Su
nombre es Héctor Lorenzo
Barros, pero para la mayoría es simplemente Pomo;
uno de los mejores bateros que dio el rock de acá. Nacido el 25 de septiembre
de 1950, en Buenos Aires, se vinculó siendo apenas un adolescente a la bohemia
de los jóvenes porteños de los años 60, en el mismo momento en que se estaba
edificando una nueva música, idealista y contestataria, que se oponía a lo
establecido. Eran los años de naufragar por los cafés, bares, cines y las
librerías de la calle Corrientes; o juntarse en la Plaza San Martín, ahí nomás,
a pasitos de Estación Retiro y del mítico Instituto Di Tella.
De
esas movidas surgió la primera formación de Los Abuelos de la Nada, en donde Pomo tocó la batería. Este sería
apenas el primer peldaño de una carrera extensa y prestigiosa que llega hasta
nuestros días. Una trayectoria única en la que se dio el lujo de tocar con las
más grandes figuras del rock nacional y de ser integrante de varios grupos que
marcaron a fuego la historia.
ENTREVISTA> ¿Cuáles son tus primeros recuerdos vinculados a la música?
Según
me cuenta mi madre, de chiquito ya hacía bastante ruido con las cacerolas.
¿Dónde
transcurrió tu infancia?
En
el barrio de Monserrat hasta los 6 años y luego nos mudamos acá, a la Paternal.
Viviste
el comienzo del rock nacional y la movida de los primeros hippies del país.
¿Qué recordás de esos momentos?
Esa
fue la movida de la Plaza San Martín, el (bar) Moderno y la calle Corrientes.
Divagar por los bares, las confiterías; por la Giralda, la Paz, la Martona, la
Academia, Callao 11… Todo ese circuito de la bohemia del Buenos Aires de la
época.
¿Y
cómo te contactas con esa movida?
Me
enteré acá mismo, en el barrio. Me acuerdo que nos juntábamos bastante con Pappo y después de la etapa de ir a
bailar, cuando teníamos 17 años (luego de volvernos locos viendo tocar a Los Shakers en los bailes y emocionados
con las primeras guitarras eléctricas que se veían en los programas de
televisión), comenzamos a irnos hacía el Centro sabiendo que había empezado una
movida muy importante allí.
A
Pappo lo conocías de chico…
Sí,
porque vivía cerca de acá, a dos cuadras. Desde chicos teníamos mucha afinidad
por los fierros, a los dos nos gustaban mucho los autos y hacíamos locuras con
los coches. Él ya me venía a buscar a mi casa desde los 12 años. Teníamos una
barra de amigos, acá en la esquina; en donde él también comenzó a coparse con
tocar la guitarra.
Tal
cual. En la Plaza San Martín yo había conocido a Miguel (Abuelo) y Pipo
(Lernoud). Luego, comenzamos a reunirnos en la casa de Pipo y como Miguel
ya tenía canciones compuestas empezamos a dar forma a la idea de hacer un grupo
junto a los hermanos Lara, Mayoneso
y yo. Luego, a través de la madre de Pipo, éste y Miguel consiguen que un
productor de CBS (Jaco Zeller) nos
oiga para grabar. Este tipo les da el OK y entonces me llaman a mí para que
toque la batería en esa grabación. Ahí grabamos “Mariposas de Madera”, en donde
toca la guitarra Claudio Gabis. Pero
éste ya estaba enganchado con Javier
Martínez (debido la afinidad que tenían en común por el blues) en el
proyecto de lo que después sería Manal
y se va a hacer eso. Entonces yo le dije a Miguel que lo conocía a Pappo y así
entró a Los Abuelos. Los restantes temas que grabamos ya son con Pappo en
guitarra.
¿Por
qué no pudieron grabar un larga duración, luego del simple?
La
idea era grabar el LP, pero quedó trunca; a pesar de grabar 5 o 6 temas (que
luego fueron editados y circulan por ahí en forma pirata). En esas sesiones fue
cuando Norberto (Pappo Napolitano) tuvo la primera oportunidad de grabar un
tema suyo: “La Estación”.
¿Qué
haces luego de separarse esta primera formación de los Abuelos?
Sigo
con Miguel en un grupo llamado El Huevo,
junto a Carlos Cutaia. Pero, al
igual que el proyecto anterior, se frustró. Bueno, eso era algo común para la
gente inquieta y creativa: abandonar un proyecto por otro. Además en ese
momento era muy difícil mantener un grupo de gente unida por demasiado tiempo.
En
Plaza San Martín también conociste a Tanguito, ¿no?
Así
es. Lo encontraba siempre en el monumento a la bandera de la plaza y en la
explanada. Tango tenía una personalidad muy especial, era una persona muy
creativa; un animal. Lo que después se vio en la película (Tango Feroz) no tiene nada que ver, eso fue demencial. Me acuerdo
que para la época en que se estrenó yo no estaba viviendo en la Argentina. Un
día, que estaba de visita en Buenos Aires, se me ocurrió ir al cine a ver esa
película y me quedé colgado en la estratosfera. No entendía nada.
Fíjate
que no aparece ningún teléfono de baquelita negro en toda la película. Ni uno…
Algo increíble si tenemos en cuenta la reconstrucción histórica de la época.
Ese es un detalle ínfimo pero que habla del carácter insostenible e inexacto de
toda la historia. Es una reseña sobre un personaje parecido, pero de ninguna
manera se puede decir que es una película basada en la vida de Tango.
TEMA DE LUIS
¿Qué
pasó con Tórax, el primer intento de banda de Spinetta luego de Almendra?
En
1970, mientras ideaba su proyecto solista, Luis
tenía una casa inmensa en la Florida, en Vicente López; por ahí pasaban muchos
músicos y siempre había amigos de visita. Me acuerdo de que estaba Edelmiro (Molinari) con todos los
equipos, los Marshall, y se nos ocurre armar un trío (Tórax). En realidad, se armaban y desarmaban tríos como si nada. Al
mismo tiempo que pasaba esto yo también estaba en otro trío (formado para
grabar Spinettalandia) junto a Pappo
y Luis.
En
Spinettalandia compones un tema y todo…
Sí,
“Descalza Camina”, en donde toco guitarra.
¿Cuándo
conociste a Spinetta?
Lo
conocí cuando Almendra dio un
concierto en el Velódromo, en medio de un festival de rock. Fue entre el 69 o 70.
Luego, nos vamos juntos de viaje a Europa. Unas artistas francesas nos habían
invitado a ir a Paris y decidimos viajar a ver qué pasaba. En París nos
quedamos viviendo 6 meses, en comunidad. Luego nos trasladamos con Luis a una
casa enorme en donde había un armario repleto de ropa, entonces nos disfrazamos
con eso y salíamos a la calle a pedir dinero para comprarnos, aunque sea, una
baguette… Luego yo me voy a Londres; en donde me quedé viviendo casi dos años.
¿Qué
hiciste durante tu estadía en Inglaterra?
Hacia
gigs (presentaciones) en el circuito
de los pubs. En la última época me había conectado con un par de músicos de Spooky Tooth y tenía trabajo. Pero me
resultaba muy difícil manejar el tema del transporte, para movilizar la batería
y demás. Es muy complicado manejar en Londres. Me acuerdo de que cuando tenía
una combi para movilizarme, me perdía. Un desastre… Luego mi mujer quedó
embarazada y se volvió a Buenos Aires. Por eso, cuando nace mi hija (en 1972)
me vuelvo yo también y ahí es cuando Pappo me convoca para el hacer tercer
disco de Pappo´s Blues.
¿Cómo
fue esa experiencia?
Un
día Pappo viene a mi casa para llevarme a conocer a un bajista. Era Machi (Rufino). Enganchamos rápidamente como trío y estuvimos tocando un
año y medio, más o menos.
Sí,
fue un muy buen disco. Y al mismo tiempo es un registro muy espontáneo porque
grabamos todo el lado A un sábado y el B un domingo. Fue casi como grabar un
disco en vivo. Un bajo, la viola, la bata, un micrófono para cantar, dos para
el bombo y se acabó… Así también están tocados los temas, uno atrás del otro,
sin ningún efecto especial, sin playback. Estábamos muy aceitados como banda,
hacíamos cuatro shows por noche.
¿Cómo
era trabajar con Pappo?
En
ese momento era muy caótico. Por ahí ibas a ensayar y te encontrabas con que
alguien ya estaba tocando en lugar tuyo (con tu equipo) y nadie te había
avisado nada. De hecho, fue lo que nos pasó a Machi y a mí cuando Pappo puso a
los músicos de Engranaje a tocar con
él. Nos cambió, de la noche a la mañana, por ellos. Eso ocurrió uno o dos días
antes de realizar la filmación de la película (Rock Hasta que se Ponga el Sol). Luego Pappo nos llamó y nos pidió
perdón, pero nosotros le dijimos que no y al final terminó filmando con ellos.
Después, no tocamos más con él.
¿Ya
te empezaba a dar vuelta en la cabeza la idea de tocar junto a Spinetta?
Sí,
ese fue el periodo en que lo empecé a conocer más a Luis. Justo se estaba
separando Pescado Rabioso. Luego,
durante la grabación de Artaud, iba
muy seguido al estudio a verlo grabar y ahí comenzamos a delirar lo que iba a
ser su siguiente proyecto grupal.
Pienso
que salió así porque Luis se abrió, como músico, a un sistema de composición un
tanto más multifacético. Se despachó componiendo en función de la banda que
tenía. Me acuerdo de que nos habíamos reunido, con Machi, en una quinta de
General Rodríguez a ensayar y ahí yo le pongo el nombre a la banda. Ensayábamos
un montón. Luis siempre fue una persona que ensaya mucho, porque su material
así lo requiere. En definitiva, intentamos realizar una temática nueva que no
sonara para nada parecido a los grupos de la época. Hacíamos entramados
rítmicos bastantes raros para la época: tiempos de 3 (3/4, 6/8). Invisible era una sociedad, una
sociedad anónima. Era “anónima” porque no se la podía ver… (risas)
¿Qué
te pareció la reunión de Invisible (en diciembre de 2009) durante el concierto
de Las
Bandas Eternas de Spinetta?
Fue
una experiencia fantástica. Sonó bárbaro y quedó grabado en un registro que
tiene gran calidad. Además me puso muy contento ver a Luis feliz, en la
celebración por sus 40 años como músico. Ver su entrega total, tocando durante
5 horas y media. Solamente él podía hacer semejante cosa. Me acuerdo que
estuvimos ensayando, 1 o 2 veces por semana, durante un mes y medio para tocar
en ese show. Igual, él se repartía para ensayar, al mismo tiempo, con todas las
demás bandas que lo acompañaron. No sé cómo hizo…
¿Qué
hiciste cuando se separó Invisible, a fines del 76?
Me
voy a Nueva York a comprar equipos y cuando vuelvo formo Sr. Zutano, un grupo junto a Lito Epumer (guitarra), Juan del Barrio
(teclados) y Francisco Ojstersek
(bajo). No pudimos grabar, pero nos presentamos bastante en vivo, tocamos en el
teatro Premier y demás. Un año más tarde hago lo de Seleste, junto a David Lebón;
pero tampoco lo pudimos plasmar en disco. Esa experiencia fue anterior a que
David se fuera a tocar a Serú Girán.
¿Qué
tipo de música hacías en esas bandas?
Zutano
era una banda polirrítmica, que incluía mis primeras canciones (con música
ideada por Lito Epumer para mis letras). De hecho, uno de esos temas luego
terminó integrando mi álbum Histórico,
un disco en el que hago versiones de temas de cada una de las bandas en las que
estuve. El repertorio de Sr. Zutano tenía una mitad de temas instrumentales y
el resto cantado por Fran (Ojstersek). En Seleste hacíamos los temas que tenía
Lebón en ese momento. Era casi su experiencia solista. Luego de que se termina
esto me meto de lleno en Spinetta Jade.
¿Cómo
se arma este nuevo proyecto?
Me
acuerdo que nos veíamos mucho con Luis en el Parque Leloir, donde jugábamos al
tenis con David (Lebón). En ese momento me empiezo a juntar con Luis en su
quinta y ahí empezamos a idear el proyecto de Jade. Al principio, casi no
teníamos banda. Estábamos solos Luis y yo. Luego yo convoco a Juan del Barrio y
también se acercan a tocar con nosotros (en calidad de invitados) Lito Vítale y Pedro Aznar. Después, para la grabación del primer disco ya
teníamos la banda formada con la inclusión de Beto (Satragni, en bajo)
y Diego Rappoport (teclados). Esa
fue la primera formación de Jade.
¿La
forma de trabajar de Luis, de encarar el proyecto, en Jade era similar a lo que
habían hecho en Invisible?
No,
totalmente distinta. De movida hay que pensar que Spinetta Jade era una banda por la que pasaron un montón de
músicos, varias formaciones distintas, muchos músicos invitados; mientras que
(por el contrario) en Invisible
éramos siempre los mismos tres tipos, salvo cuando se suma Tommy (Gubitsch) para la
grabación del último disco. Invisible era una cooperativa y Jade tuvo un montón
de colores y músicos diferentes. Spinetta Jade una fue una vía ideal para dar
rienda suelta a la música de Luis de ese momento pero no tuvo el carácter
compacto (como grupo) de Invisible.
A
pesar de que fuiste el único músico que acompañó a Luis en todas las
formaciones de Spinetta Jade, en el último disco casi no tocas. ¿Por qué?
Porque
Madre en Años Luz fue el primer disco
que se grabó en forma digital en Argentina. Lo único que toco ahí son platos ya
que el resto son baterías digitales.
¿Cómo
te llevabas vos con el fenómeno de las baterías electrónicas en esa época?
En
ese momento, en que recién aparecían, era algo contradictorio. Por un lado lo
odiaba y por otro no. Era mi primer encuentro con las máquinas y me costó
hacerme amigo. Me acuerdo que en ese disco hay dos tres temas en los que las
baterías fueron programadas por Pedro Aznar, y yo vi como lo hacía porque en
ese momento estaba también tocando con él. A pesar de que casi no participé en
ese último disco de Jade, seguí tocando con la banda en los conciertos hasta la
separación del grupo en 1985.
UN GUERRERO QUE NO DETIENE JAMAS SU
MARCHA
¿Cómo
fue la experiencia de grabar el primer disco solista de Pedro Aznar?
Fue
una locura, lo grabamos en la casa de él, con dos frazadas colgadas en la pared
y un micrófono que captaba el sonido a través de la puerta… Un desastre, la
nada misma (risas). Es un buen
recuerdo. Ahí también participa el Mono
(Fontana). Fue un discazo. Luego del
84, cuando se terminó Jade, me quedo tocando casi dos años más junto a Aznar y
grabamos sus siguientes discos solistas: Contemplación
y Fotos de Tokio. En 1986 me voy a
España, en donde me quedo viviendo hasta el 94. En ese año regreso a mi país,
debido a la enfermedad de mi padre, y grabo un disco de música para chicos
junto a Villavicencio. Ahí me llama Páez para tocar la batería en su banda.
Me contrata y sigo tocando con él hasta el ´99.
¿Por
qué te habías ido a vivir a España?
Porque
ya había agotado todas las instancias acá. Ya había trabajado con Luis, Aznar,
Pappo… Sentía que ya lo había hecho todo. En España trabajé tres años en la
televisión, en una banda estable con la que acompañábamos a varios artistas
extranjeros que venían a promocionar en los programas sus giras por el país. A
la vez de esto, participando de músico sesionista, grabé varios discos; e hice
giras.
Me
llamó Jorge Álvarez y grabé con Ciudad Jardín, Olé Olé y Marta Sánchez. También estuve en la
grabación de un disco de Billy Bond
(Yo me Amo) en donde el Bondo hacía
un repertorio basado en temas del rock brasileño traducidos al castellano.
Luego
de tu experiencia española te vas a tocar con Páez.
Sí,
con Fito hago la gira de presentación de Circo
Beat y luego grabamos (en vivo) Euforia.
En la gira de presentación de Euforia
estuvimos involucrados en un proyecto enorme, tocando con orquestas de cada
ciudad en las que nos presentábamos. Cuando Páez se pone a filmar Vidas Privadas, me delega en Andrés (Calamaro) para que lo acompañe en la presentación de Alta Suciedad. Yo todavía vivía en
España. De a poco vuelvo a vivir en mi casa en Buenos Aires y, luego de
terminar la gira junto a Calamaro, me quedo un año más tocando con Fito y
hacemos la pre producción de los temas de Abre,
el disco producido por Phil Ramone.
En esa época tocamos un par de veces en España y giramos por Centroamérica.
¿Cómo
fue para vos tocar con Páez en su época de mayor popularidad?
Incomparable,
fue fantástico. Fueron cinco o seis años súper intensos, casi equivalentes a
haber vivido 30… (risas). Todo el tiempo,
empaquetado en aviones (sic). Hicimos muchísimos shows, grabamos un par de
discos muy buenos, los videos clips… En verdad, quedé muy contento de vivir esa
experiencia.
¿Qué
haces luego de terminar tu colaboración con Páez?
Yo
ya estaba afincado de vuelta en Buenos Aires. Del 2000 al 2003 me dedico a la
docencia y a partir de 2004, empiezo a dejar (paulatinamente) de enseñar música
para concentrarme en la composición de un repertorio de temas nuevos. Ahí
comienzo a moverme para formar una banda y hacer un disco en calidad de
solista. De esa forma, en 2008 grabo mi primer disco: Primario.
COMO SALIR DEL GRAN VACIO
Lo
veo muy diverso pero a la vez sumergido en la confusión. Cada vez me suena más
liviano el término “rock”. Sobre todo cuando prendo la tele y veo estos mega
festivales que hay ahora, que se llaman “Pepsi, no se cuánto” o “Quilmes algo”.
Lo que veo ahí no sé si es rock. Si bien hay una gran apertura, hay muchos
grupos que (a mi modesto punto de vista) no suenan bien, dejan mucho que
desear. Son bandas que, montadas en la fama, terminan preocupándose más por la
ropa que se ponen que por crecer como instrumentistas. Entonces los ves, al
cabo de dos años, con mejores pilchas, con un lifting hecho en la cara y con el
pelito diferente; pero siguen haciendo los mismos tres acordes que al
principio. Yo nunca toque la guitarra, salvo en Spinettalandia, pero hago más de tres acordes… Además hay grupos
que ni siquiera tocan en tiempo de 4/4, en tiempo de rock, sino en un tiempo de
2. Hacen “tin, ton, tin, ton…” (sic) Me parece que esas movidas más que ponerle
peso a la palabra “rock”, lo vuelven liviano, lo transforman en un género
difuso. Hay grupos que tienen doce tipos tocando sobre el escenario y suenan
siempre igual, en tiempo de 2, sin variaciones entre tema y tema. Eso es algo
desconcertante para mí, no me gusta. Por ejemplo, mi banda no es un grupo de rock
cuadrado, ya que elegimos un montón de colores musicales diferentes con buen
gusto; pero siempre tratamos de respetar los géneros. Por eso no te puedo decir
que lo que hacemos es jazz, porque ese es un género muy difícil al que yo no
puedo interpretar, pero sí que incluimos muchas variantes dentro de un
repertorio escueto (de 25 a 28 canciones), en el cual (además) tenemos 4 o 5
temas muy potentes que sí son rock; en plan power
trio asesino… Por eso creo que lo principal es no dejar de experimentar
nunca, de crecer. Ese es un deber básico para cualquier tipo que esté arriba
del escenario: hacer crecer a los demás, que sea una explosión, no una
implosión. Porque si cualquiera que toca sólo tres tonos se vuelve famoso por
esto, o porque va a tocar a la televisión; vamos a terminar todos siendo Zulma
Lobato…
¿Y
la parte lírica que te parece?
Está
en un nivel muy bajo. No hay ninguna letra, todo es una fisura. También, en ese
sentido, el tema de la cumbia fue muy nocivo. Está claro que sufrimos un
proceso de vaciamiento cultural, a partir del Proceso, que llega hasta nuestros
días; y esto está reflejado en las letras de los temas de todos los géneros
musicales. En lo que respecta el rock, me encantaría que hubiese letras más
interesantes, que haya productos de mayor calidad.
¿No
hay ningún grupo nuevo que te guste?
Me
gusta Eruca Sativa. Hay muchos
grupos en Córdoba, que son muy interesantes. Eso es algo que me llama la
atención. Ahí, uno se da cuenta de que, al contrario de lo que pasa acá en
Buenos Aires, el interior del país siempre está más a salvo de toda la
tilingueria o del llamado show business.
Sin embargo, hoy no se salva nadie de los manejos de la industria, ya que es
imposible editar discos, ni siquiera viviendo en Buenos Aires. Por eso es
loable que estos grupos cordobeses, gente con talento, tengan la iniciativa de
llevar a cabo un proyecto independiente. De los grupos más conocidos me gustan
los tríos: Divididos, Catupecu… Esas
son bandas con las que me siento identificado porque pienso que, de alguna
manera, no nos separamos tanto del rumbo en lo que respecta a lo que tiene que
ver con la música del rock nacional.
¿Cuál
es tu opinión acerca del declive de la industria discográfica?
Es
una auténtica pesadilla. Sobre todo con estas imposiciones de marketing, tipo Gran Hermano, en las que si firmas un
contrato les tenés que entregar la vida. Pero, al mismo tiempo, no es garantía
de nada firmar un contrato con una compañía, porque nadie va a cuidar más del
disco que vos. O sea que es un callejón sin salida. Por eso, ahora no me queda
otra que ser el fabricante y gestor de mis propios discos; al mismo tiempo que
me encargo de organizar los shows y demás. Hacerlo todo solo. Por suerte cuento
con la ayuda de EPSA, que es una distribuidora que me ayuda muchísimo, editando
mis discos y distribuyéndolos por todos lados.
¿Cuáles
son tus proyectos?
Ahora
me voy a presentar en Buenos Aires, un par de veces con mi banda El Don: Pablo Suárez (bajos y programación), Guillermo del Medio (teclados y
secuencias) y Javier Viñas
(guitarras) haciendo el repertorio de mi disco Primario y después voy a
presentarme con ADN, el power trio
que formé con César Franov y Pablo Suárez.
(Entrevista
realizada en junio de 2011)
Emiliano Acevedo
POmo dice acà "Está claro que sufrimos un proceso de vaciamiento cultural, a partir del Proceso, que llega hasta nuestros días". NO es asì en vaciamiento cultural los sufrimos en democracia en la època dde Menen y se agrabò tremendamente mas en la epoca nefasta de los K. Si hubiese sido solo en la epoca de los milicos, ellos no podrian haber tocado nunca. De de esa genteraciòn del 70 salieron los mejores grupos del rock Argentino.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Lifer
EliminarEl vaciamiento cultural se dá en épocas de neoliberalismo: Dictadura, Menem y Mauri ahora. Con los K se recuperó bastante de la destrucción que implosionó el pais en el 2001..Con los K se lanzarón satélites, se crearon universidades y se alentó la industria cultural nacional.. Es importante no dejarse confundir por los blue minis que hoy están de vuelta..
ResponderEliminarAnónimo dejate de Joder.justamente en la epoca de los milicos está generado todo lo mas creativo del rock nacional tanto musica como letra.La decadencia empieza del 83 para acá y se acentúa justamente con los k,que generan artistas mercenarios,tanto históricos,con su creatividad agotada,como.nuevos con nada de creatividad.
EliminarLos k? Muy confuso lo tuyo. Troll
EliminarCon lo k la destrucción fue total
EliminarLa magia empieza en 1967/68 y termina a mediados de los 80. Las mejores producciones las escuche entre 1970 y 1983, el proceso cruza toda esa época. A partir de los 90 chau, y hoy, cuando todos los viejos referentes se van muriendo, se terminó. Empezará algo distinto que no será lo mismo
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