Es muy posible que durante la
primera mitad de los 70 se haya vivido la edad dorada de la historia del rock en Inglaterra, con diversos
estilos y artistas –dentro del rock
progresivo, el glam, y
el hard rock-; y en donde
serían editados docenas, cientos de álbumes clásicos como –por sólo nombrar a
unos pocos- Dark Side of the Moon, Thick as a Brick, Close to the Edge, Led Zeppelín
IV, Seeling England by the Pound, Band on the Run, Imagine, All Thing Must Pass,
Exile on Main Street, Queen II, Red... Mientras tanto en Argentina
es editado Artaud (1973), la gema de Luis
Alberto Spinetta. Y quizás el artista inglés que más se puede emparentar al
Flaco durante esos años, debido a su carácter camaleónico
(estético-musical) fue David Bowie, quién se destaparía editando en 1972 uno
de los discos conceptuales más impresionantes de la historia, basado en la
historia de un extraterrestre bisexual de imagen andrógina: The Rise and Fall
of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars.
Metáfora de los peligros del rock, la fama y de las audiencias
masivas, la historia de Ziggy narra el ascenso y caída de un astro
rockero, quién a la manera de Tommy (de The Who) se convierte
casi en el Mesías, el salvador de
esta maldita humanidad. Ziggy, como primer alterego de este artista,
también combinaba las pasiones del Bowie setentoso: el glam, la
megalogamania, y la ciencia ficción. El propio Bowie, fascinado con
estas temáticas, declaró alguna vez su plena conciencia de que iban a matar a
una estrella de rock en el escenario, y creería que iba a ser él.
¿Culto de personalidad, exceso descontrolado de poder? Mucho antes de que Roger Waters lo hiciera en The Wall, el álbum doble de Pink Floyd, o del asesinato de John Lennon, Bowie ya estaba reflexionando aquí sobre la siempre compleja relación entre las estrellas de rock y sus fans.
¿Culto de personalidad, exceso descontrolado de poder? Mucho antes de que Roger Waters lo hiciera en The Wall, el álbum doble de Pink Floyd, o del asesinato de John Lennon, Bowie ya estaba reflexionando aquí sobre la siempre compleja relación entre las estrellas de rock y sus fans.
También, este álbum engloba buena parte del
imaginario glam, lleno de rock y purpurina. ¿Y cómo logró Bowie semejante
cosa? Muy simple: combinando sus influencias musicales del rock (Syd
Barrett, Marc Bolan, Iggy Pop, Lou Reed, Vince Taylor) y de la moda (su
amiga la modelo Twiggy) con un poco
de fantasía espacial, y todo bien mezclado con el teatro Kabuki y la cultura
japonesa. Así inventó un personaje que daba cuenta tanto de las películas
berretas de ciencia ficción como de las minorías sexuales.
La historia narrada en este álbum era la de
un extraterrestre (Ziggy), que empezaba revelando a los habitantes de la tierra
que sólo quedaban cinco años antes del armaggedon, y debido a esto, decide él
mismo convertirse en un Mesías del rock para salvarlo de la destrucción;
antes de terminar abandonando sus objetivos, siendo victima de su propio éxito,
y deviniendo en un suicida. En esa época, Bowie era acompañado por The
Spiders from Mars, una concisa banda de apoyo en la que se destacaba el
guitarrista Mick Ronson. Sería el mismísimo Ronson una de las
piezas claves en el andamiaje de este disco debido a su perfomance en la
guitarra eléctrica. Esto se nota claramente en temas como "Ziggy
Stardust" (la canción más conocida del disco), en donde Ronson realiza
un trabajo excepcional con un impresionante e histórico riff de guitarra.
También se incluían otras canciones paradigmáticas del repertorio de Bowie como
la bella “Starman”, la balada “Lady Stardust”, el poderoso "Suffragette
City", y el final del álbum con “Rock n Roll Suicide”.
Sin dudas, uno de esos álbumes imperdibles que marcaron un antes y un después en la historia del rock: Ziggy Stardust. Ya no se hacen discos así.
E. A.
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