho discos solistas. Entonces, digo, por qué no arriesgarse. Es como un
proceso a la inversa, hicimos discos solistas y ahora en banda.
Yo
considero que tu canción “A la Deriva”, es como contar un bajón pero a la
manera beatle, letras tristes para melodías alegres. ¿Coincidís?
Sí,
es un gran ejemplo, porque es algo que los Beatles
solían así. También los Kinks, ahí
diste en el clavo, porque Ray Davies
es uno de mis grandes ídolos. Y este tema tiene algo de eso, tomarte la
tristeza un poco en broma. Lo mismo que hacían los Beatles en “Help!”, la gran
emblemática, música comercial y alegre pero, como decía Lennon: “Nadie se daba cuenta
pero yo estaba pidiendo ayuda”.
¿En
“No aprendimos nada”, tomaste la realidad sociopolítica argentina como
inspiración?
Sí,
debo decirte que así fue. Es una canción que da cuenta de mi visión social.
Creo que ya había hecho un ejercicio similar cuando compuse “La Autopista del
Sur”, en ¡Urgente! (2003), el disco
de Súper Ratones. Curiosamente, en esa canción estaba siendo pesimista en un
momento bueno que era bastante esperanzado, cuando recién había asumido Néstor
(Kirchner); pero yo aparecía diciendo que “cuando
todo comiencen a avanzar, nadie va a recordar a nadie en La Autopista del Sur”,
haciendo una analogía social, a partir del famoso cuento de Cortázar. Ese tema fue cortina de (el
programa periodístico de TN) A dos voces.
Me acuerdo que una periodista me criticó y dijo que no le gustaba esa canción
porque era “muy pesimista”. Y después, con el paso del tiempo, me di cuenta de
que tenía razón en ser algo pesimista. Es lo mismo siempre, todos arrancamos y
al rato nos olvidamos de los demás. Y “No aprendimos nada” es una relectura de
eso, pero más pesimista aún. Porque para gente que está en sus cuarenta, que
tiene la edad que tenemos nosotros, ya ha visto pegar dos o tres vueltas al
país en lo económico y político social. Y eso es algo que te entristece. En un
momento la canción dice: “Hay caras que
pensé que nunca más iba a volver a ver…” Decime si no te pasa, que decís
“¿este tipo otra vez acá?” Te desilusionás, lamentablemente. El tema tendría
que haberse llamado “No aprendimos un carajo” (risas).
“El
Karma de vivir al sur”, como diría Charly.
Claro,
pero Charly siempre fue más poético (risas). Y bueno, fue eso y lo invité a Vitico a tocar el bajo que fue una
interesante experiencia porque le dio el toque de base bien duro que también me
encanta.
En
el caso de “Tratando de llegar a vos” considero que suena a Harrison…
Sí.
La verdad que adoro cuando Harrison
se mezcla con Jeff Lynne. Me parece
una de las combinaciones más lindas que dio el mundo de la música. En los 80
George venía sacando unos discos que no tuvieron mucho suceso y estaba
prácticamente retirado y cuando aparece Jeff, un beatlemaníaco total, revive lo
mejor de Harrison. Así que si pude captar un poquito de esa unión y si mi tema te
sonó a Harrison, soy feliz.
¿Cómo
va el proyecto del futuro disco de Nube 9?
Bueno,
grabamos seis canciones en Abbey Road, nos falta terminarlas y grabar algunas
canciones más.
¿Cómo
está ese legendario lugar, hoy?
Grabamos
en el estudio. Está todo, aunque el equipamiento ahora es moderno, la sala está
igual, con los pianos que usaban los Beatles. Es el lugar donde se hizo la obra
musical más importante del siglo XX. La verdad que fue unos de los mejores
momentos de mi vida. Fue como tocar el cielo con las manos.
¿Qué
canción de otro músico te hubiese gustado componer?
Oops!...
(piensa) Te podría decir “Help!”. Esa es la canción perfecta para mí. Tiene una
letra profunda, una melodía increíble. Con pocas notas pero con cambios de
acordes bien al estilo Lennon, tiene buen ritmo, buena interpretación, buenos
arreglos, coros. También, me hubiera gustado componer algo como “Rapsodia
Bohemia” o como “Mister Blue Sky”, o “Good Vibrations”, de los Beach Boys, que
es otra obra maestra.
Bueno,
los Beach Boys es otro de tus referentes...
Sí,
sí. Brian Wilson me sigue pareciendo
un genio. El rock ha tenido la suerte de contar con un puñado de tipos
indispensables.
Lo
loco es que varios de ellos trabajaron al mismo tiempo…
Sí,
fue un momento de la historia donde surgieron una serie de tipos con un talento
increíble.
¿Un
momento irrepetible para vos?
Sí,
van a pasar muchos años hasta que haya otra vez una revolución y un movimiento igual
de importante. Porque todo eso se dio en un momento muy particular de la
historia que tuvo que ver un poco con el talento de 10 tipos indispensables
pero también tuvo con un contexto en el que los medios de comunicación estaban
adolescentes, la humanidad estaba adolescente. Un momento muy humanista, donde
había sueños y ebullición artística. Hoy estamos en otro período más escéptico,
aburrido, más tecnológico e individualista. Tal vez la creatividad está en
otros lados. Por ejemplo, en el diseño de productos, en el dibujo, en la
arquitectura. La música tuvo un pico muy alto y fue parte de un cambio social.
En la década del 60 o 70, escuchar música era un evento. Uno se sentaba delante
de un disco y había que cuidar ese evento y además lo que escuchabas te daba
identidad. Con el avance de la tecnología, la música se ha convertido en un
accesorio. Hoy, te ponés auriculares inalámbricos, elegís la música desde un
celular y casi no implica un gasto económico.
Y ¿qué
sentís cuando tu disco es escuchado en Spotify?
Y,
para mí, es menos palpable. Me gusta cuando compran mi disco o lo regalo y me
cuentan cómo fue escucharlo. Lo otro me cuesta verlo pero es un tema generacional.
Aunque escucho música en Spotify para
mí no tiene el mismo valor. No me conecto tanto, no tengo la responsabilidad
que conlleva cuidar algo físico. Es como hacer el amor con un holograma. No es
lo mismo. Me parece que la música perdió valor en la sociedad. Yo creo que, por
ejemplo St. Pepper´s, le cambió la
vida a la gente, la forma de pensar, la forma de percibir.
Teniendo
estas vivencias de otro mundo pero siendo músico ¿cómo se hace para no ser
apocalíptico y pensar que el rock ya dio todo lo que podía dar?
(Respira
hondo y piensa) Y, por algo la mayor parte de mi actividad tiene que ver con un
período de la historia del rock.
Pero
hacés canciones nuevas…
Sí,
hago canciones nuevas pero me cuesta mucho. Trato de llevar mi carrera solista pero
no lo hago con la misma intensidad que con Nube 9. Me cuesta no ser
apocalíptico. Creo que el gran momento del rock ya pasó, lamentablemente. El
rock ha sido un movimiento enorme porque fue como una esponja, se nutrió de
todo. Fue un movimiento menos cerrado y prejuicioso que otros. Pero la verdad, es
que si uno le presta atención a lo que se está escuchando hoy como música
hegemónica, encontrás poco rock. De hecho, Argentina es uno de los países más
rockeros que quedan. En Inglaterra, el año pasado, fuimos a un pub a tomar algo
y sonaba “Despacito”. Incluso, el pop contemporáneo poco tiene que ver con el
pop rock de otras épocas. Tal vez, se puede hacer un análisis más profundo: Hoy
vivimos a mayor velocidad, es una forma más individualista, la mayoría de
nosotros accedemos y nos ahogamos a nosotros mismos con nuestros equipamientos
y ya no hay magia. Recuerdo que cuando empezamos con los Súper Ratones, el
dueño de un local de pulóveres nos había contratado para tocar en vivo en la
vidriera como una forma de publicitar el negocio. El lugar se llenaba de gente
y se volvían locos al ver un grupo tocando, al ver los instrumentos. Hoy si hay
una banda tocando en la esquina, la gente pasa con cara de “uy, qué molestos”.
Evidentemente, eso se volvió vulgar. Cualquiera puede hacer cualquier cosa. Hoy
podés aprender a tocar la guitarra en Internet. Pero bueno, los tiempos
cambian, cada generación va buscando diferenciarse de la anterior. En un
momento, parecía que la música electrónica iba a ser “lo nuevo” pero la verdad,
es que en ninguna manifestación artística hubo la magia que se dio en el
momento de surgimiento y apogeo de los Beatles,
los Rolling Stones, Brian Wilson, Ray
Davies, Pete Townshend, Bob Dylan. Los indispensables.
Entrevistó:
Emiliano Acevedo
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