Un jueves a la tarde, no hace mucho tiempo, nos
trasladamos hasta Caballito para encontrarnos con José Luis Fernández, un rockero argentino, hecho y derecho, de la
vieja guardia.
Carismático y amable, con simpatía nos comentó
algunas de sus muchas anécdotas recogidas en casi 45 años de trayectoria. Y es
que empezó muy chico su carrera musical. Ya a los 8 años ingresó a la
escuela del Teatro Colón, donde estudió armonía y canto coral. No mucho tiempo
después, influenciado por rock
y el pop, participó en diversos
grupos escolares hasta la formación de Consiguiendo Vida, (a la postre)
el origen de Crucis, banda legendaria del rock progresivo sinfónico argentino.
Luego, José Luis se
volvería inseparable de Charly García, quien lo llevaría a grabar como
bajista y guitarrista en el álbum de Porsuigieco (proyecto liderado por
el propio Charly, Nito Mestre, León Gieco, Raúl Porchetto y María
Rosa Yorio), participando como sesionista en “El fantasma de Canterville”,
“La Mamá de Jimmy” y “Quiero Ver, Quiero Ser, Quiero Entrar”, entre muchos
clásicos.
Pasada la experiencia de Porsuigieco,
llegaría el momento de La Máquina de Hacer Pájaros, un proyecto que se
vería plasmado en la edición de dos discos legendarios. Luego de dejar de tocar
junto a Charly, Fernández se va a Estados Unidos, pero luego de un par
de años regresa para iniciar una carrera solista que llega hasta nuestros días,
en una búsqueda intermitente, pero sin concesiones, para mostrar su ideario
musical.
En los 80, vuelve a irse, esta vez a Europa, un
tanto decepcionado con la escena musical argentina, en el viejo continente se dedicó
a la docencia, fue integrante de varios grupos y se presentó incluso como
solista. Instalado definitivamente en Buenos Aires desde 2003, en la actualidad
José Luis está abocado a mil proyectos, que incluyen tanto su labor como productor
y cantautor, que lo encuentra ahora grabando un nuevo álbum solista.
ENTREVISTA> ¿Qué música se escuchaba
en tu casa durante tu infancia?
Se
escuchaba de todo. Mi viejo tenía una guitarra y aunque no era músico fue quien
me estimuló a tocarla. En casa sonaban Gardel
y muchos cantantes flamencos de los años 40 y 50, pero fue a través de mi
hermano mayor que empecé a escuchar blues y soul. Él tenía muchos discos de la onda Motown y me
acuerdo que quedé fascinado la primera vez que escuché a Otis Reading...
¿Ahí
empezaste a entusiasmarte con tocar?
Tal cual, empecé cuando era muy chico. Un día, mi
hermano mayor trajo un disco de los Beatles a mi casa -en 1963, cuando
yo tenía 6 años- y eso me hizo dejar la pelota, los juguetes… Me deslumbré. El
escuchar a los Beatles fue lo que despertó el interés por la música en
mí. Empecé a tocar la guitarra española y rápidamente, creo que a los 7 años,
ya agarré la guitarra eléctrica.
No, estudié canto. Hice la carrera de canto en el
Teatro Colón a los 9 años. Nada más, sólo eso. No estudié ningún instrumento en
el conservatorio. Nunca me interesó ser concertista. Soy guitarrista, pero, más
que nada, me considero, simplemente, un músico compositor. Después, eso sí, con
el tiempo, como me encantaba el tema de hacer arreglos musicales, he estudiado
armonía y composición por mi cuenta.
¿Por
qué te dicen “hormiga”, cuándo salió ese apodo?
Es
una broma que me hacían cuando era chico, porque yo era muy flaquito y cuando íbamos
a tocar llevaba la guitarra en un estuche que era más grande que yo, y una vez alguien
dijo que me parecía al dibujo de la hormiga viajera (risas). Solo unas pocas personas que me conocen desde esa época me
llaman así.
¿Te gustaba
el rock nacional en sus
inicios?
Sí, me acuerdo cuando mi madrina me regaló el
segundo LP de Los Gatos. Y mirá lo que son las vueltas de la vida que
después terminé tocando (en La Máquina) con Moro, haciendo la
base rítmica… Luego quedé amigo para siempre con Oscar.
¿Cómo
siguió tu afición por la música?
Lo típico de pibe, tocar en los actos de colegio y
demás. Después armamos un grupo con Gustavo Montesano, Pino Marrone y Guillermo
Comte, que se llamó Consiguiendo Vida. Ahí ya componíamos nuestros
primeros temas, y creo que todo lo posterior surgió a partir de ese grupo. Nos
marcó muchísimo. Después cambiamos el nombre de la banda y armamos Crucis.
Ahí sucedió una cosa extraña, porque primero armamos Crucis sin Pino,
después cambiamos el baterista, después yo me fui y quedó Pino… Siempre
lo mismo, éramos los mismos amigos que siempre tocábamos juntos, pero
continuamente nos estábamos peleando por cosas de pibes. Esta experiencia
grupal empezó en el 69 y duró cuatro o cinco años, hasta que se arma Crucis.
Crucis
arranca como tal en el 74, ¿no?
Sí, hace poco estuve con Gustavo y tenemos
una duda con respecto al origen del nombre del grupo. Yo creo que se me ocurrió
a mí, pero Gustavo cree que el nombre Crucis se le ocurrió a Daniel
Oil, el tecladista de ese momento. Lo
que es seguro es que el nombre Crucis surgió porque habíamos cambiado el
baterista y empezamos a ensayar un jueves santo. El tema fue que mientras
estábamos ensayando, en la sala de Flores, un vecino llamó a la cana, denunciándonos
por ruidos molestos. Casi nos llevan en cana porque decían que “cómo era semana santa no se podía hacer
música”, y que sé yo cuantas cosas más… Entonces empezamos a delirar un
montón de nombres religiosos tipo “Crucis”,
“Vía Crucis”, etc.… Al final,
quedó Crucis. Por supuesto que no le dimos bola a nadie y seguimos
tocando durante toda esa Semana Santa…
¿Qué grupos
escuchaban y los influenciaban en ese momento?
Cada uno de nosotros tenía gustos diferentes pero
lo que más escuchábamos eran los grupos de rock sinfónico. Yo escuchaba a King Crimson, Gentle Giant,
Yes, Genesis… Además fue un cambio radical para nosotros empezar a escuchar
todos estos grupos porque veníamos del rock
más tradicional, cosas como Johnny Winter, Jimi Hendrix… Y cuando
apareció el rock sinfónico, no
nos conformamos con Genesis o Yes, nos fuimos a buscar cosas más
raras. Crimson nunca me dejó de gustar.
El disco de
Crucis salió muy rápido…
Sí, y fue así porque, mucho antes –en un impasse del grupo, en el verano del 72-,
me fui a Mar del Plata con el primer baterista que tuvimos en Consiguiendo
Vida y con otro chico a tocar en un trío de rock. Éramos pibes, teníamos 15 años. Ahí, caemos en un teatrito
que se llamaba Teatro de la Comedia Marplatense, en donde tocábamos junto a Pedro
y Pablo y Sui Generis. A Sui todavía no lo conocía nadie…
Tocando ese verano junto a ellos, me hice muy amigote de Charly y Nito,
y nos seguimos viendo bastante seguido. Pasó el tiempo y en el 75, luego de
volver de un viaje a España que hice junto a mis viejos, Charly (que se
estaba separando de Sui Generis) me llamó a mi casa y me dijo que quería
armar un grupo conmigo. Yo no estaba seguro de hacerlo, entonces fui y lo hablé
con mis amigos de Crucis y me dijeron que no fuera boludo y lo hiciera…
Ahí Gustavo se pasó al bajo y siguió la historia del grupo. Mientras
tanto, yo me voy a ensayar con Charly y Moro, en la primera
versión trío de La Máquina de Hacer Pájaros. Después, Charly y yo
llevamos a Jorge Álvarez al Teatro
Astral para que viera a Crucis. A Álvarez le encantó la música del grupo
y ahí nomás los contrató…
En esa
época también participaste de la grabación del álbum de Porsuigieco…
Claro. Como yo era amigo de Charly, en cada
cosa que surgía él me llamaba para que fuera a tocar.
¿Y cómo
sigue la historia de La Máquina?
Como te contaba, empezamos como trío. Ahí se vivía
una situación complicada porque Charly traía toda la producción de Sui
Generis encima. Él le debía un disco a la compañía, pero su propuesta era
la de hacer un nuevo grupo; entonces fue una cosa medio jodida de manejar.
Todavía estaba muy caliente todo lo que había pasado con lo de Sui.
Aparte era una situación muy fuerte para nosotros, llamaban a nuestra oficina
de producción de todos lados -también de países limítrofes- porque querían
contratar a Sui Generis y en la oficina les decían que no, que no
existía más Sui Generis, que Charly estaba haciendo un grupo
nuevo que se llamaba La Máquina… Pero a los promotores no les importaba,
con tal de que estuviera Charly. Entonces conseguimos una cantidad
infernal de trabajo. Lo que pasó es que
con La Máquina tardamos mucho en grabar, porque Charly, Moro y yo
queríamos hacer este grupo nuevo y la producción se empecinaba en vender los
shows como de “Charly”, como “Sui Generis” -porque les pedían eso-,
y Charly les dijo que no quería hacer eso ni ahí. Charly fue muy honesto con
eso, porque podría haber hecho cualquier cosa en ese momento. Podría
haber llamado a unos músicos de sesión y lanzarse como solista; y, sin embargo,
me llamó a mí –que no me conocía nadie- y a Moro, que tampoco era una
estrella, a pesar de ser bastante conocido… Y sin embargo el loco de Charly se
la jugó por armar este grupo, en el cual todo el mundo aportara algo. Me
acuerdo de que cuando ya empezamos a ensayar siendo un quinteto, con Bazterrica
y Cutaia, agarramos un lugar, en el Centro, que se llamaba La Bola Loca (un reducto de Maipú y
Córdoba) y tocamos ahí 48 noches seguidas, 48 recitales para afianzar al grupo.
A la vez, no podríamos parar de hacer las giras porque los productores no
querían perderse la popularidad que había cosechado Charly con Sui.
Creo que nuestra música tenía todo tipo de
influencias, todo lo que era bueno estaba, y se mezclaba de una forma
interesante. En cada uno de nuestros temas había riqueza, elementos del tango, del jazz o propios del rock,
mixturados. Pero era muy difícil llevarnos bien, era muy difícil congeniar…
Éramos cinco tipos muy heavies -musicalmente y como personas-, todos teníamos
influencias muy marcadas, teníamos una competencia constante para ver quien
tocaba más rápido, para ver quien tocaba más difícil, ¿viste? Y todo eso te
hacía estudiar más, componer más, etcétera. Además estaban las influencias
musicales de cada uno, a alguno le gustaba más el jazz rock que a otro, a alguno le gustaba más el tango… Había mucha riqueza y mucha
variedad en el grupo. Pero, claro, lo que pasaba era que esa variedad de
personalidades, gustos y destrezas también hacía difícil mantener al grupo unido…
Y
terminaron haciendo terapia grupal, como Les Luthiers…
Sí. Es más, no era que íbamos al psicoanalista si
no que teníamos a uno que venía con nosotros en las giras -a veces, incluso,
venía a los ensayos y todo- porque si no nos matábamos a golpes… El tema de los
egos era muy complicado. Y después los productores, cuando hacían las cuentas,
nos descontaban un montón de dinero, por todas esas boludeces de psicoanalistas
y demás…
¿Qué
recordás de la composición del tema “Ruta Perdedora” para la Máquina?
No
mucho. Yo hice la música y Charly la letra. Al principio me pareció que era un
poco bajoneante y se lo dije a Charly, pero después quedó bien. La música modula
constantemente para provocar una especie de sin fin. Cuando lo grabamos
llevamos una moto de 1300 cc, que era de nuestro productor, para grabar el ruido
del motor que se escucha al principio.
Mirá, el final de La Máquina fue porque Charly
no quería tocar más con Bazterrica, esa es la realidad. Ellos dos
tenían problemas y por eso, en los últimos shows que tuvimos, Charly ya
ni lo quería a Bazterrica ahí. En realidad, la ruptura de La Máquina
era para que se vaya Bazterrica porque, de hecho, la propuesta de Charly
era hacer Serú Girán con el resto. Cutaia le dijo que no se
prendía, pero tanto Moro como yo empezamos a hacer el proyecto de Serú
Girán, con Charly y David (Lebón). Cuando estábamos
empezando a armar lo de Serú, viene un tipo y nos ofrece un dinero para
hacer El Festival del Amor, y si vos
te fijas bien, la base que está tocando junto a Charly durante todo el
show somos nosotros tres. Ya estábamos haciendo el tema “Eitileda” de Serú Girán,
no en el disco en que quedó registrado ese concierto (Música del Alma), pero sí formaba parte del material que estábamos
preparando, ensayando.
Sin
embargo, en vez de seguir en ese proyecto, te vas a Estados Unidos…
Cuando se separa La Máquina, y empezamos a
hacer lo de Serú, también se separa Crucis. Ahí hubo un
“contraespionaje” y alguien tiró la idea de que yo volviera a Crucis. Se
hablaba de que había posibilidades de reunir a Crucis para que vayamos a
tocar a Estados Unidos, cuando aún el proyecto de Serú no estaba sólido
y yo no sabía bien que iba a pasar. De cualquier forma, los chicos de Crucis
siempre fueron mis amigos y nunca dejamos de mantenernos en contacto.
Entonces, le dije a Charly: “Mirá, perdóname, pero voy a aceptar la propuesta”.
En verdad, nunca hubiese dejado a La Máquina para irme a Crucis…
Pero también tuvo que ver con que me había enojado con Charly, porque él
había desarmado el grupo en un momento bárbaro. La Máquina acababa de
hacer Películas, y ese disco era un caso serio, sacudió a nuestro
público. Ya en esa época, La Máquina era una aplanadora en vivo, era
alucinante lo que hacíamos. Así que, bueno, no seguí tocando con Charly,
pero le recomendé a Pedro Aznar para que ocupara mi lugar. Entonces me
fui a Estados Unidos con Pino Marrone y Aníbal Kerpel. Tampoco te
olvidés que esa era una época muy jodida del país, con el Proceso en su momento
más terrible, había mucha persecución… Por eso después Charly, en el
primer disco de Serú, compuso ese tema (“Autos, Jets, Aviones”) que decía
eso de que se estaba yendo todo el mundo… Se empezó a ir un montón de gente, Crucis,
Arco Iris ya se habían ido, León Gieco… Después empezamos a
volver todos, sólo se quedaron Santaolalla y Aníbal Kerpel, y ahí
los tenés…
¿Cuánto
estuviste viviendo allá?
Yo me quedé dos años en Estados Unidos, y después
me volví. No me banqué vivir ahí, la verdad, no me gustaba… Luego de volver al
país, hice un disco solista y después no trabajé más, por muchos años, en
Argentina.
¿Y cómo fue
eso que una vez no te dejaron registrar un tema en SADAIC?
En 1982, hice mi disco solista Mira Hacia el Futuro, que tenía un
tema que había intitulado “El Pantano”. Cuando fui a registrarlo, en SADAIC
había un tipo –un facho- que se llamaba Pantano y no me dejó ponerle ese nombre.
Yo le había llevado 10 o 12 planillas de temas, y cuando vio que uno de ellos
se llamaba “El Pantano”, me dijo: “pibe,
esto no te lo registro”, y me lo rompió en la cara… No podía sacar el
disco porque no me registraban el tema, al final le tuvimos que poner “A Través
del Oscuro Pantano”. Tuve que esperar a que al tipo lo echaran para poder
publicar el disco. Como cuatro meses estuvo detenida la edición por ese
capricho, una locura… Me ayudó mucho una nota que hizo la divina de Gloria
Guerrero en una revista, hablando de este tema, ya que gracias a ella, se
pudo ir destrabando la cuestión, porque a mí no me daban bola en SADAIC.
ROCK PRIMORDIAL
¿Cómo ves
el panorama actual del rock local?
Me parece que está muy bueno, en la apertura que
hay de sonidos y ritmos. Tuvimos unos años funestos de bailanta y ahora se
empieza a achicar eso. La bailanta está bien que exista, pero no estaba bueno
que copara todo. Lamentablemente sigue habiendo una especie de
cumbia con guitarra procesada que te venden como “rock”. Mmmm… algunas cosas están bien en el
mainstream, pero todas las bandas suenan muy parecidas.
Antes la
Argentina era una pálida porque siempre estuvo todo bien marcado: o eras
rockero o eras punk… Esas antinomias tampoco me gustaban. Ahora me parece que
es todo lo contrario, creo que vamos en camino a que todo eso se equilibre un
poco y que ahí podamos encontrar una cosa un poquito más definida y más linda.
Lo que sí, cuidado, no mezclemos la cumbia
con el rock.
Yo siempre toqué música, y lo voy a seguir
haciendo. No me fijo en lo que se usa y en lo que no se usa. Bueno, por eso
mismo, como soy un bicho raro voy a concentrarme en realizar mi propia música.
Por eso trato de no copiar nada –que es una cosa muy difícil-, trato de seguir
en la misma búsqueda que en la generación de los 70, donde los músicos buscaban
hacer algo nuevo…
Experimentar…
Sí, experimentar, pero sin hacerlo difícil, al
dope, como se hacía antes. Y como decía, no voy a copiar a nadie. No es mi
intención encender la radio, y decir: “Vamos
a tratar que suene a Divididos,
vamos a tratar que suene a Catupecu…”,
no quiero que suene parecido a nada… Vamos a ver qué pasa, loco; por ahí me
sale algo lindo… no sé, la gente lo dirá.
¿Y qué te
gusta escuchar?
No sé, música bien hecha. Afuera
están proliferando muchas mujeres que componen cosas interesantes. La otra vez
escuché a Regina Spektor y me
pareció genial. De los grupos
nuevos, encuentro cosas, cositas buenas en varios. Me gustan algunas cosas de Muse,
qué sé yo, pero ya no soy un tipo que se pueda identificar con algún grupo,
como me pasó en el pasado, al nivel de eso que te decía de Crimson… Hoy
eso no me pasa con ningún grupo. Y creo que a la Argentina le está pasando eso
en muchos aspectos, a lo mejor es hora de que seamos nosotros mismos, alguna
vez…
¿Qué
música estás escuchando últimamente?
Por
lo general escucho cosas que no tienen nada que ver con lo que estoy tocando en
ese momento, eso me refresca el bocho. Escucho bastante jazz rock. Algún disco de la Mahavishnu Orchestra siempre suena, Zappa, y últimamente escucho mucho a Django Reinhart a ver si puedo entender cómo se toca la guitarra (risas)…
Ahora estás
grabando un disco. ¿Cómo fue la composición de los nuevos
temas, que estilos te inspiraron?
Como
el disco anterior (Cool, 2013) fue
una licencia que me tomé para grabar algunos temas que tenía por ahí, más
eclécticos algunos inclusive, solo con la guitarra y la voz; en este último
vuelvo al rock mas original de guitarra bajo y batería y con temas que cuentan
historias de personajes mas urbanos, mas marginales. Creo que tienen una onda
de rock sureño tipo Allman Brothers, ZZ
Top, etcétera…
¿Cómo
componés, primero la letra y luego la música o viceversa?
De
las dos maneras. No tengo un método
preestablecido pero generalmente las mejores canciones son las que surgen de
una. Odio el método que se utiliza tanto últimamente de “copiar y pegar”, creo
que eso no es hacer música aunque lo parezca. ¡La verdad compongo como puedo! (risas)
¿Con
quién estás grabando este nuevo disco?
Hacía
rato que quería tocar con Juanito (Moro),
así que nos metimos en el estudio y empezamos a armar las bases. Después sobre
grabé algunas guitarras y vino Ian
Apkiewick a tocar órgano Hammond, Alejandro Santos tocó el saxo y Nico Smoljan la armónica. También hay
un blues donde canta Claudia Puyó.
¿Cómo
pensaste el álbum?
La
verdad lo pensé en inglés, después hice las letras, adaptándolas a nuestro
precioso idioma. Quería hacer un disco de rock puro, es decir, que las letras y
la música fuera un todo. No podes llamarle rock a un tema solo porque tenga una
guitarra eléctrica distorsionada. El rock es una forma de vida. Tenés que ponerle
el pecho a la calle, a la sociedad, a la injusticia. El rock no puede ser afín
a ningún gobierno, ¡¡sino deja de ser rock!!
Por ejemplo, en el álbum va a haber un track que lo explica muy bien. Se
llama “No pregunten por mí”.
Piedra por cristal (2007)
fue un álbum menos personal en cuanto a las letras. Tuvo mucho trabajo de estudio y un montón de playbacks y teclados. Va del pop al sinfónico.
Cool es más ecléctico en cuanto a estilos
y está grabado “in the face”, a veces solo con la guitarra enfrente a un
micrófono y otras con la banda tocando en vivo a altas horas de la madrugada.
El nuevo, Sacro Rock (que así se va a
llamar) es mas conceptual y definido en cuanto a estilo.
¿Cómo
fue que craneaste ese medley que hacés en vivo con temas de La Máquina
de Hacer Pájaros? Suena bien tanguero, ¿coincidís?
Ese
medley lo armé por que cuando iba a
tocar siempre me pedían temas de La Máquina, y yo no sabía muy bien cual hacer,
entonces pensé en armar un tema que contuviera varios temas en uno. No fue fácil,
porque quería respetar las tonalidades originales de cada canción, así que fue como hacer una nueva composición
para que todo ensamblara. Una buena parte del medley contiene fragmentos de “Hipercandombe”, así que no es de
extrañar que tenga algún sabor tanguero.
¿Vas
a estar tocando en vivo?
Estamos
justo en el cambio de repertorio para presentar oficialmente este disco. Iba a
ser antes de fin de año, pero como vienen las cosas, a lo mejor será después
del verano. Mientras tanto seguiremos con los shows para afianzar a la banda.
¿Cuáles
son tus actividades vinculadas a la música aparte de tu trabajo solista?
Quiero
tocar mucho en vivo este nuevo material. Me encanta seguir tocando y
aprendiendo. También disfruto mucho en
el estudio grabando y produciendo para otros músicos. Creo que es algo que voy a hacer cada vez más.
Emiliano Acevedo y Leandro Ruano
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