En esta nota conoceremos la figura de Sergio Nacif Cabrera, un verdadero laburante de la música y la vida.
Guitarrista y compositor de profesión, Sergio tiene una gran habilidad
para componer canciones que se quedan instaladas en tu mente y no podés dejar de
cantar. ¿Himnos pop se dice?
Himnos pop serán… Así fue lo suyo
desde aquellos lejanos años 80 cuando estaba en Alphonso S´ Entrega, una
banda desalineada y empapada de ska,
verdadera leyenda under de aquellos años; y, más tarde, catapultados al éxito de
la mano de temas como “El Manisero” o “Barrio Chino”. Luego, en los 90,
llegaría el turno de Los Romeos, otro gran momento musical en donde Nacif,
junto a un jovencito Pablo Sbaraglia, daría vida a un proyecto súper
interesante, repleto de canciones como “Sin Meditar” o “Basura”, que conjugaban
las típicas letras de amor con el uso de la ironía y, por qué no, el humor.
Romanticismo y sutileza, pero también muchísimo rock y pop. De
todo eso y más hablamos en esta entrevista llevada a cabo en un café de Avellaneda.
Aquí también recorreremos las vicisitudes vitales de un músico talentoso,
quien, además, revela su pasión por su actividad como comerciante de frutos
secos; así como -no pocas veces- tuvo que arremangarse para seguir adelante,
esquivando los escollos que se encontró en todos estos años de lindas canciones
de amor demente y encantador.
ENTREVISTA: ¿Empezamos
hablando un poco de tus inicios, tus influencias musicales?
La influencia más importante para que yo me
dedicara a esto fue la de mi vieja. Ella fue quien me enseñó a tocar la
guitarra. Cuando tenía cerca de 10 años me compraron una y empecé tocando la
zamba "El Indio Muerto”; después saqué “Hey Jude”. En esa época, me
gustaba tocar folclore. Hasta que un día mi vieja trajo el disco Help!,
y cuando escuché a los Beatles fue como un ¡boom!... Lo mismo que les pasó a todos. Yo quería ser como ellos.
Las armonías que hacían eran cómo un coro de ángeles para un pibe. Era algo
nuevo. Y así empecé a buscar en el colegio primario algún nexo. Es decir, a
alguien que le gustara lo mismo que a mí. Y en los actos escolares tocábamos
temas de Los Gatos. Así empecé a interiorizarme de otras bandas de rock:
Creedence Clearwater Revival, los
Stones. Hasta que llegué a séptimo grado en donde escuché por
primera vez a Almendra haciendo “Muchacha, Ojos de Papel” y me pasó lo
mismo que cuando escuché por primera vez a los Beatles. Otra vez, sentí que esa música era algo
totalmente angelical y distinto. Además, era la primera vez que algo hecho acá
me rompía la cabeza.
¿Fuiste
autodidacta en tu formación como músico?
Siempre fue orejero. Pero después medio que me
dediqué a otra cosa. Ya de chico me puse a trabajar en “El Gato Negro”, un negocio
familiar, en donde conocí a numerosas personalidades. Me acuerdo de verlos ahí
a Manuel Mújica Laínez, Pescarmona, y Virgilio Expósito,
con quien siempre hablábamos de música. Mi viejo era médico en SADAIC, y amigo
de Homero Expósito. Y como yo seguía haciendo canciones y tocando,
entonces, un día vamos a lo de Homero con mi guitarra. Así, llegamos a
un estudio donde estaban además otros músicos, otros tangueros importantes. Y Homero
me dice: “A ver, tocá” Y como yo de tango no sabía mucho, me animé a tocar delante de ellos casi sin
vergüenza. Después de eso me pusieron un profesor de guitarra, y el propio Homero
me dijo que me iba a enseñar a hacer buenas canciones. Así, junto a otros
alumnos, empecé a estudiar con él. Homero era un profesor único ya que,
además de enseñarte cómo hacer una canción, te contaba miles de anécdotas. Una
vez le llevé una canción a medio hacer, y él la terminó. Así que tengo una
canción compuesta a medias con él. Me acuerdo que yo había llegado con estos
versos: “Caminando sin cesar/ bajo la luna van ellos/ entre truenos y destellos/
buscando la libertad/ para ellos no hay edad/ ni época en que la encuentren…”
pero hasta ahí llegué, y él me dijo: “Porque es preciso crear/ las cosas que más
se sienten”. Y me dejó impactado porque me definió una estrofa con
una poesía genial, de una, en un abrir y cerrar de ojos. Él siempre me decía: “Vos
tenés que poner 16 versos, porque más de 16 versos la gente no se banca”.
A no ser que hagas “Pedro Navaja”, ¿no? Homero era un grande, uno de los más
grandes compositores de música popular que hubo en Argentina. Un día me
preguntó que músicos me gustaban y yo le nombré a Spinetta; y Homero me
contó que una vez –siendo jurado de SADAIC- lo había bochado al Flaco,
cuando éste fue a dar un examen como compositor: “Pero después, cuando escuché
la música que hacía, me arrepentí”. Toda una confesión la de Homero.
Y nada
llamativa si pensamos que quizás “Naranjo en Flor” es casi un antecedente de la
poesía spinettiana, si se quiere, por sus imágenes, su alto vuelo lírico…
Y sí, tal cual, algo de eso hay…
¿Estudiaste
con él mucho tiempo?
No, sólo unos meses. Yo no quería ser músico de
acompañamiento. A mí me interesaba poder hacer mis canciones y ni sé si quería
trabajar de músico, en realidad. Prefería trabajar en el negocio familiar. Y
cómo era sobrino del dueño iba ascendiendo rápidamente (se ríe) Terminé siendo Director, y viajando a Europa para conseguir
las representaciones de las casas parisinas que les vendían alimentos a la
realeza. Me divertía mucho porque para un pendejo eso era fascinante. Hasta que
todo se empezó a pudrir en la empresa, societariamente. Entonces, como mis
amigos siguieron haciendo música y siempre tocábamos temas de los Beatles y los Stones medio
en chiste, medio en serio, en la época de la Guerra de Malvinas en Buenos Aires
cuando se generó una movida de grupos nacionales, me dije: “Esto no me lo puedo perder”,
e hicimos un grupo que se llamó Los Argies (Argie: Apócope despectivo de
la palabra "argentino" utilizado por los militares ingleses hacia los
soldados enemigos durante la guerra) y como empezaba a venir más la onda
musical new wave, empezamos a
escuchar a The Police, Elvis Costello, el ska; se empezó a mezclar la música.
Justo, con
la vuelta de la democracia, se vivía un momento de plena ebullición para la
movida del rock de acá…
¿Y qué te parece? En esa época, el grupo under que
más me gustaba era Alphonso S' Entrega. Pero yo tocaba en Los Argies.
Un día, estábamos tocando en Electric y viene (Roberto) Pettinato y
nos dice: “¿Puedo tocar con ustedes?”
Yo sabía que él estaba en Sumo, pero estaba todo bien porque en esa
época todos estábamos en la misma. Luca (Prodan), Pettinato,
(Horacio) Fontova y Enrique Symns recorrían los pasillos
del Café Einstein, y todos tocábamos en ese tipo de lugares. También estaba
empezando Soda Stereo. Yo los vi por primera vez en el pub Zero, que
habíamos inaugurado nosotros, Los Argies. Recuerdo que Daniel Melero
nos había hecho los programas que se distribuían entre las mesas. Y en aquella
oportunidad le pregunté al dueño quien tocaba y me dijo: “Soda Stereo, matan” Entonces me quedé y se llenó
de gente. Fue impresionante. Cuando empezaron a sonar me levanté para ver
cuántos eran, ¡y para mi sorpresa eran solo tres! Yo pensaba que eran cinco
porque sonaban muy bien. Ese lugar no solo era nocturno, sino que también era
un lugar de encuentro a cualquier hora del día. Yo tenía una canción que le
había hecho al “Barrio Chino”, que tocaba con mi grupo, pero les gustaba a los
pibes de Alphonso. Y un día Daniel Morano (guitarra y voz del
grupo), con alguien más, vino a verme al (Bar) Einstein, y me comentó que les
faltaba un guitarrista porque el de ellos se les había ido y me ofreció tocar
con ellos. Yo sin dudar le dije que sí. Con lo cual les tuve que decir a Los
Argies que me iba con Alphonso y la verdad no les causó mucha
gracia.
¿Y ellos
siguieron tocando?
No.
LA PARED LUMINOSA
Entonces, en
el 83 empezás en Alphonso S´Entrega...
Sí, me encantaba tocar ahí sobre todo porque no
tenía que estar al frente. Morano cantaba y yo tocaba la viola atrás. A
pesar que eran delirantes estaban más profesionalizados. Durante ese año aprendí
un montón. Nos fuimos de gira con Sumo. Hasta que el bajista se fue a la
mierda tras haberle roto el auto a Daniel (Morano). Entonces,
como no teníamos bajista y se venía un show en la semana, Daniel propuso
a Rino (Rinaldo Rafanelli) y nos fuimos hasta su casa para
pedirle que se uniera a nuestro grupo. Y él dijo que sí. Me acuerdo cuando Rino
vino a vernos tocar y vio que éramos medios desastrosos, ni plomo teníamos.
Los instrumentos y equipos los cargábamos e instalábamos nosotros mismos. Para Rino,
acostumbrado a otro nivel de profesionalismo, eso no podía ser. Así que llamó a
gente conocida de él y nos organizó el escenario. Lo cual fue muy bueno porque
aprendimos un montón. Y ahí Alphonso pudo solidificarse en esa
formación. Varias compañías nos llamaban para grabar, pero Morano se
resistía porque quería seguir siendo under. Tocábamos en Badía & Cía. y Tinelli nos hacía entrevistas. Aparte Daniel tenía
un programa en Radio Rivadavia. Justamente, ese programa (El tren fantasma) sería el precursor de lo que se hace ahora en las
radios de rock. Por esos años,
en esa radio de los Morano, podían pasar temas que duraban 25 minutos
como “Close to the Edge” (de Yes) sin problemas. Algo inimaginable hoy
en día. Bueno, seguimos así hasta que en el 86 terminamos grabando en
Interdisc.
Una compañía
discográfica que, en esos años, tenía a casi todos los números principales del rock nacional. Salvo Soda...
Sí, tenían un montón de artistas. Y se ve que les
gustaba mucho “Barrio Chino” porque sacaron un simple que tenía esa canción de
los dos lados. ¡Insólito! Yo les pregunté por qué y me dijeron: “Porque es el tema que más se escucha”.
Ese primer disco tuvo la producción artística de Charly García, a quién
yo pasaba a buscar con mi auto para ir a los Estudios Panda porque él no
maneja. El viaje era un flash, me acuerdo que se me cruzaban los autos y le
gritaban “¡Charly!” y
las minas le mostraban las tetas. Charly estaba en un buen momento.
Sí, además
estaba produciendo varios discos a la vez...
Claro, por eso a veces le agarraba la locura. Tal
es así que no pudo seguir y dejó de producirnos. Por eso el disco al final lo
terminó Carlos Villavicencio con Mario Breuer. Recuerdo
mucho una anécdota de esas grabaciones, un día, cuando empecé a cantar “Barrio Chino”
con mucha timidez, bastante nervioso, aunque la pecera del control estaba
lejos; hasta que, de repente, cortan la música. Yo veía que Charly hablaba;
y después viene (Marcelo) Pelater, que era el saxofonista, con mi
guitarra y me dice: “Dice Charly que te cuelgues la
guitarra”. Lo hice, y entendí el mensaje. Después vino Charly,
me palmeó y me dijo: “No te preocupes que a mí también me pasó”.
La verdad que conmigo tenía re buena onda. Me invitó a su casa. (piensa) Homero Expósito me enseñó
a hacer canciones, Charly a cantar, y Spinetta me invitó a tocar
en su casa después de haberlo atendido en “El Gato Negro”. La verdad que todo
es como un sueño y no lo puedo creer. Hasta toqué en River con Los Romeos,
como soporte de Madonna. Volviendo a lo de Alphonso, sin dudas,
fue la banda más divertida que tuve en mi vida. Después grabamos el segundo
disco (El Paso, 1988) que es mucho más elaborado que el primero,
aunque no más exitoso; y ahí se fue Rino.
Y en la
actualidad, ¿qué relación tenés con una canción como “El Manisero”, que sigue
sonando tanto en la radio?
A mí me encanta. Esa canción la amo. La compuse con
Morano.
Y tiene esa
parte que parece sacada de un bolero, cuando dice “el manisero se va...”
Sí, esa parte la sumó Pelater. La estábamos
sacando, improvisando. Entonces, yo empiezo a cantar, Morano pone
acordes melosos de guitarra y en el final pasa Marcelo (Pelater), que tenía la voz finita, y
dice (imitando el timbre de voz agudo) “el manisero se va...” (risas) Y así quedó. Él era un tipo muy
noble. Pensar que se comió dos años en cana por proteger a su hermano.
¿Por qué?
Lo habían acusado de venderle porro a un menor pero
había sido el hermano, no él. Sin embargo él no dijo nada. Incluso, una vez lo
llamaron de Soda Stereo a tocar y él no se fue. Entonces yo le pregunté
por qué no había ido, y me dijo (imitando el timbre de voz agudo) “Y,
porque no quería cagar a los pibes” (risas). Ahora toca en el subte. No hay mucha gente como él. (Nota:
Esta nota se realizó en 2012, Marcelo Pelater falleció en octubre de 2016)
¿Y cómo
sigue la historia de Alphonso?
Después, cuando se empezó a desmembrar todo, entró
a la banda Pablo Sbaraglia, que solo tenía 17 años, a tocar teclados.
El, con nosotros empezó a descubrir la onda new wave. Le gustaban mis canciones y a mí también me interesó
su inclusión en el grupo porque, la verdad, tenía mucho vuelo el pibe. Por eso,
luego, nos dijimos: “Vamos a hacer un
grupo nuevo”. Y ahí él tuvo la oportunidad de hacer sus propios temas,
que tenían una onda algo más “optimista”.
Empezamos a buscar diferentes músicos hasta dar con los que nos gustaban. Fuimos
a la Bienal de Buenos Aires y llegamos a la final. Entonces, tuvimos que
ponernos un nombre. Así nacieron Los Romeos. Más tarde, un día, yo me
puse a tocar un tema en joda que era “Basura” y Pablo me dice: “Dale,
toquemos eso que está buenísimo”. Después, estábamos en un boliche
de Belgrano y cayó una mina de Costa Rica (Clea Torres) que tocaba el
saxo, y Pablo me dice porque no íbamos a casa y hacíamos el demo con
arreglos de saxo. Y nos quedamos como hasta las seis de la mañana pero, al
final, pudimos terminar el demo de “Basura”. Más tarde, me llama una mina y me
dice: “Yo quiero ser manager tuya”. Y bueno, yo dije “está bien”. Entonces le di unos
casetes, y parece que la mina le dio uno a Bobby Flores. Él lo miró y lo
tiró en una bolsa de repleta de casetes. Hasta que un día, cuenta Bobby,
que estaba en un embotellamiento, re contra embolado, mete la mano en la bolsa,
saca nuestro demo y empieza a escuchar: “Basura/ Miro tu mente y veo, basura...”
Le sonaba a Alphonso pero sabía que no era. Bueno, cuestión que lo pasa
por la Rock & Pop y dice: “Quiero
saber quiénes son estos pibes.” Y ahí me empieza a sonar el teléfono
para decirme que Bobby estaba pasando el tema por la Rock & Pop y quería saber quiénes
eran los que tocaban. Entonces lo fuimos a ver. Y nos dijo hay que había que
grabarlo. Finalmente, el demo llegó a los oídos de Daniel Grinbank.
Luego, me llama Rino y me dice que nos había conseguido 100 horas en el
Estudio Aguilar, una garcha de estudio que no tenía ni siquiera monitores, y en
donde se grabada en 16 canales. Pero igual estaban grabando varios grupos ahí.
Por ejemplo, estaba Melero produciendo a Los Brujos. Así que
empezamos a grabar ahí hasta que vinieron de DG Discos y nos mudaron de
estudio. Ahí nos vamos a grabar a Moebius, el lugar donde grababa Soda.
Allí hubo un accidente con la cinta de 16 canales, que habíamos traído desde el
Estudio Aguilar. Como había que pasarla a 24 (la cantidad de canales que había
en Moebius), el ingeniero la puso en la grabadora pero se olvidó de ajustar el carrete
y la cinta salió volando, y se enroscó en el suelo pero, por suerte, no le pasó
nada. Así que le pusimos las voces y los caños a lo que ya teníamos grabado y
volvieron a venir los enviados de Grinbank a decirnos que nos volvíamos
a mudar de estudio, ahora a Panda. Era como que nos iban elevando el crédito,
mudándonos, paulatinamente, de un estudio medio pelo a otros más equipados.
Además, como la compañía estaba en expansión, tenían guita para gastar e
invertían más plata en nuestra producción.
SIN MEDITAR: UN VIAJE DIRECTO A LAS ESTRELLAS
¿Ya los
habían empezado a promocionar, o puesto a tocar en algún lado?
No, hasta ese momento, con Los Romeos, solo
habíamos tocado en tres boliches. Cuando terminamos de grabar en Panda, sale el
disco en diciembre; y nos ponen de teloneros de Simple Red en Obras.
¡Alucinante! Hasta jugamos al fútbol con el Colorado (Mick Hucknall),
el cantante del grupo, que venía de Brasil y se había comprado toda la ropa del
Flamengo. Para ese momento ya estaba tocando con nosotros Gringui Herrera,
un capo que se toca todo en la guitarra. Luego, hicimos el video clip, nos
llevaron al programa de Tinelli y nos hicieron firmar un contrato con Telefe; y
tuvimos que tocar con Duran Duran en Córdoba, Tucumán y Rosario.
Sí, tal cual. Pero Sbaraglia ya estaba medio
resentido con el grupo. Como “Basura” había sido un súper hit, la compañía
quería que el segundo corte del disco fuera “Sin Meditar”, otro tema mío; y Pablo
no quería eso, quería que el segundo hit fuera algún tema de él. Tengamos
en cuenta que yo había compuesto cuatro o cinco temas, y él ocho. Pero esa
decisión no la manejábamos nosotros, había otros intereses en juego. Además, si
yo tuviera que elegir qué tema la va a pegar te puedo asegurar que nos
fundimos, porque nunca le pego…
Pero esa
situación desemboca en la salida de Pablo del grupo…
Sí, él decide irse del grupo, luego de los dos
shows que teníamos que hacer en River junto a Madonna. En ese show,
antes de nosotros, estuvo Luciano Jr. haciendo rap, y le tiraron de todo al escenario. Volaban latas de
cerveza, monedas… Yo vi eso y me dije: “Mamma mía, lo que nos espera acá…”
Teníamos que enfrentar la situación de estar tocando de noche para 50.000
monos. Así que nos juntamos todos los del grupo, tipo jugadores de fútbol
americano, y encaramos directo al escenario. Que fuera lo que Dios quisiera.
Empezamos, hicimos los dos primeros tonos de “Voy a Dar Pelea” -¡justamente!-, y la gente se volvió loca. Y ya
el segundo fue “Basura”. Ahí, directamente, nos amaron. Explotó el estadio, no
se podía creer… Tocamos durante 25 minutos, y fue un flash extravagante. Bueno,
ese fue el pico más alto del grupo, después todo empezó a caer.
¿Por qué?
¿Tuvo que ver con la salida de Sbaraglia o también hubo otros factores?
Lo de Sbaraglia fue como si se desquebrajara
la columna vertebral del grupo, y cuando eso pasa es muy difícil continuar. En
fin. Igual, hubo otras situaciones en ese momento que eran casi surrealistas.
Por ejemplo, llegar a la puerta de un colegio, luego de aparecer en el programa
de Tinelli, y que las chicas me rodearan, pidiéndome que tocara “Basura”. Esa
“popularidad” no me gustaba mucho, yo quería salir huyendo de eso. A mí me
encantaba que mi grupo fuera famoso, pero yo no. Yo soy una persona muy
tranquila. Es lindo que te reconozcan, es casi como una droga; pero yo siempre
fui consciente de que tenía que seguir adelante, haciendo nuevo material, y que
esa fama se iba a terminar en algún momento, porque todo forma parte de un
ciclo natural.
Sí, pero debía seguir haciendo mi laburo con las
nueces, con las pasas de uva. La gente no entendía porque seguía trabajando en
eso luego de aparecer en la tele. Se creían que uno por aparecer en TV gana un
montón de guita, y eso no es verdad. Pero, aunque así fuera; podés ganar mucha
plata –un tiempo- pero después, ¿qué hacés? Porque todo eso se termina. En mi
vida siempre estuve yendo y viniendo, nunca pude vivir largo tiempo solo de la
música. A mí me gusta mi trabajo con la fruta seca –algo que hice toda mi vida,
desde chico-; lo otro, la vida del músico, es muy estresante. Además, nadie me
contrataría para tocar con otra gente, porque yo hago canciones. Canto un poco,
toco la guitarra; pero no podés estar haciendo, todo el tiempo, un hit atrás de
otro. Quizás, eso lo pueda hacer Calamaro pero no hay muchos más. Yo podía
ser medio bohemio, o qué sé yo, pero siempre por detrás estaban mi hija, mi
familia. Siempre tenía que tener ingresos, estar en movimiento, no podía
hacerme el loco y desentenderme de mis obligaciones. Eso lo tengo bien en
claro.
¿Nunca se te
ocurrió componer temas para otros artistas?
Nadie me propuso nada. Igual, hice algunas cosas.
Compuse una canción para el programa Las Patas de la Mentira (junto al
documentalista Miguel Rodríguez Arias), y ahora tengo que hacer otra
para otro programa. Sin embargo, estos son trabajos que los hago más por placer
que por plata, porque, además, ni siquiera te pagan mucho. No voy a comprar un
auto con lo que saque de ahí, o una casa… Aparte, cuando gané buena guita con
“Basura”, no la guardé, la reventé rápidamente porque, en otro momento, hubiera
pagado para estar ahí, y por eso me parecía irreal que me pagaran esa plata a
mí… Los grupos en que estuve siempre fueron un poco delirantes y no tuvieron
toda la fortuna que tuvieron otros para mantenerse.
¿Cuál es tu
explicación de porqué no pasó eso?
Creo que tiene que ver con cómo encara uno las
cosas. Yo tenía dos vetas: mi trabajo comercial y mi labor como músico. Y como
dice el dicho: “El que mucho abarca,
poco aprieta”. Fueron muchos factores. Si hubiera tenido solo la música
como sostén creo que me hubiera movido más en ese ámbito, escarbando y buscando
mi lugar. Es como que la necesidad te hace. No es fácil. Además, hay tipos más
carismáticos que se mueven muy bien sobre el escenario y a mí no me gusta eso…
Pero la
historia de Los Romeos no se terminó ahí…
No, luego grabamos un segundo disco, Tirame
un Salvavidas, que está buenísimo, pero no tuvo éxito. Además se
fundió DG Discos, y eso también, quiérase o no, influyó. Así que el disco no
tuvo difusión y, por supuesto, ya sabíamos que no nos iban a grabar otro álbum.
Por eso, aunque luego fuimos a MTV en Miami, yo ya sabía que eso eran los
últimos coletazos, que era una situación próxima a terminar y que había que
aprovecharla bien.
SATISFACIENDO MI ALMA
¿Y cómo
sigue tu historia musical?
Luego de un tiempo empecé a tocar en un grupo de
música electrónica llamado Electronido y luego me agarró una malaria
económica tremenda en el 2000. En ese momento perdí todo, me fui al tacho, no
tenía ni para el colectivo… Estaba muy mal, caído anímicamente. Entonces, hasta
mis propios acreedores me decían: “¿Por qué, mejor, no te dedicas a la música;
que es lo que mejor sabés hacer?”. Así volví…
¿Y cómo?
Porque ahí apareció Juan Rodríguez, el
legendario baterista. Junto a él y los dos pibes que me habían acompañado en Electronido
me junté a tocar y empezó a sonar muy bien lo que hacíamos. Cuando Juan se
tuvo que ir a hacer otra cosa, nos dejó como reemplazante a (Oscar) Moro,
¡nada menos! Al principio, Moro no daba pie con bola porque estaba mal.
Venía de estar enfermo, medicado; pero cuando comenzó a engancharse se armó una
gran banda. Era alucinante, lo que pasaba es que Moro estaba re loco. En
resumen, yo estaba loco, Moro estaba más loco, y, sin embargo, ¡la cosa
funcionaba! Eso me inspiró a seguir. Debido a eso, por esa época empiezo a
componer las canciones que luego formarían parte de Pasaporte (2006),
el último disco de Los Romeos.
Porque apareció en escena Sergio Scharaer,
quien había sido el primer manager de Los Abuelos de la Nada. Él se
acercó a nuestro grupo porque aún estaba tocando Moro con nosotros, y le
encantó lo que estábamos haciendo. Luego Moro se fue pero Sergio igual
puso la plata para que nosotros grabáramos Pasaporte, en 2004; otra vez con Juan
Rodríguez en batería y Carlos Gardellini en guitarra. Ese disco
quedó buenísimo y creo que es uno de los que más me gusta de todos los que
hice. Tiene una cosa medio “setentosa”. Pasaporte es un álbum con un
sonido único, re personal. Eso, quizás, se deba a la forma de tocar la batería
de Juan Rodríguez, quien nos inspiró a realizar esa música.
Lamentablemente, como fue una producción independiente, tardó demasiado tiempo
en salir. Después de hacer eso me contacté de vuelta con Gustavo Virgilio,
que era el baterista original de Los Romeos. Así, él volvió al grupo y
ahora tenemos un estudio juntos, en donde estamos grabando algunas cositas,
además de tocar en un local que Gustavo puso que se llama “Lo de
Virgilio”. En eso estoy ahora, por un lado sigo con mi actividad relacionada a
los frutos secos, al frente de una distribuidora que se llama Marrakesh, y por
otro estoy haciendo música. Esas dos actividades son mi vida y me encantan.
¿Y ahora
mismo estás grabando un nuevo álbum?
Sí, estamos grabando el disco sucesor de Pasaporte.
Por otro lado, también me estoy juntando a tocar, a ensayar con los chicos de Alphonso
S´Entrega, con su formación original. Ojo, por ahí, volvemos… (risas) Tocar con ellos me encanta, me
hace cagar de risa.
Sin dudas, primero a todos mis compañeros de Alphonso
y Los Romeos; también a Rino, quien es como mi hermano mayor de
la música, ya que estuvo un montón de años conmigo y me enseñó un montón de
códigos, de yeites. También, Carlos Gardellini, Gady (Pampillón)
–quien llegó a formar parte de Los Romeos, durante algún tiempo-, o Juan
Rodríguez. Bueno, obvio, Hilda Lizarazu, a quien conozco de toda la
vida porque es mi hermanastra. Nuestros viejos están casados: mi mamá con el
padre de ella. Hilda cantó en Alphonso, hizo voces en Los
Romeos; y yo también colaboré con ella. Justamente, Pasaporte
nació de un trabajo que hice con ella, cuando fuimos con Los Romeos
a acompañarla para grabar un par de temas suyos, que después formarían parte de
su disco Gabinete de Curiosidades.
¿Qué música
escuchás?
Me gusta mucho escuchar discos mientras estoy
cocinando. Qué sé yo, escucho de todo; desde Amy Winehouse a Steely
Dan; pasando por los Conciertos Branderburgueses de Bach;
blues, cosas de B.B. King,
Rick Derringer; o algo de (John) Coltrane, jazz viejo de los 60…
¿Del rock nacional actual te gusta algo?
No, la verdad que me aparto un poco, porque no me
gusta mucho, no me conmueve nada. Yo me fijo mucho en las letras, y como ahora
son medio facilongas no me llaman la atención. A lo mejor siempre fue así y no
me daba cuenta, no sé. No encuentro nada que me interese, lamentablemente. Pero
quizás sea porque ya estoy viejo… Una de las poquitas cosas que me gustan son Los
Cafres, un grupo que ha mejorado un montón. Me encanta lo que están
haciendo ahora.
¿Cuál es tu
relación con las guitarras, tenés alguna preferida?
Soy muy fanático de las guitarras, me gustan mucho,
tanto como los autos. Además, tuve un montón: Stratocaster, Telecaster, Les
Paul, Gibson 347, Gibson Chet Atkins, Epiphone, Yahama, Hammer, Ibanez… Siempre
fui cambiando y vendiendo mis guitarras; pero si tengo que elegir una como mi
preferida, esa sería, sin dudas, la Fender Telecaster. Sin embargo, es la más
difícil. Es medio salvaje la Telecaster; no es una guitarra fácil de tocar. Uno
tiene que ir domándola, creándole un sonido; porque, a la vez, es una guitarra
sin complicaciones, simple. Si vos, en cambio, agarrás una Les Paul y le metes
un acorde, suena como si fuera un piano (sic). El touch que tiene la Les Paul es increíble, con su hermoso diapasón,
ese diseño, las cuerdas… Sin dudas, es una guitarra inigualable, impacta. Pero,
en cambio, como la Telecaster es más chica –aunque tenga un sonido más
indomable- me viene bárbara a mí, porque yo tengo una contextura física chica.
¡La misma
Telecaster que le dio nombre a uno de los temas del primer disco de Alphonso!
Igual, supongo que componés con la criolla…
Tal cual, tengo una criolla con la que compuse casi
todos mis temas. Es casi mi cabala componer con esa guitarra.
¿Qué
componés primero, la música o la letra?
La música, primero. Cuando te sale primero la
letra, ya es más difícil. A veces compongo en mi auto, muchas de mis canciones,
las letras, las hice ahí. En resumen, primero agarro la guitarra y empiezo a sacar
tonos nuevos, y con esos tonos hago la música que se va quedando grabada en mi
cabeza. A esa música luego le pongo letra. Hay letras, como la de “Basura”, que
las hice en 10 minutos. Esa la compuse medio en joda para mandársela, en un
casete con otras, a un primo mío que estaba viviendo en Europa. Y la hicimos
así, zapando toda la letra de una, basada en un bolero que en un momento de su
letra decía “basura”.
¿Qué canción
de otro te hubiese gustado haber compuesto vos?
Qué sé yo, varias… Alguna de Calamaro.
(Tararea) Esa que dice lo de “tu pelo enredado” (se refiere a
“Para No Olvidar”, del disco Palabras Más, Palabras Menos de Los
Rodríguez, editado en 1995). Me encanta esa canción.
Lo que se
llamaría: “La canción pop perfecta…”
Sí, tal cual. Ese tema está muy bien, y, dentro de
mis posibilidades compositivas, es algo que yo podría haber hecho. Por
supuesto, me hubiera gustado componer alguna canción de (Joaquín) Sabina,
pero eso ya escapa de mis posibilidades… (risas)
(Nota: Esta entrevista fue realizada en enero de
2012, luego de eso, Los Romeos publicaron dos EP: Mentira! (2012) y Selfie (2015)
Emiliano Acevedo
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