lunes, 24 de noviembre de 2025

SENDEROS QUE SE BIFURCAN, entrevista a Fernando Lupano

Siempre es un placer dialogar con los grandes músicos que cimentaron la leyenda de nuestro rock y Fernando Lupano no es la excepción. Exquisito y legendario bajista que tocó mucho a partir de los años 80, participando de la grabación de álbumes clásicos y recordados conciertos. Entre sus trabajos más destacados están su paso por los primeros ZAS, más tarde su estadía en aquella poderosa agrupación hard rock de La Torre y, por supuesto, por haber sido durante años integrante de Los Enfermeros, la banda de apoyo de Charly García. Fernando también tocó en Los Funky Torinos junto al recordado Willy Crook antes de radicarse en España a principio de los años 2000. Desde allí se comunicó con Intersticio Rock para recorrer su carrera en esta nota que hoy les compartimos.

ENTREVISTA> ¿Cómo fueron tus inicios en la música?

Cuando era niño empecé con el piano, después con la guitarra y luego seguí con el bajo. Con el bajo eléctrico empecé de muy pibe, a los 14, 15 años. Y eso fue porque justo había una banda a la que le faltaba un bajista. Empecé a tocar con mis amigos del barrio, había unos que tocaban guitarra y que por supuesto tocaban mucho mejor que yo. Había baterista, había guitarrista, pero no había bajista y a mí me gustaba y creo que fue por eso.

¿Cuáles eran tus influencias en el bajo?

Empecé con los Beatles, pero creo que el primer disco de rock que tuve fue This Was, uno de Jethro Tull que compró mi hermano. Mis influencias fueron esas, lo que pasa es que luego Jaco Pastorius y todo el jazz rock me mató. Escuché solo eso durante mucho tiempo cuando tenía 17 años. Grupos como la Mahavishnu Orquestra, Return to Forever, Stanley Clarke, Weather Report. Antes de eso ya venía escuchando también a Yes, un poco de Zeppelin, Grand Funk, esos grupos de rock que había y que más o menos todos conocíamos.

¿Lo viste a Jaco cuando vino a tocar a la Argentina con Wheater Report?

Sí, lo vi. En el Luna Park. Justo en el mismo festival de jazz en donde vi a Gismonti, a McLaughlin y a un par más. Vi bastantes artistas en esa época. Incluso, mi viejo me llevó a ver a Bill Evans en el Opera.  También vi ahí a Blood, Sweet & Tears, que estuvo en el Rex.

¿Y tu devenir como músico cómo siguió? ¿Seguiste en bandas de barrio hasta llegar a tocar con Miguel Mateos?

Sí, un poco así. Yo estaba con mi amigo Ricardo Pegnotti, que creo que fue el primer guitarrista de ZAS. Él me llevó a tocar con Miguel, con el que hice una prueba y quedé. Ese fue mi comienzo como músico profesional. Luego tocamos de soporte de Queen en Vélez, en 1981. Eso fue lo primero que hicimos.

Vos también habías grabado con María Rosa Yorio, ¿no?

Claro, en esa época porque Miguel oficiaba de productor de ese disco.

¿Qué te acordás de los shows junto a Queen? ¿Llegaron a verlos en el backstage?

No, ni ahí. Recuerdo que cuando pasaron el único que nos saludó creo que fue Brian May, pero a 10 metros de distancia. La verdad que no nos dieron ni bola. Es más, los asistentes de ellos se reían cuando yo subía a tocar al escenario con mi equipo de bajo. Se cagaban de risa. Yo tenía un equipo Yamaha que había comprado a medias con un amigo. Y cuando subo ahí arriba, no sé, había una pared de equipos que creo que usaba el bajista John Deacon. Y los Vox que usaba Brian May. Y nosotros con nuestros humildes equipitos. Yo tenía uno y Ricardo Pegnotti tenía otro y así. Pero la verdad que no recuerdo mucho. Incluso, yo pensaba que habíamos tocado solo un día y fueron tres días los que estuvimos en Vélez. Eso me lo dijo Pegnotti hace relativamente poco.

¿Y cuál fue el set que tocaron?

Más o menos los temas del primer disco. El éxito era “Va por vos, para vos”. No sé si no estaba también “Un poco de satisfacción”, la verdad que tampoco lo recuerdo, pero sé que el repertorio que tocábamos era ese. Todos temas de Miguel.

Luego, con el correr del tiempo, él se hizo más solista y la banda lo acompañaba, ¿no?

Yo estuve solamente en los dos primeros discos de ZAS. Al principio era un grupo. Salía a pegar carteles en la calle o le vendía entradas a mi abuela para que venga a vernos. Repartíamos entre los cuatro las ganancias de los bolos. Luego me peleé con Miguel y ya no estuve más con él. Ahí me fui a tocar con La Torre.

Y con La Torre tenés un cambio estilístico bastante groso. Pasás a tocar hard rock. ¿Cómo llegaste al grupo?

Me llevó Gustavo Giles, el primer bajista, que se quería ir del grupo. Un grande Gustavo, la verdad que es un divino, una gran persona. Habré estado tocando en el grupo desde el 83, 84, hasta el 87. El primer disco de La Torre lo grabó Gustavo y yo entré en el segundo álbum.

Una banda muy poderosa en vivo.

Y la verdad que yo estaba contento, a mí me gustaba mucho tocar con ellos. Tengo muy buenos recuerdos de esa época. Cada tanto hablo con Oscar Mediavilla, con Patricia [Sosa]. Pasaron varios músicos por el grupo cuando yo estuve. Un par de guitarristas grosos como el Negro García López y Gady Pampillón. Pasaron también bateristas como Jota Morelli y Beto Topini. El tecladista era Múscolo y luego vino otro. En fin, una banda grosa de la época.

¿De ahí te fuiste directo a tocar con Charly?

Sí, me fui a tocar con él en 1987.

¿Quién te recomendó?

Fernando Samalea fue el que me hizo el link con Charly. Él justo estaba buscando bajistas. No sé si lo había llamado a Cachorro López, pero no se pusieron de acuerdo, y bueno, yo después lo llamé por teléfono y le dije: "Mira, ya que no tenés bajista, ¿por qué no me probás a mí?” Y así fue. Fuimos a tocar ahí a las Barrancas de Belgrano, en donde se hacían espectáculos al aire libre, en el mismo lugar donde tocó Celeste Carballo, Spinetta, y yo fui con Charly. No me acuerdo quien tocó ese día pero le pedimos los instrumentos y tocamos cinco o seis temas. Y a partir de ahí me quedé con él.

¿Cómo era trabajar con Charly?

La verdad que muy buena onda, a veces te dejaba hacer lo que vos querías, aunque siempre tenías un poco la referencia de lo que había, ¿no? Entonces, eso ya ponía listón en algún lugar, por así decirlo. Después, era muy generoso con el dinero. Nos pagaba muy bien. Yo estuve ocho años tocando con él, hasta el 95. A partir del 93, más o menos, se  empezó a tornar un poco más caótico todo y yo ya tenía un poco las pelotas llenas de eso. Así fue que se terminó. No fue que me fui a tocar a otro grupo o algo por el estilo, más que nada ya estaba un poco cansado de él y del delirio que había en esa época. En cambio, en los primeros cuatro años que estuve trabajando con Charly pasé una época increíblemente hermosa, después no tanto. En el medio de eso toqué también con Manray, con Tito Losavio, con el cual tuvimos un grupo llamado El Ombú, un trío de rock. También grabé con Celeste, estuve haciendo algunas cosas con Melingo, etc.

¿Cómo era esa primera época en la banda de Charly?

Mi entrada coincidió con la presentación de Parte de la religión. Que si bien fue un disco que yo no grabé, sí hice las presentaciones en el Gran Rex y todo eso. Después vino el otro disco que fue Cómo conseguir chicas. También estuvo muy bueno. Luego llegó Filosofía barata y zapatos de goma, también muy bueno. Ya después empezó, para mi gusto, una etapa que no me agradó tanto con La hija de la lágrima, que directamente no me gusta nada.

También tocaron en Estados Unidos, en Nueva York.

Sí, tocamos en Miami, en Nueva York, en Los Ángeles también. Fuimos a Nantes, en Francia. Y después toda Latinoamérica o la mayoría de Latinoamérica.

Vos dijiste en el libro de Sergio Marchi [No digas nada, 1997] que medio que te jodían los delirios de Charly de tirar plata por la ventana o romper instrumentos, que eso también te daba por las pelotas un poco a lo a lo último.

Mira, la verdad que eso no fue tan así. Lo que está en el libro de Marchi no sé qué es porque no lo leí. No sé qué es lo que habrá puesto. Si Charly quería romper sus cosas, no me molestaba, porque eran suyas. Si tiraba dinero por la ventana, tampoco me molestaba porque era su dinero. Por otra parte, a mí me pagaba súper bien. Así que no, esas cosas no fueron las que me llevaron a dejar la banda. Lo que por ahí me molestaba era el delirio, no sé, ¿viste? Quedábamos a las 5 para ensayar. Íbamos a las 5. Nosotros nos quedábamos tocando hasta las 9 de la noche, pero él no aparecía, y a las 9 de la noche cuando me estaba yendo, ahí llegaba Charly recién duchado y bañado para querer empezar a ensayar. Ese tipo de delirio me molestaba, porque cada uno empezaba a ser más grande y tenía su propia vida. No sé, yo tenía novia, quería hacer mis cosas y entonces claro, él te la ponía complicada en ese momento. Esa sí son las cosas que me hinchaban las bolas.

Vos te fuiste justo antes de la grabación del Unplugged para la MTV. Te lo perdiste por un poquito.

No, la verdad que yo me lo quería perder, porque me quería ir. No me arrepiento de nada. La cosa fue así, yo había sacado unos pasajes para irme a Brasil, y a él lo soltaron de la clínica en donde estaba internado. Lo soltaron, ponele, un 24 de diciembre. Y nada, yo ya había arreglado todo para irme a Brasil en enero y él salió como una fiera de la internación y quería tocar y yo no tenía ganas. Entonces, así fue. Yo me fui a Brasil y ahí se terminó todo.

Después también tocaste con Diego Frenkel, ¿no?

Grabé un disco con él, pero no tocamos mucho. También grabé un disco con Gabriel Carámbula. Grabé discos pero no estuve tocando con ellos, ni con Gabriel Carámbula ni con Frenkel. Y después de Charly, al poquito tiempo empecé a tocar con Willy Crook. Y me quedé con Willy hasta antes de venir acá a España, a donde vine en el año 2000. Así que con Willy habré estado desde el 95 hasta el 99.

Muy buena banda esa.

Sí, muy buena, la verdad que divina. Ya tocaba bastante, aparte de Willy tocábamos con Patán y con Valentino, ya que teníamos otros grupos. La verdad que fue muy bueno pero después me vine para acá.

¿Y con Andy Chango qué onda?

Eso lo grabamos en España. Las fantásticas aventuras del Capitán Angustia. Yo lo conocí acá. Claro. Grabé con él un par de discos. Creo que fueron dos o tres, no me acuerdo. Andy es muy buen músico. Un capo, el chabón. Divino. Un campeón, un campeonazo, un gran artista. Y aparte súper buena persona, todo bien.

¿Y por qué te fuiste a España? ¿Te pudriste de la situación económica argentina?

Y sí, un poco. Mira, loco, te digo la verdad, yo ya tenía mi casa, mi auto, no le debía dinero a nadie, pero acababa de tener un hijo, mi primer hijo, que se llama Lucio, que ahora es músico, y se complicaba todo ahí. Había muy poco dinero para todo, estaba todo el día preocupado. Me comí varios asaltos, me robaron los dos autos, me agarraron de rehén en un banco. Fuá, viste, me liquidó un poco ya Argentina. Y me vine para acá, un poco cansado de esas cosas.

¿Y cómo eran tus perspectivas en España? ¿Vos tenías algún conocido o te largaste porque pensaste que ahí ibas a tener mejor que acá?

Mira, la verdad que me vine para acá  porque en el 99, más o menos, me había llamado Alejo Stivel, que es un músico y productor que vivía acá. Y me había llamado para ver si quería tocar con Sabina. Entonces, me había dicho que estaban ahí para decidirse entre dos bajistas, entre yo y una chica que se llama María Eva Albistur. La cuestión fue que la semana me dijeron: "Mira, nos decidimos por la chica." Y les digo: "Bueno, todo bien." Entonces, eso me quedó un poquito en la cabeza porque yo realmente a Alejo ni lo conocía y me pareció re loco que me hubiera llamado por teléfono alguien de España que yo ni conocía. Así que hice algunas averiguaciones y acá había mucho trabajo y decidí venirme. Incluso tenía un amigo acá así que me vine con un bolso y el bajo. Después al mes o los dos meses vino mi mujer con mi hijo. Y bueno, la verdad que todo estuvo muy bien. Había muchísimo trabajo. Después se pinchó un poco, en el año 2009, 2010, pero yo ya estaba muy instalado. Esa fue la decisión que me hizo venir para acá.

¿Y allá qué tocás? ¿Con quién tocás, qué hacés? Creo que escuché que empezaste a tocar tango también, ¿cómo fueron todas esas aventuras musicales?

Bueno, cuando vine hice de todo, o sea, había muchísimo trabajo, a mí me llamaba cualquiera, yo me aprendía el repertorio, iba ahí y tocaba. Así de gente famosa, estuve un poco con Raimundo Amador, con él estuve un par de años. También estuve un poco con Ariel Rot. Esos serían la gente famosa por así decirlo, o semi famosa, con la que toqué. Pero después había hay mucho trabajo, en donde grababa discos que la verdad no eran muy agradables, pero igual grababa bastante. Porque acá había mucho trabajo. Así me fui quedando, incluso después me tiré más a tocar con el contrabajo, empecé a tocar más otras músicas y como que me alejé un poco del circuito del rock o del rock business, por así decirlo. Eso es lo que te digo, ya estando más instalado, me dediqué más a tocar otra música, y bueno, qué sé yo, por ejemplo, ahora hace dos o tres años que me voy tres o cuatro meses a tocar en un barco, a hacer cruceros. Y en eso estoy ahora. Empiezo de nuevo en noviembre.  Ahí estoy con un sexteto de jazz y vamos al Caribe. Ya es la tercera vez que voy a hacer esto y la verdad que es bárbaro, me pagan muy bien y son todos muy buenos músicos con quienes toco.

Hacen jazz instrumental, temas clásicos de jazz, ¿qué hacen?

Sí, ahí sí, por lo general, son estándar de jazz. También habrá algún día que se pueda hacer algo de blues o unos pases, la verdad que no lo tengo muy claro porque que todavía no hice. Claro. Los cruceros que hice hasta ahora fueron en cuarteto: contrabajo, batería, piano y cantante. Pero esta vez va a ser lo mismo más saxo y trompeta. Ahora es un sexteto. En general son estándar de jazz con algún día que se toca más blues. Más o menos es así la rutina. De los siete días, tocamos seis, hay un día de descanso y me bajo todos los días cuando toca tierra. Y a las 6 tengo que volver al barco y, más o menos toco, ponele, de 8 a 11. Son tres, cuatro horas, tres horas creo que son ahora. Tres horas, con descansos en el medio, obvio. Eso es lo que voy a hacer ahora acá. Esa es mi vida. Me mantengo, toco con mi hijo también a veces. Él toca mucho por su lado. Toca guitarra de jazz excelentemente, escúchenlo porque es muy bueno lo que hace, se llama Lucio Lupano. Después, los jueves abro una jam con otros músicos en El Escorial. Un poco así es la vida que llevo aquí.

¿Vos dónde vivís? ¿En qué barrio vendría a ser en Madrid?

Estoy en las afueras de Madrid. Colmenarejo es el lugar donde vivo. Será a unos 35 km de Madrid, entre Madrid y El Escorial.

¿Por qué te fuiste pasando al contrabajo? ¿Te pudrió el bajo eléctrico?

No, la verdad que hace mucho que no toco bajo eléctrico. A veces grabo algunas cosas para amigos. Creo que lo último que hice fue grabar para el disco de Dylan Martí. Para Dylan grabé un par de temas. Ahora tengo que grabar algún tema para un amigo que se llama Gustavo Aguilar, que es un gran músico que vive ahí en Argentina. Un poco lo fui dejando porque fui cambiando de música y por ahí tocó más jazz, ¿viste? Me gusta mucho la música brasilera. Pues no sé, me enganché más con el contrabajo ahora. Y aparte hace rato que no trabajo, digamos, no es que me llama un grupo y toco. Ahora si me llaman, ya no es que les pregunto qué hay que tocar y cuanto voy a cobrar. La verdad, me interesa más con quién voy a tocar y que es la música que voy a hacer que el dinero que voy a ganar. Como ya soy más viejo y casi me puedo dar ese tipo de lujos porque, por otra parte, por ejemplo, todos los domingos trabajo en el Café Berlín como técnico de sonido. Entonces eso me da un sueldito, por así decirlo, como una pequeña base y es lo que te decía, yo estoy muy instalado aquí. Tengo mi casa, entonces no tengo una necesidad de salir a trabajar de músico. Por supuesto que el dinero lo necesito, no es que me sobra ni mucho menos, pero por ejemplo, ahora lo del barco es genial porque no solo gano muy bien, sino que hago la música que me gusta y tengo esa suerte.

¿Y a Argentina venís de visita?

Sí, estuve hace un par de años. En enero estuve porque fui a visitar a mi hermano y estuve tocando ahí con algunos amigos, con Ramiro Penovi, un gran músico de jazz. Así que anduve por ahí, toqué un poco con ellos. Hace como dos años fui a un homenaje que le hicieron a Willy Crook, y toqué con los Funky Torinos, junto a Patán [Vidal], con [Juan] Valentino, Timothy [Cid]. Pero no, voy más que nada a visitar amigos o familia. Organizo pocas cosas para tocar cuando voy a Argentina porque primero que estoy acá y tampoco es fácil organizar, ¿viste? Porque la gente ahí está viviendo un poco al día. No es fácil.

¿Por qué dijiste que te considerás más músico que artista?

Yo hago esa diferencia porque un artista es el que lleva a cabo un proyecto, que tiene una dirección determinada para un lado, y yo no tengo una mayor dirección. Por ejemplo, me decís música brasilera me encanta, vamos a tocar. Me decís vamos a tocar jazz, voy y toco eso. Si tocamos rock con amigos, perfecto. Entonces, no tengo una idea de armarme un disco con mi nombre. Por otra parte, tampoco creo que tenga la capacidad para hacerlo. Estoy más para ser músico, o hacer música, y tocar un género u otro que me guste. Y si no me gusta tanto tienen que ser muy amigos esos músicos con los que toco. Un artista es otra cosa, es alguien que lleva adelante un proyecto. No sé. Andy Chango es un artista, Charly; a eso me refiero cuando hago la diferencia entre músico y artista.

¿Cómo recordás esos años 80 tan explosivos, tan abigarrados de proyectos, con gente que tocaba acá, allá, en todos lados, con músicos que cruzaban unos con otros y demás?

Con mucho cariño los recuerdo. Aparte me tocó cuando era joven, de los veinte a los treinta. La verdad que fue genial, divino, imaginate, como la juventud. Eh, mucho movimiento.

Además, salvo con Spinetta, tocaste con un montón de grosos…

Sí, la verdad que así fue. Lamento no haber podido tocar con el Flaco. Si lamento algo es eso. Alguna vez creo que subió a tocar con Charly. La verdad que tampoco me acuerdo exactamente ni dónde ni cómo. Después tengo a mi cuñado, Baltasar Comotto, él tocó con Luis, cuando yo ya estaba acá en España. En fin, conocí a Jota y él tocaba con Luis, conocí a Mariano López, su ingeniero de sonido, a Javier Malosetti, a Guille Arrom. Guille tocó mucho acá en España. Así que conozco a casi toda la gente que ha estado con Spinetta. La música nos une a todos.

Emiliano Acevedo