El 1 de noviembre de
1993, en medio de un impasse de Soda Stereo, cuando el futuro del grupo
era incierto, Gustavo
Cerati
aprovechó para editar Amor Amarillo, su primer álbum solista. Una
colección de canciones intimistas e introspectivas que poco tenían que ver con
el “sonido Soda”.
En este álbum Cerati
quiso reflejar los cambios que se habían producido en su vida personal. Por esa
época él se había casado con la modelo chilena Cecilia Amenábar, con
quien estaba esperando un hijo mientras el álbum era grabado. Justamente, en
“Te llevo para que me lleves”, el primer corte de difusión de Amor Amarillo,
Cecilia y Gustavo cantaban juntos, y la canción reflejaba la onda positiva que
impregnaba casi todo el disco. También en el videoclip de “Te llevo para que me
lleves” se la podía ver a Amenábar con un avanzado estado de embarazo, y en un
momento del video la pareja aparecía dentro de una habitación con juguetes
infantiles, semejando la habitación de un bebé y al final de la canción se
sentaban en el suelo como para jugar.
Sin dudas, la presencia
de Amenábar en el videoclip reflejaba la voluntad de Cerati de querer salirse
un poco del contexto monstruoso en que se había convertido Soda Stereo. Esto
también se notaba en temas como “Rombos” o “A merced”, en los que también lo
acompañaba su esposa. Mientras que en “Amor Amarillo”, “Lisa” o “Cabeza de Medusa”,
con bases casi acústicas, Gustavo daba rienda suelta a su vocación cancionera,
sin temor a escribir lindas canciones pop sin ninguna pretensión de profundidad
lírica.
Según declaró el músico
en una entrevista a la revista Rolling
Stone este “fue un disco muy ligado a la panza de mi mujer. Necesitaba
estar en un lugar tranquilo, romper con la velocidad de las giras y todo eso.
Paré la pelota porque quería observar la situación y disfrutar de ese amor con
proyección de futuro. Después, cuando me vine a Buenos Aires a grabar esos
temas que había compuesto en el living del departamentito que compartía con
Cecilia en Santiago, tuve una de esas ideas desorbitadas –muy propias de Soda-
de hacer todo a lo grande. Pero ese rumbo no me gustó nada y volví a lo
chiquito. Pensé: demos. Y Amor
Amarillo fue eso, nomás: los demos. Bien cantados y tocados, pero demos al
fin. Por eso mantuvo el clima intimo hasta el final”.
Por algo no es casual que
Amor Amarillo haya terminado siendo
un álbum delicado, luminoso e introspectivo, ya que como bien explicaba Cerati,
fue compuesto en la intimidad de la casa que habitaba en Santiago de Chile
junto a Amenábar. El disco también terminaría siendo grabado casi en forma
íntegra por Gustavo, quien toco prácticamente todos los instrumentos, aunque
contó con la colaboración de Zeta Bosio (que tocó un poco de teclados,
percusión y bajo; además de dar una mano en la producción) y Tweety González
(quien asistió a Cerati en lo que tenía que ver con la programación y la
edición de audio). En sí, gran parte del sonido del álbum se centraba en capas
de múltiples guitarras, aunque también se podían apreciar experimentos sonoros
de música electrónica en canciones como “Pulsar.” A ésta se la podría
considerar como uno de los temas más experimentales del disco ya que tiene como
base musical a un sampler, en este caso del instrumental “Sirius” de The
Alan Parsons Project, que formaba parte del disco Eye in the Sky de
1982, y que luego también se convertiría en el leitmotiv musical que anunciaba
la entrada al estadio de los Chicago Bulls, durante su época dorada en los 90
de la mano de Michael Jordan y Cía. Con respecto al uso del sampler,
este instrumento electrónico ya había sido utilizado por Cerati durante la
grabación de Colores Santos (el álbum que grabó a dúo con Daniel
Melero a principios de 1992) y luego en Dynamo (de Soda Stereo,
también editado en 1992). Esto no fue casual ya que desde siempre Cerati mostró
su afinidad hacía la música electrónica. Un gusto que lo acompañaría en varios
proyectos musicales futuros como Plan V
(1996) o Roken (2003). Sin embargo, a
pesar de su carácter experimental, “Pulsar” se convertiría en una de las
canciones más populares y favoritas de los fans del músico e infaltable en sus
conciertos.
De cualquier forma, Amor
Amarillo no fue un disco tan experimental como Dynamo o Colores
Santos, y a pesar de desmarcarse del sonido de éstos, había un poco del
espíritu de esos dos discos en “Avenida Alcorta”, una canción que
tranquilamente podría haber formado parte de un disco de Soda, y que anticiparía
la producción futura del grupo durante su última etapa, a partir de la edición
de Sueño Stereo (1995). La letra de la canción hacía referencia a la
distancia que separaba en esa época a Cerati de Buenos Aires, debido a que el
músico se encontraba radicado en Chile. Por supuesto que tenía que ver con la
coqueta avenida Alcorta porteña, pero también con la comuna de Providencia,
ubicada en la capital del país trasandino. Sin dudas, un tema nostálgico y casi
“tanguero” –de ahí eso de “Avenida
Alcorta, cicatriz…”- en donde Cerati recordaba a su tierra, a los lugares
que había amado y que había abandonado temporalmente para poder estar al lado
de su mujer.
Otro de los puntos altos
del álbum era el cover de “Bajan”, un tema de Luis Alberto Spinetta que
formaba parte de Artaud (1973), uno de los mejores álbumes de toda la
historia del rock argentino. La inclusión de esta canción por parte de Cerati
se debió a la confesa admiración incondicional que le profesaba a Spinetta,
además de que sentía que buena parte del carácter íntimo que había estado
presente en Artaud se vinculaba con el espíritu musical de Amor
Amarillo. Más tarde, en marzo de 2007, Cerati invitaría a Spinetta a tocar
“Bajan” en un concierto multitudinario al aire libre en Palermo, durante la
presentación de su exitoso álbum Ahí Vamos. En 2009, sería Spinetta el
que convocaría a Cerati para que interpretaran juntos dos temas de Artaud
para incluirlos en el recital histórico conmemorativo Spinetta y las Bandas Eternas en el que el mítico músico repasó toda su obra; uno de esos temas
fue “Bajan”, cantada junto a Cerati –con el que también interpretó “Té para
tres” de Soda-, en tanto que el otro tema elegido por el Flaco en esa recordada
noche fue “Cementerio Club”, otro de los preferidos de Cerati, quien ya había
interpretado su inmortal solo justamente en la versión de “Té para tres”
realizada en el unplugged de Soda en 1996.
Volviendo a esta
recorrida por Amor Amarillo, “Rombos” era una de sus canciones más
experimentales, en especial por su estilo inusual en donde su corta letra tiene
bastante poca incidencia. Recién casi a los dos minutos de canción canta
Cerati, utilizando un efecto similar al de un megáfono.
Así llegamos el final del
disco con la bella “A merced”, otra dulce canción que hablaba del amor que unía
a Cerati con Amenábar. Un tema que se iba en fade, pero que no era el
último incluido en el álbum, ya que luego de 33 segundos de silencio (y no
casualmente 33 era la edad que tenía Gustavo cuando grabó el disco), llegaba
“Torteval”, un track fantasma instrumental, que no era más que otro experimento
de música electrónica a partir de un par de grabaciones aleatorias unidas por múltiples
samplers y un par de melodías trance de guitarra.
Aunque el álbum fue muy
aplaudido por la crítica y bien acogido por el público, rápidamente se notó que
no iba a ser un éxito de ventas, y por este motivo no tardaría en caer en las
bateas de las ofertas de las disquerías, por más que varias de sus canciones
habían sido muy difundidas por la radio y en los clips en la tv. Recién luego
de la separación de Soda en 1997, y en especial con la edición del superlativo Bocanada
de 1999, Gustavo vería como su carrera solista empezaba a dar frutos.
Justamente, varios años después, a principios de los 2000, Cerati comentaba en
una entrevista dada a la Revista Viva
del Diario Clarín que una vez vio a Amor Amarillo en una disquería al
módico precio de $5, y como le dio vergüenza lo compró…
Extrañas paradojas de la
vida de un músico tan exitoso. Sin embargo, podemos decir que Amor Amarillo
envejeció bien. Seguramente no se encuentra entre lo más destacado de la
producción de Cerati, pero vale la pena seguir escuchándolo, porque en este
álbum, sin dudas, también se puede apreciar la veta poética y musical,
exquisita y sutil, de uno de los más grandes artistas del rock latinoamericano
de todas las épocas…
E. A.
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