Un
verdadero embajador de nuestra música, Gabriel Delta es un artista con mayúscula.
Un artista inquieto, casi un antropólogo del blues, que se sumerge en lo más
profundo de esa música que se cuece en el Mississippi. Radicado hace más de una
década en Italia, este fino guitarrista y compositor, hace docencia y practica;
y en el medio va dejando obra para que la escuche su público gustoso. De todo
eso habló en este concierto interactivo que dio en la Escuela de Blues. Una
charla en la que dejó constancia de sus casi 30 años de trayectoria profesional,
sus devenires por la movida blusera local histórica de los 90 (con los Delta Blues), su paso por los
principales festivales internacionales del género, y de su esperado show en el Velma
Café, el próximo domingo 30 de octubre.
Aquí
está Gabriel Delta en primera
persona, entrevistado por Mariano Nievas
(conductor del programa El Jardín de los
Presentes, que sale al aire por FM Zoe 107.1, todos los jueves a las 21).
Agradecemos a Sandra Vázquez Producciones
por la invitación a este encuentro inolvidable.
ENTREVISTA>
¿Cómo
fueron tus inicios?
Empecé
escuchando un disco de B.B. King que
compré en una disquería de mi barrio. Me volvió loco, así que, rápidamente,
busqué a alguien que me enseñara a tocar de ese modo. Y llegué a Botafogo. Él me hizo conocer todo un
mundo de sonidos y de cosas vinculadas a esta música, el blues. Y de ahí no
salí más… Todo el tiempo tocando, estudiando, investigando…
Tal
cual, éramos todos músicos que arrancábamos a tocar: Los Delta, La Mississippi King Size, La Petrolera… Era un momento
bastante particular. Entrar al Samovar de Rasputín era una cosa increíble;
jueves, viernes, sábado y domingo, siempre lleno… Y venían todos a tocar, venia
Moris, Pajarito Zaguri, Pinchevsky,
el Negro
Alejandro Medina, Pappo… Es un momento que tengo muy presente en mi corazón
porque fue muy fuerte.
Claro,
también que el blues en Argentina haya dejado de ser un gueto aislado, ganando
masividad, tiene que ver con esta etapa de los años 90 que vos contás…
Los
90 fueron muy importantes. Aparte, del 92 en adelante fue una apertura al blues
internacional. Así, empezaron a venir todos, un montón de figuras como B.B. King, Albert King, Albert Collins,
James Cotton, Jimmy Rogers… Fue una cascada de gente que nos permitió estar
en contacto con el blues verdadero, ¿no? Por supuesto, eso fue muy positivo,
pero también tuvo una parte muy negativa, ya que destruyó, de algún modo, lo
que era el movimiento de blues local…
Justamente,
a partir del 2003, te vas a Europa, en donde comenzás la segunda etapa de tu
carrera. ¿Cómo te decidís a dar ese paso?
Sí,
me fui de una, sin que nadie me llamara. Me fui a probar suerte allá. No me
esperaba nadie, ninguno me llamó; así que, verdaderamente, fue un volver a
empezar. Con toda la experiencia de haber tocado acá, pero empezando de cero.
Por supuesto, había pasado por Chicago, había estado presentando un disco en el
Festival de Blues de ahí, y toda esa experiencia fue la que “metí en la valija”
al momento de irme a laburar a Europa. Y me fui a Italia, un lugar medio
extraño para ir, en donde no me podía agarrar ni de una lengua en común –como sería
el caso de España-; no sabía italiano, y en Italia era todo completamente
distinto, pero me animé y arranqué con esta nueva etapa…
Ya
que lo mencionás, y como estuviste hace muy poco, ¿cómo es la experiencia de
tocar en el Chicago
Blues Festival?
En
los últimos dos años estoy trabajando con una agencia de management que hace
tours de artistas, y ellos tienen una relación muy interesante con Fernando Jones, un músico de Chicago
que lleva adelante The Blues Kids
Foundation, una escuela de blues muy grande. Gracias a esta relación, se
abrió la posibilidad de tocar allí este año, durante los tres días del
Festival. Fue una experiencia maravillosa. Si bien ya había estado en Chicago
hace quince años, esta vez pude disfrutarlo mucho más, viviendo un montón de
cosas desde adentro…
Y
es que Chicago es la capital mundial del blues, sin ninguna duda…
Sigue
siendo el Festival más importante del blues. No nos olvidemos que, durante 60
años, Chicago fue el punto de llegada obligatorio de todos los bluesmen, y ahí fue donde nació todo lo
que conocemos: Chess Records, los
locales…
¿Cómo
es el panorama actual del blues a nivel mundial? ¿Existe el under también?
Sí,
hay mucho. Allá existe la European Blues Union,
una asociación que nuclea festivales, agencias, discográficas y los grupos. Ellos
crearon estas especies de Challenges,
un poco como lo hacen en Memphis, en donde se compite y demás. Hace seis años
que están funcionando, y cada año se hace en un país distinto. Ahí, en cada uno
de esos eventos, te podés encontrar con el panorama blusero europeo. Un
panorama bien fuerte, porque ellos tienen una tradición muy grande, después de
tantos años.
¿Y
estás al tanto de lo que pasa con la escena del blues en Argentina?
Sí,
estoy siempre en contacto con varios amigos, me escribo bastante seguido con
ellos. Soy muy curioso y siempre estoy al tanto de que discos salen y cómo les
va. A mí me gusta el éxito de los demás. Porque si los demás hacen, y pueden
hacerlo, quiere decir que vos también tenés más posibilidades de hacer lo tuyo.
Por eso es que nunca me presenté a estos Challenges
de blues de los que hablábamos antes, porque nunca consideré la vida musical como
una competición. Porque, aunque sea un meeting,
un encuentro fantástico con un montón de gente que está en la misma que vos, a
mí no me interesa competir contra nadie. La música no es un deporte, no me
interesa ganarle a un grupo ruso de blues. Si me hubiese interesado hacer algo
para ganarle a alguien, me hubiese dedicado al tenis, no a la música…
Como
viene. No tengo una disciplina al respecto. Hay momentos en que escribís un montón
y estás lleno de ideas y otros de vacío total. Entonces uno escucha, toca, se
divierte, aprende, estudia…
Y
al manejar tanto castellano como italiano, ¿Cómo te manejás con las letras?
En
italiano no compongo nada. Hay canciones que rinden mucho en castellano y otras
en inglés, y eso no es algo que me preocupe. En realidad, más allá de la lengua
que se utilice al componer, lo que prima es el concepto: la melodía, la armonía
y el ritmo. Entonces, si la línea melódica existe, la lengua no es importante.
¿Cómo
fue el proceso de grabación de tu último disco, Brothers?
Fue
una coproducción con Paolo Baltaro,
y él viene de un mundo completamente distinto al mío, viene del rock
progresivo, que tiene otra sonoridad, bien británica. Ya había grabado con él,
anteriormente, pero esta es la primera vez en que también se encarga de la producción
conmigo. Eso estuvo buenísimo, porque el disco quedó bien potente, y además me
hizo aprender a trabajar de un modo distinto. Antes, hacía las canciones, las trabajábamos
en la sala, entrabamos al estudio, prendíamos las máquinas y grabábamos; en
cambio ahora trabajé a su manera…
¿Son
distintos tus discos entre sí o crees que hay una continuidad?
No,
son distintos. Los discos son como fotografías, instantáneas de un momento
creativo determinado. Lógicamente, te lo podés permitir si no estás metido en la
parte comercial de la música, ¿no? Si hiciste un hit, o algún disco que funcionó,
eso después, seguramente, puede originar ciertas expectativas sobre tus futuros
trabajos. Por ejemplo, a Clapton en
todos los discos le piden un nuevo “Layla”… En esos casos debe ser más difícil,
supongo…
Y
hablando de eso, ¿los “Layla” se pueden construir con un método?
Mirá,
al respecto de eso que preguntás, tuve una experiencia muy linda ya que pude
conocer a Eddie Kramer, el histórico
técnico de grabación que trabajó con Jimi
Hendrix, Led Zeppelin, Carlos Santana, Eric Clapton… El tipo que está en la
consola, que graba a estos personajes. Kramer me contó que en esos discos no
hay nada improvisado, que todos esos tipos laburan las canciones. Después,
claro, cuando los ves en vivo suenan igual que en el disco, porque ya pensaron
todo el trabajo antes. No es que llegan al estudio, se fuman un faso, toman un
whisky, y ahí recién se ponen a grabar… No, no, eso es un mito, los tipos
realmente laburan sus canciones, laburan los solos y demás, y una vez que la canción
tiene su identidad la plasman. Así que hay que sentarse, hay que buscar. La composición
es muy importante, hay que buscar el modo en que la canción pueda rendir más.
¿Hubo
músicos invitados en el disco?
No,
ni siquiera hubo una banda formada para grabarlo. Paolo se metió a tocar los
bajos, llamamos a un pianista, después vinieron los que tocaron vientos –a los que
les hicimos los arreglos que tocaron-, luego llamamos a un armonicista para que
venga a tocar en dos temas, también llamamos a una corista para unos coros en
ciertos temas… Escuchando lo que íbamos haciendo, veíamos que cosa estaba bien
para implementar en cada canción, y así lo fuimos haciendo, paulatinamente.
Y
todavía seguís apostando al disco físico…
Sí,
aunque, evidentemente, en los últimos tiempos, el disco físico cambió su función.
Casi que ahora se convirtió en un suvenir del concierto, o el “embajador” que nos
representa a los artistas: si te lo piden para conocerte, entonces lo mandás a algún
lado para que te conozcan. Aparte sabemos cómo están las ventas discográficas,
que son cada vez menores…
¿Y
qué pensás de las descargas?
Están
bárbaras. Aparte, ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a poner en contra de eso? Madonna termina de grabar un disco y a
la media hora ya lo bajamos todos… Después también tenés Spotify, en donde tu
disco lo escuchan todos gratis, y lo subimos los propios músicos, porque si no
estás en Spotify sos un boludo…
Estoy
con muchas expectativa y muy feliz, porque la banda que me va a acompañar en
los ensayos suena muy potente, como a mí me gusta. Van a estar Pehuén Innocenti en piano, Sergio Mayorano en bajo, Gabriel Cabiaglia en batería;
y distintos invitados a lo largo del show. Va a ser un concierto larguito,
lindo, con temas de todas las épocas, temas de mi disco anterior, clásicos, homenajes
a los grandes del blues, además de las canciones de Brothers. A mí me gusta tocar, por eso mi lista es bien
flexible.
¿Y
cuáles son tus planes a futuro?
A
principio de noviembre vuelvo a Italia, donde tengo mi escuelita, un centro
de estudios musicales, donde voy a seguir con los cursos que estamos
dictando. También estoy trabajando en la edición de un disco acústico que
hicimos a principios de junio, hay que masterizarlo y ver con que sello lo
distribuimos.
Mariano A. Nievas
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