Aunque parezca que llegó a la música casi sin
quererlo, el canto fue siempre lo suyo. De ahí que tenga esa voz que la hace
inconfundible. Ya sea cantando sola o acompañando a otros artistas, Deborah
Dixon
es siempre sinónimo de calidad y amor por brindar
lo mejor que tiene. Haciendo versiones de jazz, blues -alma
soulera también-, da cátedra de sobriedad, pasión y buen gusto, cada vez que
canta, y por eso se convirtió en una de las mejores intérpretes de nuestro
país, e, inevitablemente, una de las vocalistas más codiciadas y reconocidas
por muchos colegas, que siempre la invitan a participar de sus trabajos.
Esta es la historia de una profesora de francés,
que un día vino desde su Costa Rica natal, a vivir con su esposo argentino a
nuestro país, y ya forma parte de nuestra cultura, de lo mejor de nuestra
música popular. Desde aquellos primeros años en la década del 90, cuando
comenzó, formando parte de las inolvidables Blacanblus –junto a Viviana
Scaliza, Cristina Dall y Mona Freiman-, hasta la actualidad,
en donde sigue a full, cantando y dando clases, enseñando un poco de su arte
musical.
Tuvimos el placer de conocer a Deborah, no
hace mucho, un lunes al mediodía, y nos fuimos a tomar un café con ella, a un
barcito de las Cañitas, en Palermo, su barrio, y así charlar distendidamente
sobre su carrera, sus sueños ya concretados y los que vendrán… Pasado, presente
y futuro de esta artista única, resumidos en esta nota.
ENTREVISTA: ¿De
chiquita ya te gustaba la música, y cantar?
Sí, pero no tenía una clara definición acerca de
que eso era lo que iba a hacer más adelante. En mi casa siempre se escuchó
mucha música, de todo un poco, jazz, etc.… Yo soy de Costa Rica,
y ahí se escucha mucha música norteamericana, pero a su vez, también, música
latina, a eso sumale los gustos particulares de mis padres; así que era una
linda mezcla. Obviamente, luego comencé a comprarme mis primeros discos, y
empecé con Jimi Hendrix. Después, me puse a cantar en guitarreadas en el
colegio, pero nunca pensando en hacerlo profesionalmente, sino tipo hobby. Es
más, empecé cantando canciones de protesta latinoamericanas, cualquier cosa…
Pero cuando vine a la Argentina, me dieron ganas de hacer algo con eso, porque
la gente que me conocía siempre me había alentado a que cantara, pero hasta ahí
nunca les había dado bola…
Como mi marido es argentino, me vine a vivir a
Argentina en 1984, y en el 90 decidí tomar clases de canto negro, y ahí conocí
a las chicas con las que más adelante formaríamos las Blacanblus.
El grupo se
formó rápidamente…
Así es, el debut como grupo fue en el 92 –si no
recuerdo mal-, con Luis Robinson, en un boliche –que ya no existe más-
que estaba en Córdoba y 9 de Julio y se llamaba The Loft. Ese fue nuestro primer concierto como Blacanblus;
antes, habíamos incursionado haciendo (a fines del 91) un par de experiencias
musicales con varios de los músicos de La Mississippi, tocando en
un sótano en donde normalmente se hacían conciertos de tango. Así que La Mississippi –por medio de Luis
Robinson- fueron nuestros padrinos musicales ya que con ellos, por primera
vez, tocamos en frente a un público, haciendo un par de temas góspel,
que no sabíamos cómo iban a ser recibidos pero por suerte a la gente le
encantó. Luego, nos escuchó Pappo, le gustamos, y nos llevó a Obras…
Pappo era
un divino, aparte estaba loco… (risas)
Nos quería mucho, nos trató siempre bárbaro, y nosotras adorábamos trabajar
junto a él. A mí me dolió muchísimo su muerte, me acuerdo que me avisó mi hija,
contándome lo que había pasado, mientras yo estaba de vacaciones. Ahí empecé a
acordarme de cosas que viví con él. Siempre me acuerdo mucho de una anécdota,
de las primeras épocas que tocamos juntos. Un día que fuimos a ensayar, y él
estaba acostado, con gripe; y mientras la mamá le llevaba un tecito, las cuatro
–alrededor de él- nos quedamos sentadas en la cama, ensayando, trabajando
nuevos temas para hacer juntos. Pappo era amoroso, por eso momentos como
ese no me los voy a olvidar nunca… Qué sé yo, tengo millones de anécdotas, como
lo de Obras, cuando nos presentó por primera vez. Pappo después nos
contó, como fue que se enteró de nosotras, por medio de una novia que tenía que
siempre le rompía las pelotas, insistiéndole acerca de unas chicas que
cantaban, hasta que logró que escuchara nuestro disco, y le encantó, por eso
nos llamó. En ese primer Obras, junto a él, hicimos dos o tres spirituals. Me
acuerdo de que, antes de eso, paró el concierto, y le dijo a la gente: “Bueno,
ahora voy a presentar a unas chicas, que me hicieron llorar” Como
diciéndoles, presten atención, y nadie se vaya a zarpar porque los mato… (más risas)
DE TONO NEGRO Y AZUL
Ahí llegan
a la grabación del primer disco (Cuatro
Mujeres y un Maldito Piano, 1994)…
Sí, también se dio muy rápido, y ahí nos ayudó
mucho la Negra Poli (de los Redonditos), ella nos había visto en un
recital de La Mississippi, y le gustó mucho lo que hacíamos, así que se
convirtió en nuestra consejera y nos presenta a Gustavo Gauvry (de El Cielito Records). Con él hicimos
nuestro primer disco, con una mitad del material en castellano y la otra en
inglés, y fue un boom. Esto fue así porque, primero, no había un grupo así en
Argentina, y segundo, le dieron muchísima manija todos en la Rock & Pop: Bobby Flores, el Ruso
Verea… Bobby, incluso, nos puso en la cortina de (su programa) Guardias a Mí.
Tal cual, tuvimos esa suerte, también. Se
conjugaron las dos cosas: por un lado, lo novedoso de nuestra propuesta, sumado
a un entorno que favorecía nuestro desarrollo musical.
Después
llega el segundo disco del grupo (Rituales, 1997), ya saliendo de
ese auge del blues. ¿Cómo lo
vivieron?
Bueno, ese segundo disco –con la producción de Alfredo
Toth- salió con bombos y platillos, ya que la compañía gastó muchísimo
dinero en esa grabación, y yo creo que es un álbum espectacular, pero no tuvo
tanta repercusión. Me parece que se debió a que coincidió con una época de
crisis del país y, además, nuestro grupo no era una cosa dedicada a un
determinado target, no era un producto marketinero, para nada. Lo nuestro
siempre se basó en el boca en boca, incluso, nosotras pegamos los carteles, los
afiches en la calle… Creo que la compañía no le dio el suficiente apoyo, a
nivel publicidad, y la crisis económica –que ya se avizoraba- nos tiró para
abajo. Tampoco pudimos acceder a poder difundir lo nuestro internacionalmente.
Después hicimos un disco en vivo (en 1998), pero no alcanzó… Así que, en fin, a
pesar de grabar, luego, otro disco que está buenísimo (Suena en Mí, 2005) –como trío, después de que se fue Mona-,
creo que toda la suerte que tuvimos al principio, después se diluyó. Quizás
hubiésemos precisado tener algún manager groso, porque nosotras hacíamos todo a
pulmón, hicimos lo que podíamos –y nos fue bastante bien-, pero, en esto
siempre necesitás la mano de alguien que esté todo el tiempo craneando que
hacer, donde y como.
Bueno, viste que ahora está la moda de los grupos
que vuelven, por eso hasta en Facebook se forman grupos de fans pidiéndonos que
nos juntemos. Creo que la gente jamás
se olvidó de nosotras, y en especial de nuestro primer disco que gustó
muchísimo; y por eso piden que volvamos. A mí me encantaba, y me sigue
gustando, lo que hacíamos, por eso, si algún día se da una reunión del grupo,
seguro que sería una gran emoción para todas nosotras, pero eso no es algo
acerca de lo que estemos pensando ni tampoco especulando…
Y… Eso nunca se sabe, nosotras nos llevamos muy
bien, ahora que cada una está en lo suyo. Aparte, en su momento, cuando nos
separamos –luego de estar como 15 años juntas- hubo como una necesidad de
respirar y hacer, cada una, algo diferente. Yo siempre fui de salir del grupo y
hacer colaboraciones, etcétera; pero quizás la Negra (Cristina Dall, que es la autora
de la mayoría de las canciones), por ahí, veía un poquito reducida su parte
creativa, compositiva, porque ella estaba circunscripta a lo que era el
material de nuestro grupo y su estilo.
Componía en
base al grupo…
Claro, ella venía y te decía: “Este tema lo hice
pensando en vos, es para vos…” Obvio, que después lo trabajábamos entre
todas, pero creo que ella necesitaba su propio espectro musical para explotar
su creatividad sola. Creo que ahora ella ya está amigada con eso y sabe que
puede hacer lo que quiera; porque es una diosa, una divina muy grosa. Y las
demás, cada una de nosotras, estamos buscando nuestro camino… Nadie reniega de
lo que hicimos, porque, claro, todos nos conocen por lo que hicimos en Las
Blancablus.
TODO DE MÍ
Como te decía, eso se me empezó a dar estando aun
en el grupo. Desde ese momento, ya elegíamos con que artista colaborar, porque si
no corríamos el riesgo de convertirnos en “el coro de todo el mundo”, y
eso no nos interesaba. Yo siempre tuve la suerte de que me llamara mucha gente
para participar de sus discos –no solo haciendo coros, sino también como
artista invitada-, en trabajos muy variadas en lo estilístico, y eso es algo
que me gusta mucho porque no me gusta encasillarme. Por ejemplo, grabar con el Indio
Solari, porque me encanta lo que hace y tiene muy buena onda, por eso es
muy groso conocerlo y participar en lo que hace. Así como mucha gente –con la
que colaboro-, de la que nunca olvidaré que alguna vez me ayudó, y por eso está
muy bueno ser agradecida con ellos…
De movida, él te dice exactamente lo que quiere que
hagas. Una vez que sacó lo que esperaba, ahí sí te dice: “Hacé lo que
quieras”. En un tema como “La Piba del Blockbuster”, él elige las tomas que
le parecen mejores, o las mezclas que quiere hacer; y en lo que tiene que ver
con los coros puntuales, te hace laburar hasta que obtiene la sonoridad que
está buscando. El Indio es un tipo que la tiene clarísima, y el trabajar
así (como lo hace él) está buenísimo, porque, aunque a mí me encanta improvisar
-y lo hago siempre-, me encanta que me dirijan para hacer un trabajo específico,
porque si no pasa lo que ocurre en un montón de grabaciones, en las cuales
termina sonando todo igual…
Ahora estás
trabajando con Patán Vidal…
Entre un montón de proyectos… Sí, con Patán,
nos presentamos a dúo o con una banda que armamos, en la que incluimos batería,
guitarra. A veces, tocan con nosotros Baltasar Comotto en guitarra y Gustavo
Cámara en saxo; prácticamente siempre está Mauro Cevielo en bajo, y
a veces nos acompaña mi hijo Alejandro en batería, o El Bolsa (Gustavo
González). Con este grupo tocamos en el Festival de jazz que se hizo en La
Recoleta (en donde fuimos el único grupo que hizo blues), y estuvo buenísimo. También trabajo con Willy Crook,
en su banda; y suelo colaborar bastante con Dancing Mood y con un
pianista de jazz muy groso que
se llama Ángel Sucheras. Me invitan de muchos lados. Aparte doy clases
de canto, así que tengo mucha actividad, por suerte…
Deborah y Angel Sucheras |
¿Qué cantantes femeninas te gustan?
De acá, amo a Celeste Carballo, Claudita
Puyó... En tango, a la única que conozco y me gusta es Adriana Varela;
y también hay en el folklore mucha
gente que hace cosas buenísimas, aunque no conozco sus nombres porque no soy
una especialista en ese género. Hay una chica rosarina que se llama Sandra
Corizzo, y es una talentosísima pianista y cantante. En el jazz, me encanta Barbie Martínez,
una pendejita que se canta la vida; y me gusta mucho Paula Shocron,
también. Y amo a Roxana Amed. Ella tiene un estilo distinto, hace de
todo y todo bien; Roxana tiene una voz y una onda increíble. De afuera
me gusta Amy Winehouse, en donde también era casi una copia de Billy
Holiday-, me encantaba todo lo que hacía, tenía una onda buenísima para
hacer soul. Joss Stone
me gustaba mucho –en especial en su primer disco- pero luego medio que me
aburrió. Por otro lado, me gustan mucho Erykah Badu, Beyoncé; y,
obvio, Aretha Franklin… Y también Diana Krall, que, aunque no
posee una voz enorme, tiene un swing para tocar el piano y cantar de una forma
mortal; y Alicia Keys y Sandra Wilson también me fascinan…
Tengo varias posibilidades hacia dónde dirigirme
artísticamente, puedo hacer un disco de blues,
de jazz, un disco con temas en
castellano… Todo el mundo me insiste en que haga tal cosa o tal otra, pero
ahora me calmé un poco porque si me la paso dándole bola a todos los que me
aconsejan me pongo loca. Me pasa que mucha gente se me acerca en los shows y me
preguntan si tengo editado un disco mío, y no hay nada. Por eso sé que tengo
que hacer un disco solista, y también lo deseo, porque no quiero pasar y no
dejar una huella, un registro mío; aunque el disco como formato se haya
devaluado tanto en los últimos tiempos. Creo que seguramente sería una
producción que incluya blues, soul, alguna cosa del jazz, funk; toda esa mezcla, y después que salga lo que quiera…
¿Te
gustaría hacerlo sola o con banda?
Me gustaría hacerlo con banda, aunque hay algunas
cosas que me gustaría hacer, a dúo, con Patán, solos.
Siempre versiones…
Sí, porque yo no tengo temas míos, y Patán tampoco.
A veces, él se sienta al piano y toca algunas cosas propias buenísimas, y yo le
digo “grabalas, por favor…” Yo he compuesto en Las Blancanblus
algunas cosas, un par de temitas, pero eso no era lo mío. Por ahí,
musicalmente, me gusta componer, pero no sé cómo escribir letras, si me sale
algo se da porque sí. Por eso, de grabar algo, tendrían que ser versiones de
temas de otros, esa es mi idea.
(Esta entrevista se realizó en agosto de 2011. En
octubre de 2012 editó un disco a dúo con el pianista Ángel Sucheras, registrado en vivo.)
Emiliano Acevedo y Leandro Ruano
Muy buena entrevista. Un abrazo a Deborah desde Tiquicia
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