A pesar de que este periodo pudo parecer traumático, la vocación cancionera de Lennon no se vio afectada, ya que estaba en un período súper activo, grabando discos como Mind Games (1973), componiendo temas para Ringo Starr o Johnny Winter y hasta produciendo un disco (Pussycats, 1974) para su amigo Harry Nilsson. Sin embargo, la desbocada vida pública de Lennon era un desastre, con su reputación dañada luego de escándalos varios en locales nocturnos californianos, y por soportar el acoso del FBI, quienes –siguiendo directivas del gobierno de Richard Nixon- querían deportar a Lennon de los Estados Unidos, por considerarlo una personalidad “subversiva”. Por si fuera poco, John también debía afrontar una serie de problemas judiciales propiciados por el editor Morris Levy, titular de la firma Big Seven Music -dueña de un extenso catálogo de composiciones de los pioneros del rock-, quien lo acusaba de que su “Come Together” era un plagio de “You Can´t Match Me”, una composición original de Chuck Berry perteneciente a aquel catálogo. Y como si esto fuera poco, su inmanejable productor Phil Spector había huido con las cintas de Rock n Roll, el disco de versiones de viejos clásicos del género que estaba grabando junto a Lennon, atrincherándose en su mansión de Beverly Hills, preso de sus delirios megalómanos, luego de una discusión exacerbada por los excesos y el diferente criterio musical de ambos. Por suerte, más tarde, Lennon ganaría el juicio que le habían hecho por incumplimiento de contrato -llevado a cabo por la compañía que lo acusaba de plagio- y también conseguiría que Spector le devolviera las grabaciones.
Fue esta racha súbita de buena suerte, luego de un período tan turbulento, el que lo impulsaría a grabar un nuevo álbum que diera cuenta de su buen momento. Un periodo venturoso que se vería reflejado en la edición de este Walls and Bridges, el disco más exitoso de John Lennon en años, luego de Imagine (1971); y que sería casi un regreso a la inspiración introspectiva de Plastic Ono Band, su magnífico álbum solista de 1970.
Y es que Walls and Bridges estaba repleto de canciones de plena inspiración confesional. Casi un desahogo luego de la tormenta, comenzaba con “Going Down in Love”, una hermosa canción que hablaba del devenir amoroso en las relaciones. Luego llegaba el magnífico "Whatever Gets You Thru the Night", en dueto junto a su amigo Elton John. Un tema que sería el primer (y único) hit Número Uno que tuvo Lennon en vida, ya que tanto “(Just Like) Starting Over” como “Imagine” lograrían esa repercusión popular en los rankings, como reacción inmediata luego de su asesinato en 1980.
Walls and Bridges continuaba con “Old Dirt Road”, una amarga canción, compuesta y cantada a dúo con Harry Nillson, y el rock "What You Got". Sin embargo, los mejores momentos en este disco se dan en cuando Lennon se mostraba más abierto y relajado emotivamente, en temas como "Steel and Glass" (éste, un desagravio público en contra de su ex manager Allen Klein) y el hermoso "No. 9 Dream". Otras canciones destacadas fueron la paranoica “Scared” y la magníficamente deprimente “Nobody Loves You (When You're Down and Out)”, momentos de plena confesión existencial, en los que John muestra lo mejor de su profunda estirpe cancionera. En lo que tiene que ver con sus amores, Walls and Bridges, también traía “Bless You”, dedicada a Yoko Ono y “Surprise, Surprise (Sweet Bird of Paradox)”, un tema que hablaba de su relación con May Pang.
Por eso, a pesar de algunos momentos musicales no muy elaborados, como el instrumental "Beef Jerky" o, especialmente, el inopinado final del disco –en un curioso duo con su hijo Julian, en batería- con la versión de "Ya Ya" (viejo rock del catalogo de Big Seven Music, interpretado -en vano- para intentar cumplir con las imposiciones judiciales de las que habíamos hablamos antes); este es un álbum muy recomendable, uno de los mejores de todo el repertorio del ex beatle.
Emiliano Acevedo
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