Hubo
una vez un hombre inolvidable, iluminado y zarpado. Un loco lindo, bohemio y
libre, que, con el tiempo, se convertiría en uno de los personajes más
indispensables y cruciales de nuestro rock.
Su nombre era Miguel Abuelo Peralta (1946 - 1988). Poeta y compadrito, Miguel
fue uno de esos artistas totales que ya no hay; un verdadero front man del rock de acá.
Además
de eso, Miguel Abuelo cantaba como nadie (¡con ese vibrato
inigualable!), y nos dejaba boquiabiertos con una presencia escénica dinámica y
soberbia. ¡¿Y esos versos que sacaba?! Gran compositor de canciones, su legado
es inmenso. Era un personaje tallado en blanco y negro, sin grises. Se lo podía
amar u odiar, pero a nadie se le ocurriría ignorarlo. Llamaba mucho la
atención, y por eso, quizás, haya sido uno de los mayores artistas, digamos,
“integrales” del rock argentino.
Un artista total, sin dudas.
Sin
embargo, a partir de 1986, las cosas comenzarían a ponérsele oscura, luego del
anuncio mortal de una enfermedad incurable, el sida, que limitaría su horizonte
vital. De repente, Abuelo se dio cuenta que se le acababa el tiempo.
Así, el disco Cosas Mías se convertiría en su inesperado testamento
musical, el legado final de la última formación de Los Abuelos de la Nada.
Eran
años complicados. No olvidemos que esta producción también coincidiría con el
final de la primavera democrática alfonsinista. Mientras el plan austral
comenzaba a hacer a agua por todos lados, y entre escaramuzas carapintadas y Obediencia Debida, a lo lejos (o no
tanto), se comenzaban a divisar los primeros nubarrones de un futuro para nada
venturoso, como casi siempre... Por otro lado, aquella era una sociedad
dividida por un tema que resultaba polémico: La Ley de Divorcio, una causa que
generaba adeptos y detractores por igual. Mientras tanto, en México 86, la
magia del Diego Maradona más genial nos regalaba la mayor conquista de
la historia del fútbol argentino.
Una
época afiebrada, sin dudas. Y dentro de este contexto, el tema “Cosas Mías”
pasaría a la historia como el hit del disco. Su letra hablaba de un
viaje-derrotero demencial, relatado en primera persona, que incluía un
muestrario de varios personajes paradigmáticos, que funcionaban como dignos representantes
de algunos de los ámbitos más heavies de nuestra pacata –y contradictoria-
sociedad: el cura, el artista, el doctor, los delincuentes de alto nivel, o los
turbios ejecutores del brazo derecho de la ley... En resumen, versos que daban
cuenta tanto de la alegría como el dolor, o del espanto y la fascinación de los
80, con ese estribillo que era casi un manifiesto: “Te quiero así. Me gustas,
viva. Yo no pedí nacer así/ Son cosas mías...”
También,
una canción que conjugaba la oscuridad (lo dark) con los excesos y el
espíritu fiestero del rock de
aquellos tiempos. Por otro lado, “Cosas Mías” era un tema (y un disco)
espléndido, en lo instrumental. En especial, por la magnífica performance de
uno de los máximos guitar heroes
argentos: Kubero Díaz, un mago de las seis cuerdas. Además de Kubero,
esta última formación de los Abuelos incluía al gran Juan Del Barrio en
teclados, el infaltable Polo Corbella –único sobreviviente, junto a Miguel,
de la histórica formación del grupo del 81- en batería, y el debut de Marcelo
Chocolate Fogo en bajo.
Justamente,
Fogo -sobrino de Miguel- colaboró en la composición del tema
homónimo de este quinto disco de la banda. Una canción que también quedaría en la memoria popular
luego de que su melodía empezara a ser cantada en las canchas de fútbol, y por
haberse convertido en uno de los cantitos preferidos de la hinchada
riverplatense durante la conquista de la primera Copa Libertadores del club.
Pero este disco no se agotaba ahí; otros de los temas destacados fueron “Cómo,
Quién, Dónde” (Abuelo - Del Barrio) y el inefable “Semental de
Palermo” (Fogo).
Porque
la última sería “Festival de Corazones”, en donde Abuelo –a pesar de ser
éste un tema compuesto por Kubero Díaz-, se lo apropia para sí, con su
apasionada hidalguía de bien, prometiéndonos una feliz fiesta de despedida, que
sabía que no iba a poder realizar. Dejémoslo, entonces, a Mike, para que
nos mienta de nuevo, y que vuelva acá, desde lejos, a cantarnos como siempre,
desde donde quiera que esté...
Brindemos
por él.
Emiliano Acevedo
Gracias por este precioso texto sobre un músico precioso y volátil (en todos los buenos sentidos) que pisó estas tierras (y otras tantas, donde dejó una pequeña perla inigualada llamada "Et Nada").
ResponderEliminarClaramente, era una fuente de nunca agotarse.
Miguel fue la fuente de la unión del todo.
Gracias de nuevo.
A.V.S.
Gracias Miguel por tanta alegría y diversión ..!
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